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Relaciones. Estudios de historia y sociedad

versión On-line ISSN 2448-7554versión impresa ISSN 0185-3929

Relac. Estud. hist. soc. vol.39 no.154 Zamora jun. 2018

https://doi.org/10.24901/rehs.v39i154.381 

Sección general

La escuela rural en territorio seri, 1920-1957

The Rural School in the Seri Territory, 1920-1957

Ana Luz Ramírez Zavala1 

1 El Colegio de Sonora, aramirez@colson.edu.mx


Resumen

Los seris, grupo indígena pescador, cazador-recolector que habita en la costa central de Sonora, estuvo sujeto al programa de escuela rural implementado por el gobierno federal a partir de la década de 1920. Desde la perspectiva regional, en este trabajo se pretende explorar el alcance de la política cultural con el objetivo de mostrar los factores que determinaron su ejecución, bajo el argumento de que la educación rural, en atención a la población indígena, estuvo determinada por la negociación de agentes intermediarios, en este caso rancheros, maestros, comerciantes y asociaciones religiosas, quienes ajustaron los programas a las condiciones culturales de esta comunidad.

Palabras clave: política cultural; escuela rural; posrevolución; indigenismo; seris

Abstract

The Seris are an indigenous group that inhabits the central coast of Sonora, Mexico, identified historically as hunter-gatherers and fishers. They were educated under the rural schools program implemented by the federal government in the 1920s. From a regional perspective, this paper explores the scope of this cultural/educational policy to elucidate the factors that led to its implementation, arguing that the rural education aimed at indigenous peoples was determined through negotiations by intermediaries; in this case, ranchers, teachers, local merchants and members of religious associations who sought to adjust the educational programs to this community’s existing cultural conditions.

Keywords: cultural policy; rural school; post-revolution; indigenism; Seris

Introducción1

Durante el periodo posrevolucionario se pusieron en marcha diversos programas de carácter social, económico y cultural que fueron dirigidos por diversas instancias para incorporar a la nación a las comunidades indígenas de México. Los políticos e intelectuales de la época consideraban que esto se alcanzaría, entre otras cosas, a través de la educación y la castellanización, posteriormente el énfasis se puso en procurar el mejoramiento de sus condiciones de vida. Para ello, se crearon distintos proyectos con los que se pretendía atender de manera integral a la población rural e indígena.

Desde la perspectiva regional, en este trabajo se pretende explorar el alcance de las políticas federales de carácter indigenista a través del estudio del proyecto de educación rural que se puso en marcha en territorio seri a partir de la década de 1920. El objetivo es mostrar los factores que determinaron su ejecución, bajo el argumento de que la operación de programas federales en atención a la población indígena estuvo determinada por la negociación de agentes intermediarios como rancheros, maestros, comerciantes y asociaciones religiosas, quienes ajustaron los programas a las condiciones culturales de este grupo indígena.

El periodo de estudio se articula con el proceso de transición que observó la política indigenista de la época entre incorporacionismo e integracionismo, caracterización que se describirá más adelante y, por otro lado, en función de las distintas escuelas rurales que se fundaron en territorio comcáac, todas de duración efímera, que además corresponde a la época anterior a la fundación del Instituto Nacional Indigenista cuando el indigenismo adquirió otras características.

Además, se pretende mostrar por un lado, el carácter integral del programa de educación para la población originaria de México a través del cual se desarrollaron proyectos que consideraron otros aspectos de la vida cotidiana. Por otro, evidenciar las adecuaciones regionales que hicieron los agentes encargados de ponerlos en marcha.

Cabe mencionar que para el caso de los seris se pretendió introducir cambios en su organización social para integrarlos al mercado laboral y terminar con la violencia que había caracterizado las relaciones por la competencia que, después de la segunda mitad del siglo XIX, se había dado por el uso de los recursos y la ocupación de su territorio, para ello se trató de sedentarizar a este grupo a través del establecimiento de campamentos agrícolas que fueron promovidos y subvencionados por la Secretaría de Educación Pública como parte del proyecto de educación rural.

El indigenismo posrevolucionario

El indigenismo es entendido como el conjunto de acciones políticas que las autoridades e ideólogos diseñan para atender a la población originaria en diversos momentos históricos, su objetivo final es lograr la integración a la nación y la homogeneización de este sector social (Calderón y Escalona 2011, 145). Durante el periodo posrevolucionario éste tuvo diversas fases, una es el incorporacionismo que tuvo el objetivo de alfabetizar y castellanizar a la población indígena para desaparecer sus rasgos culturales. Esta línea prevaleció hasta el sexenio cardenista, cuando se adoptó el integracionismo que se diferenció de la política anterior por considerar el idioma vernáculo en el proceso de aprendizaje; la adaptación regional y cultural de los programas dirigidos a la población indígena; además de haberse diseñado por medio de la antropología aplicada. Como se podrá apreciar, en este trabajo, la transición del incorporacionismo al integracionismo se adscribió a los resultados que en la práctica se observaron en los diferentes proyectos desarrollados en distintas regiones (Heath 1992, 151-170).

En un primer momento fue regido por la escuela rural, a través de la cual el gobierno federal intentó llegar a los lugares más alejados del país, además se pretendía enseñar conocimientos técnicos, por ello sus actividades no sólo fueron dirigidas a la población infantil sino que incluían a toda la familia. En este tenor, los maestros rurales también debían organizar diversas actividades recreativas como festivales cívicos, competencias deportivas y campañas profilácticas en las que debían lograr que participara toda la comunidad (Loyo 2003, 181-183 y Giraudo 2008, 19 y 76).

La misión cultural fue otra institución que consistió en la visita, durante tres semanas, de un grupo de maestros con distintas especialidades, con el objetivo principal de formar profesores para las escuelas rurales. Durante el tiempo que permanecían en la comunidad pretendían impactar a toda la población organizando cooperativas y asesorando a la población en asuntos agrarios y legales (Loyo 2003, 186-187).

Con la Casa del Estudiante Indígena, institución con carácter de internado, donde los estudiantes asistían a diversas escuelas de la Ciudad de México con el fin de convivir y desenvolverse en el medio urbano, se pretendía que los egresados retornaran a sus comunidades en donde se desempeñarían como maestros. Posteriormente, se establecieron escuelas normales rurales en el interior del país para formar maestros que atendieran las escuelas rurales y centros indígenas, estos últimos fueron creados después de la experiencia fallida de la Casa del Estudiante Indígena (Dawson 2004, 35-44).

Cabe señalar que el gobierno federal intentó centralizar la educación, proceso que observó distintas fases, en general los estados opusieron resistencia. La federación asumía la administración y ciertos aspectos técnicos de la educación primaria; mediante diversos convenios, los gobiernos de algunos estados se comprometieron a contribuir con un monto para su mantenimiento. No obstante, la educación dirigida a la población indígena y rural fue facultad del gobierno federal, bajo la lógica de que éste pretendía atender a las comunidades de las zonas donde no llegaba la acción de las autoridades regionales. Aparentemente, en Sonora no se llegó a firmar el acuerdo, por lo menos durante las décadas de 1920 y 1930, sin embargo, si hubo intermediarios y autoridades locales interesadas en atender las necesidades de algunos grupos indígenas de Sonora. En algunos informes se registraron las aportaciones que el gobierno de Sonora hizo para contribuir en la reparación de los edificios de las escuelas rurales como las de Pozo Verde, San Francisquito y Mayocahui, las dos primeras en territorio tohono o’odham y la segunda entre los o’ob -históricamente conocidos como pápagos y pimas bajos, respectivamente- así como en la asignación de maestros para dichos establecimientos federales (Arnaut 1998, 170-176).2

Los maestros que desempeñaron funciones en las escuelas rurales y en las misiones culturales debían fungir como intermediarios del gobierno federal entre las comunidades y las autoridades regionales. Cabe mencionar que concretamente para la década de 1920 en el caso sonorense, y seguramente en otros estados, los maestros eran originarios de las regiones en donde desempeñaban sus tareas docentes. En este sentido, es comprensible que estos actores, más que representar los intereses del gobierno federal, intercedieron en función de intereses locales.

Aunque el objetivo de los ideólogos posrevolucionarios era el de homogeneizar a la población campesina, lo que implicaba reducir las diferencias que prevalecían entre la población rural y la urbana, la puesta en marcha del proyecto de educación rural operado por algunas de las instituciones antes descritas permitió mostrar a los funcionarios de la SEP la necesidad de adecuar los planes, materias y contenidos a las necesidades de la población y al contexto regional, así como de la conveniencia de respetar y promover el mantenimiento de algunos aspectos culturales (Ramírez 2006, 135-139).3

En 1936 se creó el Departamento de Asuntos Indígenas (DAI) que se encargó de dirigir los diversos programas económicos sociales y culturales diseñados para los pueblos originarios de México, además de promover el estudio etnográfico de éstos para coordinar a las autoridades de los distintos órdenes de gobierno, así como a las diferentes instancias involucradas en busca de mejorar su situación. Hayde López destaca que con la creación del DAI la investigación antropológica se sobrepuso al programa educativo para lograr la integración de aquéllos, lo que permitió introducir cambios en las políticas estatales como el uso de la lengua vernácula en el proceso de aprendizaje (Aguirre 1973, 134-147 y López 2013, 55-60).

Al término del sexenio cardenista, la política indigenista cambió de rumbo dejando atrás algunas de las acciones especiales diseñadas para atender a la población originaria, además, el proyecto de educación rural dejó de tener la importancia que se le había dado en los regímenes anteriores.4 En 1941, a través del DAI se firmaron convenios con los gobiernos de los estados, en los que se acordó que la federación aportaría la misma cantidad que otorgara cada entidad para atender las necesidades de los indígenas de cada región. De alguna manera, se dejaba a la voluntad e interés de las autoridades regionales la atención que se iba a brindar a este sector de la población (Raby 1989, 313).

Antecedentes

Los seris habitan en la costa central de Sonora, su territorio queda comprendido dentro de los municipios de Hermosillo y Pitiquito, además de las islas Tiburón, San Esteban y otras que forman parte del municipio de Hermosillo. Actualmente, sus principales asentamientos se encuentran en las comunidades de Desemboque, en Pitiquito, y Punta Chueca en Hermosillo (Pérez 1995, 367).

Los seris, como se les conoce históricamente,5 se caracterizaron por su patrón de ocupación “estacional cíclico”, por lo que se consideran una sociedad nómada cuya principal actividad de subsistencia es la pesca, complementada con la caza y la recolección de animales y frutos del desierto. A partir de la segunda década de 1920, la industria pesquera tuvo un auge por la demanda internacional de ciertos productos como el hígado de tiburón y la totoaba, lo que repercutió en el carácter comercial que adquirió esta práctica entre los seris, y no sólo para la autosubsistencia (Luque 2006, 94).

Se estima que al momento del contacto la población comcáac estaba dividida en seis bandas que se distinguían por diferencias dialectales y culturales, éstas tenían su propio territorio y eran políticamente independientes unas de otras.6 Durante la colonia y el siglo XIX su población se vio reducida por las epidemias, las campañas militares, la deportación y el mestizaje, por lo que para el siglo XX la población comcáac estaba constituida en un solo grupo que se conformó con los remanentes de las diversas bandas (Bowen 1983, 231 y Bahre 1980, 202).

Se considera que el grado de aculturación de los seris mediante el proceso de colonización y evangelización fue mínimo, porque no logró establecer de manera permanente a toda su población en pueblos de misión debido a que éstos, por considerar los ciclos de ciertas especies marinas y de otros recursos naturales, así como por cuestiones culturales, solían abandonar dichos establecimientos (Luque 2006, 94). Por otro lado, la agricultura y la ganadería, actividades de las que se mantenían las misiones, no llegaron a ser practicadas por este grupo indígena; además, el territorio comcáac no favorecía el desarrollo de dichas actividades debido a su condición desértica. Entre 1678 y 1772, se fundaron alrededor de 6 misiones en territorio comcáac, la mayoría fueron abandonadas o destruidas.

La resistencia que los seris opusieron a quedar congregados en pueblos de misión, la reducción de su territorio por la fundación de ranchos y presidios como el del Pitic y el de San Miguel de Horcasitas, así como la competencia por los recursos tuvo como consecuencia constantes enfrentamientos entre este grupo indígena y las autoridades virreinales que se volvieron más frecuentes a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, periodo en que se ejecutaron varias campañas militares y de deportación que redujeron considerablemente su población (Bowen 1983, 233).

Durante el siglo XIX se establecieron varios ranchos ganaderos en territorio comcáac, lo que provocó la escasez de agua en los depósitos naturales y el aumento de los conflictos entre los rancheros y los seris por la caza del ganado. En este periodo destaca la guerra que hizo Pascual Encinas, la cual se extendió alrededor de una década, entre 1855 a 1865, y que exterminó a la mitad de los integrantes de las bandas costeras. Posteriormente, la expedición militar que se llevó a cabo en 1904 también causó estragos en la población. Las crónicas refieren que se desalojó a los seris de la isla Tiburón y se distribuyeron en los ranchos de Hermosillo, otros fueron desterrados de Sonora aprovechándose la campaña de deportación de los yaquis. Cabe mencionar que las autoridades trataban de desocupar la isla Tiburón en el marco de un proyecto para explotar diversas actividades como la pesca, la caza, la minería y la extracción de perlas, en el que estaba involucrado don Manuel Romero Rubio, suegro de Porfirio Díaz (Villalpando 1989, 35; García y Alva [1907] 2005, 41; Moser 1988, 492 y Bowen 2000, 242-256).

No obstante, la información apunta a que en estos años los indígenas iban y venían de la isla Tiburón a la costa continental y en ésta acampaban en los ranchos de la zona en donde se empleaban en diversas actividades, principalmente en la ganadería, desde el invierno hasta principios de la primavera. Por lo que se puede ver en las fuentes, su permanencia en éstos solía ser temporal por la persecución que los ganaderos les hacían, además de su acostumbrada movilidad para cumplir con los ciclos de pesca, caza y recolección.7

Algunos programas de asimilación en territorio comcáac8

El antecedente del establecimiento de lo que podría ser la primera escuela en territorio seri data de la fundación, en 1844, de la hacienda San Francisco de la Costa Rica por los hermanos Pascual e Ignacio Encinas. La hacienda se dedicó a la crianza de ganado, a la curtiduría de pieles, al cultivo de jojoba y también a la explotación de yacimientos de cal. En ésta se empleaba a trabajadores de diferentes etnias como yaquis, pápagos y seris. Según las observaciones hechas por el estadounidense William McGee a finales del siglo XIX,9 los hermanos Encinas trataron de asimilar a los seris a través de trabajo, ya que en la hacienda se congregaban temporalmente varias familias comcáac que laboraban en diversas actividades productivas.10 También se intentó castellanizar y catequizar a la población, para este fin se estableció una escuela, tenía como maestros al señor Pedro Encinas -hijo de don Pascual- y a los indígenas Juan Antonio, Juan Astorga y Kolosio, quienes habían aprendido el castellano desde pequeños y solían fungir como intérpretes para las autoridades sonorenses (Thomson 1989, 35-37).

El proyecto de castellanización implementado por los hermanos Encinas tuvo poco efecto entre los seris debido a su alta movilidad por los frecuentes enfrentamientos y expediciones militares que los rancheros emprendieron en su contra.11 No obstante, la fundación de la hacienda San Francisco de Costa Rica determinó algunos cambios en la organización social de los comcáac, como la gradual disminución de su territorio y de su población debido a la colonización y a las guerras que los impactaron culturalmente en otros aspectos, como en el uso e incorporación a su vida cotidiana de ciertos productos y herramientas, aunque no llegaron a cultivar la tierra ni a criar animales (Thomson 1989, 75-76 y Nolasco 1967, 169-171).

Como refiere Alicia Castellanos Guerrero los proyectos de asimilación implican la imposición del sistema simbólico y de valores del grupo hegemónico sobre otras tradiciones culturales, además no admite diferencias de ningún orden, se interioriza en el discurso, se sanciona a través del marco legal y se justifica la violencia. No obstante, en la práctica, las políticas de diversa índole tienen que ser negociadas entre los diversos actores para lograr ponerse en ejecución (Castellanos 1994, 107).

La diferencia de los proyectos de asimilación del siglo XIX con los del periodo posrevolucionario fue que en los últimos se llegó a reconocer gradualmente la diversidad étnica, promoviendo su estudio, para conseguir la unidad y el mejoramiento económico de los grupos indígenas. Después de la revolución “la mirada hacia la diferencia interna se torna evolucionista; no se impone una cultura sobre otra, pero si busca la fusión de las culturas atrasadas”, para superar el “desfase” se desarrollaron diversos programas económicos, sociales, políticos y educativos que determinaron cambios en la organización social y en el aprovechamiento material. Así, la disminución de los territorios indígenas, las relaciones interétnicas, entre otros sucesos, llevaron a los pueblos originarios a la reconfiguración de su cosmovisión y de sus lazos comunitarios y en algunos casos a la modificación de sus identidades (Castellanos 1994, 107-111).

Para la década de 1920, Roberto Thomson Encinas, ranchero de la zona, colaboró con las autoridades mexicanas en sus diversos órdenes de gobierno como maestro rural y como “comisionado de vigilancia de la tribu seri”, además de diseñar y operar diversos proyectos para incorporar a este grupo indígena a la economía que en esta zona se dedicaba a la pesca. El interés de Thomson por los seris radica en la cercanía que desde la infancia mantuvo con ellos, pues, creció en la hacienda Costa Rica, siendo testigo de los conflictos entre estos y los colonos de la costa. De diversas formas y desempeñando distintos cargos fungió como intermediario de la etnia, de las autoridades regionales, así como de otros actores como comerciantes, pescadores, rancheros y antropólogos estadounidenses.12

En 1925, a raíz de la muerte de varias reses en la Hacienda Santa María, adjudicada a los seris, el gobierno de Sonora promovió un acuerdo en el que se convino que los comcáac entregaran sus armas, conservando sólo cinco para cazar, para esto Roberto Thomson fue comisionado por el gobierno. Las autoridades se comprometieron a proveerlos del parque suficiente, además de alimentos, ropa y material para construir embarcaciones. El plan era que los indígenas se replegaran a la isla Tiburón y no se les permitiera salir a menos de que portaran permiso y lo hicieran desarmados y por camino real.13

El convenio también estableció la obligación de los seris de permitir que la tripulación de las embarcaciones se proveyera de agua en los sitios de Tecomate, La Cruz, La Higuera, El Carrizo y Pozo Peña. Por su parte, el comisionado Roberto Thomson debía encargarse de dar protección a los excursionistas y de hacerles saber que no debían de agotar el recurso de las fuentes con las que se abastecía del vital líquido la población comcáac, pues, en otras ocasiones esto había provocado enfrentamientos entre los indígenas y los visitantes de la isla y la costa.14

Cabe mencionar que el desarme y pacificación de los indígenas se inscribió en el proyecto de explotación turística de Bahía de Kino, debido al interés de un inversionista estadounidense por establecer un club deportivo en ese lugar. La promoción de la zona comenzó alrededor de 1924, dos años después se fundó el club en el que se promovía la pesca y la caza deportiva, éste se vio afectado por la crisis de 1929, fue embargado por el gobierno de Sonora en 1932. Unos años más tarde, la empresa de ferrocarril Sud Pacífico de México fundaría un hotel en la bahía de Bacochibampo, en el municipio de Guaymas, que tenía entre sus atractivos excursiones en bote a la isla Tiburón para pescar, principal actividad promovida por el hotel (Thomson 1956b, 1y 8).15

Thomson proponía fomentar el comercio y la industria para hacer de los seris “una tribu productora”; además solicitó la exención de impuestos sobre la pesca y gestionó acuerdos comerciales para vender el pescado sin intermediarios. En coordinación con el representante de la SEP proyectó la fundación de campamentos agrícolas; el establecimiento de dos almacenes para guardar el producto de la pesca, uno en Pozo Peña y otro más en el estero El Embarcadero, además de la construcción de un camino entre ambos. También solicitó el uso exclusivo de este último paraje como puerto para los indígenas. Bajo este esquema Thomson pretendía que a largo plazo el gobierno no tuviera que seguir suministrando provisiones a los indígenas sino que éstas fueran producidas por ellos.16

En 1927, Thomson promovió la constitución de una colonia sobre el delta del río Bacoachi, sitio que por sus condiciones geográficas prestaba mejores posibilidades para el desarrollo de la agricultura. Además, por su ubicación y distancia se podría evitar el contagio de la población comcáac que en los últimos dos años se había visto afectada por influenza (Thomson 1956b, 1 y 8).

Cabe anotar que los sitios que eran elegidos para el establecimiento de campamentos agrícolas comprendían algunos de los espacios más favorables para la obtención de agua, a los ojos de los intermediarios regionales y funcionarios del gobierno sonorense, reunían las condiciones para lograr que los seris se establecieran permanentemente en éstos. Es posible que parte del fracaso de éstos se debiera a lo que fue observado por el naturalista Charles Sheldon en 1922, acerca de los lugares en los que existían depósitos de agua, los cuáles no eran propicios para la caza y la recolección, además del manejo tradicional de los indígenas sobre las fuentes de agua dulce. Sin embargo, había sitios tanto en la isla Tiburón como en la parte continental, donde los espacios para obtener agua y alimento no estaban tan distantes. La residencia permanente de los comcáac en un asentamiento se logró una década después bajo otras circunstancias (Luque 2006, 220 y Carmony y Brown 1993, 177).

“Como las tortugas de campo…” La escuela rural en territorio comcáac

Entre las décadas de 1920 a 1950 se fundaron cinco escuelas en territorio comcáac. En 1922, Cenobio Rivera, funcionario de la SEP, visitó en varias ocasiones a los seris para determinar las condiciones del programa educativo que debería de regirlos; por el carácter de sus propuestas se considera que éste fue influenciado por Roberto Thomson, quien lo acompañó a la isla Tiburón. Entre sus sugerencias destaca la promoción de la manufactura y venta de la artesanía seri -que consiste en la elaboración de cestas y de joyería de concha-, lo cual fue retomado por el siguiente delegado; la intención de educar a un niño comcáac en Hermosillo para que después apoyara en la enseñanza de sus congéneres, además de considerar el carácter itinerante de la escuela para seguir a la población a sus campamentos, seguramente aconsejado por Thomson, quien como veremos si lo llegó a implementar.17

En general, el éxito de la escuela rural entre los seris fue efímero en relación con el tiempo en que funcionaron los distintos establecimientos, al verse amenazada frecuentemente por la insuficiencia de recursos para su mantenimiento y el pago de los maestros, en parte por los pocos estudiantes que eran atendidos en ésta, pues, las autoridades federales no tuvieron en consideración la proporción de alumnos en relación con la población total seri y su patrón de asentamiento estacional.18 Por lo anterior, el delegado de la SEP en Sonora consideraba que debía de lograr establecer a los indígenas en un lugar y por ello gestionó el establecimiento de los campamentos agrícolas.19 En las escuelas que operaron después de la década de 1930 se presentaron otros factores que contribuyeron a la deserción de los estudiantes comcáac como la presencia de alumnado mestizo y la exigencia de prácticas que se oponían a sus tradiciones como el corte de cabello entre los varones y los castigos que les eran impuestos (Smith 1966).20

Cuadro 1 Escuelas en territorio comcáac* 

Fecha Lugar Nombre del profesor
1925-1927 Carrizal Roberto Thomson
1925-1927 Pozo Coyote Luis Thomson
1928 Carrizal Roberto Thomson y Artemisa Valdez
1932 Hotel Kino Roberto Thomson
1941 Desemboque Se ignora
1952-1957 Desemboque Leo Sandoval**
1974 Desemboque Herminia Astorga Flores; Olga Leticia Esther Astorga; Flores; María Herrera Casanova; María Thomson Casanova***
1973 Punta Chueca José Luis Zapata****

* Bourillón 2002; Marak, 2000; Thomson 1956a, 6-7; Santillán 1993 y Smith 1966.

**El profesor Leo Sandoval atendió a 34 alumnos, 20 niños y 14 niñas (Santillán 1993, 85).

***En esta escuela se atendieron a 49 alumnos, 26 niñas y 23 niños, contaba con cinco grados (Santillán 1993, 87).

****A esta escuela asistían 35 estudiantes, 23 niñas y 12 niños, de los cuáles dos eran mestizos (Santillán 1993, 89).

Para 1925, los seris residían en Carrizal, cerca de Bahía de Kino y en Pozo Coyote, a 18 kilómetros al norte, cerca de Desemboque; en el primero vivían alrededor de 100 individuos y 80 en el segundo, aunque por cuestiones de pesca y caza solían cambiar de residencia y regresar a la isla Tiburón, además de haber grupos pequeños de familia dispersos en otros sitios. Fernando Dworak, representante de la SEP en Sonora, para tratar de asentar a la población en estos campamentos gestionó la donación de semillas e instrumentos de trabajo con lo que se pretendía que los indígenas aprendieran a cultivar la tierra, criar animales e impulsar la pesca como actividad comercial. Con lo anterior se trataba de conseguir que los seris fincaran su residencia de forma permanente, reducir el robo de ganado e incorporar industrias que les permitieran vivir de otras actividades económicas, sin tenerlos que confinar en la isla Tiburón como el gobierno de Sonora y los rancheros pretendían en el convenio de pacificación que se estaba negociando (Marak 2000, 206).21

Como se verá con mayor detalle más adelante, el programa de educación rural manifestó contradicciones en la práctica, relativas al objetivo de incorporar a los seris a la sociedad mexicana. Por un lado, se trató de cambiar algunos aspectos como evitar su movilidad por el territorio y, por otro, de conservar y promover otros elementos culturales, que en la perspectiva de sus artífices garantizarían mayor éxito. En este sentido, el delegado de la SEP instó a los funcionarios en México para promover las artesanías comcáac mediante el envío de muestras de los productos; en el mismo tenor gestionó el apoyo de la institución para la pesca, así se logró que Thomson estableciera un contrato con dos comerciantes, quienes se comprometieron a comprar la captura de pescado de los seris por un precio determinado y los seris a vender su pesca exclusivamente a los dos comerciantes; más adelante solicitaría que se pagara a un marinero que enseñara a los indígenas a manejar embarcaciones con vela y motor. Por su parte, el maestro Thomson sugirió a Dworak simplificar la enseñanza para los seris y sustituirla por conocimiento más práctico y adecuado a las condiciones de vida de los indígenas.22

En Carrizal se estableció una escuela rural a la que asistían doce alumnos (Marak 2009, 90), por lo que no pudo mantenerse en funcionamiento. No obstante, logró permanecer abierta, sostenida por la instancia federal gracias a las gestiones que hicieron Roberto Thomson y Fernando Dworak. Por su parte, en el campamento de Pozo Coyote se construyó otra escuela (Marak 2000, 201-207).

Un factor en contra de la escuela rural para los seris fue la reducción del presupuesto federal designado para las escuelas primarias, centros culturales y profesores ambulantes, con el que se le pagaba a Luis Thomson profesor de la escuela de Pozo Coyote. El sueldo fue suspendido y la escuela fue clausurada en mayo de 1925. Su restablecimiento y el pago del sueldo del maestro fueron reanudados meses después.23

A decir del propio Thomson, las primeras escuelas tuvieron carácter itinerante, por lo tanto no estaban establecidas en un lugar fijo ni tenían mobiliario. Aparentemente, por voluntad del profesor, éste seguía a la población en su ciclo de apropiación de recursos, refiriendo que, en ocasiones, la escuela se alojaba en su automóvil cuando la población se encontraba en temporada de caza. La asistencia de los alumnos, la duración de las clases y el alcance que tuvo para ciertos sectores de la etnia también dependió de su movilidad. En este tenor, Roberto Thomson refirió “esta escuela, como las tortugas del campo, tenía la particularidad de caminar con todo y su ‘edificio’ a cuestas y así de un día para otro, ya estaba instalada en Aguazarca, en San Bartolo, en Bahía de Kino o en Carrizal”. Otro aspecto particular de la escuela para los seris es que niños y adultos asistían a clase, a los últimos les interesaba aprender castellano (Thomson 1956a, 6-7 y Thomson 1956c, 1).24

En un informe Thomson atribuía el fracaso de la escuela a la movilidad de los indígenas, haciendo alusión a la necesidad que tenían de trasladarse a otros sitios en busca de alimentos y agua. La intención de esta información era sensibilizar a las autoridades para que otorgaran los recursos que solicitaba para mantener los campamentos y modernizar las técnicas pesqueras.25

Durante el gobierno de Fausto Topete26 se otorgaron a la etnia varios elementos entre los que destaca la donación de un barco con el que los seris, acompañados por los hermanos Thomson, acudían al puerto de Guaymas para vender leña y pescado seco. Durante su estancia en el puerto eran asistidos en la casa del delegado de la SEP Fernando Dworak. El gobierno estatal también dio canoas y material de construcción, además de asignar a otra maestra y proveer de mobiliario a la escuela (Thomson 1956a, 6-7).

La atención que, en la segunda mitad de 1920, se prestó a los comcáac se dio en coordinación con las autoridades federales y estatales y por lo que refieren las fuentes debió de tener carácter formal, pues, según las memorias de Roberto Thomson en estos años un grupo de seris fue llamado a Hermosillo en donde se les informó sobre la vigencia de “una nueva ley y una nueva escuela” (Thomson 1947, 8).

En 1927, el representante de la SEP y Thomson propusieron el establecimiento de un nuevo campamento y una escuela permanente en el sitio Pozo Peña, un lugar intermedio entre la zona de pesca, recolección y caza de los seris con lo que se pretendía evitar que las familias enteras se desplazaran para realizar sus actividades de subsistencia. Para ello, Dworak gestionó el pago de 25 pesos mensuales para el gobernador de los seris27 Francisco Romero y 15 para Roberto Thomson Herrera para que disuadiera a la población para que permaneciera en el campamento; que los niños fueran enviados a la escuela; que las mujeres se quedaran en aquel sitio elaborando sus cestas; mientras que los hombres se dedicaban a otras labores; además de la asignación de 5 pesos mensuales a cada familia.28 En el proyecto se planeó que los indígenas trazaran un camino que comunicara el establecimiento con el Canal del Infiernillo y Hermosillo para favorecer la comercialización del pescado y la venta de artesanías para la obtención de recursos (Marak 2000, 207-214).

Roberto Thomson pensaba que el éxito del proyecto en Pozo Peña se alcanzaría a largo plazo, por lo que instaba a las autoridades mexicanas a comprometerse a prestar apoyo económico por más tiempo para el asentamiento comcáac, dotándolos de dinero, semillas, ganado y herramientas de trabajo, pues, en los pocos meses que llevaba el proyecto, los indígenas se veían escasos de alimento por lo que preferían volver a su vida nómada, para mantenerse de la recolección, la caza y la pesca según su tradición cultural (Marak 2000, 212).

En sus funciones de comisionado del gobierno de Sonora, Thomson hizo todo tipo de gestiones y actividades para tratar de conseguir dinero para mantener el campamento de Pozo Peña. En 1927, se puso de acuerdo con Edward H. Davis, coleccionista de la Heye Foundation of the Museum of the American Indian para llevar a varios individuos comcáac representados con su vestimenta y armamento tradicionales a una exhibición en los Estados Unidos, quienes permanecerían ahí durante ocho semanas. Con lo anterior se pretendía obtener ganancias para mantenerlos en aquel campamento y adquirir equipo para pesca como pangas con motor. Las autoridades de la SEP en México se mostraron en rotundo desacuerdo con la exhibición e instaron a su representante en Sonora para que impidiera que el plan se llevara a cabo, a cambio la dependencia se comprometió a buscar ayuda para conseguir un motor para la embarcación (Ryerson 2005, 124 y Marak 2000, 213-215).29

Por diversas circunstancias adversas como la descompostura de la embarcación donada por Topete y su posterior destrucción en un choque, así como el contagio de influenza que azotó a la población de los seris que se encontraban en el rancho de Palo Alto y la afectación que sufrieron por el paso de un huracán en 1928, provocando el abandono del campamento en Pozo Peña, la SEP no pudo solventar los costos que generaba el proyecto de integración de los seris a través de la escuela rural (Marak 2000, 213-218 y Smith 1966).30

Se considera que la atención que los seris recibieron de parte de autoridades estatales y federales y la adecuación de los programas durante la década de 1920, responde al interés de agentes intermediarios como Roberto Thomson y Fernando Dworak. En la documentación se observa que el compromiso de Dworak con los seris lo llevó a solicitar crédito y gastar de su propio peculio para arreglar la embarcación destruida de los indígenas; también gestionó permisos de caza para los comcáac. Además de conseguir ropa y alimentos para ellos, insistió en que se pagara dinero a las familias que llevaran a sus hijos a la escuela para que no tuvieran que irse de los campamentos para conseguir alimentos. En palabras de Dworak: “el trabajo de redención de esta tribu es realmente difícil y reclama además de una paciencia especial, un tiempo bastante largo, el indispensable para que crezcan los niños ya con otras costumbres y modificada su manera de ser”. A la salida de Fernando Dworak de su cargo como representante de la institución en Sonora, la escuela del Carrizal fue cerrada y el aporte financiero que subvencionaba la secretaría para los campamentos comcáac fue suspendido.31

Para 1932, otra escuela fue restablecida en una de las habitaciones del Club Deportivo, para entonces abandonado, la cual estuvo a cargo de Roberto Thomson. Los indígenas Roberto Thomson Herrera, Ignacio Romero y una estudiante de nombre Ramona aprendieron a leer y a escribir en esta ocasión.32 Nuevamente, el funcionamiento de la escuela fue de corta duración, además de haberse observado la deserción del alumnado indígena por la presencia de estudiantes mestizos. En este año, Thomson dejó de asistir a los seris y tuvo que abandonar el proyecto forzado por los propios indígenas (Marak 2009, 101). En años posteriores se fundaron al menos otro par de escuelas, entonces en la comunidad de Desemboque, a donde se mudó una parte de la población comcáac a partir de 1941; la escuela en este lugar corrió la misma suerte de contar con poco alumnado y ser clausurada al poco tiempo. Para finales de esa década, en Desemboque, un comerciante recibía salario como maestro, pero no tenía alumnos, por lo cual no impartía clases (Bourillón 2002, 34 y Krekler 1949).

Cabe mencionar que en 1949, según el reporte de Norman Krekler, comisionado para conocer la situación que imperaba entre los seris por la American Friends Service Comittee33 o sociedad de los amigos como se denominó en México; los indígenas le solicitaron un establecimiento escolar porque deseaban que sus hijos y algunos adultos estudiaran, pues, consideraban que a través de la educación podrían hacer frente a la competencia económica de los mestizos y mantener independencia de ellos. Krekler reportó que en 1949, de 208 adultos, sólo 4 sabían leer y escribir en español (Krekler 1949 y Smith 1966).

En este tenor, Krekler consideró urgente la actuación de un profesor en la comunidad de Desemboque. Dentro de sus consideraciones, no sólo debía enseñar a los estudiantes a leer, escribir y contar, sino que debía convertirse en parte integral de la comunidad, instruyéndola en nociones de higiene, derecho, comercio y en el cuidado de las herramientas de trabajo. También debía de gestionar la participación de las autoridades mexicanas para operar programas en beneficio de los seris. El profesor debía procurar la convivencia entre los estudiantes indígenas y mestizos y contar con un medio de transporte para asistir a la población en caso de emergencia. Con respecto a la relación con los comerciantes de pescado -conocidos en la zona como armadores- debía de evitar la explotación de los indígenas por los comerciantes y ser mediador en los conflictos que se daban comúnmente entre ambos. Krekler consideraba apropiado que el profesor fuera casado y que su pareja residiera con él en Desemboque. En un principio se pensó traer a un maestro de origen estadounidense que hablara español, que fuera pagado por la sociedad de los amigos durante un año y posteriormente por el gobierno mexicano. Finalmente se contrató a un profesor mexicano, quien contaba con experiencia de trabajar con comunidades otomíes en Hidalgo, quien además hablaba perfectamente inglés (Krekler 1949).

La escuela fue fundada en 1952 y era atendida por el profesor Leo Sandoval. Los gastos de construcción de la escuela corrieron a cargo de la sociedad de los amigos y el sueldo del maestro era pagado por el gobierno federal. Según los datos apuntados por Conrado Santillán, funcionario del INI que trabajó en territorio comcáac a mediados de la década de 1970, el profesor Sandoval logró alfabetizar alrededor de 15 % de la población (Smith 1966).34

Así, para la década de 1950, la atención y asistencia para los seris provino de la intervención de diversos grupos religiosos, entre los que destaca la estancia de unos agentes del Instituto Lingüístico de Verano para traducir el nuevo testamento a lengua comcáac y la sociedad de los amigos. Además de la intervención de otros benefactores estadounidenses como el antropólogo William Smith, quien los apoyó de diversas formas para proveerlos de medicamentos y ropa, además de evaluar cómo habían influenciado culturalmente a los indígenas las acciones desarrolladas por la sociedad de los amigos (Smith 1966).

Por otro lado, hay que señalar que los armadores mexicanos se oponían a la operación de programas oficiales, al trabajo de los grupos religiosos y a la investigación de antropólogos en territorio comcáac porque éstos denunciaban la venta de alcohol, drogas y dinamita, así como los abusos de los comerciantes en contra de los pescadores seris. Por ello, los comerciantes o armadores solían obstaculizar las actividades e intrigar entre los indígenas en contra de los antropólogos o los grupos religiosos, agentes ajenos a la dinámica regional. Por su parte, a partir de 1930, el gobierno de Sonora se mantuvo al margen del desarrollo de programas y acciones en atención a esta etnia, sin mediar en los conflictos de las comunidades de pescadores. Esto cambió en la década de 1970, cuando se conformó la Comisión de Desarrollo de la Tribu Seri, compuesta por diversas instituciones de carácter federal y estatal, entre las que destacan el gobierno de Sonora y la Universidad de Sonora (Krekler 1949 y Bourillón 2002, 45).

En general, las distintas acciones que intermediarios regionales gestionaron con los diversos órdenes de gobierno, en combinación con los proyectos y programas federales que se pusieron en marcha entre los comcáac hasta la década de 1950, a través de la escuela rural, fueron breves y aparentemente poco exitosos. En consideración del antropólogo William Smith las escuelas que fueron dirigidas por los hermanos Thomson tuvieron mayor trascendencia social en relación con las que operaron en años posteriores, porque los hermanos Thomson adecuaron el programa educativo a las características culturales de los seris. En su opinión, en los proyectos posteriores se trató de imponer el uso del español y de obligar a los estudiantes a usar uniforme y cortarse el cabello (Smith 1966).

Sin embargo, la escuela promovida por la sociedad de los amigos, en relación con el número de estudiantes que atendió y el tiempo que funcionó, tuvo mayor éxito, en parte, porque para entonces los seris se habían establecido de manera permanente en la comunidad de Desemboque. Para la década de 1970, 27 % de la población sabía leer y escribir, avance considerable si tomamos en cuenta que para finales de la década de 1940, según diversos testimonios sólo había 4 personas con estas capacidades (Cuellar 1980,135).

La política cultural dirigida a los seris, en combinación con otros factores, como la demanda internacional de productos pesqueros del Golfo de California, el mejoramiento y mantenimiento de caminos y el breve impulso del turismo en la zona, determinaron cambios a corto y mediano plazo en su organización social, algunos de los cambios más significativos fueron la participación en la pesca comercial y el establecimiento permanente de los seris en Desemboque para la década de 1940 y en Punta Chueca en la década de 1950, así como el aumento de su población (Ryerson 2005, 124).

Consideraciones finales

Hasta las dos primeras décadas del siglo XX las autoridades sonorenses se mantuvieron indiferentes para atender a la población comcáac y resolver los conflictos interétnicos que se presentaban en la región de la costa central por la tierra, el agua y el ganado. Con la creación de la Secretaría de Educación Pública y de diversas instancias y programas desarrollados por ésta, el gobierno de Sonora dejó la resolución de los problemas de los seris y la satisfacción de ciertas necesidades en manos de los funcionarios de dicha institución. No obstante, las condiciones económicas particulares de la costa central de Sonora por el alza en la demanda internacional de ciertas especies marinas y el interés por el desarrollo turístico de Bahía de Kino, fomentaron la atracción de pescadores mexicanos, comerciantes y prestadores de otros servicios a la zona, lo que obligó a las autoridades regionales a brindar atención a la población indígena y a cooperar con los diversos proyectos federales a la que ésta estuvo sujeta.

El programa de asimilación para los seris, hasta el periodo cardenista, fue regido por la SEP a través del programa de educación rural, que no sólo consideró la castellanización y la enseñanza de educación básica sino, como se pudo observar en este trabajo, la concepción de los agentes intermediarios; la modificación de patrones culturales por medio de la fundación de campamentos agrícolas; el desarrollo de infraestructura; el fomento y modernización de la actividad pesquera que permitiría a los seris integrarse a la economía regional según las necesidades de la zona. No obstante, el establecimiento de la escuela rural y los campamentos agrícolas en territorio comcáac fallaron al tratar de convertir a los indígenas en agricultores y no comprender su patrón de residencia estacional.

En este sentido se argumenta que la política cultural del gobierno federal no hubiera podido desarrollarse sin la participación de intermediarios interesados en cambiar las condiciones de vida de los seris, como fue el caso del señor Thomson, Fernando Dworak y años más adelante de la organización estadounidense American Friends Service Comittee, quienes gestionaron recursos, idearon proyectos y solicitaron permisos, trabajando en coordinación con las instancias federales y estatales.

Referencias

Acervos y siglas

  • (AGES) Archivo General del Estado de Sonora

  • (AGN) Archivo General de la Nación

  • (DERCI) Dirección de Escuelas Rurales y Cultura Indígena

  • (DGEPET) Dirección General de Educación Primaria en los Estados y Territorios

  • Universidad de Arizona Special Collections, William Neil Smith papers, 1829-1975 (Bulk 1944-1970)

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1Este trabajo es un avance de investigación del proyecto “El proyecto educativo entre los comcáac, 1924-1946”, financiado con recursos SEP PRODEP.

2AGES, fondo Oficialía mayor, caja 39, informe de gobierno rendido por Rodolfo Elías Calles, 1934 y Ley no 171, Ley de educación pública emitida por Emiliano Corella gobernador constitucional interino del estado de Sonora 1935.

3Las materias eran ciencias naturales, geografía, civismo, artes plásticas, matemáticas. Además, se les daba educación higiénica, doméstica y se organizaban otras actividades recreativas y deportivas entre las que destacan exhibiciones, museos escolares, cine, festivales, etcétera (Sanabria 2006, 20-22).

4Sin embargo, en 1944 se creó el Instituto de Alfabetización para Indígenas Monolingües al haberse demostrado, a través de diversas experiencias, la eficacia del uso de la lengua materna en este proceso (Aguirre y Pozas [1954] 1981, 213).

5Adamo Gilg misionero jesuita encargado de la misión de Santa María del Pópulo, en la crónica que dejó en 1692 refiere que el vocablo seri no es una locución indígena sino española; por su parte Bernard Fontana señala que es una denominación ópata que significa ágil o listo. El término que ellos usan para autodenominarse es comcáac que también será empleado en este trabajo (Di Peso y Matson 1965, 41 y Fontana 1980, 179).

6Edward Moser clasificó las bandas seris de la siguiente manera, banda 1: conocidos como tepocas o salineros, su territorio se extendía del paraje Punta Tepopa a Puerto Lobos; banda 2: conocidos como tastioteños, ubicados desde Guaymas hasta Bahía de Kino; banda 3: conocidos como seris o tiburones, ocupaban el extremo norte y la parte oriental de la isla Tiburón y luego se extendieron a la franja costera continental opuesta a la isla; banda 4: gente del desierto se ubicaba en la parte central de la isla tiburón; banda 5: upanguayma, situados al sur de Guaymas; banda 6: este grupo habitó la isla San Esteban. Entre 1855 a 1865 la campaña militar que emprendió Pascual Encinas redujo la banda 2 a la mitad de su población; por la agresión de los tohono o’odham y las fuerzas auxiliares del gobierno, las bandas 1 y 3 se vieron forzados a huir a la isla Tiburón y la banda 6 fue exterminada en la última década del siglo XIX (Moser 1976, 2-6 y Bowen 2000, 454).

7Por ejemplo, en el invierno de 1921-1922, el cazador y naturalista Charles Sheldon conoció al jefe seri Jesús Félix o Burro Alazán en el rancho Libertad, quien lo invitó a cazar en la isla Tiburón (Carmony y Brown 1993, 118 y Smith 1966).

8Se entiende por asimilación el cambio que se produce a partir del encuentro de dos sistemas culturales, dando como resultado una fusión en la que ambos intercambian elementos para producir una cultura distinta (Barfield 2001, 21-22).

9William McGee estuvo en Sonora en una expedición del Bureau of American Ethnology para recopilar material etnográfico sobre grupos indígenas de América, poco conocidos, para ser expuesto en el Museo Nacional (Nolasco 1980, IX).

10En las crónicas escritas por Roberto Thomson compendiadas en el libro Pioneros de la costa de Hermosillo, se menciona que en la hacienda Costa Rica vivían aproximadamente alrededor de 20 familias seris y de manera temporal fluctuaban entre 100 a 200 individuos mestizos e indígenas (Thomson 1989, 70).

11Como se mencionó, durante la década de 1855 a 1865, los hermanos Encinas llevaron a cabo una campaña contra los seris, en este sentido, llama la atención que el proyecto realizado por el señor Pascual Encinas entre los seris se considere como humanista y que, en general, se refieran a este individuo como pacifista, cuando hay evidencias que también ejerció la violencia contra los seris en varias ocasiones. Cabe mencionar que quien lo describe así es su nieto Roberto Thomson (Thomson 1989, 71-89 y Moser 1976, 10-11).

12Roberto Thomson fue nieto de Ignacio Encinas y sobrino nieto de Pascual Encinas (Ryerson 2005, 125-133).

13AGES, fondo Oficialía mayor, tomo 3814, el gobernador de Sonora a Roberto Thomson, Hermosillo, 12 de febrero de 1925.

14AGES, fondo Oficialía mayor, tomo 3814, convenio celebrado entre el gobierno del estado y el gobernador de los seris, Hermosillo, 1925 y tomo 3741, Roberto Thomson al secretario de gobierno, 26 de mayo de 1925.

15“A True Fish Story about Guaymas, Mexico. Southern Pacific”, en William Neil Smith papers, 1829-1975, Special Collections, Historial Notes Seri Region (Tucson: Universidad de Arizona).

16AGES, fondo Oficialía mayor, tomo 3741, Roberto Thomson al secretario de gobierno, Hermosillo, 26 de mayo de 1925.

17AGN, fondo SEP, sección DERCI, caja 16, localización 35991, Hermosillo, Cenobio Rivera al Jefe del Departamento de Cultura Indígena, 26 de agosto de 1922.

18En el censo realizado por Thomson en 1925 se registró una población de 196 individuos de los cuales 49, 26 hombres y 23 mujeres, estaban en edad escolar (6 y 15 años), sólo doce asistían a la escuela. Tres años después se reportaban 40 individuos entre niños y adultos en la escuela del Carrizal. AGES, fondo Oficialía mayor, tomo 3814, Hermosillo, 26 de abril de 1925 y AGN, fondo SEP, sección DGEPET, Sonora, caja 39969, Informe de Humberto Paniagua, Hermosillo, Hermosillo, 31 de marzo de 1928.

19AGN, fondo SEP, sección DGEPET, Sonora, caja 39981, escuela rural federal Carrizal en Kino, Fernando Dworak al jefe del departamento, Hermosillo, 10 de noviembre de 1926.

20AGES, fondo Oficialía mayor, tomo 3814, Roberto Thomson al gobernador de Sonora, Isla Tiburón, 26 de abril de 1925.

21AGES, fondo Oficialía mayor, tomo 3741, Roberto Thomson al secretario de gobierno, Hermosillo, 26 de mayo de 1925.

22Varios documentos, AGN, fondo SEP, sección DGEPET, Sonora, caja 39981, Escuela rural federal Carrizal en Kino, Fernando Dworak al jefe del departamento, Hermosillo, 26 de noviembre y 10 de diciembre de 1926 y sección DERCI, caja, 36353, Fernando Dworak a jefe del departamento, Hermosillo, 12 de abril de 1928.

23AGES, fondo Oficialía mayor, tomo 3741, F. Manríquez a Luis O. Thomson, Hermosillo, 29 de enero de 1925 y Roberto Thomson al secretario de gobierno, Hermosillo, 26 de mayo de 1925.

24AGN, fondo SEP, sección DGEPET, Sonora, caja 39969, Informe de Humberto Paniagua, Hermosillo, Hermosillo, 31 de marzo de 1928.

25AGN, fondo SEP, sección DGEPET, Sonora, caja 39981, Escuela rural federal Carrizal en Kino, informe de Roberto Thomson, Hermosillo, 1926.

26Gobernador constitucional de Sonora para el periodo de 1927-1931.

27El gobierno de los seris, antes de 1925, aparentemente estaba compuesto por un gobernador y un ayudante. Además, había un segundo gobernador para dirigir a los indígenas que residían en la isla Tiburón. AGES, fondo Oficialía mayor, tomo 3713, el gobernador a Sonora Francisco Molina, Hermosillo 17 de septiembre de 1924 y tomo 3814, convenio celebrado entre el gobierno del estado y el gobernador de los seris, Hermosillo, 1925 y 4 de agosto de 1925.

28Andrae Marak considera que el pago de las autoridades indígenas, para que éstas convencieran a la población de asistir a la escuela, es un indicador de que el proyecto indigenista desarrollado con los seris estuvo más cercano al proyecto de reservaciones en Estados Unidos por la influencia de Thomson y el coleccionista Edward H. Davis, además de que Sonora es un estado fronterizo. No obstante, el pago de las autoridades indígenas para estas y otras tareas se acostumbraba desde la época colonial y el siglo XIX (Marak 2009, 70-80) y AGN, fondo SEP, sección DGEPET, Sonora, caja 39987, Fernando Dworak al jefe del departamento, Hermosillo, 18 de marzo de 1927.

29Varios documentos, AGN, fondo SEP, sección DGEPET, Sonora, caja 39987, Fernando Dworak al jefe del departamento, Hermosillo, 15 de mayo de 1928 y 2 de junio de 1928.

30AGN, fondo SEP, sección DGEPET, Sonora, caja 39987, Fernando Dworak jefe del departamento, Hermosillo, 21 de julio de 1928.

31Varios documentos, AGN, fondo SEP, sección DGEPET, Sonora, caja 39987, Fernando Dworak jefe del departamento, Hermosillo, 22 de agosto de 1928; 6 de septiembre de 1928; 17 de septiembre de 1928; 9 de enero de 1929; 16 de enero de 1929 y 1 de noviembre de 1929.

32En el censo elaborado por Roberto Thomson Encinas en 1925, el mencionado Ignacio Romero se registró que era menor de 15 años. AGES, fondo Oficialía mayor, tomo 3814, 26 de abril de 1925.

33Organismo fundado en 1917 en Estados Unidos por la Religious Society of Friends para asistir y rehabilitar a las víctimas de guerra (American Friends Service Comittee http://afsc.org/ (Fecha de consulta: 13 de octubre de 2015).

34Esta cifra se obtuvo considerando el número de población comcáac calculado por Smith en 1953 que es de 231 individuos con la cantidad de estudiantes que tenía el profesor Sandoval en ese periodo de 34 alumnos. Aunque Santillán calculó que se alfabetizó al 60 por ciento de la población (Santillán 1993, 85).

Recibido: 27 de Noviembre de 2015; Revisado: 26 de Enero de 2017; Aprobado: 28 de Marzo de 2017

Doctora en Historia, Centro de Estudios Históricos, El Colegio de México. Adscripción institucional: Profesora investigadora, Centro de Estudios Históricos de Región y Frontera, El Colegio de Sonora. Líneas de investigación: Política cultural del período posrevolucionario; indigenismo; procesos de formación del estado mexicano. Publicaciones: Almada Bay, Ignacio Lorenzo, María del Valle Borrero Silva, José Marcos Medina Bustos y Ramírez Zavala, Ana Luz. 2017. “La historiografía sobre los pueblos originarios de Sonora en el cambio de siglo. De las miradas excluyentes a las incluyentes”. En Sonora. Problemas de ayer y hoy, desafíos y soluciones, coord. Gabriela Grijalva Monteverde, 233-266. Hermosillo: El Colegio de Sonora; Ana Luz Ramírez Zavala. 2017. “Carrizal, misión franciscana en territorio comcáac”. En Misiones del Noroeste de México. Origen y destino, 2015, coord. Raquel Padilla Ramos, 61-74. Hermosillo: FORCA NOROESTE; Ana Luz Ramírez Zavala. 2016. “La justificación higiénico-sanitaria en la campaña antichina, 1924-1932”. Letras Históricas (14) (primavera-verano): 159-183; Ana Luz Ramírez Zavala. 2015. “La nueva cara de la violencia política en el viejo ‘problema del Yaqui’”. Jerónimo Zurita, Revista de Historia (89): 13-36.

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