Introducción
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y las conclusiones del 6° Foro Mundial del Agua afirman que la crisis del agua que enfrentan las sociedades actuales es una crisis de gobernanza (proceso de toma de decisiones, poder y autoridad) (Martínez y Reyna, 2012) que afecta principalmente a las personas que viven en situación de pobreza y, aún más, a las mujeres, pues “la gobernanza del agua no es neutra al género, dado que mujeres y hombres tienen acceso, uso, manejo y control diferenciado del agua” (Soares, 2012: 189).
Una buena gobernanza del agua se caracteriza, entre otros factores, por ser sensible al género y poner en el centro de sus metas los derechos de las mujeres (Brody, 2009; Soares, 2012). Para ello, es necesario identificar, describir y analizar el papel que ellas desempeñan en la toma de decisiones de los recursos hídricos, considerando específicamente cómo las distintas sociedades asignan atributos sociales, económicos y culturales a hombres y mujeres, lo que puede favorecer una gobernanza del agua sensible al género, y el desarrollo pleno y efectivo de las mujeres en la misma (GWP, 2000).
Cabe precisar que la participación femenina en la gobernanza del agua pone en evidencia cómo las desigualdades de género refuerzan las estructuras patriarcales que frenan, de diferentes maneras, el acceso de las mujeres a puestos o cargos de representatividad (Bonfil et al., 2008). Ciertamente, la desigualdad de género en el ámbito político (comunitario, municipal, estatal y federal) ha implicado diversos obstáculos y problemas para el acceso femenino a cargos públicos.
Sin embargo, en la actualidad, el espacio local ha resultado privilegiado para que las mujeres incursionen en procesos de representatividad y participación en la toma de decisiones dentro de los espacios públicos, lo que constituye una expresión del proceso de democratización en todas las entidades y ámbitos de toma de decisiones en el país (Barrera, 2015). En este artículo se analiza la participación del género femenino en la autogobernanza del agua, en el contexto de comunidades originarias con fuerte arraigo a los usos y costumbres.
Al respecto, en diferentes países donde existe información sobre la participación femenina y los sistemas de gestión hídrica local (Zambia, Nepal, Guinea-Bisáu, Vietnam, Burkina Faso, Tanzania, India), se llega a la misma conclusión: los hombres son quienes toman las decisiones sobre el agua y las mujeres están prácticamente excluidas de la participación en la gestión hídrica de estos sistemas, lo que responde a la lógica de dominación del género masculino y a la vigencia de los roles hegemónicos de género, en los cuales al ámbito femenino le corresponde lo doméstico y la esfera masculina se dirige a lo público (Kauffer y García, 2003).
En América Latina, la participación femenina en los sistemas de autogestión comunitaria del agua también es compleja, pues está determinada por la diversidad cultural de cada país, el derecho consuetudinario (usos y costumbres), el marco institucional (donde los derechos de agua pueden estar ligados a los derechos de la tierra), los roles de género, las cosmovisiones comunitarias y las características socioeconómicas y agroambientales de cada comunidad (Vera, 2007). Lo anterior muestra que no se puede hablar de una forma generalizada sobre la participación femenina en la gestión hídrica comunitaria, sino que es necesario definir a qué mujeres se refiere cada estudio y contextualizar el binomio género-agua en cada caso (Meade, 2010).
En México, pese a que existen estudios que dan cuenta de las diferencias de género en el uso, abasto, manejo, gestión, percepciones y aprovechamiento de los recursos hídricos (Buechler y Zapata, 2000; Benez et al., 2010; Contreras, 2011; Anastacio et al., 2014) son escasas las investigaciones sobre el tema de la participación femenina en los Comités Comunitarios de Agua Potable (CCAP). Entre ellas destacan los estudios realizados en Chiapas por Soares (2005 y 2009), Gutiérrez et al., (2013) y Kauffer y García (2003). Este último estudio muestra con claridad las dificultades que han tenido las mujeres para acceder a ciertos cargos dentro de estos comités en la entidad, pues de los 1 129 comités con un registro de 5 645 cargos, sólo 56 mujeres participaron en 47 comités (equivalente al 1%) y los cargos que ocuparon fueron de vocal (49.6%), tesorera (36.6%), secretaria (9.8%) y presidenta (4%).
De igual forma, Brenda Rodríguez (2012) encontró que de los 556 CCAP existentes en Tabasco, con un total de 3 336 cargos, el 61% fueron ocupados por hombres y 26% por mujeres; ocupando el cargo de presidenta el 19.8%. Finalmente, Julieta Campuzano (2015) estudió los Comités Comunitarios de Agua Potable de Toluca (CCAPT) en el Estado de México, revelando la reciente participación femenina en sus estructuras, así como en los Consejos de Vigilancia, que son instancias comunitarias alternas vinculadas a los Comités de Agua, cuya función es supervisar y revisar la transparencia y rendición de cuentas de los CCAPT.
Entonces el propósito de este estudio es visibilizar cómo la participación femenina en los CCAPT puede aportar elementos importantes al debate sobre los procesos de democratización en la gobernanza del agua a nivel comunitario, entendiendo a ésta como la capacidad de autogobernarse o de ejercer autodeterminación y donde participan todos los autores involucrados en el nombramiento de autoridades (gestores con derechos y obligaciones), en la elaboración de acciones y en la toma de decisiones para defender un bien común (agua), de manera responsable, organizada y pacífica, que no ponga en riesgo la convivencia humana (Palerm, 1993; Salazar y Woldenberg, 2008; Bernal, 2017; Cap-Net, 2008; Aguilar e Iza, 2009; Brody, 2009; Martínez y Reyna, 2012). Para ello, se llevó a cabo un estudio de corte cualitativo con 26 mujeres que participan en 15 CCAPT.
Sistemas sociales y autogobernanza comunitaria del agua
Los CCAP forman parte de sistemas sociales mayores tales como el Sistema de Parentesco Patrilineal y Patrilocal (SPPP) y el Sistema de Cargos (SC),1 los cuales determinan la participación de hombres y mujeres en el uso, acceso, manejo y control de los recursos hídricos en las comunidades originarias (Romero, 2009).
El SPPP consiste en el hecho de nacer y vivir en la comunidad paterna o, en el caso de las mujeres, residir en la comunidad de su esposo, al tiempo que establece las relaciones sociales que determinan la organización geográfica y social de la comunidad, así como los derechos, obligaciones y roles de género (González, 2005). Adquirir todas esas responsabilidades resulta ser un requisito primario para que un miembro de la comunidad pueda participar en el SC (Sandoval, 2005).
En el SPPP, el género masculino ostenta y ejerce el poder, autoridad y dominio del grupo doméstico, así como en las estructuras sociales comunitarias (Sandoval, 2005) y tiene el derecho de heredar la tierra (terrenos familiares), con lo que garantiza el dominio de un espacio territorial vía el matrimonio (virilocalidad y patrilocalidad) y el uso colectivo del linaje (Robichaux, 2004; González, 2005). Además, le corresponde la propiedad de los recursos naturales y productivos de la comunidad, por lo que son los propietarios y titulares de las tomas de agua en la unidad doméstica. Estos derechos también les exigen compromisos y deberes sociales con la comunidad, tales como asistir y participar en la Asamblea General Comunitaria (AGC), participar en el sc, colaborar en los tequios y aportar las cooperaciones que requiera la comunidad (Ruiz, 2006). Aunado a ello, el SPPP instituye que los principales roles masculinos son proveer el ingreso familiar, representar los intereses del grupo doméstico, sostener la autoridad masculina -como jefes de familia- y reproducir el linaje (Robichaux, 2004; González, 2005; Sandoval, 2005; Ruiz, 2006).
En cambio, la construcción del género femenino en el SPPP establece que las mujeres quedan excluidas de heredar los terrenos familiares (Rodas, 2000; González, 2005), salvo en determinadas excepciones. Cuando las mujeres contraen matrimonio deben ir a vivir a la casa de su esposo, donde la comunidad refuerza y legitima la identidad de cuidadoras que ya venían adquiriendo desde niñas, pero ahora en otro hogar, al cuidar al esposo, hijos, parientes políticos y patrimonio ajeno (Vizcarra y Marín, 2006), así como ser las cuidadoras de la comunidad y de sus recursos (González, 2005), entre ellos el agua comunitaria (Anastacio et al., 2014). Asimismo, ellas deben participar en las actividades que demande el SC de la comunidad donde habiten (Robichaux, 2004). En caso de que las mujeres no cumplan con este orden establecido o bien deseen participar en el SC, resulta común que la comunidad ejerza mecanismos de presión social a través del chisme (comentarios, rumores, habladurías) para demeritar su prestigio y honor, inhibiendo o coartando así su interés o posibilidad de participar en el SC (Romero, 2009).
Bajo el SPPP, el SC es la principal institución organizativa de la comunidad en la cual se toman las decisiones político-administrativas de interés común, entre ellas el sistema de autogestión comunitaria del agua, con base en el derecho consuetudinario (DC) (Romero, 2009). Las principales funciones del SC en la organización social comunitaria son preparar, formar y probar nuevos líderes comunitarios para su desempeño en los cargos de mayor jerarquía; formar valores (servicio social, bien común, trabajo en equipo, cooperación), y mantener el orden en la comunidad (Romero, 2009; Korsbaek y González, 2005). Los cargos que conforman el SC son de tipo cívico y religioso. Los primeros están relacionados con la administración, control y uso del agua, el cuidado de los bosques, el nombramiento de la autoridad ejidal, la conservación y mantenimiento del panteón, y el cuidado de las escuelas y canchas deportivas. Los segundos atañen directamente al ámbito religioso y su mayor influencia es en las fiestas patronales (Sandoval et al., 2002). La participación comunitaria en el SC se da de forma intercalada y ascendente (Figura 1).
Participar en el SC es un derecho y una obligación comunitaria (Korsbaek y González, 2005). Quienes participan obtienen prestigio social por haber servido a la comunidad, empoderándoles al interior de la misma. Cuando un miembro de la comunidad ha logrado desempeñar los cargos de mayor importancia, es considerado como principal, lo que significa que debe ser consultado para la toma de decisiones en todo lo concerniente a la vida comunitaria. Uno de los requisitos para que un miembro de la comunidad pueda participar en el sc es ser una “persona sensata”, es decir, estar casado. En el caso de los hombres, éstos deben tener, en el desempeño de sus cargos, una esposa, madre o hija que se encargue de las tareas reservadas al género femenino, haber procreado hijos y cooperar para las fiestas (Montiel, 2002). En el caso de las mujeres, éstas deben estar casadas para aparecer acompañadas o como compañeras de un hombre; su condición, generalmente, es de esposas, y como tales, cuando sus parejas ocupan un cargo son identificadas en función de su estado civil y el cargo de sus maridos (Sandoval et al., 2002).
Si bien estas estructuras sociales resultan severas y excluyentes -ya que, históricamente, la participación comunitaria en el sc ha privilegiado al género masculino en tanto que “ellos llevan el cargo y ellas la carga” (Sandoval, 2005)- en las últimas décadas se han identificado diversos procesos que favorecen una mayor participación de las mujeres en el sc. Estos procesos se asocian al incremento de la migración masculina, al aumento en los niveles de escolaridad de las mujeres y de su incorporación al mercado de trabajo remunerado, y a la difusión de políticas de equidad de género. Si bien dichas políticas sociales no han significado el abandono de los roles asignados a las mujeres -como los cuidados antes descritos (Vizcarra, 2014)-, han favorecido que en algunas comunidades originarias las mujeres tengan mayor participación en el SC y en la gobernanza del agua.
Empoderamiento y rasgos de identidad femenina
Cabe precisar que la gobernanza tiene implícitas relaciones de poder entre quienes deciden y quienes no -generalmente en desventaja del género femenino-, las cuales determinan el acceso y control de los recursos (García, 2003). De aquí que el proceso de empoderamiento (acceso a las fuentes de poder y mayor participación en la toma de decisiones), resulta un concepto útil para analizar la distribución y reajustes del mismo poder en las relaciones de género (Casique, 2010) para resguardar los recursos hídricos comunitarios.
Si bien identificar las características y procesos del empoderamiento femenino sigue siendo un tema de debate en los estudios de género (Pérez y Vázquez, 2009), para los fines de este estudio resulta útil mencionar aquellos procesos que favorecen el acceso o permanencia femenina en los CCAP, tales como la falta de integridad por parte de algunos hombres en la gobernanza comunitaria del agua, la migración laboral masculina, el rol femenino de principal usuaria del agua y los rasgos de identidad femenina asignados históricamente y por la comunidad.
La falta de integridad en la gobernanza comunitaria del agua dentro de la gestión de algunos hombres se vincula con la falta de identidad y probidad, es decir, con el hecho de que ciertos varones no se han apropiado ni han puesto en práctica los valores establecidos por la comunidad (bien común, solidaridad social, reciprocidad y trabajo colectivo). Este hecho puede explicarse por la constante interacción de los hombres, sea por motivos laborales o porque desempeñan un cargo cívico que conlleva entablar relaciones estrechas con los distintos órdenes de gobierno, con instancias donde prevalecen los intereses individuales en perjuicio de las convicciones de la comunidad. En cambio, las mujeres generalmente mantienen y alimentan los valores y convicciones de la comunidad, lo que ha beneficiado su empoderamiento en la gobernanza del agua (Romero, 2009).
Por su parte, la ausencia masculina por motivos laborales (ocasional, periódica, temporal o permanente),2 otorga a las mujeres nuevos e importantes papeles dentro de la unidad doméstica y en la comunidad. En algunos casos, son ellas quienes deben tomar las decisiones cotidianas de trabajo, convirtiéndose -hasta cierto grado- en las jefas de las familias y de las comunidades, aunque en ocasiones sin contar con reconocimiento social (González, 2005). En otros casos, con el permiso de sus esposos, las mujeres los representan cuando éstos no se encuentran en la comunidad y desempeñan los cargos cívicos o religiosos que la comunidad les otorgó inicialmente a ellos.
De esta manera, las mujeres mantienen el prestigio social del migrante y la figura de autoridad en muchos hogares. Esta autoridad se ejerce incluso a la distancia, al ser consultados los hombres por teléfono sobre las decisiones que se deben tomar en la comunidad, con lo cual, aun desde lejos, se informan, opinan y deciden (Vizcarra et al., 2009). En otras palabras, se trata de un “ahí te encargo el cargo”, siempre y cuando no desaparezca la estructura que da sustento al predominio masculino (Sánchez et al., 2010). No obstante, los nuevos papeles que desempeñan las mujeres son un paso importante para el proceso de empoderamiento femenino a nivel individual y colectivo en la gobernanza del agua.
Respecto al rol femenino de ser la principal usuaria del agua, éste se ha circunscrito al ámbito de la reproducción, ya que las mujeres son las responsables de proveer y manejar el agua al interior de la unidad doméstica (lavar, cocinar, limpiar, cuidar de la salud e higiene propia y de la familia), criar animales pequeños, cultivar la tierra para obtener alimentos y colaborar en actividades productivas (Carrasco, 2009; Soares, 2009). En cambio, los roles masculinos se enfocan al ámbito productivo, es decir, al riego a mayor escala, cría de animales más grandes, producción y prestación de servicios (Carrasco, 2009). En este contexto, pese a que las mujeres son quienes más utilizan el vital líquido y de manera cotidiana, son las que menos participación tienen en la gobernanza de los recursos hídricos comunitarios. Sin embargo, el hecho de que ellas sean las responsables de resolver los problemas que se suscitan cuando hay carencia de agua o la prestación del servicio de agua potable es ineficiente -en tanto que son las más afectadas en sus actividades y roles cotidianos-, ha influido para que algunas de ellas tengan la voluntad de colaborar o acceder a la gobernanza de los CCAP, y así exigir su derecho al agua y a una buena calidad en el servicio de agua potable (Vaughan, 2010).
Diversos estudios señalan rasgos que construyen un ideal de identidad femenina, entre ellos que las mujeres tienden a ser más transformacionales en su forma de dirigir, presentan mayor interés por los demás y mayor sensibilidad social, así como inclinación hacia el cuidado, la responsabilidad, la valoración de la colaboración y el ser más democráticas (Cuadrado, 2004). Díaz-Loving et al. (2001) sostiene que las mujeres suelen trabajar bien en equipo y ser más protectoras, trabajadoras, respetuosas, ordenadas, sociables, cooperadoras, comunicativas e íntegras que los varones, así como que generan mayor empatía y comunión emocional con su entorno social y tienden a tener una visión más horizontal del poder en comparación con los hombres. GWA (2010) por su parte apunta que las mujeres empoderadas que participan en la toma de decisiones tienden a contribuir en la lucha contra la corrupción.
Estos rasgos estarían en función del sistema de valores que las mujeres aprenden desde la unidad doméstica y que, posteriormente, reproducen en la comunidad y en los cargos que desempeñan en la misma (González, 2005). Cabe señalar que el sistema de honor y justica depende principalmente de cada comunidad, su marco histórico y contextual, su sistema de valores, los roles de género dominantes, las formas de acceso al poder y el control de los recursos (Mercado y Hernández, 2010). Dicho sistema también establece diferentes sanciones para hombres y mujeres. Así, cuando algún hombre comete una falta hay más tolerancia, mientras que la sanción para las mujeres ante actos similares puede ser la represión social constante y la exclusión de la comunidad (Romero, 2009; Luján et al., 2013). Consideramos que esto influye para que dichas mujeres se apropien, mantengan y pongan en práctica los rasgos y valores que la comunidad les ha asignado por razón de género, los cuales en contextos determinados favorecen su empoderamiento en la gobernanza de los CCAP, como se observará más adelante. Ahora bien, los rasgos idealizados a un género y a otro sólo son eso, “ideales”; lo que de ninguna manera excluye que tanto hombres como mujeres pueden realizar acciones para conseguir propósitos de su propio interés.
Toluca y la gestión de sus recursos hídricos
En 2015, el municipio de Toluca, capital del Estado de México, ocupó el cuarto lugar entre los municipios más poblados de la entidad, con una población de 873 536 habitantes. A través de su historia, este municipio ha tenido un crecimiento demográfico de gran intensidad, sobre todo a partir de 1960, debido a las altas tasas de natalidad y a la inmigración, resultado del proceso de industrialización del Estado de México, que lo convirtió en un importante centro de atracción poblacional. Actualmente, cuenta con una de las tres zonas industriales más importantes del país, y la distribución de su población es del 94% en la zona urbana y 6% en la zona rural.
Las funciones político-administrativas en Toluca se llevan a cabo a partir de una división territorial que comprende una cabecera municipal (Toluca de Lerdo), 47 delegaciones y 38 subdelegaciones, las cuales a su vez están constituidas por comunidades. Destaca que casi la mitad de las delegaciones (24) tienen presencia indígena de continuidad histórica, fundamentalmente de origen otomí (Campuzano, 2015). Esto se debe a que Toluca forma parte de la macroárea cultural de Mesoamérica, donde los grupos étnicos de origen antiguo (otomíes, mazahuas, tlahuicas y nahuas) continúan presentes y se caracterizan por llevar a cabo prácticas de autogestión de sus recursos naturales, entre ellos el agua, con base en el DC (Romero, 2009).
El sistema hidrológico de Toluca -con excepción de su punto más al sur-, pertenece a la región hidrológica Lerma-Chapala-Santiago, coincidiendo fundamentalmente con la Cuenca Alta del Río Lerma (CARL). Contiene a los ríos Lerma, Xicualtenco o Verdiguel, el río Tecaxic, cinco manantiales, 101 pozos que abastecen a la zona urbana y rural, 24 arroyos de corrientes intermitentes, 61 bordos, dos lagunas, dos acueductos y 20 presas de almacenamiento (PDM, 2009-2012).
La prestación del servicio público de agua potable en Toluca tiene dos modelos de gestión. El primero es el gubernamental, mediante una unidad auxiliar administrativa del ayuntamiento que corresponde al organismo operador descentralizado, denominado Organismo de Agua y Saneamiento de Toluca (OAYST), cuyas funciones son operar, administrar, rehabilitar y ampliar los sistemas de agua potable y alcantarillado en el municipio. Este modelo de gestión se sustenta en el artículo 115 constitucional, el cual establece que corresponde a los gobiernos municipales, sea de forma directa e indirecta, la prestación de los servicios públicos municipales, entre ellos los de agua potable, drenaje, alcantarillado, tratamiento y disposición de aguas residuales (Gómez, 2013). Actualmente, el OAYST atiende, según cifras oficiales, aproximadamente al 75% de la población del municipio, administra y opera 84 pozos (37 ubicados en zonas urbanas y 47 en zonas rurales) y hace uso de una toma del sistema Cutzamala, cuyo suministro es de alrededor de 0.66 metros cúbicos por segundo que se reparte a toda la población de Toluca (PDM, 2009-2012).
El segundo modelo de gestión del agua es el independiente y autogestivo, es decir, se da través de los sistemas de autogobernanza del agua, denominados Comités Comunitarios de Agua Potable de Toluca (CCAPT), los cuales, de acuerdo con Campuzano (2015), administran más del 51% del agua potable de la población toluquense. Este modelo de gestión se sustenta en el dc (usos y costumbres) y en los artículos 2 y 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, los cuales reconocen y garantizan el derecho de las comunidades originarias a la libre determinación y autonomía para acceder al uso y disfrute preferente de los recursos naturales de los lugares (ejidos) que habitan y ocupan (Anzures, 2016).
Comités Comunitarios de Agua Potable de Toluca
Los Comités Comunitarios de Agua Potable (CCAPT) son organizaciones sociales comunitarias, constituidas y regidas por las AGC, para administrar, manejar y gestionar los recursos hídricos comunitarios. Estas organizaciones, a su vez, están insertas en el SC, el cual también se vincula con el SPPP (Estrada y Franco, 2004).
Los orígenes de los CCAPT datan de la década de 1930 con la perforación de cinco pozos y de tres más en la década de 1950 (Anzures, 2016), uno de los cuales corresponde al CCAP de Santa María Totoltepec (Campuzano, 2015). Posteriormente, en las décadas de 1960 y 1970, los tres órdenes de gobierno (federal, estatal y municipal) realizaron inversiones en los sistemas de agua potable y alcantarillado de Toluca, mismos que fueron entregados a las delegaciones del municipio para su operación y mantenimiento; de esta manera, pasaron a control de las comunidades, las cuales los acogieron bajo el SC. Finalmente, en 1999, se fundó el último CCAPT. Este proceso histórico (1930-1999) muestra cómo los CCAP “no son estructuras del pasado, ni reminiscencias sociales, ni consecuencias del retraso cultural, [sino que] siguen existiendo porque sus funciones son contemporáneas” (Wolf, 1981: 94). Actualmente, en Toluca existen un total de 27 CCAP, localizados en 24 delegaciones del municipio (Campuzano, 2015).
Las características predominantes de los CCAPT son las siguientes: a) tienen una estructura de tipo piramidal (presidente, secretario y tesorero); b) los periodos administrativos son comúnmente de tres años;3 c) los candidatos a participar en éstos, generalmente, deben haber participado de forma previa en el sc; d) los integrantes son electos en la Asamblea General Comunitaria (AGC) por votación abierta y por mayoría de votos, o mediante procesos definidos por ésta (votación de planillas); e) la AGC es la máxima autoridad de los CCAPT y en éstos se manda obedeciendo a la AGC; f) ya conformado el comité, éste aplica las reglas de acceso, uso y control del agua que se distribuirá a las viviendas, y g) sus integrantes regularmente son hombres (representantes del grupo doméstico) que no reciben ningún sueldo o remuneración monetaria (Korsbaek y González, 2005; Romero, 2009; Campuzano, 2015).
Estructuras de los Comités Comunitarios de Agua Potable de Toluca
Según Campuzano (2015), existen trece tipos de estructuras en los CCAPT, de las cuales la más común, porque se encuentra en el 44% de éstos, es la “estructura piramidal”, conformada por tres cargos: presidente(a), secretario(a) y tesorero(a); el primero en la cima y los dos restantes en la base de la jerarquía. El cargo de presidente/presidenta es el de más alto nivel de jerarquía, concentrando mayor poder en la toma de decisiones al interior de los comités. Sus principales funciones son representar al comité ante la AGC y ante las autoridades de gobierno; tomar decisiones y ejecutar los acuerdos de la AGC; gestionar y resolver los conflictos hídricos en la comunidad (en algunos casos la defensa del agua ante actores externos gubernamentales o de la iniciativa privada); así como organizar, coordinar, dirigir y vigilar las actividades necesarias para una efectiva prestación de los servicios de agua potable en la comunidad (Campuzano, 2015; Anzures, 2016).
El cargo de secretario/secretaria tiene como principal función elaborar, revisar, organizar y actualizar los documentos de los Comités de Agua. Al cargo de tesorero/tesorera o cobrador/cobradora, le corresponde la función de administrar los recursos económicos del comité: cobrar, elaborar informes de caja, adquirir equipo para dar mantenimiento al sistema hidráulico de la comunidad y pagar servicios (luz, teléfono). Finalmente, algunas de las funciones de los cargos de suplentes y vocales son suplir o reemplazar a los titulares o propietarios de las estructuras del Comité y apoyar en las actividades que requiera el mismo (Campuzano, 2015; Anzures, 2016). Cabe mencionar que las funciones que corresponden a cada cargo están relacionadas con el tipo de estructura de los comités. Así, en los casos donde el tipo de estructura es horizontal, el total de sus integrantes desempeñará todas las funciones que competen a los mismos.
Los requisitos más importantes para que un miembro de la comunidad pueda ocupar un cargo en las estructuras de los CCAPT son nacer y vivir en la comunidad o, en el caso de las mujeres, haber contraído matrimonio con un hombre oriundo de la misma; ser una persona sensata (casada); en algunos casos, ser mayor de 25 años; profesar la religión católica; acreditar ser titular de una toma de agua domiciliaria; estar al corriente con el cumplimiento del pago de sus cuotas por el servicio de agua potable; ser una persona de reconocida y honorable reputación, y ser electo en AGC o mediante el procedimiento establecido por ésta.
Metodología
Este estudio se basa en el enfoque cualitativo y descriptivo. Se obtuvo información de primera mano mediante trabajo de campo etnográfico, realizado de septiembre de 2014 a abril de 2015, en 23 comunidades del municipio de Toluca, Estado de México. Las dos principales técnicas de investigación aplicadas fueron entrevistas a profundidad e historias de vida. Ambas permitieron identificar la participación y experiencias femeninas en las estructuras de los CCAPT.
Se visitaron 23 CCAPT, de un total de 27 que existen en Toluca. Se entrevistaron a 26 mujeres que participaron/participan en las estructuras de los CCAPT, mediante una guía de entrevista semiestructurada de 20 preguntas abiertas, y a todas ellas se les hicieron historias de vida de forma diádica, es decir, cara a cara y sin intermediarios.4 Con la información y datos obtenidos se elaboró un mapa de ubicación de los CCAPT con y sin participación femenina en sus estructuras, y tablas de organización y concordancia de los cargos que han desempeñado/desempeñan las mujeres en las estructuras de los CCAPT.
Resultados
Al igual que el SPPP y el sc, los CCAPT también se han flexibilizado y adaptado a múltiples factores socioculturales, políticos, económicos y ambientales, favoreciendo la participación y acceso femenino a sus estructuras y en este sentido a la gobernanza del agua. Así, en el año 1988, fue electa por primera vez una mujer para participar como integrante de la estructura de un CCAPT de Tlachaloya, Barrio de San José Buenavista “El Chico”; dos años más tarde fue electa la segunda mujer (1990) en San Felipe Tlalmimilolpan. Desde entonces, ambos comités tienen una participación femenina constante en sus estructuras, y son los dos únicos casos donde mujeres han permanecido en sus cargos por periodos de tiempo prolongando (aproximadamente una década), ya sea de forma continua o alternada, gracias al prestigio social que la comunidad les ha otorgado por su servicio a la misma y por su integridad mostrada en la gobernanza, tal y como se observa en un fragmento de testimonio de la primera mujer que se integró a un comité:
Mujer 12. La gente [Asamblea General Comunitaria] elige a las personas... Y a mí me volvieron a elegir… Yo no quería, pero como he entregado buenos cortes de caja... lo que se juntó y lo que se gastó uno… A mí, el señor pocero me firma de cuánto [dinero] le di. Y si hay obra yo tengo notas firmadas, no nada más así… Yo les he dicho que hay que ser honestos y no defraudar la confianza que nos tienen en el pueblo.
Desde esa primera ocasión de 1950 al 2015, se identificó que de los 27 CCAPT, sólo 12 no han tenido participación femenina y parecen ser las estructuras más apegadas al SPPP. De hecho, en dos de los comités integrados exclusivamente por hombres, éstos han ocupado el cargo por más de 15 años, sin procesos de reelección.
De los quince comités que han tenido presencia femenina en sus estructuras autogestivas, apenas cuatro han incorporado mujeres una sola ocasión (14.8%), tres lo han hecho por primera vez (11.2%), y ocho en más de una (29.6%). Este proceso de feminización en los CCAPT está relacionado con diversos fenómenos coyunturales antes descritos, y de cierta manera al proceso de empoderamiento femenino y de democratización de los propios comités, donde las comunidades exigen rendición de cuentas y transparencia en la gestión. Ello puede explicar por qué cerca del 60% de los CCAPT han tenido participación femenina en sus estructuras durante 27 años (1988-2015), desde el origen de éstos en 1950 (Figura 2).
Fuente: elaboración propia con base en trabajo de campo (2014-2015).
Los Comités Comunitarios de Agua Potable de San Marcos Yachihuacaltepec y Ejido de San Marcos Yachihuacaltepec se muestran superpuestos debido a la proximidad de sus coordenadas geográficas.
De igual manera, el proceso de empoderamiento femenino en la gobernanza de los CCAPT (ya sea que participen por primera vez, en una o en más de una ocasión) está estrechamente relacionado con la responsabilidad de llevar a cabo las tareas asignadas por la comunidad, lo que les otorga prestigio social y a su vez las obliga a cuidar su honor, reputación e integridad dentro de ésta.
Cabe señalar que entre los comités estudiados se identificó uno integrado sólo por mujeres, quienes participaron por primera y única ocasión debido a conflictos internos y donde una de ellas fue acusada por falta de integridad. Este comité no duró más de tres años (2008- 2010) y la sustitución total de las integrantes del CCAPT por la AGC dejó un antecedente severo que ha perjudicado la imagen de las mujeres en esa comunidad, obstruyendo cualquier aspiración de otras mujeres a formar parte de un comité; lo que no ha sucedido cuando tiene lugar la misma falta entre los hombres. Si bien tanto hombres como mujeres están expuestos a tener conductas reprobables en la gestión de los recursos, se ha visto que las estructuras son más permisivas con los hombres cuando cometen faltas de integridad y más severas con las mujeres.
Por otro lado, se identificó que en los comités con participación femenina, casi 90% de las mujeres acceden a los cargos más altos que pertenecen a la jerarquía primaria de la estructura del comité y el resto participa en estructuras de jerarquía secundaria (de apoyo, relevo o reemplazo) (Figura 3). Esto no necesariamente se traduce en una mayor equidad de género en el manejo y control de los recursos, pero sí visibiliza la mayor accesibilidad y empoderamiento femenino en la gobernanza de los CCAPT. En algunos comités también se identificó participación externa-relacionada con las estructuras de los comités, la cual es contratada por estos últimos para desempeñar principalmente los oficios de secretarias, auxiliares administrativas, asesoras, cobradoras y poceras (funcionamiento y mantenimiento de los pozos). Este último oficio, junto con los integrantes de los Consejos de Vigilancia, ha sido generalmente desempeñado por el género masculino, por considerarse áreas que requieren fuerza física y valentía. En contraste, los oficios relacionados con la administración y cobranza han sido/son habitualmente ocupados por mujeres. Además, destaca que hay poca participación de mujeres como Secretarias en las estructuras jerárquicas primarias, no así en la participación externa-relacionada, lo que puede reflejar nuevas relaciones de género en un proceso de democratización incluyente, aunque no necesariamente equitativo.
Por otra parte, en relación con la participación femenina en los cargos que conforman las estructuras de los CCAPT, destaca que las mujeres cumplieron/cumplen con algunos de los requisitos que enmarcan las comunidades para poder acceder a las estructuras de los CCAPT, tales como la edad (la edad promedio de las mujeres entrevistadas es de 52); el 88.5% son mujeres “sensatas”, es decir, casadas y que viven o vivieron en pareja, y el 92.3% profesa la religión católica (Tabla 1). El exiguo acceso de mujeres menores de 25 años, solteras y protestantes puede explicarse por la voluntariedad de la AGC, en la medida en que su inclusión depende de que sean reconocidas como mujeres honorables, de acuerdo con los valores de la comunidad.
Comité Comunitario de Agua Potable de Toluca |
Núm. de entrevista /mujer |
Cargo(s) que ha desempeñado |
Año(s) de participación |
Edad (años) |
Estado civil |
Escolaridad | Religión |
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1. Santiago Tlacotepec | 1 | Tesorerasecretaria | 1993-1996 | 83 | Viuda | Básica | Católica |
2 | Vocal | 2002-2005 | 80 | Viuda | Básica | Católica | |
2. Ejido de San Marcos Yachihuacaltepec |
3 | Tesorera | 2006-2007 | 54 | Viuda | Básica | Católica |
3. Calixtlahuaca | 4 | Secretaria | 1994-1996 | 60 | Madre soltera | Superior | Católica |
5 | Tesorera | 1994-1996 | 57 | Viuda | Superior | Católica | |
4. Cacalomacán | 6 | Suplente de presidenta |
2008-2010 | 30 | Casada | Superior | Católica |
5. Santa Ana Tlapaltitlán | 7 | Secretaria | 2011-2015 | 31 | Madre soltera |
Superior | Católica |
6. San Lorenzo Tepaltitlán | 8 | Presidenta | 2013-participación en curso | 60 | Casada | Superior | Católica |
7. San Andrés Cuexcontitlán |
9 | Presidenta | 2013-participación en curso | 38 | Madre soltera |
Superior | Protestante |
10 | Vocal | 2013-participación en curso | 41 | Casada | Básica | Protestante | |
8. Tlachaloya, barrio de San José Buenavista “El Chico” |
11 | Cobradora | 2013-2014 | 28 | Casada | Básica | Católica |
12 | Presidenta- cobradora |
1988/2003 /2007/2014- participación en curso |
45 | Madre soltera | Básica | Católica | |
13 | Cobradora | 1989/2013-2014 | 46 | Casada | Básica | Católica | |
9. Tlachaloya, barrio de San Carlos |
14 | Cobradora | 2006-2008 | 48 | Casada | Básica | Católica |
15 | Tesorera | 2011-2015 | 35 | Casada | Superior | Católica | |
10. Tecaxic | 16 | Tesorera | 2011-2013 | 31 | Soltera | Básica | Católica |
17 | Tesorera | 2013-2015 | 47 | Casada | Posgrado | Católica | |
11. San Mateo Otzacatipan, subdelegación Santa Cruz Otzacatipan |
18 | Tesorera | 2011-2013/ 2013- participación en curso |
51 | Casada | Básica | Católica |
19 | Tesorera | 2007-2009 | 47 | Soltera | Básica | Católica | |
12. Tlachaloya, segunda sección |
20 | Tesorera | 2012-participación en curso |
55 | Viuda | Ninguna | Católica |
13. San Pedro Totoltepec, colonia Guadalupe |
21 | Tesorera | 1993-1997 | 66 | Casada | Básica | Católica |
22 | Tesorera | 2010-2011 | 48 | Casada | Superior | Católica | |
14. San Felipe Tlalmimilolpan |
23 | Tesorera | 1990-1993 | 75 | Casada | Superior | Católica |
24 | Primer vocal/ suplente de presidente/ presidenta |
1998-2001 / 2002 / 2003-2006 | 73 | Viuda | Básica | Católica | |
15. San Buenaventura | 25 | Tesorera/ presidenta |
1999/2000-2003 | 58 | Soltera | Media Superior |
Católica |
26 | Tesorera | 2000-2003 | 64 | Casada | Básica | Católica |
Fuente: elaboración propia con base en trabajo de campo, entrevistas 1-26 (2014-2015).
Las mujeres 1 y 12 (7.7% del total) son las únicas que han desempeñado/desempeñan dos cargos simultáneamente (tesorera-secretaria y presidenta-cobradora, respectivamente). Las múltiples actividades que suelen desempeñar las mujeres (madres, esposas, cargueras, gestoras) exige de ellas mayor compromiso con la organización de su tiempo y de sus responsabilidades para poder cumplir con la comunidad.
Mujer 1. Yo hacía el cargo de tesorera y secretaria, gracias a Dios yo salí bien, tengo la libreta donde anotaba yo todo lo que se iba gastando.
Mujer 12. Ahorita soy cobradora y al mismo tiempo soy presidenta. [Como cobradora] yo salgo a cobrar con otras personas. Como presidenta, por ejemplo, ahorita que salen posibilidades hicimos solicitudes para alinear postes y solicitamos cableado.
Asimismo, las mujeres 12, 13, 18, 24 y 25 (19.2% del total) fueron electas en más de una ocasión por la AGC para desempeñar otro cargo de igual o superior jerarquía en las estructuras de los comités. De hecho, las mujeres 12, 13 y 24 fueron los únicos casos de reelección, por lo que han desempeñado el cargo aproximadamente durante una década. De cierta manera, esto indica el buen desempeño femenino en esos cargos, reconocido tanto en el pleno de las AGC, como en el resto de la comunidad, siendo éste un atributo al proceso de democratización de la gobernanza del agua comunitaria.
Mujer 24. Cada año en la Asamblea el pueblo nos designaba... Estuve en el Consejo de Vigilancia… Luego [fui] primer vocal [del Comité de Agua], en 1998. Luego, suplente de presidente. Y luego como presidenta del Comité de Agua… El comité hizo pozo, cisterna… dábamos corte de caja, informe de todo cuanto entraba… [esto] se hizo a partir de nosotras… Los comités anteriores no daban cuentas... por eso nos metimos, porque no daban cuentas claras… Yo ando con la frente en alto porque nunca tomé un quinto que no fuera mío.
Como se muestra en este testimonio y en este caso, el proceso de empoderamiento femenino en la gobernanza de este CCAPT tuvo lugar de forma gradual y ascendente. El primer cargo que desempeñó la mujer 24 fue participación externa-relacionada al comité. Posteriormente, ascendió a la jerarquía secundaria (en el cargo de vocal y suplente), para finalmente ocupar el cargo de mayor jerarquía como presidenta del comité. Este proceso implica superar una serie de obstáculos y conflictos que las mujeres deben sortear para empoderarse de forma consistente en la gobernanza de los CCAP. Algunos de estos obstáculos y conflictos derivan fundamentalmente del SPPP y pueden apreciarse en los siguientes testimonios:
Mujer 5. La gente decía ¡son mujeres!... ¡esas mujeres ni van a hacer nada!… ellas andan ahí [en el Comité de Agua] porque no tienen nada que hacer… nada más se dedican a andar con los hombres...
Mujer 6. [Cuando estuvimos en el comité] nos decían… “¡Las mujeres a su casa, a lavar la ropa sucia en su casa!”
Mujer 18. A veces dicen: ¿cómo una mujer me va a mandar?... y a veces los esposos no las dejan [participar en el Comité de Agua].
Mujer 19. Los hombres son machistas, dicen: “es que las viejas no sirven, no cargan cosas pesadas”.
Mujer 20. Los hombres eran machistas y decían que las mujeres no podían tener un cargo de ésos, nos creían muy tontitas.
Mujer 25. “¿Y cuánto va que se van?”, nos decían y nos provocaban… La gente no esperaba que aprendiéramos, creían que tendríamos miedo…
Por otra parte, las mujeres 1 y 2 (7.7% del total), pese a que actualmente no participan como integrantes de la estructura del comité en turno, conservan una presencia fundamental en la gobernanza del agua de su comunidad. Ellas resguardan los documentos originales que acreditan los derechos de posesión del agua -otorgados por el virrey en la época novohispana-, y son consultadas por los integrantes del comité en turno para tomar decisiones específicas sobre la gestión del agua, favoreciendo de alguna manera el empoderamiento femenino en la gobernanza de ese comité. Este hecho puede explicarse por el prestigio social que ambas tienen por haber participado de forma destacada en su sc y ocupar el cargo de principales al interior de su comunidad. Sus testimonios también indican que el proceso de empoderamiento es un largo camino y a la vez multilineal y multifactorial.
Mujer 1. Fui mayordoma en 1990. Participé en el patronato de la Iglesia. Fui encargada del agua potable… [y participé] para el cambio de las campanas… Tengo mis reconocimientos del PRI… El pueblo y las personas me decían: “¡Tú quédate, tú quédate!”...
Mujer 2. Fui mayordoma en 2002, 2005 y 2010, y en el patronato [Comité de Agua] en 2002… Yo sufrí mucho porque no teníamos agua… Lo que nos importa es el agua, la tenemos que defender, es nuestra vida, nos sirve para todo…. Yo fui a destapar los veneros porque no llegaba agua. Y me balacearon… ellos querían meter recursos hidráulicos, ellos siempre han estado en los mismos cargos… Los que me balacearon taponearon los tubos, para ver la necesidad del agua en el pueblo y dárselo al ayuntamiento y pedir ayuda al municipio... Y luego el pueblo, toma por toma, se arregló y ya tuvimos agua. Pero hay muchos traidores del agua, por medio del dinero se venden.
Como puede apreciarse en la Tabla 2, los cargos con mayor presencia femenina en los CCAPT fueron los de tesorera/cobradora, principalmente porque se tiene la percepción social de que las mujeres manejan mejor las finanzas del hogar y, por consiguiente, son buenas administradoras en otros espacios públicos, tales como los cargos cívicos-religiosos del sc (Vizcarra, 2014). Sus habilidades en la organización y preparación de fiestas comunitarias suelen ser consideradas como atributos femeninos al elegirlas en esos cargos. Asimismo, a mayores niveles de educación, más oportunidad tienen de ser electas tesoreras. Pero, sobre todo, las características que la AGC busca y considera para la elección femenina son que éstas sean íntegras y que hayan servido a la comunidad (reconocidas y de honorable reputación).
Mujer 17. A principios de este año, 2015, con modificaciones al nuevo reglamento, se le hizo saber a la comunidad que el suplente sube a propietario y así sucesivamente. Así se evita robo, malos manejos y se da continuidad a la administración, ya que hemos tenido experiencias de malos manejos. Los informes y cortes de caja se dan cada año en la asamblea. Cada ciudadano puede pedir el registro y verlo. Con los nuevos instrumentos que se están dejando se está evitando hacer mal manejo de los recursos [económicos]. Me he sentido líder, con la capacidad de demostrar que todo tiene solución, tener convicción de que puedo, quiero y debo. Es mi reto: demostrarles que no se tomó un centavo para uso personal. No se abusó del cargo para beneficio personal. Se queda orden, control, evidencias de todas las mejoras que se hicieron…. Antes se llevaban dinero en pañuelito y no tenían control de cuánto había y cómo se aplicaba. Ése era mi coraje. Y pues les dije que esto ya era para jóvenes, debe haber alguien que esté instruido lo mínimo y que sepan trabajar en equipo, porque las necesidades exigen que hagan todo. Fui tesorera por dos cuestiones: 1) es lo más delicado, el dinero, cuidarlo como tal, darle manejo y resguardo correcto, y 2) tengo formación, no sé tocar lo que no es mío. Y como buena administradora, tengo control, todo debe ser firmado, y se debe hacer recibo.
Cargo (primera participación) | Número de mujeres | Porcentaje que representa |
---|---|---|
Presidenta | 3 | 11.5% |
Secretaria | 2 | 7.7% |
Tesorera/cobradora | 17 | 65.4% |
Suplente de presidenta | 1 | 3.8% |
Vocal | 3 | 11.5% |
Total | 26 | 100% |
Fuente: elaboración propia con base en trabajo de campo, entrevistas 1-26 (2014-2015).
Hasta el 2015 sólo siete CCAPT han tenido una presidenta. El bajo acceso a este nivel más alto de la estructura de jerarquía primaria puede deberse principalmente a que no han cumplido totalmente su ciclo de vida social como esposas y madres de familia, es decir, que aún requieren atender y cuidar a su esposo e hijos, por lo que desempeñar un cargo en los CCAPT implicaría no tener tiempo para cumplir con sus roles primarios y con la responsabilidad de este cargo; hecho que generalmente es reconocido por las AGC y por el cual no suelen elegir mujeres.
De acuerdo con el perfil de las tres presidentas identificadas durante la realización del trabajo de campo y que actualmente se encuentran en activo, dos son jefas de hogar y madres solteras, lo que significa que ya cumplieron con su ciclo de vida social como esposas. Asimismo, dos de ellas han participado dinámicamente en el sc, y dos tienen carreras técnicas concluidas, aunado a que constantemente participan en otras actividades políticas o comunitarias.
Mujer 9. Soy presidenta del Comité de Agua desde noviembre de 2013… Son seis años los que se pueden estar, a menos que la asamblea ya no quiera… [Mis funciones son la] defensa del agua, porque han pretendido municipalizar sin el consentimiento de la gente. Organizamos eventos deportivos y culturales para concientizar a la gente del cuidado del agua... Nosotros estamos demostrando que trabajando con honestidad y transparencia sí se pueden hacer las cosas… El corte de caja se da cada año en forma general y a quien tiene dudas se da la documentación para que la cheque… Ya estamos construyendo las oficinas [del Comité de Agua]… Las mujeres somos más sensibles, más humanas, somos el corazón, más detallistas, más comprometidas, el complemento… [Las] cobradoras son más responsables y más honestas que los hombres. Yo misma estoy más comprometida. Ellos no le regalan un día a la comunidad, no pueden con el jalón. Cuando hay que levantar la voz, van más las mujeres. En este comité hemos luchado porque en el equipo haya talento, experiencia y equidad de género... Ya es tiempo de demostrar que San Andrés es una comunidad indígena, pero con conocimientos y líderes, con gente preparada que sabe ganar.
Finalmente, cabe mencionar que en el estudio se detectó que todas las mujeres entrevistadas (26) que han participado/participan en las estructuras de los CCAPT, han tomado/toman decisiones que están vinculadas con fomentar la transparencia y rendición de cuentas, y que doce de ellas han tomado/toman decisiones que permiten fomentar una cultura de pago-cobro por la prestación del servicio de agua potable en la comunidad.
Conclusiones
Si bien históricamente las estructuras sociales que conforman y determinan a los sistemas de autogestión comunitaria del agua (SPPT, SC) han limitado el acceso y participación femenina en la gobernanza de los CCAPT, en la actualidad, éstos se han flexibilizado o adaptado. Lo anterior se debe a múltiples factores socioculturales como el crecimiento poblacional, la industrialización, la ausencia masculina laboral o por migración, el desinterés de los hombres por participar en los Comités de Agua, la falta de identidad e integridad de algunos hombres que han ocupado cargos dentro de éstos, y el cambio de religión; factores que han favorecido que las mujeres se empoderen gradualmente en la gobernanza de los CCAPT. De esta manera, la participación femenina en los CCAPT es resultado de un proceso sociohistórico y contextual de cambio al interior de las comunidades originarias.
Aproximadamente, 60% de los CCAPT han tenido/tienen participación femenina en sus estructuras (1988-2015), lo que sugiere mejoras en las brechas de acceso y participación en dichos comités. Aunque todavía son pocas las mujeres que ocupan la presidencia como el cargo de mayor jerarquía y poder en la toma de decisiones, nuestro estudio sugiere que se está gestando un proceso de democratización incluyente. El cargo donde existen más mujeres es el de tesorera, en tanto que en contextos donde el agua es un recurso estratégico que cobra cada vez mayor importancia, más de la mitad de las AGC han decidido atender, contrarrestar o prevenir las faltas de integridad de algunos hombres dentro de los CCAPT y la irrupción de actores externos al sistema de autogestión comunitaria del agua, eligiendo a mujeres con un fuerte sentido de identidad a los ojos de la comunidad (reconocida y honorable reputación, integridad, interés por el bien común, servicio a la comunidad, solidaridad y ser cuidadoras y guardianas del agua).
Si bien el cargo de tesorera/cobradora no es el de mayor jerarquía, sí es un cargo estratégico que se vincula estrechamente con una convivencia pacífica al interior de las comunidades, y las mujeres han demostrado desempeñarlo de forma íntegra, mejorando la gobernanza del agua y la estabilidad social a través de prácticas que fomentan la ética, la transparencia, la rendición de cuentas y una cultura de pago-cobro por el servicio de agua potable en la comunidad.
Ciertamente, no todas las mujeres tienen los atributos que exigen las AGC, ni todos los hombres son corruptos, pero la experiencia de las mujeres en los CCAPT, efectiva o no, ha traído aprendizajes comunitarios con procesos de democratización en la gobernanza del agua. A pesar de que en este estudio sólo fueron entrevistadas mujeres, ellas manifestaron indirectamente que cuando participaron/participan en CCAPT, la gobernanza de los recursos hídricos comunitarios fue/ es más democrática, equitativa y efectiva que cuando estuvo/está bajo el control exclusivo ya sea de hombres o de mujeres. Por ello, existe un consenso de que en los CCAPT con participación femenina y masculina, se han resuelto o evitado conflictos financieros, legales, sociales y ambientales generados en administraciones completamente masculinas.