El consumo de drogas es un fenómeno de alcance mundial que tiene implicaciones sociales, económicas y de salud; cuando se presenta en estudiantes universitarios es particularmente preocupante, por las repercusiones académicas que genera: bajo rendimiento y deserción escolar. El objetivo de este trabajo fue explorar si la migración interna por ingreso a la educación superior representa un factor de riesgo para el consumo de drogas. Se diseñó una investigación cuantitativa, transversal, observacional y analítica-inductiva; así como un instrumento aplicado en línea, a una muestra por conveniencia de estudiantes de licenciatura y tecnicatura superior de la Universidad Veracruzana, en los cinco campus que la conforman, en las regiones de: Poza Rica-Tuxpan, Xalapa, Córdoba-Orizaba, Veracruz-Boca del Río y Coatzacoalcos-Minatitlán, ubicadas de norte a sur en el estado de Veracruz, México. Se consideró a los estudiantes originarios de la región Xalapa, cuyo número de participantes fue de 2 621 (el 91.6 % no migró y el 8.4 % realizó migración interna). El análisis estadístico mostró que las drogas más utilizadas por la población de estudio fueron el alcohol, seguida del tabaco y la marihuana. Los alumnos que tuvieron una situación migratoria presentaron un mayor riesgo para el consumo de tabaco, alcohol, alucinógenos y crack, que la población que permaneció en su región de origen. Los resultados encontrados sugieren que la migración por estudios de educación superior incrementa el riesgo de consumo de drogas.
Palabras clave::
migración, consumo de drogas, estudiantes universitarios, Veracruz, México
Al concluir la educación media superior, es común que los jóvenes que lograron ingresar a las distintas Instituciones de Educación Superior (universidades o institutos tecnológicos) se trasladen desde sus localidades, municipios o entidades, a ciudades en las que se ubican los centros educativos. Este tipo de migración estudiantil se reconoce como una expresión del desequilibrio regional entre la oferta educativa y la calidad y prestigio de las instituciones que ofrecen este servicio, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura y el Instituto Internacional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (UNESCO/IESALC, 2007).
En este estudio se define a la migración por estudios de nivel superior como el cambio de resi dencia que realizan los estudiantes con el objetivo de lograr una formación profesional e implica el cruce de fronteras de una división político administrativa, nacional o internacional; el trabajo que se presenta se refiere únicamente a la migración interna, es decir a la movilidad de un estado o municipio a otro, en el interior del país, en este caso derivada del ingreso a la educación superior. Esta forma de movilidad es diferente a la migración nacional o internacional por razones laborales que suele estar asociada a la falta de empleo o de empleos con bajo salarios, situaciones que generan en la población la motivación de emigrar para buscar una mejor calidad de vida (Obregón-Velasco y Rivera-Heredia, 2015); y que en los últimos años ha provocado cambios en las políticas de securitización de los países más desarrollados, que suelen ser los principales receptores de los migrantes (Ríos-Vargas, 2015).
Los movimientos que suponen un cambio de residencia, temporal o permanente, implican un proceso psicosocial de adaptación de los que llegan, aunque también impacta en quienes los reciben, sobre todo cuando el cambio es desde un medio rural a uno urbano, de tal forma que la situación migratoria se puede convertir en un factor de riesgo o protección para incurrir en conductas de riesgo, como el consumo de drogas. Este fenómeno ha sido poco reportado en la literatura científica, particularmente para la problemática nacional.
De acuerdo con diversos organismos internacionales, como el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas en los Estados Unidos (2012), la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2005) y el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (2015), y con lo reportado en estudios como los realizados por Mora-Ríos y col. (2005), y por Jiménez-Muro y col. (2009), los adultos jóvenes conforman un grupo vulnerable para el consumo de drogas y es particularmente en la etapa universitaria cuando se presenta el inicio o consolidación de la conducta de consumo, refiriéndose particularmente al hábito tabáquico.
La OMS (1986), considera que es durante los primeros años de juventud, cuando el individuo se da cuenta que las experiencias de la vida se forman a partir de su relación con la sociedad en que vive, y que ésta influye no sólo en su desarrollo, condición, aspiraciones y oportunidades, sino también en su salud. La vida, por tanto, se ve influida por patrones culturales, demográficos, socioeconómicos, legales, de bienestar y salud, vigentes en la sociedad en la cual cada persona se desenvuelve.
En el presente estudio, se entiende como juventud al conjunto de individuos que tienen entre 18 y 25 años; se trata de una etapa de transición entre la adolescencia tardía y la adultez, que Arnett (2008) llama la adultez emergente. Dávila-León (2004), considera que este periodo es resultado de un contexto socio-histórico, que puede ser caracterizado desde un doble enfoque: por un lado, lo que esperan del joven sus padres, los adultos y la sociedad y, por otro, desde el enfoque de los propios jóvenes, de sus aspiraciones y metas. Se trata de una etapa que se caracteriza por la toma de decisiones autónomas, la aceptación de responsabilidades propias y la necesidad de vivir experiencias que se espera deberán dejar cuando pase a la adultez. Es ahí donde Arnett (2008), identifica que el individuo puede incurrir -más que en cualquier otra etapa- en conductas de riesgo, tales como: practicar sexo sin protección, consumir drogas, conducir vehículos de mane ra peligrosa (tanto por exceso de velocidad, por consumo de alcohol u otras drogas o por la combi nación de ambos), y practicar deportes extremos, entre otras.
Los componentes sociales e individuales identificados como factores de riesgo para el consumo de drogas han sido ampliamente estudiados en el grupo etario de jóvenes e integran un listado importante, en el que destacan distintos elementos de acuerdo con cada estudio: el estrés, las mo tivaciones para el consumo, la historia familiar de consumo, el ingreso económico, el machismo (Armendáriz y col., 2012); creencias y falsas expectativas, desapego socio-afectivo (De-la-Villa y col., 2009); expectativas hacia el alcohol como elemento para la reducción de la tensión psico lógica y como facilitador de la interacción grupal (Mora-Ríos y col., 2005); la permisividad familiar (Jiménez-Muro y col., 2009); disponibilidad y accesibilidad de sustancias dentro de la escuela y con grupos de amigos, disponibilidad de horarios (Albarracin y Muñoz, 2008); y la publicidad (Pérez y Cuevas, 2010), entre otros.
Por otro lado, se han realizado estudios sobre la migración internacional de estudiantes univer sitarios; sin embargo, no se abordan los efectos que este movimiento poblacional pudiera tener sobre las conductas de riesgo como el consumo de drogas. Debido a lo anterior, se tomaron como antecedentes indirectos los estudios que abordan la relación entre migración internacional y con sumo de drogas, considerando como población de estudio tanto a los migrantes de retorno como a los inmigrantes (Castaño, 2011; Sánchez-Huesca y Arellanéz-Hernández, 2011; Saigí y col., 2014), ya que atribuyen a la migración una modificación en el patrón de consumo de drogas, al comparar el consumo de las sustancias antes y después de este fenómeno, situación que explican a partir de los cambios de residencia y a la inmersión en un contexto cultural diferente.
Considerando que tanto el consumo de drogas como la migración son fenómenos multifactoriales, se eligió utilizar el Modelo de Determinantes Sociales de la Salud (WHO, 2010), como el marco teórico que permite entender la relación entre ambos fenómenos. Este modelo propone el análisis de cinco áreas: el contexto y la condición socioeconómica, la exposición diferencial a los factores de riesgo, la vulnerabilidad diferencial de la población ante los riesgos, los resultados diferenciales de la atención a la salud y las variaciones en las consecuencias sociales. En este trabajo se analizaron sólo dos áreas relacionadas con los factores de riesgo: la exposición y la vulnerabilidad diferencial. La diferencia en la exposición se expresa con base en la magnitud, la frecuencia y el modo en que afecta la salud, lo que supone encontrar diferencias en el consumo de drogas entre la población estudiantil migrante y no migrante, lo que contribuye a un mejor entendimiento de la causa del fenómeno y por tanto a desarrollar mejores estrategias de prevención y atención.
El estado de Veracruz se ubica en el este de la República Mexicana, configurando una larga franja costera sobre el litoral del Golfo de México, por lo que en los años setenta la Universidad Veracruzana, donde se realizó este estudio, se desconcentró en cinco campus o Regiones Universitarias (Coatzacoalcos-Minatitlán, Córdoba-Orizaba, Veracruz-Boca del Río, Xalapa y Tuxpan-Poza Rica) que cuentan con una oferta educativa que responde a las necesidades específicas y a las características socioeconómicas de cada región, aunque el mayor número de programas de licenciatura y posgrado se encuentra en la región Xalapa, seguida de la región Veracruz, ciudades que concentran el mayor número de habitantes del estado (INEGI, 2010).
El objetivo de este artículo fue comparar si la migración interna es un factor de riesgo para el consumo de drogas entre los estudiantes de la Universidad Veracruzana que migraron de Xalapa por motivos de estudio a otros campus de la misma universidad, cambiando de residencia en el mismo estado de Veracruz, y los estudiantes que se inscribieron en el campus de Xalapa.
Este estudio se desprende de un proyecto más amplio denominado "Diagnóstico del consumo de drogas, factores y percepción de riesgo en estudiantes de la Universidad Veracruzana: evidencias para el diseño de estrategias para la prevención", realizado en 2012 por un conjunto de Cuerpos Académicos distribuidos en los cinco campus de la Universidad Veracruzana, que integran la Red Veracruzana de Investigación en Adicciones (REVIVA). El diseño metodológico de este proyecto fue cuantitativo, transversal, observacional, y por su propósito, analítico-inductivo. La población que participó en el diagnóstico referido incluyó a 20 644 estudiantes de licenciatura y tecnicatura superior de la Universidad Veracruzana, quienes representaron un 36 % de los 57 286 estudiantes matriculados en agosto de 2012 en dicha institución. De la muestra estudiada, la distribución por sexo estuvo conformada por 41.8 % hombres y 58.2 % mujeres, mientras que la edad promedio de los estudiantes fue de 20.7 años, con una desviación estándar de ± 3.2 (REVIVA, 2015). El 60.4 % de estos estudiantes migraron de otros sitios para inscribirse en las distintas sedes regionales: 52.1% provenía de localidades del propio estado, 8.2% de otras entidades federativas (Figura 1) y 0.1% de otros países (Salas y De San Jorge, 2015).
La región Xalapa concentra la mayor matrícula de estudiantes de la Universidad, es por ello que se trabajó con ésta región académica durante el periodo de estudios comprendido entre agosto de 2012 y enero de 2013. Se determinaron dos grupos de estudio, con el único criterio de inclusión que consistió en ser xalapeño y estar inscrito en la Universidad Veracruzana (2 621), el primer grupo estuvo conformado por población migrante (221), de los cuales 41.6 % son hombres y 58.4 % mujeres; el segundo grupo estuvo conformado por estudiantes no migrantes, es decir, que no tuvieron que desplazarse a otras regiones académicas para iniciar sus estudios (2 400), 45.5 % hombres y 54.5 % mujeres. La edad promedio en ambos grupos fue de 21.3 años.
Para este trabajo en particular, la información se obtuvo de la base de datos del proyecto citado, utilizando un muestreo no probabilístico por conveniencia y el cuestionario denominado "Consumo de drogas en estudiantes universitarios", identificado con las siglas CODEU (Beverido y col., 2012). Este instrumento es producto de una adaptación del "Cuestionario de estudiantes 2009", diseñado por el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz (2009), y quedó integrado por 73 preguntas que indagan, entre otros aspectos, sobre: información socio-demográfica, que incluye preguntas acerca del cambio de residencia al inicio de los estudios universitarios; consumo de drogas lícitas e ilícitas, del cual se consideró la prevalencia global (alguna vez en la vida), lápsica (del último año) y actual (del último mes), así como también la edad de inicio. El instrumento fue sometido a pruebas de validez de contenido, realizado por un panel de expertos, y a validación estadística, para lo cual se realizó una prueba piloto con 540 estudiantes de diversas áreas y carreras. Se utilizó el coeficiente de confiabilidad Alpha de Chronbach, obteniendo un resultado de 0.787, lo que permite establecer que es estadísticamente confiable.
Después de una intensa campaña de promoción y sin ser requisito de ningún trámite académico-administrativo, el CODEU se aplicó en línea durante tres semanas, a partir de una liga que se difundió en diversos medios (correo electrónico, páginas Web institucionales, tutorías, radio Universidad Veracruzana, periódico universitario, entre otras). Participaron los estudiantes que estuvieron de acuerdo y se cumplió con las consideraciones éticas relativas al anonimato, deriva das de la consulta realizada al defensor de los Derechos Universitarios de la mencionada casa de estudios (Gidi-Villarreal, 2012). La base de datos se construyó en la plataforma Lymes Survey y se validó en el paquete estadístico SPSS, versión 15. El análisis estadístico se realizó a través de tablas de contingencia, obteniéndose el odds ratio y la Ji-cuadra (X2) .
Las variables examinadas fueron migración y consumo de drogas; para conocer el consumo de drogas se preguntó al estudiante sobre la prevalencia de consumo, es decir si había fumado, ingerido, inhalado o se había inyectado alguna sustancia psicoactiva, legal o ilegal, alguna vez en la vida, durante los últimos doce meses y/o en el último mes. Para este trabajo, se consideró la prevalencia en el último mes, ya que se trata de un indicador epidemiológico que permite conocer la proporción de estudiantes que consumieron drogas en los treinta días previos a la aplicación del instrumento; si bien es cierto que algunos autores identifican en esta prevalencia el posible consumo de abuso o adicción, también se debe considerar, como lo establece la REVIVA (2015), que hay que matizar estas interpretaciones, porque tanto el propio CODEU como otras encuestas, tales como la Encuesta Nacional de Adicciones 2011 (Medina-Mora y col., 2009; 2012a; 2012b; 2012c), no contienen mecanismos que permitan distinguir si efectivamente se trata de un caso de adicción o de un primer consumo, iniciado durante el último mes.
El presente estudio abarcó a 2 621 alumnos inscritos en la Universidad Veracruzana con sede en la ciudad de Xalapa, con edad promedio de 21.3 años, de los cuales, el 54.8 % fueron mujeres. El 8.4 % de la población encuestada era migrante.
Entre los estudiantes xalapeños, migrantes y no migrantes, se encontró la siguiente distribución porcentual por área académica o de conocimiento: artes 3.5 %, ciencias biológicas y agropecua rias 4.7 %, ciencias de la salud 28.8 %, económico administrativas 22.9 %, humanidades 13.3 % y técnica 26.8 %. En cuanto a la participación por generación de estudio, se encontró la siguiente distribución: iniciales (grupo de estudiantes inscritos en la Universidad Veracruzana en 2012) 28.7 %, intermedios (estudiantes inscritos en 2010 y 2011) 39.9 %, y avanzados (estudiantes inscritos antes de 2007 y en 2009) 23.3 %; y el porcentaje que no especificó su generación de es tudios fue de 8.1 %.
Los resultados del análisis de la prevalencia del consumo de drogas durante el último mes en la población estudiantil de Xalapa que migró a otras regiones, versus la población estudiantil xalapeña que no migró, evidenció que las drogas de mayor consumo fueron el alcohol, el tabaco y la marihuana; el porcentaje de estudiantes que consumió cada una de estas drogas fue mucho mayor entre los que migraron (alcohol: 54.9 %, tabaco: 38.4 % y marihuana: 7.7 %), que entre los que no lo hicieron (alcohol: 45 %, tabaco: 26.6 % y marihuana: 5.9 %), mostrando diferencias estadísticamente significativas, en el caso de las drogas legales.
El análisis reveló que no hubo consumo de metanfetaminas ni de heroína en el grupo de estudiantes migrantes, mientras que si se presentó -aunque en pequeñas proporciones- en la población no migrante; para el resto de las drogas, el consumo fue mayor en los estudiantes migrantes que en los no migrantes, y sólo para el caso del consumo de cocaína la prevalencia fue igual (Tabla 1).
Al obtener la tabla de contingencia por tipo de droga para los estudiantes migrantes y no migrantes de la región Xalapa, se encontró significancia de acuerdo a la X2 y a los intervalos de confianza al 95 % en tabaco, alcohol, alucinógenos y crack, siendo mucho más alto el riesgo para estas dos últimas drogas. De tal forma que, respecto del tabaco, el riesgo (razón) obtenido significa que los estudiantes migrantes tienen 1.715 veces más probabilidad de consumirlo que los no migrantes. El riesgo respecto del alcohol mostró que los estudiantes migrantes tienen 1.489 veces más probabilidad de consumirlo que los no migrantes; mientras que en alucinógenos, la probabilidad fue de 3.667 veces más alta en los migrantes que en los no migrantes. El riesgo respecto al consumo de crack, reveló que los estudiantes migrantes tienen 8.870 veces más probabilidad de consumirlo que los no migrantes (Tabla 2).
La migración de los jóvenes residentes en Xalapa Veracruz por motivos de estudios universitarios fue similar a la registrada en otros estudios, como el realizado en la Universidad Nacional de Rosario (Argentina), donde se aplicó un cuestionario a estudiantes de nuevo ingreso, inscritos en 2004, en el que 45.1 % eran migrantes y, de ellos, 27 % procedían de las provincias de Córdoba y Buenos Aires, el 17 % era originario de otras provincias, y un 1.1 % del extranjero (Tosi, 2009). Lo mismo sucede en el estudio realizado en la Universidad Nacional del Altiplano (UNA) de Perú, por Rivera (2008), en donde el análisis de la variable lugar de nacimiento, mostró que 8.1 % de la población estudiantil procedía de otros departamentos (entidades federativas), mientras que 62.2 % lo hacía de otras provincias de Puno.
Además de la asociación entre el consumo de drogas con el ingreso a la universidad descrito en la literatura científica (Enríquez y Villar, 2004; Vélez y Roa, 2005; Díaz y col., 2008), es importante considerar el riesgo derivado de la migración, ya que se encuentran presentes factores que pueden influir en el consumo de drogas como es el no cohabitar con los padres, la mayor autonomía, la acentuada influencia de pares y la propia necesidad de pertenencia a un grupo, aspectos descritos en los procesos migratorios de esta población (Mendoza y Guitart, 2016).
En cuanto a la prevalencia del consumo de drogas los resultados de este trabajo coinciden con estudios nacionales, los cuales revelaron que las drogas de mayor consumo son el alcohol (Medina-Mora y col., 2012a), el tabaco (Medina-Mora y col., 2012b) y la marihuana (Medina-Mora y col., 2012c), e internacionales como el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (2013), Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (2013) y la OMS (2015).
Respecto a la relación entre migración y consumo de drogas, no existen estadísticas con las que se puedan constatar los resultados obtenidos, lo que obedece a que -como ya se estableció- en la revisión de antecedentes, las investigaciones que tienen como objeto de interés la migración en estudiantes universitarios, no han considerado su relación con el consumo de drogas (Rivera, 2008; Tosi, 2009), y los que abordan el consumo de drogas en estudiantes universitarios no utilizan como variable de análisis la migración (Tirado y col., 2010; Secretaría General de la Comunidad Andina, 2013).
Los resultados de este estudio mostraron que existe un mayor riesgo de consumo de drogas en los estudiantes que se trasladaron a otras regiones para realizar estudios universitarios, respecto de los no migrantes. Las drogas más utilizadas por ambos grupos fueron el alcohol, seguida del tabaco y marihuana. La población estudiantil migratoria presentó un mayor riesgo en el consumo de alucinógenos y crack. Una de las limitaciones del trabajo se refiere a que no se incluyeron en el análisis otras áreas del Modelo de Determinantes Sociales de la Salud tales como: el contexto y la condición socioeconómica, la atención a la salud y las consecuencias sociales, por lo que se sugiere realizar estudios que aborden estos aspectos, lo mismo que un análisis más fino que incorpore por un lado, otras variables (como el tamaño de la población de procedencia, la distancia entre el lugar de estudios y el lugar donde residían previamente) y por otro, el diseño y ejecución de estudios cualitativos que permitan entender la perspectiva de los estudiantes y la manera en que ellos perciben este fenómeno.