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Argumentos (México, D.F.)

versión impresa ISSN 0187-5795

Argumentos (Méx.) vol.27 no.76 Ciudad de México sep./dic. 2014

 

Dossier. Educación superior y nuevos sujetos sociales

 

Redes de luchas ambientales en América Latina. Problemas, aprendizajes y conceptos

 

Mauricio Berger*

 

* Licenciado en comunicación social y doctor en ciencias sociales, investigador asistente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), Argentina, y profesor asistente en el Instituto de Investigación y Formación en Administración Pública, Universidad Nacional de Córdoba (IIFAP UNC). Actualmente desarrolla su línea de investigación sobre redes en justicia ambiental/ gobernanza ambiental en América Latina.

 

RESUMEN

El artículo está basado en experiencias de redes de luchas ambientales en América Latina, aquellas que se despliegan contra la desposesión y contaminación de los comunes, territorios y derechos en el contexto del neoliberalismo extractivista en la región. En la primera parte se presenta una descripción general de la acción política de estas redes, sus aprendizajes y problemas. Seguidamente y a partir de una hibridación de reflexiones prácticas y teóricas compartidas con quienes protagonizan y piensan las redes de lucha, se ofrece una red conceptual desde la Teoría de la Multitud y desde el giro espacial en las ciencias sociales, que pretende contribuir tanto al campo de estudios como a la potencialidad política de estas prácticas para la defensa de derechos.

Palabras clave: redes, luchas ambientales, multitud, escalas, América Latina.

 

ABSTRACT

This article is based on the experiences of networks of struggles in Latin America, those deployed against the dispossession of the commons, territories and rights in context of extractivist neoliberalism in the region. A general description of political action of these networks, its learnings and problems is presented in first place. Secondly, from an hybridization of theoretical and practical reflections with those who act and think about networks of struggles, it will be presented a conceptual network (Theory of Multitude and the spatial turn in Social Sciences) with the purpose to contribute both to the field of study and to the political potentiality of these rights defense practices

Key words: networks, environmental struggles, multitude, scales, Latin America.

 

A MODO DE INTRODUCCIÓN

América Latina es escenario de nuevos episodios de acumulación por desposesión (Harvey, 2004) en el siglo XXI: megaminería a cielo abierto, agronegocios (cultivos transgénicos, uso de agrotóxicos, producción de biocombustibles), megaemprendimientos energéticos (hidroeléctricas, industria petrolera) y de infraestructura, entre otros. Los impactos en cada país tienen como denominador común la destrucción de la naturaleza, pérdida de la biodiversidad, disminución de la soberanía alimentaria, la afectación de la salud humana, mercantilización de los bienes comunes bajo el precepto de los servicios ecosistémicos y la violenta reconfiguración de los entramados sociales, comunitarios, culturales y políticos de las poblaciones afectadas, sean indígenas, campesinas o urbanas a causa de la expropiación de sus territorios. La multi–dimensionalidad de la desigualdad se hace evidente desde la injusta distribución de los costos de la producción contaminante hacia quienes ya soportan empobrecimiento y precarización, la falta de reconocimiento de la pluralidad de formas de vida, y en lo que se refiere a las posibilidades de participación política democrática, los obstáculos o bien la grave lesión del ejercicio de la voluntad colectiva, de la autodeterminación de los pueblos que rechazan un modelo de desarrollo basado en el saqueo y la contaminación, en la falta de consulta y consentimiento a los afectados directos e indirectos.

En este contexto el interés de nuestra investigación ha sido y es la actualidad de las prácticas políticas desde los afectados, las luchas por derechos y las tramas solidarias y cooperativas entre diversas experiencias, conformando redes de luchas ambientales. Nos abocamos a relevar experiencias de Argentina, Brasil y México, preguntándonos ¿de qué forma las redes contribuyen a poner en común significados, interpretaciones, marcos, estrategias, acciones en la defensa de derechos ambientales?, ¿cuáles son las condiciones de posibilidad y sostenimiento de las redes –en tanto instituciones de lo común– frente a la institucionalidad del sistema oficial-estatal?, ¿qué poder tienen las redes para potenciar las luchas y conflictos locales y regionales en América Latina?

En el plano metodológico, la investigación es asumida como un caso experimental de cooperación cognitiva y afectiva en redes, de tal forma que el investigador no es un observador externo sino un hablante en esos haces de interacciones diversos y difusos. La performatividad de la investigación tiene que ver con el intento de que los conceptos y problemas que se abordan son problemas concretos de la acción, y el aporte a su reflexividad por tanto permitiría o bien superar obstáculos o bien imaginar nuevos cursos de acción, aumentar las posibilidades de acción, contribuir a la expansión y eficacia de la labor en redes. A partir de nuestro proyecto de investigación sobre Redes en justicia ambiental en América Latina hemos podido conocer e interactuar con protagonistas de la Red Brasilera de Justicia Ambiental, la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales y la Red en Defensa del Maíz en México, la red de Pueblos Fumigados, la Red de Acción en Plaguicidas (RAP-AL) y la Unión de Asambleas Ciudadanas en Argentina, así como algunas organizaciones de la Vía Campesina como Conamuri en Paraguay y el Movimiento de Pequeños Agricultores– MPA en Brasil, de los cuales nos centraremos en los aprendizajes compartidos con la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales (ANAA), la Red Brasileña de Justicia Ambiental (RBJA) y Pueblos Fumigados. Conversaciones con los miembros de la red, participación en acciones y actividades, trabajo con documentos propios de las redes, interacción con otros investigadores académicos y de organizaciones de la sociedad civil, rondas de pensamiento, seminarios temáticos de diálogo de saberes, ensayos de coescritura y coinvestigación son algunas de las prácticas que hacen posible el registro, la reflexión y la comprensión de las redes de luchas ambientales en América Latina.

Ensayamos una reflexión de las redes diferenciándonos de la matriz funcional-estructuralista del Análisis de Redes Sociales (ARS), como un análisis de la configuración de las interacciones entre nodos, sus atributos, y la intensidad y flujos de estos intercambios (Miceli, 2008; Villasante y otros, 2006), también para diferenciarnos de las teorías que tipifican o clasifican la acción colectiva y los movimientos sociales según sean identitarios o estratégicos restando al análisis la creatividad y contigencia de la acción (Eder, 1998, Emirbayer y Goodwin, 1994). En este sentido nos aproximamos más a las perspectivas que conceptualizan la red como una forma de organización diferente a la de los partidos políticos, los sindicatos o las agrupaciones jerárquicas; la red como estructura de comunicación e información y la red como ideal normativo y caracter prefigurativo (Arditi, 2012; Rovira, 2013). Nos podemos ubicar en aquella diferencia señalada por Escobar (2010) entre dos formas de teorizar sobre las red, ejemplificando en la operación de Castells (2009) de trabajar el concepto de red en una existente y asumida teoría social y la operación de Latour (2008) con la cual la teoría social se reconstruye sobre la base del concepto de red, para definir lo real como un efecto de las redes; la realidad se origina en el ensamblaje de materiales heterogéneos de naturaleza social, técnica y textual en redes.

Nuestro enfoque adopta elementos de la teoría, filosofía y sociología política de raigambre pragmatista (Dewey, 2004; Joas, 1998; Cefai, 2013; Latour, 2008) y de la Teoría de la Multitud (Hardt y Negri, Virno, 2001; 2004; 2009; Lazzaratto, 2006; Mezzadra 2012), para dar cuenta de la acción política y sus problemas en las coordenadas multiescalares y multiactorales de la globalización capitalista, para proponer una comprensión del ejercicio soberano de las luchas por derechos y su nómade, inestable y rizomática institucionalidad política.

Desde este enmarcamiento, el artículo aspira a realizar una contribución acerca de la actualidad de las luchas ambientales en América Latina, para la que las redes son un campo de pensamiento y acción relevante y emergente, abierto al ensayo de conceptos y análisis prácticos y teóricos. En primer lugar se presenta un abordaje de las redes como formas autoorganizativas de dichas luchas, dando cuenta de sus contextos de emergencia, así como algunos de sus logros creativos y problemas. En segundo lugar se propone discutir dos cuestiones que hacen a su potencialidad política frente al avance de la desposesión: los límites y posibilidades de un autogobierno democrático de las redes, y la dimensión espacial o de lo multiescalar que hace a su expansión o repliegue.

 

LAS REDES DE LA DESPOSESIÓN Y LAS REDES DE LAS LUCHAS

En el marco del Tratado de Libre Comercio de Amédel Norte (TLC–AN), los procesos de ingeniería jurídica e institucional ejecutados desde el Estado mexicano, pero diseñados desde Estados Unidos, abarcan prácticamente todo el ejercicio del poder económico, político e incluso cultural del Estado mexicano y lo han ido desestructurando para reorganizarlo y reestructurarlo en función de los requerimientos del capital (nacional y trasnacional) para el uso del territorio, la disposición irrestricta de los bienes naturales, los recursos estratégicos, las infraestructuras y los servicios públicos, la abundancia relativa de fuerza de trabajo previamente abaratada y docilizada y el control sobre los mercados de consumo de medios de subsistencia legales e ilegales, sin olvidar la desregulación de los flujos financieros y el abandono de todo tipo de control o vigilancia (y mucho menos sanción) sobre sus actividades y operaciones (Rosas, 2014).

Cuando es lanzado por el gobierno, el Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC) reúne un conjunto de acciones que tienen por objetivo apoyar el proceso de expansión de las fronteras de la acumulación a través de la creación de condiciones financieras (vía financiamiento público), normativas (vía establecimiento de mecanismos que garanticen la mayor seguridad jurídica a los emprendedores) y políticas, que hacen que el Estado asuma la tarea de redefinir las condiciones en que determinados territorios estarán sobre la vigencia o no de reglas mercantiles. Desde entonces, se intensifican en Brasil ahora proyectos de expansión de las actividades agroindustriales, de explotación y transformación mineral y obras de infraestructura, energía y transporte que dan soporte a la expansión de esas actividades. Los miembros de la RBJA y diversos movimientos sociales han ratificado que la estrategia para garantizar este avance se apya en la flexibilización de la legislación de protección ambiental y de la garantía de derechos y en la alteración de marcos regulatorios (Malerba, 2014).

El Plan Estratégico Agroalimentario (PEA) Argentina 2020 tendrá un profundo y negativo impacto en el complejo sistema productivo de nuestro país, al consolidar el modelo de país agroexportador basado en la agricultura industrial, pools de siembra, agrotóxicos, monocultivos, despoblamiento rural y enormes ciudades insustentables. Entre sus lineamientos se encuentran el trabajo sobre la adecuación institucional: Arbitrar los medios desde el Estado para asegurar el correcto y equitativo desenvolvimiento de los mercados de los insumos y productos; Promover la legislación necesaria para el pleno y sustentable desenvolvimiento de las actividades agropecuarias, agroalimentarias y agroindustriales; Implementar un régimen fiscal, comercial y de competencia equitativo desde lo social y alentador para la inversión privada; Asegurar los recursos públicos y privados para la consolidación de un sistema de innovación, con estrategias de investigación y extensión dinámicas y fuertes vínculos con el entramado productivo argentino (Gras et al., 2013).

Las citas precedentes dan cuenta de las características comunes de los procesos extractivistas en la región, transformaciones económicas, políticas, institucionales y sociales generadas por los flujos globales de la financiarización de la naturaleza (O Connor, 2004, Martínez, 2005), en el que las decisiones políticas y económicas son tomadas por una red múltiple de actores que incluye principalmente corporaciones trasnacionales, organismos como la Organización Mundial del Comercio (OMC)para la liberación de la producción y las trabas comerciales en los países, organismos multilaterales de crédito para las empresas y la privatización de servicios y bienes comunes, así como para las nuevas divisiones internacionales del trabajo de los países productores de commodities (Almeida, 2009). Redes de científicos y expertos, de funcionarios públicos, organizaciones de la sociedad civil entre otros, a escala inter y transnacional, también integran estos flujos, conformando una estructura de gobierno integrada por actores privados y públicos estatales y no estatales, que surge como tendencia del neoliberalismo desde la década de 1970 y se consolida en la actualidad (Stoker, 1998; Bevir, 2003). En un contexto de emergencia de actores políticos a nivel global poderosos más allá de los gobiernos centrales, que crean nuevas coyunturas políticas, constelaciones y relaciones de poder, nuevas agencias-actores, nuevos mecanismos trasnacionales de establecimiento y puesta en prácica de reglas que van más allá de la frontera institucional de los estados-nación, la estructura del derecho internacional y la cooperación intergubernamental. La toma de decisiones públicas tiene una tendencia a realizarse desde asociaciones público-privadas y arreglos basados en el mercado, es decir, una consolidación progresiva de modelos orientados al mercado y el racionalismo económico más que a la regulación estatal. Uno de los problemas más graves para la democracia que el despliegue de estas redes es conducido por actores privados que toman decisiones sobre asuntos públicos-comunes sin la participación democrática y pública de los afectados directos e indirectos, diluyendo además el marco universal de las leyes, de los derechos y garantías en un marco de negociaciones de intereses entre parte, punto a punto. Las redes de la governance encubren procesos de acumulación por desposesión sobre territorios, bienes comunes y formas de vida y también sobre las instituciones estatales, en tanto que se adecúan de los marcos normativos y sancionatorios bajo preceptos del neoliberalismo extractivista (Mezzadra, 2013). La desregulación y re-regulación neoliberal y la falta de actualización de la administración estatal de justicia o su directa complicidad con los planes de gobierno en lugar de ejercer el contralor de la discrecionalidad de los poderes ejecutivos son procesos paralelos. No sólo los poderes públicos están subordinados a la lógica del capital sino también otras instituciones públicas, tales como universidades y centros de investigación científica, sometidas por el financiamiento público-privado al desarrollo productivo sin un correlato en la investigación sobre sus impactos ambientales y sociales (Acselrad, 2010).

Por su parte, la ausencia o bien la directa hostilidad de las organizaciones intermedias tales como sindicatos (devenidos fuerzas de choque de las corporaciones en nombre de la defensa de las fuentes de trabajo contra los "fundamentalistas ambientalistas") y los partidos políticos (partidos mayoritarios del grupo en el poder dentro de una nación abocados al cabildeo empresarial o aun cuando sean progresistas aggiornados al consenso de las mercancias o materias primas (Svampa, 2013). También algunos movimientos sociales y sus estructuras ya burocratizadas, sea por su integración a las estructuras de gobierno o por la demora en procesar los nuevos problemas y los reclamos de los afectados por la contaminación parecieran permanecer ajenos a las situaciones de injusticias ambientales, o bien se acoplan a las alternativas del llamado ambientalismo de mercado y de las nuevas herramientas del capitalismo verde o eco-capitalismo (Lohman, 2012; Moreno, 2013).

Frente a las redes de la desposesión, la reapropiación de la forma red para las luchas refiere entonces a la misma posibilidad de existencia política de una multiplicidad de actores afectados, pueblos indigenas, organizaciones de campesinos, habitantes de ciudades, así como académicos, profesionales, organizaciones de la sociedad civil comprometidos con éstos. Damos cuenta a continuación de algunas experiencias latinoamericanas.

Ante a las consecuencias económicas, sociales y ambientales del Tratado de Libre Comercio firmado por México, la constitución de la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales (ANAA) en este país tiene un entramado de experiencias precedentes: la construcción de articulaciones comunitarias regionales, el trabajo colaborativo con grupos de investigación académicos y de la sociedad civil, "caravanas" de monitoreo ambiental, foros mundiales por el agua, entre otros. Visibilizar y articular regionalmente las resistencias socioambientales comunitarias dispersas en el territorio, fomentar el diálogo de saberes entre la academia y las comunidades locales, avanzar en una reflexión compleja y complementaria sobre los impactos, las consecuencias, las responsabilidades y difusión pública de los conflictos y sus posibles soluciones son logros de estos entramados de luchas. La ANAA continuó desplegando el apoyo mutuo para fortalecer luchas, destacándose la labor de autoformación y encuentros por medio de foros, eventos y otros.

En Brasil, una alianza hecha hacia fines de la década de 1990 entre investigadores e integrantes de redes de movimientos por la Justicia Ambiental en Estados Unidos llegaron al país buscando construir vínculos con las organizaciones locales dispuestas a articular alianzas contra la exportación de injusticias ambientales. Un simposio realizado entonces entre académicos, movimientos y entidades sindicales dio origen al proceso de creación de la red.

En 2004, cuando se da la realización de su I encuentro, la RBJA ya contaba con cerca de 100 miembros (cuya inserción se daba a partir de la adhesión a su declaración de lanzamiento), con fuerte presencia de sindicatos y organizaciones de trabajadores, algunos movimientos sociales de actuación nacional (como el Movimiento de Afectados por las Represas), ONGs y movimientos de actuación local, como asociaciones de moradores que enfrentaban conflictos ambientales marcados por la desigualdad y asimetría de poder (Malerba, 2014).

Con una metodología de trabajo/acción, pautada desde la interacción y articulación entre sus miembros, la RBJA desplegó acciones y procesos que incluyeron mapeamientos de conflictos e injusticias ambientales, contrapareceres técnicos y propuestas de alternativas a los estudios de impacto ambiental para introducir la participación directa de los afectados, campañas y acciones de solidaridad con poblaciones amenazadas por la pérdida de derechos o directamente vulneradas en situaciones de desigualdad ambiental, formación de grupos de trabajo temáticos (agrotóxicos, minería, energía nuclear, etcétera), así como convergencias con otras redes, enlazando los singulares procesos en una comprensión común de los problemas tanto como de las posibilidades de acción.

La definición del foco de cada una de esas acciones estuvo orientada por el diálogo establecido entre sus miembros en sus Encuentros Nacionales, en la lista virtual y durante las propias actividades organizadas por la RBJA y sus miembros, donde la circulación de informaciones y la formulación de análisis permitieron la construcción de comprensiones comunes sobre las particularidades que la dinámica expropiatoria capitalista asume en un país periférico. Particularidades que se relacionan a las formas como son producidas las injusticias ambientales y que tienen que ver con el papel (o ausencia) del estado y con las estrategias del capital para mantener su rentabilidad y obtener lucros concentrando los costos de la degradación sobre los más desposeídos. La identificación de esas estrategias – que lanza luz a la agenda de indicidencia de la RBJA- es un proceso que solo es posible por la articulación en red, cuando el diálogo y la construcción de análisis colectivas permiten que se reflexione sobre las relaciones entre procesos que están que están articulados, aún cuando no sean evidenciados por el discurso político hegemónico (Malerba, 2014).

En Argentina son los afectados directos e indirectos por la contaminación debida al uso de agrotóxicos en la producción de soja transgénica, quienes dan impulso a la formación incipiente de una red, desde la autoprecepción del dalo a la búsqueda de información en internet y la interacción con otros actores (ONG ambientalistas, profesionales abogados, médicos, biólogos, movimientos de derechos humanos, sociales). La confección de mapas de las enfermedades y las muertes es una práctica extendida de epidemiología popular, relevamientos casa por casa, o en instancias colectivas a partir de la recolección de testimonios de vecinos.

En lo que refiere específicamente a la práctica de conformación de redes, en la lucha de los pueblos fumigados nos encontramos con redes ecologistas y organizaciones de la sociedad civil a escala internacional de acción en plaguicidas y transgénico. Por otra parte, los pueblos fumigados se vinculan a redes de formación reciente y de importante movilización en todo el territorio nacional, como la Unión de Asambleas Ciudadanas. La acción en campañas, como una coordinación de "organizaciones sociales y pueblos autoconvocados" para la acción interdiciplinaria, la recopilación de testimonios y en esa actividad, la conexión de experiencias que dio lugar a la conformación de colectivos y movimientos y encuentros con la consigna de "Paren de fumigar". Junto a este proceso se genera un pasaje de la situación de los "pueblos fumigados", como situación empírica de una población afectada, a los "Pueblos Fumigados", como una construcción identitaria que pone en juego el autoreconocimiento, el análisis y el pensamiento colectivo, la asociación de las causas, la interacción con otros afectados, sean estos directos o indirectos, y una red de actores comprometidos en el problema, marcando el pasaje a lo público a partir de lo que pueden la experiencia, la inteligencia colectiva y las redes en un marco de lucha.

Peleamos con los fundamentos políticos, que es nuestro cuerpo en las calles, con lo que nosotros queremos, y también nos hemos ido formando y dando respuestas a los fundamentos técnicos […] Junto a los vecinos afectados surgieron un grupo de médicos que dan sus miradas en las charlas, ingenieros agrónomos, químicos, abogados, politólogos, comunicadores sociales, formados en fundamentos legales, varios aportes profesionales que suman respuestas a este problema desde varios enfoques para terminar exclamando la forma de mundo que nosotros queremos, por la que estamos pugnando. Un mundo sin agroquímicos, sin agronegocios, sin transgénicos, con justicia ambiental, con alimentos sanos, producidos a partir de la agroecología, la biodinámica, un mundo con abejas, simple eso, un mundo vivo y sano (Tomasoni, 2012).

En estas tres experiencias de conformación de redes son denominadores comunes la auto–organización de una diversidad de actores, la confluencia de personas, colectivos, discursos e instituciones entramados en múltiples acciones de defensa de derechos, más que por la definición de un programa político, por la comprensión construida en común sobre las causas y causantes de los problemas, sobre las alternativas de acción, sobre los sentidos de justicia y de la participación política que se ponen en juego.

Recuperamos aquí algunos aportes del pragmatismo para pensar las redes como formas auto-organizativas, en las que esta perspectiva aporta con la conceptualización de las asociaciones políticas y la autoinstitución de la vida pública colectiva. Con Dewey (2004) diremos que no nos interesa tanto indagar cómo llegan a asociarse los individuos y colectivos en una red, porque el hecho es que existen y actúan en asociación, lo importante es la inteligencia colectiva que posibilita esa asociación, cómo "las consecuencias de la acción conjunta adquieren un nuevo valor cuando se observan, porque el hecho de observar los efectos de la acción conjunta obliga a reflexionar sobre la propia conexión, la convierte en objeto de atención e interés. En la medida en que se percibe la conexión todos actúan teniéndola en cuenta", afirma Dewey (2004: 56). La vida pública tiene que ver con la formación de hábitos racionales, de experiencias, algo a medio camino entre las prácticas y las instituciones que hacen de la democracia una forma de cooperación social (Honneth, 1999); no de instituciones inamovibles sino de arreglos institucionales móviles y dinámicos (Schlosberg, 1995), no de clases de expertos o de un aparato técnico de Estado, sino de las condiciones de posibilidad de un momento de autoreflexión y auto–organización de la vida colectiva (Cefai, 2013).

Por su parte, Latour aporta las nociones de ensamblaje y mediaciones, para problematizar el grupo no como algo ya dado sino para pensar la actividad de formación, la asociación de elementos heterogéneos, un conglomerado de muchos conjuntos de agencias que hacen a la complejidad y diversidad características de las redes. Podemos pensar con Latour las redes como un avispero o un enjambre, un actor colectivo que muchos otros movilizan: la red no es la fuente de la acción sino la conexión de una cantidad de entidades, diversidad de demandas y posicionamientos que conforman, forma distribuida, no jerárquica y reticular de la constitución misma de la arena de los conflictos y los problemas públicos, operaciones que ensamblan y re-ensamblan lo colectivo en una pluralidad de regímenes de existencia, conectando o desconectando experiencias y mundos, formas de vida, relatos, instituciones (Latour, 2008).

 

DE LA AUTO-ORGANIZACIÓN AL AUTOGOBIERNO

La posibilidad de incrementar la fuerza organizativa frente a las redes de la desposesión, generar y sostener la tensión entre la governance neoliberal y el autogobierno de las redes es un desafío complejo que ha llevado a la inteligencia colectiva de las redes a ensayar distintas formas de coordinación: secretarías nacionales, colegiados políticos, asamblea general y asamblea de representantes, coordinación colectiva, por mencionar algunos ejemplos, de manera tal que conviven formas horizontales para la deliberación, generalmente asamblearios, y espacios de coordinación, núcleos o nodos de la red cuyos rasgos distintivos tienen que ver con aglutinar algunos esfuerzos operativos del conjunto, tratando de mantener el caracter abierto y distribuido de la red.

En México la ANAA ha definido como pautas básicas de funcionamiento, entre otros: el respeto incondicional de la independencia y autonomía de cada una de las luchas locales; en que la lucha de cada pueblo fortalece a la Asamblea y ésta, fortalecida, apoye más eficazmente a las luchas locales; que los intereses de las comunidades estén siempre por encima de los de las empresas, los grupos e individuos que buscan el poder, desafiando así las estructuras de supuestos acuerdos que son la governance; no delegar la responsabilidad colectiva a ninguna dirección ni líder, contamos con una coordinación colectiva y abierta para la ejecución de algunas tareas que emanan de la Asamblea General (Rosas, 2014).

Como lo muestra el título del documento de la Declaratoria final del encuentro, el mayor énfasis de la discusión fue el del establecimiento de principios de organización internos, para la construcción de un espacio útil para todos los que participan en él, así como para otorgar un carácter de horizontalidad, inclusión no sectaria, no protagónica y de trabajo permanente de articulación, solidaridad mutua y formación de capacidades entre todos. Asimismo, la Cuarta Asamblea recoge la preocupación de numerosas luchas locales por establecer articulaciones regionales que permitan construir espacios de solidaridad mutua, intercambio y respuesta rápida a emergencias, en un contexto de creciente violencia hacia los defensores ambientales desde las instancias del Estado mexicano (Rosas, 2014).

Con estos principios organizativos, la creación del Consejo de Representantes integrado por dos representantes de cada lucha que decida incorporarse al trabajo cotidiano de la ANAA constituye una instancia operativa encargada de concretar los acuerdos emanados de la Asamblea, proponer la discusión de asuntos relevantes, emitir comunicados públicos y establecer vínculos con otras organizaciones, sin perder nunca de vista el principio fundamental de la ANAA que es que las decisiones se toman colectivamente en plenaria, que es la máxima autoridad (Rosas, 2014).

En relación con la RBJA, siguiendo a Malerba, los diferentes perfiles de actuación de los sujetos políticos que la componen –movimientos sociales, académicos, ONG– posibilita al mismo tiempo la actuación en diferentes planos y el despliegue de distintas estrategias de acción, a la vez que plantean una dinámica organizativa desafiante en lo que se refiere a relaciones de poder desiguales que organizan la sociedad y atribuyen diferentes jerarquías a esos sujetos. "La RBJA ha buscado operar como una articulación horizontal, no jerárquica, no academicista, donde la diversidad (de saberes, de formas de acción y de sujetos) es un valor y una condición para la Justicia Ambiental frente a la dinámica expropiatoria del capital, la perspectiva hegemónica de un mundo 'único'".

La RBJA contó en un primer momento con una secretaría nacional que tenía por función facilitar el intercambio de informaciones, potencializar la articulación entre los miembros, y apoyar las acciones colectivas.

La RBJA se constituyó por tanto, como un foro de discusiones, de denuncias, de movilizaciones estratégicas y de articulación política. Su papel ha sido posibilitar el intercambio de experiencias, aglutinar fuerzas, enfrentar el sentido común, explicitar la desigualdad ambiental, la expropiación de muchos en favor de algunos, a través de acciones en el plano de la producción de conocimientos, de la incidencia política y de la formación (Malerba, 2014).

Posteriormente fue discutida la necesidad de ampliar las instancias de coordinación para las tareas operativas y políticas, así como dar mayor protagonismo a los "nodos" para evitar un centralismo de la secretaría nacional. En la asamblea del Encuentro Nacional fue creado un Colegiado Político para asumir aquellas tareas de la secretaría y coordinar el trabajo operativo. La elección de las organizaciones participantes del Colegiado se realizaría teniendo como criterio el equilibrio regional, los perfiles de las entidades, equilibro de género y etnia y la participación activa en los procesos de la RBJA, estableciendo mandatos rotativos y acotados temporalmente (Malerba, 2014).

En la experiencia de las luchas en Argentina, forma parte del proceso de hacer un problema público los momentos de condensación, disolución y continuidad latente de los colectivos, inestabilidad y resurgimiento de las acciones de los Pueblos Fumigados en otras provincias y regiones del país.

Algunos de sus integrantes consideran estos espacios "de gran importancia para este momento donde muchas verdades empiezan a salir a la luz, porque es necesario que esta situación se despierte en muchos pueblos y para eso es necesario un grupo que con mucha fuerza, con mucha información vaya formando vecinos en este tema y vaya denunciando la impunidad con que semueven las multinacionales, los productores y las autoridades políticas con respecto a este tema". El trabajo más interesante que está realizando el colectivo Paren de Fumigar es la articulación y el proceso de conocimiento mutuo de organizaciones afines, profesionales al servicio de la causa, y vecinos en general, que entienden su participación en la sociedad desde estas causas… ese trabajo de entrelazado de experiencias es algo para destacar" (Carrizo y Vecinos Autoconvocados de Villa Gran Parque, 2010).

La red posibilita el entramado de experiencias y de lecturas sobre todas las facetas del problema, desde los efectos del uso de agrotóxicos al cuestionamiento de los pilares de los agronegocios.

Que los procesos de sojización, monocultivo, siembra directa, agricultura intensiva y desarrollo de biocombustibles, amparados por el modelo neoliberal y la ausencia del Estado, han devenido en una fuerte crisis socioambiental de los pueblos rurales, periurbanos, y barrios periféricos. Debido a las fumigaciones por mosquito o avioneta, acopio de granos en silos, carga y descarga de camiones cerealeros, almacenamiento y transporte de agroquímicos. Que todos esos procesos y sus respectivos impactos, han afectado nuestra natural convivencia en los siguientes órdenes: salud, economía, educación, bienes comunes, políticas de Estado (Declaración Caroya, 2010).

En la definición de las formas organizativas se ponen en juego no sólo las capacidades cognitivas y afectivas en la composición de los múltiples sino la posibilidad de acordar principios básicos de inclusividad, horizontalidad, paridad participativa, no subordinación a estructuras de poder estatales y mercantiles, es decir, un compromiso con la democratización de las propias instancias de organización, una alerta contra la manipulación y burocratización, inclusive de ciertos "leninismos reticulares", como algunos académicos activistas de las redes refieren a cierta dirección encubierta de procesos que se presentan como abiertos y rizomáticos.

Aun cuando las redes definen formas organizativas, los conflictos internos son parte de la dinámica cotidiana en la interacción de la diversidad de actores que convergen en encuentros y asambleas. Las diferencias que se presentan son discutidas bajo cierta presión permanente de colapso o ruptura de los espacios colectivos. Las redes tienen como aspecto en común algunos temas en los que se pone a prueba la capacidad de entendimiento mutuo, el respeto de la diversidad, el pluralismo.

Además de la discusión que genera la misma elección de una forma organizativa, a partir de lo cual se elaboran los principios organizativos y normas de funcionamiento acordadas, otras cuestiones en las que se expresan las diferencias con mayor o menor grado de compatibilización son, por ejemplo, los posicionamientos políticos en torno a la participación formal de las redes respecto de las estructuras del Estado y de la llamada governance corporativa. En momentos de presión de las estructuras partidarias sobre las luchas y de cooptación de luchas y movimientos por parte de los gobiernos en América Latina, se manifiestan posiciones de rechazo o a favor que a veces ocasionan enfrentamientos dentro de las redes, y las discusiones nunca llegan a consenso en torno a las posibilidades concretas de negociación o no con los actores tradicionales del sistema político. De igual forma se manifiestan los acuerdos y desacuerdos en relación con participar activamente en la elaboración de legislación ambiental y acciones judiciales en la administración de justicia, o los procesos de evaluación de impacto ambiental. Por un lado existen posiciones que tienden a polarizar y excluir, argumentando que estas instancias son una pérdida de tiempo y un riesgo de captura de la potencia de las luchas en relación con los efectos de la acción directa sobre las decisiones del Estado. Por otro lado, sin dejar de sostener la crítica al Estado, otras posiciones apuestan por poner en valor y enmarcar las distintas acciones en una diversidad de tácticas y estrategias que den lugar tanto a las propuestas señaladas como "reformistas" como a posiciones más radicalizadas.

En el caso de las actividades que involucran producción de conocimientos tenemos otro ejemplo de discusiones, básicamente en torno a la utilización de lenguajes profesionalizantes que excluyen o se ejercen de forma autoritaria al lenguaje de los afectados directos, de la misma forma que se manifiestan algunas tensiones entre académicos y activistas en torno a la legitimación de los saberes. Trabajar en un marco de comprensión sobre la importancia del diálogo ha contribuido a generar puentes de comunicación a partir de espacios de paridad epistemológica y en el uso del habla; en otros casos esfuerzos de traducción han sido necesarios para llegar a la comprensión mutua, entendiendo la operación de traducción como la posibilidad de que se expresen la multiplicidad de lenguajes a diferencia de una posición que hegemonice sobre las demás, sea la del profesional experto o la del afectado que se impone.

El proceso de constitución política de la multiplicidad entonces no es orgánico sino polémico y conflictivo, abierto a su imanente democratización, y éste resulta uno de los aspectos más interesantes para el estudio de las redes en la perspectiva que estamos intentando construir. La creatividad y contigencia, las paradojas de los procesos de lucha actuales en América Latina, entre las formas tradicionales movimientistas y partidistas y las formas de las redes: individuos y grupos que desesperadamente aferrados a las identidades, roles y funciones modulados para ellos por prácticas e instituciones instituídos, e individuos y grupos comprometidos en un proceso radical de cuestionamiento de esas mismas modulaciones. Son las mismas iniciativas singulares de grupos o de individuos, más o menos pequeñas, más o menos anónimas, las que realizan una interrupción de lo instituído a nivel de las prácticas políticas al introducir una discontinuidad, no sólo en el ejercicio del poder, sino también y sobre todo en la creación y reproducción de hábitos mentales y corporales de la multiplicidad.

Son estos aspectos los que conectan las experiencias de las redes con los aportes de la teoría de la multitud para pensar la emergencia de una nueva subjetividad política, múltiple, diversa y dispersa, Los procesos de trasnacionalización del capital que conllevan una nueva forma soberana, la de una administración imperial (empresas y organismos trasnacionales que ejercen el gobierno global) bajo la que cada estado cumple una subordinada función de comando local. La soberanía por lo tanto no se puede localizar en un Estado, institución o un centro de poder sino que se trata de una soberanía dispersa, difusa, que opera distribuidamente en forma de redes, la estrategia política del éxodo, lejos de diluir el conflicto lo acrecienta al reapropiarse de la forma red para subvertir la lógica dominante. Alhí la multitud se expresa políticamente no por la toma del poder sino por su rechazo, por un estar en contra y una desobediencia radical como acción política subversiva contra el imperio (Hardt y Negri, 2001; 2004; 2009; Virno, 2003; 2011).

En este contexto de guerra, como señalan los autores, la constitución de la multiplicidad, como afirma Lazzarato (2006) es una arquitectura en progreso, una cartografía de singularidades, compuesta de "networks y patchworks": una pluralidad de comisiones y de iniciativas, de lugares de discusión y de elaboración, de redes de afinidad, afectivas, de oficios y profesiones. La potencialidad política de las redes a la vez genera ese terreno inestable, frágil, en tanto que se trata de una experimentación de composiciones afectivas, lingüísticas, estratégicas. Lo común de las redes no es una promesa sino una premisa (Virno, 2013; Galloway y Thacker, 2007), es decir el punto de partida para un proyecto de autogobierno democrático que genera la auto– organización en redes.

Poner en valor la generación de una institucionalidad política propia de las luchas frente a la institucionalidad de los Estado-nación y de las redes de la governance a las que referíamos previamente, es una cuestión que surge de una inspiración teórica así como de una lectura autocrítica de las redes en torno a sus problemas y dificultades organizativas. Desde los logros o derrotas en los planos de interacción con el Estado en sus distintos poderes (por ejemplo, leyes logradas o que se frena su anulación, sentencias judiciales, medidas del Ejecutivo que democraticen espacios para la toma de decisión, etcétera) y del freno efectivo a los mismos emprendimientos contaminantes o destructores del ambiente, la resistencia a la destitución neoliberal de las estructuras de regulación y protección y la emergencia de la governance corporativa como esquemas de pseudoparticipación democrática que diluyen el lenguaje de los derechos y la ley por el de los intereses y la negociación.

Un aporte de la teoría de la multitud a superar posiciones institucionalistas/ antiinstitucionalistas es posible mediante la generación de otra comprensión del significado de la institucionalidad y del acontecimiento político de las luchas, permitiendo que la orientación política de estas últimas no se dirima entre la producción de acontecimientos, rupturas, discontinuidades, con una comprensión de la noción de insitución como reificación como poder constituido, frente a otra posición que considera el carácter constituyente de las luchas, sino que ambos son procesos convergentes. Los acontecimientos políticos de las luchas son posibles y posibilitados por una red de acciones, actores, instituciones, discursos, prácticas. Al decir de Lazzarato: "El devenir es cuestión de virtualidad y acontecimientos, pero también de dispositivos, técnicas, enunciados y una multiplicidad de elementos que constituyen un agenciamiento pragmático y experimental" (2006:186). Se trata por lo tanto de la creación de instituciones, instituciones paradójicas que deben ser tan inestables, agrietadas, excéntricas, fracturadas, como para favorecer el devenir, un tejido en el que bordar la producción de lo nuevo, un bastidor de la diferenciación (2006:186).

Mezzadra (2012) hace pensar las redes también desde el entrelazamiento entre distintas temporalidades de la acción política, y conquistar la idea de ir más allá de la acción destituyente y la ruptura, superando el problema del desfasaje que hemos vivido y vivimos entre lo destituyente y lo constituyente, entre el acontecimiento y la creatividad institucional de las redes. El problema es la creación de instituciones, afirma Mezzadra (2012), y en esta tarea necesitamos buscar herramientas teóricas y prácticas para habitar las transformaciones de la soberanía, que se desarticula, se entrelaza con otras lógicas. En este sentido destacamos las ideas de transición, de apertura, de creatividad y cambio que son favorecidas por el trabajo dinámico de las reticulares formas de lucha. La acción política de las redes es producción de múltiples comportamientos sociales y formas de cooperación social que hacen posible un acontecimiento. En las experiencias analizadas, la tematización de los distintos problemas de contaminación e injusticias ambientales contribuye a crear una amplia red de alianzas con actores locales, nacionales, internacionales y trasnacionales; también a la articulación política de una serie de demandas que se presentaban como dispersas; los marcos de interpretación/inteligibilidad para dar cuenta de los procesos en los que éstos tienen lugar y la denuncia/visibilización de sus responsables, la conexión de distintas experiencias y trayectorias de lucha, la producción de saberes en diversos órdenes, la posibilidad de actuar multiescalarmente conectando problemáticas locales con actores y procesos a nivel global, constituyen un entramado de acciones que se despliegan con otras temporalidades y que prefiguran el acontecimiento político, la ruptura con un funcionamiento normal de las cosas, la producción de orden y dominio del consenso extractivista.

 

LA ESTRUCTURACIÓN SOCIAL DEL ESPACIO DE LAS REDES Y POR LAS REDES

Castells (2009) introdujo el concepto de sociedad-red desde un enfoque constructivo para comprender el proceso de cambio histórico en la globalización capitalista: el espacio y el tiempo se redefinen tanto por la aparición de una nueva estructura social como por las luchas sobre la forma y los programas de dicha estructura social. La nueva morfología de lo social consiste en una arquitectura global de redes autorreconfigurables, programadas y reprogramadas constantemente por los poderes existentes, como el resultado de la interacción entre las diferentes geometrías y geografías de las redes. En la ampliación del campo de batalla de las redes, la creación de una institucionalidad política para el autogobierno como a la que referíamos previamente conlleva también una dimensión espacial o de producción del espacio. En el lenguaje de las luchas en red una palabra clave es la cuestión de las escalas, para referir a la estructura espacial de las interacciones sociales.

La reproducción de desigualdades ambientales tiene dimensión multiescalar una vez que las decisiones que conforman tal proceso ocurren en espacios y esferas de poder, muchas veces, distantes de los territorios, aún cuando las consecuencias son directas y concretas sobre estos. Tal dinámica da sentido a la existencia de redes por medio de las cuales los movimientos y grupos locales construyen estratégicas de resistencia integradas espacial y políticamente. Ella impone también desafíos a la acción política en lo que se refiere al fortalecimiento y afirmación de sujetos locales y movimientos sociales que enfrentan, en el plano local, las injusticias ambientales. Las relaciones y tensiones entre lo local de las luchas y lo global de las redes ha sido un tema de reflexión y debate en la RBJA (Malerba, 2014).

De acuerdo con Neil Smith (2002) con un concepto de escala, es posible evitar por una parte el relativismo que trata la diferenciación espacial como un mosaico, y por otra se evita la reificación y la acrítica división de escalas que reitera un fetichismo del espacio. En otras palabras, debería llegar a ser posible insertar las "reglas de interpretación" que nos permitan no sólo entender la construcción de la escala en sí misma, sino la manera en la que el significado se traduce entre las escalas (2002:141). La escala es central de una forma más conceptual para proponer una conexión sólida entre la jerarquía de escalas geográficas producida y reproducida en los paisajes del capitalismo y las abstracciones conceptuales a partir de las cuales entendemos acontecimientos y procesos socioespaciales, señala Smith (2002). En otras palabras, el concepto no refiere sólo a la escala material trabajada y retrabajada como paisaje, sino también a la escala de resolución o abstracción que nosotros empleamos para entender las relaciones sociales, cualquiera que sea su impresión geográfica. Teniendo en cuenta ambos significados, Smith trata la diferencia espacial como posicionamiento, de manera consecuente con la apropiación metafórica de espacio, el conflicto y la negociación entre las diferentes posiciones relativas.

"La producción de la escala es un recurso central por el cual el capital es reprimido y liberado, proporcionando un territorio y al mismo tiempo una base global: el capitalismo desorganizado es al mismo tiempo un capitalismo reorganizado" afirma Smith (2002:144). El autor distingue entre una escala global como la escala del capital financiero y del mercado mundial, en la que encontramos la tendencia del capitalismo contemporáneo, una escala nacional que se construye mediante la cooperación político-militar pero que está dividida en regiones según cuestiones económicas, y una escala local, que puede ser vista como de la reproducción social e incluye el territorio geográfico sobre el cual las actividades diarias se desarrollan normalmente. "En cuanto los límites de la escala, por ejemplo los de las localidades y los nacionales, contienen literalmente conflictos locales y nacionales respectivamente, la escala se construye en ambos casos como la tecnología e ideología de capitalismo" (2002:144).

En este sentido, la escala proporciona la tecnología a partir de la cual el espacio contiene la lucha, al menos hasta que los límites existentes de la escala sean desafiados y rotos, para ser reestablecidos y redesafiados a un nivel más alto.

Desde las experiencias de las redes y el desafío de la actuación multiescalar, del aporte de Smith nos interesa la posibilidad de superar la dominación social ejercida por medio de la construcción explotadora y opresiva de la escala, y la posibilidad de reconstruir la escala y las reglas a través de las cuales la actividad social construye la escala.

A este respecto resulta interesante recuperar el aspecto de operación cognitiva y contextualizadora de la construcción de la escala, como afirma Castro, la escala es una noción cartográfica, una concepción de aproximación a lo real o de aprensión de lo real, una manera de contemplar el mundo y hacerlo visible, figurarlo, una perspectiva o punto de vista (Vainer, 2006). En tal sentido las escalas no están dadas, no hay una representación objetiva de lo real sino que hay una relación intencionalmente instrumental entre lo que Swyngedouw (2010) denomina narrativas escalares y las estrategias de intervención y acción en esas escalas. A decir de Vainer:

Ciertamente hay bases históricas y materiales, generalidades y dinámicas que estructuran los procesos y sus escalas; pero esos procesos son también, necesariamente, procesos contradictorios, conflictivos, determinados o condicionados igualmente por embates en torno a la legitimación e imposición (simbólica, política, cultural, económica) de escalas dominantes. Las escalas no son apenas socialmente construidas o engendradas, sino que están en permanente cuestionamiento, campo y objeto de disputas y confrontaciones entre diferentes agentes que proponen diferentes escalas y en diferentes escalas se disponen ya sea para conservar o para transformar el mundo y las escalas que organizan (Vainer, 2006:15).

En las experiencias de las redes en América Latina podemos pensar la coexistencia de todas las escalas de la acción: locales, regionales, trasnacionales, tanto las que articula el capitalismo en sus megaemprendimientos extractivistas como las que oponen creativamente las luchas ambientales. Reconstruir entonces las escalas del capitalismo haciendolas estallar en el espacio multiescalar de lo trasnacional, no como una escala jerárquicamente más elevada en relación con lo local, lo nacional, sino como conflictivamente coexistentes en un mismo espacio es una tarea que nos permite precisar el análisis crítico de los actores y procesos en curso en la producción y reproducción del capitalismo contemporáneo.

Desde el aprendizaje de las escalas en las redes un tema es cómo mantener el protagonismo de las luchas en cada escala: cómo una lucha local se involucra en una escala global y cómo las redes apoyan y potencian las luchas locales.

Muchas veces las redes fijan un punto en el territorio y hacen de ese punto un salto gigante, salen de lo local y van para lo nacional, y para lo internacional muchas veces. Y de vez en cuando no pasamos por las etapas necesarias para constituir procesos más macro. Saltamos a esas escalas desde dentro del quilombo, desde la aldea indígena, en un proceso de injusticia ambiental, y eso para el New York Times, va para una serie de lugares de denuncia y muchas veces no tenemos una retaguardia necesaria para dentro de las aldeas, para dentro de los movimientos campesinos, para dentro de las quilombos. Cuantas veces saltamos, damos un salto municipal, no articulamos nada en los municipios, partimos –lo mismo en los estados– derecho para el plano nacional. Y ése no es un buen encadenamiento de procesos sociales (Calasanz, 2010).

Algunas acciones en red funcionan en escala global presionando sobre organismos inter y trasnacionales, pero pierden la conexión con las bases, en las que se juega la efectividad de la aplicación. Estamos ante el problema de saltar de una escala a otra sin construir las transiciones y resonancias como reaseguro de la participación, de modo que la red se haga más fuerte en sus conexiones y solidaridades, sin aislar luchas locales.

Consolidar un movimiento de defensa del medio ambiente que satisfaga las necesidades de los pueblos, así como evitar adquirir una estructura burocrática. En la medida en que la propia ANAA avanzaba en darse a sí misma formas de trabajo, vinculación y comunicación más estables, a partir de un Consejo de Representantes y un plan de trabajo de formación de las y los activistas comunitarios, la opinión prevaleciente en la Quinta Asamblea era que tenía mucho más sentido orientar los esfuerzos hacia el fortalecimiento de las capacidades organizativas y de defensa de las comunidades, manteniendo el espacio de las asambleas plenarias como momentos indispensables de balance del trabajo anual, de las condiciones generales de la lucha socioambiental en México y para definir las prioridades del trabajo mediato y de largo plazo. Después de la Sexta Asamblea, en la que unánimemente se pronunciaron los participantes por unir fuerzas con La Vía Campesina y nuestras organizaciones hermanas en México, inició el proceso organizativo de seis caravanas de denuncia rumbo al Foro Global por la Vida, a realizarse en Cancún, en el contexto y contra las políticas adoptadas en la Cumbre del Cambio Climático-COP16 (Rosas, 2014).

Rechazar la reificación de las escalas permite concebirlas como la arena y el momento en que las relaciones socioespaciales de poder son contestadas, negociadas y reguladas (Swyngedouw, 2010); las confrontaciones y conflictos ocurren en un mundo escalarmente organizado y las escalas organizan el mundo, ellas mismas son resultado de desenlaces de conflictos pasados. Siguiendo a Vainer (2006) el poder no está ni en lo local ni en lo regional ni en lo nacional ni en lo global, sino en la capacidad de articular escalas, de analizar e intervenir de modo transescalar, para lo cual el desafío es aportar a contenidos articuladores, a esas narrativas transescalares.

Con el objetivo de estimular, fortalecer y articular los protagonismos en las distintas escalas, en los planos locales nacionales y globales, la RBJA, desde su origen, se viene reafirmando como un espacio de articulación, identificación, solidaridad y fortalecimiento de los principios de la Justicia Ambiental, marco conceptual que hace posible la toma de posición sobre temas en los que la RBJA construyó colectivamente logros a partir de la acción política de un conjunto de miembros (Malerba, 2014).

 

CONEXIONES EN LUGAR DE CONCLUSIONES

Mediante el ensamblaje de contextos, conceptos, problemas y aprendizajes que hemos introducido en este artículo intentamos trazar posibles indagaciones en el estudio y práctica de las redes como experiencias colectivas y conectivas. La composición siempre conflictiva de la multiplicidad, la unidad sin uniformidad que permiten los principios auto-organizativos, la diversidad de tácticas y estrategias que favorece la multiplicación de experiencias, la multiescalaridad como operaciones cognitivas, lingüisticas y contextualizadoras para la ampliación del campo de batalla, son algunas de las cuestiones relevantes para la potencialidad política de las luchas ambientales en América Latina y que llaman a una permanente cooperación de la inteligencia colectiva para superar los obstáculos, bloqueos y modulaciones que enfrenta la acción política de defensa de derechos. El compromiso del pragmatismo con el aumento de la potencia de la acción en contextos de problemas públicos, la mirada estratégica de la teoría de la multitud hacia un horizonte de auto-gobierno democrático, la geografía crítica de la globalización capitalista, intentan contribuir desde la investigación a la creatividad de un espacio y tiempo otro al de los imperantes en el capitalismo extractivista, pero también al mismo terreno de las luchas que necesita repensarse y reactualizarse en contextos de violentos avances de la desposesión.

 

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