En el estado de California, Estados Unidos, existen zonas comerciales que emulan el ambiente de los mercados populares de las grandes ciudades mexicanas, ocasionado por la presencia de inmigrantes mexicanos, quienes encontraron en la economía étnica un espacio laboral, que al mismo tiempo sirve como medio para difundir su cultura gastronómica y musical, principalmente. El objetivo de este trabajo fue analizar los procesos económicos y culturales, asociados a los negocios étnicos, ubicados en Huntington Park y Lynwood, California, del área de los Ángeles, para conocer si la economía étnica es una plataforma de movilidad social ascendente para los mexicanos migrantes que trabajan para los connacionales; además de valorar el papel de estos negocios en procesos de difusión y retención cultural. El principal instrumento metodológico fue la encuesta etnográfica, aplicada a 32 inmigrantes mexicanos que trabajaban en negocios étnicos e igual cantidad de trabajadores inmigrantes mexicanos que laboraban en otro tipo de negocios, pero ubicados en las ciudades de interés. También se aplicaron 61 cuestionarios a empresarios inmigrantes mexicanos. Los resultados confirmaron que estos negocios étnicos generan una rentabilidad económica atractiva para los dueños de las empresas; no así para los trabajadores, quienes obtienen bajos salarios. Aunque esta situación no favorece en lo general la movilidad social ascendente para los trabajadores, existen casos excepcionales de inmigrantes que iniciaron como asalariados pero lograron convertirse en empresarios. Se concluye que aunque la economía étnica mexicana en Los Ángeles reproduce una falta de movilidad social, sigue siendo un espacio de oportunidad para los migrantes que ahí encuentran su primer empleo, además, en este mercado se recrea y difunde el español y la cultura material de los migrantes.
Palabras clave::
economía étnica, movilidad social, mejoramiento económico, trabajadores
Desde 1848, fecha en que se firmó el Tratado de Guadalupe Hidalgo entre México y los Estados Unidos, los mexicanos que quedaron atrapados por la cartografía militar, al norte de la nueva línea divisoria, se convirtieron, dice el historiador David Gutiérrez, en una minoría étnica, en relación a la sociedad dominante. En la medida que fue incrementándose el racismo y la discriminación, a lo largo del siglo XIX, los mexicanos del "otro lado" se transformaron en un grupo étnico situacional o circunstancial, al que siempre se les regateó su calidad de americanos. Todo esto reforzó su sentido y necesidad de construirse diferentes (Gutiérrez, 1995). A finales del siglo XIX, los mexicanos inmigrantes y aquellos que no lo eran, habían descubierto en la economía étnica un nicho importante para hacer negocios, basado en la producción y venta de productos traídos de México o inventados como propios. Las características que desde ese tiempo tomó esta economía étnica eran la venta en el idioma español, la atención personalizada, destacando valores como la familia y el amor a la patria mexicana. Los lazos de solidaridad emanados de esta economía, no solo tenían que ver con el hecho de que los inmigrantes mexica nos podían comprar en este mercado productos ya conocidos, sino que en dicha economía podían encontrar un empleo, ya sea como trabajador común o como dependiente de tienda. Los archivos de historia oral de las bibliotecas de California y de otros estados de la Unión Americana, dan cuenta de cientos de casos de migrantes mexicanos, cuyo primer trabajo fue en negocios propiedad de connacionales. El derrotero económico y de ajuste cultural de estos inmigrantes, mucho dependió de su contacto con estas economías étnicas.
Para Weber (2008), un grupo étnico es aquel colectivo cuyos miembros comparten una creencia de un pasado común debido a sus similitudes físicas o a sus costumbres, o ambas; o debido a me morias de colonización y migración. Los miembros de un grupo étnico no necesariamente tienen que compartir un mismo origen sanguíneo. Por otra parte, la etnicidad es un tipo de grupo social con una agenda de intereses que, en el caso de los Estados Unidos, es resultado de la ausencia de claras divisiones de clase. Según Alba (1990), la etnicidad puede servir como principio de asignación social y como una forma de solidaridad social.
Tradicionalmente, a la economía étnica se le ha definido como: "aquel empleo creado por una minoría para sí misma, lo cual supone relaciones coétnicas dentro del mercado de trabajo" (Bonacich, 1973). Aunque yéndose un poco atrás, el término se desarrolla en las décadas de 1950 y 1960 por Becker (1956), Stryker (1959) y Blalock (1967); siendo posteriormente recuperado y actualizado para el estudio de la empresarialidad inmigrante, gracias básicamente a los trabajos presentados por Bonacich (1973) y Riesco (2008). La economía étnica, de acuerdo a la definición anterior, incluye a cualquier persona inmigrante o integrante de una minoría étnica que sea autoempleado, empleador, trabajador asalariado y no asalariado. El contorno de una economía étnica, bajo esta lógica, está definido por raza, etnicidad u origen nacional, caracterizándose por adquirir ventajas en las relaciones entre propietarios de negocios y entre propietarios y trabajadores del mismo origen nacional (Logan y col., 1994; Light y Gold, 2000; Estrada, 2014).
Para Light y Karageorgis (1994), la economía étnica es toda empresa que es propiedad, está supervisada o atendida, por miembros de un grupo racial o étnico minoritario, independientemente del tamaño, tipo y concentración espacial. Investigadores de la economía étnica consideran que esta surge como resultado de una búsqueda de estrategias y mecanismos, por parte de los inmigrantes, en las sociedades receptoras, tanto para evadir el desempleo ó el empleo precario, así como para escapar de la discriminación social y económica a la que constantemente se ven sometidos en el mercado general de trabajo (Bonacich, 1973; Bonacich y Modell, 1980; Light y Gold, 2000). Una economía étnica genera el empleo para minorías étnicas y de inmigrantes, creándoles su propio mercado de trabajo. La econo mía étnica es un tipo de espacio social que se distingue por la fijación de una identidad cultural de quienes son los propietarios de los negocios y su potencial clientela, donde los empresarios son aquellas personas, titulares de los medios de producción, que ponen en juego para extraer de ellos beneficio económico o un valor de mercado por los bienes y servicios que ofrecen. Partiendo de ello y generalizando, el empresariado étnico incluye cualquier tipo de actividad económica que se encuentre fuera de la economía asalariada general (Garcés, 2011).
El concepto de economía étnica incluye los negocios que son propiedad de miembros del mismo grupo étnico en enclaves étnicos, así como a las empresas de propiedad o control étnicos en la economía general (Zhou, 2004a ). El enclave relacionado a la temática, de manera general, se define como un grupo étnico inserto en otro y de características diferentes (Diccionario de la Lengua Española, 2012). Portes y colaboradores (Wilson y Portes, 1980; Portes y Bach, 1985; Portes, 1987), propusieron el concepto de enclave étnico en los ochenta, tanto para explicar las tasas altas de autoempleo entre los cubanos en Miami, como para subrayar la importancia de la con centración residencial, para mejorar la habilidad de los propietarios de pequeñas empresas que buscan capitalizar y beneficiarse de la estrecha relación coétnica (Valenzuela, 2010). La economía de enclave étnico tiene sus orígenes en la teoría del mercado dual de trabajo y evolucionó a partir de trabajos sobre la segmentación laboral (Averitt, 1968; Doeringer y Piore, 1971; Piore, 1972; Light y Gold, 2000), donde el concepto recoge otros elementos (Zhou, 2004b), como: la permanencia empresarial, en la que las actividades económicas no son exclusivamente comerciales, sino que también abarcan a actividades productivas destinadas a un mercado general; la variedad comercial, que supera la sucesión de los nichos laborales dejados por los nativos; así como, la variable territorial, esto es, las empresas deben estar concentradas en un área física determinada, donde también se ubican las redes (Wilson y Portes, 1980; Portes y Bach, 1985; Light y Bonacich, 1988; Waldinger, 1993; Logan y col., 1994; Logan y col., 2003, Arjona y Checa, 2006).
A la economía étnica, tradicionalmente se le ha concebido como un mercado interno de trabajo que protege a los trabajadores inmigrantes de la competencia en el mercado general, proporcionándoles adicionalmente el entrenamiento necesario para emprender futuras actividades empresariales (Waldinger y col., 1985; Waldinger, 1986; Waldinger y col., 1990; Bailey y Waldinger, 1991; Light y Karageorgis, 1994; Raijman y Tienda, 2000; Arjona y Checa, 2009). Se considera que un enclave étnico requiere de una concentración locacional de firmas, interdependencia económica y empleados, mientras que una economía étnica no requiere de todo ello (Light y Gold, 2000; Arjona y Checa, 2006). La economía étnica está definida tradicionalmente por las relaciones laborales coétnicas, incluido el autoempleo, independientemente de factores de localización geográfica propios del concepto de enclave. Bajo esta lógica, cualquier grupo étnico puede participar en una economía étnica, aún en ausencia de concentración residencial ó locacional de firmas.
La economía étnica representa una tercera variante en la segmentación del mercado de trabajo de los Estados Unidos de América, denominada "subeconomía étnica", la cuál, tiende como principio organizativo a la etnicidad y en la que el colectivismo se considera como una estrategia adaptativa y los enclaves étnicos como una forma particular de incorporación de los inmigrantes en la sociedad huésped. El origen de este tipo de economías está relacionado con las barreras que minorías raciales y étnicas han enfrentado para entrar a los mercados de trabajo bien remunerados; además de la falta de un espacio para que los inmigrantes se inserten económicamente cuando su condición es de recién llegados. Mecanismos como un alto nivel de sindicalización y discriminación han evitado que mexicanos accedan a ocupaciones de alta remuneración. La economía étnica ha sido una válvula de escape contra estos mecanismos de exclusión laboral. Otra explicación del origen de estas economías étnicas, es el aprovechamiento de ventajas culturales que los empresarios tienen sobre quienes pretendan explotar este nicho de mercado, ya que un empresario coétnico tiene recursos étnicos (lengua, cultura) y capital social, que explican el surgimiento de los negocios (Martínez, 2007) y facilitan su éxito (Mateu, 2010; Pécoud, 2010; Fernández y col., 2013). Una última razón de la existencia de este tipo de economías, es que el mercado étnico también es un sitio desde donde se crea y difunde la cultura, toda vez que este espacio implica procesos de producción y consumo de bienes, de símbolos y de significados. El mercado puede facilitar el logro de una agenda cultural.
La preocupación común, compartida por los autores antes mencionados, es si la economía étnica permite o no la movilidad social ascendente de quienes laboran en ella. El concepto de movilidad social se refiere a la facilidad con la que una persona puede subir en la escalera socioeconómica de un país (Centro de Estudios Espinosa Yglesias, 2013). Cuando la movilidad social es limitada, son pocas las posibilidades de que alguien adquiera una mejoría económica en relación con los demás, independientemente de su capacidad individual, ya que la movilidad social se presenta en torno a un grupo determinado, y esta no se da dentro de un contexto meramente personal. En este sentido, algunos autores rechazan la hipótesis que considera que la economía étnica es un espacio de oportunidad para quienes laboran en él. Otros creen que esto se debe a lo poco proclive que son los hispanos en general y los mexicanos en particular, a ser empresarios, a pesar de que la filiación grupal los favorece porque su cultura alienta el desarrollo de redes sociales. Otros más, ven a la economía étnica como un freno, porque evita la integración a la sociedad dominante y al aprendizaje del idioma inglés (Lofstrom y Wang, 2007; Valdez, 2008; Fong y col., 2009; Xie y Gough, 2011; Sahin y col., 2012).
El objetivo del estudio fue analizar las características económicas y culturales, de los trabajadores asalariados mexicanos y sus patrones, en los negocios étnicos, propiedad de inmigrantes mexicanos, en las ciudades de Huntington Park y Lynwood, localizadas en el condado de Los Ángeles, California, para detectar si este tipo de economías étnicas son un espa cio de movilidad social ascendente para sus miembros; además de valorar el papel de estos negocios en procesos de difusión y relación cultural.
La manera en que se genera el conocimiento sobre la economía étnica en este artículo en particular, es a través del estudio del fenómeno en dos ciudades californianas, elegidas porque en ellas se concentra uno de los mayores contingentes de inmigrantes mexicanos y uno de los conglomerados comerciales más grandes que surten y emplean a mexicanos (Peraza, 2012). Se parte del conocimiento de una realidad particular, misma que pueda servir para hacer generalizaciones sobre economías étnicas de otras ciudades similares a las analizadas. Este método inductivo está soportado por una investigación de corte cualitativo, cuyos instrumentos principales son las entrevistas y las encuestas etnográficas.
Entre mayo de 2011 y febrero de 2012, fecha en que se hizo el trabajo de campo, se aplicaron 32 encuestas etnográficas a profundidad, a trabajadores in migrantes mexicanos que trabajaban en negocios étnicos e igual cantidad de encuestas a trabajadores inmigrantes mexicanos que laboraban fuera de estos negocios. Los criterios para seleccionar a los trabajadores encuestados era que trabajaran y vivieran en las ciudades de Lynwood y Huntington Park, California, Estados Unidos (Figura 1). Los dos criterios para determinar la selección de los negocios donde laboraban los trabajadores encuestados fueron su representatividad, acorde a la demanda de productos étnicos y la ubicación geográfica de los mismos, donde se buscó que coincidieran con el espacio residencial de los 32 migrantes. Para los 32 restantes, el criterio fue también que laboraran y vivieran en esas ciudades, pero que no prestaran sus servicios a negocios étnicos.
Además, en las mismas ciudades, se aplicaron 61 cuestionarios en formato de encuesta, a empresarios inmigrantes mexicanos que vivían en la zona de estudio y eran propietarios de los negocios en el que laboraban la totalidad de los trabajadores inmigrantes etnoencuestados en los establecimientos étnicos. El criterio y el periodo de estudio para la aplicación de este último instrumento fue el mismo que el primero.
Antes de iniciar la encuesta, se mostraba al encuestado una identificación y carta de consenti miento avalada por la Unidad Académica en Estudios del Desarrollo, perteneciente a la Universidad Autónoma de Zacatecas. En ella se solicitaba de manera respetuosa, información voluntaria requerida para llevar a cabo la investigación, garantizándoles confidencialidad y veracidad, además de asegurar escuchar con respeto las opiniones dadas por los encuestados. Cada uno de los encuestados dio su consentimiento verbal para ser entrevistado.
La encuesta etnográfica permitió conocer la trayectoria laboral y empresarial de los migrantes en las dos ciudades californianas ya mencionadas, mediante un análisis comparativo entre los dos grupos de trabajadores -los inmigrantes mexicanos que laboraban en la economía étnica mexicana y los que se desempeñaban como trabajadores en la economía general estadounidense- para obtener a detalle un perfil socioeconómico de los migrantes que se insertan a trabajar en los negocios étnicos y los que deciden laborar en el mercado general, a fin de identificar la transición laboral de uno a otro, y así poder detectar si la economía étnica estudiada constituía un factor de movilidad social y/o progreso económico para los trabajadores que la conforman, al comparar con los resultados obtenidos en el grupo de trabajadores que laboraban en el mercado general.
La encuesta aplicada a los empresarios inmigrantes mexicanos tuvo como finalidad conocer casos de éxito en cuanto a la movilidad social ascendente.
De acuerdo a los resultados obtenidos de este trabajo, el 28 % de los empresarios encuestados declararon que al llegar a los Estados Unidos trabajaron en la economía étnica mexicana. De estos, el 15 % trabajó previamente como empleado en el mismo giro de negocio del que hoy en día son propietarios.
La economía étnica puede servir como una especie de plataforma de lanzamiento para que sus integrantes accedan a la fase empresarial (Light y Gold, 2000). Esta plataforma de lanzamiento significa una base de entrenamiento, como una especie de periodo de preparación de condiciones, para que el migrante posteriormente abra su propio negocio. A este proceso algunos especialistas en el campo lo denominan "escuela de emprendedores" (Waldinger y col., 1985; Waldinger, 1986; Waldinger y col., 1990; Light y col., 1994; Raijman y Tienda, 2000; Arjona y Checa, 2006; 2009).
El 43 % de los empresarios mexicanos instalaron sus negocios tras un plan de ahorro que se habían trazado previamente como trabajadores, incluso desde antes de emigrar. Dato concordante con el estudio presentado por Oso y Villares (2005), en el que se destaca que la mayoría de las argentinas y venezolanas residentes en Galicia, España, parte con la idea y hasta con los recursos, para montar un negocio.
El inmigrante inicia como trabajador en una economía étnica, y tras años de ahorro, emprende su propia actividad empresarial (Arjona y Checa, 2007; Peraza, 2012). Para aquellos que logran mejorar su estatus, la economía étnica se convierte en albergue laboral y empresarial.
Ninguno de los comerciantes encuestados había estado desempleado previamente. Arjona y Che ca (2006), argumentan que el modelo empresarial en España no refleja al autoempleo como una salida de emergencia. Por lo que para estos investigadores, el autoempleo figura como una opción laboral para aquellos inmigrantes que resultan ser los más emprendedores, análogamente a lo que ocurre en el caso de la sociedad norteamericana.
Para Hum (2001), dentro del empresariado étnico existe por un lado, un grupo intermedio de pequeños propietarios que luchan por sobrevivir en el mercado competitivo y, por otro lado, una gran cantidad de microempresarios sin mayores perspectivas de crecimiento, es decir, aquellos cuya única alternativa a su desempleo y miseria absoluta, es el autoempleo. En la misma tónica, Espinosa (2012), señala en su estudio del comercio polaco en la cuenca del Ruhr, que el autoempleo se ha convertido en una de las alternativas más viables al desempleo. Respecto al factor de autoempleo, Aguilera (2009), en su investigación sobre los autoempleados inmigrantes mexicanos en California y Texas, encontró que los mexicanos que se encuentran en economías étnicas, como autoempleados, ganan menos que aquellos que, trabajan en el mercado general, coincidiendo con los resultados de este estudio y el realizado por Logan y col. (2003).
La decisión de crear una empresa, por parte de los inmigrantes, es en parte consecuencia de la discriminación en el pago de salarios que sufren los inmigrantes, frente al resto de los trabajadores nativos en el mercado dual de una economía polarizada por la percepción salarial y que prospera mayormente en las llamadas ciudades globales, como es el caso de Los Ángeles (Sassen, 2007; Serra-del-Pozo, 2009). Otra razón para iniciar una empresa, descansa en el simple deseo de superación económica, lo cual en algunas ocasiones está fijado como una meta previa, establecida desde antes de llegar a Estados Unidos, lo cual, en parte, contradice lo dicho por Hum (2001), en el sentido de que las empresas étnicas son resultados del desempleo del inmigrante. Light y Roach (1996), mencionan que la creación de empresas entre los migrantes se debe a una combinación de cohesividad social del colectivo y dificultades sociales. A través de esta propuesta se argumenta, que la dureza y frustración, que se experimenta en el mercado de trabajo ordinario, ocasiona que los inmigrantes en muchas circunstancias busquen oportunidades alternativas a través del autoempleo y del desarrollo de fuertes lazos económicos y sociales entre los miembros de su propia comunidad étnica. La construcción de estas redes sociales está refleja da en la economía étnica mexicana en Los Ángeles, al encontrarse que la mayor parte de los trabajadores encuestados durante el trabajo de campo de este estudio, dijeron haber conseguido empleo en una economía étnica a través de la ayuda de alguna red social (amigo, familiar o un paisano), que les hizo saber de la vacante. Como inmigrantes, estos comportamientos laborales aumentan su capacidad de competencia en el mercado de trabajo en el extranjero, al contar con su propio capital social; es decir, la información y con el apoyo de sus propias redes comunitarias como fuente de crédito, proporcionando una clientela fiel y leal para sus negocios y un suministro estable de trabajadores coétnicos (Díaz-Bretones y González, 2005). El capital social es sumamente importante, no solo para el desarrollo y el funcionamiento del negocio, sino para la incorporación laboral de sus miembros (Barros, 2007).
Para los neoliberales, la economía inmigrante limita las posibilidades de ascenso social de sus participantes, puesto que está formada exclusivamente por actividades étnicas dirigidas a atender una pequeña clientela coétnica, con mínimas o ninguna posibilidad de crecimiento, perpetuándose así la marginalidad del grupo (Borjas, 1990). Afirmación que puede tener razón, a excepción de los pocos casos de éxito de algunos empresarios mexicanos (en este estudio se detectaron dos casos de empresarios que declaran ganancias del orden de los 900 000 dólares mensuales), y no se deje de tomar en cuenta el potencial demográfico y económico del mercado hispano, cuya población para 2006 era de poco más de 42 millones de personas, alrededor de un 30 % mayor que la población de Canadá, y representaba la quinta economía en el continente americano, solo después de los Estados Unidos, Canadá, México y Brasil (Olmedo, 2006). Su Producto Interno Bruto (PIB), ascendía a alrededor de los 700 mil millones de dólares, es decir, casi al equivalente del PIB de México en ese año (Olmedo, 2006).
Portes y Bach (1985), así como Light y Bonacich (1988), mantienen que los inmigrantes mexicanos son un grupo consignado al trabajo asalariado, es decir, no están destinados a ser empresarios. A este respecto, Raijman y Tienda (2000), están de acuerdo, aunque ellas no consideran esta situación como parte de algo primordial, sino que esto se debe a la poca capacidad de este grupo para movilizar recursos a lo largo de las líneas étnicas (el rol de las instituciones étnicas y las redes de capital social que permiten acceder a recursos financieros e insumos de información para la creación, mantenimiento y expansión de los negocios). Capacidad que sí la tienen los coreanos y los cubanos (Raijman y Tienda, 2000).
Para Zhou (2004b), lo que más importa al analizar el significado y las implicaciones prácticas de la iniciativa empresarial étnica, es que el empleo independiente es una mejor opción que el desempleo; genera oportunidades laborales para el individuo y a la vez para otros, dentro y fuera del grupo étnico; aporta recursos económicos para la familia; dota de poder a los miembros del grupo a través de la independencia económica y abre un camino viable para la movilidad social de los miembros individuales del grupo y para sus grupos en conjunto (Zhou, 2004b; Garcés, 2011). Como opción laboral, el auto-empleo es altamente debatido por los proponentes de las principales teorías que dominan los estudios de migración en Estados Unidos (Piore, 1972; Bonacich, 1973; Portes y Bach, 1985; Waldinger y col., 1985; Waldinger, 1986; Sanders y Nee, 1987: Borjas, 1990; Waldinger y col., 1990; Waldinger, 1993; Min, 1996; Light y Gold, 2000: Zhou, 2004b). Estas interpretaciones -de nuevo, basadas fundamentalmente en la experiencia de inmigrantes asiáticos y cubanos- forman un continuo que va desde visiones acríticamente positivas, hasta evaluaciones críticas que descartan totalmente el autoempleo y la economía étnica como medio viable de incorporación. En un extremo del continuo teórico se encuentra el argumento, según el cual, la economía étnica es un modo positivo de inserción y un vehículo de movilidad social ascendente, tanto para los empresa rios como para sus empleados (Guarnizo, 1998).
En el área de estudio se pudo comprobar que, en la mayoría de las ocasiones, el negocio del empresario inmigrante inicia como un establecimiento familiar determinado por el autoempleo, el cual crece, madura y se expande con el tiempo, a través del establecimiento de alguna sucursal o sucursales, contando con trabajadores asalariados y obteniendo ventas y ganancias, como es el caso de la mayor parte de los negocios estudiados, los cuales generalmente albergan a trabajadores inmigrantes coétnicos, relativamente recién llegados, que en sus condiciones de inmigrantes ven a la economía étnica como una opción laboral más factible que la presentada en una economía general tan fragmentada como la estadounidense.
Se puede decir, que la economía étnica funciona, en primer lugar, como mercado de trabajo "interno", que protege a los inmigrados de la competencia del mercado de trabajo general al ofrecer oportunidad de empleo a sus coétnicos. No obstante, es importante apuntar, que pareciera ser, que los bajos salarios relativos son un costo aplicado a los trabajadores étnicos por el favor que se les hizo al darles un primer empleo, de permitirles a muchos de ellos laborar sin documentos, y de dejarlos trabajar en un medio familiar donde no se enfrentan a las dificultades del idioma inglés y de la cultura dominante.
Además, en momentos de recesión de la economía general, donde no se demanda mano de obra, la economía étnica puede mantener el nivel de oferta de trabajo. De los negocios estudiados, el 72 % han sido creados en época de crisis, esto es, en los últimos 10 años. A su vez, el funcionamiento interno de este mercado de trabajo permite a algunos trabajadores coétnicos asalariados montar su propio negocio (Waldinger, 1993; Jiobu, 1998), ya que, proporciona el entrenamiento necesario para que se genere la posibilidad de que el migrante posteriormente abra su propio negocio (Arjona y Checa, 2006). Min (1996), estudió el origen de la economía étnica que forjaron los coreanos en distintas ciudades de Norteamérica y encontró una intensa relación entre los empresarios, encaminada a una búsqueda común de estrategias para escapar de la exclusión social y económica a la que estaban sometidos. En esta misma línea se encuentra Arjona (2004), al señalar que: la independencia económica, parcial o total, representa para los inmigrados y las minorías étnicas una autodefensa básica frente a la exclusión y las desventajas que tienen en el conjunto del mercado laboral. La economía étnica les permite superar esas desventajas y ellos mismos pueden negociar los términos de su participación en el mercado de trabajo desde una cierta "posición de fuerza", haciendo de la economía étnica un mercado protegido (Arjona y Checa, 2007).
La mayoría de los trabajadores inmigrantes mexicanos de la economía étnica y en el mercado general, declaró haber arribado a Estados Unidos entre mediados de los ochenta y comienzos del 2000, especialmente al estado de California, encontrándose esto también ampliamente relacionado con la llegada masiva, a inicios de los ochenta, de los migrantes mexicanos al condado de Los Ángeles, producto de la reestructuración económica vivida en el sur de California, así como de la amnistía que se dio y benefició a gran cantidad de mexicanos en el estado. No solo la mayor parte de los empresarios encuestados declaró haber llegado a mediados de los ochenta, sino también una parte importante de los trabajadores arribaron en esa época. Es entonces una inmigración relativamente joven.
En el mercado general, el 50 % de los empleados era indocumentado, y un 32 % era ciudadano; en los negocios étnicos los indocumentados representaron el 59 % del personal contratado, mientras que los ciudadanos solo representaron el 16 %. Pero, no solo la situación migratoria legal es un factor que influye en los mexicanos a trabajar en el mercado general, sino también el dominio del idioma inglés. En los empleados de los negocios étnicos mexicanos, el bajo nivel de inglés y el mejor trato y entendimiento con los connacionales fueron factores que influyeron para mantener este empleo (Tabla 1).
Respecto al manejo del inglés, los trabajadores mostraron cierto grado de integración a Estados Unidos, debido a que en los dos grupos fue mayor el porcentaje de los que lo hablan, ya sea escasa (50 % en el mercado general/31 % en negocios étnicos) o medianamente (37 % en negocios étnicos). Solo en el mercado general los trabajadores inmigrantes contaban con un buen dominio de inglés oral (41 %).
De acuerdo a la Tabla 1, la mayor parte de los trabajadores etnoencuestados, que trabajaban en los negocios étnicos dedicados a la venta de comida, laboraban como empleados en restaurantes, donde habían obtenido mayores ingresos. Sin embargo, se presentó una movilidad social restringida y limitada solo a un segmento de sus miembros migrantes para este tipo de actividades, debido a que en promedio los trabajadores en los negocios de inmigrantes mexicanos manifestaron ser empleados en restaurantes, mas que poseer puestos gerenciales, constituyendo de esta manera la economía étnica, un medio que permitió una primera inserción laboral para la mayoría de los trabajadores inmigrantes.
Referente a la vivienda, casi una tercera parte de los trabajadores que laboraban en los negocios étnicos y 64 % de los que laboraban en el mercado general, rentaban cuartos en menos de 1 000 dólares al mes (el pago promedio de éstos para ambos grupos laborales era de 500 dólares), esto debido generalmente a que se encontraban viviendo solos en Estados Unidos, ahorrando para el regreso a México o para traer consigo a su familia, según declararon.
Mientras aquellos que trabajan en el mercado general y rentaban casa, era porque generalmente vivían con familia y dicha renta les generaba costos mensuales que iban de 1 000 a 1 500 dólares, cantidad muy similar a la que pagaban aquellos pertenecientes al mismo mercado laboral que contaban con casa propia y vivían con su familia (Tabla 1).
El 53 % de los trabajadores de negocios étnicos rentaban vivienda con un costo inferior a los 1 000 dólares mensuales; es importante destacar que un 30 % de este mismo grupo vivía en un cuarto con un costo de renta promedio de 500 dólares. El 9 % de estos trabajadores pagaban su propia vivienda, pero sólo el 6 % tenía capacidad para pagar entre 1 000 y 1 500 dólares.
Con relación a los salarios que obtenían los empleados en la región de estudio, en los negocios étnicos el sueldo fue más bajo, ya que el 69 % de los empleados ganaba menos de 500 dólares y solo un 6 % ganaba más de 1 000 dólares, en tanto que en el mercado general únicamente el 45 % de los empleados tenía una percepción inferior a los 500 dólares y un 14 % percibía más de 1 000 dólares. Esta situación pareciera que se ajusta al paradigma de un mercado dual, en el que el trabajador de la economía étnica obtiene los trabajos peor pagados en comparación de aquel que posee un perfil similar, pero se inserta a laborar en el mercado general.
Al comparar el ingreso anterior y el actual, se encontró que un importante número de trabajadores (50 % en negocios étnicos y 37 % en mercado general) declaró ganar mejor, lo cual habla de un mayor bienestar económico respecto al pasado -movilidad ocupacional y mejoramiento económico-. Aunque también se detectó que el 31 % de los trabajadores en negocios étnicos y 27 % de los trabajadores en el mercado general ganaban mejor en su trabajo anterior (Tabla 1). Lo cierto es que, a pesar de que en los negocios étnicos mexicanos no se paga como en el mercado general, habitualmente se cumple con el salario mínimo establecido en el estado de California, el cual en las fechas en que se llevó a cabo la investigación era de 8 dólares por hora de trabajo (Sánchez, 2013). Además, hay que tomar en cuenta que en esa época también se estaba atravesando por periodos de crisis económica, lo cual en ese tiempo limitaba el aumento de los sueldos.
La información obtenida permite afirmar que los empleos en la economía étnica no son en general bien remunerados. De esta manera, la economía étnica se convierte en un obstáculo para el ascenso social y económico. Sin embargo, el hecho de que la mayor parte de la planta laboral en los negocios estudiados corresponda a la de origen mexicano (90 %), confirma la importancia que la economía étnica tiene en la zona como mecanismo de inserción. Sin embargo, la economía étnica genera oportunidades laborales tanto para el grupo connacional, como para aquellos individuos que se encuentran fuera del grupo étnico, tal y como lo menciona Zhou (2004b).
En contraparte a los magros salarios de los trabajadores, el beneficio que la economía étnica produce a sus empresarios se corrobora cuando se analizan las ganancias netas mensuales declaradas en el área de estudio (Figura 2). El 26 % de los empresarios dijeron obtener utilidades en el rango de 5 000 a 9 999 dólares mensuales. Esto indica que hay un buen nivel de rentabilidad. Cuando a los empresarios se les cuestionó si ganaban y vivían mejor que cuando eran empleados, la mayor parte señaló que sí (75 % y 84 % respectivamente), lo cual es expresión del progreso económico alcanzado a través de sus negocios y el beneficio que a ellos si les proveen, en contraposición a lo que les sucede a los trabajadores. Lo anterior lo corroboran Sanders y Nee (1987), en el mismo tenor que Bonacich (1973) y Borjas (1990), quienes reconocen que la economía étnica sí produce beneficios, pero aclaran que los mismos son solo para los empleadores, quienes explotan a sus paisanos en nombre de la solidaridad étnica (Guarnizo, 1998). Sin embargo, a través de la conducta emprendedora, los inmigrantes consiguen atenuar la discriminación (Arjona y Checa, 2009), obteniendo ingresos similares a los percibidos por los empresarios nativos (Croate y Tensión, 1992; Clark y Drinkwater, 1998). Es así, como el establecer un negocio, ofrece a los miembros de grupos étnicos minoritarios una importante forma de participación en el mercado de trabajo (Díaz-Bretones y González, 2005), además de que los trabajos coétnicos para grupos de inmigrantes, como los mexicanos, representan una especie de blindaje contra la discriminación (Morales, 2009). Así como también impide, en cierto modo, la asimilación del grupo étnico (Fong y Ooka, 2002).
Con las consideraciones anteriormente presentadas y partiendo de la aproximación menos negativa, se podría asegurar que, con escasas excepciones, la economía étnica es una economía con pocas oportunidades de mejoramiento social y económico para el grueso de los trabajadores, quienes regularmente ganan menos y cuentan con menores beneficios laborales que los trabajadores del mercado general, pero sigue siendo un espacio de oportunidad para los mi grantes que ahí encuentran su primer empleo, además, en este mercado se recrea y difunde el español y la cultura material de los migrantes.
La economía étnica, creada y alentada por los inmigrantes mexicanos en el área de Los Ángeles, funciona como un espacio de libertad, porque facilita la retención cultural, y como una forma particular de inserción económica de los inmigrantes, que reproduce pirámides de poder económico y que colocan a los mexicanos que laboran como empleados, en los escaños más bajos. La economía étnica sigue siendo una pista de aterrizaje para los migrantes recién llegados, en tanto permite que éstos consigan más fácilmente un primer empleo. Algunos inmigrantes, propietarios de negocios étnicos, presentan casos de éxito en cuanto a la movilidad social ascendente, toda vez que parte de ellos empezaron siendo trabajadores en esta economía. El emprendurismo y capital social, separan a estos individuos del resto de los otros inmigrantes. La economía étnica es una vía para que los empresarios inmigrantes mexicanos maximicen sus ganancias a través de la explotación laboral de sus connacionales. El caso mexicano es particular en el sentido de que su economía étnica prospera menos que la de otros grupos; los bajos salarios que los empleadores mexicanos les pagan a sus connacionales permiten el crecimiento de las empresas mexicanas, pero el crecimiento de las mismas es limitado, ya que su mercado potencial se reduce únicamente a la clientela coétnica. A su vez, los trabajadores tienen pocas posibilida des de ascender en la escalera social, debido, de nuevo, a los bajos salarios.