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Cuicuilco. Revista de ciencias antropológicas

versión On-line ISSN 2448-8488versión impresa ISSN 2448-9018

Cuicuilco. Rev. cienc. antropol. vol.29 no.83 Ciudad de México ene./abr. 2022  Epub 10-Oct-2022

 

Reseñas

Del closet al spa. En busca del placer homoerótico

Salvador Camacho Sandoval* 

*Universidad Autónoma de Aguascalientes

Cruz Bobadilla, Juan de la. Cuerpo, placer y deseo. Una mirada etnográfica al homoerotismo en Aguascalientes. 2021. Universidad Autónoma de Aguascalientes, México:


Desde hace algunos años, Juan Bobadilla se ha involucrado en una aventura académica y personal que ahora ha dado como uno de sus productos importantes este libro, el cual, además de ofrecer conocimientos nuevos e interpretaciones nada fáciles de una realidad compleja sobre prácticas homoeróticas en un lugar especial de la ciudad, también es un texto testimonial valiente y retador. El autor forma parte de ese pequeño grupo que ha abierto un campo de estudio en la “provincia mexicana” y ha sabido, mejor que muchos, combinar de manera congruente sus intereses académicos con su activismo social y cultural.

Bien lo dice al inicio del libro: en un ambiente conservador, hay realidades que llaman la atención y que nos ponen a revisar nuestra narrativa y forma de ser, pensar como habitantes de Aguascalientes, una entidad cuya capital conserva el orden de la “gente buena”; un orden sostenido, entre otros factores, por una “cultura de la simulación, que guía el accionar político y que deriva en el juego de las apariencias que la sociedad en general articula” [52] y que se fortalece con una alianza de poder en el trinomio: gobierno, empresa e Iglesia católica.

La investigación que se concreta en este libro se realizó influida por el trabajo que realizó uno de sus colegas en la ciudad de Puebla. A partir de ahí, escogió un spa a la orilla de la ciudad y se puso a trabajar. En un principio, el autor nos contextualiza su objeto de estudio y se apoya en otras investigaciones: las revisó, construyó categorías y elaboró un marco de referencia que ayuda a comprender su enfoque y sus resultados. De esta manera, tenemos en este libro información importante sobre el origen y evolución de la vida pública gay en México y Aguascalientes; los discursos e imaginarios sobre el deseo y placer, como bases para discutirse; el lugar de reunión de personas que buscan experiencias sexuales libres y el análisis del perfil de sendas personas, sus interacciones, prácticas y discursos, para así llegar a comprender la complejidad del mundo en que se desarrolla un conjunto de experiencias que dinamizan “el cuerpo, el placer y el deseo”, no sólo de la comunidad homosexual, sino también de varones heterosexuales que exploran y se animan a tener experiencias nuevas.

Metodológicamente, Juan Bobadilla hizo observación participante, experimentó vivencias homoeróticas, tuvo entrevistas a fondo con tres personas asiduas al vapor y una serie de conversaciones informales con otras personas que frecuentan el lugar. Durante tres años visitó el spa por periodos de cuatro a cinco meses continuos, en forma semanal, procurando variar las visitas de día y hora. El trabajo etnográfico fue nodal porque la observación y el involucramiento personal permitió dar cuenta precisa del espacio y los sujetos en sus experiencias y narrativas íntimas. El autor se encontró con el dilema de si participar o no en la dinámica que implicaba su objeto de estudio: analizó las ventajas y desventajas de involucrar la subjetividad en su trabajo de campo y, finalmente, lo hizo. Leyendo sus crónicas (auto) etnográficas y el análisis que de ellas hizo, podemos concluir que fue un acierto que se involucrara porque vivió desde adentro el “oscuro objeto del deseo” y lo pudo conocer, analizar y mostrar en este libro. Además, lo disfrutó.

El orden social y su cultura de doble moral —incluso homofóbica— en Aguascalientes, como en otros estados del centro occidente del país, son desmontados y desmantelados en este libro, además se hace con el conocimiento riguroso, agudo y certero que ofrece una investigación seria y fundamentada porque toca una realidad que expresa sus contradicciones, pues, por un lado, se ocultan y reprimen social y moralmente expresiones sexuales “atípicas”, pero, por otro, en lo oscuro y semiclandestino hombres casados con familia que suelen cumplir los mandatos morales del catolicismo, también frecuentan espacios como este spa.

El autor desde sus primeros estudios ha buscado “abrir mentes” y uno de sus medios privilegiados es la investigación. En este libro se “profundiza en el sentido social productivo del sexo, situado a partir de prácticas sexuales e interacciones sociales entre varones usuarios de un spa gay de Aguascalientes” [23]. Y, asumiendo que, como dice Oscar Wilde, “la única manera de librarse de la tentación es ceder ante ella”, Juan Bobadilla desnuda a los sujetos para comprender qué piensan, qué desean y qué sienten en ese lugar de cuerpos, deseos y placeres. El spa es un lugar de encuentros libres y sin la prohibición que se tiene afuera. Algunos visitantes llegan tímidos o resueltos a hacer realidad sus fantasías, dejando atrás prejuicios y temores. El lugar es un pupi (es decir, un lugar público de intercambio sexual) y se ha construido para que los usuarios se sientan cómodos. Así lo dice textualmente su propietario:

Cada vez que yo hago algo es con ese afán de que la gente perciba que aquí tiene un lugar donde puede ser él y donde puede sentirse en paz [Y él objetivo se cumple, porque] cada vez que la gente sale, en la puerta me dice: “me gustó la experiencia, me gustó tu lugar […] El spa cumple ese papal, de abrir mentes [230].

El spa se ha construido para crear un ambiente de confianza y relax, tiene vapor y sauna, también chapoteadero, bar, cuarto de masaje, privados, una sala pequeña para proyectar videos y un cuarto oscuro para quienes gustan explorar cuerpos desnudos sin ser vistos. El propietario, además, procura realizar actividades de interés como clases de yoga, aunque lo que mejor le resulta son las fiestas de vez en vez, aprovechando los días de celebración como el Día de Muertos o el Año Nuevo, donde se contrata a un strepper o se rompe inocentemente una piñata. Todo es válido en la medida que permite acentuar el entretenimiento, la alegría y favorecer los encuentros homoeróticos. De cada uno de estos lugares y actividades en el spa, el autor del libro los describe, los analiza y los interpreta.

En este lugar se socializa, se hacen amistades y se inician noviazgos, hay quienes dicen que allí, incluso, puede comenzar una relación de amor. El autor, quien observó y gustó del lugar, afirma que los sujetos integran un símil próximo al de una cofradía, la cual permite explorar la sexualidad en un espacio particular y señala que es a partir de la sexualidad que los clientes del spa socializan y articulan nuevos modos de relaciones y organización social entre varones. Existen otros usuarios que buscan el anonimato y son reservados, se esconden y van sólo a satisfacer su deseo sexual, sus ansias de un momento de desfogue. El tema del género está también presente en el libro, en él se apunta el universo queer.

El lenguaje de comunicación es la palabra, pero hay otros que suelen ser muy propios del ligue dentro del spa. Son rituales en donde el cuerpo desnudo en el vapor se manifiesta con acercamientos y tocamientos; fuera de allí, las miradas, las muecas, el caminar son herramientas para una comunicación en silencio, pero entendible y efectiva. Comparando su experiencia entre la gente de Aguascalientes y Puebla, el autor concluye: “En Aguascalientes los sujetos se reservan, son discretos y permea en ellos sigilo hacia el sexo”, con diferencia de la otra ciudad donde “la espontaneidad de los encuentros ocurre en pleno pasillo, a partir de un guiño o sonrisa, y acuerdan invitarse a pasar al privado de alguno” [p. 195]. En ambos lugares “nadie obliga a nadie a nada” y se asiste porque el spa es un refugio donde se puede experimentar con libertad y respeto a los otros.

La socialización se da no sólo porque se establece el diálogo o porque se llegan a establecer relaciones formales posteriores, sino porque en el mismo encuentro de cuerpos, mediados por el deseo y el placer, en una atmósfera de permisibilidad amplia y relajada, se genera una dinámica de subjetividades que comparten intensiones y actos. El mismo autor, en sus interesantes y bien escritas “crónicas etnográficas”, nos narra el encuentro de quienes viven las relaciones sexuales y coexisten con los voyeristas allí presente:

En los primeros se contempla el deseo no sólo de entablar un encuentro sexual placentero, lo cual se evidencia por su actitud y exclamaciones, también se aprecia un gusto, un placer por ser vistos, por ser observados mientras tienen sexo, por ser, de algún modo, actores sociales que representan en forma pública y compartida los modos y efectos del sexo en varones, haciendo explícito y tácito dicho performance [214].

En estas relaciones y en todo el espacio del spa está siempre presente el falocentrismo, retomando ideas de Derrida, que acentúa en los hechos una cultura que va mucho más allá del lugar y es reflejo también de lo que se vive en la sociedad. En el spa circula el protagonismo del macho que controla, el que merece admiración por su cuerpo y, más precisamente, por esa parte de su cuerpo, porque el falo evidencia el empoderamiento del varón y, desde una mirada freudiana, se explica la constitución subjetiva de lo sexual y lo psíquico. En otra de sus crónicas etnográficas, el autor da cuenta de la centralidad del falo:

El pene (en el spa) pasa a ser objeto de ostentación y presunción, de lucimiento, de portar con vanidad y orgullo aquello que se tiene en atributo. El culto al falo se hace presente y se valida en función de las miradas, de la celebración y el reconocimiento a la virilidad, a la masculinidad encarnada en un miembro que es objeto de deseo, envidia y posesión [215].

Ante tan exaltada apreciación, por tanto, el fracaso es rotundo cuando hay disfuncionalidad, ineficiencia y carencias en este “atributo” codiciado entre quienes asisten al lugar.

Las apreciaciones que se hacen al cuerpo humano en su conjunto y a la sexualidad que con él se vive están filtradas por nuestra cultura y por esto es difícil evadir las influencias de posturas y acciones discriminatorias, cosificantes y mercantilistas, impuestas por el mundo del mercado capitalista y neoliberal que vive el país dentro de la “aldea global”. Así, lo que se ve y vive afuera también se ve y se hace adentro del spa: si quienes asisten allí son de clase media, escolarizados, muchos de ellos de esta región centro occidente de piel clara, no es casual que se rechace al pobre y al de piel oscura. Dentro del modelo de “cuerpo ideal”, que imponen los medios de comunicación y las redes sociales, es frecuente la marginación que viven las personas obesas y las que por su avanzada edad ya han perdido fortaleza y figura corporal. Dentro de la comunidad gay que asiste al lugar también suele rechazarse al travesti, al “oso” y, entre otros, a quienes son demasiado afeminados. En este sentido, en el spa se reproducen jerarquías normativas de poder y procesos de discriminación y exclusión. Textualmente señala:

Es una realidad incuestionable que la posmodernidad ha traído consigo redefinir y resignificar nuestras relaciones sociales, supeditándolas en función y relación de consumo y el sexo no resulta excluido a ello… En el spa el sexo es socializado, pero también consumido y negociado desde parámetros eminentemente lucrativos, hipersexualizados y cosificantes [138-139].

Frank, uno de sus entrevistados, desde su experiencia, ratifica esta postura que el spa tiene “un ambiente un tanto egoísta”, afirma categórico, pues no necesariamente hay que hacer sentir cómodo al otro, no necesariamente debe haber una interrelación emocional. “Tan no te preocupas que terminas, él se va y tú también” [139], concluye.

El libro tiene objetivos explícitos, pero hay uno no escrito, que es señalar que las personas que asisten a espacios como el spa multicitado, bajo la mirada de Juan Bobadilla, pasan de ser objeto de estudio a sujetos de derechos, muchas veces pisoteados, sobre todo en sociedades donde se vive la intolerancia y los prejuicios arraigados. Y al hablar de derechos se hace referencia a los derechos de reunión, expresión y de libertad de opción. Esta obra también cuestiona y rechaza sin proponérselo abiertamente los movimientos ultraderechistas que se oponen a la diversidad sexual y a sus manifestaciones, como el Frente Nacional por la Familia (FNF).

Desde esta perspectiva, este nuevo libro de Juan Bobadilla también es político y pedagógico, es una importante aportación para que exista una mayor comprensión de una realidad compleja en la que un grupo de personas vive su sexualidad a su manera y exige, con toda razón, comprensión y, sobre todo, respeto. Está hecho con profesionalismo para que tenga una amplia circulación. Sobresalen historias personales llamativas, experiencia homoeróticas que algunos jamás hubieran imaginado. La descripción de hechos controvertidos es desafiante, incluso, pareciera que el autor lo hace para retar al lector, para estremecer las mentes cortas.

La presente obra saca a la luz, con el permiso de los involucrados, una realidad semiescondida y visibiliza las prácticas de personas que se animan a vivenciar sus fantasías, a satisfacer sus deseos y a potencializar sus placeres. También tiene belleza literaria, incluso, la narrativa y los relatos de los protagonistas, en especial las crónicas etnográficas del autor, son dignos de una obra novelística, que evidencia nuevamente la posibilidad de hermanar nuevos conocimientos con el mundo de la ficción. Así que el libro es ampliamente recomendable.

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