Introducción
¿Qué recursos tiene la oposición en un régimen militar? ¿Cuáles son las arenas institucionales en las cuales pueden actuar sus dirigentes? Estas son las preguntas que orientan el presente artículo a través del análisis del caso chileno durante el régimen del general Augusto Pinochet (1973-1990), uno "de los nuevos autoritarismos" emblemáticos de América Latina por la magnitud de la violencia empleada por los militares en la toma del poder, el bombardeo por parte de la Fuerza Aérea al palacio de La Moneda, la muerte del presidente Allende y la fuerte represión que lo caracterizó más allá de su fase de instauración. Por cierto, el caso chileno también resaltó por la transformación económica neoliberal implementada, que desmanteló el Estado empresario y de bienestar y sentó las bases de un nuevo sistema económico que ha perdurado aún después de que los militares volvieran a sus cuarteles.2
El análisis aquí desarrollado se concentra en el desempeño del Partido Demócrata Cristiano (PDC), el principal de la oposición y la mayor colectividad organizada desde 1963, habiendo llegado al gobierno en 1964 con el presidente Eduardo Frei Montalva (1964-1970), quien impulsó "la revolución en libertad", un ambicioso programa de reformas. Por cierto, el PDC fue oposición durante el gobierno de la Unidad Popular del presidente Salvador Allende (1970-1973), al tiempo que los dos primeros presidentes que asumieron el poder después de Pinochet fueron demócrata cristianos.
Nuestro argumento es que los recursos que tiene la oposición provienen especialmente de la tradición democrática, destacando los partidos y ciertas instituciones -como puede ser la Iglesia católica, cuando tiene una jerarquía que mantiene distancia con la dictadura-. La importancia de estos recursos depende de la magnitud de la ruptura con las instituciones democráticas provocada por la instauración autoritaria. Esta fue la principal fuente de recursos para la oposición chilena porque contaba con una larga continuidad de alternancia de gobierno, elecciones competitivas y un sistema múltiple de partidos varias veces valorado por estudiosos extranjeros. Giovanni Sartori (1976: 173) escribió que "Chile era el (país latinoamericano) más importante por lo que respecta a la tradición democrática y a la consolidación estructural del sistema de partidos".
En segundo lugar, este eje depende también del liderazgo, es decir, de la habilidad de sus dirigentes para utilizar estos recursos y saber aprovechar las oportunidades que surgen del proceso político para fortalecer las organizaciones de oposición. En el caso bajo estudio, hubo un liderazgo ejercido por políticos que tuvieron la capacidad tanto de superar las diferencias que en el pasado los habían separado como de construir las instancias que les permitieron derrotar al general Pinochet en el plebiscito sucesorio del 5 de octubre de 1988.
No bastan los recursos internos para frenar las acciones represivas de la dictadura contra la oposición, sino que es necesario contar, en tercer lugar, con ayuda del exterior. También resultan estratégicos los apoyos brindados desde gobiernos, instituciones públicas, organismos no gubernamentales, partidos y sindicatos que protestan contra aquella, limitando su acción represiva y proporcionando ayuda económica para la creación de centros de estudios y organismos no gubernamentales que permiten a los profesionales de la oposición impulsar programas de apoyo a campesinos y a sectores populares, y desde allí gestar cierta actividad política. La violencia empleada para la toma del poder durante el golpe de Estado impactó al mundo y atrajo la solidaridad internacional, que se tradujo en un amplio apoyo político y económico a la oposición que alcanzó una magnitud sin precedentes en otras dictaduras latinoamericanas.3 Por ello, el artículo pone especial atención en los recursos externos proporcionados por la Unión Demócrata Cristiana (CDU, del alemán Christlich Demokratische Union), que fueron muy importantes para la sobrevivencia y desarrollo del PDC. De este modo, se examina el apoyo recibido por el partido por parte de la CDU, impulsado por Helmut Kohl -su presidente- y acompañado por tres importantes organizaciones de la colectividad: la estudiantil, la Organización Demócrata Cristiana de Estudiantes de la Juventud (RCDS, del alemán Ring-Christlich Demokratische Studenten); la Unión Juvenil (JU, del alemán Junge Union), y la Organización de Trabajadores Demócrata Cristianos (CDA, del alemán Christliche Demokratische Arbeitnehmerschaft). A su vez, también se tiene en cuenta el apoyo brindado por la Fundación Konrad Adenauer, vinculada a la CDU, y que venía desarrollando proyectos en Chile desde 1962, que resultaron importantes para el desarrollo del partido -en tanto que incluso continuaron después del golpe-, pero no se brinda aquí un estudio detallado sobre su papel durante la dictadura chilena.
Este artículo se trata, en consecuencia, de un estudio sobre la cooperación entre partidos de ambos continentes -un tema poco tratado- y deja a un lado la participación de las internacionales de los partidos4 y el apoyo brindado por parte del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD, del alemán Sozialdemokratische Partei Deutschlands) a los partidos socialistas del sur de Europa.5 Este no ha sido un tema considerado por los estudios que contemplan el factor internacional en las transiciones a la democracia, como el reciente análisis presentado por Storner y McFaul (2013).
La política de la CDU a favor del PDC tuvo una compleja implementación porque no fue compartida por las principales organizaciones de la CDU, como el Wirtschaftsrat (el Consejo Económico), que reúne a los empresarios; además, entre sus parlamentarios hubo quienes simpatizaron con el régimen militar por su política económica y por haber depuesto al gobierno de la Unidad Popular, y así lo hicieron saber cuando visitaron Chile, desmintiendo la evaluación negativa que los dirigentes del PDC hacían de ella. Esta diversidad de posiciones se explica por el carácter de la CDU pues, como partido popular, integraba visiones políticas muy distintas, desde posiciones conservadoras hasta progresistas, que se expresaban en sus organizaciones territoriales y funcionales con gran autonomía, en correspondencia con el carácter federal del Estado.6
La política de apoyo de la CDU a favor del PDC tampoco fue apoyada por la Unión Social Cristiana (CSU, del alemán Christliche Soziale Union), el partido hermano de la CDU presente en Baviera, con el cual tiene una bancada común en el Bundestag (el parlamento federal) y su aliado para competir en las elecciones federales. Su presidente y principal figura, Franz-Josef Strauss, fue un decidido partidario del régimen de Pinochet y viajó a Chile en 1977 para participar en una ceremonia con motivo de los 125 años de la llegada de los colonos alemanes a Chile. Strauss, que en ese momento disputaba el liderazgo con Kohl como candidato de la CDU/CSU para las próximas elecciones parlamentarias, elogió durante su estancia en Chile al régimen militar y criticó fuertemente al PDC y al ex presidente Eduardo Frei Montalva.
El artículo se concentra, entonces, en los primeros años de la dictadura (hasta 1982), cuando la coerción se endureció y la preocupación fundamental de los dirigentes de la oposición fue sobrevivir ante la represión y crear una organización mínima que les permitiera una labor más activa cuando hubiera espacios de acción. Además, en esos años, la gestión económica de la dictadura mostró resultados favorables en comparación con la grave crisis que había al momento del golpe de Estado, lo que ayudó a su legitimación. Esto cambiaría con el desplome del sistema financiero en 1983, pues provocó una crisis económica que fue hábilmente aprovechada por la oposición al promover la movilización de miles trabajadores y sectores medios que el gobierno enfrentó con una política de liberalización -la apertura-, la suspensión de la censura de la prensa, la autorización del funcionamiento de los partidos combinado con una alta represión -que revivió la violencia propia de la fase de instauración con altos costos humanos, lo que a su vez le generó desprestigio ante sus partidarios-.7
Para el PDC, el período está muy influido por el liderazgo del ex presidente Eduardo Frei Montalva, quien contaba con un enorme prestigio nacional e internacional, y cumplía con un destacado papel de integración. Su fallecimiento, en 1982, privó al PDC de una figura de enorme importancia y desencadenó un problema sucesorio que demandó una compleja solución, cuestión que va más allá del objeto del presente artículo.
Además, en esos años la CDU estaba en la oposición, lo que permitió una acción más activa por parte de las organizaciones comprometidas con una política en contra de la dictadura y de apoyo al PDC, situación que luego se modificaría tras su llegada al gobierno en septiembre de 1982 y con la elección de Kohl como canciller federal.
El protagonismo de la Democracia Cristiana en esos años no puede entenderse sin reconocer que fue favorecido por la debilidad de la izquierda de entonces, a razón del exilio y la represión que sufrieron sus miembros. A su vez, tampoco enfrentó a un partido de derecha en la oposición, pues las dos colectividades fundadas en 1983, la Unión Demócrata Independiente (UDI) y la Unión Nacional (posteriormente Renovación Nacional) apoyaban al régimen de Pinochet. La vinculación de sus principales dirigentes con obispos y sacerdotes de la Iglesia católica -que gozaba de amplio prestigio en la sociedad por su defensa de los derechos humanos- le permitió atraer a estudiantes, profesionales, y dirigentes sindicales y de organizaciones sociales. Estos factores le permitieron ampliar su apertura y la DC llegó a ser el partido dominante en las elecciones de las federaciones estudiantiles, los colegios profesionales, las organizaciones sindicales y la dirección de las instancias unitarias de la oposición, como la Concertación de Partidos por la Democracia que triunfó en el plebiscito de 1988.
En síntesis, el artículo tiene la siguiente estructura: en primer lugar, se hace una breve presentación de los estudios sobre la oposición en las dictaduras; luego, se analiza la instauración del régimen de Pinochet y el estado del PDC luego del golpe y su política en el nuevo escenario; en la tercera parte, se examina la labor de la CDU en apoyo al PDC; y en la cuarta y final se exponen las conclusiones.
El estudio de la oposición en las dictaduras
En su prefacio al libro Political Opposition in Western Democracies, Robert Dahl (1966) planteó que "sería importante saber más de las formas en que la oposición opera en los sistemas no democráticos" (Dahl, 1966: XIX). Lamentablemente, su llamado no tuvo eco, pues los estudios sobre la oposición se han concentrado en las democracias de los países avanzados. Aquellos estudios que se refieren a los regímenes autoritarios o dictaduras son escasos8 y referidos a las dictaduras con partido único,9 o específicamente dedicados a algunos países como Brasil (1964-1985)10 y México (1929-1988).11,12 Uno de los pocos politólogos que retomó su invitación fue Klaus von Beyme (1971) en su estudio sobre la dictadura de Franco. En un largo capítulo, el autor alemán examinó los factores histórico estructurales que explicaban tanto su principal rasgo institucional -su fragmentación en diversos partidos, nacionales y regionales- como su debilidad, e hizo un análisis descriptivo de sus principales organizaciones.
En cierto sentido, Dahl tendría alguna responsabilidad en este vacío al mostrarse pesimista ante la posibilidad de investigar este tipo de regímenes pues consideraba que la oposición no tendría oportunidad de perdurar en el tiempo, ya que las autoridades no tolerarían su existencia y terminarían reprimiéndola. Habría una "profecía autocumplida de la represión" que llevaría a impedir el desarrollo de una oposición, porque el solo hecho de su existencia demostraría la debilidad del sistema político y llevaría la semilla del fin de este, en tanto que la finalidad de aquella era avanzar hacia otro régimen político (Dahl, 1973: 13). Así, fundamentó su apreciación sobre la existencia de las hegemonías, concepto que adoptó para referirse a las dictaduras:
Por definición imponen los límites más severos a las oportunidades que pueden tener los opositores al gobierno [y] prohiben la organización de todos los partidos políticos, como la dictadura en Argentina, o establecen una organización partidista singularmente única, como el Movimiento Nacional en España y el partido Comunista en la Unión Soviética y en Europa Oriental (Dahl, 1973: 11).
El gran catedrático de la Universidad de Yale no consideró que el régimen militar podría tolerar la existencia de una oposición, pues los gobernantes no verían en ella una amenaza para su estabilidad y, menos aún, para su continuidad; más aún, que podrían considerar su existencia como un factor benéfico, pues les dotaría de un adversario al cual atacar y con ello cohesionar a sus adherentes en "la defensa" del régimen.
De este modo, el régimen dispone de amplios recursos para controlar a la oposición que no se limitan a la represión, sino que incluye mecanismos pacíficos como el control de la prensa, que impide a los demás ciudadanos conocer a sus principales figuras y solo percibir una imagen negativa de sus acciones, destacando la violencia ejercida o su vínculo con intereses de países u organizaciones extranjeras. El régimen también cuenta con recursos de control de la oposición a través de la administración del Estado, disponiendo de numerosos puestos en múltiples instituciones -como fue el caso del régimen de Franco en España, cuando ocupó desde ministerios hasta el Banco de España-, en los cuales se contrataban a decenas de jóvenes profesionistas para cumplir funciones tecnocráticas, para lo cual bastaba con que tuvieran las credenciales técnicas y no se les exigía una identificación política. También fue el caso de las universidades,13 que dejaban un espacio para profesores que simpatizaban con la oposición. Estas posiciones formaban un espacio institucional que se situaba fuera de la dicotomía régimen/oposición, configurando así una zona distinta, una buffer zone. 14 Estas oportunidades fueron aprovechadas por numerosos jóvenes profesionistas que previamente habían participado en organizaciones estudiantiles de oposición en las universidades pero que ahora buscaban desarrollar una carrera profesional que les diera un ingreso estable, abandonando finalmente la acción opositora. Los activistas de la oposición quedaban así reducidos a profesionales, especialmente abogados, que defendían a los presos políticos.
Por último, Dahl tampoco consideró que las dictaduras se encontrarían con una tradición democrática, con partidos, sindicatos y organizaciones estudiantiles que no pueden ser desmantelados en tanto que la toma del poder significa una sincronización limitada de esas instituciones que nunca puede ser completa, tal como ocurre en la instauración de un régimen totalitario.15 Después del golpe de Estado de 1964 en Brasil, los militares mantuvieron el congreso, lo que permitió a la oposición, los gobiernos locales y estaduales,16 actuar en este, si bien luego trataron de limitar el poder de la oposición, sin conseguirlo. España presentó una situación muy distinta porque no tenía una tradición democrática y la dictadura de Franco surgió de la victoria en la guerra civil y la posterior reconstrucción del Estado, lo que dificultó extraordinariamente el surgimiento de la oposición.
Juan Linz, el principal estudioso de los regímenes autoritarios,17 no otorgó mayor atención al papel de la oposición en el régimen autoritario del general Franco en España (1939-1975); aunque tiene un largo estudio sobre la oposición (Linz, 1973), el autor fue muy crítico al mostrar que no cumplió una función relevante pues "no ha puesto [al régimen] en peligro en los últimos años, ni ha sido necesaria una fuerza masiva o el uso del terror para mantenerlo" (Linz, 1973: 174). Por cierto, fue aún más lejos en su apreciación crítica sobre la oposición, a la que consideraba responsable de la continuidad del autoritarismo:
En la actualidad, la estabilidad del régimen de Franco se debe más a la ausencia de una oposición eficaz que al apoyo entusiasta, a diferencia de 1939, cuando se basaba en la identificación entusiasta de muchos españoles que impusieron su voluntad a otros igual de comprometidos con los ideales derrotados (Linz, 1973: 182).
Además, no consideró que la oposición no debe ser evaluada únicamente en su papel como detonante de la caída del régimen autoritario, sino también en su cumplimiento de otras importantes funciones entre las cuales se destaca el limitar su autonomía decisoria y provocarle dificultades.
Más aún, Linz prescindía de la oposición para identificar los factores de continuidad y cambio del régimen autoritario -que él consideró se encontraban exclusivamente en las decisiones adoptadas por sus autoridades superiores y por personalidades que, perteneciendo a la élite dirigente, tenían ciertas discrepancias respecto a orientaciones estratégicas del régimen, "la semioposición", que constituirían un actor muy relevante para explicar los cambios-. La definió como "aquellos grupos que no son dominantes o no están representados en el grupo gobernante, pero que están dispuestos a participar en el poder sin enfrentarse fundamentalmente con el régimen" (Linz, 1973: 191). La "semioposición" se caracterizaría por no cuestionar la arquitectura institucional y sus principales políticas, al tiempo que no se propone darle fin, sino que solo busca su reforma para asegurar su capacidad de adaptación ante los nuevos desafíos.
El incipiente interés en el estudio de la oposición a los regímenes no democráticos perdió fuerza con la caída de las dictaduras del sur de Europa y de los regímenes militares en América Latina desde los años setenta, pues la atención de los estudiosos18 se desplazó a las transiciones a la democracia y su consolidación -un nuevo ámbito de la ciencia política que luego tendría un extraordinario desarrollo con la caída del muro de Berlín en 1989 y el desplome de los países comunistas-.
Sin embargo, O'Donnell (1979) no dejó de considerar a la oposición, señalando que en la fase final de la dictadura ésta puede tener un papel decisivo al detonar la transición, cuando apoya a "los blandos" de la coalición gobernante en sus esfuerzos por llevar adelante cambios hacia la democracia y se impone sobre "los duros", quienes se esfuerzan por la continuidad del régimen autoritario.
Las investigaciones comparadas sobre los regímenes no democráticos en el mundo no consideran a la oposición. Por ejemplo, si bien Gandhi (2008: 10) admite su existencia, pues hay partidos que deben actuar en la clandestinidad, no la examina porque implícitamente acepta la tesis de Dahl sobre su inevitable tendencia al debilitamiento a causa de la represión sufrida.
Por su parte, Svolik (2012) analiza la estructura de poder de los regímenes autoritarios posteriores a la Segunda Guerra Mundial y considera sus principales instituciones como el parlamento y el partido oficial, pero no toma en cuenta a los partidos de oposición, que en algunos casos llegan a elegir parlamentarios, como fue el caso de México.19
El examen de la oposición es indispensable para comprender a los regímenes no democráticos y también para conocer las condiciones que llevaron a la democratización. El rechazo que enfrentó el régimen de Franco a su decisión de incorporarse al proceso de integración europea no se puede explicar sin considerar a la oposición española, que exigió que ello fuera alcanzado en el contexto de una democracia.20 Ciertas decisiones que solo dependían de la voluntad del dictador, como los cambios de ministros, fueron adoptadas como consecuencia de las presiones impulsadas por organizaciones estudiantiles de la oposición, como la salida del ministro de educación y ciencia en 1956.21 Luego de la muerte de Franco, cuando todavía no era claro qué dirección tomarían las nuevas autoridades de gobierno, la opción por la democracia no se puede explicar sin considerar la presión de las organizaciones opositoras, especialmente en Cataluña y el País Vasco, cuyas manifestaciones de protesta hicieron fracasar la estrategia de continuidad que impulsaba el gobierno de Carlos Arias Navarro.22
También la oposición en las dictaduras de América Latina tuvo un papel clave en el fin de aquellos regímenes, como en el caso de Brasil, donde la oposición se impuso en las elecciones parlamentarias convocadas durante la apertura del régimen militar (1964-1985), lo que finalmente hizo fracasar su estrategia de legitimación.23 En Uruguay, la oposición logró derrotar en un plebiscito la propuesta de los militares de imponer una constitución de seguridad nacional, lo que abrió paso a la transición a la democracia.24
La instauración del régimen de Pinochet, los recursos del PDC y la necesidad del apoyo internacional
La dictadura de Pinochet tuvo una violenta instauración desde el golpe de estado el 11 de septiembre de 1973. Los militares se comprometieron a "erradicar el cáncer marxista", cerraron el congreso nacional, prohibieron los partidos de izquierda -cuyos dirigentes y activistas fueron severamente reprimidos-, controlaron a los sindicatos y suprimieron a su principal organización, la Central Única de Trabajadores (CUT). Las universidades fueron intervenidas, hubo una masiva expulsión de profesores de izquierda -especialmente de ciencias sociales-, y los nuevos gobernantes designaron rectores delegados, que eran militares en servicio activo o en retiro. Estas medidas de control político no abarcaron a la Iglesia católica, que pudo mantener sus escuelas y organizaciones para el trabajo con los laicos, incluidas las radios, aunque perdió el control que otrora ejercía sobre algunas universidades.25
La acción política que realizaron los militares en Brasil en 1964 fue muy distinta: permitieron el exilio del presidente depuesto Joao Goulart, admitieron la continuidad de los partidos y las organizaciones sindicales, conservaron el congreso, y respetaron el calendario de elecciones parlamentarias y de gobernador fijadas para 1965, en las cuales se impuso la oposición.26 Esto significó que desde un comienzo la oposición actuó dentro del régimen, incluso después de su radicalización, cuando se cancelaron algunas de las libertades a partir del Acta Institucional núm. 2, como consecuencia de su victoria en los comicios de 1965.27 Así, el nuevo régimen resultó autoritario y no totalitario, porque los militares no sincronizaron todas las instituciones democráticas, lo que permitió a personalidades de la oposición disponer de recursos institucionales para sobrevivir, iniciar una labor opositora y crear personerías jurídicas para iniciar cierta labor política -como las sociedades de profesionales- que no requerían la autorización del gobierno.28
El PDC no enfrentó los duros efectos de la reprimenda que sufrieron las prohibidas colectividades de izquierda, cuyos dirigentes y activistas soportaron una severa represión, especialmente los miembros del Partido Socialista y Comunista, cuyos bienes fueron incautados; por su parte, los ex ministros y principales dirigentes de la Unidad Popular fueron detenidos y enviados a un recinto de la Armada en el extremo sur del país, la isla Dawson, convertido en un campo de concentración.
Por el contrario, el PDC fue "suspendido", lo que le permitió mantener su existencia legal y conservar sus bienes, entre los cuales estaban algunos medios de comunicación, como el diario La Prensa -aunque más tarde debió cerrar por falta de avisaje-, la radio Balmaceda, que era de propiedad del partido, Cooperativa, cuya propiedad estaba en manos de personalidades del PDC, las cuales siguieron trabajando y cumplieron una importante función política, y la revista Política y Espíritu, que había cumplido un importante papel en la difusión de sus ideas. Los militares esperaban que el PDC les apoyara, porque había estado en la oposición al gobierno de Allende y en las elecciones parlamentarias de 1973 formó una coalición electoral con el Partido Nacional (PN).
Al momento de la caída de la democracia, el PDC tenía una importante organización nacional, con 19 de 50 senadores y 50 de 120 diputados, numerosos alcaldes y concejales, y una fuerte presencia en las organizaciones sindicales de la minería, la industria y la agricultura. En este contexto, una minoría de ellos, caracterizados por disponer de medios económicos, mantuvo una actividad política activa.
El PDC enfrentaba dificultades no solo en el país, sino también en el exterior. Se encontraba aislado ante la opinión pública internacional y los gobiernos y partidos europeos, pues se le responsabilizaba del golpe de Estado de 1973. La violencia empleada por los militares cubrió la complejidad del proceso político vivido desde 1970, cuando imperaba una visión idealizada del gobierno de Allende que desconocía los errores cometidos durante su gestión, la grave crisis económica y la polarización social vividas, que finalmente desencadenarían en la caída de la democracia. El PDC había colaborado con el arribo de Allende a la presidencia, pues todos sus parlamentarios votaron por él en la elección del congreso.
La imagen internacional del PDC también fue afectada por la falta de una actitud unitaria frente al golpe de Estado, evidente a la luz de las diferencias existentes entre sus principales figuras. La directiva del PDC, con Patricio Aylwin como presidente, emitió una declaración en la cual justificaba la acción militar y, si bien la "lamentaba", al mismo tiempo responsabilizaba al gobierno de Allende por ella. Por su parte, destacadas personalidades del partido, por iniciativa de Bernardo Leighton -uno de los fundadores del partido y ex ministro del interior- emitieron una declaración que "condenaba" el golpe, responsabilizaba al gobierno de la Unidad Popular y a la oposición de la crisis que llevó a la acción de los militares y advertía sobre las posibles orientaciones totalitarias que mostraban los nuevos gobernantes.29
El PDC tenía una historia de diferencias entre corrientes y personalidades, visiones distintas sobre la importancia o pertinencia de la implementación de políticas reformistas y de alianzas con las colectividades de izquierda,30 todo lo que desencadenó una serie de rupturas entre 1969 y 1971. También estuvo presente el impacto de la fractura en la confianza entre dos figuras entonces centrales de la DC, Bernardo Leighton -ex ministro del interior-y Eduardo Frei Montalva.31
La situación del PDC se complicó aún más a partir de la incorporación de los militantes al gobierno con la autorización de la directiva del partido,32 especialmente en el equipo económico, lo que permitió a Pinochet argumentar ante los políticos de la CDU que viajaban a Chile que el gobierno contaba con el apoyo de importantes políticos de la Democracia Cristiana y que su directiva seguía el camino equivocado al no apoyar al nuevo régimen.
Ciertas decisiones adoptadas por la directiva del PDC perjudicaron aún más su imagen externa, como fue el caso de la gira a Europa -incluyendo Holanda e Italia- que realizaron tres ex ministros del partido con el objetivo de explicar la posición frente al golpe militar.33 Esta iniciativa causó una mala impresión porque había consenso en el rechazo a la acción de los militares, sin que hubiera interés en ese momento en conocer las causas que la provocaron (Gazmuri, 2000: 864).
Sin embargo, el general Pinochet impulsaría medidas para consolidar su poder que incluyeron duras acciones contra personalidades del PDC, que a su vez precipitarían la definición de una clara oposición al régimen por parte de la directiva. En agosto de 1974 se prohibió el regreso de Leighton al país, radicado pocos meses antes en Roma. Tres meses después fue expulsado del país el senador Renán Fuentealba -varias veces presidente del PDC- y el diputado Claudio Huepe. En octubre de 1975, Leighton y su esposa fueron víctimas de un atentado en Roma organizado por el servicio de seguridad de la dictadura, la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA). En julio de 1976 fue expulsado Jaime Castillo Velasco, el principal ideólogo del partido. La revista Política y Espíritu fue clausurada en noviembre de 1975 y radio Balmaceda un año más tarde, luego de haber sido suspendida en diversas oportunidades. Numerosos dirigentes estudiantiles y territoriales fueron detenidos. En 1977 el partido fue prohibido, ubicándose así en una situación similar a la que se encontraban los de izquierda.
Las diferencias perduraron, especialmente en lo que respecta a la política de alianzas con los partidos de izquierda. En julio de 1975 la Fundación Friedrich-Ebert-Stiftung (FES) organizó un seminario en Colonia Tovar, Venezuela, en el cual participaron ex ministros y parlamentarios de los partidos miembros de la Unidad Popular, con exclusión del Partido Comunista y algunas personalidades de la DC que habían firmado el documento de "los trece", como Leighton y Fuentealba. El evento fue fuertemente criticado por la directiva de Aylwin, considerando inconveniente reunirse con políticos de la Unidad Popular.34
El PDC contaba con ciertos recursos institucionales, destacando los programas que impulsaba la fundación Konrad Adenauer a través de instituciones autónomas chilenas, que tuvieron un efecto muy favorable en el desarrollo del partido. Entre ellas destacó el Instituto de Estudios Políticos (IDP) bajo la dirección de Jaime Castillo Velasco, el principal ideólogo del partido, en el cual se organizaron cursos de capacitación para dirigentes intermedios y seminarios para desarrollar aspectos doctrinarios y programáticos, al tiempo que se publicaban folletos de divulgación y libros sobre diversos temas de la actualidad nacional.
También vale considerar a la Corporación de Promoción Universitaria (CPU), institución que se encargó de apoyar a las organizaciones estudiantiles de la DC en cada una de las universidades, ayudándoles en las elecciones a las federaciones y desde las cuales se reclutaron muchos dirigentes para la organización territorial. La CPU también organizó cursos de capacitación para dirigentes universitarios y brindó apoyo a los candidatos en las elecciones estudiantiles a través de la publicación de documentos y papeles de propaganda que fueron de gran utilidad en una época en la que la lucha estudiantil tuvo un alto impacto nacional. El apoyo de la fundación Adenauer se incrementó durante el gobierno de la Unidad Popular al crear un nuevo programa para el desarrollo de la organización partidaria de dirigentes juveniles en los sectores populares a través de una nueva institución, la Corporación de Promoción Juvenil (CPJ).35 Después del golpe militar, la fundación Adenauer mantuvo los programas en Chile y conservó la oficina en Santiago, pero reestructuró la ejecución de aquellos para adecuarse al nuevo escenario político, creando el Instituto Chileno de Estudios Humanísticos (ICHEH), con la fusión del Instituto de Estudios Políticos (IDEP) y la CPJ, al tiempo que mantuvo su apoyo a la CPU. A su vez, reforzó el programa de becas a jóvenes profesionistas de la DC para financiar estudios de posgrado en universidades alemanas en las ciencias sociales y el derecho.
El ICHEH realizó una silenciosa pero importante labor en los años más duros de la dictadura, promoviendo encuentros para debatir temas relevantes como los derechos humanos, así como llevando a cabo investigaciones y publicaciones en las que resaltó la historia democrática del país, con lo que logró superar las limitaciones que imponía el régimen. También la CPU desarrolló una activa labor de apoyo a las organizaciones estudiantiles en las universidades e inició un importante proyecto con los académicos que no apoyaban al régimen.
Un partido heterogéneo como el PDC no podía limitar su acción a las instituciones financiadas por la fundación Adenauer, surgiendo otras que alcanzaron una enorme influencia en la oposición. Entre ellas destacaba la Corporación de Estudios para Latinoamérica (CIEPLAN), creada en 1976 por iniciativa de Alejandro Foxley en compañía de Ricardo French-Davis y Óscar Muñoz, economistas del PDC con doctorados en importantes universidades de los Estados Unidos. Gracias a las donaciones ofrecidas por fundaciones norteamericanas e instituciones gubernamentales y no gubernamentales de varios países europeos, incluida Alemania, la CIEPLAN llegó a ser el principal centro de estudios económicos independiente en el país y alcanzó un gran prestigio internacional.36 Por cierto, también recibió el apoyo anual de la Friedrich-Ebert-Stiftung desde 1977 para realizar proyectos de tres años de duración que fueron renovados hasta el fin del régimen militar.37
Importantes personalidades de la DC colaboraban en proyectos de la Iglesia católica, destacando los impulsados por el cardenal Silva Henríquez; entre ellos, vale mencionar el proyecto de apoyo a las pequeñas y medianas empresas, Financiera de Interés Social S.A. (FINTESA), cuyo presidente era Domingo Santa María, ex ministro del presidente Frei Montalva, que se había distanciado del mandatario desde el gobierno. Este proyecto fue apoyado por la Fundación Ebert,38 cuya labor en Chile puso énfasis en el restablecimiento de la confianza entre la izquierda y el PDC, pues consideraba que solo una alianza entre ambos conglomerados permitiría a la izquierda ser alternativa de gobierno en democracia. En 1981 Gabriel Valdés, ex ministro de Relaciones Exteriores de Frei Montalva, creó el Centro de Estudios de Desarrollo (CED) para apoyar su carrera política. Desde esta plataforma, desarrollaría una importante labor dictando seminarios y encuentros, y llevando a cabo publicaciones con la intensión de lograr la unidad de la oposición en torno a la cooperación entre la DC y la izquierda, iniciativa que no tenía consenso en el partido.39
Esta diversidad de organizaciones dirigidas por personalidades del PDC creará tendencias centrífugas, sin que la directiva pudiera coordinar su labor a razón de las diferentes alternativas políticas a seguir frente a la dictadura. Hubo diversas lecturas sobre el futuro de la oposición entre estos diversos organismos dirigidos por personalidades de la DC: mientras el CED y CIEPLAN realizaban iniciativas que apuntaban a una coalición del PDC con todos los partidos de izquierda -excluyendo al Partido Comunista-, el ICHEH y la CPU trabajaban en una estrategia de coalición con el Partido Radical y una parte de la izquierda ("la coalición chica"). Estas diferencias se expresaron después del plebiscito de 1988 con la emergencia de tres candidatos a presidente de la república, cada uno de ellos apoyado por profesionales y académicos de distintas instituciones.40
Además surgieron diversos centros de investigación privados y organizaciones no gubernamentales que permitieron el trabajo de políticos de oposición y reclutaron activistas y dirigentes que más tarde se disputaron el liderazgo del ICHEH y la CPU, con los cuales la CIEPLAN y el CED trabajarían estrechamente. Ello fue posible gracias al financiamiento internacional y la creación en 1977 de la Academia de Humanismo Cristiano, bajo iniciativa del cardenal arzobispo de Santiago, Raúl Silva Henríquez, que proporcionó la autonomía jurídica de la Iglesia católica para que profesionales del gobierno de Allende y académicos expulsados de las universidades pudieran gestionar financiamiento externo y administrar esos recursos libremente en centros de estudios u organizaciones no gubernamentales.41
El apoyo de la CDU al PDC
El PDC necesitaba el apoyo internacional para enfrentar el difícil contexto autoritario, limitar los alcances de la represión contra sus dirigentes, prestar apoyo a los que eran expulsados del país, financiar una organización mínima en las principales ciudades como contacto con las bases y, finalmente, para comunicar las decisiones de su directiva; además, necesitaba terminar con el aislamiento ante partidos y gobiernos de Europa. Por su parte, el temprano apoyo de Kohl y la CDU desde un comienzo fue fundamental para alcanzar estos objetivos, lo cual fue favorecido por el encuentro personal con Aylwin cuando este fue invitado, mediante la Fundación Konrad Adenauer, al congreso de la CDU realizado entre el 18 y el 20 de noviembre de 1973 en Hamburgo. Días previos, Kohl recibió a Aylwin en Maguncia, la capital de Renania Palatinado, de la cual era ministro presidente, oportunidad que aprovecharon para que le informara de la realidad chilena y de los desafíos que enfrentaba el PDC.42 Kohl simpatizó de inmediato con la causa del PDC y tuvo una muy buena impresión de Aylwin, hecho destacable porque él daba enorme importancia las buenas relaciones personales con los dirigentes políticos (Schwarz, 2012).
La intervención de Kohl a favor del PDC fue evidente de muchas maneras, por ejemplo reuniéndose con el presidente del partido cada vez que este le solicitó una entrevista,43 cosa que también hizo con el ex presidente Frei cuando visitaba Bonn. Además, reaccionó frente a medidas adoptadas por el régimen contra dirigentes u organizaciones partidarias o vinculadas a este, emitiendo declaraciones públicas de rechazo y reiterando su solidaridad con el partido chileno; también cuestionó las decisiones de la dictadura que apuntaban a la consolidación del poder personal de Pinochet, como "la consulta" de 1978 y el plebiscito de 1980, en los cuales el PDC llamó a votar por el "no".
A través de la Oficina de Asuntos Internacionales de la CDU, Kohl se mantuvo informado de las dificultades que enfrentaba el PDC, como también de sus decisiones estratégicas y de las visitas de parlamentarios de la CDU a Chile, leyendo los informes que preparaban. Esta oficina se esforzaba por impedir que los parlamentarios dieran opiniones que perjudicaran al PDC. Kohl también influyó en los partidos de la Unión Europea Demócrata Cristiana (UEDC) para que apoyaran al PDC y así terminar con su aislamiento, contando para ello con el respaldado del presidente de la organización, Karl-Uwe von Hassel, ex ministro de Adenauer y ex presidente del Bundestag, quien viajó a Chile en 1975 con el pretexto de participar en la celebración de los treinta años de la revista Política y Espíritu. Este fue recibido por Pinochet y algunos ministros, pero el dictador no se dejó intimidar por el distinguido político alemán, pues ordenó la clausura de la revista cuando este todavía se encontraba en Chile.
La CDU también ofreció apoyo económico al PDC, lo que resultó fundamental para atender las necesidades del partido ya que sus recursos propios eran reducidos. En 1976, la CDU entregó $566 283 dólares en dos cuotas de aproximadamente $360 000 marcos alemanes cada una, equivalentes a $2 267 555 dólares (valor de diciembre de 2013).44 Para 1977, el PDC solicitó un aporte similar que, hacia fines de ese año, todavía no estaba decidido. Este aporte era considerable, pues significaba la mitad del financiamiento del ICHEH, el proyecto más importante de la Fundación Konrad Adenauer en Chile, que ascendió a $858 547 marcos, que representaban 50% del aporte a todos los proyectos de la fundación en Chile.
Para cuidar las relaciones con la CDU y Kohl, y con el objetivo de ampliar la información de la DC en otros partidos europeos, Aylwin designó en 1974 al joven abogado Pedro Medrano como representante de la directiva ante el partido alemán y Europa.45 Medrano mantuvo una constante y cuidadosa relación con la Oficina de Relaciones Internacionales, a través de la cual el PDC informó a Kohl de las dificultades que enfrentaba y formulaba peticiones de ayuda ante situaciones de emergencia.
Medrano también cuidó las relaciones con los dirigentes de la JU, RCDS y CDA con el objetivo de mantener en ellos el interés por Chile y la acción del PDC, proporcionándoles antecedentes y participando en reuniones y actos públicos coordinados por estas organizaciones. Ello le permitió crear lazos de confianza que fueron muy útiles para llevar adelante las tareas que le encomendó Aylwin y que darían continuidad a la relación entre el PDC y la CDU en los años ochenta, cuando Medrano no vivía en Bonn y había otro representante de la directiva en la capital alemana.46 Para llevar adelante esta ambiciosa agenda, Medrano fue apoyado por jóvenes profesionales de la DC que realizaban estudios de posgrado en Alemania, Bélgica y España.
La decisión de Kohl y de los dirigentes de la RCDS, JU y CDA de apoyar al PDC se explica no solo por la solidaridad entre partidos hermanos,47 sino también por factores de política interna alemana, dado que el golpe de estado y la represión de la dictadura tuvo un enorme impacto en la opinión pública alemana y la defensa de los derechos humanos alcanzó una enorme visibilidad. La solidaridad con el PDC permitía a Kohl mostrar su compromiso con los derechos humanos, un ámbito que consideraba fundamental en la política internacional que no podía condicionarse por razones políticas, debiendo ser respetados por todos los regímenes políticos, tanto de izquierda como de derecha. La CDU reprochaba al SPD por su postura parcial, pues no exigía la vigencia de los derechos humanos en los países socialistas. Kohl tenía interés en la política internacional, ámbito que consideraba fundamental para el desarrollo de sus aspiraciones de llegar a ser canciller federal (Schwarz, 2012). Además, la DC era un partido de interés para los activistas de la CDU porque era la principal colectividad de oposición y contaba con una figura de prestigio internacional, el ex presidente Frei Montalva, a quien veían cumpliendo un papel fundamental en la futura democratización del país similar al de George Karamanlis en Grecia, el ex primer ministro que fue elegido para el mismo cargo después del régimen militar (1967-1974). La RCDS utilizó ampliamente el caso chileno en su política de promoción de los derechos humanos con bastante éxito, pues le permitió asumir una posición de liderazgo en este tema y le ayudó a ganar las elecciones para la dirección de varias federaciones estudiantiles.
La decisión de Kohl de impulsar una activa política internacional se reforzó con la caída de los regímenes autoritarios del sur de Europa, ya que la CDU no había tenido contactos con los partidos de centro y derecha que estuvieron en la oposición en Portugal, España y Grecia; ello le impidió tener influencia en la democratización, cosa que sí tuvo el SPD al respaldar en forma muy decidida al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en España desde los años sesenta y al de Portugal -que fue incluso fundado en Bonn por su iniciativa, llegando al gobierno en ambos casos-.48 Eran países que entrarían a la Comunidad Económica Europea y sus partidos competirían en las elecciones al Parlamento Europeo, una importante institución en la construcción de Europa con la cual Kohl estaba muy identificado.
La RCDS, que organizó múltiples eventos de solidaridad con el PDC y por la defensa de los derechos humanos en Chile, también ayudó a que la causa del partido chileno se expandiera en Europa más allá de los partidos demócrata cristianos. A través de la European Democrats Students (EDS),49 en la cual los dirigentes del RCDS tenían una gran influencia, lograron que las organizaciones estudiantiles de los partidos centristas y conservadores en los países escandinavos -especialmente los conservadores de Suecia- trabajaran contra la dictadura, empeñados en quitar el monopolio de la izquierda en la promoción de los derechos humanos.
La JU tomó una decidida actitud a favor del PDC y contra el régimen de Pinochet gracias al interés que tuvo su presidente entre 1973 y 1983, Matthias Wissmann,50 ya que fue él quien logró convencer a otros jóvenes dirigentes de su organización para que lo acompañaran en la tarea de defensa de los derechos humanos y viajó varias veces a América Latina, visitando Chile y encabezando una delegación de la JU.51 Además, Wissmann fue presidente de la Organización Europea de la Juventud Demócrata Cristiana (EUJDC) entre 1976 y 1982, lo cual permitió ampliar el interés por el apoyo al PDC en las organizaciones de otros países y ayudó a poner fin a su aislamiento internacional.
Bajo el impulso de Wissmann, la JU llevó a cabo una campaña nacional en 1976 por la defensa de los derechos humanos que tuvo a Chile entre los países destacados y comenzó con un acto de masas en una localidad de la región del Ruhr, en el cual habló el ex diputado del PDC Claudio Huepe, exiliado en Inglaterra, y concluyó con un discurso de Helmut Kohl (1976a y 1976b). Esa iniciativa culminó con la entrega de un documento firmado por aproximadamente 50 000 personas, en el que se pedía la libertad de tres presos políticos: Hans Möhring, en la República Democrática Alemana (RDA), que fue liberado mientras se llevaba adelante la campaña; Martín Poblete, dirigente estudiantil de la Democracia Cristiana Universitaria (DCU) chilena, preso en el campo de concentración de Tres Álamos desde 1975, y Vladimir Bukowski, de la Unión Soviética ( Die Entscheidung, 1976).
Esta campaña fue continuada por la CDU al año siguiente, con la publicación del Libro Blanco de los Derechos Humanos en las dos Alemanias, 52 que fue entregado en la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa celebrada en Belgrado (Kaiser, 1977: 5).
El apoyo a la DC chilena se mantuvo cuando Kohl llegó a la cancillería federal en 1982 y dio continuidad a la política seguida por el gobierno de la coalición SPD/FDP hacia aquel, que había suspendido los programas de cooperación económica y técnica. No fue un hecho diplomático casual que el primer país fuera de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que visitó en octubre de 1991 fuera Chile,53 cuando el presidente era Patricio Aylwin. Los dirigentes de la CDU que apoyaron al PDC en los años setenta serán ministros, como Norbert Blüm, ex secretario general de la CDA, y Heiner Geissler, ex secretario general de la CDU; cada uno de ellos viajó a Chile en varias oportunidades durante la dictadura para expresar su solidaridad con el PDC.
La activa labor de Kohl y de las organizaciones de la CDU contradicen la afirmación del encargado internacional del SPD y ministro de Estado de Relaciones Exteriores, Hans-Jürgen Wischnewski (1989:282), quien escribió en sus memorias que "hasta 1987 la CDU nos dejó totalmente solos en nuestra lucha por los derechos humanos".54
Conclusiones
En este artículo hemos analizado los recursos de los que dispone la oposición en entornos dictatoriales a través del examen del caso chileno y específicamente del PDC, destacando los recursos heredados de la larga continuidad democrática del país, en la cual llegó a ser la principal colectividad desde 1963. A pesar de la intensidad de la ruptura producida por el golpe militar de 1973, el PDC mantuvo recursos institucionales y políticos que le permitieron desempeñar un papel de liderazgo en la oposición a la dictadura después de una ardua y compleja etapa inicial, modelada no solo por las dificultades impuestas por el nuevo escenario político, sino también por la continuidad de las profundas diferencias existentes entre sus principales dirigentes, heredadas desde el gobierno de Frei Montalva y acentuadas durante los últimos meses del gobierno de Allende. Este legado histórico de la DC explica la diversidad de posiciones adoptadas ante el golpe de Estado; diferencias que también tendrán expresión en las instituciones que apoyaron su labor contra la dictadura, destacando las financiadas por la fundación Adenauer, como el ICHEH y la CPU, y los think tank creados durante el período analizado, como CIEPLAN y el CED. Esta diversidad institucional generó tendencias centrífugas que no tuvieron mayor expresión en el período considerado a causa de la represión y la fuerte restricción ejercida sobre toda actividad política, así como por el liderazgo llevado a cabo por el ex presidente Frei Montalva. En efecto, el escenario cambió después de su muerte y con motivo de la liberalización producida por la apertura, cuando no hubo una figura de integración y se hicieron visibles las diferencias estratégicas entre sus principales figuras, lo que llevaría a la confrontación en la elección del candidato presidencial de la DC después del plebiscito de 1988, pero ese es un tema que excede el objetivo del presente artículo.
Entre las dificultades que enfrentó el PDC se destaca el aislamiento internacional, con acusaciones de los partidos de izquierda y algunos centristas -como la DC italiana- de haber tenido responsabilidad en el golpe. En este contexto sobresalió el apoyo que le dio la CDU bajo el liderazgo de Helmut Kohl y tres organizaciones de este partido, la RCDS, la JU y la CDA, que fue de enorme importancia para que el PDC pudiera sobrevivir durante los años más difíciles de la dictadura de Pinochet. Ese apoyo fue clave tanto para superar su aislamiento entre los partidos demócrata cristianos y centristas europeos como para expandir el aislamiento de la dictadura de Pinochet en partidos centristas y de derecha en Europa con los cuales la CDU O las organizaciones que apoyaron al PDC tenían estrechas relaciones políticas. Cuando en 1977 se inaugura la democracia en España, el PDC fue considerado como el partido hermano de la Unión de Centro Democrático (UCD), la colectividad del presidente Adolfo Suárez, al tiempo que ex presidente Frei Montalva fue uno de los oradores en la inauguración del primer congreso del partido.
Kohl respaldó múltiples iniciativas que beneficiaban al partido chileno y lo hizo superando el rechazo que encontró en otros sectores de la CDU, especialmente en el presidente de la CSU, Franz-Josef Strauss, quien buscaba desplazarlo como candidato a canciller federal de la CDU/CSU para las elecciones de 1980 y utilizó su apoyo a Pinochet para perjudicarlo. No es casual que Chile haya sido el primer país fuera de la OTAN visitado por Kohl como canciller de la unidad alemana en 1991.
El fortalecimiento de las capacidades del PDC por la confluencia de los recursos internos e internacionales le permitió convertirse en la principal colectividad de la oposición en 1983, cuando la arena política se expandía a razón de la política de liberalización impulsada por el régimen. De este modo, la apertura -con sus importantes cambios institucionales como la suspensión de la censura a la prensa y la autorización para el funcionamiento de los partidos de centro e izquierda moderada- le permitió desempeñar un papel clave en la creación de una alternativa de poder que derrotaría al general Pinochet en el plebiscito de 1988. Finalmente, los dos primeros presidentes de la nueva ola democrática fueron personalidades del partido, Patricio Aylwin (1990-1994) y Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000), hijo del ex mandatario.