El presente número de Alteridades abre con cinco artículos que conforman un dossier enfocado al análisis de algunos procesos socioantropológicos contemporáneos, los cuales constituyen ejercicios creativos de reflexión teórica y aproximaciones etnográficas con relación a múltiples problemáticas que acontecen en ámbitos de condensación diferenciados. Un eje común de los textos de apertura es su empeño por deslocalizar conceptos teóricos que han prefigurado los acercamientos antropológicos y sociológicos a la relación individuo-sociedad, los procesos de intercambio intercomunitario, la diversidad en zonas urbanas, la acción colectiva de las mujeres y el surgimiento de ciudadanías sexuales. Dicha deslocalización tiene como base una praxis relacional (sobre todo anclada en la etnografía) que no necesariamente conduce de facto a la adopción del punto de vista de los pueblos o colectividades con los que se interactúa, sino que apuesta por la aceptación y comprensión de diferentes formas de vida, a la par que evidencia el carácter situado de cualquier categoría teórica que orienta de manera directa o indirecta una investigación (Cañedo, 2013: 11).
Hay una gran cantidad de reflexiones que suscriben la idea de deconstruir o superar los marcos conceptuales que prefiguran “la realidad”. Sin embargo, las contribuciones del presente número no demeritan las tradiciones teóricas que han fomentado el análisis sociológico y antropológico de la diversidad sociocultural, y en cambio apuestan por echar a volar la imaginación interpretativa en el estudio de las relaciones sociales, para potenciar las singularidades de sus procesos sin dejar de lado su carácter multifacético. Por ello, usando la analogía de la dinámica social establecida por Edmund Leach (1976), se podría decir que las improntas teóricas de los artículos contenidos en este dossier oscilan entre, por un lado, mantener una posición conflictiva con los marcos conceptuales que condicionan sus explicaciones o, por otro, establecer una retroalimentación dialógica teoría-etnografía para guiar sus interpretaciones.
En términos generales, como lo señala el artículo de Emiliano Zolla, la producción antropológica no sólo se encuentra definida por los debates teóricos o metodológicos que acontecen en el interior de nuestra disciplina, debido a que también es resultado de los elementos contextuales de su propio tiempo y cultura. Por ello, su provocadora reflexión en torno a la obra de Marilyn Strathern nos invita a ir más allá de las transformaciones experimentadas dentro de las escuelas antropológicas británicas, debido a que sus discusiones teóricas regularmente se reducen a revisar los cuestionamientos que los paradigmas emergentes han realizado sobre las posiciones en su momento dominantes -es el caso de los acontecidos entre estructural-funcionalistas versus funcionalistas, procesualistas versus estructural-funcionalistas, relacionales y postsociales versus procesualistas, entre otros presentes y por venir-, dejando de lado la forma en que la antropología británica (aunque el argumento se hace extensivo a otras latitudes) ha dirigido su atención hacia las sociedades que estudia y con ello proyecta “los deseos, fantasías y aspiraciones de una cultura antropológica localizada, contingente y que no puede reclamar para sí la universalidad”.
La apuesta por una antropología radical y deslocalizada de conceptos que prefiguren lo social (postulada por Strathern) coincide de alguna manera con los cuestionamientos que Jean-Paul Sartre le expresó a Claude Lévi-Strauss, en cuanto a que era al etnólogo francés, y no a las sociedades originarias, a quien avistaba y comprendía en sus relatos etnográficos sobre la selva amazónica, pues sus interpretaciones sobre dichas sociedades estaban condicionadas y situadas por el contexto sociopolítico que le permitía estar en un lugar lejano e interrogar desde su perspectiva material y conceptual a “los otros” (Sartre, 1987: 49). Ahora bien, los cuestionamientos al oficio etnográfico han potenciado su poder epistemológico, pues, como lo apunta Zolla, hoy día la etnografía tiene una tarea doble, “por una parte, permite estudiar la vida de los pueblos hacia los que dirige su mirada y, por otra, hace posible una crítica de las estrategias epistemológicas e incluso ontológicas que conforman el trabajo antropológico”. Pero, ¿será posible escapar o al menos distanciarnos de las metáforas y categorías que permiten el análisis antropológico? Una salida a esta interrogante puede ser apostar por el desarrollo de la imaginación antropológica mediante la flexibilidad conceptual, con el objetivo de que nuestros entramados teóricos sean artefactos instrumentales que permitan ordenar creativamente y dar sentido al trabajo etnográfico en relación directa con las metáforas y categorías que provienen del campo nativo, aceptando que muchas veces ambos órdenes sociales serán inconmensurables.
Desmarcándose de las reflexiones teóricas y sus respectivos condicionamientos, el texto de Camilo Sempio nos ofrece un gesto expositivo que pondera lo etnográfico, a partir de una meticulosa descripción de la red de intercambios y reciprocidades de carácter festivo (guezas) al interior de y entre algunas comunidades mixtecas de Oaxaca, las cuales conforman un ciclo anual de dones y contradones. Con el objetivo de no encasillar su análisis en las explicaciones clásicas del sentido del don, que lo asumen como un mecanismo de estabilidad social o de redistribución económica, Sempio señala que la gueza no es un hecho social total, sino que se conforma por múltiples acontecimientos que articulan gran parte de la reproducción material y espiritual de la vida social entre los mixtecos. Para llegar a esta interpretación echa mano de la metáfora borgesiana del Aleph, entendida como el punto mítico donde convergen presente, pasado y futuro, pues considera que los dones y contradones de este circuito de intercambio constituyen “una totalidad cuya expresión temporal es la simultaneidad”; es decir, las guezas entre los mixtecos evidencian la articulación simultánea de dimensiones e instituciones que se desagregan en situaciones o eventos, los cuales se superponen cohabitando, interactuando, disolviéndose y renaciendo, de acuerdo con la cantidad de dones, los bienes recibidos, la existencia de mayordomías, entre otros factores. Sin embargo, desde una mirada panorámica, anualmente todas ellas tejen una amplia red de reciprocidades festivas.
Partiendo de una antropología de las ausencias en el espacio público urbano, Claudia Gasca y Aquiles Ávila debaten el supuesto de que la ciudad es por naturaleza un contenedor armónico de una multiplicidad de diversidades que se yuxtaponen, entrecruzan y sobreponen unas con otras. Con el objetivo de desinvisibilizar un proceso de exclusión velada e inherente a las simulaciones de inclusión de la diversidad en los esquemas de gobernanza urbana -característicos de los proyectos de recuperación del espacio público de la capital de San Luis Potosí y León, Guanajuato-, los autores establecen que en las principales plazas, jardines y parques de estas ciudades se fragmenta a la diversidad, pues se pondera su uso y apropiación por parte de “ciudadanos modelo”, lo cual valida la exclusión de los marginales y, a su vez, merma la probabilidad de que el espacio público sea concebido como un recurso en disputa. La propuesta etnográfica de Gasca y Ávila apuesta por desmarcarse de las principales acepciones normativas del espacio público, a fin de recuperar las partes residuales que no entran en la mayoría de sus conceptualizaciones, ya que, si bien en los lugares céntricos de las ciudades documentadas concurren “casi todos” sus habitantes, es necesario conocer los puntos de vista de aquellos grupos que “no están” o que son ajenos a las dinámicas de dichos lugares, pues sin duda los actores excluidos también tienen -al menos discursivamente en el marco de los planteamientos teóricos más progresistas- derecho a la ciudad.
Cierran el dossier dos artículos que destacan la importancia de extender los acercamientos socioantropológicos hacia las movilizaciones feministas desde una perspectiva interseccional (realizado por Karina Bárcenas) y hacia los procesos de lucha vinculados con el reconocimiento de derechos a las corporalidades de la diversidad sexual y de género (elaborado por Ericka López y Tzintli Juárez). Estos trabajos revisan críticamente las perspectivas teóricas sobre el género y la ciudadanía, que uniforman y regulan las “formas válidas” de la acción política acontecida en el espacio público. Asimismo, en términos generales, suscriben la idea de que la política tiene lugar una vez que el cuerpo irrumpe en dicho espacio y es ocupado por aquellos que no tienen derecho a hacerlo; es decir, los derechos nacen cuando se ejercen y son ejercidos por quienes actúan de manera articulada contra la invisibilización, el abandono y el nulo reconocimiento jurídico (Butler, 2012).
A partir de la documentación de las interacciones tecnofeministas contra los discursos conservadores expresados en redes sociales en el marco la sucesión presidencial brasileña, Bárcenas de talla cómo la emergencia de una estrategia política interseccional, favorecida por el uso de medios digitales, se sobrepone a las desigualdades interdependientes experimentadas por las mujeres brasileñas y sirve de base para conformar un movimiento político contra un proyecto conservador que pretende eliminar derechos y suprimir libertades (encabezado por el entonces candidato presidencial Jair Bolsonaro). Por su parte, el trabajo de López y Juárez retoma un recuento del reconocimiento de derechos LGBT (lésbico, gay, bisexual y trans) en América Latina, para evidenciar la forma en que el actuar colectivo de las corporalidades de la diversidad sexual y de género ha trastocado la normatividad jurídica de algunos países. Aunque, paradójicamente, en el fondo la mayoría de los países de esta región sigue reproduciendo regímenes de poder excluyentes a di chas corporalidades. Vale decir que los procesos de simulación en el reconocimiento de derechos no han mermado los repertorios de protesta de las personas de la diversidad sexual y de género a nivel local, al grado de que hoy día en México las marchas del orgullo se han difuminado por todo el país construyendo circuitos multitemporales de movilización subnacional.
Las discusiones expresadas en los cinco artículos que conforman el dossier advierten, en mayor o menor medida, que las categorías y prácticas de los grupos sociales contemporáneos tienen que ser contextualizadas para enfrentar el carácter universal o totalizante de sus contrapartes teóricas, pues es innegable que las nociones de género, sexualidad, cuerpo, intercambio, clase e identidad son inestables y susceptibles de transformarse, al aparecer como una propiedad móvil e intercambiable que se modifica de acuerdo con el contexto y las relaciones en que están inmersos las y los actores. En el marco de la crisis social generada por el Covid-19, la propuesta de una antropología relacional se fortalece, a pesar de que los gobiernos intenten promover formas de pensamiento totalizadoras que buscan dar certeza ante un futuro inestable (bajo el discurso de una “nueva normalidad”). No obstante, la incertidumbre y la dinámica social propias de la actual contingencia sanitaria han puesto en jaque a la investigación social, marcando la necesidad de repensar las relaciones sociales, los entramados conceptuales e imaginar formas creativas de hacer trabajo de campo. En este sentido, siguiendo a Strathern (2004), se podría apostar por una investigación social radical que no se enfoca únicamente en el orden, sino que busca analizar los elementos que (des)estabilizan y (des)organizan la sociabilidad para hacer visibles las particularidades socioculturales de las diversidades contemporáneas.
En lo que respecta a la sección Investigación antropológica, el presente número de Alteridades contiene cuatro contribuciones que se vinculan en un plano metodológico y conceptual con los textos que integran el apartado previo. En primer lugar encontramos el artículo de Rocío Castillo, quien analiza la forma en que las emociones morales son fundamentales para la acción colectiva de las mujeres mexicanas migrantes en la ciudad de Austin, Texas. A partir de una etnografía del pro ceso de aprendizaje emocional y subjetivo de diversas migrantes que devienen en activistas, la au tora destaca cómo en sus estrategias políticas son fundamentales la apropiación de la indignación y el uso estratégico de la compasión para movilizar la escucha de las autoridades estadounidenses e inclinar la balanza a su favor en los debates públicos por el reconocimiento de sus derechos. En segundo lugar, el trabajo de Itza Varela expone los cambios y reescrituras de la población negra-afromexicana en las representaciones mediáticas y cinematográficas del siglo XX y XXI. Particular mente, desarrolla sugerentes reflexiones sobre los regímenes discursivos y de poder que predefinen las nociones de alteridad y diferencia, así como los puntos de vista del movimiento político por el reconocimiento de dicha población destacando las voces de las mujeres afro. En tercer lugar, el lector hallará las interpretaciones de Jacques Galinier sobre la endoalteridad y exoalteridad entre los otomíes de la Sierra Madre Oriental. Uno de los aportes más interesantes de este artículo es la visión ontológica del cuerpo y el sistema de parentesco entre los integrantes de dicho pueblo indígena ya que, a juicio del autor, estos elementos sirven de archivo, memoria y soporte de un sofisticado esquema de representaciones oriundas del inframundo. Cierra esta sección la propuesta de Manuel Chávez y Joselito Fernández en torno a una etnografía cuantitativa aplicada a la revitalización lingüística mediante el uso de tecnologías digitales en algunos municipios indígenas de Oaxaca.
Siguiendo su esquema editorial, el presente volumen de Alteridades integra una entrevista realizada por Carlos Ríos al artista Gustavo Chávez Pavón, quien es uno de los exponentes de la pictórica militante que ha acompañado a varios movimientos sociales en distintas geografías. Además, se incluyen dos reseñas. Por un lado, Miguel Ángel Aguilar destaca los aportes metodológicos alrededor de las historias de vida y los relatos biográficos contenidos en el libro Ser. Catorce experiencias de vida a inicios del siglo xxi, coordinado por Claudia Zamorano; por el otro, Mauro Pérez hace una lectura del libro Migración y trabajo en el capitalismo global de Jorge Olvera, Norma Baca, Maurizio Ricciardi y Susan Sanhueza, subrayando la importancia de esta obra para los defensores de derechos humanos que acompañan los procesos contemporáneos de movilidad humana asociados a los nuevos flujos migratorios en el marco del capitalismo neoliberal.
Emanuel Rodríguez Domínguez