La hipertensión arterial (HTA) está asociada con el padecimiento de otras enfermedades y de la obesidad. Su alta prevalencia representa un serio problema de salud en el mundo. El objetivo de este trabajo fue determinar la relación entre hipertensión arterial y obesidad central en madres de familia de tres colonias de la ciudad de Durango, Durango, México. Para ello, se hizo un estudio transversal con una población de 806 madres de familia. Se realizaron mediciones de tensión arterial, circunferencia de cintura y cadera. El análisis estadístico incluyó descriptivos, pruebas de independencia y medición de riesgo epidemiológico. Se obtuvo información de características sociodemográficas y antecedentes de la enfermedad hipertensiva. Las participantes presentaron como media de edad 41.4 años y de escolaridad nueve años cursados. El 59.8 % eran casadas, el 69.3 % eran amas de casa y el 87.8 % tenía afiliación a alguna institución de salud. La prevalencia de hipertensión reportada por las participantes fue 20.3 %; en el 50.6 % de la población total estuvo presente el antecedente familiar de la enfermedad. La tensión arterial elevada obtenida por medición directa fue 19.7 %. Se encontró hipertensión sistólica en 8.4 % y diastólica en 17.3 %. La obesidad abdominal se evidenció en 82.9 %; el riesgo de presentar hipertensión arterial fue 3.1 veces mayor en las madres con obesidad abdominal. El riesgo de padecer enfermedad hipertensiva se elevó en los pacientes con antecedente familiar de HTA y con padecimiento de obesidad central, la cual es también considerada uno de los principales factores de riesgo cardiovascular.
Palabras clave::
hipertensión arterial, obesidad abdominal, zona urbana, estilos de vida
La tensión arterial es la fuerza o empuje ejercido por la sangre contra la pared de la arteria (WHO/OMS, 2003). Para identificar a una persona con hipertensión arterial (HTA) se requiere cumplir cualquiera de dos condiciones: una tensión sistólica igual o superior a 140 mmHg y una diastólica igual o superior a 90 mmHg. El que ambas tensiones se encuentren por debajo de estos puntos de corte resulta particularmente importante para el funcionamiento eficaz del cerebro, corazón, riñones y el cuerpo en general (WHO/OMS, 2013).
La característica distintiva de la HTA, es la disfunción endotelial, la cual conlleva a la ruptura del equilibrio entre los factores relajantes del vaso sanguíneo (óxido nítrico, factor hiperpolarizante del endotelio) y aquellos que actúan como vasoconstrictores conocidos como endotelinas (Wagner-Grau, 2010).
Los determinantes sociales de la salud (ingresos, educación y vivienda) junto con la urbanización acelerada y desordenada, sedentarismo, tabaquismo y alcoholismo, representan los principales factores que contribuyen a potencializar la génesis de la hipertensión y sus complicaciones, sin olvidar la edad (por el endurecimiento de las arterias) y los factores metabólicos (sobrepeso, obesidad e hiperlipidemia). Cuando se desconoce la causa específica de la enfermedad se le denomina Hipertensión Arteria Primaria, donde los factores genéticos forman parte de la etiología de la enfermedad. En personas menores de 40 años hay que pensar en causas endocrinas, renales y/o malformaciones de los vasos sanguíneos (WHO/OMS, 2014).
La diabetes, obesidad y enfermedades autoinmunes como esclerosis sistémica, hiperaldosteronismo primario, displasia fibromuscular y feocromocitoma, desencadenan la HTA (Lomelí y col., 2008), que representa un serio problema de salud en el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS), reporta que este padecimiento está relacionado con la mortalidad de 7.5 millones de personas, las cuales representan 12.8 % del total de las muertes; también asevera que, durante 2008, entre los adultos de 25 años y mayores, uno de cada tres tuvo la presión alta, cifras a tomar en cuenta debido a las complicaciones que frecuentemente se presentan: retinopatía y discapacidad visual, enfermedad vascular periférica e insuficiencia cardiaca y renal (WHO/OMS, 2014).
En Latinoamérica, la HTA causa 13 % de las muertes y se le puede atribuir un 5.1 % de los años de vida ajustados por discapacidad. En adultos latinoamericanos la preva lencia de la hipertensión ocurre entre 26 % y 42 % (Sánchez y col., 2010). De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) (2012), la prevalencia de HTA en México fue de 31.5 % (IC 95 % 29.8 - 33.1); en adultos con obesidad ésta aumenta 42.3 % (IC 95 % 39.4 - 45.3) (INSP, 2012). En el 2006, la prevalencia de HTA en el estado de Durango, por diagnóstico médico previo en personas de 20 años o más fue de 18.5 %. Actualmente la prevalencia es del 19 %, ambos valores por encima de la media nacional reportada en 2012, que fue de 15.9 % (INSP, 2013).
En los obesos, la prevalencia de HTA es mayor, de ahí que la asociación entre obesidad y riesgo cardiovascular esté claramente establecida (WHO/OMS, 2008). La OMS considera que el exceso de peso (sobrepeso y obesidad) puede iniciar a edades tempranas, su origen es multifactorial y tiene una relación inversa con la educación; está reconocido como una epidemia no transmisible de una enfermedad crónico-degenerativa (Moreno-González, 2012). La obesidad resulta de una compleja interacción entre genes y ambiente, que se caracteriza por un desequilibrio de energía debido a un estilo de vida sedentario, un consumo excesivo de energía o ambos, influenciados por factores celulares, moleculares, metabólicos, sociales y psicológicos (Gargallo y col., 2008).
Según la OMS, para el año 2015, habrá más de 700 millones de personas obesas en el mundo (Domínguez-García y col., 2012). En la región de las Américas, durante 2012, las mujeres regis traron la mayor prevalencia de obesidad (29.7 %) (Castelo-Elías-Calles, 2012; UNO/ONU, 2012).
La obesidad central se define como un aumento en la circunferencia abdominal y es el resultado de la suma de la grasa abdominal subcutánea y la grasa abdominal visceral. Esta última tiene un papel más importante en la fisiopatología del exceso de peso al ser metabólicamente más activa (Botella-Carretero y col., 2001).
La grasa visceral es el mejor predictor de riesgo cardiometabólico y de mortalidad que el acúmulo graso subcutáneo. La circunferencia de cintura (CC) refleja de manera adecuada la acumulación de grasa en la región abdominal, compuesta por la grasa subcutánea y la reserva de grasa visceral. Esta sencilla medición muestra una fuerte correlación con la grasa intra-abdominal determinada por tomografía axial computarizada. También presenta una buena asociación con los factores de riesgo cardiovascular, con el riesgo relativo para desarrollar cardiopatología isquémica y con la mortalidad cardiovascular. Además, la CC es la medida antropométrica que mejor predice el desarrollo de diabetes mellitus tipo 2 (López-De-La-Torre y col., 2010). Estudios recientes han puesto de manifiesto una relación entre el índice de cintura-cadera (ICC) y la presión arterial sistólica y diastólica (WHO/OMS, 2008; González-Jiménez y col., 2013). Se han propuesto puntos de corte de la CC, a partir de los cuales se considera en riesgo al paciente. El Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos propone 102 cm en varones y 88 cm en mujeres; la Federación Internacional de Diabetes propone 94 cm en varones y 80 cm en mujeres, con pequeñas variaciones para diferentes grupos étnicos (López-De-La-Torre y col., 2010).
La ENSANUT (2012), reveló que Baja California Sur fue el estado con mayor prevalencia de obesidad abdominal (80 %), seguido por Tabasco (79.3 %) y Distrito Federal (78.8 %), encontrándose Durango en el séptimo lugar (77 %). Entre los estados que presentaron la más baja prevalencia se encuentran Chiapas (64.3 %) y Oaxaca (66.4 %) (Barquera y col., 2013).
El presente estudio determina la relación entre hipertensión arterial y obesidad central en madres de familia de tres colonias de la ciudad de Durango, Durango, México.
Se realizó un estudio de tipo transversal, por conglomerados. En base a las características del programa HÁBITAT (CONEVAL, 2008) y en forma censal, se buscó la participación de las madres de familia entre enero de 2013 y junio de 2014. Se seleccionaron por conveniencia las colonias: "La Virgen", ubicada al poniente de la capital, la "1° de Mayo" y "9 de julio", ubicadas al sur. Se excluyeron del análisis a las embarazadas y aquellas que estuvieran lactando por el sesgo que su condición pudiera generar. Las variaciones en la N muestral son debido a que algunas participantes no permitieron realizarles todas las mediciones. Se les dio una explicación previa acerca de beneficios, costos, riesgos del proyecto y confidencialidad de sus datos. Se solicitó su consentimiento para la participación del estudio con base al Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Investigación para la Salud en su Título II, capítulo I, fracción I I83 y a la Declaración de Helsinki (Presidencia de la República, 1986; CONBIOETICA, 2013).
Se trabajó con un instrumento impreso, previamente estandarizado a través de una prueba piloto realizada con 120 madres de familia no pertenecientes a las colonias estudiadas. Este instrumento se aplicó a las 806 madres de familia comprendidas en el presente estudio para obtener la información relativa a características sociodemográficas, antecedentes personales y familiares de la enfermedad hipertensiva y de obesidad. Se consideró hipertensa a quienes sabían de su condición y/o resultaron con valores elevados. Las mediciones de la presión arterial se efectuaron de acuerdo a las guías de la Sociedad Europea de Hipertensión y la Sociedad Europea de Cardiología (Mancia y col., 2013).
La medición de la circunferencia de cintura y cadera se llevó a cabo de acuerdo al Manual de la Secretaría de Salud (2005). Para clasificar la obesidad abdominal se consideró como punto de corte de la CC: normal < 80 cm y con obesidad abdominal ≥ 80 cm (Alberti y col., 2005; Aschner, 2006) y en la alteración del ICC se utilizó como punto de corte 0.85 (sin alteración o normal < 0.85, con alteración o alto > 0.85) (WHO/OMS, 2008).
El análisis estadístico se realizó mediante la distribución de frecuencias, análisis de varianza, pruebas de independencia X2 y medición del riesgo epidemiológico. Se utilizó un nivel de confianza de 95 %.
Del universo estudiado, el 40.9 % de las mujeres tenían entre 20 a 39 años; 47.8 % entre 40 a 59 años y el 8.7 % con 60 años o más; el resto (2.6 %) lo conformaron madres menores a 20 años; la entrevistada más joven reportó 17. En cuanto a la escolaridad, el 28.6 % contaba sólo con primaria terminada, el 37.7 % con secundaria y el 31.9 % con preparatoria o superior; el 1.8 % no reportó. Respecto a la ocupación, el 69.3 % era ama de casa y el resto realizaba actividades laborales remuneradas; el 87.8 % de las madres de familia contaban con seguridad social: afiliadas al IMSS (45.5 %), Seguro Popular (35.6 %) y al ISSSTE (18.3 %), las demás estaban protegidas por el sistema de PEMEX (0.2 %) y SEDENA (0.4 %). En cuanto al estado civil, el 70.5 % manifestaron contar con pareja, de estas, el 59.8 % eran casadas y en unión libre 10.7 %; entre quienes no tenían pareja (29.5 %), las madres solteras representaron el 12 %, viudas el 8.4 %, divorciadas el 4.9 %, y separadas el 4.2 %. El 64.1 % de las mujeres comentaron ser originarias del municipio de Durango, 28.9 % de otros municipios del estado, en tanto que 7 % de fuera del estado.
Más de la mitad de las madres de familia (50.7 %) manifestaron haber recibido información acerca de la HTA y su prevención durante los últimos 12 meses; el 20.3 % de la población muestreada declararon padecerla, el 11.7 % desconocieron si la presentaban y el 68 % afirmó no padecerla; el 50.6 % refirieron tener un familiar directo con HTA.
Con relación a la obesidad, el 62.4 % reportaron tener información acerca de su prevención; se encontró que 82.9 % tenían obesidad abdominal y 60.1 % obesidad troncal (Tabla 1).
Al agruparlas de acuerdo a su CC e ICC y comparar los promedios de presiones sistólica y diastólica, las madres con obesidad abdominal y troncal mostraron valores más altos, con diferencias significativas (Tabla 2).
Las madres de familia que informaron tener algún familiar hipertenso presentaron prevalencias de HTA mayores y un riesgo 3 veces más alto que las que no lo tienen.
La obesidad abdominal y la troncal incrementan 3.1 y 3 veces el riesgo para presentar HTA, respectivamente (Tabla 3).
La prevalencia de obesidad abdominal (82.9 %) fue similar a la reportada por Barquera y col. en el año 2013 (82.8 %o). En cuanto a la media de la CC en las participantes del estudio fue 92.1 cm, valores muy similares a los reportados por estos autores a nivel Nacional (92.6 cm), Región Norte (94.3 cm), Ciudad de México (93.2 cm) y Región Sur (91 cm).
Referente a la relación entre la escolaridad y al perímetro de cintura, los mismos autores reportaron que las mujeres sin primaria presentaron una media de 93.3 cm, las de primaria y secundaria 94 cm, y aquellas con un nivel más alto de secundaria registraron 89.8 cm, y entre grupos no encontraron diferencia significativa. En el presente trabajo, las madres de familia sin primaria tuvieron una media de 95.8 cm, con primaria y secundaria 93.5 cm, y con estudios superiores a secundaria 88.9 cm. Estos valores muestran una tendencia similar a la reportada por Barquera y col. (2013) en cuanto a que menor nivel de educación mayor circunferencia de cintura.
El antecedente familiar de hipertensión en el estudio es mayor por 11.5 pp al reportado por Espinoza-Gómez y col. (2007) (39.1 %).
El estudio realizado por Hernández (2010), en el que se contrasta la CC con la PAD y PAS, presentó diferencias estadísticamente significativas entre los grupos de mujeres con obesidad abdominal y normales. De igual forma, en la investigación documentada por Chen (2015), la CC en las mujeres mostró fuerte y positiva asociación con la PAS. En el presente estudio, las madres de familia con obesidad abdominal exhibieron valores de tensión arterial más altos que las normales.
Las madres de familia con obesidad troncal mostraron cifras más altas de tensión arterial que las madres normales, resultados semejantes fueron reportadas por González-Jiménez (2013), para una población joven; por su parte, Leite-de-Araujo y col. (2006), no identificaron correlación significa tiva entre el ICC y las PAS y PAD en mujeres jóvenes.
Las madres con obesidad abdominal tuvieron una prevalencia de HTA ligeramente menor a la reportada por Alfie (2012) en un grupo de mujeres con obesidad abdominal (37.4 %).
De acuerdo a los resultados obtenidos en el presente estudio y los reportados por Zylbersztejn (2013) (3.1 y 2.52 veces respectivamente), el riesgo de presentar HTA se incrementa cuando se tiene obesidad abdominal.
Las madres con obesidad troncal tuvieron una prevalencia 22.1 pp mayor de HTA que las normales. Con relación al riesgo de HTA, en esta población fue 3 veces mayor si se tenía obesidad troncal; Gómez-de-la-Barral y Villarreal-Menchola (2002), describen que, en una población de mujeres adultas, cuando el ICC es mayor a 0.85 el riesgo de presentarla se incrementa 1.8 veces.
El antecedente hereditario de la hipertensión arterial (HTA) incrementó el riesgo de presen tar la enfermedad hipertensiva, pero también estuvo relacionada con la obesidad central, que incrementó tres veces el riesgo de HTA. Las madres de familia con bajo nivel educativo repre sentaron un grupo vulnerable que debe ser atendido.