Introducción
La pandemia por COVID-19 ha provocado más de 600 millones de casos confirmados y más de 6 millones de muertes. La región de las Américas ha registrado poco más de 181 millones de casos y 2.9 millones de muertes, ubicándose en la segunda y primera posición mundial respectivamente (WHO, 2023). En México, 7 millones de casos confirmados y alrededor de 300 mil muertes fueron notificados. Dentro del país, el estado de Sonora ocupa el noveno lugar en morbilidad nacional con cerca de 200 mil casos y más de 10 mil defunciones (CONACYT, 2023).
La infección por el virus SARS-CoV-2 produce un abanico de manifestaciones, desde asintomáticos hasta alteraciones multisistémicas de efectos agudos, subagudos y crónicos (Nalbandian et al., 2021; Mehta et al., 2020; Davis et al., 2021; Lopez-Leon et al., 2022). Además de las repercusiones físicas, hay expresiones en la esfera mental que pueden prolongarse por varios meses (Groff et al., 2021; Douaud et al., 2022).
La pandemia además de su impacto de salud ha provocado una crisis social y sanitaria que afectan el bienestar humano (Long et al., 2022). En este sentido, se ha demostrado que la concurrencia de COVID-19 y padecimientos crónicos no transmisibles son capaces de deteriorar la calidad de vida de las personas (Crook et al., 2021). Por lo que se ha recomendado que se evalúe sistemáticamente el impacto de una enfermedad sobre las esferas física, social y psicológica. Para esto, se han empleado diversos constructos teóricos e instrumentos de medición, uno de ellos es denominado “calidad de vida relacionada a la salud” (CVRS), entendida como la percepción del efecto que un padecimiento tiene sobre el bienestar individual (Lizán-Tudela, 2009). Uno de los instrumentos válidos para investigar dicho efecto es el cuestionario “Short-Form Health Survey” (SF-36) para examinar ocho aspectos de la salud individual (Ware y Sherbourne., 1992; Ware., 2000; Alonso et al., 1995).
Se acepta que COVID-19 se asocia con el aumento de estrés individual y colectivo, así como al deterioro físico y emocional (Ceban et al., 2022; Premraj et al., 2022) y sus efectos no se limitan a la gravedad clínica sino al bienestar integral (Lopez-Sampalo et al., 2022). Sin embargo, pocas investigaciones en México han examinado el efecto de COVID-19 en la CVRS; por ello, este estudio examina el impacto de diversas formas clínicas de COVID-19 sobre la CVRS de pacientes recuperados de la enfermedad en el estado de Sonora.
Materiales y métodos
Se trata de un estudio transversal en una muestra probabilística de 144 adultos mayores de 18 años, residentes de localidades urbanas de Hermosillo (65), Ciudad Obregón (33), Nogales (14), Navojoa (12), Guaymas (11), Poblado Miguel Alemán (6) y Granados (3) en el estado de Sonora. Los sujetos elegibles tuvieron un diagnóstico confirmado de infección por SARS-CoV-2, mediante una prueba de reacción en cadena de la polimerasa (PCR-TR) o de antígenos, y fueron registrados en la plataforma del Sistema de Vigilancia de la Enfermedad Respiratoria (SISVER), entre septiembre de 2021 y agosto de 2022. Fueron excluidos los sujetos con diagnóstico de cáncer, enfermedad pulmonar obstructiva, falla renal, tuberculosis y VIH/Sida. Los sujetos participaron voluntariamente, y aceptaron el consentimiento informado. Los procedimientos fueron aprobados por el comité de ética en investigación del Hospital Infantil del Estado de Sonora (CONBIOETICA26CHB01120131113).
El cuestionario SF-36 (Alonso et al., 1995) fue aplicado por dos encuestadoras, mediante entrevista presencial (16 %) o por llamada telefónica (84 %). Este consta de 36 ítems para examinar ocho dimensiones: función física, rol físico, dolor corporal, salud general, vitalidad, función social, rol emocional y salud mental. Los ítems fueron evaluados de acuerdo con lo recomendado en la literatura (Vilagut et al., 2005).
Se obtuvo información sociodemográfica que fue comparada según la gravedad clínica de los casos, quienes fueron agrupados de acuerdo la guía propuesta por la OMS (2021): el primero fue considerado como COVID-19 no grave y fue compuesto por pacientes con COVID-19 leve sin neumonía vírica ni hipoxia, y por sujetos con neumonía sin signos graves y con saturación arterial de oxígeno (SpO2) > 90 %; el segundo grupo de pacientes con COVID-19 grave, estuvo conformado por pacientes con neumonía con frecuencia respiratoria > 30 inspiraciones/minuto, dificultad respiratoria grave o SpO2 < 90 % y pacientes críticos con síndrome de dificultad respiratoria aguda, septicemia o choque séptico. Adicionalmente, se comparó la frecuencia de síntomas agrupados en tres clústeres: (1) fatiga mental o física; (2) dificultad para respirar y tos, denominado “respiratorio” y (3) problemas cognitivos, emocionales y/o del sueño, identificado como “psicológico” (Hanson et al., 2022). La significancia estadística de las comparaciones se sustentó en pruebas de hipótesis de dos colas y en un valor de p < 0.05. Todos los análisis estadísticos fueron realizados en el software NCSS®.
Resultados
De los 144 sujetos, 131 (90.1 %) se clasificaron con COVID-19 no grave y 13 (9.0 %) con un cuadro grave. Al comparar la distribución por sexo no se apreció una diferencia significativa (p = 0.1103), aunque la mayor proporción (66 %) fueron mujeres. Con respecto a la edad, los pacientes con COVID-19 grave tuvieron un promedio más alto (56.8 ± 11.0), resultando significativo (p = 0.0262). Se mantuvieron las diferencias (p = 0.0480) al estratificar la edad, mientras ningún adulto joven (18 a 29 años) presentó COVID-19 grave, la mayor proporción (61.8 %) se observó en adultos entre 30 - 59 años. No se observó significancia en el resto de las variables (Tabla 1).
Característica | N (%) | Valor p1/ | ||
No grave (n=131) | Grave (n=13) | Total (n=144) | ||
Sexo | ||||
- Mujeres | 89 (67.9) | 6 (46.2) | 95 (66.0) | 0.1103 |
- Hombres | 42 (32.1) | 7 (53.8) | 49 (34.0) | |
Edad (continua) | 41.8 ± 14.0 | 56.8 ± 11.0 | 43.2 ± 4.4 | 0.0262* &/ |
Edad (en años) | ||||
- 18 a 29 | 34 (26.0) | 0 (0.0) | 34 (23.6) | 0.0480* |
- 30 a 59 | 80 (61.1) | 9 (69.2) | 89 (61.8) | |
- 60 y más | 17 (12.9) | 4 (30.8) | 21 (14.6) | |
Educación | ||||
- Básica | 19 (14.5) | 4 (30.8) | 23 (16) | |
- Media | 36 (27.5) | 4 (30.8) | 40 (27.8) | 0.2460 |
- Superior | 76 (58.0) | 5 (38.5) | 81 (56.3) | |
Ingreso familiar mensual2/ | ||||
- Bajo (< 3 S.M.M) | 23 (17.6) | 3 (23.1) | 26 (18.1) | |
- Medio (> 3 - 5 S.M.M.) | 44 (33.6) | 3 (23.1) | 47 (32.6) | 0.7190 |
- Alto (> 5 S.M.M.) | 64 (48.9) | 7 (53.8) | 71 (49.3) | |
Grado de marginación social | ||||
- Alto | 6 (4.6) | 2 (15.4) | 8 (5.6) | |
- Medio | 9 (6.9) | 2 (15.4) | 11 (7.6) | 0.1280 |
- Bajo | 116 (88.5) | 9 (69.2) | 125 (86.8) |
1/ Basado en una prueba de Chi-cuadrada para igualdad de proporciones. &/ Basada en una prueba T de Student * Estadísticamente significativos al 95 % de confianza 2/ S.M.M.=Salarios mínimos en México en el segundo semestre de 2022
Por otro lado, en las comorbilidades, se apreció que 10 (76.9 %) sujetos del grupo con COVID-19 grave tenían una enfermedad crónica no transmisible (ECNT), esta proporción fue superior a la de los no graves (39.7 %), resultando significativo (p = 0.0219). La hipertensión arterial sistémica (HAS) fue la ECNT más frecuente (69.2 %) en sujetos graves, seguida por la DM2 (38.4 %) y obesidad (23.1 %), en tanto a los no graves, el 60.3 % no presentó ninguna comorbilidad, las diferencias fueron significativas (p = 0.0148). Al desagregar a los pacientes según el clúster sintomático, se observó que, en el grupo grave, los clústeres respiratorios (46.1 %) y de fatiga (46.1 %) fueron los más frecuentes, mientras en los no graves, el clúster psicológico fue el de mayor proporción (41.2 %), las diferencias fueron significativas (p = 0.0071) (Tabla 2).
N (%) | |||
No grave (n=131) | Grave (n=13) | Valor p1/ | |
Comorbilidades | |||
- Presente | 52 (39.7) | 10 (76.9) | 0.0219* |
- Ausente # | 79 (60.3) | 3 (23.1) | |
Comorbilidades &/ | |||
- Hipertensión arterial | 34 (26.0) | 9 (69.2) | 0.0007* |
- Diabetes tipo 2 | 11 (8.4) | 5 (38.4) | |
- Obesidad | 21 (16.0) | 3 (23.1) | |
- Otras | 8 (6.1) | 2 (15.4) | |
- Ninguna # | 79 (60.3) | 3 (23.1) | |
Clústeres | |||
- Presente | 69 (52.6) | 11 (84.6) | 0.0551 |
- Ausente | 62 (47.3) | 2 (15.4) | |
Clúster&/ | |||
- Fatiga | 43 (32.8) | 6 (46.1) | 0.0071* |
- Respiratorio | 18 (13.7) | 6 (46.1) | |
- Psicológico | 54 (41.2) | 3 (23.1) | |
- Ninguno | 62 (47.3) | 2 (15.4) |
1/ Basado en una prueba de Chi-cuadrada para igualdad de proporciones, con corrección de Yates. &/ El porcentaje puede exceder 100 % porque algunos sujetos pudieron reportar más de una comorbilidad o reportar más de un clúster. * Estadísticamente significativo al 95 % de confianza.
Con respecto a la CVRS, los pacientes con una comorbilidad tuvieron la menor puntuación (72.00 ± 20.74) y particularmente los que padecen DM2 mostraron una menor puntación (66.33 ± 23.75) que los pacientes sin esta, una diferencia significativa (p = 0.0250). En este sentido, la presencia de clústeres redujo la puntuación de la CVRS cuando se le comparó con su ausencia; el puntaje más bajo (59.88 ± 22.96) ocurrió en el respiratorio (Tabla 3).
Por otro lado, la media global de la CVRS fue de 76.4 ± 18.4 y pese a no apreciar diferencia significativa al estratificar por la gravedad de COVID-19, en la dimensión de función física, si hubo una diferencia significativa (p < 0.0001) de 31.8 puntos en detrimento de los sujetos graves, igualmente en el dolor corporal, donde la diferencia fue de 12.4 puntos (p = 0.0355), el resto de las dimensiones sin significancia (Tabla 4). Finalmente, encontramos una diferencia significativa (p = 0.0186) de 13.04 puntos en la subescala emocional de la CVRS en las mujeres (58.21 ± 21.04) respecto a los hombres (71.25 ± 17.51).
Característica | CVRS | Valor p &/ |
Sexo | ||
- Mujeres | 75.31 ± 19.58 | 0.1920 |
- Hombres | 78.51 ± 15.84 | |
Edad categórica | ||
- 18 a 29 | 78.05 ± 15.31 | 0.2027 |
- 30 a 59 | 77.34 ±18.65 | |
- 60 y más | 69.73 ±21.16 | |
Forma clínica | ||
- No grave | 77.08 ±18.09 | 0.1583 |
- Grave | 69.52 ± 20.80 | |
Comorbilidades | ||
- Sin | 78.26 ±16.33 | 0.0367* |
- Una | 72.00 ± 20.74 | |
- Dos o más | 77.46 ± 20.64 | |
Tipo de comorbilidad | ||
- Hipertensión arterial | 71.64 ± 20.46 | 0.1790 |
- Sin hipertensión | 76.40 ± 18.40 | |
- Diabetes tipo 2 | 66.33 ±23.75 | 0.0250* |
- Sin diabetes | 77.66 ±17.32 | |
- Obesidad | 72.48 ± 20.25 | 0.2240 |
- Sin obesidad | 77.18 ± 17.99 | |
Clúster | ||
- Fatiga | 59.88 ± 22.96 | < 0.001* |
- Sin fatiga | 79.53 ± 15.68 | |
- Respiratorio | 60.77 ± 22.96 | < 0.001* |
- Sin respiratorio | 79.56 ± 15.68 | |
- Psicológico | 63.24 ± 20.60 | < 0.001* |
- Sin | 85.09 ± 9.82 |
&/ Basada en una prueba análisis de varianza de una sola vía. * Estadísticamente significativos al 95 % de confianza.
Dimensiones | N (%) | |||
No grave (n=131) | Grave (n=13) | Total (n=144) | Valor p 1/ | |
CVRS | 77.0 ± 18.1 | 69.5 ± 20.8 | 76.4 ± 18.4 | 0.2099 |
- Función física | 90.6 ±18.1 | 58.8 ± 29.6 | 87.7 ± 21.3 | 0.0001* |
- Rol físico | 83.2 ± 33.6 | 65.3 ± 47.3 | 81.6 ± 35.2 | 0.1830 |
- Dolor corporal | 82.2 ± 21.1 | 69.8 ± 20.2 | 81.0 ± 21.3 | 0.0355* |
- Salud en general | 64.0 ± 18.5 | 61.9 ± 17.2 | 63.8 ±18.3 | 0.6667 |
- Vitalidad | 65.8 ± 20.4 | 59.2 ± 22.3 | 65.2 ± 20.6 | 0.3051 |
- Social | 84.1 ± 20.3 | 84.4 ± 18.2 | 84.1 ± 20.1 | 0.9552 |
- Emocional | 74.5 ± 39.8 | 76.9 ± 39.4 | 74.7 ± 39.6 | 0.8342 |
- Salud mental | 72.1 ±18.8 | 79.6 ± 14.3 | 72.8 ± 18.5 | 0.0806 |
* Estadísticamente significativo con un nivel de confianza del 95 %. 1/ Basado en una prueba T de Student.
Discusión
Nuestros hallazgos documentan que la CVRS es independiente de la severidad clínica de COVID-19, lo que es consistente con reportes previos que tampoco encontraron una asociación significativa entre la severidad y la CVRS de pacientes recuperados (Garrigues et al., 2020; Anastasio et al., 2021; Van den Borst et al., 2021). Si bien, entre 11% y 24% de los pacientes de COVID-19 deterioran su CVRS tras 4 meses de recuperación (Poudel et al., 2021; Sanchez-Ramirez et al., 2021), no es claro en qué medida ni cuáles componentes son los más afectados, debido a factores como la heterogeneidad en los instrumentos para su evaluación, el seguimiento, método diagnóstico y categorización clínica de la COVID-19. Por ejemplo, estudios que emplearon SF-36 en sujetos con COVID-19 solo incluyeron pacientes hospitalizados (Van den Borst et al., 2021; Guo et al., 2020; Chen et al., 2020; Liu et al., 2020) y pocos ambulatorios (Nguyen et al., 2022). Este sesgo de selección puede explicar la supuesta relación entre COVID-19 y la CVRS, entre otras cosas porque no incluye población con COVID-19 leve.
Por otra parte, encontramos que las comorbilidades crónicas en los que sufren COVID-19 reduce su CVRS, semejante a otros reportes que documentan una menor CVRS en pacientes con ECNT (Poudel et al., 2021; Nguyen et al., 2022) particularmente el exceso de peso que duplica el riesgo de una pobre CVRS en pacientes con COVID-19 (Chen et al., 2020).
De modo semejante a otros estudios (Van den Borst et al., 2021; Chen et al., 2020; Liu et al., 2020), la función física y el dolor corporal fueron las subescalas afectadas significativamente en pacientes graves, probablemente debido a una replicación descontrolada de SARS-CoV-2 que evade la activación inmunitaria innata del huésped, con aumento de respuestas proinflamatorias e infiltración de células inmunitarias provocando daño tisular (Mehandru y Merad, 2022). No obstante, existe evidencia de mayor daño en las subescalas emocional, cognitiva y social, especialmente en pacientes hospitalizados (Chen et al., 2020; Liu et al., 2020; Nguyen et al., 2022).
En cuanto a los clústeres sintomáticos más reportados en pacientes post-COVID-19 (Hanson et al., 2022; Huang et al., 2021) identificamos que en quien se integró algún clúster, especialmente el de fatiga, hubo una reducción de la CVRS. Al igual que estudios previos encontramos un mayor impacto emocional y psicológico en las mujeres (Hanson et al., 2022; Ayuso et al., 2022) lo que puede atribuirse a una mejor percepción de los síntomas, una mayor demanda de asistencia médica y roles sociales diferenciados que las exponen a una carga de estrés familiar (Chen et al., 2020), por lo que deben diseñarse intervenciones para este grupo.
Finalmente, nuestro estudio tiene limitaciones, entre ellas, que el tamaño de la muestra fue pequeño, lo que pudo impedir que se detectaran diferencias significativas entre los grupos. Un sesgo de información pudo surgir al emplear distintos medios para aplicar el cuestionario, y no todos los pacientes tuvieron el mismo tiempo posterior al COVID-19 cuando fueron entrevistados.
Conclusiones
Este estudio no documentó diferencias significativas en la CVRS de pacientes con distinta severidad clínica de COVID-19, lo que es consistente con reportes científicos previos. Es posible que sesgos de selección e información hayan provocado una sobrevaloración del impacto de la enfermedad sobre la CVRS. No obstante, hay esferas particulares de la CVRS como la función física que se deterioran bajo la presencia de comorbilidades crónicas; mientras que la función emocional sufre mayor deterioro en las mujeres.