Introducción
El cambio climático (CC) acelerado está ocasionando la extinción rápida de ectotermos a nivel mundial (Carpenter et al., 2008; Thomas et al., 2004) y uno de los grupos con mayor riesgo de extinción es el de las lagartijas (Huey et al., 2010; Sinervo et al., 2010). Algunas especies de lagartijas son heliotermas y regulan su temperatura corporal (T b ) exponiéndose u ocultándose de la radiación solar (Hertz et al., 1993; Huey y Slatkin, 1976). Otras especies son termoconformistas y su T b varía de acuerdo con la temperatura ambiental (Huey et al., 2009). En ambos casos, cuando la temperatura ambiental es alta, los individuos se refugian para evitar que su T b exceda su límite superior de tolerancia térmica (temperatura crítica máxima; Ct max ) y mueran por sobrecalentamiento (Cowles y Bogert, 1944; Sinervo et al., 2017). Sin embargo, si los individuos permanecen refugiados (horas de restricción térmica; h r ) durante su horario de actividad (h a ) el tiempo para que realicen sus actividades biológicas básicas se acorta (e.g., tiempo para forrajeo), lo cual es especialmente importante durante la temporada de reproducción, ya que las tasas de reproducción descienden, el reclutamiento poblacional disminuye o no existe y en consecuencia las poblaciones decrecen hasta su extinción (Sinervo et al., 2011).
Sinervo et al. (2010) desarrollaron un modelo "genérico" que incorpora aproximaciones mecanicistas y correlativas para proyectar el riesgo de extinción de lagartijas heliotermas o termoconformistas por medio del cálculo de las h r y encontraron que el 20% de las especies de lagartijas a nivel mundial se podrían extinguir para el año 2080, debido al aumento de la temperatura ambiental. De acuerdo con las proyecciones, algunas especies de lagartijas podrían tener un riesgo de extinción de hasta el 91% para el año 2080 (e.g., Helodermatidae), mientras que otras especies tendrían un riesgo de extinción nulo (e.g., Gekkonidae). Las diferencias en la susceptibilidad al CC entre especies se deben a 2 aspectos principales. El primero es la sensibilidad térmica, las especies con T b < 30 °C son más susceptibles que las especies con T b > 30 °C (Sinervo et al., 2010). El segundo es la distribución geográfica, a menor altitud o latitud, la temperatura ambiental suele ser más alta y las especies suelen presentar un mayor riesgo de extinción (Deutsch et al., 2008; Sinervo et al., 2018).
A pesar de que las proyecciones generales de riesgo de extinción a nivel de familias de lagartijas son alarmantes, éstas podrían subestimar la probabilidad de extinción a nivel de especie. Por ejemplo, Sinervo et al. (2010) proyectaron que el riesgo de extinción para los gecos de la familia Phyllodactylidae será nulo para el año 2080, pero Kubisch et al. (2016) proyectaron que el riesgo de extinción del geco Homonota darwinii (Phyllodactylidae) será del 20% para el mismo año. Por lo tanto, consideramos que es necesario proyectar y validar el modelo de riesgo de extinción a nivel específico, principalmente para las especies que, por su sensibilidad térmica y su distribución geográfica, podrían ser altamente susceptibles al CC.
En este trabajo, seleccionamos como modelo de estudio al geco diurno semiarborícola Gonatodes concinnatus (Sphaerodactylidae; Fig. 1), el cual habita en la región occidental de la selva amazónica de Ecuador y Perú (Sturaro y Ávila-Pires, 2011). Gonatodes concinnatus alcanza una longitud hocico-cloaca (LHC) de entre 47.6 mm (♀) y 48.3 mm (♂), tiene una T b promedio < 30 °C (Fitch, 1968) y habita en un intervalo altitudinal de 100-600 m y latitudinal de 0-5° (Sturaro y Avila-Pires, 2011). De acuerdo con las proyecciones de Sinervo et al. (2010), el riesgo de extinción para las especies de la familia Sphaerodactyilidae será nulo para 2050 y 2080. Sin embargo, por su baja T b y por su estrecha distribución altitudinal y latitudinal planteamos la hipótesis de que G. concinnatus tendrá un riesgo de extinción alto ante el CC. Por lo tanto, los objetivos del presente trabajo fueron evaluar la estrategia de termorregulación de G. concinnatus, proyectar su riesgo de extinción para 2050 y 2070 bajo un escenario de cambio climático y definir si el riesgo de extinción está correlacionado con la distribución altitudinal de las poblaciones.
Materiales y métodos
Realizamos trabajo de campo durante julio de 2017 en los alrededores de la Estación Científica Amazónica Juri-Juri Kawsay de la Universidad Central del Ecuador, ubicada en el Bosque Protector del Oglán Alto, Cantón Arajuno, provincia de Pastaza, Ecuador (01°19'26.95" S, 77°41'18.9" O; 604 m snm). El tipo de vegetación corresponde a un bosque pluvial premontano caracterizado por árboles con copas emergentes, entre los que destacan Ceiba pentandra, Pachira insignis, Ficus perisiana y Otoba parviflora, donde hay abundantes musgos y hepáticas en las hojas y ramas de la vegetación arbórea y arbustiva (Albuja et al., 2012; Cañadas-Cruz, 1983; Cerón et al., 2007). La temperatura promedio anual en el sitio de estudio varía entre 18 y 24 °C y la precipitación oscila entre los 4,000 y 8,000 mm anuales (Cerón et al., 2007).
Para estimar los requerimientos térmicos y la estrategia de termorregulación de G. concinnatus (Fig. 1) recolectamos de forma directa individuos adultos (~ 48 mm LHC; Carvajal-Campos, 2017) entre las 0700-1900 h, horario establecido con base en la información sobre actividad diurna en otras especies del género Gonatodes (Gamble et al., 2015; Vitt et al., 2000) y confirmado para este taxón durante el trabajo de campo. Inmediatamente después de capturar a cada individuo (en un lapso no mayor a 10 s) registramos su T b (cloacal) mediante un termopar tipo K conectado a un termómetro digital de lectura rápida (Fluke 51-II; ± 0.1 °C). Posteriormente, trasladamos a todas las lagartijas recolectadas a las instalaciones de la estación científica Juri-Juri Kawsay y las colocamos en un gradiente térmico dentro del intervalo de tiempo de 0900-1600 h para registrar la temperatura seleccionada (Tsel; Hertz et al., 1993) de cada individuo. El gradiente térmico consistió en una caja de policarbonato (100 cm de ancho χ 100 cm de largo χ 50 cm de alto) dividida en 10 carriles, en el cual ofrecimos a las lagartijas un intervalo de temperatura de ~ 15 °C a ~ 40 °C. Para obtener el extremo frío colocamos bolsas de hielo debajo de un extremo del gradiente y para obtener el extremo caliente colocamos 10 focos incandescentes de 100 W suspendidos a 30 cm de altura en el otro extremo del gradiente (un foco por carril). Asignamos un carril a cada individuo para evitar interacción conductual (Lara-Reséndiz et al., 2015) y registramos su T sel cada hora con el mismo termómetro digital de lectura rápida usado en el trabajo de campo. Al terminar los registros de T sel liberamos a los ejemplares en el sitio exacto donde los recolectamos.
Durante 6 meses consecutivos (20 de julio al 21 de diciembre de 2017), registramos las temperaturas operativas (T e ;Bakken, 1992) en los microhábitats usados por G. concinnatus en el sitio de estudio. La T e se define como el producto de las interacciones entre factores biofísicos y morfológicos que influye en la temperatura corporal de un ectotermo y representa la temperatura de equilibrio que tendrían los individuos en ausencia de termorregulación conductual y fisiológica (Hertz et al., 1993; Lara-Reséndiz et al., 2015). Para registrar la T e , utilizamos 2 modelos biofísicos previamente calibrados que consistieron en tubos de policloruro de vinilo (PVC) de 100 mm de largo y 20 mm de diámetro, pintados de color gris y que emularon las tasas de ganancia y pérdida de calor (r = 0.89, p < 0.05) de los individuos adultos de la especie en estudio (ver detalles de calibración en Arenas-Moreno et al. [2018] y Lara-Reséndiz et al. [2015]). Dentro de cada modelo biofísico colocamos un sensor de temperatura ambiental modelo Hobo® U23-003 (HOBO Temp, ONSET Computer Corporation, Massachusetts) programado para registrar la temperatura cada 10 min durante el horario de actividad de los individuos. Con el objetivo de representar la variación de la temperatura microambiental colocamos los modelos de PVC en 2 sitios diferentes. El primero en un tronco bajo sombra de vegetación natural y el segundo en un tronco con exposición entre sol y sombra a través del día. Ambos microhábitats son lugares de actividad de G. concinnatus de acuerdo con nuestras observaciones durante el trabajo de campo. Es importante mencionar que, en los sitios de latitud o altitud baja, la temperatura ambiental es constante y poco variable a lo largo del año (Huey et al., 2009; Janzen, 1967) y la T e es relativamente homogénea en tiempo y espacio (Hertz, 1992; Medina et al., 2016). Por lo anterior, consideramos que los datos obtenidos durante 6 meses con 2 modelos nulos representan adecuadamente la variación anual de la T e .
Adicionalmente, registramos la temperatura ambiental (temperatura del aire a 2 m del suelo) en el sitio de estudio durante el mismo periodo e intervalos en que registramos la T e , mediante un registrador de temperatura ambiental modelo Hobo® U23-002. El registro de la temperatura ambiental lo utilizamos para validar el uso del método senoidal en el modelo de riesgo de extinción descrito a continuación.
Para proyectar el riesgo de extinción de G. concinnatus utilizamos el modelo mecanicista y correlativo de riesgo de extinción (MRE) propuesto por Sinervo et al. (2010), el cual está basado tanto en registros de presencia como en atributos ecofisiológicos. Para ello, empleamos la paquetería Mapinguari Versión 0.4.1 (Caetano et al., 2017) del lenguaje de programación R (R Development Core Team, 2018). El método de Sinervo et al. (2010) proyecta la probabilidad de presencia (distribución potencial) al presente y la probabilidad de presencia al 2050 y 2070 de lagartijas heliotermas o termoconformistas con base en el cálculo de horas de actividad (h a ) y de restricción (h r ) de los individuos durante su temporada de reproducción, ambas estimadas a partir de información microclimática, variables climáticas, distribución geográfica y datos fisiológicos de los organismos (Pontes-da Silva et al., 2018). Para más información del método ver detalles en Sinervo et al. (2010, 2011, 2017) y Caetano et al. (2017). Para construir el MRE empleamos el método senoidal que estima las h a y h r bajo el supuesto de que los organismos son termoconformistas y mantienen una T b igual o cercana a la temperatura del aire (Tair). Este supuesto fue validado por medio de la estimación de la eficiencia en la termorregulación de los individuos y mediante un análisis de correlación de Spearman entre la temperatura ambiental del sitio de estudio y la T e del modelo biofísico 1 (r = 0.98) y la temperatura ambiental y la T e del modelo biofísico 2 (r = 0.96).
Los datos de presencia para estimar el MRE fueron obtenidos de los registros de distribución de G. concinnatus considerando la localidad de estudio y otras 39 localidades alejadas entre sí por al menos 2 km (criterio de Sinervo et al., 2010), de acuerdo con las localidades mencionadas para la especie de estudio en la revisión taxonómica de Sturaro y Ávila-Pirez (2011) y de las localidades registradas en el portal FaunaWebEcuador-Reptiles (Torres-Carvajal, et al., 2018; disponible en https://bioweb.bio/faunaweb/reptiliaweb/). Después obtuvimos las capas bioclimáticas de altitud y de temperatura mensual promedio mínima y máxima (T min y T max ) y precipitación anual para los periodos presente y futuro (2050 y 2070) a una resolución espacial de 2.5 minutos de arco. La información climática fue descargada del portal WorldClim versión 1.4 (Hijmans et al., 2005; http://www.worldclim.org/version1) para el presente (mediante interpolaciones de datos de 1960 a 1990) y para el futuro (2050 y 2070) a partir de capas generadas por el Instituto de Meteorología MaxPlanck (MPI-ESM-LR) correspondientes a la trayectoria de concentración representativa 4.5 (Representative Concentration Pathway, RCP 4.5), misma que implica un escenario de mitigación de gases de efecto invernadero, con un pico de emisión al año 2100, seguido de una estabilización en el forzamiento radiativo y una anomalía térmica media 2.4 °C por encima de los niveles preindustriales (Thomson et al., 2011). Posteriormente, indicamos en el MRE el límite inferior (T lower ) y superior (T upper ) de tolerancia térmica de G. concinnatus, que de acuerdo con el criterio de Pontes-da Silva et al. (2018) corresponde con la T b mínima y máxima de individuos activos en campo (20.4 °C y 29.8 °C, respectivamente). Debido a que la especie de estudio presenta reproducción continua (Carvajal-Campos, 2017) creamos capas ecofisiológicas de las h a y las h r de G. concinnatus, considerando los 12 meses del año. Estimamos la variación diaria de la T air asumiendo una curva senoidal entre la T min . y la T max y definimos las h a como el número de horas en que T air > 20.4 °C (T lower ) y las h r como el número de horas en que T air > 29.8 °C (T upper ) (Caetano et al., 2017; Sinervo et al., 2017).
Estimamos la probabilidad de presencia para cada pixel dentro del área de estudio para los periodos presente y futuro por medio de un modelo lineal generalizado (GLM, por sus siglas en inglés) y un modelo aditivo generalizado (GAM, por sus siglas en inglés) utilizando el paquete biomod2 (Thuiller et al., 2016), para lo cual usamos como insumos las capas ecofisiológicas de h a y h r , las capas bioclimáticas y los puntos de presencia de la especie con 1000 pseudoausencias (recomendadas por Barbet-Massin et al. (2012) para modelos GLM y GAM) y validados por medio del criterio de la curva de "característica operativa del receptor" (ROC, por sus siglas en inglés), con lo cual seleccionamos únicamente los modelos con valores mayores a 0.75 (Pontes-da Silva et al., 2018; Vicenzi et al., 2017). Para estimar el porcentaje de riesgo de extinción comparamos la probabilidad de presencia al presente (de los 40 registros de distribución G. concinnatus utilizados en este estudio) con la probabilidad de presencia en 2050 y 2070 (Pontes-da Silva et al., 2018).
Calculamos el promedio de la calidad térmica del hábitat (
En primer lugar, de representa el promedio de la diferencia absoluta de cada T
e
con respecto a la T
set
, donde los valores cercanos a cero indican calidad térmica del hábitat alta, es decir, que la temperatura del hábitat está dentro o cerca del intervalo de T
set
de los individuos. Si T
e
< T
set25
, entonces de = T
set25
-T
e
; si T
e
está dentro de los cuartiles de T
set
, entonces de = 0; y si T
e
> T
set75
, entonces de = T
e
-T
set75
. En segundo lugar,
Mediante análisis descriptivos calculamos el promedio y la desviación estándar (±) de Tb, Te, temperatura ambiental del sitio de estudio y T se¡ . Finalmente, realizamos un análisis de correlación de Spearman entre el valor de riesgo de extinción para 2050 y 2070 de 40 pixeles (correspondientes con los registros de distribución de la especie de estudio) y la altitud, para poner a prueba si el riesgo de extinción cambia a través de la elevación.
Resultados
La T
b
promedio de los gecos (n = 18) fue de 26.8 ± 2.5 °C (intervalo de 20.4-29.8 °C; Fig. 2), la T
e
(n = 7690) fue de 24.6 ± 2.9 °C (intervalo de 17.9-35.9 °C; Fig. 2), la T
sel
(n = 18) fue de 24.6 ± 1.6 °C con cuartil T
set25
de 23.4 °C y cuartil T
set75
de 25.7 °C (Fig. 2) y la temperatura ambiental (n = 3845) fue de 22.95 ± 2.6 °C. La calidad térmica del hábitat (
La probabilidad de presencia al presente (Fig. 3A) es mayor que la proyectada a 2050 (Fig. 3B) y a 2070 (Fig. 3C). El porcentaje de riesgo de extinción para las poblaciones analizadas de G. concinnatus tuvo un intervalo de 12-97% (promedio de 84.2%) para 2050 y de 26-97% (promedio de 86.4%) para 2070 (Tabla 1). La población del Oglán Alto fue la que presentó un menor porcentaje de riesgo de extinción ante el CC, con 12 y 26%, a 2050 y 2070, respectivamente (símbolo de estrella en la Figura 3). Encontramos una correlación negativa entre la altitud de las poblaciones y su riesgo de extinción a 2050 y 2070 (r = -0.93, p < 0.05 y r = -0.96, p < 0.05, respectivamente), es decir, a menor altitud, mayor riesgo de extinción (Fig. 4).
Long | Lat | Elev | ER_50 | ER_70 | Lon | Lat | Elev | ER_50 | ER_70 |
-77.3470 | -1.8058 | 347 | 72% | 85% | -76.8038 | -0.5788 | 315 | 85% | 91% |
-77.5134 | -1.5085 | 411 | 69% | 79% | -75.4830 | -0.5559 | 194 | 95% | 97% |
-77.5310 | -1.4739 | 485 | 78% | 72% | -76.3731 | -0.4985 | 229 | 91% | 94% |
-77.4832 | -1.4723 | 395 | 79% | 74% | -77.2850 | -0.4845 | 290 | 76% | 88% |
-77.4869 | -1.4706 | 362 | 79% | 74% | -76.4591 | -0.4713 | 237 | 90% | 94% |
-77.4433 | -1.4547 | 372 | 78% | 72% | -76.0667 | -0.4712 | 216 | 93% | 96% |
-77.4441 | -1.4504 | 390 | 78% | 72% | -76.7865 | -0.4310 | 246 | 88% | 93% |
-77.3836 | -1.4000 | 335 | 79% | 76% | -76.6238 | -0.4004 | 262 | 88% | 93% |
-77.5904 | -1.1062 | 381 | 79% | 71% | -76.6097 | -0.3874 | 246 | 88% | 93% |
-77.6000 | -1.0667 | 401 | 79% | 71% | -75.8886 | -0.2597 | 227 | 94% | 96% |
-77.5484 | -1.0546 | 385 | 79% | 77% | -76.1756 | -0.0018 | 227 | 93% | 95% |
-77.6000 | -1.0500 | 406 | 79% | 71% | -77.3294 | 0.0492 | 480 | 60% | 80% |
-76.2235 | -0.9592 | 226 | 92% | 95% | -77.6886 | -1.3242 | 604 | 12% | 26% |
-76.1572 | -0.9221 | 245 | 92% | 95% | -74.3831 | -4.8512 | 118 | 97% | 97% |
-76.1447 | -0.9070 | 219 | 93% | 95% | -73.4438 | -3.7743 | 117 | 97% | 97% |
-77.3515 | -0.9025 | 312 | 71% | 86% | -73.1998 | -3.8050 | 99 | 97% | 97% |
-75.4136 | -0.9009 | 179 | 94% | 96% | -72.6731 | -3.3984 | 84 | 96% | 97% |
-76.7267 | -0.7264 | 266 | 87% | 92% | -72.9132 | -3.2852 | 100 | 97% | 97% |
-76.3945 | -0.6789 | 249 | 91% | 94% | -72.1405 | -3.4978 | 93 | 96% | 97% |
-76.4004 | -0.6690 | 224 | 91% | 94% | -71.9478 | -3.1609 | 115 | 96% | 97% |
Discusión
En el presente trabajo determinamos la estrategia de termorregulación de una población del geco G. concinnatus y proyectamos su riesgo de extinción para los años 2050 y 2070 (RCP 4.5) a través de su distribución geográfica en la región occidental de la selva amazónica. Junto con el trabajo de Pontes-da-Silva et al. (2018), el presente estudio ofrece una de las primeras proyecciones de riesgo de extinción por CC a nivel de especie en lagartijas de la selva amazónica bajo un enfoque correlativo, mecanicista y biofísico. Además, es el primero en mostrar a nivel intraespecífico una correlación negativa entre el riesgo de extinción y la altitud. Consideramos que nuestros resultados podrían servir como base para nuevos estudios de vulnerabilidad ecofisiológica al CC en organismos ectotérmicos.
La conducta de termorregulación es un continuo de estrategias conductuales con 2 extremos: la termorregulación activa y el termoconformismo (Hertz et al., 1993). Por una parte, la termorregulación activa ocurre cuando los individuos mantienen su T
b
dentro o cerca de su intervalo de T
set
(valores de
En un estudio previo (Sinervo et al., 2010), se proyectó que la probabilidad de extinción ante el CC para poblaciones de gecos de la familia Sphaerodactylidae es nula para el presente y futuro; sin embargo, nuestros resultados indican que la mayoría de las poblaciones de G. concinnatus tienen una probabilidad de extinción superior a 80% para 2050 y 2070 (Tabla 1). La amplia diferencia entre los resultados de las proyecciones de riesgo de extinción a nivel de familia y a nivel de especies particulares denota la importancia de evaluar la vulnerabilidad de lagartijas a niveles taxonómicos específicos (e.g., Kubisch et al., 2016; Lara-Reséndiz et al., 2015; Pontes-da-Silva et al., 2018). La diferencia entre las proyecciones de Sinervo et al. (2010) para la familia Sphaerodactylidae y nuestras proyecciones para G. concinnatus se deben principalmente a los valores distintos de T lower y T upper utilizados entre ambas proyecciones. Para proyectar el riesgo de extinción de la familia Sphaerodactylidae, Sinervo et al. (2010) utilizaron como T lower y T upper los valores de T b más bajos y altos registrados para la familia Sphaerodactylidae; 25.3 °C para Teratoscincus przewalskii (Dimitri y Borkin, 1992) y 38.6 °C para Pristurus carteri (Arnold, 1993); mientras que nosotros, al proyectar el riesgo de extinción de G. concinnatus consideramos apropiado utilizar como T lower y T upper los valores de T b mínima (20.4 °C) y máxima (29.8 °C) de individuos activos en campo (Kubisch et al., 2016; Pontes-da-Silva et al., 2018). En otras palabras, las diferencias entre las proyecciones de riesgo de extinción de Sinervo et al. (2010) y las nuestras se deben a que los límites de tolerancia térmica son mayores entre especies que entre individuos de la misma especie. Al utilizar límites de tolerancia térmica amplios, las proyecciones pueden ser precisas a nivel de familia, pero se puede subestimar el riesgo de extinción intraespecífico (Kubisch et al., 2016; Pontes-da-Silva et al., 2018). Es importante señalar que delimitamos T lower y T upper para G. concinnatus con base en datos de individuos de una sola población, por ello es posible que estemos omitiendo variación interpoblacional (Angert et al., 2011), lo cual podría tener efecto en nuestras proyecciones. Sin embargo, la T b documentada en otras poblaciones de G. concinnatus (Fitch, 1968) está dentro del intervalo que observamos en la población de estudio e inclusive es similar a la de otras especies del género Gonatodes (Brusch et al., 2016; Vitt et al., 2000), por lo cual consideramos que el intervalo de tolerancias térmicas que utilizamos es adecuado.
El riesgo de extinción elevado de G. concinnatus concuerda con el patrón típico de susceptibilidad ante el CC de ectotermos de baja latitud y de ambientes tropicales (Deutsch et al., 2008). Por ejemplo, Huey et al. (2009) realizaron un análisis macrofisiológico de especies de lagartijas que habitan en diferentes latitudes y encontraron que las especies de ambientes tropicales son las más vulnerables al calentamiento global. La alta susceptibilidad de G. concinnatus al CC se debe a que en los ambientes tropicales existe poca heterogeneidad térmica (Hertz, 1992; Janzen, 1967; Medina et al., 2016) y las lagartijas tienen pocas opciones de regular su T b de forma conductual, de manera que presentan tendencia al termoconformismo (Huey et al., 2009). Además, los ectotermos de ambientes tropicales suelen presentar una T b cercana a su Ct max (margen de seguridad térmica bajo; Sunday et al., 2014), son especialistas térmicos con capacidades de aclimatación limitadas (Tewksbury et al., 2008) y un aumento de la temperatura ambiental podría ocasionar que los individuos mueran por sobrecalentamiento o aumenten sus horas de restricción (Sinervo et al., 2010).
Al correlacionar el riesgo de extinción de las poblaciones de G. concinnatus con la altitud, encontramos que a menor elevación mayor riesgo de extinción. Nuestros resultados a nivel intraespecífico son similares a los resultados encontrados entre especies. Por ejemplo, Sinervo et al. (2018), proyectaron que el riesgo de extinción de las especies de lagartijas del género Phrynocephalus disminuye de menor a mayor altitud. Por lo anterior, podríamos considerar que los sitios de mayor elevación serían sitios térmicamente adecuados para la especie de estudio y probablemente para otros ectotermos con características fisiológicas similares. Del total de localidades para las que proyectamos el riesgo de extinción de G. concinnatus, únicamente la población de mayor elevación tendría un riesgo de extinción bajo ante el CC, incluso para 2070; mientras que el resto de las poblaciones tendrían un riesgo de extinción alto. En este punto es importante señalar que es posible que aún existan poblaciones de G. concinnatus no documentadas en la selva amazónica, especialmente en la región norte de Perú. Sumado al riesgo de extinción ante el CC, existe una elevada tasa de deforestación de la selva amazónica (Coe et al., 2013), la cual podría acelerar la extinción de diversas especies.
A pesar del escenario desalentador de G. concinnatus ante el CC, se debe considerar que podrían existir al menos 3 mecanismos de respuesta por parte de los organismos. El primero es mediante cambios en la distribución de las poblaciones a ambientes térmicamente favorables (Bickford et al., 2010). En este escenario, es posible que algunas poblaciones de G. concinnatus puedan desplazarse y colonizar sitios de mayor altitud, principalmente hacia las zonas cercanas a la cordillera de los Andes (Fig. 3). El segundo es mediante ajustes conductuales, que involucraría la modificación del horario de actividad de los individuos (optar por una estrategia catemeral o nocturna) según la calidad térmica del hábitat (Arenas-Moreno et al., 2018; Diele-Viegas et al., 2018). El tercero es mediante plasticidad fisiológica, en caso de que los individuos de G. concinnatus puedan aumentar su tolerancia al calor como respuesta al aumento de la temperatura ambiental, como puede ocurrir en otros ectotermos (Palumbi et al., 2014; Pörtner et al., 2009). De continuar con la tendencia actual de CC (IPCC, 2018), la pérdida y modificación del hábitat en la selva amazónica (Coe et al., 2013), y de no existir mecanismos de respuesta adecuados, G. concinnatus se podría sumar a las especies extintas en el presente siglo debido al cambio climático acelerado. Cabe mencionar que de acuerdo con la Lista Roja de Reptiles del Ecuador (Carrillo et al., 2005), G. concinnatus es una especie considerada como de preocupación menor (LC); por ello sugerimos reevaluar su estado de conservación, al igual que el de otros ectotermos tropicales.
En conclusión, la estrategia de termorregulación de los individuos de G. concinnatus tiende hacia el termoconformismo, es decir, depende de la temperatura y la calidad térmica del hábitat. De acuerdo con nuestras proyecciones, G. concinnatus será una especie con alto riesgo de extinción para los años 2050 y 2070. El riesgo de extinción de G. concinnatus será mayor en las poblaciones que habitan a baja altitud, y para el año 2050 es posible que la única población que persista sea la del bosque protector del Oglán Alto. Ante la susceptibilidad de los ectotermos al CC, es urgente mejorar las estrategias de mitigación y conservación para hacer frente a la pérdida de biodiversidad, especialmente en zonas megadiversas.