Introducción
Los debates sobre la juventud ganaron importancia en las últimas décadas en el escenario brasileño y de América Latina tanto en el mundo académico como en la formulación de políticas públicas y sociales.
A pesar de las especificidades nacionales y locales podemos observar recientemente una cierta reorientación continental del tema: la concepción creciente de la juventud como sujeto de derechos en contraposición al concepto que ha guiado gran parte de las políticas de la juventud: la idea de los jóvenes como un problema social.
En el escenario brasileño los primeros signos de esta reorientación aparecen en la década de 1980, con la promulgación del Estatuto Brasileño de la Niñez y Adolescencia, basado en la Doctrina de Protección Integral (Figueiredo 2016). Sin embargo, la cumbre de la defensa de los derechos de los jóvenes se lleva a cabo muy recientemente, en 2013, con la promulgación del Estatuto de la Juventud. Esta brecha de 25 años entre estos dos marcos jurídicos muestra que la defensa de los derechos de la juventud ha ido abandonando poco a poco la noción de tutela sobre esa población.
Sposito y Carrano (2003) sugieren que las políticas públicas para la juventud varían de acuerdo con cada concepción de la juventud. Así, las políticas que parten de asumirla como amenaza social tienden a adoptar un carácter coercitivo y las políticas orientadas hacia una concepción de los jóvenes como sujetos activos socialmente proponen cambios en los problemas sociales que generan inestabilidad en esa fase de sus vidas.
De hecho, a pesar de los avances en materia de derechos de los jóvenes podemos ver una coexistencia de dos representaciones de la juventud presentes tanto en los debates de la población en general como en las políticas públicas en este sector: por un lado, la construcción del imaginario que ve a los jóvenes como el futuro de la nación y, por otro, al joven que todavía cabe en el concepto de problema social.
La declaración de los jóvenes como el futuro de la nación aparece, por ejemplo, en el Programa Nacional para la Inclusión de la Juventud, que tiene como uno de sus principales objetivos "restaurar la esperanza de la sociedad en el futuro de Brasil" (Secretaria Nacional de la Juventud 2008:13). Aquí el joven es entendido como un agente de transformación social, responsable de la construcción de un nuevo porvenir. A este joven que aparece como un agente ciudadano se le reserva el derecho de liderazgo juvenil, al menos en el nivel discursivo, y aparece en la mayor parte de los puntos de referencia de las políticas públicas para la juventud brasileña en los últimos años.
El liderazgo de los jóvenes se refiere a un concepto que se ha transmitido como un lema en un discurso marcado por la participación social. En efecto, produce las demandas de una población joven, con la condición de que se posiciona frente a las cuestiones sociales, siendo protagonistas en la resolución de desafíos reales que enfrenta la sociedad. Este discurso sobre el protagonismo es articulado al discurso sobre la inserción de los jóvenes en los procesos sociales, que tiene la intención de demarcar y posicionar sujetos jóvenes en el campo de Políticas Públicas y Sociales (Gonzales 2007:32 ).
Sin embargo, varios estudios al explicar las tensiones en la operacionalización de este concepto advierten la existencia de un papel tutelado en la gran mayoría de las políticas de juventud, ya que estas generalmente se formulan y ejecutan para y no con los jóvenes.
Lo que significa que, como categoría, la adolescencia y la juventud están siendo confrontadas por disputas sobre un papel más amplio y socialmente responsable, además de un "pseudoprotagonismo juvenil" o "liderazgo tutelado" sometido a una mirada adultocéntrica, que se pone como portavoz de los adolescentes jóvenes, paradójicamente silenciándolos (López et al. 2013:1185).
Si el papel destinado al "joven futuro de la nación" encuentra obstáculos para ser asumido, al "joven problema" se le niega este derecho, incluso en el nivel discursivo. Esta audiencia se caracteriza por conformarse por jóvenes residentes en barrios urbanos, sobre todo negros, y por ser personas con antecedentes personales o familiares de conflicto con la ley. El discurso que se utiliza en este sentido hace énfasis en políticas de seguridad social y de combate al crimen. Por lo tanto, el "joven problema" es comprendido apenas como objeto de intervención y no como un sujeto efectivo en la construcción de su emancipación. Así, su participación ciudadana es marginal en el foco de la acción pública.
La lógica de la política para y no de o con la juventud cubre los diversos segmentos de la política pública, pero está especialmente presente en el campo de las políticas de seguridad pública, ya que estas se mantienen en el origen del concepto de juventud como un factor de riesgo, una amenaza para el orden público.
Partiendo de la idea de que la construcción de espacios de participación de la juventud se constituye por procesos de tensión de poder y a menudo por medio de ejercicios de auto-evaluación de los proyectos por parte de los agentes que intervienen en su formulación y ejecución, este artículo tiene como objetivo abrir una discusión sobre el proceso que llevó a la construcción de espacios concretos de liderazgo de los jóvenes en un proyecto social de la seguridad pública: Casa de la Juventud, orientada a jóvenes y adolescentes expuestos a factores de riesgo de la delincuencia.
Buscamos demostrar cómo la construcción de una cultura de paz por medio de la participación protagonista de los jóvenes en el proyecto se presenta como aspecto positivo de prevención de la violencia, que busca comprender cómo ocurrió la creación de espacios de protagonismo juvenil en una política de prevención de la violencia.
Optamos por una metodología cualitativa con inspiración etnográfica; así, realizamos una observación participante que incluyó el acompañamiento de 10 asambleas y una actividad comunitaria planeada y organizada por los jóvenes incluidos. Las observaciones fueron sistematizadas en diarios de campo y luego analizadas. Fueron presenciadas también algunas conversaciones entre el equipo de la Casa de la Juventud y los padres de los jóvenes con la finalidad de captar su idea de participación juvenil. Con un seguimiento sistemático del proyecto pudimos entender de manera más eficaz las dimensiones y tensiones asumidas en el proceso de construcción de liderazgos.
El presente artículo es una sistematización del análisis de esas observaciones y está dividido con la intención de mostrar la forma en que se realiza la creación de espacios de protagonismo juveniles en el proyecto Casa de la Juventud, cuya política se inscribe dentro del paradigma preventivo de seguridad pública. Luego, reseñamos el proceso de creación de las asambleas, desde la evaluación de la necesidad de espacios de protagonismo hasta su realización práctica. Por último, abordamos las tensiones y convergencias de los propios jóvenes y de sus familias, principales interlocutores de su vida cotidiana, en la concepción del proyecto.
Las Casas de la Juventud de la municipalidad de Canoas
El tema de la seguridad pública recibió lugar prominente en Brasil desde el proceso de urbanización experimentado a partir de la década de 1950. A pesar de las grandes inversiones en las políticas de represión y control de la delincuencia, el país siguió mostrando altos niveles de violencia urbana en comparación con otros.
Esta permanencia, asociada con indicadores de sobrepoblación carcelaria, planteó la posibilidad de entender que la seguridad pública vista solo desde la lógica represiva no es suficiente para mitigar los efectos de un fenómeno social tan masivo y complejo como la violencia urbana; por esto mismo ganaron fuerza en la última década los planes de acción relacionados con la lucha y la prevención de la delincuencia.
Los esfuerzos de promoción de un nuevo paradigma para la seguridad pública brasileña, guiados por la conexión entre la represión y la prevención del delito, culminaron en el desarrollo e instrumentación del Programa Nacional de Seguridad Pública con Ciudadanía (PRONASCI) desarrollado por el Ministerio de Justicia de Brasil.
La ley que establece el programa declara como su principal objetivo el de "articular acciones de seguridad pública para la prevención, el control y la represión de la delincuencia, el establecimiento de las políticas sociales y acciones de protección para las víctimas" (Ministerio de Justica 2007). En este tenor se creó el PRONASCI, para cumplir con las acciones hasta el año 2012, y tuvo como foco de actuación las áreas metropolitanas.
Dicha institución se estableció en la ciudad de Canoas, que es parte de la zona metropolitana de Porto Alegre, en el sur de Brasil. Fue una de las municipalidades participantes en el programa debido a la presencia nacional que habían ganado sus proyectos locales. La ciudad, ubicada a 14 km de la capital del país, con una población total de 320 000 habitantes, tiene el tercer mayor producto interno bruto municipal destacado en la provincia de Río Grande do Sul, y pese a esa situación económica favorable, figuró históricamente entre los lugares más violentos del estado, pero sus índices de criminalidad han experimentado una considerable disminución gracias a la consolidación de PRONASACI en la ciudad.
El mapa siguiente demuestra la ubicación de la ciudad de Canoas en relación con la provincia de Río Grande do Sul (Figura 1). En el detalle es posible ver también la ubicación de la provincia en el territorio de Brasil.
Una de las acciones previstas en el Programa Nacional de Seguridad Pública con Ciudadanía fue el Proyecto de Protección de la Juventud para el Territorio Vulnerable (PROTEJO, por sus siglas en portugués), que se propone asistir a los jóvenes expuestos a factores de riesgo por la violencia:
El objetivo general del proyecto es identificar, aceptar y dar seguimiento a los jóvenes entre 15 y 24 años en situación de riesgo, vulnerabilidad social o exposición a la violencia, como los exconvictos, cumplidores de medidas educativas, personas sin hogar, o que viven en grupos urbanos con altas tasas de homicidios y crímenes violentos, a través de una ruta de formación social con intención de reconfigurar sus historias de vida (Ministerio de Justica 2013).
La ciudad de Canoas, específicamente su barrio Guajuviras (conocido por su alto índice de criminalidad), fue el primer territorio para recibir una acción prioritaria PRONASCI, lo que la convirtió en un territorio de la Paz en 2009. Varias de las iniciativas de seguridad pública ciudadanas fueron ejecutadas en ese territorio, incluyendo la aplicación del PROTEJO en el barrio Guajuviras, que llegó a ser conocido como Casa de la Juventud y que tuvo como finalidad ofrecer diversos servicios a ese grupo etario.
La institución del Territorio de Paz Guajuviras generó una disminución significativa en las tasas de violencia local y municipal. Se observa, por ejemplo, una reducción de 39.2 % de los homicidios en el trimestre de 2009 para 2010 y de 18 % en la ciudad en su conjunto, según los datos del Observatorio Municipal de Seguridad Pública.
Debido al gran éxito de los proyectos ejecutados en dicho barrio, según los indicadores de seguridad pública, la región más poblada de Canoas, formada por los barrios Mathias Velho y Harmonia, fue convertida en territorio de la paz en 2011, esto gracias a la participación de los recursos municipales, estatales y federales. El Territorio de Paz de Grande Mathias tenía prevista la creación de un Centro de Referencia para la Juventud. Dicho centro está abierto al público desde 2012, y para su ejecución fue creada la Casa de la Juventud -Mathias Velho y Harmonia-. A pesar de las especificidades constantes del PROTEJO y el Centro de Referencia, las Casas de la Juventud de los barrios Guajuviras y Mathias Velho hoy funcionan como un solo proyecto basado en dos territorios (Figura 2), que respeta las diferencias de las demandas que surgen de la diversidad local. Cada casa atiende a un promedio de 60 jóvenes y lleva a cabo cerca de 1 000 atenciones individuales al mes.
Los equipos de cada Casa de la Juventud se componen de educadores sociales y un equipo de referencia para llamadas del público, integrado por una persona graduada en psicología, una en trabajo social y una a cargo de la coordinación con formación en ciencias sociales y en temas de la juventud. Su público prioritario son adolescentes y jóvenes expuestos a los llamados factores de riesgo asociados con la violencia, como se describió anteriormente. Por lo tanto, reciben referencias de diversos servicios e instalaciones de la red de asistencia social de Canoas en relación con los departamentos de educación, salud y desarrollo social. La comunidad local también actúa como movilizadora del proyecto, identifica jóvenes vulnerables y los remite para que el equipo entre en contacto con la familia o el tutor.
Los jóvenes en cumplimiento de medidas socioeducativas (MSE) también son enviados por los Centros de Referencia Especializados de Asistencia Social. Su participación se entiende como un servicio a la comunidad que no distingue entre el desempeño o el estatus de unos jóvenes con respecto a otros. Esta comprensión de servicio es muy distinta de la mayoría de las unidades de prestación de servicio dónde los jóvenes ejecutan tareas repetitivas y con pocos espacios para la reflexión sobre su trabajo, sobre el delito cometido o sobre la sociedad como un todo. El personal asume la construcción de una nueva socialización de los adolescentes "en conflicto con la ley" como el principal objetivo del MSE, lo que proporciona oportunidades para nuevos caminos y el acceso a nuevos valores sociales.
De hecho, como se acoge a los jóvenes de los distritos marcados por sus altos niveles de violencia y vulnerabilidad, todos provienen de las periferias de la ciudad y pueden realizar diferentes actividades. Así, se observa una gran red de participación construida por los propios jóvenes que identifican y movilizan a sus amigos o conocidos para que vean el proyecto como una forma de acceso a los diferentes servicios que se ofrecen en otras áreas de la red de asistencia social.
Las principales actividades que se ofrecen a los jóvenes y adolescentes son: talleres de ciudadanía (que implican discusiones dinámicas en las que se utilizan cuestiones intersectoriales para abordar la prevención y la violencia urbana); talleres de arte y cultura (en donde se enseña percusión, guitarra, teatro, dibujo, canto y baile); cursos profesionales (en computación, periodismo ciudadano, manicura, corte y confección, hasta capacitación como DJ); información sobre otros servicios de la red de asistencia social (mediación con escuelas, puestos de aprendizaje, centros de atención especializada, etc.); atención psicosocial (a familias, visitas domiciliarias, distribución de canastas de alimentos, construcción de los Planes de Desarrollo Individual); espacios de prácticas de ciudadanía (encuentros de jóvenes y creación de incentivos para espacios de participación formales); telecentro con acceso a internet abierto a todos los de la comunidad local; talleres deportivos (hapikido y capoeira).
Sobre la creación de espacios de liderazgo
Para explicar cómo se desarrolló este proceso de participación de los jóvenes en las Casas de la Juventud es necesario recordar sus orígenes y objetivos: se trata de una política de seguridad pública que trabaja para reducir los índices de criminalidad. El hecho de que el diseño inicial no contemplara espacios exclusivos para la participación social se justificó en parte al asumir a los jóvenes como un problema en la formulación de políticas de seguridad.
A pesar de esa visión, el papel de las Casas de la Juventud pretende garantizar a los jóvenes y adolescentes el acceso a sus derechos, conocer sus necesidades y abrir espacios de recepción. Esta apertura se motivó en diferentes momentos y espacios, pero se logró con mayor contundencia en los talleres de ciudadanía, donde fueron abordados temas transversales para la prevención del delito. Sin embargo, los jóvenes siguieron al margen de la toma de decisiones sobre las nuevas políticas de apoyo a la juventud.
En este sentido, la noción de ciudadanía que orientó la ejecución de actividades en aquel momento descuidó uno de sus elementos fundamentales, al no priorizar una participación efectiva de los jóvenes. El proyecto puso al descubierto sus limitaciones en el momento en que la coordinadora de la Casa de la Juventud Mathias Velho y Harmonia participó en una escuela internacional sobre el tema de la juventud. Cuando se le preguntó acerca de la intervención social que tenían los jóvenes que asistían al proyecto solamente pudo reportar su participación en instituciones como la Conferencia Municipal y Estatal de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes.
El equipo reconoció que si bien buscaba la mejora de la ciudadanía y el protagonismo de los jóvenes, solo lo hacía en términos teóricos e institucionales y se olvidaba de crear un espacio para la participación efectiva de estos en las actividades propuestas, que fueran desarrolladas y evaluadas por ellos.
Como puede observarse, fue necesaria una evaluación externa para que el equipo comprendiera la importancia de la construcción de estos espacios participativos desde y para los jóvenes, lo que estimula su sentido de pertenencia con relación a sus acciones diarias, como expone Sousa:
En este proceso de construcción de liderazgo juvenil, un elemento decisivo en la labor de la pedagogía es la centralidad en el joven actor principal. Esto significa que el desarrollo de las actividades que le motivan a tomar iniciativas, a asumir un papel de sujeto, dejando la condición pasiva del espectador a ser actor. Este proceso de educación requiere la experiencia de prácticas donde los jóvenes pueden ejercer valores, desarrollando un sentimiento de pertenencia. Por tanto, es importante que esta educación para la ciudadanía sea construida no solo por el discurso, sino por la experimentación de acontecimientos (Sousa 2011:39).
El principal temor del equipo fue la posición conservadora que había demostrado una proporción considerable de adolescentes y jóvenes en la discusión de diversas agendas, como la tocante a las uniones homosexuales, por ejemplo. La preocupación por el alineamiento con las posiciones conservadoras, hegemónicamente emitidas por los medios de comunicación, fue un tema recurrente en las reuniones.
Existía el temor de que se optara por actividades públicas con este signo conservador. Sin embargo, después de algunas discusiones se determinó mantener una asamblea con los jóvenes del turno matutino y otra con los del vespertino junto a una evaluación posterior para verificar la posibilidad de llevarlas a cabo de manera sistemática y garantizar dicha participación.
La primera actividad consistió en la propuesta de los objetivos de un espacio de participación. Al presentarla siempre se dejó claro que en cualquier momento podría cambiar la forma, ya que era un espacio para ser ejecutado y pensado por los propios jóvenes. El equipo hizo hincapié en la importancia de escuchar las opiniones de los demás, reforzando la importancia del diálogo para el establecimiento de un espacio como este.
Después de las explicaciones se dejó en claro que los jóvenes decidirían la forma y los contenidos de las discusiones. Por sugerencia de ellos la evaluación de las actividades de la casa realizadas durante la semana se convirtió en la agenda fija, y el resto atendería a los intereses que surgieran cada semana.
A partir de ese día se realizaron las asambleas cada semana como parte del programa oficial de la casa. Cada asamblea fue acompañada por un miembro del equipo para ayudar a la sistematización de las propuestas. En la foto de abajo (Figura 3) se puede observar la realización de la primera Asamblea de la Casa de la Juventud.
Además de las evaluaciones sistemáticas de los jóvenes, la organización del espacio de la casa se ha convertido en un debate constante en las asambleas. Cabe mencionar como ejemplo la falta de un espacio específico para las bicicletas que utilizan varios de ellos como transporte. Los propios jóvenes se comprometieron a resolverlo.
El comportamiento de los jóvenes y adolescentes es también un tema recurrente. Con frecuencia aparece el tema desde una concepción individualista que señala a supuestos culpables por determinadas situaciones, a pesar del intento del equipo de asumir una lógica de responsabilidad colectiva. Curiosamente, sin embargo, el espacio de las reuniones se considera legítimo para plantear estas evaluaciones.
La discusión sobre la actuación comunitaria, podemos concluir, ocupa un espacio importante para las asambleas y aparece como agenda prioritaria desde que pudo celebrarse la primera reunión. Como ejemplo de esta forma de actuación tenemos el de una campaña de donación de ropa para la Rua da Barca durante un periodo de fuertes lluvias en Canoas. La actividad fue sugerida por algunos jóvenes de la asamblea matutina y fue aceptada por la vespertina durante una de las primeras reuniones. Tres semanas después de que la sugerencia se validó los jóvenes ya habían recogido seis bolsas grandes de ropa, habían ido al campamento donde estaban las personas sin hogar y luego de identificar las necesidades de cada familia y separado las ropas recolectadas de acuerdo con esas exigencias, se hizo entrega del apoyo a 15 familias (Figura 4).
Como se puede observar, los jóvenes y el equipo están uniformados. Esta práctica se decidió en una asamblea para dar a conocer su trabajo las entregas en el barrio. Los jóvenes también explicaron el funcionamiento de la casa y se llevaron volantes para la población.
Barry Checkoway y Lorraine Gutiérrez resaltan la importancia de las cualidades juveniles para la acción comunitaria:
Sin embargo, la visión que presenta a los jóvenes como ciudadanos competentes con derecho a participar y a responsabilizarse de cierto servicio en sus comunidades ofrece una alternativa significativa. Los promotores de esta idea parten de las cualidades de la juventud para que éstos establezcan una diferencia en el modo en que se les proporcionan las ayudas para el desarrollo de comunidades más sanas (Checkoway y Gutiérrez 2009:11 ).
Una de las características más llamativas de la juventud y en particular de la adolescencia es la inmediatez. Este comportamiento generalmente aparece como un defecto que afecta a toda una generación; se caracteriza por acciones impulsivas encaminadas a obtener resultados en el corto plazo sin preocuparse de las acciones a mediano o corto plazo. En el caso estudiado, sin embargo, influyó de forma positiva: un trabajo ágil y eficiente que sorprendió a las otras personas involucradas.
Los liderazgos juveniles en las asambleas: tensiones y convergencias entre los principales actores involucrados
El concepto de liderazgo juvenil implica un gran prisma de comprensión y concepciones que van desde la lógica más liberal e individualista a la defensa de una acción colectiva por la emancipación social. En este escenario de múltiples interpretaciones, diferentes actores sociales defienden una acción protagonista y optan por uno de los conceptos del espectro o una combinación de estos.
En el caso analizado se pueden destacar tres grupos sociales como los principales actores involucrados: los jóvenes y adolescentes, el personal de la Casa de la Juventud y los familiares de los jóvenes del proyecto.
A pesar de los diferentes matices que pudo tener internamente cada uno de estos grupos para entender la participación juvenil, el análisis del proceso de construcción y consolidación de las reuniones partió de varias generalidades a través de las que se puede concluir que cada una de estas partes abogó por una concepción de las prácticas protagonistas.
Cuando el equipo multidisciplinario propuso abrir un espacio de participación efectiva de los jóvenes, después de discutir internamente un par de veces sobre el significado de este acto, estuvo fuertemente presente la visión de protagonismo vinculada a una noción de emancipación colectiva.
Aunque el equipo sea multidisciplinar y por tanto existan algunas diferencias internas en el diseño de liderazgo, los dos profesionales más implicados en la realización de las actividades fueron una socióloga y una trabajadora social y el objetivo defendido fue permitir que las prácticas ciudadanas fueran impulsadas por los jóvenes, lo que permitióuna acción comunitaria y el fortalecimiento del sentido de pertenencia y de comunidad.
Esta idea estaba clara puesto que en todas las reuniones se reforzaron ideas como la responsabilidad colectiva y el compromiso social, y constantemente se recordó que esa era una de las pocas áreas de la vida cotidiana donde los jóvenes podían hablar y ser escuchados y tomados en serio.
El concepto de liderazgo en ese sentido se acerca a lo sostenido por Goulart cuando piensa el proceso de creación de identidad juvenil basado en las prácticas de ciudadanía.
Sin duda, aquí, el liderazgo juvenil tiene como objetivo una especie de emancipación de los jóvenes. (...) La gestión de ti mismo significa no solo tener una conciencia crítica delante situaciones reales que afligen a su propia realidad, creando estrategias eficaces para resolver sus problemas, así como soluciones inmediatas y emergentes. Por el contrario, este tipo de modo de acción política de la juventud se basa en una formación para la ciudadanía vinculada a un humanismo, es decir, los valores sociales y humanos preconcebidos, donde la solidaridad, ser de utilidad para otros, aparecen como axiomas para el establecimiento de una nueva identidad juvenil (Goulart 2011:54 ).
Podemos también sugerir que esta práctica ciudadana, de la manera como está prevista por el equipo, se entiende como un incentivo para prevenir la delincuencia juvenil: el objetivo central del proyecto.
La concepción de los jóvenes, por el contrario, está más asociada con su intervención en el voluntariado o la defensa de la participación individual. Este hecho se hace evidente cuando se analizan las opciones de agenda, especialmente las relacionadas con la acción comunitaria.
Al hacer la donación de ropa en una de las zonas afectadas por las fuertes lluvias, por ejemplo, se pusieron en evidencia declaraciones como: "tenemos que hacer cada uno su parte", "es necesario para ayudar a los necesitados", "vamos a cambiar la vida de estas personas". Estas declaraciones buscan la concepción del bienestar de la ciudadanía vinculada a lo que promulgan los principales medios de comunicación.
Gonzales llama la atención sobre cómo este discurso termina por delegar a estos jóvenes la responsabilidad de sanar los problemas sin animarlos a estudiar sus causas o a buscar una forma de superarlos totalmente.
Lo que se postula en esta acción es que los jóvenes deben ser dirigidos a liderazgo en el desarrollo local mediante su participación en proyectos de acción social y voluntariado. Bueno, si esta concepción reconoce el potencial de jóvenes y visibilidad en cuanto a su lugar político en acciones que pueden generar nuevas condiciones y modalidades en términos de la sociedad, los pone, sin embargo, ante la responsabilidad de resolver los problemas sociales instaurados en redes y estrategias de poder a través de prácticas sociales que sustentan la hegemonía, especialmente los arreglos de inclusión / exclusión, de acuerdo con una lógica de gobierno regido por el capital (Gonzales 2007:52 ).
Sin embargo, más allá de las limitaciones, la participación en asambleas contribuye sistemáticamente al avance de la comprensión sobre la importancia de la comunidad. Recientemente algunos jóvenes se quejaron de la baja participación en los momentos de decisión: "Ellos no dan valor a este espacio aquí, que es el único lugar en donde realmente somos oídos", dijo un participante. El proceso de asambleas también contribuyó al avance de la organización juvenil que desde la última reunión se llevó a cabo sin la presencia de un miembro del equipo, con el fin de estimular la autoorganización. En este caso una de las propuestas fue la elección de dos representantes que participaran cada semana en una reunión con la coordinación para discutir las propuestas.
Por último, la visión de las familias de los jóvenes se distancia bastante de la comprensión de los jóvenes y del equipo de la Casa de la Juventud. Salvo algunas excepciones que ven positivamente, e incluso animan el proceso de participación, en la mayoría de los casos la familia asume los momentos de participación de los jóvenes como una pérdida de tiempo que se debería estar ocupando con capacitación para el trabajo y para mejorar su integración en el mercado laboral. Esta idea se valida en una noción de culpar al individuo por el éxito y el fracaso que oculta la trascendencia de las relaciones y el contexto social en ese aspecto.
Las tensiones sobre estas concepciones de liderazgo son defendidas por los principales actores involucrados en el proceso de asambleas de jóvenes y consideran que lejos de obstaculizar las prácticas de ciudadanía constituyen el escenario en el que se hacen posibles y se realizan.
Como sugiere Abad (2002), las tensiones y disputas son inherentes al proceso de participación ciudadana una vez que esta puede ser caracterizada como una relación de poder. Así, el proceso de asambleas se evidenció como un paso inicial rumbo al reconocimiento social de la participación del joven en la ejecución de una política pública en la que se convierte en el principal actor.
El discurso que sigue pertenece a un joven participante de las asambleas y muestra el efecto que ese reconocimiento tiene en el estímulo a la participación.
Desde que empezamos con las asambleas, yo sé que mi opinión es importante y que no solamente por ser joven no puedo opinar sobre cómo deben funcionar las cosas. Creo que la Casa de la Juventud me ha enseñado que soy ciudadano y que mis ideas merecen respeto, por eso tengo que participar de las decisiones (Ryan 13 años).
De ese modo, incluso las posturas divergentes proporcionaron un aspecto inusitado en la garantía de la participación de los jóvenes en el proyecto.
Conclusiones
A pesar del creciente espacio para la juventud, el liderazgo de los adolescentes y los jóvenes todavía no es garantía en las políticas públicas. En parte esto se debe a la falta de consenso sobre el tema, pero también influye la idea de que los jóvenes necesitan ser protegidos por adultos.
La Casa de la Juventud, al ser una política de seguridad pública, no descarta totalmente la percepción del joven como factor de problema social. Sin embargo, en la defensa de un nuevo paradigma de seguridad desde la prevención de la delincuencia, también está orientado a garantizar los derechos de los jóvenes y adolescentes.
Al analizar el proceso de las asambleas en la Casa de la Juventud se encontró que la participación social aparece como un elemento central en la construcción de una cultura de paz y el sentido de pertenencia de los adolescentes y jóvenes en el territorio y su diseño.
La creación de espacios para la participación social protagónica de los jóvenes se presentó entonces como instrumento de promoción importante de sus derechos. También se pudo observar que este proceso de fortalecimiento de la participación juvenil no fue entendido de la misma manera por los diferentes actores sociales involucrados.
La acción del equipo multidisciplinario de la Casa de la Juventud, basada en un proyecto de emancipación colectiva por medio del compromiso social y de la visión crítica de la sociedad y los problemas sociales, se proponía abrir espacios para el diálogo y la formulación de propuestas originadas entre los jóvenes que alentaron la organización juvenil en apoyo a la lucha contra las desigualdades y las injusticias.
La perspectiva de los jóvenes acerca de las asambleas a su vez se fundamenta en la lógica del voluntariado, la comprensión de una juventud que actúa como medio de solución de los problemas sociales, es activista y puntual. Esta comprensión del liderazgo juvenil está anclado en un concepto asistencialista de ciudadanía .
La mayoría de las familias de los jóvenes participantes no considera la participación social como un tema importante para el desarrollo de los adolescentes. Este papel solo tiene sentido cuando se asocia con reflejos individuales en la escuela y/o carreras profesionales.
A pesar de las diferencias en las concepciones de liderazgo, en especial de las diferentes acepciones del equipo y de los jóvenes y adolescentes podemos concluir que la existencia de un espacio eficaz de participación de los jóvenes está en consolidación y lucha por su reconocimiento como sujetos de derechos.
Conforme Sousa (2011):
Como concepto rector de las prácticas sociales con los jóvenes, ya sea en espacios de educación no formal (ONG, iglesias, movimientos populares, consejos) o de aprendizaje formal, como las escuelas, la "participación de los jóvenes" agrega interpretaciones heterogéneas al añadir los conceptos de "liderazgo" como "participación", "ciudadanía", "autonomía", "responsabilidades", "individual y / o la acción colectiva", "empoderamiento", "resiliencia", entre otros. Aunque no son necesariamente sinónimos, convergen en un sentido común, que es el reconocimiento de los jóvenes como sujetos. Por lo tanto, posiblemente ocupan, desde la experimentación de un proceso de construcción social que incluye una relación dialógica, un lugar importante en los espacios de toma de decisiones sobre cuestiones que afectan sus vidas. (Sousa 2011:53 ).
Para concluir, al estimular el papel de los jóvenes y adolescentes de una manera sistemática, las reuniones de la Casa de la Juventud pueden verse como hitos en el avance hacia la identificación de los jóvenes como sujetos de derechos y como actores efectivos para la construcción de una cultura de la paz.