Producto de un esfuerzo colaborativo entre autores de México, Tayikistán, Azerbaiyán y Rusia, esta obra hace, tal como su título lo anuncia, aportaciones analíticas desde el territorio mexicano sobre las relaciones internacionales de los “olvidados de Eurasia” con la finalidad de identificar su importancia en la política regional y en el escenario internacional. El libro se divide en cuatro partes representativas de cada mesorregión analizada, véase Europa del Este, el Cáucaso, Asia central y el Sur y Sureste asiático, y que en conjunto forman parte de la macrorregión euroasiática. Sin incluir la introducción, las cuatro secciones de este volumen tienen 17 capítulos, cuatro de ellos breves, pero sustanciales, para presentar cada mesorregión y 13 analíticos, repartidos de forma que cada país tenga su propio capítulo. Por esta razón, en la primera sección del libro se encuentran los capítulos sobre Europa del Este: Moldavia y Bielorrusia; en la segunda los del Cáucaso; Armenia, Azerbaiyán y Georgia; en la tercera los de Asia Central: Tayikistán, Kirguistán, Turkmenistán y Mongolia y, en la cuarta, los del Sur y Sureste asiático: Nepal, Laos, Myanmar y Timor del Este.
Los autores encargados de la introducción, en este caso los coordinadores de la obra, definen en ella los conceptos de “mesorregión” y “macrorregión”, que se usan con frecuencia en todo el volumen y que son indispensables para entender los temas incluidos en el libro. Se justifica la inclusión de los 13 países desde dos flancos, siendo uno la poca, o casi inexistente, literatura que hay sobre ellos en español, y el otro su escaso poder mundial, de acuerdo con el índice “Daniel Morales”. Debido a que más de 15 autores se reúnen para redactar, el lector podría inferir que no habrá un orden fijo en cada capítulo, empero, la introducción deja muy en claro el hilo conductor clave que da cohesión al libro, constituido por una inclusión breve de información y datos básicos -históricos, burocráticos, económicos y sociales- de cada país y un análisis sobre su política exterior que incluya un contraste entre sus doctrinas oficiales y su comportamiento real.
La primera parte del volumen empieza con el capítulo titulado “Europa del Este: Moldavia y Bielorrusia”, de Eduardo Palacios Cabrera. En las tres páginas que lo componen, el autor define a esa mesorregión e incluye a un repaso histórico esencial para entenderla. Seguido de ese capítulo viene “Moldavia: entre la integración europea y el conflicto de Transnistria”, donde Konstantin Petrovich Kurilev, autor ruso, da un panorama general sobre las prioridades de la política exterior moldava, como lo son sus relaciones bilaterales con la Unión Europea (UE), y Rusia. Si bien el texto cumple su función introductoria, el tema más importante para el análisis de Moldavia, las disputas con Transnistria, no recibe mucha atención ni tampoco se elabora más el cómo o por qué del involucramiento de Rusia en ello. Para finalizar esta primera parte, Eduardo Cabrera regresa con el texto “Bielorrusia: en las postrimerías del autoritarismo en Eurasia”, donde da una explicación profunda, pero al mismo tiempo breve, de todas las circunstancias históricas, políticas y económicas que marcan el comportamiento de esta joven nación, la cual separa a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), de Rusia. Si se ignora a Lukashenko y a Rusia, es imposible entender a Bielorrusia y su importancia en la mesorregión y el mundo.
La segunda parte también la abre Eduardo Cabrera, pero ahora es con “Cáucaso: Armenia, Azerbaiyán y Georgia”, texto que incluye la composición de la mesorregión. Le sigue el capítulo “Armenia en el tablero regional e internacional”, de Mónica Apango Partida y Tania Yadira Durán González. Lo acertado del texto es que las autoras explican los “cuatro momentos fundacionales” del Estado armenio, bases históricas de su identidad nacional y que influyen en la definición de sus objetivos de política exterior. Lo desatinado es que el capítulo es muy limitado. Aunque las autoras den una explica ción sobre el origen del conflicto de Nagorno Karabaj, omiten información crucial sobre la postura de Armenia ante esa disputa. Por ejemplo, no incluyen cómo el Estado armenio ha tratado las propuestas de solución desde el cese al fuego en 1994 hasta 2020, creando así una brecha histórica casi de 30 años. Esa exclusión puede hacerle inferir al lector que Armenia tiene toda la responsabilidad de que sea imposible resolver ese problema por vía de mecanismos pacíficos. Sin pensar mucho, esa hipótesis para alguien con conocimientos del tema es claramente errónea, sin embargo, para un lector primerizo puede llegar a sonar coherente. Sumando a este importante fallo del texto, es preocupante que también tenga un error geográfico tan básico que es la confusión de la actual capital de Turquía, la cual es Ankara y no Estambul como afirman las autoras (localizado en la página 86).
Después sigue “Azerbaiyán: influencia en ascenso en condiciones de turbulencia en el Cáucaso sur”, por el autor azerbaiyano, Mirmehdi M. Aghazada. Mediante un análisis extenso, se expone por qué Azerbaiyán es el país más poderoso, y tal vez más importante, del Cáucaso: su uso estratégico del petróleo y la formalización de importantes alianzas estratégicas con Turquía, Rusia e Irán. Sobre la cuestión de Nagorno Karabaj, el texto ofrece la postura de Azerbaiyán sobre ese conflicto y enlista todos los intentos, impulsados por ese país y otros actores, enfocados en construir una solución pacífica. Si el lector quiere tener un gran primer acercamiento sobre las complejidades políticas e internacionales de Georgia, puede consultar sin dudar “Georgia en la encrucijada del Cáucaso”, capítulo final de la segunda parte del libro, a cargo de Jorge Luis Méndez Martínez. Incluye toda la información esencial sobre esta pequeña nación con el objetivo de entender su realidad e importancia actual en el escenario internacional. Lo anterior incluye los problemas territoriales de Georgia con Abjasia y Osetia del Sur, el frágil estatus de su economía y los intentos de anexionarse a la OTAN como medida de seguridad preventiva contra Rusia.
A diferencia de los dos capítulos introductorios previos sobre la mesorregión, el dedicado a la tercera parte, “Asia Central: Tayikistán, Kirguistán, Turkmenistán y Mongolia”, de Eduardo Tzili-Apango, no sólo define la mesorregión de Asia Central, sino que además defiende la inclusión de Mongolia en ella, la cual se justifica por los lazos sociales e históricos compartidos entre ambos. Después de ese capítulo se encuentra “Tayikistán: entre la transición política y la amenaza de Afganistán”, de Eduardo Cabrera y Komron H. Rakhimov, autor tayiko. En sus casi 40 páginas, ambos autores dibujan un argumento conciso sobre la forma en que la guerra civil de Tayikistán, que data de los años noventa, cimentó las bases para la creación de un gobierno autoritario liderado por el presidente Emomali Sharipovich Rahmon (1992-2023). Sin esa información, no es posible entender por qué la política exterior tayika aboga por una “buena vecindad”, se preocupa por la inestabilidad en Afganistán y lucha contra la propaganda en favor de la guerra, lo cual es curioso porque Tayikistán tiene una base militar rusa en su territorio. El siguiente capítulo, “Kirguistán: democracia y geopolítica en el corazón de Asia Central”, de Mónica Ramos Flores, se concentra en explicar el cómo la geografía y los escasos recursos naturales tienen un peso considerable en la política exterior kirguisa. Asimismo, se exploran temas que le resultarán curiosos al lector, como la constante lucha de la población kirguisa en favor de la democracia y su gran parecido con México, ya que Kirguistán comparte la misma ardua contienda por diversificar su política exterior. Previo a pasar al siguiente capítulo, destaca que la autora se tome la molestia de explicar el significado del nombre del país y el estatus actual de las relaciones diplomáticas entre Kirguistán y México.
En el capítulo “Turkmenistán: gas y algodón, artistas de política exterior”, el autor José Ernesto Rangel Delgado hace una síntesis valiosa sobre la historia turkmena y cómo la producción de gas y algodón influyen en los objetivos y dirección de la política exterior de Turkmenistán. La industria de aquellas materias primas condiciona a esa nación a mantenerse cercana a China, Irán, India y Europa. Al igual que en el texto anterior, se resalta el valor añadido de incorporar el significado de la bandera y el nombre de “Turkmenistán”. En “Mongolia: una democracia con pasado imperial”, de Eduardo Tzili-Apango, el lector encontrará, en el final de esta sección del libro, un texto apasionante y muy completo sobre las particularidades mongolas en temas de política exterior. A criterio del autor, la posición geográfica de este “Estado colchón”, al dividir a los grandes poderes regionales, Rusia y China, le brinda a Mongolia su famosa estrategia de “debilidad dura”, que le permite alcanzar con éxito sus objetivos. Además, Mongolia es internacionalmente conocida por ser la “Ginebra” del Noreste asiático, al tener buenas relaciones diplomáticas con todo el mundo y, gracias a ello, ser el puente de diálogo para naciones confrontadas entre sí, como la japonesa y la norcoreana. Mongolia tiene más que ofrecer fuera del pasado imperial de Gengis Kan y el autor lo evidencia con demasía.
Llegando ya a la parte final del volumen se encuentra el texto de Jaqueline Briceño Montes con “Sur y Sureste de Asia: Nepal, Laos, Myanmar y Timor del Este”. Siguiendo la misma línea de escritura de los anteriores, este capítulo se dedica a explicar la estructura de esta mesorregión. A continuación sigue “Nepal: un país montañoso, vecino de dos gigantes”, de Edith Yazmín Montes Incin y Emir González Calderón. Ambos comienzan con una historia precisa del Estado nepalí que abarca desde el siglo XVIII hasta XXI, periodo largo, pero necesario, si se quiere entender la política exterior nepalí actual. No obstante su pasado imperial, Nepal ahora está relegado a mantener relaciones pacíficas y fructíferas con China y la India si desea mantener su unidad territorial intacta. Junto a todo lo positivo de este capítulo, se reconoce que los autores incorporen el significado de la bandera nepalí y el estatus contemporáneo de las relaciones diplomáticas entre Nepal y México. El antepenúltimo capítulo, “Laos: país puente en el sureste asiático”, de Eduardo Luciano Tadeo Hernández, se ocupa de estudiar principalmente la política exterior lao hacia China, país del que es dependiente en términos económicos. En vista de esa relación asimétrica con su poderoso vecino y una pobre presencia en el mundo, Laos ha usado estrategias para remediar ese statu quo desfavorable. Entre ellas se encuentran una creciente participación en foros internacionales, como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ANSEA). Algo que queda a deber este capítulo es un análisis más completo y no sólo menciones sobre las relaciones entre Laos y sus otros vecinos importantes: Vietnam, Tailandia y Myanmar. Si bien China es el más relevante sin duda alguna, se debe evitar ignorar a los demás; es como si se excluyera a los países centroamericanos de un estudio enfocado a entender la política exterior mexicana.
El penúltimo capítulo lo escribe Lucero J. López Olivares y se llama “Myanmar: política exterior y desarrollo diplomático”. La autora discute sobre cómo Myanmar siempre encontrará un aliado confiable en China, dando pie, según ella, a la relación bilateral “paukphaw”. Ambas naciones se necesitan mutuamente; Myanmar quiere los vastos recursos económicos chinos y China quiere los recursos naturales birmanos. Un gran acierto de este capítulo es su atención en el detalle con las tres variables claves para apreciar bien el razonamiento que los militares birmanos usaron a la hora de diseñar la política exterior de su país: su intrincado desarrollo como Estado-nación, el budismo y los problemas étnicos. Finalmente, para China y la India, Myanmar es un aliado imprescindible y harán lo necesario a fin de mantenerlo cerca. Para cerrar el libro, “Timor del Este: los retos de un nuevo Estado-nación”, por Jaqueline Montes, construye un argumento en donde esta pequeña joven nación del sudeste asiático tiene que usar su política exterior para sobrevivir. Siguiendo el mismo hilo cohesivo presentado en la introducción, el texto incluye el obligado repaso histórico de Timor del Este y sus relaciones diplomáticas con los gigantes regionales, Indonesia y Australia, e instituciones internacionales, ANSEA y la ONU. Puede que sea un capítulo corto, empero, la autora logra darle al lector un acercamiento más que competente.
A grandes rasgos, Los olvidados de Eurasia. Aportaciones desde México es una gran compilación de varios ensayos sobre algunos países de la macrorregión euroasiática que no reciben tanta atención de la academia mexicana y, a su vez, carecen de mucha importancia mundial. El trabajo conjunto entre autores mexicanos e internacionales le da un toque especial a este libro, además de ser un diferenciador importante respecto a obras de carácter similar. La labor de traducir al español los capítulos escritos en ruso por los autores extranjeros es de agradecerse. Otro punto a favor de este volumen es la posibilidad de leer sus capítulos en forma salteada, porque cada uno funciona por su cuenta. A modo de conclusión, se puede considerar que Los olvidados de Eurasia. Aportaciones desde México es una lectura obligatoria para cualquier interesado en el tema. Sin embargo, el libro no está exento de problemas o áreas de oportunidad.
Comenzando con lo más sencillo, si se piensa publicar futuras ediciones o secuelas de esta obra (y se espera que así sea porque este volumen es un magnífico ejercicio), debe cuidarse todavía más la cohesión entre todos los textos. No es correcto que sólo algunos capítulos vayan más allá al incluir datos tan importantes como el significado del nombre y la bandera de los países, junto al estatus actual de sus relaciones diplomáticas con México. Si se quiere tener una obra relevante en la academia mexicana, incluir esto último es prioritario. Asimismo, el libro carece de una conclusión general. Se entiende que podría no ser necesaria porque su finalidad es introductoria y no elaborar sobre la teoría de Relaciones Internacionales, pero se siente una oportunidad desperdiciada por toda la información compilada. Por otro lado, regresando al capítulo enfocado en Armenia y su versión del conflicto de Nagorno Karabaj, los coordinadores deben prestar más atención al contenido de todos los textos. No se entiende que en ese capítulo haya brechas históricas y analíticas enormes, aunado a errores ya mencionados, dado que éstos pueden dar pie a que cualquier lector dude sobre la veracidad del libro. Aun con todo esto, se reafirma que Los olvidados de Eurasia. Aportaciones desde México es un libro valioso e importante para la academia mexicana y cualquier interesado en aprender sobre estos países. Los puntos negativos no llegan a opacar los positivos y podrían pasarse por alto si se resuelven en futuras ediciones o secuelas. Más aún, se invita a los coordinadores y autores a continuar con su trabajo y mejorarlo.