Seguramente en algún momento nos hemos preguntado quién es el responsable del aprendizaje en una residencia médica ¿serán las instituciones educativas?, ¿serán las instituciones de salud?, ¿serán los profesores titulares o los adjuntos? O tal vez ¿serán los propios residentes?, y/o ¿todos juntos?
La educación médica en general requiere de la enseñanza del conocimiento teórico y este debe ser integrado al conocimiento práctico de destrezas, habilidades y competencias que sólo puede dar un paciente y en algunos casos el uso de simuladores, por lo que el estar en contacto con ellos nos ofrece la oportunidad de adquirir este conocimiento significativo. Para llevar a cabo esta actividad se conforman diferentes grupos en donde participan estudiantes de distintos niveles de formación (alumnos de pregrado, internos, residentes de diferentes grados, médicos) y profesionales de diferentes disciplinas (enfermería, nutrición, rehabilitación, etcétera).1,2 Esta dinámica funciona como disparador del aprendizaje significativo de todos los integrantes.
En cuanto a los docentes, podemos afirmar que no existe un perfil único a pesar de que debe contar con algunas cualidades, como el tener un rol flexible y dinámico, que le permita adaptarse a los cambios, por lo que no sólo debe tener habilidades docentes y utilizar herramientas tecnológicas, sino además aprovechar pasos de visita, sesiones, compartir bibliografías, utilizar las charlas cotidianas para facilitar el conocimiento, debe trasmitir entusiasmo y motivar a sus alumnos, también debe ser un buen médico (con criterio clínico, ético, competente, resolutivo, confiable, en una palabra ser un profesional).3
La residencia médica es un proceso de profesionalización continua para los residentes, el cual es llevado a cabo en parte en el pase de visita y en la atención directa a los pacientes, en el que se involucran no sólo parámetros como la adquisición de destrezas y conocimientos, sino también la oportunidad de realizar reflexiones sobre principios, actitudes y valores indispensables en la profesión.4 Este aprendizaje práctico genera ciertos cuestionamientos en relación con la seguridad del paciente, en el proceder ético y calidad de la atención, situación que considero que queda resuelta cuando se cuenta con un acompañamiento y supervisión adecuada, y tratándose de algún procedimiento con la práctica suficiente en simuladores.
Desde hace varios años el papel del residente, como ya mencionamos previamente, ha incrementado sus funciones al ser participe cada día más en el proceso como docentes clínicos, los cuales de acuerdo a su desarrollo y compromiso con el proceso educativo tendrán la oportunidad de supervisar, de trasmitir conocimientos, valores y actitudes que permitan el desarrollo personal y de sus compañeros, no importando el grado académico ni el lugar en la escala jerárquica, pues hoy todos los que participan en el equipo médico para la atención de pacientes, formal o informalmente, aprendemos y enseñamos,4 cerrando el círculo virtuoso de la educación.
Es de todos conocido el papel del residente como educador ante la imposibilidad que el profesor o tutor en todas sus modalidades pueda acompañar permanentemente en sus actividades a los residentes, realmente los que se acompañan en el continuo son los propios residentes, teniendo de esa forma la oportunidad de enseñar y aprender junto con sus compañeros. En diferentes foros se ha insistido sobre la importancia de preparar a los residentes como educadores para que el aprovechamiento de todas las actividades se den; sin embargo, es bien sabido que en algunos cursos de residencia esta parte de preparar a los residentes en aspectos docentes se da de manera formal por parte de las universidades y de forma informal en las propias instituciones de salud, seguramente esta última es la más común y la de mayor trascendencia y es aquí donde el profesor titular, adjunto o médico especialista que está en contacto con los residentes debe reconocer su responsabilidad y supervisar no sólo el aprendizaje científico, ni el comportamiento ante los familiares de los pacientes y los propios pacientes, sino también el desempeño con los demás miembros del equipo en el desarrollo de la habilidad y competencias como educador.
Ser médica o médico es también sinónimo de enseñar a pacientes y familiares, el tiempo ha demostrado que también es sinónimo de enseñar a iguales al compartir conocimientos y experiencias (educación médica continua) y hoy debemos tener conciencia de que la residencia es una época para formarse en esa actividad y ponerla en práctica.5,6 Los profesores deben ser ejemplo de formación y compromiso docente y por ende fomentar, orientar y enseñar para que al término de las residencias no sean sólo conocimientos, habilidades y destrezas las que identifiquen el fin del proceso de formación formal, sino que se debe incluir formal o informalmente la formación de los residentes como docentes.