Introducción
En América Latina existe una gran desigualdad en términos de la distribución del ingreso; el 10 % más rico de la población concentra 32 % de los ingresos totales, mientras que el 40 % más pobre sólo percibe 15 % (CEPAL, 2013a). En 2012, el porcentaje de pobreza de América Latina alcanzó a 28.2 % de la población y la indigencia, o pobreza extrema, a 11.3 %. Estos porcentajes equivalen a 164 millones de personas en situación de pobreza, de las cuales 66 millones son pobres extremos (CEPAL, 2013b).
Es importante considerar que cada vez son menos los que producen alimentos para más personas. Es por ello que la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, 2015) en las recomendaciones finales del Seminario Regional sobre Agroecologia en América Latina y El Caribe indica que la producción agrícola se debe orientar hacia la sustentabilidad, asumiendo que los sistemas agroecológicos son más resilientes a los cambios climáticos y su desarrollo garantiza la soberanía alimentaria de los pueblos.
González (2011) expone que la dinámica evolutiva de los agroecosistemas, y con ella el cambio, es producto de la relación entre los dos polos de la relación socioecológica entre la población que los maneja y los recursos de que disponen.
Según Altieri et al. (2012), solamente aquellos estilos de agricultura que respeten los límites de la capacidad de uso de recursos naturales nacionales, regionales y locales permitirán a la población una adecuada soberanía alimentaria, energética y tecnológica, logrando producir la cantidad y calidad de alimento requerida dentro del escenario climático, energético, ecológico y económico de las próximas dos décadas.
En este sentido, es difícil pensar que con las riquezas naturales con que cuenta el estado de Veracruz en las zonas rurales existan familias campesinas en estado de pobreza; según González y Meneses (2015), este desfase entre la producción agropecuaria y el bienestar de las familias rurales está relacionado con la inexistencia de políticas económicas que protejan al productor a nivel de precio de los productos agropecuarios, para garantizarle una adecuada rentabilidad que permita a los productores obtener los ingresos necesarios para hacer del sector primario una actividad sostenible financieramente y atractiva al mantenimiento de los niveles de producción; para ello, es necesario hacer un uso eficiente de la energía y de los recursos económicos que le permitan al productor superar la pobreza y alcanzar un desarrollo sustentable. Por estas razones, el objetivo de esta investigación fue determinar la relación entre el uso eficiente de la energía, así como la eficiencia económica y la productiva de los agroecosistemas con la línea de bienestar mínimo familiar, en el municipio Paso de Ovejas, Veracruz.
Material y métodos
El estudio se realizó en el municipio de Paso de Ovejas, localizado en la parte central del estado de Veracruz, entre las coordenadas 19°17’12” - 19°18’26” N y 96°26’30” - 96°27’16” O. La altitud varía de 40 a 280 m y tiene una superficie de 384.95 km2 (INAFED, 2002). El clima es cálido subhúmedo de subtipo Aw0, que corresponde al más seco de los subhúmedos, por presentar una relación precipitación/temperatura (P/T) menor a 43.2, con lluvias en verano, mientras que el subtipo Aw1 corresponde también al tipo cálido subhúmedo, con régimen de lluvias en verano, pero con relación P/T entre 55.3 y 43.2 (García, 2004).
En esta investigación la unidad de estudio fueron los agroecosistemas (AES) conformados por parcelas con actividades agropecuarias presentes en el municipio de Paso de Ovejas. Para establecer el marco muestral se utilizaron los padrones de productores beneficiarios de los programas de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA) del ciclo 2006-2007 (PROCAMPO, PROGAN y DIESEL) y el padrón de usuarios del Distrito de Riego número 35, La Antigua, de 2007.
Para efectos de este trabajo sólo se seleccionaron AES cuyas actividades agropecuarias principales eran: caña de azúcar (Saccharum officinarum L.), maíz (Zea mays L.) y bovinos (Bos taurus y Bos. indicu), estando estas de manera individual o combinadas. La variable utilizada para la estratificación en el marco muestral fue la superficie de los AES, depurando los padrones de productores bajo dos criterios: el primero fue dentro de cada programa, donde se verificó que los productores pertenecieran al municipio; en caso de que se repitieran los nombres de los productores con la mismos AES sólo se seleccionó un registro; si tenían varios AES en el mismo ejido se totalizaron las hectáreas por productor; en caso de que tuvieran diferentes AES en distintos ejidos, también fueron totalizadas. El segundo criterio fue la selección entre programas; si los productores eran beneficiarios en varios programas con diferentes AES, se seleccionaron los de mayor superficie reportada.
La base de datos depurada constó de 1834 AES, que conformó el marco muestral (N). Con base en la información recabada se determinó el tamaño de muestra con el método de muestreo aleatorio por estratos (Scheaffer et al., 1987). Para el diseño de la muestra se definieron cinco estratos de acuerdo con la superficie total por productor, resultando una muestra de 81 productores (Cuadro 1) a los que se les aplicó una entrevista entre junio y julio de 2007.
Se efectuó un registro de las entradas al AES, correspondiente a insumos agropecuarios, maquinaria y mano de obra (familiar y asalariada) para calcular los costos totales de producción por AES. Para determinar ingresos se cuantificó la producción por rubro, ya fuera que estuviese dirigida a la venta o al autoconsumo, de acuerdo con su ciclo de producción. Posteriormente, los datos de estas actividades se convirtieron a valores de energía mediante los factores de conversión propuestos por diversos autores (Pimentel, 1993; Mora-Delgado et al., 2007, Rathke et al., 2007; Valdés et al., 2009).
Variables analizadas
Eficiencia económica por hectárea (Eeha)
Los índices de eficiencia económica permiten identificar el rendimiento de los recursos utilizados en el proceso productivo. Se calculó al dividir la sumatoria del ingreso total bruto anual por hectárea (Ingtoha) generado en cada una de las actividades agropecuarias entre la sumatoria del costo total de producción por hectárea (Ctpha) por actividad.
Eficiencia en el uso de la energía por hectárea (EΔha)
La eficiencia en el uso de la energía por hectárea (EΔha) determina el nivel de manejo de los recursos energéticos dentro de los procesos productivos en los agroecosistemas. Para su cálculo se dividió la sumatoria de la producción total de energía por hectárea (PtΔha) generada en la i-ésima actividad agropecuaria, entre la sumatoria de la energía invertida por hectárea (invΔha) en la i-ésima actividad en un periodo de un año.
Productividad
Se entiende como la relación entre la producción obtenida por un sistema de producción o servicios y los recursos utilizados para obtenerla. Se planteó la determinación de la productividad económica y energética de los sistemas a través de indicadores.
Indicadores de productividad económica (Ipreag)
La productividad económica nos permite determinar el comportamiento productivo del agroecosistema (Cuadro 2) en pesos ($) en relación con unidades de trabajo ($ Horas hombre-1) y energía ($ MJ-1).
Indicadores de productividad energética (IprΔagr)
La productividad energética nos permite determinar el comportamiento productivo del agroecosistema (Cuadro 3) en megajoules (MJ). Para su determinación se utilizó la metodología propuesta por Denoia et al. (2006) al calcular la productividad energética por unidad de trabajo (MJ Horas hombre-1) y monetaria (MJ $-1).
Índice de biodiversidad agropecuaria
Para obtener el índice de biodiversidad agropecuaria se calculó el índice de diversidad de Shannon (Shannon y Weaver, 1963). Este modelo toma en cuenta el número de subsistemas agrícolas y la distribución de la superficie para obtener la biodiversidad agropecuaria. Cuando el índice es alto existe mayor diversidad y alta incertidumbre (Gallardo-López et al., 2002; Salgado-Mora et al., 2007; Cirujeda et al.. 2008).
donde: p i : n i / N; H’: diversidad; n: superficie asignada a cada subsistema agropecuario; N: superficie total del agroecosistema.
Autoconsumo
Para el autoconsumo (Ac) se utilizó la definición de Leite (2004), la cual dice que el estudio del autoconsumo se limita exclusivamente a la producción de alimentos; esta es la parte de la producción agropecuaria destinada a alimentar a los miembros de la familia y a los animales, deduciendo de esta producción las partes relativas a la comercialización, donación o pérdida. En su cálculo se cuantificó el total de producto y a los subproductos obtenidos en el AES se les restó la cantidad que el productor utiliza para el consumo familiar; posteriormente se procedió a calcular qué porcentaje representaba (Gallardo et al., 2002).
Porcentaje de cobertura de la línea de bienestar mínimo (Pcober)
Para determinar la proporción de cobertura de la línea de bienestar mínimo (Pcober), primero se calculó el costo de la Canasta Normativa de Satisfactores Esenciales (CNSE) a través de la ecuación lineal ajustada por Boltvinik y Marín (2003) del cuadro elaborado por Marín (2002) para el cálculo del costo de las variables bienes familiares (BF) y bienes individuales (BI), a partir de los requerimientos de la Coordinación General del Plan Nacional de Zonas Deprimidas (COPLAMAR) en la cual se consideran todos los satisfactores esenciales requeridos por un hogar, los costos equivalentes al de un varón adulto que cuenta como la unidad son los siguientes: mujer adulta 0.81, niño 0.58, niña 0.54, bebé masculino 0.43 y bebé femenino 0.43.
donde: CNSE: Costo de la Canasta Normativa de Satisfactores Esenciales, ae: Sumatoria de unidades de adulto equivalente, p: número de personas en el hogar. *Los valores constantes están actualizados a junio de 2007.
Posteriormente, se calculó en qué proporción el ingreso neto anual generado en las actividades agropecuarias en el agroecosistema permite a cada familia alcanzar o superar la línea de bienestar mínimo.
El ingreso neto agropecuario (Inetoagr) se calculó totalizando los ingresos brutos generados de las actividades agropecuarias efectuadas en los agroecosistemas, incluyendo el Ac, y a continuación se le restaron los costos totales de las actividades agropecuarias.
Análisis estadístico
Se utilizó la técnica multivariada de correlación canónica, con la finalidad de conocer cuáles de los indicadores de eficiencia energética económica y de productividad de los agroecosistemas contribuyen a superar la línea de bienestar mínimo (LBM). Las variables independientes o de eficiencias fueron: zona, superficie, índice de biodiversidad, eficiencia energética, eficiencia económica, productividad energética por dinero invertido, productividad económica por energía invertida, productividad de trabajo por energía invertida y productividad de trabajo por dinero invertido. Las variables dependientes o sociales fueron: proporción de cobertura de la línea de bienestar mínimo y la de autoconsumo. Para ello se utilizó el programa estadístico Statistica® versión 6 (Stat-Soft Inc, 2003) y Microsoft Office Excel 2007®.
Resultados y dIscusIón
Autoconsumo en los agroecosistemas
Las parcelas en las zonas de riego tienen una superficie de 6.90±9.9 ha, ligeramente superior a las ubicadas en la zona de lomeríos, con un área de 5.81±9.3 ha. El autoconsumo (Ac) se observa principalmente en los agroecosistemas donde se realizan las actividades de cría de bovinos y siembra de maíz, orientando parte de la producción al Ac y venden el excedente (leche, queso y maíz), resultado que coincide con lo reportado por Perales et al. (2005) donde el maíz es una fuente de alimentación, así como de ingreso, identidad cultural y condición social, y parte de una red de seguridad alimentaria de la familia rural campesina. En los AES dedicados a la producción de caña de azúcar y frutas no se evidencia Ac debido a las características de estos productos. En el caso del componente maíz, en la zona de riego, 15 % de la producción se utiliza para el Ac (humano y animal), mientras que en la de lomeríos es de 16 %. La familia campesina obtiene leche y carne (animales en pie) del componente bovino, pero solo la leche en forma líquida o transformada (queso) participa en el Ac, con valores de 4 % en la zona de riego y 5 % de la producción de leche en lomerío. El 6% de la leche es utilizada en forma de queso para la alimentación de la familia rural en la zona de riego, y en 8 % en el lomerío; estos valores son similares a los reportados por Jiménez et al. (2008), quienes estimaron que 81 % de los productores realizan autoconsumo y representan 4 % del volumen de producción diaria.
Según Brunett et al. (2005), gran parte de la producción de leche es vendida a los “boteros” o “lecheros”, quienes se encargan de comercializarla en las comunidades aledañas a los agroecosistemas; en otros casos la producción de leche es absorbida por los “queseros”, los cuales la recolectan y la transforman en queso fresco. El excedente de la producción en los agroecosistemas se destina al Ac, ya sea en forma líquida o como queso. Quintos y Quispe (2004) reportaron que generalmente en las pequeñas unidades de producción una parte importante de los productos (leche, carne, estiércol o animales) son destinados a la venta y el excedente para el Ac; la familia rural trata de mejorar el estado nutricional de sus miembros a través de esta práctica.
Relación en el uso eficiente de la energía, eficiencia económica, por zona y por actividad productiva con la proporción de la cobertura de la línea de bienestar mínimo
De los 81 productores encuestados en el municipio de Paso de Ovejas, 50 poseen parcelas localizadas en el Distrito de Riego 035 La Antigua, de los cuales, 84 % tiene como actividad principal el cultivo de caña de azúcar, la cual requiere grandes cantidades de agua. Parra (1989) reportó que el factor climático que más limita a la producción de caña de azúcar en el estado de Veracruz es la distribución de la precipitación pluvial, ya que la temperatura del estado no afecta el desarrollo del cultivo. Como se puede ver en el Cuadro 4, este presentó los valores más altos del uso eficiente de energía, resultados semejantes a lo reportado por Markos (2007) con la caña de azúcar como cultivo altamente productor de energía. La eficiencia de estos es elevada, en relación con la eficiencia presentada por otros sistemas de producción, como el de frutales, la cual es cercana a uno (Gliessman, 2001). La caña de azúcar tiene una baja productividad y, por consiguiente, el productor obtiene ingresos moderados por esta actividad en el AES; este cultivo contribuye con 0.61±0.42 de la proporción de cobertura de la línea de bienestar mínimo como resultado de los incentivos que el ingenio les ofrece a los productores de caña; sin embargo, por la baja rentabilidad del cultivo, los productores obtienen ingresos moderados que no les permite superar al 100 % la línea de bienestar mínimo. Bahena y Tornero (2009) reportan resultados similares en un diagnóstico de las unidades de producción familiar en pequeña irrigación en la subcuenca del río Yautepec, en Morelos, México.
El segundo cultivo de mayor importancia desde punto de vista del uso eficiente de la energía en la zona de riego fue el maíz (Cuadro 4); este bajo balance energético se debe a que el sistema de producción bajo riego presenta un uso excesivo de insumos y maquinaría. De acuerdo con Alemán y Brito (2003), en la producción de maíz se incurre en considerables gastos energéticos cuando se sigue un modelo tipo “revolución verde”. La eficiencia económica del maíz bajo riego fue de 1.48±2.56 como resultado de un rendimiento relativamente mayor que en la zona de lomerío; el de temporal presentó valores del uso eficiente de la energía de 1.28±0.89, es decir 1.48 por debajo del obtenido en la zona de riego y eficiencia económica de 0.61±0.42, como respuesta a los bajos rendimientos. Ramírez et al. (2009) reportan que los obtenidos en condiciones de temporal son muy bajos debido al uso de materiales de bajo potencial, deficiencias en la nutrición de la planta y a la falta de humedad suficiente. En los AES, donde la totalidad de la superficie está sujeta a temporales muy erráticos, es frecuente que entre 40 % y 50 % de la superficie sembrada se pierda total o parcialmente.
En relación con la ganadería bovina, este sistema productivo presentó una baja eficiencia en el uso de la energía tanto en la zona de lomerío 0.93±1.83 como en la de riego 0.81±2.31, debido a que se realiza la cría de ganado bovino de doble propósito con alimentación basada en pastoreo más residuos de maíz, o solo pastoreo, que no permite una adecuada transformación de los insumos en productos (Leche y carne). Al caracterizar el recurso genético animal en el diseño de sistemas sustentables de producción bovina en el trópico, Magaña et al. (2009) indican que lo ideal es que la vaca convierta eficientemente la energía del alimento en productos vendibles, como leche y kilogramos de becerro, lo que se puede alcanzar con cambios en el manejo alimenticio. Bacab-Pérez y Solorio-Sánchez (2011) reportaron la producción de leche en ganado de doble propósito manejado en sistemas silvopastoriles en Tepalcatepec, Michoacán, donde en el sistema tradicional las vacas recibieron 8 kg animal-1 día-1 de alimento concentrado durante la lactancia y sólo 1.5 kg animal-1 día-1 en los sistemas silvopastoriles; sin embargo, la producción de leche en los ranchos silvopastoriles fue 9.0 y 9.2 kg animal-1 día-1, y en el tradicional 10.4 kg animal-1 día-1.
En ambas zonas la ganadería fue el sistema producto que reflejó mayor eficiencia económica, con valores del índice de 3.91±4.73 para la zona de riego y para la de lomerío. En la mayoría de las unidades de producción no existe un gasto elevado de producción por la baja tecnología aplicada en el manejo sanitario y en la alimentación con el uso de recursos fibrosos como componente principal de la dieta, resultado que concuerda con lo reportado en varios estudios en sistemas de producción de doble propósito (Corro et al. 1996; Herrera et al.. 2008; Orantes Zebadúa et al.. 2014). En un estudio sobre la respuesta productiva de vacas doble propósito en pastoreo sobre soca de sorgo (Sorghum bicolor) y suplementadas con dieta líquida a base de cují (Acacia macracantha) y urea fosfato, Espinoza et al. (2009) reportan que con que el productor realice una pequeña inversión, la producción del rebaño se incrementa favorablemente. La ganadería de doble propósito es la actividad que tiene mayor incidencia en la proporción de cobertura de la línea de bienestar mínimo en la zona de lomerío 0.33±0.51, considerando que, en la mayoría de los casos, en las zonas rurales de México, la ganadería tiene como función el ahorro familiar, que se transforma rápidamente en dinero y permite enfrentar contingencias en el hogar y en la unidad de producción, lo que concuerda con lo reportado por Reyes y Gijón (2007) en un estudio sobre desarrollo rural, migración internacional y escasez de mercado en México.
En relación con las zonas, es evidente que existe una mayor eficiencia en el uso de la energía y de eficiencia económica en la zona de riego (Cuadro 4) como resultado del uso de fertilización, semillas mejoradas y de la aplicación de riego, evitando así el estrés hídrico a las plantas; por el contrario, en la zona de lomerío con condiciones climáticas erráticas, el uso semillas criollas y pastos de mediana a baja calidad (en la mayoría de los casos) no es posible obtener una adecuada productividad. Resultados que coinciden con lo reportado por Vilaboa (2012) indican que existen limitaciones sociales, económicas, productivas y sociales que limitan el desarrollo de la localidad de Angostillo, siendo esta representativa de la zona de lomerío del municipio Paso de Ovejas.
Variables que determinan la proporción de cobertura (Pcober) de la línea de bienestar mínimo (LBM) y el autoconsumo
El 74.08 % de los productores no logran ingresos a través de las actividades agropecuarias en los AES que les permitan superar la línea de bienestar. Estos resultados están muy por encima de los reportados por CONEVAL (2014), quienes indican que el porcentaje de población con ingresos inferiores a la línea de bienestar pasó de 52.6 % a 58 % de 2012 a 2014 para el estado de Veracruz.
La correlación canónica entre los dos grupos de variables canónicas sociales o dependientes y las independientes mostró que existe una correlación significativa, explicando 83 % de la variabilidad. Los pesos canónicos de la primera correlación señalan que la eficiencia económica, la productividad económica por horas hombre y el índice de biodiversidad agropecuaria tienen una baja correlación (Figura 1).
En la Figura 1 podemos observar que en la medida que las variables (U1): uso eficiente de la energía, productividad energética por dinero invertido, productividad económica por energía invertida, zona y superficie se incrementan, también se incrementa el porcentaje de cobertura de la línea de bienestar mínimo, lo cual es completamente lógico, ya que se incrementa el poder adquisitivo del productor y, por ende, el productor logra alcanzar o supera línea de bienestar mínimo. Esto se puede observar en la zona de lomeríos, donde en los AES de maíz se mantiene un uso moderado de la eficiencia energética pero, al complementarse con la eficiencia económica de la cría de ganado bovino, esta conjugación de recursos ecológicos y productivos les permite a las familias cubrir la línea de bienestar mínimo. Por el contrario, cuando estas variables independientes (U1) disminuyen se incrementa el autoconsumo en los AES (Figura 1), como resultado de una merma en la capacidad de generar ingresos adecuados a través de las actividades agropecuarias en los AE.
ConclusIones
En el municipio de Paso de Ovejas los agroecosistemas con mayor superficie y con capacidad de riego son orientados a la siembra de cultivos de altos rendimientos energéticos, como la caña de azúcar en combinación con la cría de ganado bovino para mejorar la eficiencia económica. Esta actividad productiva permite a la familia rural solventar situaciones económicas coyunturales, ya que funciona como un ahorro.
El sistema producto ganadería bovina es la actividad predominante en ambas zonas, presentando productividad y eficiencia energética baja, en contraparte con una mayor eficiencia económica resultado de un bajo uso de insumos y tecnología.
Los productores seleccionan la actividad productiva de acuerdo con la disponibilidad de recursos naturales y económicos, y combinan la caña de azúcar, que les permite una seguridad social, el maíz que representa una alta participación en el autoconsumo y la ganadería como fuente de ahorro familiar, con diferentes combinaciones que logran superar la línea de bienestar mínimo de la familia rural.
Es necesario establecer estrategias adecuadas para orientar al productor de la zona de temporal para que incremente su productividad, lo que le permitirá alcanzar la línea de bienestar mínimo.