Introducción
La peritonitis esclerosante (SP) es un problema poco común y devastador que implica las superficies peritoneales visceral y parietal de la cavidad abdominal1, y se caracteriza por la presencia de una reacción inflamatoria y fibrótica en el peritoneo que produce síntomas recurrentes, intermitentes o persistentes de obstrucción intestinal. Su incidencia real es desconocida, y varía desde el 0.7% hasta el 3.3% según diferentes series publicadas, aumentando progresivamente con el tiempo de permanencia en diálisis peritoneal (DP).
La SP probablemente sea un proceso multifactorial, que incluye la DP y su duración, los episodios de peritonitis, hemoperitoneos intensos o repetidos, cirugías abdominales, uso de inhibidores de la calcineurina en pacientes trasplantados e incluso puede haber predisposición genética2.
En la actualidad el diagnóstico se basa en los criterios propuestos en 2005 por la Sociedad Internacional de DP (ISPD), donde los elementos clave son: a) presencia de síntomas clínicos con grados variables de reacción inflamatoria sistémica, y b) hallazgos radiológicos compatibles (engrosamiento peritoneal, calcificación, obstrucción intestinal y encapsulamiento)3.
Dentro de las opciones de tratamiento una vez que se cuenta con el diagnóstico, se puede emplear los corticoides como metilprednisolona y tamoxifeno. También es importante agregar soporte nutricional debido a que la mayoría de estos pacientes presentan pérdida de peso importante al momento del diagnóstico. El tratamiento quirúrgico solo se debe realizar si lo anterior falla; consiste en la adherenciolisis únicamente cuidando, en la medida de lo posible, la integridad de la pared intestinal y evitando los procedimientos resectivos, ya que estos se asocian a peores respuestas con elevada incidencia de fuga4.
Caso clínico
Mujer de 47 años de edad con diagnóstico de insuficiencia renal crónica de 5 años de evolución, trasplantada de riñón de donador cadavérico 2 años antes, ingresó al hospital por oclusión intestinal parcial. Se inició manejo conservador con ayuno, sonda nasogástrica y soluciones parenterales; se realizó tomografía simple abdominal, que identificó calcificación intestinal periférica, líquido libre y dilatación de asas (figura 1). Como no mejoraba el cuadro clínico, se decidió realizar laparotomía exploradora, que identificó engrosamiento y calcificaciones de intestino delgado, de predominio en borde antimesentérico, así como peritoneo parietal (figura 2). No se observaron perforaciones ni adherencias. Con esos hallazgos, se decidió no realizar procedimientos resectivos, solo se realizó biopsia de peritoneo, que reportó fibrosis. La paciente recibió apoyo nutricional mediante NPT, con posterior tolerancia a la dieta, y se le dio el alta para continuar en vigilancia por la consulta externa.
Conclusiones
Se trata de una complicación rara de la DP, que se presenta con frecuencia en pacientes posteriormente sometidos a trasplante. Su diagnóstico implica un elevado índice de sospecha, y su tratamiento debe de ser cauteloso, agotando las opciones médicas y asegurando un adecuado aporte nutricional, dejando como última opción los procedimientos quirúrgicos y evitando en su mayoría los resectivos, como se llevó a cabo en esta paciente, a fin de no aumentar la morbilidad y la mortalidad que esta enfermedad conlleva.