Problematizando la relación educación-trabajo
Las discusiones en torno a las interrelaciones existentes entre los conceptos educación y trabajo son múltiples. En general, y siguiendo a De Ibarrola (2005) , podemos establecer tres grandes vertientes del debate. La primera (Gamus, 1997; Alfaro, 2009; Chong y Castañeda, 2013) considera que ambos conceptos se presentan como espacios independientes, que interactúan constantemente y forman parte esencial de la vida cotidiana de las sociedades contemporáneas. La segunda, dentro de las múltiples atribuciones que se le asignan a la educación, indica que ésta es un factor estratégico tanto para el crecimiento y la disminución de las brechas abismales que se han abierto entre los sectores sociales como para incrementar la productividad y la competitividad (Gamus, 1997; González, 1993; Leite, 2009). La tercera (González, 1993; López, 2009; Márquez, 2011) establece la importancia de la educación en términos de la opción de las sociedades democráticas para facilitar el acceso al derecho del trabajo.
Por su parte, el trabajo (Méda, 2007) cumple la función de aportar un ingreso para la sobrevivencia de las personas, impone una estructura temporal de vida en la medida en que establece horarios y disciplina laboral, contribuye a crear diversas formas de relaciones sociales, proporciona objetivos que se colocan más allá de los intereses personales y, lo que es relevante para los fines del estudio que presentamos: promueve acciones y conductas y define la identidad social.
Para nosotros, la relación educación-trabajo implica la configuración de las diversas y posibles articulaciones entre ambas categorías, para ello, podemos imaginar un sencillo diagrama de Venn de dos grandes círculos donde la mayoría de la superficie de cada uno se mantiene independiente, pero existe una porción en la que los círculos se yuxtaponen, es justo en ese espacio en el que se producen las interrelaciones de alta complejidad entre ambas dimensiones. En general, se establece una correlación positiva al analizar los vínculos entre educación y trabajo, es decir, el supuesto teórico y el imaginario social sostienen tres hipótesis relevantes: a) el ámbito de la educación directamente relacionado al trabajo es la escolaridad, b) el ámbito del trabajo directamente relacionado con la educación es el empleo y c) a mayor escolaridad, mejores posiciones laborales. Ambos aspectos han sido analizados críticamente en las últimas décadas desde diversos ángulos por especialistas en educación y en estudios del trabajo, por psicólogos, sociólogos, lingüistas, antropólogos y filósofos, entre otros.
Encontramos planteamientos que discuten sobre la eficacia del sistema educativo para dotar al sujeto de herramientas técnico-habilitantes para el mercado de trabajo (Sandoval, 1986); otros abordan la importancia de comprender las cambiantes necesidades del mercado laboral para que la educación se constituya en una palanca eficaz del desarrollo (González, 1993); unos más enfocan la problemática desde el trabajo, analizando la naturaleza de sus cambios y tendencias para establecer las necesidades educativas (Gamus, 1997); algunos también se ocupan de buscar la correspondencia entre educación y empleo en el segmento de jóvenes, donde los estudios de bachillerato y licenciatura se tornan en poderosos elementos que pueden promover la movilidad social y convertir a la educación en el motor de la prosperidad y la democracia (López, 2009; Márquez, 2011).
Mención especial merece el número monográfico que la Revista Mexicana de Investigación Educativa le dedicó al tema de las relaciones entre educación y trabajo, coordinado por De Ibarrola en 2005. En él se refrenda la importancia de llevar a cabo investigaciones de esta naturaleza, al respecto De Ibarrola (2005:303) afirma que "existen puntos neurálgicos de articulación entre ambos, las interacciones no son mecánicas, ni responden a una simple relación de causa-efecto". El conjunto de investigaciones que ahí se presentan muestra la amplitud de temas, niveles y dimensiones del tema: análisis comparativos de México y la Unión Europea, calidad del empleo en trabajadores con educación superior, desigualdad educativa y su efecto en el trabajo, trabajo infantil y educación básica. Es un número temático que expresa el interés de las relaciones existentes entre la educación y el trabajo y que, en nuestra opinión, son antecedentes esenciales para continuar impulsando investigaciones que favorezcan la comprensión de una problemática tan relevante.
Por otro lado, podemos anotar que los procesos de reestructuración productiva, resultado de las políticas neoliberales impulsadas a partir de la década de los ochenta, han impactado profundamente las relaciones educación-trabajo. Los años noventa fueron testigo de grandes cambios en la educación en México, la reforma de 1992 introdujo la teoría del capital humano y el enfoque por competencias en todos los niveles educativos, con el objetivo de extender la cobertura y mejorar la calidad (Alfaro, 2009; Muñoz, 2012). El siglo XXI sigue presentando adecuaciones sustanciales que enfatizan en la calidad y el cambio en los planes de estudios para la formación de los futuros profesores de nivel básico (Latapí, 2004; Martínez, 2012, Chong y Castañeda, 2013). No obstante, en un país como México, donde las tasas de crecimiento demográfico, los problemas estructurales de su economía y la presencia de una dirigencia sindical que ha obstaculizado los intentos de mejora de la planta magisterial (De Ibarrola, 2012; Chehaibar et al., 2012; García, 2012), se vuelve necesario analizar las relaciones educación y trabajo -entre otras- si se pretende impulsar propuestas que verdaderamente mejoren la calidad educativa.
Las investigaciones señaladas en líneas anteriores expresan que el ritmo seguido en México no se corresponde con el ideal de una correlación siempre positiva entre nuestros dos polos de análisis para alcanzar el desarrollo y la equidad, aún más, se puede afirmar que la escolaridad no necesariamente produce el efecto deseado. Las estadísticas oficiales indican que la desigualdad sigue siendo el signo de los tiempos: 35% de la población en el rango de 15 a 29 años está en situación de rezago educativo (SEP, 2013), las condiciones de lo que se ha denominado sobreeducación y desfase educativo (García y Carrillo, 2014) afectan a sectores cada vez más amplios de egresados de las universidades, al grado que se ha tendido a caracterizar al mercado laboral como imperfecto (Mungaray, 2001). El desempleo de adultos, jóvenes y mujeres forman parte del escenario nacional y, en numerosas ocasiones se señala, erróneamente, que la causante de este problema es la educación. Lo cierto es que no podemos dejar de lado que el Estado, la sociedad civil y el mercado de trabajo son fuerzas en tensión que impactan a la educación (Pusser, 2014), y que el empleo, que en un primer momento se muestra prometedor para quienes desean acceder a una vida digna, se enfrenta a los procesos de precarización y desempleo (Leite, 2009).
En este orden de ideas, la educación y el trabajo adquieren una significación especial en la sociedad contemporánea, están en la encrucijada entre su función social y las expectativas depositadas en ambos para alcanzar una sociedad más justa, igualitaria y democrática.
Metodología y universo de estudio
La investigación se llevó a cabo en las comunidades rurales de San José Navajas, Jesús María y Chichimequillas del municipio de El Marqués, Querétaro, México; son comunidades que han pasado por un violento proceso de reconfiguración de su territorio, debido a las decisiones políticas de instalar un aeropuerto internacional y parques industriales, ocasionando la desaparición de tierras de labor y creando graves problemas laborales y de relación interpersonal entre los pobladores. Dadas las características geopolíticas, económicas, culturales, poblacionales, históricas, entre otras, estas tres comunidades en realidad forman parte del mismo espacio territorial, por lo que más que llevar a cabo una comparación entre ellas, la percepción de sus habitantes podrá coadyuvar a comprender de forma más integradora y rica el fenómeno aquí estudiado. Los objetivos que nos planteamos fueron conocer:
si los pobladores y trabajadores de este espacio territorial (analizado a partir de estas tres comunidades) contaban con empleo y, de ser así, si se insertaban directamente en la industria o de forma indirecta como proveedores de servicios de la industria y el aeropuerto;
su percepción en torno a si la industria ha favorecido o no la creación de fuentes de empleo; y
los niveles de escolaridad y el tipo de empleo que tenían al momento de la investigación, así como su percepción sobre la relación entre educación y trabajo.
Para ello, entrevistamos a 23 personas de las comunidades referidas (Cuadro 1). Sus edades estaban en un rango de entre 14 y 68 años de edad. Incluimos a aquellos con las ocupaciones que consideramos más representativas: estudiantes, comerciantes, agricultores, ganaderos, obreros, amas de casa e incluso el sacerdote de una de las comunidades, por ser un informante calificado.
Tipo de habitante | Número |
---|---|
Adultos y adultos mayores originarios de las comunidades | 9 |
Jóvenes originarios de la comunidad | 5 |
Cargos públicos y trabajadores foráneos del comercio y los servicios | 4 |
Inmigrantes de larga data | 3 |
Inmigrantes recientes | 2 |
La escolaridad de los entrevistados abarcó las siguientes categorías: a) sin estudios, b) primaria, c) secundaria, d) bachillerato y licenciatura. La mayoría de los informantes estaban casados y tenían 2 o 3 hijos, únicamente se presentaron tres casos con más de seis.
Los espacios mentales como vía de análisis de la relación escuela-trabajo
El trabajo y la escuela son dos ámbitos centrales en la constitución de la subjetividad y de las sociedades. En ese sentido, resulta esencial analizar desde distintas perspectivas los vínculos y las relaciones entre estos ejes estructurantes del ser humano. En México la política pública que sienta la bases para la creación de parques industriales y que los conceptualiza como detonantes del desarrollo (económico, social, educativo, etcétera) ha tendido a generar un discurso legitimador en torno a dichos ejes (Giménez, 2000). Esto se evidencia, por ejemplo, en los planteamientos que se hacen en la Ley Industrial del Estado de Querétaro (2009). En torno a las relaciones educación-trabajo esta Ley plantea en el artículo 2, fracciones V y VI lo siguiente
[...] son objetivos de la presente Ley [...] V. Fomentar la generación de las fuentes de empleo, el aprovechamiento de mano de obra disponible y el abatimiento del desempleo, acorde a los requerimientos regionales; [...] VI Inducir programas de capacitación de mano de obra, acordes al perfil de las necesidades de la industria.
Como se aprecia en la cita anterior, y a lo largo del mencionado documento, se promueve cierto perfil escolar, bajo la figura de la capacitación en su sentido meramente técnico, de los aspirantes a ocupar puestos laborales en las empresas manufactureras. Es interesante que el perfil que se plantea sea señalado en el discurso oficial como "mano de obra" -es decir, un objeto pasivo, indiferenciado y mecánico- que deberá ser capacitada para cubrir las necesidades del empleador, desdeñando el significado del ser humano.
Para los gerentes de las empresas instaladas en las regiones estudiadas, los pobladores son visualizados tan solo en trabajos de índole física, ejecutándolos en función de las actividades programadas en un espacio diferente al que ellos ocupan; la planeación, diseño, creación o desarrollo de tecnología están reservados para otro tipo de trabajadores. Por ello, los pobladores de las comunidades rurales en estudio son considerados "mano de obra", que no requieren mayores niveles de formación y grados escolares y, por lo tanto, tampoco de una oferta educativa de calidad y variada, basta con dotarlos de las habilidades más básicas en términos técnicos para poder ejecutar actividades manuales y físicas. En ese sentido, para determinar de forma más puntual el encargo social a las escuelas en estas regiones, es necesario analizar qué rasgos semánticos o de significado subyacen al discurso oficial y al de la industria.
Existen diversas maneras de realizar este tipo de abordaje. Si bien en este trabajo retomaremos la propuesta de Fauconnier y Turner (2002) en torno al análisis del lenguaje, antes expondremos las aportaciones de algunas de las visiones más sobresalientes en torno al estudio del significado.
El problema del significado fue abordado inicialmente por Saussure (1985) , quien definió al signo lingüístico como la unión indisociable entre significado y significante, con las enormes consecuencias que esto trajo para la psicología, el nacimiento de la lingüística como tal, o la relación entre competencia y actuación, entre otros. Posteriormente, los continuadores del estructuralismo lingüístico, especialmente los representantes de la escuela de Praga, 2 abrieron un espacio de discusión y reflexión en torno al significado. Sin embargo, con el advenimiento de la perspectiva generativista, el análisis de la forma cobró especial importancia como ocurrió con los planteamientos de Bierwisch (1975) , Pottier (1976) , Kempson (1977) , Goddard (2002) y Wierzbicka (2009) .
No obstante las aportaciones de la visión generativista al análisis del lenguaje y el significado así como la heterogeneidad de explicaciones, las características comunes a todos ellos son:
El supuesto de que el significado de una palabra se compone de la suma o acumulación de ciertos rasgos semánticos (semas, núcleos sémicos, primitivos semánticos) abstractos y generales. En mayor o menor medida, estos rasgos son vistos como neutrales, es decir, todos tendrían el mismo peso o importancia cognitiva en el significado. Estos trabajos permiten determinar qué rasgos aparecen en el significado de una forma léxica pero no qué tan importantes son para dichos significados.
El léxico sería una lista de significados referenciales que podría insertarse en la sintaxis (Maldonado, 2000).
Asumen que las categorías lingüísticas son discretas, es decir, un conjunto bien delimitado de rasgos semánticos. Sin embargo, estas categorías son más bien continuas por lo que para determinarlas es necesario aludir a nociones como la centralidad y la periferia semántica.
Consideran que el lenguaje está organizado de manera jerárquica (de genérico a específico).
Detrás de todos estos supuestos está uno más general: el lenguaje opera de forma independiente a la cognición.
En términos generales, estos trabajos soslayan la importancia de un campo complejo de conocimiento organizado (dominio cognoscitivo) a partir del cual son interpretadas las formas lingüísticas. Tampoco consideran las estrategias básicas que emplea el conceptualizador para generar imágenes o espacios mentales que le permitan construir el significado (Maldonado, 2000).
Para tratar de encarar las dificultades y la artificialidad que había acunado el generativismo en semántica, Lakoff y Johnson (1999) , Fauconnier y Turner (2002) , Fauconnier (2007) y Langacker (2007) propusieron otro tipo de abordaje en torno a qué es y cómo se generan los significados e intentaron establecer una forma rigurosa de análisis de la lengua.
Estos autores plantearon que, además del significado referencial (dimensión propuesta en los análisis estructuralistas), la semántica debe considerar el dominio cognoscitivo y las distintas maneras en que se construye una imagen o espacio mental. Esto significa que lenguaje y cognición no operan de forma independiente entre sí, más bien el léxico se organiza con base en la cognición. Esta nueva manera de comprender las relaciones lenguaje/pensamiento y el significado dio origen a nuevos modelos de explicación semántica cobijados bajo lo que se conoce como lingüística cognoscitiva, base del trabajo que aquí se presenta, específicamente la propuesta desarrollada por Fauconnier y Turner (2002) .
Estos autores plantean la teoría de los espacios mentales y la integración conceptual como una forma de abordar y comprender las relaciones entre el pensamiento y la conceptualización y el lenguaje que se usa para aludir a éstos. Es decir, se parte de la idea de que el lenguaje enmarca un tipo de posicionamiento particular al respecto de lo que un individuo o grupo considera y la manera como da significado e interpreta los acontecimientos del mundo.
Para Fauconnier y Turner (2002) , el significado es la imagen mental que resulta de la integración de distintos espacios mentales -activados por el conceptualizador- que confluyen y se entremezclan al momento de la emisión lingüística dentro de un contexto determinado:
Recordemos que el lenguaje no determina por sí mismo una representación específica. Solo da lugar a una construcción cognitiva concreta en un contexto concreto, por lo que la misma forma lingüística puede dar lugar a diferentes construcciones en diferentes circunstancias (Fauconnier, 2007:373) (tra ducción de los autores).
Los espacios mentales son "paquetes" conceptuales, resultado de ensamblajes parciales de contenidos y elementos organizados bajo ciertos marcos conceptuales. La función de la integración de espacios mentales es un entendimiento local o la ejecución de una acción específica en función de un marco conceptual más general.
En el proceso de integración conceptual existen distintos tipos de espacios mentales (Fauconnier, 2007):
Espacios mentales de entrada o inputs: representaciones que contienen elementos específicos y sus contrapartes.
Espacio mental genérico que contiene el marco común entre los inputs.
Espacio de fusión (el blend), en el que se da una integración inmediata, global y creativa de las proyecciones seleccionadas de cada input.
La organización de los espacios mentales podría ser esquematizada a partir del diagrama propuesto por Turner (Figura 1). Las líneas indican el tipo de relación que se establece en la integración conceptual: las sólidas señalan los entrecruzamientos de proyecciones (mappings) entre los inputs y las punteadas, las conexiones entre los éstos, el espacio genérico y el blend. Así, la forma de generar nuevos significados, tales como los que se codifican en el lenguaje no literal, tiene que ver con la interconexión de espacios mentales (inputs) que ya existen y que proyectan y fusionan únicamente ciertos rasgos al espacio de integración (blend), dando por resultado significados novedosos, inéditos y creativos.
Asimismo, en esta teoría se postula que existen ciertas expresiones -conformadas por varias unidades léxicas- que aunque para el hablante funcionen ya como una unidad simbólica que lo remite a cierto significado específico, en sus orígenes surgieron de la activación directa de espacios mentales que dio como resultado un espacio de fusión conceptual. Tal es el caso de la frase "mano de obra" empleada en la ey que regula la industria en el estado de Querétaro (2009) así como el discurso de los propios empresarios.
Analizar los rasgos semánticos de los espacios mentales (inputs) que se proyectan hacia el espacio de fusión conceptual resulta importante para valorar el tipo de conceptualización que se hace en el discurso por parte de quienes emplean la expresión "mano de obra". A continuación se propone un diagrama al respecto (Figura 2).
No existen en la región analizada estudios específicos de la relación educación-trabajo en zonas rurales en proceso de convertirse a urbanas-marginadas. Estudios previos con un enfoque sociológico son los de Serna (2010) y Serna y Palacios (2011), en los que se aborda la temática de las políticas públicas orientadas a la destrucción de las comunidades rurales y su conversión a semiurbanas marginadas.
La creación de parques industriales y del aeropuerto internacional en tierras aledañas a las comunidades de Chichimequillas, San José Navajas y Jesús María generó expectativas de bienestar entre los habitantes. La perspectiva del progreso, el bienestar para todos y la entrada a la modernidad crearon todo tipo de percepciones e interpretaciones respecto de su futuro inmediato. El discurso de los pobladores abarcó un amplio espectro de problemáticas; de ellas, en el presente artículo destacamos las opiniones y formas de concebir a la educación y al trabajo.
Los resultados obtenidos muestran el complejo choque cultural que tienen las comunidades rurales en la medida en que la embestida industrial modifica sustancialmente la vida cotidiana, el modo de encarar las formas de subsistencia y las tradiciones, además de que transforma las aspiraciones de la población. Los sitios estudiados se encuentran en un punto muy complejo, por un lado, han dejado de ser comunidades que viven del campo para empezar a transformarse en semiurbanas; por otro, no cuentan con servicios públicos, no están preparados para el nuevo tipo de empleo que la industria demanda, no hay espacios educativos y de formación para el trabajo y, por añadidura, se presentan los problemas sociales de la ciudad: delincuencia, drogadicción y conflictos entre vecinos.
Como lo explicamos a continuación, el tránsito de la vida rural a la "citadina" (expresión utilizada por los pobladores) se refleja en la percepción que tienen los pobladores respecto del conjunto de cambios que están experimentando en su municipio.
Tipos de ocupación laboral
Al momento de la entrevista, la mayoría de los entrevistados (82.6%) laboraba en el sector servicios, 4.3% se dedicaba a las actividades del campo, únicamente 8.8% lo hacía directamente en la industria y 4.3% declaró no contar con trabajo.
Del 82.6% de pobladores que se desempeñaba en el sector servicios, 34.8% estaba empleado en negocios pequeños, 43.5% era dueño de un negocio y 4.3%, servidores públicos; los empleados estaban contratados como despachadores en diversos comercios o en labores de limpieza. De ellos, 8.6% no residía en las comunidades estudiadas. El resto de los entrevistados (91.4%) vivía y laboraba ahí mismo.
Por su parte, los micronegocios a los que aludieron los entrevistados y de los que indicaron ser los dueños tenían que ver con la venta de comida, tiendas de abarrotes, papelería, taxi o venta de flores. En el caso del sector agropecuario, solo una persona, de la comunidad de Navajas, indicó que se dedicaba a la cría y reproducción de ganado.
En torno a la industria, llama la atención que a pesar del discurso oficial y la promesa de empleos, en estas comunidades solo 8.7% se desempeñaba directamente en dicho sector como obreros: una mujer hacía bolsas de seguridad para automóviles y un señor que realizaba labores de herrería en otra empresa.
Finalmente, al momento de la entrevista, una mujer no se encontraba trabajando, y cuando obtuvo un empleo fue como obrera. Ella indicó que su marido -también obrero- estaba desempleado desde hacía dos meses.
Los datos muestran claramente que a pesar del establecimiento de parques industriales en la inmediaciones de las comunidades que analizamos -lo que ha generado el fenómeno de reconfiguración territorial- y del discurso oficial plasmado en la Ley de Desarrollo Industrial del Estado de Querétaro, no se han generado las fuentes de empleo directas que supuestamente la industria traería a la región, aunque sí ha producido otros efectos.
Percepciones en torno a la industria como generadora de empleo
Uno de los temas importantes es el relativo a la subjetividad y las percepciones de los actores, analizadas desde la lógica de la creación de nuevos significados que se producen a partir de la manera en que el sujeto construye las imágenes mentales.
La percepción o forma de comprender e interpretar un fenómeno no necesariamente es idéntica al fenómeno en sí; sino que es resultado, en buena medida, de la imaginería, que consiste en "nuestra capacidad de construir el contenido de un dominio (o situación) en formas alternativas" (Maldonado, 1993:164). Todo aquello a lo que nos enfrentamos diariamente puede ser visto desde diversas perspectivas (imágenes mentales), se interpretan y vinculan los esquemas y marcos referenciales con los que contamos con aquello del mundo con lo que interactuamos. Así, la imaginería, que nos permite pensar un fenómeno de cierta forma y no de otra -aunque ello sería posible si se activaran otros inputs- es resultado de la activación y fusión de ciertos espacios mentales para dar lugar a una visión determinada -que es propiamente el espacio de fusión o blend-, es decir, a un significado específico y novedoso.
De acuerdo con los datos ocupacionales de los entrevistados, un porcentaje muy bajo se emplea de forma directa en las industrias y empresas, si bien la presencia de éstas ha incentivado el comercio, como lo muestran las actividades a las que se dedican. Sin embargo, el tipo de comercio que se ha desarrollado en estas zonas implica trabajos/negocios precarios, con limitadas posibilidades de crecimiento y seguridad económica para los propietarios y los empleados. De tal modo, la presencia de la industria ni ha impactado significativamente el número de empleos directos ni ha mejorado los niveles de ingreso y de vida de los pobladores de las regiones aledañas.
A pesar de ello, ante la pregunta expresa de si la llegada de las industrias y los parques industriales a sus comunidades había favorecido la generación de empleos y los niveles de vida, la percepción de prácticamente todos los entrevistados fue que sí, especialmente para los más jóvenes.
Esta concordancia entre el discurso oficial y el de los pobladores en torno al impacto benéfico de la industria en la creación de fuentes de empleo y elevación de los niveles de vida es interesante, sobre todo porque son ellos mismos los que no cuentan con condiciones laborales estables ni directamente dentro de la industria.
Tal pareciera que los pobladores desarrollan una "estrategia subjetiva de adaptación", consistente en suscribir la versión oficial a pesar de que son perfectamente conscientes de las inconsistencias y dificultades que no ha logrado subsanar la presencia de la industria en sus poblaciones. Es una estrategia de adaptación porque ante la imposibilidad del ciudadano común de detener la inmensidad de la maquinaria echada a andar por los parques industriales, discursivamente hacen "como si" las cosas estuvieran caminando adecuadamente; no obstante, saben que los ofrecimientos no se han cumplido, que el bienestar prometido no ha llegado. Como indican los entrevistados, por un lado, la presencia de la industria ha favorecido la oferta laboral -a pesar de que varias fuentes de información y nuestros propios datos muestran lo contrario- pero se quejan, así sea sutilmente, de la ausencia del anhelado progreso, pues no ven grandes avances en sus comunidades y, evidentemente, se dan cuenta de la precariedad del empleo y de sus ingresos.
Le falta el pavimento, alumbrado y cosillas así (entrevistada de Jesús María).
Yo creo que no es difícil encontrar trabajo, lo que pasa es que no lo buscamos (entrevistada de Chichimequillas).
Pues y nomás no veo todavía mucho trabajo, yo creo que es cosa de esperar un poco más (entrevistado de San José Navajas).
Con estos comentarios, los entrevistados muestran que los beneficios de la modernidad y de la industria se han concentrado en ciertos sectores (por ejemplo, el segmento para el que el uso de aviones como medio de transporte es una realidad) pero no han llegado al grueso de la población.
Escolaridad y trabajo
Los niveles de escolaridad de los entrevistados en las tres comunidades del estudio van desde su ausencia hasta la licenciatura (Gráfica 2).
Como muestra la gráfica 2, el porcentaje más alto lo obtiene el nivel secundaria, seguido por el de primaria. La población que no cuenta con escolaridad así como la población con altos estudios (bachillerato y superior) constituyen la menor parte. El dato es interesante pues sus niveles de escolaridad responden a las necesidades de la industria, es decir, se concentran en primaria y especialmente en secundaria. Personas sin ninguno o con altos niveles de educación no corresponden al perfil demandado por las industrias.
Recordemos que la Ley de Desarrollo Industrial del estado señala que se buscará capacitar a la mano de obra que requiera la industria. En ese sentido, la escolaridad de los entrevistados responde a los significados subyacentes del espacio de fusión mental de la frase "mano de obra" y que conceptualiza al trabajador fundamentalmente como ejecutante o realizador de acciones u objetos. La acción que se le encomienda es material y depende del ejercicio y fuerza física. A cambio de ello se presupone el pago de un salario, con lo que se establece una relación de subordinación de la mano de obra respecto de quien diseña y paga. Desde esta manera de conceptualizar al trabajador potencial, y de las funciones que se le asignarán, no son necesarios mayores niveles de formación educativa.
Respecto de la edad de los entrevistados, quienes únicamente cuentan con primaria, estaban en rango entre los 33 y los 50 años con una media de 44.6, y 66.4% de este grupo se ubicaba entre los 40 y 49 años. El grupo con estudios de secundaria estaba en un rango de 14 a 56 años con una media de 31.3; y 50% de ellos, entre los 30 y 39 años y 30% entre los 20 y 29 años.
Estas distribuciones por edad de los grupos de acuerdo con su nivel educativo son congruentes, nuevamente, con las demandas del mercado laboral. En el pasado las industrias solicitaban "mano de obra" con primaria. Hoy en día -incluidas las que se han asentado en las inmediaciones de las localidades analizadas- solicitan que el trabajador cuente con secundaria. Por ello, y a pesar de que la mayoría de los entrevistados no laboraban directamente en las empresas, la población más joven tiende a contar con este nivel, mientras que quienes tienen únicamente primaria, que era la escolaridad solicitada antaño, es la de mayor edad.
Otro punto que nos interesaba conocer era si para los entrevistados la escuela formaba parte de las expectativas de mejora de su comunidad. Para obtener esta información se les planteó la pregunta "¿Hay algún aspecto y/o servicios que deba ser mejorado en su comunidad?" Si la respuesta era afirmativa, se preguntaba "¿cuál?" En la Gráfica 3 se pueden observar las respuestas obtenidas. El 13% señaló de forma espontánea la escuela, para otro 13%, su comunidad no requería de ningún nuevo servicio o mejora. El 8.7% no respondió la pregunta y finalmente la mayoría de los entrevistados (65.2%) consideró que habría que mejorar o dotar de diversos servicios a su comunidad (hospitales y centros de salud, pavimentación, alumbrado, etcétera); sin embargo, de forma espontánea, no consideraron a la escuela como una prioridad en sus necesidades.
Uno de los entrevistados indicó: "de la escuela ya hay todo, ya hay hasta bachillerato para los jóvenes y secundaria" (entrevistado de Chichimequillas). Esta aseveración muestra cómo las personas de estas comunidades, que han vivido los embates del establecimiento de los parques industriales, se asumen como "mano de obra", por lo cual, desde su óptica, no requieren mayores niveles de formación escolar.
No obstante, como ya señalamos, hay un sector para el que la escuela es una necesidad para mejorar sus condiciones de vida. Uno de los entrevistados dijo: "pues sería más como esos servicios, pues los tenemos, pero en sí, en sí, sería una escuela más competitiva, más que nada... Sí, eso, la escuela, y la secundaria, es una pero... Las hay (escuelas), pero que sean más... de un rango más alto" (entrevistado de San José Navajas). Es evidente que para él se requieren más escuelas pero también de mejor calidad y con una mayor cobertura de niveles educativos. Otro de los entrevistados señaló:
Pues que haya más [...], [donde] puedan estudiar los jóvenes, escuelas más cerca, [...] porque aquí, por ejemplo, los que estudian ya el bachilleres, aquí ya no hay bachiller, hay que pagar transporte al Colorado o a la Cañada y pues la cosa está bien grave para... A mí me gustaría que hubiera escuelas más cercas" (entrevistado de Jesús María).
Como lo señala, el hecho de no contar con escuelas cercanas a sus comunidades obliga a quienes desean continuar estudiando a trasladarse a otros sitios, lo que supone una inversión de recursos tanto en tiempo como económicos. Debido a las precarias condiciones de las familias, el traslado puede resultar un obstáculo importante para continuar con los estudios. Por otro lado, es evidente, una vez más, que dada la idea que desde la Ley se plantea del trabajador como "mano de obra", en el caso de la comunidad Jesús María no se han generado más opciones educativas a pesar del establecimiento de parques industriales en sus inmediaciones.
La conceptualización del trabajador fundamentalmente como fuerza física además de limitar la proliferación de opciones educativas también se materializa en la falta de apoyos para que los jóvenes puedan continuar con sus estudios como lo señala otro entrevistado: "Hace falta que los chavos le echen ganas al estudio..., pero también faltan becas o cursos de capacitación" (entrevistado de Chichimequillas). Si bien desde la perspectiva de esta persona el estudio (o la ausencia de éste) tiene que ver con la propia actitud y disposición de los jóvenes, también perfila claramente la falta de recursos y de apoyos que tiene ese segmento de la población para continuar preparándose, incluso no necesariamente dentro de los sistemas formales (ya sea bachillerato o universidad). Esto muestra el nivel de desamparo y falta de apuntalamiento que, a pesar de los discursos oficiales en torno a los beneficios del establecimiento de industrias, los pobladores no alcanzan a percibir y mucho menos a recibir.
Otro aspecto que nos interesaba analizar es el significado que los pobladores atribuían a la escolaridad a lo largo de la entrevista. El 39.1% señaló que una mayor escolaridad constituía un recurso determinante para el trabajo, ya fuera como requisito para acceder a un puesto o para obtener un mejor salario; también porque los conocimientos que en ella se pueden adquirir permitirían desempeñarse mejor en un entorno laboral para ser más competentes y competitivos. Al respecto, algunas entrevistadas comentan:
Pues yo creo que si hubiera tenido más estudios, hubiera tenido un trabajo mejor ahí, pero está bien de todos modos... Pues como te digo, si hubiera tenido más estudios, pues pudiera ganar, hubiera tenido mejor sueldo... (entrevistada de Jesús María).
Pues a mí me gustaría que se siguieran abriendo más [trabajos]... pero que nos dieran oportunidad a nosotros que vivimos aquí; bueno, de hecho, dicen que sí están ocupando pero en la universidad, pero que ya te van a ocupar con pura secundaria y yo la mera verdad yo, todo el tiempo no le eché ganas a la escuela y... (entrevistada de la comunidad de San José Navajas).
Para darte trabajo te piden que tengas estudios, mínimo de secundaria (entrevistada de la comunidad de Jesús María).
Para una de las entrevistadas, que decidimos incluir en esta categoría de quienes sí consideran la relación entre educación y trabajo, ir a la escuela no garantiza ni la cultura ni la educación, aunque sí la obtención de recursos económicos: "La cultura, la educación..., hay gente que en realidad manda a sus hijos (a la escuela), nada más te vuelvo a repetir, por recibir dinero... pero no tienen la cultura..." (entrevistada de Jesús María).
Finalmente, 60.9% no expresó ningún tipo de opinión en torno a la escolaridad a lo largo de la entrevista, como se aprecia en la Gráfica 4.
Lo relevante de los datos es que, por un lado, vuelven a mostrar que para la gran mayoría de los pobladores de estas tres comunidades la escolaridad no tiene un peso importante en su vida cotidiana. Por otro, quienes hablan de la educación le atribuyen un significado relacionado con el trabajo. Aquí vemos la fuerte vinculación entre estas dos áreas estructurantes del ser humano. Sin embargo, pareciera que, en la percepción y el discurso de los entrevistados, la escuela tiene fundamentalmente un sentido utilitario: a mayor escolaridad mayores posibilidades de encontrar empleo y, sobre todo, de obtener mejores ingresos.
Finalmente, los entrevistados establecen una clara diferencia entre escolaridad y aprendizaje. La primera les sirve para obtener mejores oportunidades y condiciones de trabajo. Por su parte, el aprendizaje es algo valioso en sí mismo y es fuente de satisfacción:
Soy soldador en una fábrica desde hace 15 años...
Entrevistador: ¿Hay algo que le guste de su trabajo?
[...] Es muy atractiva la soldadura... o sea, aprendes muchas cosas de ese trabajo (entrevistado de Jesús María).
Cuando uno es mamá es todo, médico, psicóloga, de todo... entonces ahí aprendí y luego con los doctores también y me gustó (entrevistada de Chichimequillas).
Ya tenemos el aeropuerto pero... en pavimentación todavía no...
A pesar de la Ley de Desarrollo Industrial del Estado de Querétaro (2009) y el discurso oficial en cuanto a las promesas de generar empleos y contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida de las comunidades rurales, la realidad muestra que el desarrollo industrial en la región dio lugar a diversos fenómenos, uno es el cambio en las actividades productivas y en los perfiles laborales de la población sujeta a estudio. De ser una región agrícola y ganadera, en la actualidad se observa su proceso de integración a zona semiurbana marginada, donde la desigualdad económica y la falta de oportunidades laborales y educativas prevalecen.
Una frase que compendia la manera en que subjetivan la realidad los habitantes de las comunidades que se les ha impuesto a partir de la decisión de implantación de parques industriales y el aeropuerto es la siguiente: "ya tenemos el aeropuerto pero... en pavimentación todavía no..." (entrevistada de San José Navajas); es clara expresión de las paradojas de la modernidad. Aparentemente, el desarrollo capitalista ha llegado a las comunidades rurales, los habitantes viven la ilusión del progreso urbano al ver amplias carreteras, la instalación de gasolineras y tiendas de conveniencia, pero las inversiones pasan de largo, porque al interior de las comunidades se sigue careciendo de lo básico: pavimento, energía eléctrica, agua, empleos seguros y bien remunerados o escuelas dignas. Para el tema que nos ocupa, la relación educación-trabajo, persiste la imagen de que la escuela es la opción para encontrar un buen empleo, pero no hay ninguna medida concreta, ni del gobierno, ni de los empleadores para generar las condiciones necesarias para mejorar los niveles de escolaridad de la población.
Reflexiones finales
En distintas regiones de México ocurren procesos de reconstrucción económica y política acelerada a través de medidas emergentes que buscan la competitividad de la economía nacional frente a otros países. Bajo estos parámetros se aplican políticas estatales de desarrollo que consideran la geográfica, de uso del suelo, económica, social y cultural de las regiones mediante la aplicación de programas de intervención que suelen incluir la implantación de infraestructuras de grandes dimensiones que intervienen irreversiblemente en el paisaje provocando la modificación y reestructuración de los espacios y las relaciones sociales.
El crecimiento de los municipios está asociado, principalmente, a su cercanía o lejanía respecto de las grandes ciudades. En el caso de las comunidades estudiadas, su ubicación geográfica las coloca en el anillo metropolitano de la ciudad de Querétaro y, en consecuencia, en la férula de las decisiones centralistas. Dentro del proceso de cambio que se ha dado en las comunidades del municipio de El Marqués, hay distintos aspectos desde donde se puede abordar el análisis. En este apartado sintetizamos los principales hallazgos de la investigación.
En cuanto al tipo de ocupación laboral encontramos que no se han generado las fuentes de empleo directas que supuestamente la industria traería a la región, lo que sí se manifiestan son los aspectos negativos del desarrollo industrial, se transita de comunidad agrícola ganadera a una semiurbana marginada, no hay crecimiento de escuelas ni apoyos a los pobladores. Por otro lado, los empleos que se han generado son escasos y precarios, muy pocas personas, alrededor de 8%, trabajan directamente en la empresa.
En cuanto a las percepciones, lo que denominamos "estrategia de adaptación" de los pobladores se expresa en que perciben las incongruencias entre el discurso, las expectativas de bienestar y la realidad, no hay nuevos empleos ni los niveles de vida se han incrementado; no obstante, afirman lo contrario: se ha generado más empleo, pero no para los adultos, sino para los más jóvenes. Esta forma de interpretar y significar lo que está ocurriendo en esas comunidades es resultado de la activación de espacios mentales y la proyección y selección de algunas de sus características; esto daría lugar a un espacio de fusión mental (blend) en el que podría ocurrir una resistencia de los pobladores a aceptar que los requerimientos de la industria no están alineados con sus necesidades vitales y el discurso que señala -para el caso de las fuentes de empleo- lo contrario.
Por otra parte, en el ámbito de la relación industria-escuela es altamente significativa la forma de pensar de la población, ya que hay quienes sí alcanzan a ver la escuela como una necesidad. Al respecto, puntualizamos tres aspectos:
Los niveles de escolaridad se corresponden con los significados de "mano de obra" (secundaria y primaria). Los mismos pobladores consideran que esto está bien.
La mayoría de los pobladores entrevistados no percibe a la escuela como importante para mejorar su localidad y su vida (se asumen como mano de obra).
La mayoría de los pobladores no le atribuyen, a lo largo de la entrevista, ningún significado a la escolaridad; una tercera parte sí lo hace y el significado que le otorga es siempre en relación con el empleo y el salario.
Como hemos señalado, el lenguaje codifica una forma particular -imagen mental- de conceptualizar un fenómeno. En ese sentido, la teoría de los espacios mentales nos permitió develar los significados y sentidos que la frase "mano de obra" tiene en el discurso oficial y que es asumida por los entrevistados al momento de referirse (o incluso al no nombrar) a la educación y al trabajo. Esta teoría constituye una forma novedosa de abordar fenómenos complejos, como el que aquí tratamos, ya que permite analizar las entrevistas más allá de lo explícito y evidente.
Para finalizar, queremos recalcar que las relaciones entre la educación y el trabajo son temas que deberían estudiarse con mayor amplitud. Es un hecho que a mayores niveles de escolaridad, es menos problemática la inserción al trabajo, sin embargo, las condiciones económicas y las decisiones empresariales que priorizan la reducción de los costos laborales como forma de ser más competitivos, tornan más complejo el esquema mental de pensar que mientras más estudiamos mayor bienestar tendremos.
Evidentemente, es necesario seguir investigando al respecto para llegar a formulaciones teóricas más amplias.