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Papeles de población
versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425
Pap. poblac vol.14 no.57 Toluca jul./sep. 2008
Cambios demográficos en la sociedad global
Demographic changes in global society
Mercedes Alcañiz
Universidad Jaume I. de Castellón.
Resumen
La composición de la población, su estructura y su dinámica están fuertemente interrelacionadas con la sociedad de la que forman parte. En épocas anteriores, la demografía de las sociedades estaba más aislada debido a la menor interconexión existente entre las poblaciones, pero en la actualidad, vinculado con el proceso de globalización emergente, está produciéndose una continua y mayor interdependencia de los fenómenos demográficos que afectan a las sociedades. El objetivo de este artículo es mostrar, desde el horizonte de la globalización, los cambios que se están produciendo en las variables demográficas en los diversos continentes y regiones del mundo desde una perspectiva descriptiva y explicativa.
Palabras clave: población mundial, demografía, globalización.
Abstract
Population's composition, structure and dynamics are strongly interrelated with the society they are part of. In the past, the demography of societies was more isolated, because populations were not so interconnected. Nowadays, however, there is a permanent and greater interdependence among the demographic phenomena affecting societies, which is associated with emerging globalization. This article aims to demonstrate, from the perspective of globalization, the changes that demographic variables are undergoing in the various world's continents and regions. A descriptive and explanatory approach is taken.
Key words: world's population, demography, globalization.
Introducción
Desde hace unas décadas, y fruto de las aportaciones de distintos autores y disciplinas, las referencias a la 'globalización' o a la 'sociedad global' se han convertido en referente explicativo de los múltiples cambios que están acaeciendo en la actualidad. Sociólogos, economistas, politólogos, antropólogos y especialistas en estudios culturales han aportado multitud de reflexiones sobre el proceso de globalización en cada uno de sus ámbitos de estudio. La gran mayoría de ellos coinciden en que el proceso homogeneiza e interconecta a las distintas sociedades, haciendo del mundo "un lugar único" en palabras de Robertson. Es, pues, la superación del tiempo y del espacio (Giddens, 1995), la existencia de un único sistema económico y financiero (Stiglitz, 2002), la posibilidad de interconexión entre distintas partes del planeta a través de las tecnologías de la información (Castells, 2006) o el intento, predicado ya por Kant siglos atrás de la denominada "democracia cosmopolita" (Held, 1997), algunas de las características que definen la sociedad que se está configurando.1
Autores más críticos como J. Petras y Veltemeyer (2003) prefieren hablar de 'imperialismo' en lugar de 'globalización', al considerar que este último concepto no enfatiza la dominación y la explotación que está ocurriendo y que va más allá de una interconexión. En la misma línea, Octavio Ianni (2004) subraya que la globalización produce desigualdad, diversidad, tensiones y antagonismos.
Entre las dimensiones contempladas no podemos dejar de tener en cuenta a la población y a los cambios que ocurren de forma continuada en su volumen y en sus características en las diferentes sociedades y grandes regiones del mundo, todo lo cual altera inevitablemente la estructura de la sociedad global, a la vez que, de forma dialéctica, genera cambios en los distintos sub-sistemas de la sociedad (economía, tecnología, cultura, política, educación) e influye en las variables demográficas. Recordemos que, ya en el siglo XIX, Emile Durkheim consideraba que las modificaciones en la población constituían un importante factor de cambio en las sociedades (Durkheim, 1973).
En las páginas siguientes y tomando como referente analítico el marco teórico de la globalización, relataremos los cambios que se han producido en la población mundial con el objetivo de constatar si podríamos hablar de 'población global' con el mismo sentido que hablamos de 'economía global', 'cultura global', 'cambio climático global' o 'política global', es decir, una población relacionada e interconectada y con los mismos patrones demográficos.
Para ello realizaremos en primer lugar un acercamiento a la población mundial desde un punto de vista conceptual y político, en relación a la inclusión del tema de la población en la agenda-setting internacional. Indicaremos los momentos más importantes en esta consideración de la población como asunto de la agenda política global, y como destinataria de las distintas políticas implementadas.
En segundo lugar centraremos nuestra atención en la población mundial: su evolución y su distribución espacial por continentes, así como en relación con las recientes teorías demográficas, viendo si se produce una convergencia en los comportamientos demográficos a nivel mundial como consecuencia de la hegemonía demográfica occidental y como homogeneización del sistema social. En este punto no podemos olvidar la importancia central que tienen las migraciones en la sociedad actual y su influencia en la composición, no sólo demográfica, sino también cultural de las sociedades.
Finalmente, las conclusiones tratarán sobre la población global en una sociedad global. En esta parte se relacionan los principales acontecimientos demográficos que acaecen en la actualidad con las nuevas configuraciones económicas, políticas y sociales y se ve si realmente se está produciendo una homogeneización en la población o, por el contrario, las desigualdades permanecen.
Población en la agenda internacional
En la actualidad, hablamos de población mundial como si de un conjunto único se tratara, siguiendo la lógica simbólica de "un mundo" equivale a "una población". Ahora bien, un mínimo conocimiento histórico de la expansión de la especie humana por el planeta manifiesta el poco contacto que las poblaciones humanas tuvieron entre sí a lo largo de miles de años. En este caso, la demografía de las distintas poblaciones que habitaban la Tierra estaba totalmente determinada por acontecimientos naturales: enfermedades contagiosas, mortalidad infantil, catástrofes naturales, sequías, alimentación escasa, etcétera.
En la sociedad global, en la que gran parte del planeta se halla inmersa, la demografía de las distintas poblaciones es cada vez más interdependiente entre sí, al estar las variables demográficas más influenciadas por componentes culturales, bien sea por los adelantos médicos, bien sea mediante valores culturales, bien sea por medio de motivos económicos o de políticas demográficas impuestas por los organismos o instituciones hegemónicas.
En la configuración conceptual de 'población mundial' no podemos obviar los avances producidos, como consecuencia de las mayores posibilidades tecnológicas en la medición de los conjuntos poblacionales. Los datos demográficos anteriores al siglo XX adolecen de rigurosidad, además de no realizarse ningún tipo de recuento censal en la mayoría de las sociedades preindustriales, si bien el interés por la población de cada estado data de antiguo, toda vez que el 'factor humano' ha sido y es importante para el poder político.2
La necesidad de realizar una medición y un control rigurosos de la población y de sus movimientos se asume con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial por parte de las Naciones Unidas (1946). A partir de este momento, la población se convierte en objeto de interés de diversos organismos internacionales,3 se incorpora en la agenda-setting internacional,4 creándose los organismos pertinentes para su medición y posterior implementación de políticas demográficas a escala global.
Así, el estudio de la población se encargó, en el seno de las Naciones Unidas, al Consejo Económico y Social (ECOSOC), el cual creó la Comisión de Población (actualmente denominada Comisión de Población y Desarrollo) el 3 de octubre de 1946. Entre sus objetivos se situaban los de mejorar la recogida de información demográfica en todos los países del mundo y de estudiar los cambios de la población interrelacionándolos con factores económicos y políticos. Se plasma en el estudio de la población un espíritu racional y de control iniciado en la Ilustración europea.
Desde 1949 comenzaron a publicarse dos anuarios: el Anuario Estadístico y el Anuario Demográfico (Demographic Yearbook). Ambas publicaciones tenían como objetivo compilar datos demográficos provenientes de los estados miembros.
Asimismo, en 1954 se realizó en Roma la Primera Conferencia Mundial de Población organizada por el Consejo. Su finalidad se centraba en llevar a los gobiernos de los países donde la población estaba aumentando con mayor rapidez medidas orientadas a contener el crecimiento demográfico por la vía de la planificación familiar.
La resolución 1838 (XVII) de la Asamblea General de las Naciones Unidas (Soares Barata, 2003: 29-30) propuso que este organismo tuviera un papel activo en la definición y ejecución de una política de contención del crecimiento demográfico como vía para promover el desarrollo económico y el bienestar social.
En 1965 tuvo lugar la Segunda Conferencia Mundial de la Población en Belgrado. En ella la cuestión de la fecundidad y de la planificación familiar tuvieron un importante lugar entre las materias tratadas. También es importante el hecho de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconozca entre sus atribuciones las actividades relacionadas con la planificación familiar anteriormente considerada, que pertenecía a la esfera privada de las familias.
Para el establecimiento y financiación de la implementación de políticas demográficas se creó el Fondo de las Naciones Unidas para las Actividades de la Población en 1967 (UNFPA, por sus siglas en inglés). Los gobiernos occidentales transfieren dinero al Fondo para implementar las correspondientes políticas, subvencionando así las actividades relacionadas con la educación para la planificación familiar, la distribución de anticonceptivos, etcétera.
Con la proclamación en 1970 como década para el desarrollo se incluyó una referencia expresa a la necesidad de reducir la tasa de crecimiento poblacional en la definición de metas y objetivos. Es decir, que la vinculación entre desarrollo y población se obviaba, pretendiendo incidir en la segunda para conseguir mejoras en el desarrollo, que era el objetivo prioritario de estas fechas.
En 1972, El Club de Roma publicó el informe The limits to growth (Sartori y Mazzoleni, 2003: 177), alertando sobre las posibles consecuencias catastróficas de un crecimiento de la población y poniendo en evidencia la concatenación de aspectos5 que van vinculados con una explosión demográfica en el planeta, hecho que estaba empezando a causar preocupación en la época y que después de la publicación de este informe creó gran alarma en medios políticos y sociales.
En 1974 se celebró la Conferencia Mundial sobre la Población en Bucarest y diez años más tarde se celebró la siguiente conferencia en la Ciudad de México; allí se aprobó un texto por consenso con el título Recomendaciones para la implementación del Plan de Acción Mundial de Población (Soares Barata, 2003: 232).
En 1994 se celebró otra conferencia mundial, ahora en El Cairo6 aprobándose el Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo7 revisado en la conferencia celebrada en Nueva York en 1999 (CIPD+5).
El acuerdo de El Cairo, basado en el compromiso en pro de los derechos humanos y la igualdad de género, exhortó a los países a velar por la salud reproductiva y los derechos de todos, como contribución de importancia crítica al desarrollo sostenible y la lucha contra la pobreza, cuestiones que, según lo establecido en la CIPD, son inseparables de las relativas a la población.
Diez años después de la conferencia de El Cairo se ha publicado El estado de la población mundial 2004 (UNFPA, 2004) en el que se realiza una evaluación sobre los resultados del Programa de Acción, apuntando tanto a los logros conseguidos como a la insuficiencia de los recursos y la persistencia de los déficit en los servicios a las poblaciones más pobres como obstáculo para conseguir los objetivos propuestos.
Finalmente, las Naciones Unidas, siendo conscientes de la importancia que adquirían las migraciones y desplazamientos internacionales de población por causas económicas y políticas, aprobó la Convención Internacional para la protección de los derechos de todos los trabajadores migrantes y los miembros de su familia y creó el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) como organismo internacional encargado de los refugiados.
Evolución de la población mundial
La especie humana ha existido en la Tierra desde hace por lo menos un millón de años. Durante este tiempo, los seres humanos fueron cazadores y recolectores, su crecimiento poblacional era mínimo, toda vez que los componentes demográficos, como la mortalidad y la fecundidad, tenían variables y tasas elevadas, por lo que la población se autorregulaba.
Se estima que hacia el año 8000 antes de iniciarse la era cristiana, el tamaño de la población mundial era de unos ocho millones de habitantes (Weeks, 1981:77), esto implica un incremento natural de unas 15 personas por cada millón al año. Así, durante los primeros 990 000 años de existencia,8 la humanidad contaba con el mismo número de habitantes que cualquiera de las grandes ciudades actuales.
A partir del año 8000 a.C, aproximadamente, tuvo lugar la denominada Revolución Agrícola, en referencia al descubrimiento de la agricultura y la domesticación de animales. A partir de ese momento, la población humana se hizo sedentaria y mejoraron sus condiciones de vida, por lo que aumentó la población (Cipolla, 1972: 126) y comenzaron a crearse ciudades y asentamientos más numerosos.
Se estima (Vallin, 1993: 62) que al inicio de la época cristiana habitaban el planeta 252 millones de seres humanos, y en el primer siglo del nuevo milenio (hacia 1100) la población ya era de 400 millones.
La aceleración del crecimiento de la población mundial, y su configuración como tal, comenzó con la Edad Moderna en Europa y sobre todo con La Revolución Industrial a partir del siglo XVIII.
Esta explosión demográfica, motivada por el descenso de la mortalidad que se produjo en primer lugar en Europa, condujo a Thomas Malthus a escribir su Primer ensayo sobre la población en 1798;9 libro iniciado con la frase que le hizo famoso: "ya dije que la población, si no se pone obstáculos a su crecimiento, aumenta en progresión geométrica, en tanto que los alimentos necesarios al hombre lo hacen en progresión aritmética".
Por el contrario, autores de influencia marxista mantenían que un crecimiento económico y el aumento de la productividad permitirían un crecimiento demográfico continuo, lo cual redundaría en un crecimiento económico. En ninguno de los dos casos se pudieron imaginar los adelantos tecnológicos ni la explosión demográfica que se iban a producir posteriormente.
En la tabla 1 y gráfica 1 se observa la evolución de la población mundial desde el inicio de la era moderna hasta el siglo XX.
Durante los 500 años considerados, la población experimenta un crecimiento notable al cuadruplicarse su número. El continente europeo incrementa su población como consecuencia del inicio de la caída de la mortalidad, mientras que las poblaciones americana y africana sufren verdaderos descalabros demográficos como consecuencia del descubrimiento y del proceso de colonización, del contacto con nuevas enfermedades que desconocían anteriormente (Diamond, 1997), así como por el hecho vergonzante para la historia europea del tráfico de esclavos proveniente de África y con dirección al continente americano. Sólo a principios del siglo XX comienzan a recuperarse estas poblaciones con motivo, sobre todo en América, de las oleadas de emigrantes que llegaron al nuevo continente en busca de mejores condiciones de vida.
Las dinámicas demográficas a escala mundial comenzaron su proceso de alteración a partir del siglo XX. El siglo pasado es probablemente único en toda la historia de la humanidad porque durante su transcurso la población casi se ha cuadruplicado, pasando de casi 1 600 millones a comienzos de siglo a más de 6 000 millones al concluirlo. El crecimiento fue mayor en la segunda parte del siglo, cuando las poblaciones de los países menos desarrollados comenzaron el proceso de explosión demográfica al decaer su mortalidad y continuar con una alta fecundidad, si bien también se produjo el fenómeno del baby boom en los países occidentales con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial.
Podríamos, pues, considerar la caída de la mortalidad como el primer fenómeno demográfico que se expande a nivel global con motivo de la 'exportación' de medicamentos, infraestructuras hospitalarias, mejora en la alimentación y eliminación progresiva de las enfermedades endémicas a muchas sociedades.
A continuación exponemos el cambio que se está produciendo en la distribución de la población por continentes.
La representación de la evolución de la población en el siglo XX y la proyección para el año 2025 se observa en la gráfica 2.
El régimen demográfico antiguo, caracterizado por una población estable, debido a las altas tasas de mortalidad y natalidad, ha dado paso al régimen demográfico moderno, definido por una baja natalidad, una baja mortalidad y la escasa incidencia de la mortalidad catastrófica, lo cual está relacionado con las coyunturas económicas y sociales.
La teoría explicativa de este proceso de cambio de un régimen a otro es la de la transición demográfica (Weeks, 1981: 75), la cual toma como explicación, para el continente europeo, el proceso de desarrollo y la mejora en las condiciones de vida. Ahora bien, en el paso de un régimen a otro se produjo el incremento de la población, siendo la duración diferente según los países.10 La mortalidad desciende con la puesta en marcha de medidas higienistas propugnadas por los ilustrados europeos, por los avances científicos en la lucha contra las enfermedades (penicilina, vacunas), por la mejora en la alimentación y en las condiciones sanitarias de las ciudades, por la educación sanitaria a la población y por la creación de una infraestructura hospitalaria.
Para el descenso de la fecundidad, David Heer (1993) expone tres razones: el cambio en la escala de valores, los costes de los hijos y los recursos de tiempo y energía que cada hijo o hija requiere. A ello debemos añadir las posibilidades reales de controlar la fecundidad y las facilidades proporcionadas a las personas mayores por los estados de bienestar europeos, facilidades que evitan la dependencia de los ancianos con respecto de los hijos e hijas.
En los países en vías de desarrollo, el paso del régimen antiguo al moderno no ha concluido todavía. La mortalidad ha descendido en décadas recientes como consecuencia de la preocupación occidental para mejorar las condiciones de vida en estas sociedades a través del perfeccionamiento en la atención sanitaria, de una exportación de medicamentos y de la creación de una infraestructura hospitalaria. La fecundidad, aunque ha descendido en muchos de los países del mundo, no lo ha hecho al mismo ritmo que la mortalidad, produciéndose un boom de crecimiento en los países africanos y asiáticos.
Como consecuencia de esta preocupación por el alto crecimiento demográfico que estaban teniendo las sociedades en vías de desarrollo, se revisa la teoría de la transición demográfica, asumiendo sus planteamientos pero confiriéndoles un sentido nuevo: si antes se hacía hincapié en que el desarrollo económico era el desencadenante de la transición, ahora se sostenía que el descenso de la fecundidad sería el desencadenante del desarrollo, toda vez que el crecimiento poblacional impedía la acumulación de capital imprescindible para el despegue industrial.
La inversión de la teoría fue expuesta por Frank Notestein en 1947, convirtiéndose poco después en un instrumento para la acción que influyó, asimismo, las políticas demográficas de las primeras décadas de las Naciones Unidas. Consecuencia de este nuevo planteamiento, las fundaciones privadas estadunidenses financiaron el mayor esfuerzo investigador que se ha realizado nunca en estudios demográficos, fisiología de la reproducción y nuevos métodos anticonceptivos. El objetivo estaba claro: había que reducir la fecundidad en el mundo y para ello se tendrían que proporcionar los medios adecuados.
Ahora bien, como muchos críticos de la denominada teoría de la modernización (Black, 1988) han señalado, los fervientes defensores de la reducción de la fecundidad en los países en vías de desarrollo olvidaban el aspecto cultural de la fecundidad en sociedades donde los hijos no suponen gasto e inversión, sino, al contrario, una ayuda para el trabajo y para la vejez.
En la tabla 3 presentamos los datos relacionados con la distribución de la población en el mundo, así como la proporción de cada continente en el total de la población mundial y la de cada área o región con respecto de su continente.
La conclusión obvia es que la población sigue creciendo en todos los continentes, así como en el conjunto mundial.11
En África, a principios del siglo XX, las áreas con mayor población eran el norte y la parte occidental del continente por motivos de cercanía con Europa y del proceso de colonización.
En la actualidad, tanto África mediterránea como el sur del continente representan menos porcentaje de población que en épocas anteriores. Se da el caso de la República de Sudáfrica, que según las predicciones de las Naciones Unidas, perderá población en 2025 si se mantienen las tendencias actuales de la pandemia del VIH/SIDA.
El crecimiento en África se va a producir en la parte oriental y central (Etiopía y República del Congo especialmente).
En el continente americano, el norte ve disminuida su proporción en el total continental y mantiene crecimientos bajos. La población se incrementa en el sur, siendo Brasil el país más poblado, y en América Central, México.
Asia mantiene su tónica de ser el continente más poblado del mundo. Ahora bien, también se están produciendo algunos cambios en su distribución.
A principios del siglo XX, China y la parte oriental representaban 53.5 por ciento del total poblacional, pasando a representar 38.6 por ciento en 2005, y según las predicciones, 35.4 por ciento en 2025. Las políticas demográficas del hijo único en China han tenido sus consecuencias evidentes; en Japón se espera un decrecimiento de la población en 2025.
Por el contrario, en la zona meridional del continente -India, Pakistán y Bangladesh- la tendencia es inversa y la población sigue incrementándose; actualmente representa el mismo porcentaje de población que la parte oriental, pero en 2025 la superará.
También el sudeste asiático incrementa su población con el crecimiento de Indonesia.
Europa, que tuvo su época de apogeo poblacional, exportando población a otros continentes, acelera actualmente su disminución en todo el continente pero de forma especial en el este, antiguos países comunistas, y en el sur, por lo que, a no ser que intervengan otros factores vinculados con la migración o con la implementation de políticas demográficas adecuadas,12 el continente europeo perderá peso poblacional en el conjunto de la población mundial.
Veamos cuáles son las proyecciones para 2025 en Europa y su distribución por grandes áreas geográficas.
Los datos relativos a Oceania no los incluyo subdivididos por ser Australia el Estado con más de 50 por ciento de la población total, seguido a mucha distancia por Papúa, Nueva Guinea y Nueva Zelanda. El resto son pequeñas islas, estados que no llegan a un millón de habitantes.
En la tabla 4 se incluye la evolución en cuanto al peso porcentual que los continentes tienen en el conjunto de la población mundial, así como la proyección para el año 2025.
Así pues, para el primer cuarto del presente siglo XXI, las tendencias parecen situarse, salvo cambios imprevistos, en una presencia de la población asiática en más de 50 por ciento, seguida de la población africana, que le ha quitado el segundo puesto a la europea; en tercer lugar se encuentra la población americana, que sigue creciendo por el sur, incluyendo su traslado al norte mediante los procesos migratorios.
La polarización existente entre países desarrollados y con población estable o en decrecimiento, y países en desarrollo y con crecimientos altos de población, en los que todavía no ha concluido el proceso de transición demográfica, presenta similitud con la propuesta teórica presentada por I. Wallerstein, autor que estableció la teoría del Sistema Mundial13 y su clasificación de los países en países centrales, semiperiféricos y periféricos.
En la gráfica 3 se incluye el proceso de evolución demográfico de África, cada vez con mayor proporción de población en el conjunto mundial, y de Europa, que disminuye progresivamente.
Componentes demográficos
La mortalidad
En el punto anterior expusimos los componentes demográficos de la teoría de la transición: la mortalidad y la fecundidad. Ambas son centrales en el proceso más o menos rápido de transición, habiendo empezado primero el descenso en la mortalidad debido a los adelantos producidos en Europa y posteriormente llevados a las otras sociedades del mundo, marcando, pues, un proceso de influencia demográfica global en el sentido de que los comportamientos demográficos se hacen más similares.
La mortalidad, siendo algo de lo que ningún ser vivo puede escapar, es la primera variable modificada o alterada por la propia especie humana y la que dio lugar al proceso de crecimiento demográfico en el que nos encontramos actualmente. Desciende primero en Europa y otros lugares de poblamiento europeo como Norteamérica y Australia, para -después de la Segunda Guerra Mundial-, descender en la mayor parte del mundo, aumentando como consecuencia la esperanza de vida, que pasó de 48.8 a 65 años en la actualidad.
Entre las causas de este descenso se sitúa el invento de la penicilina y la consecuente aplicación de vacunas para combatir enfermedades anteriormente consideradas mortales; una mayor higiene y mejora en la alimentación; la sanidad organizada y generalizada, asumida como responsabilidad del Estado, y otros organismos internacionales.
Se combaten enfermedades, sobre todo contagiosas, pero surgen nuevas, como el SIDA/VIH o la reciente "neumonía asiática" o las derivadas del entorno social, como guerras y conflictos violentos, accidentes de tráfico o del medio ambiente, así como algunos tipos de cáncer originados por la contaminación ambiental o por catástrofes naturales.
Todos los aspectos enumerados redundaron en el descenso en la tasa de mortalidad infantil, elevada en épocas anteriores permitiendo un aumento en la esperanza de vida al nacer.
En la tabla 5 se puede observar la distribución de la mortalidad por continentes. Vemos como África y Europa tienen las tasas de mortalidad más elevadas, aunque por distintos motivos; en África, aunque en términos generales la mortalidad se ha reducido comparada con la que tenía a principios del siglo XX, mantiene niveles altos si tenemos en cuenta los datos para los otros continentes. Ello se refleja en la menor esperanza de vida de sus habitantes, con 20 años de vida menos que los europeos. Ahora bien, lo más sorprendente es la tasa de mortalidad infantil, pese a los adelantos que han tenido lugar en este ámbito y con organizaciones internacionales y no gubernamentales presentes en la zona para tratar de mejorar esta situación.
En Europa, la alta tasa de mortalidad es debida al envejecimiento demográfico, una de las características centrales en la población de los países más desarrollados.
Como ya señalamos en el punto anterior, los continentes no son homogéneos en su composición interna y manifiestan su situación en el proceso de transición demográfica mediante su relación con la mortalidad.
Así, en África, la tasa de mortalidad es más alta en el centro y en el oriente. Los países donde la esperanza de vida es más baja son Angola, Ruanda y Zambia, que tienen actualmente una esperanza de vida de 40 años. El norte del continente, sin embargo, incluye tasas bajas (siete por mil, excepto Sudán, que tiene 11 por mil) y la esperanza de vida se sitúa alrededor de 65 años.
El principal problema con el que se enfrenta el continente africano es el VIH/SIDA.14 Según la Revisión de la Población de 2006, 40 de los 62 países considerados como muy afectados por la epidemia están en este continente.
Se observa la evidente diferencia entre el norte y el resto de África. La cercanía con Europa influye notablemente en los cambios de sus características demográficas, lo cual produce que la esperanza de vida entre la zona mediterránea y el resto de África se sitúe en algunos casos en más de 15 años de diferencia.
En el continente americano, la tasa más alta corresponde a América del Norte, con nueve por mil, y la más baja, a América Central, con cinco por mil. Por países, Haití se distancia del resto, con una tasa de mortalidad de 15 por mil y una esperanza de vida de 47 años. La esperanza de vida para las mujeres supera 70 años en todas las zonas, mientras que los hombres no llegan a 70 en la zona del Caribe y en América del Sur.
Sin llegar a los contrastes de África, el continente americano muestra también diferencias entre el norte y el resto.
En Asia, los países con las tasas más elevadas de mortalidad son aquéllos que han tenido conflictos bélicos recientes: Afganistán (19 por mil), Timor Oriental (16 por mil), Irak (10 por mil), Laos y Camboya (14 por mil y 10 por mil). Son también los que tienen menor esperanza de vida.
La esperanza de vida más alta se da en Asia oriental, en concreto en Japón, donde es de 77 años para los hombres y de 84 para las mujeres.
La parte más desarrollada del continente, la Cuenca del Pacífico, cuenta también con los comportamientos más modernos demográficamente. El desarrollo económico y políticas adecuadas han contribuido a un descenso de la mortalidad y a un incremento de la esperanza de vida.
Europa cuenta con una alta tasa de mortalidad debido a la estructura por edades de la población, más envejecida que en otros continentes, ya que comenzaron antes el proceso de envejecimiento. No obstante, la subida se debe a los países del antiguo Bloque del Este y a los países bálticos, que tienen una tasa del 14 por mil. Son también los que menos esperanza de vida tienen: Rusia es el único país europeo que tiene una esperanza de vida inferior a 60 años. El paso del sistema de economía planificada al capitalista ha afectado seriamente a la población de esta zona.
El aumento en la esperanza de vida se observa en que, sobre todo para las mujeres, está ya en 80 años o más; España, Italia y Grecia, en el sur de Europa, tienen ya ese nivel.
El continente europeo no es una excepción en cuanto a las diferencias por áreas geográficas y estructurales; los datos muestran el contraste entre la Europa del Este y el resto de países. El paso del sistema comunista al capitalista ha afectado notablemente las variables demográficas vinculadas con la salud y, en consecuencia, con la esperanza de vida.
Finalmente, en Oceanía, la tasa de mortalidad es baja, con excepción de Papúa Nueva Guinea (11 por mil y 55 años de esperanza de vida al nacer).
La fecundidad
La fecundidad designa al número de hijos que tienen las mujeres y tiene dos componentes: uno biológico y el otro social. El componente biológico alude a la capacidad para reproducirse, y si bien constituye, como es obvio, una condición necesaria para la maternidad, no resulta suficiente por sí sola y sobre todo en sociedades donde el peso de la cultura es cada vez mayor. El que nazcan realmente más o menos niños depende en gran medida del entorno social en el que viven las personas.
Las oportunidades y las motivaciones para procrear varían considerablemente de unos entornos a otros, dando lugar a una gran variabilidad en el número de hijos o hijas por mujer.
Fue en Europa donde comenzó a plantearse el hecho de la reducción del número de hijos e hijas. Factores de tipo cultural, como el pensar en la educación o mayor bienestar material, y de tipo científico-técnico, como el invento de nuevas formas de controlar la fecundidad, fueron los causantes de que se iniciara el proceso de descenso en el número de hijos por mujer, llegando hasta el momento actual, en el que en algunos países no procrean el número necesario para el mantenimiento de la población en la generación siguiente, situándose el índice sintético de fecundidad en 2.1 hijos por mujer.
Dado su componente cultural, en el que se incluye una elección personal, el que la fecundidad descienda o se mantenga con las tasas características de una fecundidad natural ha presentado más dificultades que los cambios producidos en la mortalidad.
En la tabla 6 se incluye información sobre la tasa de fecundidad existente en la actualidad para el conjunto de los continentes.
El mayor contraste es el existente entre Europa y África; en su conjunto, las mujeres africanas tienen casi cuatro hijos e hijas por mujer más que las europeas. Veamos la diferencia entre las áreas en el interior de cada continente.
En África, el norte y el sur tienen tasas de fecundidad más bajas que la media continental, 28.3 por mil, mientras que el resto incluye tasas de más de 40 por mil. Hay tres países, Angola, Níger y Mali, con tasas de más de 50 por mil.
En lo que respecta al índice sintético de fecundidad, las mujeres del norte y el sur tienen a lo largo de su vida entre 3.5 y 3.1 hijos, mientras que en otras áreas llegan a alcanzarse los siete hijos, como en Níger, Mali, Somalia y República del Congo.
En el caso de la fecundidad, los contrastes se sitúan entre el norte y el sur del continente.
En el continente americano, el norte tiene una tasa de fecundidad de 14 por mil (la de Estado Unidos es más alta que la de Canadá). El centro cuenta con una tasa más elevada: países como Guatemala, Nicaragua y El Salvador, que son también los que presentan la media más alta de hijos por mujer, tres hijos.
Haití, en el Caribe, es el país con la tasa más elevada, 30 por mil. Argentina, Chile y Uruguay son los países con tasas más similares a las del norte.
En Asia se observa una diferencia notable entre la parte oriental (China y países cercanos), el centro-sur (Afganistán, Pakistán, India...) y el denominado Oriente Próximo (aquí denominado parte occidental), ya que en las dos últimas zonas tienen el doble de hijos que en la primera (3.9 frente a 1.8).
Algunos países tienen cinco o seis hijos por mujer, como Arabia, Irak, Palestina, Yemen, Afganistán y Pakistán. Mientras que en Japón, Hong Kong, Corea del Sur y Taiwán tienen un hijo y poco más.
Como en el caso de la mortalidad, el desarrollo y políticas demográficas tendentes a la reducción del número de hijos, han influido para que se produzca un descenso notable en el número de hijos por mujer. En algunos países asiáticos, como China, India, Pakistán... Se realizan "actuaciones demográficas" de consecuencias imprevisibles, como es el caso de los abortos realizados después de realizar la ecografía o la amniocentesis en el caso de que los fetos sean niñas. En este caso se relacionan dos variables, como son los adelantos tecnológicos médicos y las valoraciones culturales que llevan a que se prefiera el hijo varón a la hija.
Europa es el continente más homogéneo. Todo él ha entrado en la tercera fase de la denominada transición demográfica. Incluso en algunos países la tasa de fecundidad es más baja que la de mortalidad, con lo que se encuentran en peligro de pérdida poblacional continuada. Por ejemplo, tanto Ucrania como Rusia tienen una tasa de fecundidad de ocho por mil, mientras que la tasa de mortalidad es de 15 por mil. Albania es el único país europeo que tiene una media de más de dos hijos por mujer.
Finalmente, Australia y Nueva Zelanda se sitúan con tasas de fecundidad bajas, similares a las europeas. Algunos estados-islas, como Samoa, Salomón, Islas Marshall y Papúa Nueva Guinea tienen todavía una media elevada de hijos por mujer.
La estructura por edades
Vinculada con las tasas de fecundidad y mortalidad se sitúa la estructura por edades de la población. El concepto de estructura por edad y sexo alude al número de personas de una determinada edad y sexo existente en la sociedad y se construye a partir del input que constituyen los nacimientos en la edad cero y de las defunciones y movimientos migratorios a cada edad (Weeks, 1981: 222).
Según sea la proporción de individuos correspondiente a las distintas edades, se considera que una población es vieja o joven. En general, una población con más de, aproximadamente, 35 por ciento de sus componentes en edades inferiores a 15 años es considerada 'joven', y una población con más de 10 por ciento, aproximadamente, de sus miembros en edades de 65 o más años es considerada 'vieja'. Por otro lado, decimos que una población rejuvenece cuando la proporción de jóvenes sobre el total aumenta; inversamente, decimos que envejece cuando aumenta la proporción de personas de edad sobre el total. En la tabla 7 se observa la estructura según los tres grandes grupos de edad en los continentes, sobre la cual extraeremos posteriormente conclusiones.
Los contrastes son obvios en el conjunto mundial. Las sociedades más envejecidas son las europeas y las de Canadá y Estados Unidos (Alfageme, 2005), merced a unas tasas de natalidad bajas (15 por mil y a veces menos) y a una elevada esperanza de vida motivada por las mejoras sanitarias, alimenticias y por los beneficios proporcionados por el Estado de bienestar a esas edades y que conduce a que cada vez cuenten estas sociedades con un porcentaje superior de personas con más de 80 años, la denominada 'cuarta edad'.15
En el otro extremo, las menores proporciones de personas mayores se dan en el continente africano, seguido por Latinoamérica y Asia. Veamos si la distribución en el interior de los continentes manifiesta alguna diferencia notable.
En África, aunque bastante homogénea en su conjunto, se vislumbra un cambio de tendencia en algunas zonas. Por ejemplo, en el norte del continente, África mediterránea, el porcentaje de población con más de 65 años es ligeramente superior, cuatro por ciento, concretamente, Marruecos y Túnez tienen cinco y seis por ciento, respectivamente. En sentido contrario, su proporción de personas de menos de 15 años es de menos de 40 por ciento, siendo de igual manera Marruecos y Túnez los que incluyen menores proporciones, 33 y 31 por ciento, reflejo de que la tasa de fecundidad ya comenzó su disminución.
En otros países de África, como Costa de Marfil, Mauritania, Niger, Togo y Zambia, la proporción de personas de más de 65 años es de dos por ciento, mientras que otros países como Uganda y Niger tienen porcentajes de más de 50 por ciento de jóvenes, y Burkina Fasso, Burundi, Angola, República Democrática del Congo y Chad se acercan a esta proporción.
Estados Unidos y Canadá incluyen proporciones más envejecidas de población que el resto del continente americano (trece por ciento), mientras que los grupos de edad de menos de 15 años se sitúan sobre 21 por ciento. En América Central y América del Sur, sólo las poblaciones de 65 años y más de Cuba, Martinica, Puerto Rico, Argentina y Uruguay superan la proporción de 10 por ciento. Por el contrario, Guatemala, Nicaragua, Haití, Bolivia y Ecuador sólo cuentan con tres o cuatro por ciento de personas en ese grupo de edad.
Es en América Central donde se encuentra la población más joven. Mientras que Argentina, Uruguay y Chile son los países que se asemejan más en su estructura por edades a Canadá y Estados Unidos.
En Asia se observan también diferencias importantes en la estructura por edades de la población según las zonas: así, en la zona oriental, Japón, con 17 por ciento de su población mayor de 65 años; Hong Kong,16 con 11 por ciento, y Taiwán con nueve por ciento, son las zonas más envejecidas.
El resto del continente presenta contrastes sorprendentes, como Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos, que tienen uno por ciento de su población mayor de 65 años y 26 por ciento es menor de 15 años; Georgia (antigua Unión Soviética) tiene 13 por ciento de población envejecida y 20 por ciento menor de 15 años; Israel, 10 por ciento de población mayor de 65 años. En Asia central y del sur las proporciones de personas de más de 65 años oscilan entre cuatro y cinco por ciento como media.
Europa es, sin duda alguna, el continente con la población más envejecida. Superan la media de 15 por ciento: Reino Unido, 16 por ciento; Suecia, 17 por ciento; Alemania, Bélgica, España, Grecia e Italia, con 18 por ciento. En el extremo opuesto se encuentran Albania (seis por ciento), Bosnia-Herzegovina (ocho por ciento) y Moldavia (nueve por ciento).
La población de menos de 15 años es menor de 20 por ciento en casi todos los países del norte, del occidente y de la Europa oriental, excepto Moldavia.
Es en la Europa del sur donde los contrastes son mayores: Albania (33 por ciento), Macedonia (23 por ciento), España (15 por ciento) e Italia (14 por ciento). La explicación está en las diferentes estructuras sociales y económicas que componen los países de esta zona europea.
Vemos, pues, que Europa no es tampoco un continente homogéneo en lo que a su estructura por edades se refiere, manifestando los importantes acontecimientos que tuvieron lugar en su territorio con la caída del Muro de Berlín y la consecuente desmembración de la Unión Soviética y la antigua Yugoslavia, así como la guerra de los Balcanes que tuvo lugar a principios de la década de 1990, con grandes consecuencias políticas y demográficas.
Finalmente, en Oceania, el contraste se sitúa entre Australia y Nueva Zelanda, con más de 10 por ciento de la población mayor de 65 años y microestados como Islas Marshall (tres por ciento de ancianos), Islas Fidji (cuatro por ciento), Islas Salomón (tres por ciento), pero con proporciones mayores de personas jóvenes.
Las migraciones
A principios del siglo XX, Europa dominaba el mundo y los asentamientos de poblaciones con origen europeo se situaban en América, Oceania y en menor escala Asia y África, donde aunque el proceso de colonización aún persistía, la población que se trasladó fue menor.
Antes de la Primera Guerra Mundial, el número de europeos establecidos fuera de Europa podía suponerse en 160 millones de personas (Dupáquier, 2002: 29), de los cuales 138 millones se ubicaron en América, 15 millones en Asia, dos millones en África y cinco millones en Oceanía.
Después de la Gran Guerra, las migraciones internacionales siguieron siendo altas. Entre 1926 y 1930, más de 4 300 000 europeos se desplazaron a otros lugares del planeta.
La Segunda Guerra Mundial supuso también unos desplazamientos importantes de población por causas políticas y de persecución: judíos europeos hacia América e Israel (Estado creado en 1948); españoles hacia Francia; desplazamientos rusos hacia Siberia. Son sobre todo desplazamientos políticos, muchos de ellos organizados por la Organización Internacional de los Refugiados.
A partir de 1960 se observa un cambio en el origen de los flujos transoceánicos. Comienzan a llegar a Estados Unidos poblaciones del Caribe, de Filipinas, de Corea, etcétera, y a Europa Occidental, del Norte de África, de Turquía y del sur de Europa (Portugal y España) debido a que la reconstrucción y expansión económica de Centro Europa necesitaba mano de obra para ello. Países anteriormente emigrantes se convierten ahora en países de acogida de inmigrantes, generalmente trabajadores no cualificados que trabajarán en la construcción, en el sector del automóvil y en los servicios.
Según Dupáquier (2002: 98), desde la crisis del petróleo de 1973 el volumen de las migraciones internacionales comenzó a disminuir. Persisten las corrientes migratorias relacionadas con el mercado laboral, a las que se añaden nuevos flujos y redes: movimientos de refugiados, demandantes de asilo y provenientes de los antiguos países comunistas.
Entre 1980 y 1993, Europa occidental acogió a 14 millones y medio de inmigrantes; los Estados Unidos, ocho millones y medio, Canadá, 1 750 000, y Australia, 1 300 000.
En los comienzos de la década de 1980, los orígenes de las migraciones se situaban en México, las Antillas, el Magreb, Turquía, Asia Meridional. Se dirigen a Europa, Estados Unidos y Canadá, y los países petrolíferos. En esta época, a las migraciones individuales en busca de trabajo se juntan los agrupamientos familiares, por lo que se convierten en migraciones de asentamiento.
Cobran también importancia progresiva los refugiados y los que buscan asilo. Los primeros son los afectados por masacres y guerras civiles en sus países de origen: según el ACNUR, se podían contar en 1995 un total de 13 236 000 millones en todo el mundo.
Los que buscan asilo son personas perseguidas o amenazadas que piden ser acogidas en un país extranjero. La cifra llegó a ser, entre 1983 y 1995, de 4 526 000 millones. También se pueden incluir los inmigrantes clandestinos o sin papeles que en Europa podrían ser dos millones y en Estados Unidos cuatro millones. Estas personas son las que sufren las peores condiciones de vida por carecer de un trabajo estable y bien remunerado, por carecer del derecho de ciudadanía, por lo cual no "existen", a efectos de los beneficios sociales proporcionados por los países occidentales con sistemas de Estado del Bienestar, así como por estar, en muchas ocasiones, alejados de su cultura y de su gente. Desgraciadamente, y como consecuencia de la crisis económica actual, los países desarrollados del norte están poniendo barreras para la entrada de personas si no llevan un permiso de trabajo concertado previamente, así como una serie de controles "policiales" para detectar migrantes ilegales en el interior de los estados y devolverlos a sus países de origen, dejándolos el tiempo que dura la extradición en centros casi carcelarios, ya que se les impide la salida de ellos.
Desde el fin de la guerra fría y la consiguiente globalización del sistema económico capitalista, el funcionamiento migratorio del planeta se ha organizado alrededor de los polos más significativos de esta sociedad global: Estados Unidos, Europa occidental, Japón, República de Sudáfrica y ciertos estados de producción petrolera en Asia.
Los flujos migratorios se diversifican y se globalizan en detrimento de las relaciones clásicas de país a país (Simon, 2002: 2). Otro cambio señalado en las emigraciones a nivel internacional, es que las mujeres están más presentes que con anterioridad, así como también que se incrementan los flujos de personas cualificadas, por ejemplo, ingenieros de la India especializados en informática, que son llamados por empresas alemanas porque en este país no hay bastantes técnicos especialistas.
En este principio del siglo XXI son indiscutiblemente los países del sur los que alimentan cuantitativamente las migraciones internacionales. Asia se impone como la primera región de salidas (también es la que tiene mayor población), seguida de África, y Centroamérica y el Caribe.
Apuntemos a continuación una tipología para distinguir tres tipos de países de salida:
1. Los países emisores de mano de obra más o menos cualificada. En estos países, la migración internacional aparece como un medio de lucha contra la pobreza, una vía de acceso para la dignidad y la instrucción para los individuos y sus familias. Entre ellos se sitúan: Indonesia, Filipinas, Bangladesh, Sri Lanka, Nepal, México, Haití, Colombia, Perú, Ecuador, Bolivia, Turquía, Egipto, Marruecos, Túnez, Argelia, Sahara Occidental, Senegal, Mali, Ghana, Lesotho, Botswana, Polonia, Bulgaria, Rumania, Albania, China e India.
2. Los países exportadores de personal cualificado. Las estrategias de desarrollo de las grandes empresas multinacionales en expansión en la sociedad global impulsan nuevas movilidades internacionales en el interior de las grandes economías del planeta como América del Norte, la Unión Europea, Japón, Australia y Nueva Zelanda. La circulación mundial de elites cualificadas es una de las formas de migraciones internacionales en la actualidad en las que también se pueden incluir países del sur, como India y Líbano (ingenieros e informáticos).
3. Los países productores de refugiados. Los conflictos y la intolerancia continúan alimentando las migraciones forzosas. Según ACNUR, el número de refugiados en 2001 se situaba entre 13 y 18 millones de personas. En la última década, África fue el continente más afectado. También Asia central (Kurdistán, Irak, Afganistán, repúblicas caucásicas ex soviéticas). El desmembramiento de Yugoslavia provocó cinco millones de desplazados.
Con la internacionalización de los flujos migratorios y el establecimiento de mecanismos legales para el control del fenómeno migratorio en los países de llegada, una serie de países se han constituido en países de tránsito entre los de salida y los de llegada: Turquía, México, Malasia, Senegal y Marruecos ilustran el caso de estos países donde se combinan flujos de salida propios del país con el tránsito de migrantes no nacionales de dichos países con objetivos de desplazarse a los polos de atracción. El caso de la frontera mexicana con Estados Unidos, Marruecos y el cruce por el estrecho de Gibraltar de poblaciones oriundas de África, el estrecho de Malaca entre Indonesia y la península malasia.
En lo que se refiere a los países de acogida, Estados Unidos sigue siendo el primer polo de atracción mundial, con 28 millones de personas nacidas en el extranjero en 1999 (Simon, 2002: 4); el segundo grupo lo constituyen India y Pakistán, con 8.6 y 7.3 millones, respectivamente, y Alemania, con 7.3 millones.
Un tercer grupo estaría integrado por Canadá (cinco millones), Australia (4.4 millones), Arabia Saudí (cuatro millones), Costa de Marfil (3.4 millones), Francia (3.2 millones), Reino Unido (2.2 millones) y Hong Kong (2.2 millones).
A la cabeza de los países de inmigración que han registrado un saldo migratorio positivo más elevado en el decenio 1990-2000 se sitúan los Estados Unidos (con 1.1 millón de media anual), después Alemania (359 000), Rusia (320 000), Canadá (141 400), Italia (116 100), Singapur (61 800), Israel (45 400). En conjunto, los países de la Unión europea han ganado 8 640 000 personas con la llegada de inmigrantes en el transcurso del periodo, o sea 864 000 por año de media.
También es significativa la existencia de un grupo de países como los Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Qatar, Arabia Saudita, Bahrein, Omán... en los que el porcentaje de población procedente de otros países es elevado, como consecuencia de los flujos migratorios ocasionados por la oferta de puestos de trabajo en la industria petrolífera.
Los movimientos migratorios mundiales manifiestan los grandes desequilibrios entre el norte y el sur, poniendo en evidencia las necesidades de los distintos mercados de trabajo, las consecuencias del proceso de envejecimiento de las poblaciones del norte y las aspiraciones legítimas de las poblaciones desfavorecidas del sur. La revolución mediática juega un papel amplificador en la percepción mundial de las frustraciones y contribuye a la extensión de las migraciones en un mundo donde la aspiración a la dignidad de la existencia y el acceso a la cultura estarán cada vez más en el centro de los procesos de movilidad espacial y social (Simon, 2002: 4).
La población mundial en una sociedad global
La globalización, como proceso todavía en marcha, se aceleró en la década de 1990 con la caída del Muro de Berlín, la expansión del capitalismo como único sistema económico y la generalización de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC), al permitir conexiones rápidas entre los diferentes lugares del mundo. Ahora bien, en lo referente al ámbito político, el proceso se inició con la creación de las Naciones Unidas al finalizar la Segunda Guerra Mundial como intento de gobierno cosmopolita o global.
Es en este organismo internacional donde se introdujo el tema de la población como prioritario en su agenda política e institucional, considerándolo una cuestión "global" al observar las interconexiones que se planteaban entre las diversas sociedades. Fueron los departamentos de las Naciones Unidas los que implementaron políticas y actuaciones tendentes a modificar las componentes demográficas, acorde con lo sucedido en Europa.
Inicialmente, los objetivos se centraron en la reducción de la tasa de mortalidad, especialmente la tasa de mortalidad infantil, aspecto prioritario en los Objetivos del Milenio de 2000, y posteriormente, a propuesta de diversas instituciones y centros de investigación privados, las campañas y programas se dirigieron a reducir las tasas de fecundidad en aquellos países que las mantenían acordes con el denominado "antiguo régimen demográfico", conscientes de que un crecimiento desorbitado de la población en los países del sur podría tener consecuencias negativas para los países del norte.
El panorama actual presenta a Europa con una población estable y envejecida, mientras que América del Norte y Australia tienen tasas bajas de crecimiento interanuales, manifestación de que el proceso de transición demográfica ha concluido. Diferente es la situación en el resto de los países, en los cuales, pese a los descensos en la tasa de mortalidad y fecundidad, mantienen una estructura de edades joven, origen de tasas de crecimiento interanuales altas.
El comportamiento demográfico, en general, tiende a converger en el sentido de bajas tasas de mortalidad y fecundidad, si bien el análisis detallado nos ha permitido observar las divergencias y desigualdades entre las diferentes áreas y regiones, las cuales manifiestan, sin lugar a dudas, las desigualdades en los niveles de desarrollo existentes. El boom de crecimiento se ha producido con más intensidad y durante más tiempo en aquellos países en los cuales los valores con respecto de la fecundidad son positivos, así como en los estados que han intervenido en menor grado en la implementación de políticas demográficas, pese a los esfuerzos de las agencias internacionales.
Otra manifestación de la globalización de la población hace referencia a los procesos migratorios, a los movimientos de la población, según datos del Estado de la Población, hay 191 millones de personas fuera de sus lugares de origen, movimientos que han sido continuos en la historia de la especie humana y considerados en el presente como estigmatizados en muchos lugares del mundo, donde se construyen barreras físicas, policiales y legales para frenar la llegada.
Cuando la población europea aumentó su número, la población sobrante se trasladó a otras partes, fundamentalmente al continente americano. En la actualidad, los excedentes de población o los grupos que quieren "mejorar" su situación se trasladan a los países del Norte en busca de un trabajo, de un salario mejor remunerado que en sus países de origen y con el que ellos o ellas y sus familias puedan progresar. El envío de remesas de unos países a otros refleja la existencia de la sociedad global, si bien también de la desigualdad entre los países. Los movimientos migratorios tienen a su vez, una zona oscura: las mafias que trafican con personas, bien para el mercado laboral ilegal, bien en la prostitución, y que reflejan los efectos perversos que este proceso está teniendo.
Finalmente, la globalización como expresión del sistema capitalista en su fase extrema implica una serie de riesgos, al decir de Ulrich Beck, que tienen sus manifestaciones en una serie de crisis, interrelacionadas entre sí, que amenazan continuamente a la sociedad global, si bien de forma desigual; nos referimos en concreto a la actual crisis alimentaria que está afectando especialmente a aquellos países más pobres y más poblados. En el lado opuesto, las necesidades de la población de los países ricos y de sectores de población de los países que han mejorado sus perspectivas económicas se vuelven más exigentes, lo cual supone un consumo de energía, de alimentos y de productos que pueden ser destructores del ecosistema, con consecuencias no deseadas para la supervivencia del planeta y que, sin duda alguna, afectan también a las poblaciones del resto de sociedades que se conforman, en muchos casos, con la subsistencia diaria.
Áreas y regiones del mundo
ÁFRICA
Este: Burundi, comoros, DJibuti, Eritrea, Ethiopia, Kenya, Madagscar, Malawi, Mauricio, Mozambique, Reunion, Rwanda, Seychelles, Somalia, Uganda, Tanzania, Zambia, Zimbabwue.
Centro: Angola, Camerún, Africa Central, Chad, Congo, República del Congo, Guinea Ecuatorial, Gabón, Santo Tomé y príncipe.
Norte: Algeria, Egipto, Libia, Marruecos, Sudán, Túnez, Sahara Occidental.
Sur: Botswana, Lesotho, Namibia, Sur Africa, Swaziland.
Oeste: Benin, Burkina Fasso, Cabo Verde, costa de Marfil, Gambia, Ghana, guinea, guinea-Bissau, Liberia, Mali, Mauritania, Níger, Nigeria, Santa Helena, Senegal, Sierra Leona, Togo.
ASIA
Este: China, Japón, Corea Norte y Corea Sur, Mongolia.
Centro-sur: Afganistán, Bangladesh, Bhutan, India, Irán, Kazakhstan, Kirguistán, Maldivas, Nepal, Pakistán, Sri Lanka, Tajikistan, Turkmenistan, Uzbekistan.
Sur-Este: Brunei, Camboya, Indonesia, Laos, Malaysia, Myanmar, filipinas, Singapur, Tailandia, Timor Leste, Vietnam.
Oeste: Armenia, Azerbaijan, Bahrain, Chipre, Georgia, Iraq, Israel, Jordania, Kuwait, Líbano, Palestina, Omán, Qatar, Arabia Saudita, Siria, Turquía, Emiratos Árabes, Yemen.
EUROPA
Este: Bielorusia, Bulgaria, República Checa, Hungría, Polonia, Moldavia, Rumania, Rusia, Eslovaquia, Ucrania.
Norte: Islas del Canal, Dinamarca, Estonia, Islas Feroe, Finlandia, Islandia, Irlanda, Isla de Man, Lituania, Letonia, Noruega, Suecia, Reino Unido.
Sur: Albania, Andorra, Bosnia Herzegovina, Croacia, Gibraltar, Grecia, Italia, Malta, Portugal, San Marino, Serbia, Montenegro, Eslovenia, España, Macedonia. Oeste: Austria, Bélgica, Francia, Alemania, Liechtenstein, Luxemburgo, Mónaco, Holanda, Suiza.
AMÉRICA
Caribe: Bahamas, Barbados, Caimán, Cuba, Dominica, República Dominicana, Guadalupe, Haití, Jamaica, Martinica, Puerto Rico......
Centro: Belize, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá.
Sur: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Malvinas, Guyana, Paraguay, Perú, Uruguay, Venezuela.
Norte: Canadá, Groenlandia, Estados Unidos.
OCEANÍA
Australia y Nueva Zelanda. Melanesia, Micronesia y Polinesia.
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1 Señala Renato Ortiz (1994) que el término sociedad global fue acuñado por G. Gurvith en 1950 para referirse a los fenómenos sociales totales que engloban y trascienden a los grupos, las clases sociales e incluso los estados. Años más tarde, Wilbert Moore escribe un texto con el título "Sociedad global: el mundo como sistema singular".
2 Recordemos el censo romano en Judea cuando el nacimiento de Jesucristo.
3 Incluso las agencias de inteligencia y los comités de asesoramiento militar recomendaban la asistencia a los países del Tercer Mundo, por motivos de seguridad nacional.
4 La agenda-setting se define como grupo de cuestiones (cluster of issues) en torno al cual se organiza la actividad política.
5 "...si aumenta la población, aumenta la demanda de alimentos y de bienes materiales, de mercancías; si aumenta la demanda de alimentos, debe aumentar la producción agrícola; si aumenta la producción agrícola, debe aumentar el uso de abonos y pesticidas, como aumentan el empobrecimiento y la erosión de suelos cultivables; si aumenta el empobrecimiento de los suelos, disminuye la producción agrícola y por tanto la disponibilidad de alimentos; si disminuye la disponibilidad de alimentos, aumenta el número de personas desnutridas y famélicas; si aumenta la demanda de bienes materiales, de energía y de mercancías, aumentan la producción industrial y la extracción de minerales, de agua y de combustibles de las reservas naturales; si aumenta el empobrecimiento de las reservas naturales económicas, aumentan las guerras y los conflictos por la conquista de los recursos escasos; si aumenta la producción industrial, aumentan la suciedad y la contaminación del medio ambiente, si aumenta la contaminación ambiental, disminuye la salud humana... "
6 En las mismas fechas se reunió el Forum de las Organizaciones No Gubernamentales que reunió a más de 4 200 delegados en representación de 1 500 organizaciones no gubernamentales de 133 países interesados en las cuestiones de población, derechos de las mujeres, preservación del medio ambiente, derechos humanos, desarrollo y salud.
7 Para más información consultar: International Conference on Population and Development, A/Conf 171/13/Add. 1, 18 october 1994.
8 Lógicamente, siempre son cifras aproximadas y obtenidas de manera indirecta.
9 Título original: An essay on the Principle of Population, as it affects the future improvement of society.with remarks on the speculations of Mr Godwin, M Condorcet, and other writers.
10 Chesnais diferencia tres tipos de transición demográfica en los países occidentales: el tipo nórdico (larga transición demográfica, entre 150 y 200 años), el tipo centro occidental (corta duración, entre 90 y 100 años) y el tipo meridional y oriental (de unos 90 años de duración, conseguido con posterioridad a los otros tipos).
11 La tasa de crecimiento de la población mundial para el periodo 2000-2005 ha sido de 1.2. Las desigualdades entre los continentes se sitúan en África (2.2) y Europa (0.0). Por regiones, las diferencias extremas se sitúan en África Central (2.6) y Europa del Este (-0.5).
12 En España, las tasas de fecundidad son insuficientes para mantener el reemplazo generacional, incluso con la llegada de población inmigrante joven, por lo que se han implementado recientemente una serie de medidas para paliar este hecho, como son la concesión de 2500 euros con el nacimiento de un hijo o hija, el considerar familia numerosa a las familias con tres hijos o con dos y uno de ellos minusválido, excedencias parentales para cuidar a los hijos e hijas sin retribución pero con el mantenimiento del puesto de trabajo y la consideración de tiempo trabajado a efectos de la jubilación o desempleo, así como posibilidad de reducción de jornada para el cuidado de los y las hijas, tanto para padres como para madres.
13 Las regiones centrales dominan el comercio mundial, controlan las tecnologías, concentran los más altos niveles de productividad y economías diversificadas y se caracterizan por tener unos niveles de vida y de consumo altos. Las regiones semiperiféricas son explotadas por las centrales y explotan a las periféricas. Las periféricas son las que reciben una mayor explotación y tienen el más bajo nivel de vida, con tecnologías tradicionales, poco consumo y baja productividad.
14 VIH: virus de inmudeficiencia humana. SIDA: síndrome de inmunodeficiencia adquirida.
15 La proporción de personas de más de 80 años es actualmente 1.3 por ciento (2005). La proyección para 2050 es de 4.4 por ciento situándose Europa en cabeza con 9.6 por ciento de la población (World Population Prospects: The 2006 Revision, 2007).
16 Aunque forma parte de China desde 1997, tiene comportamientos demográficos diferentes.
Información sobre la autora
Mercedes Alcañiz. Licenciada en Ciencias Políticas y Sociología con especialidad en población y ecología humana por la Universidad Complutense de Madrid. Doctora en Ciencias Políticas y Sociología. Profesora titular de Sociología en la Universidad Jaume I de Castellón, en la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales. Recientemente ha publicado: en coautoría con J. S. Bernat, y R. Marti, 1999, La situado sociodemográfica de la dona á Vilareal, Regiduría de la Dona, Ajuntament de Vila-real; con Ma. J. Frau, 2000, Las mujeres del Baix Maestrat en el siglo XXI, Iniciativa Comunitaria NOW, Fondo Social Europeo; 2006: Movimientos de población en la sociedad global, UJI. Castellón; y 2008, "Globalización y desarrollo local" en De la economía global al desarrollo local, PUV, Valencia. Es miembro de la Sociedad Valenciana de Población. Correo electrónico: mercedes.alcaniz@fis.uji.es.