Introducción
La superficie de bosques templados del estado de Chihuahua es de 7.4 millones de hectáreas, de las cuales 86 % son de uso colectivo o ejidal (Inegi, 2014). En estos bosques, la composición florística clímax está representada por especies de los géneros Pinus y Quercus, principalmente (Martínez et al., 2012). La cosecha de madera en la entidad es de 1.16 millones m3 en promedio, lo que equivale a 18 % de la producción nacional (Semarnat, 2017); estos datos destacan la importancia socioeconómica y biológica de esos ecosistemas, así como la necesidad de implementar programas de monitoreo forestal y realizar el diseño de estrategias para el manejo sustentable de los recursos naturales (Kleinn y Morales, 2002).
Antes de revisar la evolución del monitoreo en el estado es necesario puntualizar las diferencias entre el de tipo silvícola y el forestal. El primero se refiere a la colecta de información periódica para evaluar la respuesta del bosque ante la aplicación de tratamientos de manejo y cosecha (Martínez et al., 2012); mientras que el segundo, además de incluir al silvícola, incorpora la medición de indicadores que abordan la complejidad de los ecosistemas, al considerar la estructura y funcionamiento de las poblaciones, comunidades, paisajes e indicadores socioeconómicos y culturales (Palmer, 2011)
El monitoreo forestal en sus inicios se centró en conocer la cantidad y distribución de los bosques a través de indicadores de estructura de los ecosistemas, tales como la superficie forestal, composición botánica y existencias maderables con fines silvícolas (Päivinen et al., 1994; FAO, 2017). Posteriormente, con la creciente discusión sobre el caos ambiental y la incorporación de las teorías sobre sustentabilidad y cambio climático, se reconoció la necesidad de generar conocimiento sobre las funciones del ecosistema, tales como captura de carbono, producción de agua, conservación de la biodiversidad, productividad y degradación de los suelos (Bugmann y Solomon 1995; Wulder et al., 2004; Saarinen et al., 2018). En la actualidad, se le han incorporado algunas variables relacionadas con la participación social y cultural en el manejo de los bosques (FAO, 2017).
Uno de los primeros esquemas de monitoreo forestal implementado en Chihuahua fue la red de “Bosque Modelo” (Besseau et al., 2002). Este sistema tuvo influencia en México a través del establecimiento de parcelas de monitoreo en las áreas boscosas del estado en el año de 1995 (Martínez et al., 2012). A finales de la década de los 90, se impulsó el proceso de auditoría internacional para la certificación forestal del Consejo de Manejo Forestal (FSC, por sus siglas en inglés) (Ismail et al., 2011) y recientemente, el sistema Monitoreo, Reporte, Verificación (MRV) como parte del mecanismo de la Reducción de Emisiones de Gases de Efecto de Invernadero Causadas por la Deforestación y Degradación de los Bosques (REDD+) (Palmer, 2011; Plugge y Köhl, 2012).
No obstante, la historia del monitoreo forestal en Chihuahua data de mediados del siglo pasado, con el primer Sitio Permanente de Investigación Silvícola (SPIS) conocido como “El Poleo”, el cual se ubicó en el municipio Madera, en el año de 1950 con la finalidad de evaluar el efecto de diferentes intensidades de corta sobre el incremento maderable (Mas y Pahua, 1989). A este le siguieron una serie de sitios de monitoreo descritos en el presente documento, hasta el año 2002, los cuales fueron establecidos por técnicos forestales, con apoyo de diferentes dependencias (Tena, 2000; Meléndez, 2001a; Meléndez 2001b; Martínez et al., 2012;Nava-Miranda et al., 2014).
Cabe destacar que, durante los años 2007, 2013 y 2014 se delimitaron 3 669 sitios permanentes en 14 estados de la república mexicana, que incluyen los de Chihuahua, en cuyos bosques templados se localizaron 857 sitios. Este esfuerzo fue desarrollado por la Comisión Nacional Forestal (Conafor), con el apoyo de la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED) para el almacenamiento de la información en línea, mediante el sistema denominado Monafor (Nava-Miranda, 2014).
Por otra parte, la influencia de los inventarios forestales en el monitoreo de los bosques del estado de Chihuahua también ha sido importante. El primer inventario se realizó en el periodo 1961-1985, en el cual se utilizaron como referencias espaciales fotografías aéreas y muestreos de campo dirigidos sobre las principales áreas arboladas del país (SARH, 1992). Este dio pauta a que en 1991 se implementara el Inventario Nacional Forestal de Gran Visión (SARH, 1992), en el que por primera vez las áreas forestales se plasmaron en mapas escala 1: 1 000 000. En 1992, se inició el Inventario Nacional Forestal Periódico (SARH, 1994), y a partir del año 2004 el Inventario Nacional Forestal y de Suelos (INFyS) a una escala de 1: 250 000 (Conafor, 2009a). Este concluyó en noviembre de 2007, momento en que iniciaron las remediciones periódicas en 10 % de los conglomerados del INFyS a nivel nacional (Conafor, 2009a).
A pesar del interés local, regional y nacional por tener sistemas óptimos de monitoreo forestal y silvícola, son pocas las experiencias que se consideran bien documentadas para formar una base de datos confiable que permita cuantificar los crecimientos o incrementos maderables, lo cual es necesario para implementar sistemas de manejo sustentables en el ámbito local de los bosques de Chihuahua (Martínez et al., 2012). El presente documento muestra un antecedente de los SPIS establecidos en la entidad en los últimos 70 años. La información es útil para el desarrollo de proyectos que incidan en la investigación ecológica estatal, así como una evidencia histórica del monitoreo silvícola en la región.
Localización de los SPIS
La historia del monitoreo en la investigación silvícola del estado de Chihuahua evidencia que entre los años 1950 y 2004, se establecieron 346 parcelas distribuidas en 16 Sitios Permanentes de Investigación, en diferentes regiones del estado (Cuadro 1).
Nombre del sitio | Localidad | Latitud | Longitud | Núm. de parcelas |
---|---|---|---|---|
El Poleo | Mesa del Negro, municipio Madera | 29º33’3.55” | 108º 31’56.7” | 9 |
Área Experimental Madera | El Largo Madera, Zona Sur, Madera | 29°06’45” | 108°11’45’’ | 225 |
San Ignacio de Arareco | Ejido San Ignacio de Arareco, municipio Bocoyna, Chihuahua | 27º40’21.6” | 107º32’17.8” | 16 |
San Juanito | Ejido San Juanito, municipio Bocoyna | 28º0 47.7” | 107º35’44.9” | 16 |
Cusarare | Ejido Cusarare, municipio Guachochi | 27º34’49.7” | 107º28’13.3” | 16 |
Retiro y Gumeachi | Ejido El Retiro y Gumeachi, municipio Bocoyna | 27º59’5.6” | 107º40’ 54.6” | 16 |
Caseta de la Judicial | Ejido Chinatú, Guadalupe y Calvo | 26º04’50.00” | 106º45’15.00” | 4 |
Rancho del Indio | Ejido Chinatú, Guadalupe y Calvo | 26º01’15.00” | 106º46’01.00” | 4 |
Puerto El Sabinal | Ejido Chinatú, Guadalupe y Calvo | 26º01’15.00” | 106º47’55.00” | 4 |
Llano Blanco | Ejido Llano Blanco, Guadalupe y Calvo, Chihuahua | 26º03'34.0" | 106º54'28.6" | 12 |
Pista aérea del Zorrillo | Ejido El Pinito, Guadalupe y Calvo | 26º03’4.66” | 106º58’42.51” | 4 |
Las Cuevas | Ejido El Pinito, Guadalupe y Calvo | 26º05’18” | 107º00’24.4” | 4 |
Área de regeneración | Ejido El Pinito, Guadalupe y Calvo | 26º05’38.5” | 107º01’13.4” | 4 |
Ojuelos o Aguaje | Ejido Redondeados y anexos, Guadalupe y Calvo | 25º44’ | 106º51’ | 4 |
Entronque a mesa de San Rafael | Ejido Redondeados y anexos, Guadalupe y Calvo | 25º47’ | 106º47’ | 4 |
Área de regeneración | Ejido Redondeados y anexos, Guadalupe y Calvo | 25º05’ | 106º01’ | 4 |
*No se incluye la localización de 857 parcelas permanentes establecidas por la Conafor (Nava-Miranda et al., 2014); dicha información está protegida por la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED) en su página http://forestales.ujed.mx/monafor/inicio/creditos.php.
Para la integración documental de los SPIS, se realizaron revisiones de los proyectos de Sitios Permanentes de Investigación Silvícola, desde el año 1950. Se consultaron bases de datos existentes en los archivos del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias, así como en las Unidades de Manejo Forestal de las regiones Madera (0802), San Juanito (0805) y Guadalupe y Calvo, Chihuahua (0808).
En la Figura 1 se muestra la distribución espacial de los SPIS en el estado, que comprende la zona norte en el área de Madera, la centro en la región de Bocoyna y Guachochi y la del sur en el municipio Guadalupe y Calvo. En el periodo de 2013 al 2014 se implementaron 857 parcelas permanentes en diversos predios del estado, con tamaños que varían de 625 m2 (25 × 25 m), 1 000, 1 500 o 2 500 m2 en masas mixtas (Nava-Miranda et al., 2014).
Características de los SPIS en el estado de Chihuahua
Los SPIS están formados por parcelas experimentales para la colecta de información con múltiples objetivos, entre los que destaca el interés por evaluar la productividad de los bosques ante diferentes niveles de densidad o edades de los árboles.
Sitio experimental El Poleo
Se estableció en 1950, desde entonces y hasta 1980, se remidieron el diámetro normal, altura total, altura del fuste limpio y diámetros de copa de todos los árboles cada diez años, en nueve parcelas de una hectárea, cada una.
El Poleo, inicialmente, presentó dos condiciones: la denominada de viejo crecimiento, con estructuras maduras, diámetros superiores a 30 cm con escasa presencia de arbolado joven; y la condición de masas jóvenes o de segundo crecimiento, con altas densidades por unidad de superficie. En ambas, se encuentran las especies Pinus durangensis Martínez y Pinus arizonica Engelm., asociadas a diferentes taxones de Quercus spp (Manzanilla, 1993; Tena, 2000).
La estructura de las parcelas es de forma cuadrada, con 300 m por lado y una extensión de nueve hectáreas. Cada una subdividida en nueve unidades experimentales de una hectárea (100 × 100 m). En estas parcelas se aplicaron cuatro intensidades de corta (IC), con cuatro repeticiones, con la intención de evaluar el efecto de la densidad residual sobre el incremento en volumen (Figura 2). También, se evaluó el efecto de la densidad en un testigo (tratamiento sin intervención) (Mas y Pahua, 1989).
La información de volumen e incrementos para el periodo 1950-1960 muestra evidencias del efecto de la densidad residual sobre los incrementos en los primeros diez años (Cuadro 2). Se observan valores anuales mayores en las parcelas testigo, 50 % y 75 % de intensidad de corta, con 5.4, 5.2 y 4.2 m3ha-1 de volumen total árbol (vta), respectivamente; en las siguientes décadas, así como en la evaluación promedio de incremento medio anual (IMA), los tratamientos con cortas menos intensivas (A, D, E y G) mostraron menores incrementos en comparación con los tratamientos de mayor intensidad (B, H, I). Lo anterior se atribuye al efecto de competencia a través del manejo de densidades, lo cual redujo considerablemente el aumento en biomasa.
Parcela | IC % | VTA m3ha-1 e IMA en el periodo correspondiente | IMA Promedio |
||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
1950 | 1960 | IMA | 1970 | IMA | 1980 | IMA | |||
A | 25 | 217.8 | 225.6 | 0.8 | 254.0 | 2.8 | 278.0 | 2.4 | 2.0 |
B | 75 | 57.7 | 86.7 | 2.9 | 163.9 | 7.7 | 218.4 | 5.5 | 5.4 |
C | 75 | 61.4 | 103.1 | 4.2 | 144.3 | 4.1 | 173.6 | 2.9 | 3.7 |
D | 25 | 108.9 | 139.7 | 3.1 | 180.6 | 4.1 | 194.6 | 1.4 | 2.9 |
E | 0 | 178.8 | 232.4 | 5.4 | 265.7 | 3.3 | 288.7 | 2.3 | 3.7 |
F | 50 | 104 | 118.6 | 1.5 | 130.8 | 1.2 | 162.7 | 3.2 | 2.0 |
G | 20 | 148.2 | 172.3 | 2.4 | 230.3 | 5.8 | 233.6 | 0.3 | 2.8 |
H | 50 | 112.1 | 163.6 | 5.2 | 205.0 | 4.1 | 251.3 | 4.6 | 4.6 |
I | 100 | 16.3 | 17.7 | 0.1 | 81.7 | 6.4 | 144.2 | 6.3 | 4.3 |
VTA = Volumen total del árbol, IC = Intensidad de corta, IMA = Incremento Medio Anual en m3ha-1 vta; IMA Promedio = IMA para el periodo estudiado.
Sitios del Área Experimental Madera
En los años 1980 y 1981 se implementó una red de 100 sitios permanentes de investigación silvícola (SPIS), de una hectárea cada uno en el Área Experimental del INIFAP, localizada en la zona sur del ejido El Largo, Madera, Chihuahua; cuya finalidad era determinar el desarrollo de la regeneración de P. arizonica bajo diferentes tratamientos de aclareos y árboles Padre; sin embargo, estos fueron afectados por incendios en el periodo de 1991 a 1995 (Alanís et al., 2000). Después, en 1985, se establecieron 125 SPIS de forma circular, de un décimo de hectárea como parte de un sistema de monitoreo conocido como Inventario Forestal Continuo (IFC), el cual pertenece a un sistema de monitoreo del ejido El Largo.
SPIS en Bocoyna y Guachochi, Chihuahua
La red de sitios de investigación silvícola en Bocoyna formó parte del programa “Manejo integrado de los recursos naturales en un programa piloto de Bosque Modelo en la región centro de la sierra de Chihuahua”, el cual se realizó en colaboración con el Programa Internacional de Bosque Modelo, la Dirección de Desarrollo Rural del Gobierno del Estado y el INIFAP con el objetivo de mantener bajo constante monitoreo las estructuras arbóreas (diámetro normal, altura total, diámetro de la copa, además del crecimiento), con o sin tratamiento silvícola (Martínez et al.,2012).
Se consideraron diferentes condiciones de productividad del bosque (Cuadro 3) y se establecieron 64 SPIS: 16 sitios de alta productividad en el ejido San Juanito, 16 de media productividad en el ejido San Ignacio de Arareco, 16 de baja productividad en el ejido Cusarare, y 16 de muy alta productividad en el ejido Retiro y Gumeachi (Chacón y Cano, 1998).
Alta, Media y Baja productividad | Muy Alta Productividad |
---|---|
60 % | 50 % |
40 % | 40 % |
30 % | 70 % |
0 % | 0 % |
Cada tratamiento corresponde al porcentaje de aclareo aplicado en las parcelas por nivel de productividad.
Los sitios ubicados en el municipio Bocoyna, al igual que los del municipio Madera, solo cuentan con la información del establecimiento, por lo que no fue posible realizar inferencias en relación con atributos de crecimiento o de incremento.
Guadalupe y Calvo, Chihuahua
En el municipio Guadalupe y Calvo, localizado en el sur del estado de Chihuahua, se establecieron SPIS entre los años 1999 y 2000 en cuatro ejidos, para evaluar la respuesta del arbolado residual a diferentes niveles de densidad.
Ejido Chinatú
En el año 1999 se implementaron 12 parcelas en un bosque con edades entre los 30 y 60 años, con el objetivo de evaluar el comportamiento de P. arizonica y su dinámica de desarrollo (Tena, 2000; Meléndez, 2001a). El tamaño de las parcelas fue de 625 m2, se establecieron en tres clases de edad (30, 45 y 60 años), con cuatro repeticiones por clase. Cada una se dividió en cuatro cuadrantes, y se numeraron todos los árboles mayores a 7.5 cm de diámetro normal, con base en la metodología de Manzanilla, modificada por Martínez et al. (2012).
Al año siguiente, se adicionaron otras 12 parcelas experimentales con el objetivo de conocer la respuesta de crecimiento de P. arizonica en tres calidades de sitio (buena, regular y mala), de acuerdo a las condiciones de profundidad y tipo de suelo, así como a la pendiente; y calificados en función de la experiencia del técnico forestal. Se consideraron tres densidades de arbolado. En este caso, las edades fluctuaron entre 20 y 25 años. Las parcelas tuvieron una superficie de 400 m2, en las cuales se instaló un diseño experimental de cuatro tratamientos, con diferente número de árboles por hectárea: 100, 900, 1 100, y un testigo con el número de árboles en alta densidad. A cada tratamiento le correspondieron cuatro repeticiones (Meléndez, 2001a). A la fecha, no hay información de remediciones.
Ejido Llano Blanco
El objetivo de este SPIS fue evaluar el efecto de las densidades en el incremento en volumen de P. arizonica. El diseño utilizado fue completamente al azar, con cuatro tratamientos: Testigo, 1 100, 1 600, 2 500 árboles ha-1. Se establecieron tres repeticiones por tratamiento. Las parcelas fueron de forma cuadrada (10 m x 10 m), con orientación norte-sur y una separación entre sitios de 5 a 10 m. Se colectó información de los árboles con diámetro normal mayor a 7.5 cm.
En el Cuadro 4 se muestran los incrementos anuales superiores a 4 m3ha-1 vta, los cuales asumen alta productividad en la región, en comparación con los datos institucionales, ya que para bosques de coníferas y latifoliadas de México, la Comisión Nacional Forestal (Conafor) estima un incremento medio anual de 1.35 m3ha-1 vta (Conafor, 2018).
Por otra parte, los resultados evidencian que para densidades de 1 600 árboles por hectárea existen tendencias de incrementos de hasta 16.3 m3ha-1 vta. Este dato califica a la región como una de las zonas más productivas del norte de México.
Los incrementos registrados en el ejido Llano Blanco respaldan los resultados preliminares de la red de parcelas permanentes que alberga la página electrónica de la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED), los cuales incluyen crecimientos promedio para los bosques de Durango de: 6.36, 1.9, 0.47, y 1.51 m3ha-1, para los géneros Pinus, Quercus, otras hojosas, y otras coníferas, respectivamente. Además, se indica la existencia de regiones donde los incrementos podrían ser tres veces superiores (Nava-Miranda et al., 2014).
Tratamiento 32 (Árboles ha-1) |
Núm. sitio | DN1 (cm) |
DN2 (cm) |
A1 (m) |
A2 (m) |
VOL1 (m³ha-1) |
VOL2 (m³ha-1) |
IMA (VOL) (m³ha-1) |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|
1 600 | 1 | 11.6 | 12.9 | 9.3 | 10.0 | 94.64 | 126.65 | 10.38 |
2 500 | 2 | 9.9 | 11.6 | 8.7 | 9.8 | 99.95 | 120.23 | 6.58 |
Testigo | 3 | 8.7 | 9.5 | 8.2 | 8.8 | 200.57 | 215.86 | 4.96 |
1 600 | 4 | 8.7 | 10.5 | 7.9 | 8.5 | 44.09 | 50.73 | 2.16 |
Testigo | 5 | 7.1 | 8.3 | 7.8 | 8.4 | 177.19 | 174.58 | -0.85 |
1 100 | 6 | 10.5 | 12.2 | 8.3 | 9.0 | 46.86 | 63.17 | 5.29 |
2 500 | 7 | 6.5 | 7.6 | 4.9 | 5.7 | 24.37 | 12.38 | -3.89 |
Testigo | 8 | 8.3 | 9.3 | 8.1 | 8.9 | 150.70 | 122.01 | -9.31 |
1 100 | 9 | 11.9 | 13.4 | 8.7 | 9.5 | 62.54 | 84.37 | 7.08 |
1 600 | 10 | 14.3 | 16.0 | 10.5 | 11.3 | 152.70 | 202.99 | 16.31 |
2 500 | 11 | 10.6 | 11.7 | 8.7 | 9.5 | 114.62 | 151.44 | 11.94 |
1 100 | 12 | 11.4 | 12.7 | 9.1 | 9.8 | 58.66 | 76.63 | 5.83 |
DN1, DN2 = Diámetros normales promedio después del aclareo y en la remedición; A1 y A2 = Alturas totales promedio por sitio después del aclareo y en la remedición; VOL1 y VOL2 = Volúmenes por sitio después del aclareo y en la remedición (volumen total árbol (vta); IMA = incremento medio anual (periodo de 3.08 años).
Ejido El Pinito
El establecimiento de los SPIS se realizó en el año 2000, con el objetivo de conocer el crecimiento y el rendimiento de tres rodales con diferente clase de edad (joven, mediana y madura): 15-25 años, 35-45 años y 45-55, respectivamente; mediante la aplicación de diferentes densidades de aclareo. Las parcelas se ubicaron en los parajes denominados: Pista Aérea del Zorrillo, Las Cuevas y Área de Regeneración (Meléndez, 2001b).
Se eligieron tres rodales con dominancia de P. arizonica y P. duranguensis, en asociación con Pinus ayacahuite Ehrenb. ex Schltdl. y Pinus lumhotzii, con presencia de algunas especies de los géneros Quercus spp, Juniperus spp, Arbutus spp y Alnus spp.
La clase de edad joven se ubicó en el paraje El Zorrillo, con parcelas a densidades de 32, 40 y 48 árboles y un testigo con 91 individuos; la clase mediana en el paraje Las Cuevas, con parcelas de 20, 24, 28 árboles y 38 árboles como testigo; mientras que, la clase de edad madura se estableció en el paraje Área de Regeneración, con densidades de 8, 12 y 16 árboles y 42 árboles en el sitio testigo. Actualmente sólo existe información de su establecimiento.
Ejido Redondeados
En el año 2000 se implementaron 12 parcelas experimentales, con el objetivo de conocer el efecto de la densidad en masas jóvenes. El establecimiento de los SPIS se hizo en forma dividida en tres parajes conocidos como Ojuelos o Aguaje, entronque a la Mesa de San Rafael y Rancho de Carlos. En cada uno se localizaron cuatro sitios de 2 500 m2, en forma de cuadros de 50 m por 50 m, en los cuales se aplicaron cuatro tratamientos de densidad residual: 20, 32, 42 árboles y un testigo con 52 árboles. En la actualidad, este sitio está administrado por personal técnico del ejido, quien continúan los procesos de remedición.
Los Sitios Permanentes de Investigación Silvícola existentes en el estado de Chihuahua se están retomando para continuar con el proceso de monitoreo. La información presentada en el presente documento muestra un antecedente del monitoreo silvícola adicional al que realizan los profesionales forestales para la elaboración de los programas de manejo con fines de aprovechamiento, y a los esfuerzos que llevan a cabo algunas dependencias con fines específicos de conservación o protección.
Discusión
Las decisiones más acertadas para el uso, manejo y conservación de los recursos forestales están sustentadas en los resultados del análisis de series de datos confiables aportadas por el monitoreo forestal, el cual basa su calidad en la definición clara de su escala y objetivos; no obstante, cualesquiera que sean estos, el monitoreo forestal suele ser un proceso costoso, sobre todo, por el involucramiento de personal científico o técnico altamente calificado (Palmer, 2011).
Los SPIS del estado de Chihuahua representan una buena referencia del monitoreo forestal en el norte de México. Sin embargo, es evidente que ese sistema ha cumplido de manera parcial su objetivo, debido a la interrupción en la colecta periódica de información, situación que se puede relacionar con las carencias de financiamiento, falta de operación de proyectos de largo plazo y escaso involucramiento de los pobladores locales o de los dueños de los bosques.
En años recientes, se ha intensificado el esfuerzo para el establecimiento de Parcelas Permanentes de Investigación Silvícola en México, que incluyeron 857 parcelas en Chihuahua, como parte de una estrategia de monitoreo implementada por la Conafor (Nava-Miranda et al., 2014). La información de las mediciones y remediciones de esos sitios, establecidos en la última década, se encuentra almacenada en una base de datos llamada: Monitoreo Nacional Forestal (Monafor), la cual se hospeda en la página principal de la Universidad Juárez del Estado de Durango (http://forestales.ujed.mx/monafor/inicio/).
Por otra parte, en el ámbito internacional se ha sugerido abordar la colecta de información, a partir del esquema denominado community-based/locally based monitoring o Monitoreo Local Comunitario (Danielsen et al., 2005; García y Lescuyer, 2008, Conafor, 2009b). Este monitoreo involucra la participación de los dueños y usuarios locales de los bosques, con la participación de los pobladores, tanto en la decisión de que indicadores medir como en la colecta periódica de los datos (Danielsen et al., 2009).
Este tipo de intervención local ha sido muy aceptada por el sistema MRV del mecanismo REDD+; asimismo, es considerado parte esencial de la gobernanza ambiental y como una salvaguarda para la gestión de los bosques (Palmer, 2011; Skutsch, 2011).
El Monitoreo Local Comunitario se ha implementado en el estado de Oaxaca, en el sur de México, a través del sistema conocido como Silvicultura Comunitaria (Barton y Merino, 2005). Sin embargo, en Chihuahua, ha sido difícil de introducir, probablemente, por las formas de organización social y la interpretación de los derechos y obligaciones de las poblaciones locales en el uso, manejo y conservación de los recursos naturales.
En los ámbitos nacional e internacional existe un creciente interés por la colecta de información para generar estrategias para frenar la degradación de los ecosistemas, cuidar la biodiversidad y sostener la producción de bienes y servicios, así como por evaluar la participación social en el manejo de los bosques (FAO, 2017). Entre estas iniciativas destaca el Sistema MRV del Mecanismo REDD+ (Plugge y Köhl, 2012) y los mecanismos de certificación, nacionales o internacionales (Ismail et al., 2011), los cuales han impulsado el establecimiento de sitios de monitoreo con múltiples objetivos, que incluyen variables no solo ambientales, sino también sociales y económicas.
En lo referente al diseño de las parcelas permanentes de investigación silvícola o forestal en el estado de Chihuahua, en sus inicios, el establecimiento de Sitios Permanentes de Investigación Silvícola se basó, principalmente, en la metodología propuesta por Manzanilla en 1993. Dicho formato lo han retomado algunos investigadores, quienes han adaptado el sistema de monitoreo a las condiciones actuales de los bosques y a las nuevas necesidades de información (Corral-Rivas et al., 2009). Además, también se tiene la estructura de los conglomerados del INFyS, con sitios circulares y subparcelas para medir la vegetación mayor y menor, la regeneración, así como las características del suelo y de los combustibles. Este diseño posee una base de datos de alto valor para el conocimiento de los ecosistemas forestales de México (Conafor, 2018).
Cabe destacar, que para referirse al monitoreo silvícola y forestal en el norte de México es recomendable considerar el sistema de monitoreo establecido en el estado de Durango, cuyos datos se pueden consultar en el sistema Monafor. A partir de este esfuerzo digital, se ha iniciado un proceso de remediciones, que ha permitido identificar información relevante en relación con los incrementos maderables y que se hayan generado herramientas para el manejo silvícola, como guías de densidad y ecuaciones de crecimiento de las estructuras del arbolado, así como la validación de los sistemas de planeación para el manejo de los bosques de la región (von Gadow et al., 2016; Corral-Rivas et al., 2019; Quiñonez-Barraza et al., 2018)
Por otra parte, el uso de sensores remotos, en el ámbito internacional se ha convertido en una herramienta de fácil acceso y con alta confiabilidad para el monitoreo de los bosques (De León et al., 2014; Saarinen et al., 2018). Entre las principales variables posibles de monitorear a través del uso de sensores remotos están la pérdida de cubierta forestal, la fragmentación de los bosques, la captura de carbono, incendios y plagas forestales, así como los cambios en el uso del suelo (Banskota et al., 2014).
Tanto el monitoreo local comunitario, como el uso de herramientas geoespaciales como los sensores remotos son elementos que permitirán implementar un sistema de monitoreo forestal moderno e incluyente, el cual favorecerá que la sociedad tenga un mayor acceso a los recursos forestales y desarrolle herramientas más efectivas de acuerdo con la complejidad biológica, cultural y socioeconómica de la actividad silvícola en los ecosistemas.
Conclusiones
Desde 1950 se iniciaron los esfuerzos para el establecimiento de un sistema de monitoreo silvícola en el estado de Chihuahua. En el periodo 1950-2002 se implementaron 346 SPIS y en años recientes (2013 y 2014) se ubicaron 857 más en diversos predios del estado. No obstante, la política forestal y la toma de decisiones a nivel local no ha sido asertiva en el proceso de remedición de dichas parcelas, ya que en la mayoría de ellas solo se tiene información de su establecimiento, lo cual frustra los objetivos del monitoreo.
La falta de financiamiento ininterrumpido puede ser un factor importante para limitar el monitoreo, por lo que se podrían incorporar alternativas, como el monitoreo comunitario y el uso de herramientas modernas, sensores remotos, para asegurar la colecta continua de información.
Para el sitio El Poleo se estimaron incrementos promedio de hasta 5.4 m3 ha-1 de volumen total árbol, mientras que para el sur del estado en el ejido Llano Blanco fueron de hasta 16.3 m3 ha-1 VTA. Estos datos no han sido documentados con anterioridad, y muestran el alto potencial de incrementos maderables que se tienen en los bosques del estado.
El monitoreo realizado en el estado de Chihuahua en el periodo considerado se ha enfocado en la evaluación del incremento y crecimiento en biomasa de los árboles, en función de la aplicación de tratamientos de cosecha; por lo que se sugiere incorporar sistemas de monitoreo que involucren indicadores de función de los ecosistemas, así como variables socioeconómicas y culturales.