Introducción
Los procesos migratorios internacionales desde el estado de Puebla, México, fundamentalmente hacia Estados Unidos, y más recientemente con destino a Canadá, han sido objeto de estudio de un significativo número de investigaciones (Mora y Fierros, 2020; D’Aubeterre, 2019; Juárez et al., 2018, D’aubeterre, Rivermar y Gutiérrez, 2018; Desidério y Altamirano, 2018; Cortés y Manjarréz, 2017; Lee, 2014; León, Ramírez-Valverde y Ortega-Hernández, 2013, entre otros). Se ha documentado, incluso, que migrantes originarios de la mixteca poblana ya se encontraban incorporados en los flujos que significaron un hito en la relación Estado Unidos- México en el tema migratorio, los que fueron resultado del Programa Brasero (1942-1964) (Rivera y Lozano, 2006). En este periodo se conjugaron nuevas y viejas expresiones de movilidad laboral internacional, dando lugar a que el número de migrantes mexicanos, respecto al total de los inmigrantes en Estados Unidos, se duplicara, pasando de 3.25 % a 7.9 % (U.S. Bureau of the Census, Internet Release date: March 9, 1999). Dicho flujo estuvo integrado, fundamentalmente, por mexicanos procedentes de entidades federativas con altos índices de migración históricos como Guanajuato, Michoacán y Zacatecas. A estos estados se sumaron otros con una presencia cuantitativamente menor, como Puebla, Ciudad de México, Guerrero, Hidalgo, Estado de México, Querétaro y Tlaxcala. Este flujo, básicamente se dirigió hacia California, como resultado de la solicitud expresa de agricultores estadunidenses al Departamento de Agricultura, el cuál promovió la realización de negociaciones intergubernamentales, las cuales llegaron al acuerdo que permitió la firma del Primer Convenio, que entró en vigor el 4 de agosto de 1942 y que se prolongó durante un poco más de dos décadas (Roldán y Sánchez, 2015).
La emigración desde Puebla ha sido persistente y en constante aumento, particularmente desde los años ochenta hasta 2006; a partir de ese año la profunda crisis de la economía estadunidense marcó un descenso en la tasa de crecimiento, así como un incremento en el número y proporción de retornados. Puebla forma parte del conjunto de entidades que tienen un grado medio de intensidad migratoria y hace parte de la región migratoria del centro del país, de acuerdo con la clasificación de regiones de origen y destino de la migración México-Estados Unidos, propuesta por el Consejo Nacional de Población (Conapo). En 2010 el estado ya ocupaba el octavo lugar nacional por su alto porcentaje de viviendas con emigrantes hacia el vecino país (INEGI, 2010; Conapo, 2010a).
La emigración internacional poblana ha estado integrada principalmente por población mestiza e indígena y por migrantes regulares e irregulares. También se ha caracterizado por una disminución paulatina de la circularidad migratoria. El mayor incremento en el número de emigrantes se observó en los años noventa, particularmente de población indígena, ya que además de los mixtecos, se añadió la movilidad de totonacas, nahuas y popolucas (Roldán y Sánchez, 2015). Es importante destacar que la región mixteca, que también incluye los municipios de Oaxaca y Guerrero, es considerada la principal región indígena expulsora de fuerza de trabajo en el país (Bindford, 2010; Osorno, 2012). Atención particular han obtenido estas migraciones indígenas en cuanto a los circuitos y conexiones con las que se desenvuelven hacia las grandes urbes nacionales, sus expresiones trasnacionales y connotaciones en cuanto a la identidad étnica, entre otros aspectos (Freddi, Carreño y Martínez, 2020; Hernández, 2019; Barabas, 2016).
Una temática, escasamente abordada y que es sumamente representativa de las migraciones indígenas poblanas, es la relativa a los flujos de sus remesas. El conocimiento alcanzado en cuanto a la identificación de las que son de origen mestizo y las cuales resultan de envíos de población originaria, es mínimo (CEPAL, 2014). Se registra un fuerte déficit en la información que sobre las remesas proporciona el banco central del Estado Mexicano (Banxico), ya que solo se encuentra desglosada por entidad federativa y por número de transacciones realizada y no se proporciona información ni en el plano municipal y menos aún se registra la identidad étnica de quienes las envían y de quienes las reciben.
Considerando las actuales condiciones económicas y políticas de México como país expulsor de población, lo que continua siendo un aliciente en el interés de los aspectos teóricos y metodológicos en la compresión de las características de los hogares y viviendas que se ven impactados por el envío de remesas, y sobre cómo la migración afecta las economías locales y regionales, el objetivo de este trabajo es avanzar en el conocimiento de las remesas indígenas y principalmente en las características de las viviendas receptoras y de estos flujos monetarios, en el caso del estado de Puebla, dada su significativa presencia como entidad receptora en los montos nacionales. La hipótesis a corroborar en esta investigación es que dadas las especificidades que resultan de la condición étnica, tanto las características de las viviendas receptoras como el comportamiento mismo de los envíos de las remesas indígenas, son diferentes a las que se originan desde la población mestiza.
En este trabajo coincidimos con la propuesta de Roldán y Sánchez (2015) que se refiere a la importancia de considerar las particularidades de las remesas recibidas por la población indígena y en tomar en consideración que dicho ingreso en ocasiones puede servir de apoyo para la reproducción familiar y social, pues en el caso de esta población “el envío como el uso tienen referentes específicos de territorialidad, integración comunitaria, ciudadanía, autoridad, sistema de cargos, así como pautas de los contextos que garantizan la reproducción familiar y social” (Roldán y Sánchez, 2015, p. 13). El interés en este trabajo se centra, como un punto de partida para entender estos otros aspectos, en hacer evidente las diferencias y similitudes en la recepción de estos recursos entre los indígenas y los no indígenas particularmente en el estado en mención.
El artículo está dividido en cuatro grandes apartados. En el primero de ellos, presentamos el contexto de la recepción de remesas a nivel nacional y de Puebla, enfocándonos en la población indígena (tanto hablantes de lengua indígena, como aquellos que se auto adscriben como tal); en el segundo apartado presentamos las principales características de los jefes de hogar, residentes en viviendas indígenas; el tercer apartado se centra en el análisis de los factores que nos ayudan a explicar la recepción de remesas en viviendas indígenas, a partir de un modelo de regresión logística binominal. Para finalizar, presentamos las consideraciones finales.
En el primer apartado de este artículo empleamos datos de los Censos de Población y Vivienda 2000 y 2010 y la Encuesta Intercensal de 2015 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México (INEGI) e información monetaria sobre remesas que publica el Banco de México (Banxico), de los primeros contamos con número de viviendas de recepciones de remesas y de Banxico con la serie histórica de remesas que entran al país. Con tales insumos se calcularon tasas de crecimiento de las remesas para poder compararlas con los datos monetarios y poder estimarlos, lo cual sirvió para ir interpolando año con año y así contar con la información del periodo de estudio. En la contextualización que se presenta sobre las remesas indígenas internacionales a nivel nacional y para el caso de Puebla, presentamos de manera separada tanto los datos de auto adscripción, como los referentes a los hablantes de la lengua indígena.
Para el segundo apartado, también se utilizaron los datos de los Censos de Población y la Encuesta Intercensal de 2015. La caracterización de las viviendas indígenas fue a partir de los elementos de lengua indígena y autoadscripción, los cuales fueron declarados por los individuos (jefe de hogar, jefa de hogar, cónyuges del jefe o jefa del hogar y ascendientes de los jefes de hogar), se extendieron las características del miembro seleccionado al conjunto de los integrantes de la vivienda.
Para establecer los factores asociados a la recepción de remesas en viviendas indígenas, utilizamos un modelo de regresión logístico binominal, el cual posibilita determinar el nivel de asociación entre las variables y las categorías de análisis y permite medir la probabilidad o propensión de que una vivienda indígena reciba remesas en 2015.
Antecedentes
Las remesas en México y Puebla (totales e indígenas)
La discusión sobre las implicaciones de las remesas se ha dividido en dos postulados principalmente: desde el primero, se entienden estos recursos como benéficos para las comunidades de origen. Algunos de los que comparten tal postura, consideran que el uso productivo refiere tanto a la conformación de empresas o negocios (Rosas, Ruiz y Rodríguez, 2010), como a las inversiones de capital humano, gasto en educación y salud (Jaumotte, Koloskova y Saxena 2016; Nica, 2014; Yarnall y Price, 2010; Lowell y De la Garza, 2000, entre otros). La segunda postura enfatiza que los aspectos negativos que genera la migración son mayores (sobresalen la pérdida de población en edades laborales, envejecimiento poblacional, dependencia de las remesas en el PIB, entre otros), que los beneficios que pueden darse para la población en los lugares de origen (Delgado y Gaspar, 2018; Pardo y Dávila, 2017; Torres y Carte, 2016; De Haas, 2012; Datta et al., 2007, entre otros).
Para el caso de México, las razones de la migración hacia Estados Unidos como principal destino, han estado relacionadas, con temas laborales y económicos (aunque recientemente se destacan otras causas con el incremento de la inseguridad y la violencia en el país). Esa mirada económica enfatiza que, en muchos hogares, no se logra satisfacer las necesidades básicas, por lo que algunos integrantes de esos hogares deciden desplazarse hacia otros destinos, donde encuentran una oferta de empleos más amplia. Esa situación les facilita, hasta cierto punto, el envío de dinero a sus lugares de origen, lo que resulta en un factor relevante para entender las relaciones que la población mantiene a través del espacio con todos los actores involucrados con el fenómeno migratorio (Binford, 2010; Mendoza y Calderón, 2006).
En el caso de la migración de mexicanos hacia Estados Unidos, las condiciones de estancamiento de la economía estadounidense, después de la crisis de 2008, marcaron de forma nítida el número de inmigrantes mexicanos en este país; el cual durante ocho años (2007-2014) también se mantuvo estancado en 11.8 millones. Se registró un ligero incremento en 2015 al llegar a 12.2 millones de migrantes mexicanos. La crisis también tuvo un impacto directo con el comportamiento del flujo de remesas provenientes de los mexicanos en Estado Unidos, las cuales ascendieron a 23,683.8 millones de dólares en 2015; en promedio entre 2010 y 2015 crecieron 3.8 % (BBVA Bancomer y Conapo, 2016). Sin embargo, cabe destacar que aún no logran alcanzar el nivel de los flujos recibidos en 2007, cuando llegaron a un poco más de 26 000 millones de dólares.
En este escenario, Puebla se encuentra entre los principales estados receptores de remesas figurante entre los diez primeros lugares a nivel nacional. Entre 2006 y 2015, casi el 64 % de las remesas anuales se concentraban en diez estados del país, Puebla ha oscilado entre el sexto y séptimo lugar (con casi 6 % del total). También destaca por sus niveles de recepción a nivel municipal. Es frecuente que se subraye la relevancia de México por encontrarse entre los cinco países que reciben los mayores montos de remesas y que en América Latina ocupe el primer lugar (2014), condición que exige mayor precisión en cuanto a su importancia anual en el crecimiento de la economía. En esta dirección resulta revelador el hecho de que aún en los años de recepción de los mayores montos, solo alcanzó a significar una proporción de 2.8 % respecto al Producto Interno Bruto (PIB); sin embargo, su trascendencia adquiere otras dimensiones cuando se revisan los planos estatales.
De acuerdo con los datos de Banxico, Puebla vuelve a destacar porque las remesas recibidas superan el promedio nacional; en 2007 su proporción respecto al PIB estatal estuvo por encima del 5 %, situación que revela la destacado que para la economía representan los flujos monetarios. Sin embargo, han mantenido el mismo comportamiento con el que se observa en el plano nacional ya que, a partir de 2008, empiezan a decrecer y para 2013 cuando las nacionales representan apenas el 1.8 % del PIB, en el estado es de 3.4 %; nivel que no logra igualar al alcanzado en el año 2003. Las tasas de crecimiento que se observan entre 2004-2006 (18.1, 17.1 y 25.5), se han visto precedidas por fuertes decrecimientos (en 2009 alcanzó el 14.9 %). En 2015 Puebla fue la quinta entidad federativa del país que más recibió remesas provenientes de Estados Unidos con US$ 1 372 millones (Banxico, 2016), lo que equivale a 5.5 % del total de remesas a nivel nacional recibidas ese año.
En cuanto a las remesas recibidas por la población hablante de la lengua indígena (PHLI) de cinco años y más en Puebla, registrada en el Censo de Población y Vivienda de 2000 (INEGI, 2000), representaron 3.7 % del monto estatal. De acuerdo con el criterio de auto adscripción (AA) en un grupo indígena, como lo registra el Censo de 2010 y considerando la cantidad de esta población, la cual habría aumentado de acuerdo con esta fuente, cerca de 70 %, sus remesas significaron 15.5 % del monto estatal; mientras que en 2015 esta cifra fue de 4.8 %. En cuanto a las remesas indígenas, cabe señalar que la información censal permite proyectar tendencias sustancialmente distintas a las observadas en el plano nacional y estatal ya que, en los registros censales de 2010, se observa un alto crecimiento de las remesas internacionales indígenas tanto, en la PHLI como en la AA; en la primera su proporción respecto al total del estado fue de 41.5 % y en la segunda fue de 58.7 %. Estas cifras para 2015 fueron 8.3 % y 37.2 % para PHLI y AA, respectivamente.
Lo anteriormente dicho se complementa con la investigación realizada por Gasca (2015), quien señala que, en el 2000, el número de hogares receptores de remesas (HRR) fue de 1 401, en el 2010 el número de viviendas receptoras de remesas (VVR) fue de 3 263. “En el caso de los municipios indígenas poblanos que entraron en los circuitos de remesas, también se incrementó al pasar de 41 en 2000 a 52 en 2010” (Gasca, 2015, p. 129). Sin embargo, se presentan algunas diferencias cuando se comparan estos datos, con los que se tienen para 2015 de acuerdo con la Encuesta Intercensal.
Aproximación metodológica
Se utilizaron los datos de la Encuesta Intercensal (EIC) de 2015. La EIC 2015 contiene un conjunto de características sociodemográficas de la población como el sexo, la edad, la escolaridad, el estado conyugal, autoadscripción indígena y las características laborales de los integrantes de los hogares en general y de los jefes de hogar en particular; incluye información sobre las particularidades de las viviendas como características físicas, de tenencia y condiciones de acceso a servicios, equipamiento, tipo de ingresos y cuestiones de alimentación de los integrantes de la vivienda. Las viviendas indígenas se construyeron a partir de los elementos de lengua indígena y auto adscripción, que en la EIC fueron captados para los individuos (para jefes, jefas, cónyuges del jefe o jefa y ascendientes de los jefes) y se extendieron las características del miembro seleccionado al conjunto de los integrantes de la vivienda.
Para analizar cuáles de las variables analizadas ayudan a explicar la recepción de remesas en la población indígena (variable independiente dicotómica), se realizó un modelo de regresión logística binaria, el cual permite establecer el nivel de asociación entre las categorías de las variables analizadas y la posibilidad de que una vivienda indígena sea receptora de remesas. Los modelos de regresión logística se utilizan para predecir la probabilidad estimada de que una variable categórica dicotómica dependiente presente una de las dos características mutuamente excluyentes y opuestas de un evento (presencia (1) o ausencia (0), en función de variables explicativas. Los principales objetivos de este tipo de modelos son entonces: 1) examinar la relación entre un conjunto de variables independientes (X) y la variable dependiente (Y); 2) medir dicha relación; y 3) estimar o predecir la probabilidad de que se produzca el fenómeno analizado, en función de los valores que adopta el conjunto de las variables independientes (Ramírez, 2010).
Se incluyeron como variables explicativas, el sexo y la edad del jefe del hogar (en grupos de edad de 15-29, 30-49, 50-64 y 65 años y más), la escolaridad (sin escolaridad, primaria completa y secundaria y más), la situación conyugal (unidos y no unidos), el grado de marginación del municipio donde habita el jefe de hogar (muy alta, alta, media, baja y muy baja) y la recepción de otros ingresos adicionales como: programas del gobierno, remesas internas y pensión o jubilación.
Resultados y discusión
Características sociodemográficas de las viviendas indígenas receptoras de remesas en Puebla
En este apartado se muestran las principales características de la población receptora de remesas, a nivel de vivienda en Puebla. La jefatura del hogar suele considerarse un elemento fundamental para analizar el tema de las remesas, ya que son los jefes los que, en general, toman las decisiones sobre distintos temas al interior del hogar, como el gasto en alimentación y escolaridad entre otros (Coneval, 2012). Si bien, la jefatura de hogar femenina se ha acrecentado en los últimos años, ya sea por el aumento de la migración, por la mayor esperanza de vida de las mujeres, el incremento de las disoluciones de las parejas, entre otros elementos (Coneval, 2012), en general, Puebla cuenta con una mayor proporción de jefaturas de hogar masculinas (71.2 % en 2015). En la Figura 1 se observa que, a nivel general, tanto para la población indígena como para la mestiza, la jefatura de hogar es principalmente masculina, tanto en las viviendas receptoras de remesas, como en las no receptoras. No obstante, es importante reconocer la alta proporción de mujeres jefas de hogar en aquellas viviendas que reciben remesas, aspecto que como se verá más adelante, es uno de los factores que explican su recepción, incluso en otros contextos en donde no necesariamente predomina la población indígena (Peláez, Martínez y García, 2012).
Los cambios de las jefaturas de hogar, no solo se refieren a aquellas situaciones en las que el padre es el que migra y la madre queda a cargo del hogar, sino que además sucede cuando los dos padres migran y son los abuelos u otros integrantes de la familia los que toman la jefatura, Algunas investigaciones que han referido el tema (Barrera y Oehmichen, 2006; Loza, Vizcarra, Lutz y Quintanar, 2007), se han focalizado en los cambios que se generan dentro de los hogares con migrantes, ya sea porque las mujeres quedan como jefas del hogar y adquieren cierta autonomía (principalmente económica) que antes no tenían, o porque realmente son los hombres, los que desde la distancia, continúan a cargo de las decisiones familiares.
En cuanto a la edad de los jefes de hogar, se observa que el promedio a nivel general es muy similar entre indígenas y no indígenas (48.2 años y 48.8 años, respectivamente). En la población receptora de remesas, se observa también una escasa diferencia en la edad media de los jefes de hogar, aunque es ligeramente mayor en la población indígena (55.4 años), en relación con la no indígena (54.6 años). Mientras que en los no receptores (indígenas y no indígenas) es aproximadamente 48 años. La mayor concentración de población en edades mayores para los receptores de remesas ha sido estudiada por autores como Canales (2005), quien se refiere a la “Reciprocidad diferida”, para explicar lo que sucede al interior de hogares donde los hijos migrantes responden por las obligaciones de carácter económico de sus padres, por medio del envío de remesas. Dichas remesas, como lo explica el mismo autor, además de cubrir las necesidades básicas de alimentación y vivienda, en muchos casos son utilizadas para pagar servicios de salud de los miembros en edades más avanzadas.
A nivel general, la población indígena cuenta con una mayor proporción de población que no sabe leer ni escribir que los no indígenas (38.5 % vs. 22.9 % respectivamente). En cuanto a los hogares que no reciben remesas, un mayor porcentaje de jefes de hogar no indígenas tienen escolaridad respecto a los indígenas (Figura 2).
Los resultados mostrados en la Figura 2, indican diferencias significativas entre la población indígena y no indígena, siendo considerablemente más altos los porcentajes de población sin escolaridad en los primeros. Para la población mestiza, los porcentajes de niveles más bajos se concentran entre los jefes de hogar receptores de remesas: en 2015, 68.1 % de esta población solo cuenta hasta primaria completa, mientras que los no receptores este porcentaje es de 45.2 %. El caso de la población indígena es más preocupante. Al igual que los no indígenas, los porcentajes de población con niveles más bajos de escolaridad se encuentran entre los receptores de remesas (77.4 % tiene hasta primaria completa), pero en ambos casos, la mayoría de la población no tiene escolaridad o llegan hasta primaria completa (63.5 % de los indígenas no receptores).
Los bajos niveles de escolaridad de la población indígena son un elemento que resulta de las condiciones de pobreza en la que se encuentran. Las estimaciones presentadas por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social de México (Coneval) señalan que el porcentaje de PHLI que se encontraba en pobreza en 2012 casi duplicaba al de la población no hablante: 76.8 frente a 43 % y el de la población en pobreza extrema fue casi cinco veces mayor: 38 frente a 7.9 %. La mitad de esta población tiene ingresos inferiores al costo de la canasta básica alimentaria (Coneval, 2012). Además de los bajos niveles de escolaridad, también podemos encontrar población que solo habla lengua indígena (de acuerdo con los datos de 2010, 9.6 % de la PHLI en Puebla, no habla español). Otra de las variables sociodemográficas a considerar es el estado conyugal, la cual también muestra diferencias entre la población indígena y no indígena, como se muestra en la Figura 3, donde se diferencia a los jefes de hogar unidos, de los no unidos.
En el caso de los receptores de remesas, 61.8 % se encuentra entre la población unida a diferencia de los no receptores donde este porcentaje superó el 71 por ciento. Al interior de la población indígena podemos observar algunas diferencias importantes. Mientras en los no receptores la proporción de unidos y no unidos es similar al porcentaje de la población general, en los hogares receptores observamos que el porcentaje de no unidos es casi 10 % mayor al de la población no unida y que no recibe remesas. Del porcentaje de los jefes indígenas unidos, la mayoría se encuentran entre los que están casados (43.9 % de los jefes no receptores de remesas y 46.6% de los receptores se encuentran casados). Entre la proporción de indígenas no unidos llama la atención, además de la población no unida que es la menor entre las demás categorías de estado marital, el porcentaje de jefes de hogar viudos, el cual es mayor entre los receptores de remesas (19 %), que entre los no receptores (11.6 %). Este elemento también puede estar relacionado con el concepto de reciprocidad diferida antes mencionado (Canales, 2005), el cual se refiere a los hijos migrantes de padres viudos, quienes se encargan del sostenimiento económico de sus padres a partir del envío de remesas, lo que se puede visibilizar a partir del porcentaje considerable de jefes de hogar viudos receptores de remesas.
Por otra parte, el tema de la marginación en Puebla se hace mucho más evidente en la población indígena debido, como menciona el Coneval (2012), a que las condiciones de vida de esta población son sistemáticamente más precarias, y empeoran cuando además de la condición indígena, se le adicionan otras como ser pobre, mujer o adulto mayor. En esta entidad se puede observar que son precisamente los indígenas los que habitan en municipios con un mayor grado de marginación (Cuadro 1). Esto se refleja en que más de 55.4 % de los indígenas que viven en hogares no receptores de remesas y 67 % de los receptores de remesas, tiene grados de marginación que van desde medio a muy alto. Un elemento por destacar entre los indígenas es que los no receptores, tienen una mayor proporción de población que vive en municipios con muy alta marginación en comparación con los receptores. Esto podría indicar que las remesas podrían ser un factor que impacte en la mejora de las condiciones de las familias receptoras en los municipios con mayores índices de marginación. Cabe recordar que no necesariamente es la población con menores recursos los que suelen migrar, lo que puede tener relación con los altos costos que implican los desplazamientos internacionales.
Grado de Marginación Municipal | No Indígenas | Indígenas | ||||
---|---|---|---|---|---|---|
No reciben remesas | Al menos un integrante de la vivienda recibe remesas | Total | No reciben remesas | Al menos un integrante de la vivienda recibe remesas | Total | |
Muy alto | 0.7% | 0.4% | 0.7% | 10.2% | 5.6% | 10.0% |
Alto | 13.8% | 29.7% | 14.5% | 27.4% | 38.6% | 28.0% |
Medio | 21.5% | 29.1% | 21.9% | 17.8% | 22.8% | 18.1% |
Bajo | 19.0% | 16.9% | 18.9% | 17.1% | 18.7% | 17.1% |
Muy bajo | 45.1% | 23.9% | 44.1% | 27.5% | 14.4% | 26.9% |
Total | 100% | 100% | 100% | 100% | 100% | 100% |
Fuente: elaboración propia con base en los datos de la Encuesta Intercensal de 2015 y Conapo (2010b)
Otro indicador relacionado con la marginación es el índice o grado de rezago social. Dicho índice es elaborado por Coneval e incorpora variables relacionadas con la educación: población analfabeta, población que no asiste a la escuela, población con educación básica incompleta; variables relacionadas con la salud: población sin derecho a servicios de salud; y, variables relacionadas con servicios básicos y espacios de vivienda: viviendas con piso de tierra, viviendas que no disponen de excusado, agua entubada, drenaje, energía eléctrica, entre otras. Aunque dicho índice no significa una medida de pobreza, sí representa una mirada a las desigualdades de coberturas sociales que se viven en estados como el analizado.
Puebla ha permanecido entre los estados con grados alto y muy alto de dicho índice entre 2000 y 2015. En 2015 ocupó el lugar número cinco a nivel nacional con el rezago social más alto. En general, la población indígena receptora y no receptora de remesas se concentra en municipios que presentan niveles medio y muy alto del Índice de Rezago Social (57 % y 52.7 % respectivamente); mientras que una mayor proporción de población no indígena vive en municipios con bajo y muy bajo grado de rezago social (69.6 % para los no receptores y 58.2 % de los receptores).
Otros elementos que resultan interesantes para analizar la recepción de remesas son los otros tipos de ingresos que se reciben al interior de las viviendas. Tal es el caso de las jubilaciones o pensiones que para la población indígena es solo 3.3 % (con un 2.3 % para los receptores y 3.3 % para los no receptores de remesas); mientras que en la población no indígena este porcentaje sube al 5.3 %. Otro ingreso importante de los hogares en Puebla son las remesas internas. De los jefes de hogar indígenas receptores de remesas internacionales, 14.9 % también recibieron remesas internas en 2015, mientras que 7.7 % de los no receptores de remesas internacionales, recibieron remesas provenientes de otra entidad federativa del país. Por último, de aquellos jefes de hogar indígenas receptores de remesas internacionales, 55.1 % recibieron además ayudas del gobierno, para los no receptores dicho porcentaje fue 44.3 %; y destaca que, para la población no indígena, y que no recibió remesas, solo un 26.2 % recibió ayudas del gobierno.
Los datos presentados permiten tener un panorama general de las características de los receptores de remesas indígenas en relación con aquellos no receptores. El siguiente apartado tiene como objetivo identificar cuáles de estas características pueden ser elementos que expliquen la recepción de remesas en viviendas indígenas.
Factores que apoyan la explicación de la recepción de remesas en la población indígena
Cómo se mencionó en el apartado metodológico, para analizar los factores relacionados con la recepción de remesas en la población indígena, se realizó un modelo de regresión logística, cuyos principales resultados se presentan en el Cuadro 2.
Variables | Sig. | Exp(B) | I.C. 95% para EXP (B) | |
---|---|---|---|---|
Inferior | Superior | |||
Sexo | 0.000 | 2.398 | 2.328 | 2.471 |
Edad (15-29)* | - | - | - | - |
Edad (30-49) | 0.275 | 0.975 | 0.931 | 1.020 |
Edad (50-64) | 0.000 | 1.763 | 1.682 | 1.848 |
Edad (65+) | 0.000 | 2.289 | 2.175 | 2.408 |
Escolaridad (sin escolaridad) * | - | - | - | - |
Escolaridad (Hasta primaria completa) | 0.000 | 0.971 | 0.942 | 1.000 |
Escolaridad (Secundaria y más) | 0.000 | 0.816 | 0.789 | 0.845 |
Unido | 0.000 | 1.508 | 1.460 | 1.557 |
Recibe ayuda del gobierno | 0.000 | 1.102 | 1.074 | 1.131 |
Grado de marginación (Muy alta) * | - | - | - | - |
Grado de marginación (Alta) | 0.000 | 2.555 | 2.428 | 2.689 |
Grado de marginación (Media) | 0.000 | 2.443 | 2.315 | 2.578 |
Grado de marginación (Baja) | 0.000 | 2.281 | 2.158 | 2.412 |
Grado de marginación (muy baja) | 0.000 | 1.148 | 1.082 | 1.218 |
Remesas internas | 0.000 | 1.493 | 1.444 | 1.544 |
Pensionado | 0.000 | 0.699 | 0.645 | 0.757 |
Constante | 0.000 | 0.010 | 0.009 | 0.011 |
Número de observaciones en el modelo: n= 216,814
*Categoría de referencia
Fuente: elaboración propia con base en los datos de la Encuesta Intercensal de 2015.
En este modelo se incluyeron las variables que ayudan a explicar la recepción de remesas en las viviendas indígenas. De acuerdo con los datos presentados en la tabla anterior, si el jefe del hogar es mujer la propensión de los hogares indígenas de recibir remesas se duplica, una vez que se controló el efecto de las demás variables. En cuanto a la edad, se observa que, al aumentar la edad del jefe de hogar residente en viviendas indígenas, se incrementa la propensión de recibir remesas internacionales. Este resultado coincide con lo mostrado anteriormente sobre la edad media de los jefes de hogar residentes en viviendas receptoras de remesas.
Se observa también que, en cuanto a la escolaridad de los jefes de hogar, aquellos que declararon tener la primaria completa presentan una razón de momios de probabilidad 20% menor de recibir remesas con respecto a los que no tienen escolaridad, mientras que esa probabilidad disminuye a 40 % si el jefe de hogar cuenta con secundaria o más. La situación conyugal indica que los jefes de hogar indígena unidos tienen una mayor propensión de recibir remesas, en relación con los no unidos. Ello puede tener relación con los porcentajes importantes de jefes o jefas de hogar unidos que se mencionaron anteriormente.
En cuanto a la recepción de otros recursos económicos, se observa que contar con ingresos por parte de algún programa del gobierno, aumenta la propensión a recibir remesas en 10.2 % en relación con los que no forman parte de dichos programas gubernamentales. De igual forma, los jefes de hogar que reciben remesas de alguien que se encuentre dentro del país tienen una propensión mayor en casi 50 % de recibir remesas provenientes del extranjero, que quienes no reciben remesas internas; mientras que recibir un ingreso por pensión, reduce dicha propensión en 30 por ciento.
Por último, para analizar el grado de marginación, se tomó la categoría de muy alta marginación como referencia. Los resultados muestran que los jefes de hogar que viven en municipios con un grado de marginación alto, medio o bajo consideran una posibilidad de recibir remesas más de dos veces mayor que aquellos que no reciben remesas; mientras que aquellos que habitan en municipios con muy baja marginación muestran una propensión 15 % más alta de recibir remesas que aquellos que viven en municipios con una marginación muy alta. En este sentido necesario recordar que la mayor concentración de jefes de hogar indígenas cuenta con muy altos grados de marginación respecto al resto de la población, aunque no necesariamente es la población con mayores niveles de dicho indicador la que posee las condiciones para migrar y por lo tanto no es la mayor receptora de remesas.
Considerando las condiciones de precariedad de la población indígena señaladas con el índice de marginación (en relación con los no indígenas) y, a pesar de las dificultades que en ocasiones presenta la población más pobre para poder migrar, es importante rescatar que en ocasiones, dadas estas condiciones económicas, en particular de la población de interés, la migración económica o laboral se convierte en una estrategia de sobrevivencia, pues las posibilidades de ésta población de obtener un trabajo remunerado, son cada vez menores, mientras que las condiciones laborales de aquellos que logran incorporarse al mercado laboral, son cada vez más precarias. En este sentido es que en ocasiones se replican discursos de los beneficios que pueden generar la migración tanto para la población de origen, como la de destino (codesarrollo); sin embargo, no necesariamente, en particular para la población más vulnerable y la que suele ser más explotada en los lugares de destino, significa un auge de la economía de estos lugares (Delgado y Gaspar, 2018; Winters, 2017; Pardo y Dávila, 2017; De Haas, 2012, entre otros). Por lo tanto, valorar los factores que pueden ayudar a entender que ciertas viviendas reciben remesas, resulta un primer paso para referir a la importancia de estudiar las remesas de carácter indígena y los impactos que pueden tener para esta población.
Conclusiones
En cuanto a las remesas indígenas cabe señalar que la información censal nos permitió proyectar patrones que marcan diferencias sustanciales a las observadas en el plano nacional y estatal, las cuales a partir de 2008 tendieron a decrecer como resultado de la crisis económica estadounidense y el incremento del desempleo entre la población inmigrante mexicana. Mientras que las indígenas observaron un claro crecimiento tanto en la PHLI como la AA.
Con base en los resultados del análisis estadístico presentado se puede concluir que los hogares con mayor propensión a recibir remesas son los que cuentan con jefaturas femeninas, con poca escolaridad (hasta primaria completa), no unidas, con grados medios de marginación (principalmente), además de ser receptoras de otro tipo de ingresos como jubilaciones, remesas internas o programas del gobierno. Mientras que hay aspectos de las viviendas indígenas en Puebla que, si bien podrían parecer determinantes para la recepción de remesas, no resultaron estadísticamente significativos cuando se controla su efecto con otras variables incluidas en el análisis logístico, tal como es el caso del tipo de hogar.
Una hipótesis a corroborar, en futuras investigaciones, es si el incremento en los montos de envíos y en el número de viviendas receptoras, se explica por la incorporación de los inmigrantes indígenas a mercados étnicamente segmentados, en las escalas más despreciadas por los nativos y por otros inmigrantes, lo cual les ha permitido insertarse con “mayor estabilidad” en el sector agrícola, en donde son sumamente atractivos por los empleadores estadounidenses, por la fuerte resistencia al trabajo físico extenuante del campo, sus conocimientos y amor a la tierra, su gran capacidad para aprender y profundizar en este y otros oficios, así como por su mínima experiencia en la organización sindical.