I. Introducción
La resiliencia es un concepto no reciente (Del Rincón, 2016; Kalawski y Haz, 2003), aunque es cierto que en la última década se ha utilizado en diversos contextos. De hecho, la perspectiva multidisciplinar del término se extiende a ámbitos como el educativo, social, empresarial, médico y psicológico, entre otros (Aslan y Araza, 2015; Maltby et al., 2016; Pisarska, Eisman, Ostaszewski y Zimmerman, 2016).
Atendiendo a su acepción psicosocial, este constructo podría definirse como la capacidad del ser humano para adaptarse positivamente a cualquier adversidad, resultado de una interrelación de factores de diverso tipo, constituyendo así un aprendizaje que puede potenciarse y desarrollarse (Bajaj y Pande, 2016; García del Castillo, García del Castillo-López, López-Sánchez y Dias, 2016; Hu, Zhang y Wang, 2015; Losada y Latour, 2012; Masten, 2014; Satici, 2016).
La capacidad de resiliencia se ve influenciada por diversos factores internos y externos, semejantes a la inteligencia emocional, las habilidades sociales, el contexto social en el que se desenvuelve el individuo, la familia o los amigos, entre otros (Bandura, 2011; Bravo y López, 2016; Rodríguez-Fernández, Ramos-Díaz, Ros, Fernández-Zabala y Revuelta, 2016; Villacieros, 2016). Del mismo modo, hay que señalar la importancia que supone el peso de factores que pueden actuar como protectores o disruptores en el desarrollo de dicha competencia y que en cierto modo se encuentran ligados a la calidad de vida. Entre ellos se pueden nombrar la autoestima, el autoconcepto, la asertividad, la capacidad de resolución de conflictos, los vínculos familiares o las redes de apoyo social que posea el individuo (De la Fuente et al., 2014; González, Valdez, Van Barneveld y González, 2012; Quiceno, Mateus, Cardenas, Villareal y Vinaccia, 2013; Sánchez-Teruel y Robles-Bello, 2014).
La etapa universitaria constituye un período de transición de la adolescencia a la adultez joven y se caracteriza entre otras cosas por el abandono del hogar familiar, ya que muchos jóvenes van a vivir a pisos compartidos, residencias o colegios mayores, donde se produce una modificación de las relaciones interpersonales, se generan nuevas experiencias, situaciones de peligro, vulnerabilidad y estrés, y donde la capacidad de resiliencia se encuentra presente en cierto modo (Allan, McKenna y Dominey, 2014; Beguerí, Klenzi y Malberti, 2013; Chacón et al., 2016; Hande, Börkan, Erkman y Serbest, 2016; Obradors-Rial, Ariza y Muntaner, 2014).
De hecho, es imprescindible que durante esta etapa evolutiva se consoliden e instauren hábitos saludables en el joven para prevenir conductas disruptivas que puedan afectar su salud física, psíquica y emocional; la capacidad de resiliencia es un canal para ello (Álvaro, Zurita, Castro, Martínez y García, 2016; Chacón et al., 2017).
El número de investigadores que estudian la capacidad de resiliencia en jóvenes estudiantes, planteando diferencias según el género, nivel académico y origen geográfico y cultural, va en aumento (Barrantes-Brais, Sánchez-Ureña y Ureña-Bonilla, 2016; Llanos, 2009; Saavedra, Castro y Saavedra, 2012; Sandoval, García-Jiménez y Pérez-Mayo, 2015; Zurita, Castro, Linares y Chacón, 2017). En este sentido, diversos trabajos de investigación alegan diferencias en la capacidad de resiliencia según el género del individuo, hallando a la mujer más resiliente que el hombre, pues ellas muestran una alta relación entre resiliencia y calidad de vida. La explicación que aportan a este hecho se debe a que el hombre se encuentra expuesto a mayores situaciones de riesgo y debilidad que la mujer (González y Valdez, 2007). Hay que tener en cuenta la acepción del término “género” en torno al cual gira este estudio, ya que éste ofrece una fuerte relación con el carácter sociocultural, que lo distingue de la connotación biológica y corporal del concepto de sexo o de diferencia sexual (De Barbieri, 1996).
Una de las características asociadas a la capacidad de superación y resiliencia es la espiritualidad, entendida desde el conjunto de creencias transcendentales sobre Dios y su existencia, y equiparándola con el término “religiosidad” (Jones, 2007; Simkin y Azzollini, 2015; Wahl, Cotton y Harrison-Monroe, 2008; Walker, Reid, O’Neill y Brown, 2009). A este respecto, durante las últimas décadas, España ha pasado de ser un país mayoritariamente católico a tener una amplia variedad de minorías religiosas debido a los procesos migratorios existentes, al turismo que atrae el país (Montes, 2016) y especialmente por la separación del Estado y la Iglesia católica (Griera, Martínez-Ariño, Clot-Garrell y García-Romeral, 2015; Pérez-Agote 2012).
A pesar de la decadencia y caída de las creencias religiosas en términos generales y debido al proceso de modernización en que se ha visto inmersa Europa (Arroyo, 2014), autores como Rehm y Allison (2009) realizan un trabajo de investigación en el que analizan la opinión sobre la espiritualidad de alumnos universitarios, quienes la definen como un modo para conservar tanto la congruencia como la capacidad de adaptación, ya que aumenta la autoeficacia, el anhelo de obtener el potencial pleno y la responsabilidad.
Como se ha observado en la literatura existente, la capacidad de resiliencia en estudiantes universitarios ha sido estudiada en diversas situaciones; sin embargo, son escasos los trabajos de investigación que la analizan en relación con la tendencia religiosa y el género. Por ello, este estudio plantea los siguientes objetivos: 1) describir los niveles de resiliencia y factores socio-religiosos en una muestra de jóvenes universitarios españoles; 2) analizar la relación existente entre la capacidad de resiliencia, género y tendencia religiosa, y c) realizar un modelo de regresión para predecir la capacidad de resiliencia, ámbito de conocimiento y tendencia religiosa en el estudiante universitario en función del género.
II. Método
Se presenta un estudio no experimental, de tipo descriptivo, ex post facto y de grupo simple. Participaron 597 estudiantes universitarios de entre 19 y 23 años (M=23.04 años; DT=3.71), divididos en 26.1% hombres (n=156) y 73.9% mujeres (n=441). Según las áreas de conocimiento, se analizaron a 280 estudiantes de Ciencias Sociales (46.9%) y 317 de Ciencias de la Salud (53.1%) de la Universidad de Granada, realizando un muestreo aleatorio simple para la selección de los participantes. Como criterio de inclusión se optó porque los estudiantes estuvieran matriculados en los grados 2o., 3o. y 4o. de los campus de Granada, Ceuta y Melilla (España). Se excluyeron del estudio 28 cuestionarios mal cumplimentados.
En el estudio se emplearon como principales instrumentos:
Escala de resiliencia Connor-Davidson (CD-RISC, por sus siglas en inglés) (Connor y Davidson, 2003), adaptado al español por García-Portilla et al. (2008). El instrumento se encuentra constituido por 25 ítems que se agrupan en 5 dimensiones: Locus de Control y Compromiso (LCC), conformada por la sumatoria de las cuestiones 21, 4, 19, 22 y 17; Autoeficacia y Resistencia al Malestar (ARM), formado por la suma de las cuestiones 7, 10, 16, 24, 23, 11, 15, 18 y 5; Optimismo y Adaptación a Situaciones Estresantes (OASE), según sumatorio de los ítems 1, 6, 8, 12 y 14; Desafío de la Conducta Orientada a la Acción (DCOA), conformado por la suma de los ítems 2 y 13; Espiritualidad (ES), a través del sumatorio de los ítems 3, 9 y 20. Los participantes responden a las cuestiones mediante una escala tipo Likert de cuatro opciones de respuesta donde 1 es “Nunca” y 4 es “Siempre”. Para determinar las dimensiones se establece la sumatoria de los ítems referenciados anteriormente. La fiabilidad de este instrumento para la muestra estudiada fue fijada mediante el coeficiente alpha de Cronbach, obteniéndose un valor α=.856, considerado adecuado.
Cuestionario ad hoc. Se empleó un cuestionario de elaboración propia en el que se incluyeron cuestiones abiertas y cerradas que cubren aspectos sociodemográficos, como las relacionadas con el género, edad o tendencia religiosa, donde destacan, entre otras, preguntas como: ¿Profesas alguna religión?, en caso afirmativo indica cuál. ¿Eres practicante? ¿Tus padres o tutores legales practican la misma tendencia religiosa?
2.1 Procedimiento
Se solicitó la colaboración de los participantes mediante una carta informativa en la que se solicitaba su consentimiento. Aunque los participantes fueron informados de las características generales de la investigación, desconocían la finalidad para evitar respuestas no sinceras y reducir al máximo el efecto de deseabilidad social. Es en este punto donde se destacan las preguntas elaboradas dentro del marco de innovación docente, con la finalidad de dar respuesta a los objetivos del mismo. Después se procedió a la recogida de datos y al terminar esta actividad se explicó de forma concreta el objetivo del estudio.
Del total de 625 participantes se eliminaron 28 cuestionarios por estar mal cumplimentados, por lo que la muestra final fue de 597. Investigadores preparados para tal efecto administraron los cuestionarios en horario no lectivo y de manera grupal. En todo momento se tuvieron en cuenta consideraciones éticas -como garantizar el anonimato de la información recogida.
2.2 Análisis de los datos
El análisis estadístico se realizó mediante el paquete estadístico SPSS 22.0. Se usaron frecuencias y medias para los descriptivos básicos, mientras que para el estudio comparativo se emplearon t-Student y Anova en función de la naturaleza de las variables. En el modelo de regresión logística binaria para predecir los niveles de resiliencia, ámbito de conocimiento y tendencia religiosa según el género de los participantes, se empleó la prueba del chi-cuadrado (p≤.05) de la prueba de ómnibus para determinar la viabilidad del modelo. Se utilizó el R cuadrado de Cox y Snell y el R cuadrado de Nagelkerke para definir el porcentaje de la variable dependiente que predice el modelo. La forma de introducir las variables se hizo mediante selección hacia adelante condicional. El Índice de Confiabilidad (ic) para el Exp (B) fue fijado en un 95.5% y la bondad de ajuste del modelo se comprobó mediante la prueba de Hosmer-Lemeshow.
III. Resultados
Los descriptivos básicos (ver tabla I) revelan que la tendencia religiosa más profesada es la cristiana con un 54.9% (n=328), seguida de la atea-agnóstica con un 27.5% (n=164), la musulmana con un 16.2% (n=97) y otras con un 1.3% (n=8). Sobre las dimensiones de resiliencia se observa de forma global que prácticamente todas obtuvieron una puntuación media superior a 3. La autoeficiencia y resistencia al malestar fue la dimensión más valorada (3.23±.43) mientras que la espiritualidad fue la que reflejó menor puntuación (2.78±.59).
Tendencia Religiosa | |||||||||
Cristiana | Musulmana | Ateo-Agnóstica | Otras | ||||||
328 | 54.9% | 97 | 16.2% | 164 | 27.5% | 8 | 1.3% | ||
Resiliencia | |||||||||
LCC | DCOA | ARM | OASE | ES | |||||
M | DT | M | DT | M | DT | M | DT | M | DT |
3.10 | .516 | 3.21 | .697 | 3.23 | .428 | 3.03 | .488 | 2.78 | .596 |
En la tabla II se muestra la tendencia religiosa según el género, arrojando diferencias estadísticamente significativas (p=.001). Éstas se reflejan en la tendencia cristiana, dado que más de la mitad de los participantes se adhieren a esta religión independientemente de su género. Asimismo, estas diferencias estadísticas pueden observarse en los musulmanes, donde las mujeres superan ampliamente a los hombres (19% frente al 8.3%).
Tendencia Religiosa |
||||
Cristiana |
Musulmana |
Ateo-Agnóstica |
Otras |
|
Hombre |
83 (53.2%) |
13 (8.3%) |
56 (35.9%) |
4 (2.6%) |
Mujer |
245 (55.6%) |
84 (19.0%) |
108 (24.5%) |
4 (0.9%) |
Total |
328 (54.9%) |
97 (16.2%) |
164 (27.5%) |
8 (1.3%) |
El estudio de la capacidad de resiliencia en función del género (ver tabla III) reveló diferencias estadísticas en dos de sus dimensiones (p≤.05). Éstas se reflejan en el optimismo y adaptación a situaciones estresantes, donde el género masculino obtiene mayores puntuaciones medias que el femenino (3.12±.48 vs 2.99 vs .48). También se observan asociaciones estadísticas para la espiritualidad, dimensión en la que el género femenino obtiene una mayor puntuación (2.64±.63 vs 2.83±.57).
Resiliencia |
Género |
Prueba de Levene |
Prueba t para la igualdad de medias |
|||||||
M |
DT |
F |
Sig. |
T |
Gl |
Sig. |
Difmedias |
Error típ. |
||
LCC |
Hombre |
3.11 |
.520 |
.032 |
.859 |
.276 |
595 |
.783 |
.013 |
.048 |
Mujer |
3.10 |
.515 |
.275 |
270.00 |
.784 |
.013 |
.048 |
|||
DCOA |
Hombre |
3.14 |
.700 |
.100 |
.752 |
-1.325 |
595 |
.186 |
-.086 |
.065 |
Mujer |
3.23 |
.695 |
-1.320 |
270.20 |
.188 |
-.086 |
.065 |
|||
ARM |
Hombre |
3.26 |
.422 |
.000 |
1.000 |
1.028 |
595 |
.304 |
.041 |
.040 |
Mujer |
3.22 |
.430 |
1.037 |
276.59 |
.300 |
.041 |
.039 |
|||
OASE |
Hombre |
3.12 |
.484 |
.101 |
.751 |
2.836 |
595 |
.005 |
.128 |
.045 |
Mujer |
2.99 |
.485 |
2.839 |
272.46 |
.005 |
.128 |
.045 |
|||
ES |
Hombre |
2.64 |
.634 |
1.002 |
.317 |
-3.487 |
595 |
.001 |
-.192 |
.055 |
Mujer |
2.83 |
.574 |
-3.325 |
250.45 |
.001 |
-.192 |
.058 |
En lo referente a la resiliencia y la tendencia religiosa (ver tabla IV), los resultados mostraron diferencias estadísticas en el desafío de la conducta orientada a la acción, dado que eran los musulmanes los que presentaban la menor puntuación media (3.00±.54) con respecto a la cristiana que presenta la mayor (3.26±.69). También se observa asociación para la espiritualidad, dimensión en la que la tendencia musulmana obtiene la mayor media (3.16±.53) y la ateo-agnóstica la menor (2.41±.53).
M |
DT |
F |
Sig. |
||
LCC |
Cristiana |
3.11 |
.517 |
1.383 |
.247 |
Musulmana |
3.00 |
.541 |
|||
Ateo-Agnóstica |
3.12 |
.504 |
|||
Otras |
3.13 |
.260 |
|||
DCOA |
Cristiana |
3.26 |
.698 |
3.665 |
.012 |
Musulmana |
3.00 |
.650 |
|||
Ateo-Agnóstica |
3.23 |
.699 |
|||
Otras |
3.13 |
.791 |
|||
ARM |
Cristiana |
3.25 |
.437 |
.717 |
.542 |
Musulmana |
3.17 |
.438 |
|||
Ateo-Agnóstica |
3.23 |
.402 |
|||
Otras |
3.23 |
.410 |
|||
OASE |
Cristiana |
3.04 |
.501 |
.912 |
.435 |
Musulmana |
2.97 |
.462 |
|||
Ateo-Agnóstica |
3.04 |
.480 |
|||
Otras |
2.85 |
.382 |
|||
ES |
Cristiana |
2.85 |
.545 |
42.251 |
.000 |
Musulmana |
3.16 |
.532 |
|||
Ateo-Agnóstica |
2.41 |
.534 |
|||
Otras |
2.88 |
.711 |
En la tabla V se presentan los resultados de la regresión logística binaria para predecir el nivel de resiliencia según sus dimensiones, ámbito de conocimiento y tendencia religiosa en función del género. El modelo se ajusta bien (X2=666.862; p<.001) y es significativo, explica entre el 0.031 (R2 de Cox y Snell) y el 0.046 (R2 de Nagelkerke) de la variable dependiente y clasifica correctamente a un 73.9% de los participantes. Cuando se analizan de forma conjunta las variables que mejor predicen el ámbito de conocimiento o tendencia se observa que pertenecer al género masculino aumenta en un 1.49 estudiar Ciencias Sociales con respecto a la mujer, así como en un 1.54 el profesar una tendencia religiosa.
B |
Sig. |
O.R |
I.C. 95% |
||
Inferior |
Superior |
||||
LCC |
.112 |
.728 |
1.119 |
.594 |
2.105 |
DCOA |
.234 |
.301 |
1.264 |
.811 |
1.970 |
ARM |
-.207 |
.676 |
.813 |
.308 |
2.148 |
OASE |
-.499 |
.138 |
.607 |
.313 |
1.175 |
ES |
.383 |
.063 |
1.466 |
.980 |
2.194 |
Ámbito de conocimiento |
.405 |
.034 |
1.499 |
1.031 |
2.180 |
Tendencia religiosa |
.436 |
.039 |
1.546 |
1.023 |
2.336 |
Constante |
-1.497 |
.000 |
.224 |
IV. Discusión y conclusiones
Este trabajo se realizó con el fin de explicar la relación existente entre la capacidad de resiliencia en función de la tendencia religiosa y el género en estudiantes universitarios. Participaron alumnos universitarios de diferentes campus de la Universidad de Granada, entre ellos el de Ceuta y Melilla, ciudades transfronterizas y multiculturales, donde residen y conviven ciudadanos de las principales tendencias religiosas que existen actualmente (López-Medina, 2006).
Estudios similares atestiguan que las personas con creencias y comportamientos religiosos presentan mejores recursos y habilidades de afrontamiento y adaptación a situaciones traumáticas y adversas, manifestando una relación positiva entre religiosidad y espiritualidad con el desarrollo y mantenimiento de conductas resilientes, favoreciendo de este modo la calidad de vida (Jones, 2007; Vinaccia, Quiceno y Remor, 2012; Wahl et al., 2008; Walker et al., 2009). Situación que podría explicarse por el hecho de creer y tener fe en un ente superior que ayuda a vencer las vicisitudes que puedan presentarse a lo largo de la vida.
En este sentido, los creyentes considerarían que muchas de las circunstancias que se les presentan se encuentran en manos de su deidad, delegando en ella muchas de las preocupaciones que les atormentan. Cuando se estudia la relación entre las distintas dimensiones que conforman la resiliencia y la variable religión, encontramos que se alcanzan valores medios elevados en casi todas sus dimensiones, lo que corroborarían estudios como los de Camacho y Maldonado (2016), quienes destacan que la práctica de creencias y comportamientos religiosos actuaría como factor protector de la salud de las personas.
En consonancia con Arroyo (2014), quien señala la caída de la religión en términos generales, nuestros resultados muestran la existencia de una gran parte del alumnado que manifiesta ser ateo-agnóstico. Aun así, sigue siendo la religión cristiana la más profesada por el alumnado participante (Montes, 2016), seguida por la atea-agnóstica y la musulmana.
Por otro lado, algunos autores coinciden en que la mujer parece más resiliente que el hombre, refiriéndole cualidades y habilidades de interacción social para resolver y adaptarse positivamente al medio que la rodea, considerando incluso el género (femenino) como un factor de protección ante los factores de riesgos existentes y que pueden influir en la calidad de vida de los individuos (Álvarez y Cáceres, 2010; González, Valdez y Zabala, 2008; Prado y Águila, 2003); hecho controvertido, ya que otros autores, obtienen resultados que muestran puntuaciones más elevadas de resiliencia en los hombres (Fínez y Morán, 2015), existiendo también algunos estudios que no señalan diferencias significativas de género, como los de Gil, Orbea y Axpe (2012) y Zurita et al. (2016).
En nuestro caso, el género femenino obtiene resultados más altos que el masculino en las dimensiones “Desafío de la conducta orientada a la acción” y “Espiritualidad”, mientras que el hombre muestra un nivel superior en la dimensión “Optimismo y adaptación a situaciones estresantes”, mientras que ambos géneros obtuvieron puntaciones similares en el resto de dimensiones resilientes. En este sentido, el estudio realizado por González y Valdez (2012), en cuanto al optimismo y pesimismo relacionado con la resiliencia, encontraron una diferencia significativa indicando un mayor pesimismo en las mujeres, lo que Seligman (2006) etiqueta como factor de riesgo para padecer depresión.
Al igual que otras investigaciones afines al presente estudio, la conformación de la muestra aplicada revela un alto porcentaje de participación femenina, lo que podría considerarse como una de las limitantes del trabajo, a tener en cuenta a la hora de interpretar los resultados (Edo-Gual, Tomás-Sábado, y Aradilla-Herrero, 2011; Schmidt-Riovalle et al., 2012). De hecho, ante la existencia de estudios contradictorios en relación con el género y la resiliencia, sería necesario continuar con trabajos de investigación empírica que aporten nuevos datos y conclusiones que apunten a uno u otro sentido.
En lo referente a la asociación entre resiliencia y la tendencia religiosa, los resultados mostraron diferencias en la dimensión “Desafío de la conducta orientada a la acción”, en la que los universitarios musulmanes fueron los que presentaron una media inferior al resto de tendencias religiosas. No obstante, este colectivo obtuvo la mayor puntuación en la dimensión “Espiritualidad”, sobre todo al compararlos con los ateo-agnósticos. Estos hallazgos pueden estar justificados por el estudio de Moyano y Trujillo (2014), quienes destacan cómo la comunidad musulmana muestra una mayor adhesión a su religión con respecto a la cristiana -que muestra una mayor división en la identidad religiosa. Asimismo, diversos estudios muestran cómo una mayor espiritualidad puede relacionarse con un mayor bienestar psicológico y social en ciertas religiones (Mensah, 2014; Moyano y Trujillo, 2014; Vinaccia et al., 2012).
Por último, resulta de interés destacar las limitaciones que presenta este estudio: la principal se adhiere al tipo de diseño -de tipo descriptivo y transversal, el cual no permite establecer relaciones causa-efecto; aunque resulta de gran utilidad para describir el estado de una cuestión. Otra limitación reside en la distribución de la muestra, pues los resultados podrían verse afectados por el mayor número de participantes de género femenino y tendencia cristiana. Del mismo modo, hubiera resultado de interés incluir otras variables de interés para este estudio, como son el rendimiento académico, la autoestima o el autoconcepto de los jóvenes.
Se puede concluir que la capacidad de resiliencia es un elemento esencial en la adaptación positiva del universitario, que parece tener diferencias en relación al género y tendencia religiosa. Por ello, investigar en el campo de la resiliencia y las variables que intervienen en ella resulta de gran utilidad para intervenir eficazmente en las situaciones que se presentan a lo largo de la vida del joven. Por tanto, se sugieren nuevos estudios que incluyan otras variables relacionadas para ampliar la visión del término resiliencia universitaria.
Como principales conclusiones podemos señalar:
El estudio de la capacidad de resiliencia en la muestra revela una predicción donde la autoeficacia y resistencia al malestar constituye la dimensión que mejor puntúa en estudiantes universitarios, siendo la espiritualidad la que presenta menor relevancia.
El análisis de la resiliencia en función del género reveló que el género masculino presentaba un mayor optimismo y adaptación a situaciones estresantes, mientras que el femenino se adhería a una mayor espiritualidad. Las diferencias en función de la tendencia religiosa mostraron que la tendencia cristiana y la ateo-agnóstica desafiaban mejor la conducta orientada a la acción y que la tendencia musulmana era la que mayor espiritualidad mostraba.
El modelo de regresión logística binaria se ajustó de forma adecuada, aunque no predijo las diversas dimensiones de la capacidad de resiliencia en función del género. Si reveló que el pertenecer al género masculino aumentaba la probabilidad de realizar estudios de ciencias sociales así como de profesar una tendencia religiosa.