Introducción
Actualmente, las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) han sido adoptadas como la principal herramienta educativa para las universidades con la finalidad de enfrentar los desafíos del entorno (Aguilar, 2012; Díaz-Barriga, 2013; Granados, 2015; Hernández, 2017; Suárez y Custodio, 2014). En 2020, la pandemia de la enfermedad por coronavirus de 2019 (covid-19) obligó al sector educativo a implementar estrategias educativas asociadas a las TIC (Brítez, 2020; Castellano, Almagro y Fajardo, 2021; Díaz, Almerich, Suárez y Orellana, 2020; Flores, Ortega y Sousa, 2021); no obstante, las carencias sobre los recursos y las capacidades de las universidades en la implementación de un modelo educativo improvisado ocasionaron problemas en el alumnado que derivaron en afectaciones biológicas, psicológicas y sociales (González, Gastélum, Velducea, González y Domínguez, 2021; Sánchez, 2021).
Después de tres décadas, las TIC han modificado las dinámicas de la educación, la investigación y el trabajo en las organizaciones (Mena, 2019). Hoy, debido a que son los medios digitales más populares y utilizados para comunicarse sin importar la distancia, el momento o el individuo, son imprescindibles para las universidades (Morado y Ocampo, 2018). Por su facilidad para la transferencia, procesamiento y adquisición de información, son consideradas un beneficio para el desarrollo personal y social (Echeburúa y Requesens, 2012).
La sencillez y atractividad de la interfaz de las TIC ha originado que su uso crezca de forma vertiginosa hasta llegar a mimetizarse con la cotidianidad. Así, ya no son consideradas solo como un apoyo para la realización de actividades, sino que se han vuelto indispensables para la supervivencia o la felicidad de algunos. Por otra parte, también inciden en la motivación, en un aprendizaje más autónomo y en una condición de docencia más innovadora y participativa; sin embargo, es pertinente señalar que su uso debe ser moderado para procurar y conservar las relaciones sociales y la conexión con familiares y amigos (Plaza, 2021).
Tras convertirse en catalizadores de la aceleración de transiciones sociales (Clemente, 10 de agosto de 2018; Grande, Cañón y Cantón, 2016), y formar parte de la vida usual, familiar, académica y de ocio, resulta imperante vigilar el desarrollo de los hábitos de uso de las tecnologías casi ininterrumpido que los jóvenes universitarios manifiestan, porque, al ser los más próximos a integrarse a la vida laboral, pueden llegar a ser víctimas de adicciones correlacionadas con el uso excesivo e inadecuado de estas. En suma, pueden llegar a permanecer más tiempo en el mundo virtual que en el real (Acier y Kern, 2011), descuidando las actividades laborales o domésticas. De hecho, se trata de un tema de investigación que, bajo diversas etiquetas y aproximaciones, se ha estudiado a lo largo de muchos años.
Con base en lo antes descrito, la presente investigación tiene como objetivo comparar el nivel de afectación por el uso de las TIC (ciberpatologías) antes y después de la pandemia. Para ello, se ha planteado la siguiente hipótesis: existen diferencias estadísticamente significativas en el nivel de afectación por el uso de las TIC (ciberpatologías) antes y después de la pandemia de la covid-19 en los estudiantes de la Facultad de Contaduría y Administración (FCA) de la Universidad Veracruzana (UV) campus Coatzacoalcos.
Revisión de literatura
De acuerdo con Matute y Vadillo (2012), el psiquiatra Iván Goldberg, en 1995, fue el primero en usar el término de adicción al internet. En un foro, Goldberg acuñó la que es considerada como la primera definición para el trastorno al enunciar que es un “patrón adaptativo de consumo de Internet, que conlleva un deterioro o malestar clínicamente significativo” (p.21).
Esta definición significó un parteaguas científico porque, a partir de ese momento, se inició un debate que ha sido abordado en las disciplinas de psicología, medicina, neurología, antropología, sociología sobre la existencia de dicho desorden, sin llegar a un consenso a la fecha, a tal grado que en el Suplemento del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (Asociación Americana de Psiquiatría, 2017) aún no se encuentra catalogada y recomiendan realizar más estudios que respalden este fenómeno mental. Por ello, varios autores, desde hace 20 años, se encuentran realizando indagatorias al respecto (ver tabla 1).
Autor | Definición |
---|---|
Griffiths (1997) | Adicciones no químicas que involucran la interacción hombre-máquina y que pueden ser pasivas o activas. |
Young (2005) | Trastorno del control de los impulsos que sigue una pauta de uso anómalo, sin estar relacionados con la intoxicación por alguna sustancia. |
Ortiz y Muñoz (2005) | Conductas y cogniciones asociadas al uso disfuncional de internet cuyas consecuencias negativas abarcan los ámbitos personal, profesional o académico para el usuario. |
Navarro y Rueda (2007) | Surge cuando las personas que emplean demasiado tiempo navegando en Internet generan un estado de excitación. |
Kandell (2009) | Dependencia psicológica de Internet. |
Degoy y Luque (2013) | Subtipo de adicción comportamental, y se define como un patrón conductual desadaptativo hacia la tecnología en general, que implica el uso compulsivo e indiscriminado de esta. |
García (2013) | Adicción conductual y abusos en lo referente a la frecuencia de uso, dinero invertido, necesidad o compulsión, así como las interferencias que pueden generarse en la vida cotidiana. |
Fandiño (2015) | Uso continuo y sin control del Internet, convirtiéndose en parte medular de la vida. |
Chóliz, Echeburúa y Ferre (2017) | Adicciones emergentes asociadas al desarrollo de las TIC. |
Savci y Aysan (2017) | Cuando está presente la usanza excesiva de tecnologías y el deseo insatisfecho en su uso y genera tanto abandono de actividades como alteración de las relaciones sociales; se emplea como herramienta de escape de las emociones negativas y el estrés de la vida; resulta difícil abandonar y reducir el uso; el sujeto se vuelve nervioso y ansioso cuando es no es posible utilizarla, y engaña a otros con respecto a la duración y la cantidad de empleo. |
Malander (2019) | Las adicciones tecnológicas forman parte de las llamadas adicciones no tóxicas y constituyen procesos de dependencia similares a los que se presentan frente a otros factores (sexo, juego, trabajo). |
Toto y Strazzeri (2019) | En la adicción tecnológica, los sujetos viven una condición de desdoblamiento, es decir, experiencia de vida cotidiana y situación virtual, en la que proyectan deseos e ilusiones en plena libertad. |
Roa (2019) | Las adicciones tecnológicas se refieren a la interacción problemática entre una persona y las diferentes pantallas: televisión, videojuegos, móvil, tableta, ordenador y otros dispositivos. |
Kaypakli et al. (2020) | Patrones de uso disfuncionales. |
Fuente: Elaboración propia
Lo estipulado por los diversos escritores denota una concordancia en términos tales como uso disfuncional, dependencia, excitación, negación, aislamiento, ansiedad y revelan la posibilidad de una patología hasta el momento subestimada. Y justo en este punto es posible confeccionar una definición del término omnipresente: ciberpatología: adicción al uso desmedido de la tecnología que trae consecuencias negativas en los diversos contextos (académico, laboral, familiar, social) en donde los usuarios se desempeñan.
De ahí que emane una serie de repercusiones derivadas de las ciberpatologías. Young (2005) afirma que puede originarse aislamiento y desatención a las obligaciones laborales, académicas y de la vida social. Lo anterior coincide con lo expuesto por Ko, Yen, Chen, Chen y Yen (2005), quienes aseveran que las consecuencias se materializan en complicaciones en los estudios, en el hogar, en las relaciones sociales y en reglas escolares. Mientras que Navarro y Rueda (2007) atestiguan que se generan problemas en la salud física y mental, lo cual conlleva a convivir en periodos cortos con las personas y por lo tanto a tener dificultades para relacionarse. Por su parte, Kandell (2009) y Griffiths (1997) reflexionan sobre el comportamiento que prevalece en el paciente, quien manifiesta malestar cuando no está en línea, tolerancia y negación a su problemática, importancia sobrevalorada, alteración del ánimo, abstinencia, conflicto y recaída. En este mismo tenor, Domínguez et al. (2012) añaden que puede experimentar malestar emocional, dependencia psicológica, interferencia en sus relaciones sociales, reducción en la actividad física o distorsión de la imagen corporal del usuario. Roa (2019) completa confirmando que sufren de un empobrecimiento psicológico como consecuencia de la pérdida o deterioro de las actividades offline y las relaciones sociofamiliares.
Tomando en cuenta lo mencionado líneas arriba, las afectaciones se pueden clasificar en tres grandes grupos: las biológicas, las psicológicas y las sociales. Las afectaciones biológicas se encuentran altamente relacionadas con la salud física de las personas, se perciben en la tensión ocular, tendinitis, nedrinitis palmar, pérdida de audición, enfermedad de De Quervain o tenosinovitis, insomnio, electrosensibilidad, sobrepeso y obesidad (Quintero, Munévar y Munévar, 2017). Las psicológicas son patologías que ponen en riesgo la salud mental del hombre, tales como la adicción a las redes sociales, el síndrome al temor a dejar pasar (FOMO, por sus siglas en inglés), phubbing, nomofobia, cibercondría, trastorno de identidad disociativo, whatsappitis, nintendinitis, wiitis y síndrome de la vibración fantasma (Gil, del Valle, Oberst y Chamarro, 2015). Las sociales son aquellas en las que las relaciones del individuo para con sus con familiares y amigos se ven disminuidas: se procura más el proceso de socialización virtual que el real. De acuerdo con Ortiz y Muñoz (2005) y Carbonell, Fúster, Chamarro y Oberst (2012), pueden ser la ciberrelación, el cibersexo, la cibercompulsión, el grooming, cyberbullying, phishing y la adicción a los videojuegos.
De modo parecido, existen factores de riesgo que pueden incidir en reforzar las condiciones vulnerables en las que un usuario de las tecnologías se encuentra. De acuerdo con de la Villa y Suárez (2016), estos factores pueden ser el déficit de personalidad (introversión acusada, baja autoestima y alto nivel de búsqueda de sensaciones), déficit en las relaciones interpersonales (timidez y fobia social), déficit cognitivo (fantasía descontrolada, atención dispersa y tendencia al distraimiento) y alteraciones psicopatológicas (adicciones químicas o psicológicas presentes o pasadas, depresión, etc.).
Ahora bien, las instituciones de educación superior (IES), como organizaciones activas, propician cambios en su estructura y en el modo de reaccionar a las demandas internas y externas desde sus stakeholders internos (Clark, 1998), y caracterizadas por la absorción, adaptación y difusión tecnológica, actúan como un factor importante de desarrollo económico y de catching up tecnológico (Pedroza y Silva, 2020). En ese sentido, la responsabilidad de la formación académica de los individuos que se encuentran en etapa universitaria, donde les es posible alcanzar las bases para una autonomía socialmente responsable, y que dirigirán el rumbo del país, recae en las IES, y por ende, son estas las que deben formar personas capaces de resolver problemas sociales, culturales y ambientales para garantizar un ecosistema sostenible (Martí, Martí y Almerich, 2014; Sainz et al., 2019). Y es justo a través de la responsabilidad social universitaria (RSU) que las IES pueden manejar una proyección social con miras a atender las necesidades y problemáticas de la comunidad y el contexto universitario (Clara, Sainz y Chiñas, 2019). Por infortunio, el prohijamiento de prácticas de responsabilidad social empresarial (RSE) no es de carácter obligatorio. Es por ello por lo que, de acuerdo con Londoño (2013), elaborar un modelo de RSU conlleva contar con la voluntad de la alta directiva como punto esencial de partida, e iniciar así con el proceso, análisis y comprensión de la filosofía y política institucional, debido a que no es posible que exista una universidad exitosa en sociedades fracasadas (Sainz, Chiñas y Aguirre, 2021).
Dicho modelo representa un verdadero reto porque debe ser lo suficientemente robusto para incurrir de manera benigna en el uso adecuado de las tecnologías mediante la orientación, prevención e intervención eficaz (Zednik, López, Tarouco y Zunguze, 2015), de tal manera que estos nuevos rebenques de los vicios digitales no representen un riesgo tal que los futuros profesionistas contraigan ciberpatologías.
La Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (Endutih), realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía [Inegi] (4 de julio de 2022) en colaboración con el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), en 2021, en México, aproximadamente 7 de cada 10 personas son usuarias de Internet, por encima de países como Sudáfrica y Colombia. De la población de personas entre seis años o más, 75.6 %, que equivale a 88.6 millones, eran usuarios de Internet; el mayor porcentaje se concentraba en el rango de edad de 18 a 24 años, con una participación de 93.4 %, seguido por los individuos de entre 25 a 34 años, con 90.0 %. Este comportamiento se replicaba en lo referente al tiempo promedio de uso de internet por día y por persona, debido a que encabeza la lista el grupo de 18 a 24 años, con un promedio de 4.8 horas, mostrando un evidente incremento de 1.7 % desde 2017 a 2021, seguido del conjunto integrado por los individuos de 25 a 34 años, con 5.6 horas; hecho que se puede constatar con el aumento de 19 puntos porcentuales del número de personas que se conectaron desde sus hogares, pasando de 53.0 % a 72.0 %, de 2017 a 2021. En lo referente a la frecuencia de conexión, 89.2 % se conectaron todos los días de la semana. Dentro de los principales usos de Internet, se encontró que 93.8 % lo hicieron para comunicarse, 89.9 % para buscar información y 89.8 % para acceder a redes sociales. Los estudiantes de educación superior son una población vulnerable a los trastornos mentales, más aún durante la pandemia covid-19. Su salud mental se ha visto afectada por el confinamiento, las dificultades en el desarrollo de las actividades académicas y las exigencias de las nuevas modalidades pedagógicas (Zapata et al., 2021).
La pandemia de covid-19 influyó en casi todas las personas y en todos los ámbitos, es decir, se puede observar desde perspectivas multidimensionales, pues cambió los hábitos comunes para vivir, estudiar y trabajar, hasta manifestarse en la llamada nueva normalidad. De esta forma, el estudio y el trabajo se vuelcan hacia la realización remota en todo el mundo, como una condición para continuar con los procesos de enseñanza y con la productividad de los sectores económicos. Desde hace dos décadas, las TIC se han adoptado en prácticas de aprendizaje en línea y se han convertido en una herramienta imprescindible en la educación superior en muchos países.
Sin embargo, a pesar de la introducción de actividades interactivas y la inclusión de sesiones en línea sincrónicas, el contexto de aprendizaje en línea ofrece un enfoque pedagógico distintivo en contraposición al aprendizaje cara a cara que implica un ajuste y disposición para participar en una experiencia de aprendizaje eficaz (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura [Unesco], 2020, citada en Shafaq, Asli, Memon, Ahmad y Soomro, 2021). El repentino cierre de las instituciones educativas durante la pandemia aceleró la transición del modelo de aprendizaje tradicional presencial a un modelo de aprendizaje en línea, lo que representó grandes desafíos tanto para países desarrollados como, más notoriamente, para los países en desarrollo (Shafaq et al.,2021).
Por una parte, dejó al descubierto la gran brecha digital, no solo en términos de infraestructura tecnológica, sino también en el uso de las tecnologías. Para los países en desarrollo representó un gran reto digitalizar la educación y el trabajo; aunque, a nivel macro, los países con estructuras de educación a distancia fuertes e instituciones con avances importantes en virtualidad fueron capaces de reaccionar con mayor rapidez, pudiendo enfrentar y aprovechar las actuales circunstancias derivadas de la pandemia. Por otra parte, el covid-19 ha obligado a todas las instituciones y profesores a incursionar en la capacitación en el uso de TIC para dar continuidad a sus cursos y rescatar los procesos de enseñanza. Algo positivo es que esta incursión obligada probablemente atenuará la percepción que se tiene sobre la educación virtual e incluso eliminará los temores sobre el uso de TIC en la educación (Toro, 2020). Sin embargo, debe considerarse que, como consecuencia de la digitalización forzada, la mayor parte de las universidades han tenido que digitalizar el contenido curricular acelerada y precariamente, lo que ha desfavorecido a la capacidad de planificación y dificultado los canales de comunicación efectiva (Banco Interamericano de Desarrollo [BID], 2020). En otras palabras, el episodio covid-19 representa la oportunidad para saltar cualitativamente a la innovación pedagógica y agregar valor a los procesos formativos actuales y futuros (Toro, 2020); sin embargo, si bien se abren oportunidades para la inmersión digital de profesores y estudiantes, existe el riesgo del fracaso por la acelerada adopción de las tecnologías, sin suficiente tiempo para formar a los sujetos involucrados o generar una capacidad tecnológica sostenible (BID, 2020).
En este sentido, surge un nuevo modelo de práctica universitaria que trasciende a la emergencia basado en un proceso de educación remota emergente, más que en la implementación de una estructura de educación en línea. Este modelo tiene características y metodologías pedagógicas diferentes al modelo presencial, representa una combinación entre la noción presencial y la noción virtual de manera funcional.
Los hábitos de estudio son las prácticas regulares que los estudiantes adoptan para enfrentar las exigencias de la universidad, constituyen comportamientos frecuentes que aseguran y facilitan su adquisición de conocimientos (Peker, 2021). La pandemia generó obligó a los estudiantes a dedicar tiempo y energía para adaptarse a las plataformas de enseñanza basada en el uso de la tecnología, de esta forma se hicieron presentes involuntariamente algunos hábitos con el uso de dispositivos y servicios de comunicación, así como con alfabetizaciones y competencias relacionadas con el uso de la tecnología (Cortoni y Perovic, 2020). Si bien es cierto que muchos jóvenes ya utilizaban sus dispositivos tecnológicos, principalmente, con fines de entretenimiento, durante la pandemia el reto fue aprender a usar esta tecnología para fines educativos, lo que pudo resultar en muchos casos una situación de frustración, sumado a que muchos tuvieron que habilitar espacios dentro del hogar y hasta compartir sus equipos con otros integrantes del núcleo familiar, lo que complicaba el proceso de adaptación.
Durante la pandemia covid-19, con la educación a distancia, los estudiantes mejoraron sus habilidades en el uso de tecnologías, especialmente en el uso de smartphones, computadoras y tabletas; de igual manera, desarrollaron hábitos de estudio como la autoformación y la gestión del tiempo, un paso gigante en el alfabetismo digital (George, Glasserman, Ruiz y Rocha, 2022).
Después de un poco más de dos años de confinamiento académico, el reto es repensar el perfil de la universidad, es decir, las características que deberán distinguir a la modalidad o modalidades por las que se ha optado, eso definirá a la universidad que va a enfrentar los desafíos que se avecinan, por lo menos en el corto y mediano plazos. Aunque los arreglos pueden ser diversos, dentro de las modalidades conocidas como universidad presencial, universidad virtual y universidad bimodal lo que probablemente tendrá mucha incidencia en la calidad de la enseñanza a ofrecer, y en la calidad de la formación a lograr, sea la estrategia de hibridación que se adopte, así como su alcance, intensidad, conveniencia pedagógica y momento o fase del proceso de formación en que se introduzca o trabaje en cada una de las modalidades (Sánchez, 2022; Vázquez, Clara, Céspedes, Ceja y Pacheco, 2022).
En el mismo sentido, los grandes retos para la educación superior serán garantizar la continuidad pedagógica, evolucionando y consolidando la reapertura desde el modelo híbrido; aportar por la innovación educativa, incorporando ecologías de aprendizaje abierto y nuevos modelos pedagógicos acompañados por tecnologías emergentes como mediaciones que permitan y garanticen una educación para la inclusión en la era digital y que disminuya las brechas digitales antes y durante la pandemia (Zamudio, 17 de agosto 2022).
Metodología
El presente estudio adopta el paradigma empírico-analítico (Ortiz, 2015). Igualmente, un enfoque cuantitativo y longitudinal con un nivel investigativo exploratorio-descriptivo, siguiendo además el objetivo de comparar (Delgado y Llorca, 2004; Hernández, Fernández y Baptista, 2014). El tratamiento de los datos implicó un análisis de variables categóricas del tipo ordinal (Cuestas, 2009). La recolección de la información se realizó en dos momentos a través de la herramienta Google Forms. Posteriormente, los datos fueron procesados mediante el programa estadístico IBM SPSS Statistics versión 25.
Instrumento de recopilación
En el libro de Oliva et al. (2012) se establecen diversos cuestionarios para el análisis de adicciones al internet; aquí se adaptó la versión C, que mide las adicciones a las nuevas tecnologías en España, y se transformó en el “Cuestionario diagnóstico sobre ciberpatologías en estudiantes” (Cudiceu). La adaptación del cuestionario implicó un proceso metodológico: 1) revisión del cuestionario original, 2) revisión de literatura, 3) análisis del contexto de estudiantes en México, 4) pilotaje con análisis confirmatorio y 5) cuestionario final CUDICEU. En la tabla 2 se aprecian los elementos del cuestionario.
Sección | Dimensiones | Núm. Ítems | Escala |
---|---|---|---|
Ciberpatologías* | D1. Afectaciones al factor biológico | 14 |
|
D2. Afectaciones al factor psicológico | 18 | ||
D3. Afectaciones al factor social | 13 | ||
Total | 45 | ||
Características de encuestados |
|
3 | Categórica |
Adicción a las nuevas tecnologías
|
4 |
|
|
Tiempo dedicado entre semana
|
4 |
|
|
Uso del internet último año
|
5 |
|
|
Total | 51 variables |
* Para la escala de ciberpatologías se aplicaron dos pruebas piloto, del resultado se obtuvo un alfa de Cronbach (Celia y Campos, 2005): la primera con 0.89 y segunda con 0.914, y se eligieron únicamente las que poseían una carga factorial ≥ 0.5 (Ferrando y Anguiano, 2010)
Fuente: Elaboración propia
Muestra
Para el análisis de la muestra es relevante destacar que el estudio fue aplicado en 2019 a un total de 492 estudiantes del 2.o y 4.o semestre. El tipo de muestreo responde al no probabilístico combinado con la técnica de conveniencia (Otzen y Manterola, 2017). Como se mencionó con antelación, el objetivo de esta investigación es comparar el nivel de afectación por el uso de las TIC (ciberpatologías) antes y después de la pandemia. Para ello, en el 2021 se aplicó la misma encuesta a la propia población de estudiantes (de 6.o y 8.o semestre); sin embargo, por diversas situaciones solo se obtuvo la participación de 428 estudiantes universitarios, los 64 estudiantes restantes desertaron durante dicho periodo. En este sentido, el estudio estará representado por dos muestras de antes (2019) y después (2021) de la pandemia considerando entonces una muestra longitudinal (Arnau y Bono, 2008).
En la tabla 3 se aprecian las características de la muestra de estudio. En el 2019, cuando se recabó la información, la edad de los encuestados en su mayoría estaba entre 18-20 años (84.1 %); después, en 2021, se mantenía en ese intervalo. Para la variable Género de los encuestados, en ambas muestra la mayoría son hombres. Respecto a la carrera, la mayoría han sido estudiantes del programa educativo de Contaduría. Conforme a la variable semestre, en la muestra de 2019 los estudiantes se encontraban en 2.o y 4.o semestres y posteriormente, en 2021, los estudiantes cursaban el 6.o y 8.o semestres.
Variable | Componente | Muestra 2019* | Muestra 2021** | ||
---|---|---|---|---|---|
Frecuencia | % | Frecuencia | % | ||
Edad de estudiantes | 18-20 años | 414 | 84.1 | 282 | 65.9 |
21-23 años | 62 | 12.6 | 127 | 29.7 | |
Más de 24 años | 16 | 3.3 | 19 | 4.4 | |
Total | 492 | 100 | 428 | 100 | |
Género de encuestados | Femenino | 237 | 48.2 | 191 | 44.6 |
Masculino | 255 | 51.8 | 237 | 45.4 | |
Total | 492 | 100 | 428 | 100 | |
Carrera | Administración | 98 | 19.9 | 103 | 24.1 |
Contaduría | 190 | 38.6 | 179 | 41.8 | |
Gestión y Dirección de Negocios | 103 | 20.9 | 92 | 21.5 | |
Ingeniería de Software | 101 | 20.5 | 54 | 12.6 | |
Total | 492 | 100 | 428 | 100 | |
Semestre | 2.o-4.o semestre | 260 | 52.8 | 147 | 34.3 |
6.o-8.o semestre | 232 | 47.2 | 281 | 65.7 | |
Total | 492 | 100 | 428 | 100 |
Fuente: Elaboración propia
Las muestras permiten observar que existe homogeneidad en los datos recabados. Como ya se mencionó, en la tabla 2 se identifican características de los encuestados. Un cuestionamiento inicial a la muestra fue “¿Cuál es el nivel de uso de las tecnologías: Internet, videojuegos, celular y laptop?”. En 2019 (antes de la pandemia), respecto al uso del Internet, 33.1 % posee un nivel medio, 46.5 % avanzado y 18.9 % experto; en el caso del uso de videojuegos, 22.2 % es nulo, 26.8 % principiante y 23.2 % es medio; respecto del teléfono celular; 19.1 % posee un nivel medio, 52.4 % avanzado y 28.5 % experto; en relación con el nivel de uso de laptop, 34.1 % es medio, 45.3 % avanzado y 15. 2% es experto. En 2021 (después de la pandemia) puede observarse un incremento en el uso del Internet: 33.9 % posee un nivel medio, 51.6 % avanzado y 11.9 % experto; respecto al uso de videojuegos, el nivel de uso incrementó al medio (25.7 %) y avanzado (21.5 %); en el caso del nivel de uso de teléfono celular, se mantuvo: 24.3 % medio, 56.8 % avanzado y 16.8 % experto; respecto del uso en el nivel de laptop, sucedió lo mismo, 39.5 % es medio, 44.6 % avanzado y 9.8 % experto.
En la misma sintonía, se cuestionó a la muestra sobre “¿Cuántas horas al día suelen dedicar entre semana al uso de tecnologías?”. En el 2019 (antes de la pandemia), respecto al Internet, 26.8 % usaba el Internet entre 3-6 horas y 54.9 % más de seis horas; respecto a los videojuegos, 40 % indicaba que ninguna, 24.2 % menos de una hora y 18.7 % entre 1-3 horas; en el caso del teléfono celular, 13.2 % usa entre 1-3 horas, 31.5 % entre 3-6 horas y 51.8 % más de seis horas; sucede algo similar con el nivel de uso de laptop, 33.5 % entre 1-3 horas, 27.2 % entre 3-6 horas y 19.3 % más de seis horas. Después de la pandemia (2021) se incrementó el uso de las tecnologías: del internet, 23.1 % lo usaba entre 3-6 horas y 69 % más de seis horas; en el caso del teléfono celular, 14.7 % entre 1-3 horas, 30.8 % entre 3-6 horas y 52.1 % más de seis horas; lo mismo sucedió con el uso de laptops, 30.4 % entre 3-6 horas y 46.3 % más de seis horas.
Otra ítem era “¿Cuántas veces ha usado el internet para usar redes sociales, correo electrónico, descarga de medios, trabajos escolares y búsqueda de otras cosas en el último año?”. En el 2019 (antes de la pandemia), respecto al uso de redes sociales, mensajería instantánea, chats o foros (Facebook, Twitter, Messenger, WhatsApp, etc.), 22.6 % lo utilizó casi todos los días y 73.8 % todos los días; en cambio, en 2021 (después de la pandemia), disminuyó su uso 24.3 % casi todos los días y 49.8 % todos los días. Por otro lado, respecto a utilizar el correo electrónico, en el 2019 44.5 % alguna vez a la semana, 27.2 % casi todos los días y 16 % todos los días; en cambio, en el 2021 disminuyó su uso, 31.3 % alguna vez a la semana y 40.9 % alguna vez al mes. En el caso de uso para descargar programas, películas, vídeos, música, juegos y cómics en el 2019, 26.6 % lo usaba alguna vez al mes, 35.2 % alguna vez a la semana y 20.3 % casi todos los días; en 2021 se mantiene, 35.3 % alguna vez al mes, 24.1 % alguna vez a la semana y 14.3 % casi todos los días. Para el uso de trabajos escolares, en el 2019 42.7 % casi todos los días y 40.4 % todos los días; en 2021 (después de la pandemia) se incrementó a 29.4 % casi todos los días y 52.6 % todos los días. Por último, en relación con la búsqueda de información sobre aficiones y cosas que les interesan a los estudiantes, en el 2019 26 % lo usó alguna vez al mes, 32.5 % casi todos los días y 37.5 % todos los días; está situación se mantuvo en el 2021, 33.4 % alguna vez a la semana, 25.9 % casi todos los días y 26.2 % todos los días.
En este sentido, el análisis de la muestra 2019 a 2021 denota que, respecto al uso de las tecnologías y medios digitales los estudiantes, las han utilizado con un incremento y disminución en el nivel de uso, lo cual pone de manifiesto la hipótesis de investigación planteada inicialmente. En este tenor, aunque el análisis descriptivo denota diferencias en la estadística básica, es necesario establecer un método que permita contrastar la hipótesis de investigación que determine si existen diferencias estadísticamente significativas en el incremento de las afectaciones que conforman la ciberpatologías en las muestras analizadas.
Método de análisis
El método de análisis de esta investigación se plantea desde cuatro características propias del estudio de las ciberpatologías: 1) la variable de estudio se compone de tres dimensiones y su nivel de medición es cualitativa-ordinal, 2) se busca comparar dos muestras 2019 y 2021 que representan un estudio longitudinal, 3) el alcance de investigación es exploratorio-descriptivo por la naturaleza propia de la variable de estudio y 4) se considera la pandemia de la covid-19 como elemento que influyó en el incremento en el uso de las tecnologías. Derivado de las características antes mencionadas, se estableció el diseño metodológico del estudio, que inicialmente implica un análisis descriptivo que denota el comparativo entre las muestras (Fernández, Córdoba y Cordero, 2002; Sidel, Bleibaum y Tao, 2017); posteriormente se realiza un análisis integral de las dimensiones de estudio que permite comparar (Llinás y Rojas, 2005; Rendón, Villasís y Miranda, 2016; Rosiles, Lugo, Clara y Ramírez, 2020) las afectaciones (dimensiones) biológicas, psicológicas y sociales que integran la variable Ciberpatologías. Más adelante, se realiza una tabla cruzada (Abascal y Grande, 2005; Rodríguez y Mora, 2001) con la finalidad de contribuir con evidencia empírica al incremento de las afectaciones de ciberpatologías en los estudiantes universitarios. Por último, se calcula la prueba estadística de Wilcoxon (Berlanga y Rubio, 2012; Gamarra, Pujay y Ventura, 2020; Ríos y Peña, 2020; Turcios, 2015) que permite comparar las dos muestras proporcionando evidencia para el contraste de la hipótesis inicial del estudio (Batanero y Díaz, 2015; Fernández y Fernández, 2009). En la figura 1 se aprecia la secuencia metodológica para comparar el nivel de afectaciones de ciberpatologías en los estudiantes de la muestra de 2019 y 2021 con la finalidad de encontrar evidencia empírica sobre el objetivo de esta investigación.
Resultados
Los resultados de esta investigación consideran inicialmente que los estudiantes universitarios ya utilizaban antes de la pandemia (2019) las tecnologías excesivamente, esto ocasionó afectaciones biológicas, psicológicas y sociales, lo que a su vez derivó en padecimientos asociado a las ciberpatologías, y si se compara la misma muestra en 2021 se obtiene información que permite proporcionar evidencia empírica que contrasta el objetivo e hipótesis de esta investigación. Como se apreció en el análisis de la muestra, los estudiantes universitarios utilizan en gran medida las nuevas tecnologías, por tanto, a continuación, se presentan los resultados descriptivos en la tabla 4. La variable que obtuvo el nivel alto en 2019 fue: “Celular para finalidades académicas” (4.15), situación que se incrementó considerablemente (4.29) en el 2021. En definitiva el aumento del uso de la tecnología implica que los estudiantes se encuentren expuestos a adquirir una enfermedad asociada al uso excesivo de la tecnología (ciberpatologías).
En cada variable puede apreciarse un incremento de 2019 a 2021. Con ello se demuestra que los estudiantes pueden generar ciberpatologías. Las destacadas variables que se incrementa denotan que los estudiantes usan el teléfono antes de dormir, adquirieron teléfonos cómodos que utilizan mucho, asumen que su comunicación ha sido muchas veces a través de Internet, todo los trabajos en equipo los han realizado a través de Internet, el lugar donde viven permite acceso fácil a internet y escuchan frecuentemente música a través de plataformas que usan Internet. Estos resultados indican que los estudiantes están usando las tecnologías y han empezado a adquirir problemas relacionados con las ciberpatologías.
El uso de las tecnologías es un indicativo de ciberpatologías. Los estudiantes han percibido dolor por uso excesivo de dispositivos, se encuentran predispuestos sobre que el teléfono les vibre, han sentido dolor en los dedos, dolor de cabeza y problemas relacionados con la vista, que demuestra el incremento en el uso de lentes, también ha experimentado fatiga y pérdida del sueño. Por otro lado, los estudiantes también han tenido pensamientos asociados a que sin el internet la vida sería aburrida, se encuentran atentos al teléfono y sienten depresión por no encontrarse conectados al Internet. En este sentido, los estudiantes están experimentando situaciones que los conducirían a adquirir una enfermedad relacionada con el uso excesivo de la tecnología.
En esta sintonía, el análisis de cada variable proporciona evidencia empírica sobre que el uso de las tecnologías ha implicado ciertas afectaciones en los estudiantes. En la figura 2 se aprecia un comparativo sobre los niveles de afectación en los estudiantes. En dicho gráfico se permite observar que los estudiantes han recibido mayor afectación en lo social, es decir, el uso excesivo de las tecnologías ha implicado que los estudiantes posean problemas para socializar, evidentemente respecto a este problema hubo un incremento sustancial del 2019 a 2021. El factor biológico indica que los estudiantes se encuentran experimentando afectaciones físicas como dolores y sensaciones de cansancio por el uso desmedido de las tecnologías, lo que contribuye al padecimiento de ciberpatologías. La dimensión psicológica indica que los estudiantes han experimentado afectaciones relacionadas con su personalidad e inclusive para imaginar situaciones relacionadas con los dispositivos electrónicos y evadir problemas, también se observa un incremento en el nivel de afectación del 2019 al 2021, evidencia para la hipótesis que plantea este estudio. De manera general, en 2019 (2.35) y 2021 (2.47) se incrementó el uso de las tecnologías, por tanto, existe evidencia empírica sobre que los estudiantes padecen alguna ciberpatologías.
Cabe mencionar que el nivel de afectación percibida en este estudio permite analizar el nivel (propensión) de ciberpatologías que los estudiantes pueden poseer. En la tabla 5 puede apreciarse el nivel de ciberpatologías de las dos muestras de estudio. En la muestra 1, antes de la pandemia (2019), 66 % de estudiantes se encontraba en el nivel de afectación poco hacia padecer una ciberpatologías y 28 %, en un nivel algo. No obstante, después de la pandemia (2021), se observa un nivel similar, inclusive menor. De manera general, el nivel de ciberpatologías que se observa es poco y algo sobre padecer un tipo de enfermedad. Esto demuestra que existen evidencias sobre las diferencias entre las dos muestras, sin embargo, es necesario conocer si son significativas.
Variable | Nivel | Muestra 1 (2019) | Muestra 2 (2021) | Total | |||
---|---|---|---|---|---|---|---|
N | % | N | % | N | % | ||
Nivel de ciberpatología | Nada | 9 | 2 | 28 | 6 | 37 | 4 |
Poco | 326 | 66 | 264 | 62 | 590 | 64 | |
Algo | 140 | 28 | 110 | 26 | 250 | 27 | |
Bastante | 16 | 3 | 26 | 6 | 42 | 4 | |
Mucho | 1 | 1 | 0 | 0 | 1 | 1 | |
Total | 492 | 100 | 428 | 428 | 920 | 920 |
Fuente: Elaboración propia
En general, se pueden apreciar afectaciones que indican que los estudiantes inician a padecer alguna ciberpatologías originada por el uso excesivo de las tecnologías. Las tablas 4 y 5 permiten observar que existen diferencias estadísticamente de la muestra de antes respecto a de la después de la pandemia de la covid-19, inclusive se aprecia un incremento considerable. En este sentido, en la tabla 6 se aprecia la prueba de hipótesis de Wilcoxon, que permite comparar si existen cambios en una muestra, se consideró un nivel de significancia del 0.05, y se obtuvo un valor de Z calculada de -0.959 y una significancia asintótica de 0.337, El nivel de p-valor es mayor a la significancia, lo cual indica que no existen diferencias estadísticamente significativas en el nivel de afectación por el uso de las TIC (ciberpatologías) antes y después de la pandemia por la covid-19 en los estudiantes de la FCA de la UV campus Coatzacoalcos.
Estadísticos de prueba* | |
---|---|
Muestras 1 y 2 | |
Z | -0.959** |
Sig. asintótica(bilateral) | 0.337 |
*Prueba de rangos con signo de Wilcoxon
**Se basa en rangos negativos.
Fuente: Elaboración propia
En definitiva, contrastando los niveles obtenidos en la tabla 4 sobre las afectaciones ciberpatológicas y la prueba de hipótesis a través de Wilcoxon en la tabla 6, se aprecia entonces que la hipótesis alterna se rechaza, de tal forma que no existen diferencias estadísticamente significativas entre ambas muestras.
Variable | 2019 | 2021 | ||
---|---|---|---|---|
X̅ | σ | X̅ | σ | |
1) Malpaso por el uso de Internet | 1.40 | 0.83 | 1.65 | 1.18 |
2) Consumo de bebidas energizantes para despertar | 1.57 | 1.01 | 1.69 | 1.11 |
3) Uso del celular antes de dormir | 3.74 | 1.24 | 3.30 | 1.31 |
4) Dolor por uso excesivo de la computadora | 2.53 | 1.23 | 3.09 | 1.33 |
5) Sentir que el celular vibra | 2.68 | 1.36 | 2.62 | 1.45 |
6) Dolor en los dedos después de usar el celular | 1.59 | 0.98 | 1.74 | 1.23 |
7) Dolor de cabeza por uso de dispositivos | 2.17 | 1.18 | 2.78 | 1.44 |
8) Sensación de arena en los ojos por uso del celular | 1.58 | 0.98 | 2.17 | 1.42 |
9) Adquisición de teléfono cómodos | 3.08 | 1.47 | 2.39 | 1.41 |
10) Uso de gotas en los ojos por daño de la computadora | 1.41 | 0.96 | 1.74 | 1.39 |
11) Problemas gastrointestinales | 1.82 | 1.20 | 2.21 | 1.48 |
12) Uso de lentes para computadora | 2.34 | 1.60 | 2.63 | 1.72 |
13) Fatiga o visión borrosa al uso de la computadora | 2.43 | 1.25 | 2.72 | 1.34 |
14) Pérdida de sueño por estar conectado al Internet | 2.62 | 1.26 | 2.60 | 1.20 |
15) El Internet ayuda a tranquilizarte | 2.61 | 1.31 | 2.76 | 1.35 |
16) Pensamiento: vida sin Internet sería aburrida | 2.34 | 1.21 | 2.42 | 1.23 |
17) Pensar en el Internet cuando no se está conectado | 2.27 | 1.09 | 2.29 | 1.11 |
18) Ocultas el tiempo de conexión | 1.89 | 1.13 | 2.02 | 1.25 |
19) Permanecer más tiempo conectado del habitual | 2.69 | 1.24 | 2.57 | 1.36 |
20) No consigue reducir el tiempo de conexión | 2.45 | 1.17 | 2.59 | 1.31 |
21) Sensación de depresión al no estar conectado | 1.72 | 1.00 | 2.06 | 1.43 |
22) Más tiempo de videojuegos para sentirse satisfecho | 1.60 | 0.97 | 1.63 | 1.10 |
23) Inquietud e irritabilidad por no jugar videojuegos | 1.49 | 0.89 | 1.55 | 1.10 |
24) Atento al uso del celular | 2.40 | 1.28 | 2.33 | 1.39 |
25) Inquietud e irritabilidad al dejar de usar el celular | 1.99 | 1.12 | 1.78 | 1.13 |
26) Intentar dejar el celular por un tiempo sin lograrlo | 2.15 | 1.12 | 2.09 | 1.26 |
27) Utilización del móvil para escapar de problemas | 2.10 | 1.21 | 2.18 | 1.30 |
28) Pendiente a los videojuegos | 1.60 | 1.02 | 1.58 | 1.06 |
29) Usar más tiempo el celular demuestra satisfacción | 1.63 | 0.92 | 1.79 | 1.15 |
30) Uso del Internet para escapar de problemas | 1.92 | 1.22 | 2.11 | 1.27 |
31) Inquietud e irritabilidad al dejar de jugar en Internet | 1.57 | 0.95 | 1.55 | 1.04 |
32) Intentar dejar de jugar en Internet sin lograrlo | 1.67 | 1.09 | 1.85 | 1.35 |
33) Comunicación con amigos mediante el Internet | 4.24 | 0.99 | 3.60 | 1.34 |
34) Uso del Internet para relacionarse sentimentalmente | 2.92 | 1.36 | 2.60 | 1.43 |
35) Familias más unidas cuando están conectadas | 2.11 | 1.23 | 2.24 | 1.43 |
36) Trabajo en equipo mediante Internet | 3.96 | 1.12 | 3.76 | 1.26 |
37) Aceptas amigos en Internet sin conocerlos | 2.11 | 1.18 | 2.21 | 1.35 |
38) Relación familiar con uso de tecnologías | 1.91 | 1.08 | 2.32 | 1.44 |
39) Las tecnologías ayudan a acercarse a más personas | 3.03 | 1.21 | 3.32 | 1.36 |
40) La tecnología es esencial para convivir | 2.04 | 1.16 | 2.58 | 1.47 |
41) La colonia donde vives usa tecnología | 3.58 | 1.30 | 3.66 | 1.31 |
42) Uso del celular para escuchar música | 3.86 | 1.19 | 3.99 | 1.18 |
43) La tecnología es indispensable para relacionarse | 2.99 | 1.29 | 3.70 | 1.30 |
44) Amigos en videojuegos | 1.87 | 1.23 | 2.44 | 1.55 |
45) Celular para finalidades académicas | 4.15 | 1.08 | 4.29 | 1.07 |
Total | 2.35 | 2.47 |
Fuente: Elaboración propia
En definitiva, los resultados demuestran empíricamente la ausencia de evidencia sobre un incremento antes y después de la pandemia (figura 2) en afectaciones sobre el uso excesivo de la tecnología (ciberpatologías). Sin embargo, la estadística básica demuestra un incremento considerable que denota atención por parte de la universidad para atender las necesidades de un problema que se potencializó a partir de la pandemia por la covid-19.
Discusión
Las tecnologías en los procesos de enseñanza-aprendizaje han sido adoptadas como efecto de la globalización (Clara y Vega, 2020, 2021). La presente investigación tuvo como objetivo contribuir con evidencia empírica al supuesto de que el uso excesivo de la tecnología por estudiantes universitarios antes y después de la pandemia provoca problemas de salud. Es necesario recordar que la pandemia por la covid-19 implicó cambios drásticos en diversos ámbitos. En el contexto de la educación, la estrategia derivó en adoptar un modelo virtual que evidentemente incrementó el uso de las tecnologías y entornos virtuales por los estudiantes universitarios. Los estudios de Carissoli, Redaelli, Bernardelli, Negri y Delle (2022), Liu, Zhao y Su (2022), Chandrasiri y Weerakoon (2022) y García y García (2022) corroboran las experiencias de estudiantes ante la virtualidad derivado de la estrategia educativa ocasionada por la covid-19. Procedente a ello, se incrementó el uso de herramientas tecnológicas (plataformas como Zoom, Skype, Meet, etc.), lo que ocasionó problemas de salud en los estudiantes derivado del uso excesivo de esta, algunos estudios demuestran esta situación (Chiza, Vásquez y Vega, 2021; Reyes, Amaya y Capps, 2021; Rodado, Jurado y Giraldo, 2021). En este sentido, los resultados empíricos demuestran evidencia sobre el fenómeno de las ciberpatologías. Aunque el término se desconoce, esta investigación lo estudió bajo la premisa de que el uso excesivo de las tecnologías ocasiona problemas de salud que derivan en afectaciones biológicas, psicológicas y sociales (en conjunto ciberpatologías) en estudiantes universitarios.
Respecto a las afectaciones de carácter biológico, se evidencia un incremento de 2019 al 2021 en los estudiantes. Para Lawal, Omiyi, York y Akudjedu (2022) la experiencia de la virtualidad para los estudiantes significó un desafío e inclusive ocasionó problemas de salud en ellos. En el caso del factor psicológico, se encontró que los estudiantes han experimentado afectaciones de este tipo, por ejemplo, cuadros de depresión derivados de la angustia por la pandemia y por los procesos de enseñanza-aprendizaje virtual. Hensel (2022) demostró que la tensión, problemas del entorno y el uso de la tecnología por encima del tiempo recomendado ha derivado en afectaciones psicológicas, de ahí la necesidad de atender este problema (Becerra, Roland, Avina y Becerra, 2022; Hotez et al., 2022; Zhang, 2020).
La evidencia sobre el factor social demuestra que los estudiantes de 2019 (antes de la pandemia) a 2021 (después de la pandemia) han incrementado las afectaciones como socializar y divertirse solo a través de dispositivos electrónicos. El estudio de Saha, Dutta y Sifat (2021) indican que, derivado de los problemas de salud mental que ha ocasionado la pandemia en los estudiantes, el factor social ha sido de los más afectados, aunque es complejo medirlo porque el ser humano los ha normalizado. De manera general, se mostró que los estudiantes han adoptado acciones y actividades que indican que se encuentran experimentando situaciones que pueden derivar en el padecimiento de alguna ciberpatologías. Chacín, González y Peñaloza (2020) demuestran que estas afectaciones suceden y que, además, a partir de la pandemia se han incrementado.
El uso excesivo de las tecnologías, aunado a ocasionar enfermedades en las personas, también afecta su capacidad intelectual. Los estudiantes en la actualidad son menos creativos y con un pensamiento poco crítico-reflexivo, por tanto, es un problema que debe atenderse tanto desde dentro de las universidades como desde fuera (Hernández, Vargas, González y Sánchez, 2020). No obstante, la tecnología también representa una oportunidad para desarrollar habilidades y capacitación a través de medios digitales (Torres, 2020) en tanto su uso sea regular (moderado) y que las personas cuenten con las condiciones de infraestructura y adiestramiento.
Conclusiones
En esta investigación se logró aplicar una encuesta a muestra longitudinal a estudiantes de nivel licenciatura en la FCA de la UV Coatzacoalcos sobre el nivel de afectación por el uso de las TIC (ciberpatologías) antes y después de la pandemia. Se alcanzó el objetivo de investigación: se obtuvo evidencia empírica de que los estudiantes han experimentado afectaciones biológicas, psicológicas y sociales derivado del uso excesivo de la tecnología (padecimiento de alguna ciberpatologías). Si bien hay evidencia de que el grado de afectación incrementó, estadísticamente no es significativa. El tópico sobre uso excesivo de la tecnología y los padecimientos derivados de esta denotan atención desde la academia, los gobiernos y el mercado como una preocupación.
Futuras líneas de investigación
Es relevante realizar una investigación que permita argumentar cuáles son los padecimientos sobre el uso excesivo de la tecnología, por ello, es necesario conocer la percepción de especialistas en el área médica que contribuyan con conocimiento concreto sobre el tema y cómo podrían atenderse desde las universidades. Por otro lado, es necesario realizar una investigación que contribuya con conocimiento teórico sobre el concepto de ciberpatologías que permita medirlo.