Introducción
El mundo ha experimentado la incertidumbre colectiva de la presencia invisible de un asesino silencioso, desconocido que en forma incontrolable se ha extendido rápidamente por todos los confines de nuestro planeta tierra. A mediados de diciembre del 2019, la comunidad científica identifica esta nueva enfermedad como virus COVID-19.
A raíz del aparecimiento de la pandemia en nuestras sociedades, estas han experimentado una serie de problemas sin precedentes, empezando por los continentes de Asia, Europa, África y luego América. Los efectos a mediano y largo plazo en la economía, las sociedades, la geopolítica y las diferentes culturas a nivel mundial, han desencadenado confinamientos obligatorios, desempleo, crisis sanitarias, desgobiernos, mortalidad, hambre, dando paso al aparecimiento del fundamentalismo, el teletrabajo, entre otros.
El 11 de marzo de 2020, profundamente preocupada por los alarmantes niveles de propagación de la enfermedad, por su gravedad, y por la impotencia de los países de controlar su avance, la OMS determina en su evaluación que la COVID-19 puede caracterizarse como una pandemia (COVID-19: cronología de la actuación de la OMS).
Los habitantes de América del Sur se sumergieron en un nuevo modus vivendi, y el mundo se detuvo en forma abrupta para emprender un nuevo orden social, enmarcado en el aislamiento económico y cultural. Los habitantes en su mayoría de países en vías de desarrollo, independientemente de su credo, raza, religión, posición política o cultural, se vieron forzados a recluirse en sus casas en forma indefinida, lo que generó que la cadena logística y productiva se detenga con los correspondientes impactos financieros, económicos y sociales.
La ciencia ha intentado explicar sin éxito el origen de este nuevo virus, y lo que es peor, aún no tienen un tratamiento efectivo y directo que permita salvar la vida de quienes lo contraen; sin embargo, a un año de que la Organización Mundial de la Salud OMS declaró que el mundo está a merced de una pandemia colectiva, varios laboratorios a nivel mundial en una carrera contra reloj, y luego de un sin número de ensayos y pruebas experimentales, han logrado fabricar una serie de vacunas, cada una con porcentajes distintos de efectividad como es el caso de la farmacéutica Pfizer que indica que su vacuna ha mostrado una efectividad del 95 por ciento después de administrarse la segunda dosis y una efectividad del 100 por ciento a la hora de prevenir casos severos (Organización Mundial de la Salud, 2019).
En un artículo publicado en la revista científica The Lancet indica que la última cifra conocida fue el 92% de eficacia que se atribuye a la vacuna rusa Sputnik-V, que se suma al 95% reportado por la desarrollada por Pfizer-BioNTech, el 94,1% de la de Moderna y el 70% de la de la Universidad de Oxford y AstraZeneca (BBC mundo noticias), pero lo suigéneris de estas vacunas es que ninguna le asegura inmunidad, ni tampoco que las medidas de bioseguridad como son el caso del uso obligatorio de la mascarilla, el distanciamiento de 2 metros entre las personas, el lavado continuo de las manos, y el uso permanente de alcohol en cualquiera de sus presentaciones, se les pueda dejar (Ansede, 2021).
Resulta enriquecedor poder evidenciar que una parte importante de la humanidad se ha visto expuesta a situaciones críticas, y han sufrido enfermedades o cuadros psicopatológicos, pero han logrado sobreponerse. En este contexto, se aborda el tema del pensamiento complejo por la época en la que se efectúa la presente investigación (tiempos de covid-19), donde de lo único que se tiene certeza es que cada ser humano experimenta complejidades de toda índole, sobre todo, de pensamiento. Como lo explica Morin, “la complejidad es expresión de la incertidumbre en el que conviven el orden y el caos”. Burgos., et al (2016) lo define (pensamiento complejo) como el conjunto de habilidades mentales que permiten, por ejemplo, utilizar la lógica, generar ideas originales, descomponer un problema, y está muy relacionado a la inteligencia.
De tal modo, que en situación de incertidumbre son muchas las ideas, vivencias, percepciones, sentimientos o experiencias que se manifiestan en el ser humano como mecanismo de sobrevivencia, algunas negativas y otras positivas; no obstante, todas son importantes y merecedoras de ser monitoreadas, pues constituyen métricas valiosas para tomar decisiones que configuren la resiliencia.
La resiliencia es definida de forma consensual como los patrones de adaptación positiva en un contexto de riesgo y adversidad (Fernandes de Araújo & Bermúdez, 2015); la resiliencia está formada por tres componentes esenciales: 1) la capacidad de afrontar, 2) la capacidad de continuar desarrollándose y 3) la capacidad de aumentar las competencias (Barranco, 2009). Últimamente, se ha hecho referencia a la resiliencia como un proceso dinámico que abarca la adaptación positiva en el contexto de la adversidad (Losada & Latour, 2012); es un concepto interactivo que se refiere a la combinación de eventos adversos y un resultado psicológico positivo frente a estas experiencias (Iglesias, 2006), el concepto de resiliencia es novedoso en la explicación y predicción de los aspectos psicológicos centrándose en los factores de protección y de los de riesgo (Iglesias, 2006).
Entre los constructos mediadores de la Resiliencia destaca la competencia, que se diferencia de la misma en que esta se centra únicamente en el ajuste positivo, mientras que la resiliencia se centra en los ajustes positivos y negativos; por otro lado, la competencia habitualmente implica conductas manifiestas, observables, mientras que la Resiliencia es un concepto más amplio que los aspectos inherentes a la competencia (Fuentes, 2018). Otro constructo es el afrontamiento, que es definido como los esfuerzos cognitivos y conductuales utilizados por el individuo para afrontar las demandas internas y externas (Rodríguez, 2013); se ha identificado que personas que utilizan estrategias de afrontamiento pueden ser consideradas resilientes (Sierra, 2016).
Otro constructo que está asociado a la Resiliencia es la autoeficacia, pues superar las adversidades significa una experiencia que altera las creencias de tener éxito en situaciones particulares y para ejercer el autocontrol en la vida (Fernandes de Araújo & Bermúdez, 2015).
A través del tiempo, los diferentes conceptos de Resiliencia han sido considerados en su mayoría desde la perspectiva patológica. En la era actual, los trabajos científicos demuestran que la Resiliencia es una forma saludable de ajustarse ante la adversidad
Diferentes y numerosos estudios muestran que la Resiliencia es un fenómeno común entre las personas que se enfrentan a experiencias adversas y que surge de funciones y procesos adaptativos normales del ser humano (Bermejo, 2010).
Desde la perspectiva norteamericana se sugiere que el término Resiliencia sea reservado para denotar el retorno homeostático del sujeto a su condición anterior, utilizando otros términos como florecimientos, o crecimientos postraumáticos para hacer referencia a la obtención de beneficios o al cambio a mejorar tras la experiencia traumática. La Resiliencia refleja la habilidad o capacidad para mantener un equilibrio estable durante todo el proceso (Bermejo, 2010). Con esa perspectiva de análisis se podría definir a la Resiliencia como la capacidad adaptativa del ser humano, frente a diferentes tipos de adversidades, obligándolo a repensar procesos coherentes que se adapten al nuevo entorno económico y sociocultural.
Debido a las medidas de distanciamiento social adoptadas por los gobiernos de toda la región, muchas MIPYMES que no pueden realizar la transición al teletrabajo están experimentando caídas en la demanda de bienes e incidencias en la cadena de suministro. En Latinoamérica, el impacto social y económico del covid-19 no tiene precedentes considerando que alrededor del 99% de las empresas son MYPIMES, las mismas que generan el 67% del empleo regional; en estas están consideradas las asociaciones de vendedores ambulantes y micro emprendedores, quienes con sus productos y servicios están mucho más cerca del consumidor final.
Al mismo tiempo, mientras que las cuentas y la deuda se acumulan, el escaso capital de trabajo disminuye. La supervivencia de muchas MIPYMES está en riesgo, ya que se ven obligadas a reducir operaciones, despedir trabajadores y liquidar asociaciones, porque sus miembros buscan otras actividades económicas que les permita sobrevivir.
Por si fuera poco, las MIPYMES que operan en la economía informal tendrán más dificultades para acceder al apoyo de emergencia de los gobiernos (Valle & Fuentes, 2016).
La creación de ventajas competitivas dinámicas en los países de América Latina no puede descansar de manera exclusiva en la consecución de logros a nivel macroeconómico, sino que demanda, a su vez, la inclusión de iniciativas o emprendimientos locales, así como el trabajo mancomunado entre los distintos actores e instituciones (Alvarado Vélez., et al, 2020).
Se ha podido evidenciar en 23 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD) el crecimiento en la tasa de actividades emprendedoras, siendo América Latina la que lidera con la Tasa de Actividad Emprendedor (TEA) del 19,8%, y es el Ecuador el país donde existe un alto número de emprendimientos desarrollados, ocupando el segundo mejor lugar en participación a nivel mundial (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, 2017). Es digno de mencionar, que son las Pymes las mayores generadoras de empleos productivos en el país, lo que permite un desarrollo socioeconómico razonable en el Ecuador (Amores & Castillo, 2017).
En este sentido, el Gobierno Nacional del Ecuador, ha reconocido que gran parte de la dinámica del aparato productivo nacional y local se debe a aquellos actores que forman parte de la economía popular y solidaria, así como de las pequeñas y medianas empresas, llegándose a constituir parte importante de la economía nacional (Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo, 2017); por ello, el desarrollo integral del país se ha determinado a través de una planificación enfocada en las actividades productivas que posee cada uno de estos sectores para generar beneficios para el desarrollo territorial y el progreso de la especialización de sus actitudes productivas (Alvarado Vélez., et al, 2017).
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de forma textual sobre el Covid-19 manifestó que: “La pandemia por la Covid-19 es la oportunidad ideal para que América Latina se digitalice tanto en materia educativa como comercial, en el cual se debe abandonar las prácticas convencionales” (Comisión Económica para América Latina y el Caribe, 2020).
Santo Domingo, en el año 2019, fue reconocida por el Ministro de Agricultura como la capital gastronómica del Ecuador, la ciudad por estar situada estratégicamente en el centro del país, y que a partir de los años 40, ha sido objeto de culturizaciones especialmente en lo que a la gastronomía se refiere.
A raíz del aparecimiento de la pandemia, el sector gastronómico informal como postres y la comida rápida ha tenido un aumento de ventas. Edgar Salas, director de Innovación de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES) menciona, que el ser humano por naturaleza cuando se encuentra en situaciones de confinamiento desarrolla instintos de ansiedad, donde el consumo masivo de aperitivos y la comida rápida son apetecidos. De acuerdo con un estudio realizado por la mencionada Universidad, el promedio de compra al sector gastronómico informal ha aumentado un 28% (El Universo, 2020).
En la ciudad de Santo Domingo existen emprendimientos direccionados al sector gastronómico informal, como por ejemplo, los que se concentra en las avenidas Abraham Calazacón, Río Lelia, La Lorena, la conocida calle del colesterol en la Urbanización los Rosales, etc.
La presente investigación se direcciona en estudiar el impacto socioeconómico del coronavirus y resiliencia en los microemprendimientos gastronómicos localizados en estos sectores de la ciudad de Santo Domingo.
Desarrollo
Metodología
Dentro de las consideraciones metodológicas implementadas en el estudio del impacto socioeconómico, se desarrolló una investigación de campo con un diseño metodológico mixto (cualitativo-cuantitativo) con un nivel de profundidad descriptivo.
La investigación en fuentes primarias y secundarias permitió ampliar el contexto de la problemática planteada a ser analizada. En la fase de diagnóstico se aplicaron las técnicas de la observación y de la encuesta, como mecanismos de trabajo de campo en el lugar mismo de la investigación, que son los restaurantes y locales de expendios gastronómicos ubicados en las avenidas Abraham Calazacón, Río Lelia, La Lorena, la conocida calle del colesterol en la Urbanización los Rosales de la ciudad de Santo Domingo.
El cuestionario estuvo compuesto por indicadores de economía, redes sociales, innovación y bioseguridad. La escala de calificación estuvo entre 1 y 4 en la escala de Likert.
Los sectores en los que se concentró el estudio se contabilizaron 63 locales dedicados a microemprendimientos gastronómicos (comida rápida). Por las restricciones existentes, se elaboró previamente un listado de los lugares con sus respectivos números de WhatsApp, herramienta tecnológica que permitió el acercamiento y posterior motivación a participar en este estudio, logrando encuestar a todos sus propietarios o administradores; por el número de locales y la participación total en la investigación no fue necesario obtener muestra alguna.
El procesamiento de la información se realizó en Microsoft Excel, y se utilizó este software para poder encontrar cuáles fueron los puntos de inflexión positivos o negativos que han tenido estos microemprendimientos.
Resultados
Los microemprendimientos gastronómicos de comidas rápidas, económicamente, han sido afectados de forma directa por el Covid-19
El 100% de los microemprendimientos localizados en los sectores avenida Abraham Calazacón, Río Lelia, La Lorena, la conocida calle del colesterol en la Urbanización los Rosales, consideran que sus negocios han sido afectados económicamente, ya que el 60% ha tenido ventas nulas, mientras que el 40% ha tenido pocas ventas.
Las redes sociales se han convertido en el único medio para que los microemprendimientos gastronómicos de comidas rápidas puedan tener interacción con los consumidores lo que ha generado ventas
El 60% de los locales actualiza sus publicaciones en redes sociales; esto se da, porque para ellos, este medio actúa como punto de interacción con los clientes. El 80% considera que las redes sociales han ayudado a que sus ventas puedan aumentar. Los estados de exención, los toques de queda, las medidas de confinamiento, y la paranoia social, entre otras, les ha obligado a reinventarse. Los microemprendimientos han tenido que trabajar a puertas cerradas y han hecho uso de los delivery para poder atender los requerimientos de sus clientes, y de forma parcial, ir reactivando sus negocios. El 70% considera que el volumen de ventas en redes sociales ha cumplido de forma constante con los objetivos que se han propuesto.
La innovación en los microemprendimientos gastronómicos de comida rápida debe ser constante; sin embargo, no es así
La difícil situación que se encuentran atravesando los microemprendimientos de comida rápida, ha impedido que el 50% de los mismos diseñen métodos para conocer los diferentes gustos de los clientes; no obstante, el 100% de estos negocios, antes de introducir un nuevo producto o servicio, realizan estudios de mercado para saber la aceptación que este tendrá.
Por otra parte, al ofertar alimentos de consumo rápido, el 100% de estos microemprendimientos mencionan que reciben críticas positivas, donde el 60% de los negocios consideran que constantemente sus productos son llamativos para los clientes, lo cual puede entenderse como una ventaja y fortaleza competitiva.
La bioseguridad para los microemprendimientos de comida rápida se ha convertido en un requisito indispensable, si estos quieren seguir operando
En el 100% de los microemprendimientos es obligatorio para los trabajadores el uso de mascarilla, guantes y cofia; el 80% del personal usa mascarillas de tipo quirúrgica debido a su participación directa en la elaboración de los productos.
Discusión
El artículo publicado por Garzón (2020), la misma que cita: la encuesta realizada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) con el apoyo del PRODEM (Programa de Desarrollo Emprendedor) a 2.232 emprendedores de 19 países de América Latina detalla como resultado, que las medidas de confinamiento social a causa del coronavirus han generado la interrupción en ventas, donde ocho de cada diez emprendimientos están siendo fuertemente afectados por la crisis.
Esta publicación afianza el concepto de que los microemprendimientos son los más vulnerables al Covid-19. Este reporte, al igual que los resultados de esta investigación reflejan una caída en las ventas de los emprendimientos, así como una disminución significativa de los ingresos; por esta razón, un informe de la Universität d´Alacant concluye en que el Covid-19 ha traído consigo un nuevo modelo de ventas en el cual el “social selling: Ventas por redes sociales” es un conjunto tripartito que tiene como fin buscar mayor expansión en el mercado, algo que no existía en el modelo tradicional, pre Covid-19.
Como resultado, se puede decir, que el estado socioeconómico de los microemprendimientos gastronómicos de la Ciudad de Santo Domingo, como consecuencia del Covid-19, se han visto fuertemente afectados, lo que ha generado el aparecimiento de una reingeniería de actitudes resilientes tendientes a mantenerse y recuperar el mercado mediante la incorporación de herramientas tecnológicas que les permita estar en constante interacción con clientes y proveedores, permitiendo de esta manera dinamizar el sector, y por ende, reactivar las economías de los actores sociales.
Conclusiones
La crisis socioeconómica que ha provocado la Covid-19 ha demostrado que los sectores comerciales especialmente los microemprendimientos son altamente afectados, lo que ha generado en los diferentes microemprendedores actitudes resilientes, tendientes a permanecer activos en el sector comercial, obligándolos a repensar en estrategias que les permita seguir comercializando sus productos dentro de una política de bioseguridad.
Por lo anterior, es que las redes sociales pasaron de ser un medio solamente de comunicación social y familiar a ser una herramienta de interacción comercial, ya que es por este medio que los diferentes microemprendedores promocionan sus productos gastronómicos tratando de satisfacer los paladares más exigentes. Han logrado implementar medidores de satisfacción tanto de sus productos como de sus servicios, cuidando con mucho esmero la atención y satisfacción del cliente.
Es necesario puntualizar, que la vulnerabilidad que han tenido los microemprendimientos de la ciudad de Santo Domingo ha dejado en evidencia la falta de capital de trabajo, lo que a su vez ha provocado la incertidumbre de no poder continuar con sus negocios.
Esta investigación ha pretendido visualizar el impacto socioeconómico de la pandemia en un sector muy importante de la economía local como es los microemprendimientos, así como también identificar en los diferentes negocios la adopción y manejo de dimensiones resilientes, recomendando en este sentido, que se implementen estudios similares en otros sectores de la economía local y nacional.