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Academia XXII

versión On-line ISSN 2594-083Xversión impresa ISSN 2007-252X

Academia XXII vol.12 no.24 Ciudad de México dic. 2021  Epub 26-Ago-2023

https://doi.org/10.22201/fa.2007252xp.2021.24.81591 

Dossier

Superficies de placer, orgullo y asco. Afectos y géneros en la espacialidad del campus universitario

Surfaces of pleasure, pride and disgust: Affect and gender in the spatiality of the university campus

Rafael Blanco* 

Griselda Flesler** 

Carolina Spataro*** 

* Universidad de Buenos Aires, Instituto de Investigaciones Gino Germani. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. rafaelblanco@conicet.gov.ar

** Universidad de Buenos Aires, Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo. griselda.flesler@fadu.uba.ar

*** Universidad de Buenos Aires, Instituto de Investigaciones Gino Germani. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. carolinaspataro@yahoo.com.ar


Resumen

El propósito de este artículo es problematizar la relación entre afecto y espacialidad a partir de los resultados de una encuesta diseñada para identificar cuáles son las emociones que suscitan algunos espacios cotidianos para quienes trabajan y estudian en la Ciudad Universitaria de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Argentina. La encuesta se realizó en el marco de una investigación en curso que tiene por objeto analizar el impacto de las políticas institucionales de género implementadas en la UBA a partir de 2015. Se hace hincapié en dos hallazgos principales: por un lado, las tensiones entre indiferencia, asco y orgullo que suscitan los espacios generizados, algunos de ellos intervenidos o creados recientemente; por otro, las referencias a afectos como alegría, placer y miedo que provocan los espacios exteriores.

Palabras clave: giro afectivo; espacialidad; universidad; géneros

Abstract

The objective of this article is to problematize the relationship between affect and spatiality through the results of a survey designed to identify the emotions provoked by certain everyday spaces for those who study and work at the University of Buenos Aires (UBA). The survey was conducted as part of an ongoing research project whose goal is to analyze the impact of the institutional gender policies implemented by the UBA from 2015 on. Two primary findings have been emphasized: on the one hand, the tensions between indifference, disgust and pride that are provoked by gendered spaces, some of them intervened or created only recently, and on the other, references to affects such as happiness, pleasure and fear that are provoked by exterior spaces.

Keywords: affective turn; spatiality; university; gender

Introducción

“No entiendo cómo una encuesta sobre ‘sensaciones’

puede servirles para (re)pensar los espacios de

Ciudad Universitaria... pero bueno”.

[docente, varón cis, FADU]

El epígrafe que inicia este artículo sintetiza, en la voz anónima de un docente, los propósitos de este texto: se trata aquí de problematizar la relación entre afecto y espacialidad a partir de los resultados de una encuesta que se propuso identificar cuáles son las emociones que suscitan algunos espacios cotidianos universitarios para su comunidad. La encuesta se realizó en el marco de una investigación en curso que tiene por objeto identificar el impacto de las políticas de género implementadas en el ámbito de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Argentina1 a partir de 2015, momento bisagra para el feminismo argentino y de la región, dada la masividad de la primera marcha “Ni una Menos”2 y su crecimiento en las ediciones sucesivas. Desde entonces, tanto el gobierno central universitario (el Consejo Superior)3 como las conducciones de cada una de las 13 facultades de la UBA y el resto de sus dependencias (escuelas, hospitales, centros culturales, entre otros) han comenzado a implementar estrategias institucionales que tienen por objeto incidir en las relaciones de género en la cotidianidad universitaria y en los modos de habitar los espacios cotidianos de estudio, investigación y trabajo. Como resultado del activismo estudiantil desde inicios del presente siglo4 y del trabajo de más larga data de académicas feministas,5 la “agenda de género” ha incidido en el desarrollo de protocolos de actuación para mitigar y erradicar las violencias sexistas en el ámbito universitario, al abogar por mecanismos para transversalizar la perspectiva de género en los saberes y fomentar cambios en la espacialidad, como la modificación de los tradicionales baños binarios por otros “sin distinción de género”, la intervención artístico-política o la inclusión de lactarios, entre otros procesos.

En trabajos anteriores6 hemos identificado que algunas de estas iniciativas generan no solo debates y disputas entre los actores institucionales en torno al acuerdo o desacuerdo, la pertinencia o la necesidad de estas transformaciones, sino también fuertes posicionamientos afectivos. La proliferación de “discursos de odio” y sus efectos en la reorganización del espacio público7 contra las políticas de género en el actual escenario latinoamericano, así como la importancia de las pasiones en los procesos de politización,8 constituyeron puntos de partida teóricos para indagar la relación afectiva de la comunidad universitaria con el espacio de estudio y de trabajo cotidiano. En esta investigación abordamos un análisis de las percepciones que los actores institucionales tienen sobre el espacio universitario, retomando la atención hacia los afectos y las emociones en la sociabilidad propuesta por el denominado “giro afectivo” en las ciencias sociales.9

En las últimas décadas el papel de las emociones para una mejor comprensión del espacio ha comenzado a adquirir cierta centralidad en torno a las denominadas emotional geographies.10 Desde esta perspectiva, la atención a la dimensión de los afectos en espacios educativos implica distanciarse del lenguaje cotidiano de la emoción que se basa en la presentación de interioridad, para adoptar una perspectiva que, de acuerdo con Sara Ahmed, atienda no tanto a qué son las emociones sino a “cómo [estas] funcionan para moldear las ‘superficies’ de los cuerpos individuales y colectivos”.11 Para esta autora, las emociones moldean las superficies de los cuerpos a través de la repetición de acciones a lo largo del tiempo y de “orientaciones de acercamiento o alejamiento de los otros”.12 Por tanto, indagando en emociones como orgullo, vergüenza, odio o asco, entre otras presentadas en la sección metodológica; es importante mencionar que interesó atender a las percepciones afectivas sobre los espacios para, como se trabaja en la discusión de este artículo, problematizar las relaciones entre emociones y sociabilidad. Desde esta perspectiva, buscamos atender a los modos de “estar juntos” en el espacio universitario, en un presente atravesado por transformaciones signadas por las políticas institucionales de género que buscan transformar las condiciones del habitar cotidiano.

El caso de estudio es la Ciudad Universitaria de la UBA, el campus en el que se emplazan las facultades de Ciencias Exactas y Naturales (FCEyN) y de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU); este espacio constituye un escenario privilegiado para analizar el impacto de estas estrategias institucionales que se han desplegado con fuerza en el último lustro debido a una serie de rasgos. En primer lugar, en ambas facultades se han creado espacios institucionales específicos para implementar políticas de género para su comunidad y han llevado adelante diferentes iniciativas -que se especifican en el siguiente apartado- tendientes a modificar las condiciones de habitabilidad del espacio. En segundo lugar, se tratan de facultades emplazadas de manera contigua, en edificios “mellizos” pero con características poblacionales, disciplinares y profesionales diferenciadas, por lo que los usos del espacio varían en uno y en otro.

El artículo se organiza en cinco secciones. Seguida de esta Introducción, en la segunda sección presentamos el caso de estudio, la Ciudad Universitaria de la UBA, y las características metodológicas de la encuesta. En la tercera y cuarta secciones nos centramos en los resultados en torno a dos espacios: aquellos que denominamos generizados y los de encuentro y tránsito. El foco en estos se debe a que al comenzar la investigación partimos del supuesto de que las políticas institucionales en torno a la agenda de género y, en particular, las modificaciones espaciales, iban a contar con una valoración positiva y conocimiento por parte de los distintos actores universitarias, al tener en cuenta la movilización que la agenda de géneros suscitó en la comunidad universitaria. Contrariamente a este punto de partida, los espacios menos regulados institucionalmente son aquellos que convocan los afectos más positivos frente a la ambivalencia que presentan los espacios generizados; de ahí que constituyan el foco de análisis. Finalmente, el artículo cierra con unas palabras finales en las que retomamos tres puntos nodales.

El caso estudiado y la estrategia metodológica

La Universidad de Buenos Aires cumplió 200 años en 2021; cuenta con 308’748 estudiantes de grado, 10 mil de posgrado, 28’232 docentes y 13’351 no docentes13. Es pública, gratuita, cogobernada por los distintos claustros (Profesores, Graduados, Estudiantes) y de acceso irrestricto; lo anterior la convierte en una universidad con perfiles socioeconómicos heterogéneos y un alto grado de movilización política. Dentro de esa institución de gran escala, tres criterios orientaron la aplicación de la encuesta en las comunidades de Ciencias Exactas y Naturales, y de Arquitectura, Diseño de Urbanismo: se emplazan de manera contigua en edificios similares, por lo que resultó relevante explorar las percepciones de sus comunidades en función de sus diferencias; poseen poblaciones diferentes en su composición numérica, perfiles académicos y profesionales y culturas institucionales; y se tratan de facultades con un fuerte despliegue de políticas de género.

Como se mencionó anteriormente, la dimensión espacial de la Ciudad Universitaria fue determinante como criterio en la elección del caso de las facultades para realizar la pesquisa. “Ciudad”, como se lo conoce coloquialmente a este campus, se proyectó como parte de la renovación institucional que tuvo lugar en la UBA entre 1955 y 1966. Esta estuvo focalizada en la reestructuración de los planes de enseñanza, los programas de extensión y difusión cultural, el apoyo a la investigación y la formación de personal académico por medio de subsidios internacionales y becas locales; esta renovación incluyó la proyección y construcción de la Ciudad Universitaria bajo el rectorado de Risieri Frondizi.14

Construcción del Pabellón II, Ciudad Universitaria, Universidad de Buenos Aires. Fuente: Nuestra Arquitectura 439 (marzo de 1967): 40. 

Su construcción es producto de miradas funcionalistas acerca del urbanismo cuyo objetivo principal fue dividir las zonas de actividad social productiva de las actividades ociosas o no productivas. Las primeras ideas para su construcción se inscribieron en las discusiones que, hacia fines de la década de 1930, comenzaron a plantear la idea de un núcleo universitario autónomo que respondiera a los nuevos postulados de zonificación y usos diferenciados, frente a los proyectos tradicionales que buscaban incorporar los diversos edificios a la trama urbana existente.15 Ante los principios de “funcionalidad”, “zonificación” y “eficacia” instalados por el Movimiento Moderno a través de los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM) y de la célebre Carta de Atenas,16 el proyecto de una ciudad universitaria retirada de la trama urbana central se considera una acción urbanística “racional” y “moderna”.17 Su ubicación, en la zona norte de la Ciudad de Buenos Aires y sobre el margen del Río de la Plata, generó resistencias desde sus inicios por las dificultades de acceso que planteaba.18 Entre los argumentos críticos destaca el del reconocido arquitecto Waldimiro Acosta: “si se toma en cuenta su lejanía y aislamiento, su falta de comunicaciones, diríase su excentricidad -en ambos sentidos: geométrico y social- resulta impopular e inadecuado para su finalidad. Su elección debe considerarse un grave error”.19

Como puede verse en el plano de la ubicación de la Ciudad Universitaria de la UBA, este proyecto incluyó la construcción de al menos 10 pabellones. Las crisis económicas y dictaduras militares durante el siglo XX fueron letales para el proyecto general y solo fueron construidos cuatro pabellones: el “de Industrias”, el I y el II pertenecientes a la FCEyN, y el Pabellón III en el que se emplaza la FADU. En 2018 se construyó el edificio inteligente Cero + Infinito, perteneciente a la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales.

Los principales edificios del campus de la UBA, conocidos como Pabellón II y Pabellón III, son construcciones casi idénticas. No obstante, este hecho no genera los mismos usos. La FADU destina mayores superficies de uso público y, en el caso de la FCEyN, el espacio está destinado en su mayoría a usos administrativos.

Ubicación de la Ciudad Universitaria en el mapa de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde se señala lejanía con el centro urbano.20  

Plano del proyecto original de Ciudad Universitaria. En la imagen se destaca en color verde los espacios construidos del proyecto original (edificios números 1, 2, 10 y 11). 

Comparación en la distribución del espacio público de circulación en la planta baja de los pabellones II, FCEyN (arriba) y III, FADU (abajo). En verde se señala la mayor ocupación de espacios destinados a uso público en este último. 

Respecto a sus características, ambas facultades poseen rasgos muy diferentes. Mientras que la FADU tiene una de las poblaciones más grandes de la UBA, con 21’099 estudiantes, 3585 docentes, 450 no docentes, en la FCEyN hay 8530 estudiantes, 1966 docentes y 472 no docentes. En cuanto a sus perfiles académicos, mientras que la población de la FCEyN posee un alto grado de investigadores (mujeres y hombres) con dedicación exclusiva y, por lo tanto, con una carga horaria de toda la jornada, en el caso de la FADU el cuerpo docente, en general, tiene dedicaciones simples y sus tareas docentes se complementan fuertemente con el ejercicio de la profesión de arquitectura o diseño en el ámbito profesional.

Finalmente, respecto de las políticas de género la FADU cuenta desde 2017 con una oficina denominada Unidad de Género, la cual ha motorizado la aplicación del protocolo contra las violentas sexistas, ha intervenido el espacio mediante la modificación de un baño, que pasó de ser exclusivo para varones a uno “sin distinción de género” (el primero de estas características en toda la UBA), y otros espacios de la facultad con murales artísticos tendientes a sensibilizar sobre las violencias sexistas, y ha realizado instancias de formación en género de posgrado gratuitas para docentes de todas las universidades nacionales, entre otras iniciativas. En el caso de la FCEyN, su oficina (denominada GenEx), además de la aplicación del protocolo, creó un lactario en el Pabellón I (el único espacio exclusivo para estos fines en la Ciudad Universitaria) y realizó cursos de capacitación obligatorios mensuales en perspectivas de género para su población, entre otras acciones.

La encuesta “Espacios y Vida Cotidiana en Ciudad Universitaria” fue diseñada entre septiembre y octubre de 2020 y aplicada en línea a través de la plataforma Survey Monkey entre el 1.o y el 25 de noviembre de 2020, tras ocho meses de haber sido suspendida la presencialidad en todos los niveles educativos en el contexto de la pandemia por la COVID 19. Fue respondida por docentes, no docentes y estudiantes de las facultades mencionadas, FADU y FCEyN. Se realizaron 35 preguntas dirigidas a la comunidad de ambas instituciones, en las que se indagó sobre las sensaciones que les producían un listado de 19 espacios cotidianos (ver Tabla 1). Si bien el orden de estos aparecía de manera aleatoria en la encuesta, luego fueron agrupados en cuatro conjuntos para el análisis. Los espacios consultados fueron: los espacios generizados, asociados a prácticas diferenciadas por géneros tales como las de cuidado, de mostración u ocultamiento diferencial del cuerpo o espacios de denuncias ante las violencias sexistas; los espacios pedagógicos, aquellos en los que se desenvuelven las prácticas cotidianas de enseñanza, aprendizaje e investigación; los espacios exteriores, encuentro y tránsito, ligados a la sociabilidad cotidiana, tanto de encuentro y reunión como de tránsito, de uso habitual por parte de estudiantes; y los espacios de gestión, que refieren a las áreas de funcionamiento organizacional de la institución, mayormente frecuentadas por el personal no docente y docentes y estudiantes con nivel de representación en el gobierno.

Detalle de espacios indagados según cuatro conjuntos diferenciales. 

ESPACIOS GENERIZADOS
Jardines de infantes
Lactario
Baños
Baño sin distinción de género
Oficinas de género
ESPACIOS PEDAGÓGICOS
Talleres y laboratorios
Biblioteca central
Aulas magnas
Edificio "Cero + Infinito"
ESPACIOS EXTERIORES, DE ENCUENTRO Y TRÁNSITO
Patio central
Escaleras de emergencia
Comedor
Explanadas (sectores verdes exteriores)
Acceso a la reserva natural
Reserva natural lindera al Río de la Plata
ESPACIOS DE GESTIÓN
Consejo directivo, órgano de gobierno de la Facultad
Áreas administrativas

Las emociones que se ofrecieron en el menú de respuestas fueron: alegría, tristeza, orgullo, vergüenza, comodidad, incomodidad, seguridad, miedo, placer, asco, indiferencia, amor y odio; se contempló como respuesta posible “No lo conozco”. Estas fueron seleccionadas buscando contemplar afectos usualmente catalogados como “positivos”, “negativos” o “neutros”, pero también ampliar el menú de indagación acerca de los espacios usualmente referidos en torno la inseguridad y el miedo. La encuesta empleó casi en su totalidad preguntas cerradas de respuesta simple y múltiple. Se incluyeron tres preguntas de respuesta abierta, “¿Tenés21 algún comentario?” y “¿Qué lugares te generan inseguridad y por qué?”, “Si tuvieras la posibilidad ¿qué espacio de Ciudad Universitaria modificarías o crearías y por qué?”. Algunas de estas respuestas las incluimos en el análisis. También se agregaron preguntas sobre el consentimiento informado, rol en la institución, año de ingreso, momento del día en que asiste con más frecuencia, medio de transporte más usado de acceso a la institución, género y orientación sexual.

Se obtuvieron 2064 respuestas de personas: 663 (32%) con pertenencia en la FCEyN y 1401 (68%) en la FADU. Estos números representan el 5.6% de la población total en la FADU y, en el caso de la FCEyN, el 7%. Respecto al perfil, quienes respondieron la encuesta son en su mayoría estudiantes, menores de 24 años, que comenzaron su circulación por la Ciudad Universitaria luego de 2015 y se identifican como mujeres cis. En la FADU respondieron en mayor proporción los docentes, mientras que en la FCEyN muchos de estos docentes también son investigadores(as). En la FADU respondieron una mayor proporción de mujeres cis que en la FCEyN. Por el contrario, en la FCEyN respondieron una mayor proporción de varones cis que en la FADU. Personas que se identificaron como trans, no binaries u otra identidad de género respondieron en mayor proporción en la FCEyN que en la FADU.22 Todas estas diferencias podrían deberse a las distribuciones poblacionales en cada facultad. En el caso de la FADU, del claustro docente, 48% son mujeres y 52% varones; en el claustro estudiantil, 64% son mujeres y 46% varones;23 y del personal no-docente, 53% son mujeres. En el caso del claustro docente de la FCEyN, 46.8% son mujeres; en el estudiantil, 42% son mujeres y 58% varones; y del personal no-docente, 47.9 % son mujeres. Finalmente, las respuestas y cruces se realizaron teniendo en cuenta cuatro variables: 1. La facultad (FCEyN / FADU); 2. El rol de quien respondía (estudiantes / docentes / investigadores(as) / no docentes / otros roles); 3. Género (mujer cis / varón cis / mujer y varón trans, no binarie, otro / prefiero no responder); y 4. Orientación sexual (heterosexual / lesbiana, gay, bisexual, asexual, pansexual, otra / prefiero no responder).

Presentamos a continuación algunos de los hallazgos principales. Organizaremos la información en torno a dos conjuntos de espacios: aquellos que denominamos generizados, y los exteriores, de encuentro y tránsito.24 Estas categorías obedecen a que las respuestas de la comunidad de las dos facultades encuestadas arrojan hallazgos significativos para analizar las articulaciones entre género, afectos y espacialidad.

Espacios generizados. Entre el asco, el desconocimiento y el orgullo

“Que sienta orgullo y me guste no quiere decir que no

reconozca que se necesita mucho mantenimiento”.

[investigadora, mujer cis, grupo de edad: 33 y +, FCEyN]

Nos situamos en los espacios generizados para indicar tres rasgos: en primer lugar, las valoraciones negativas que adquieren los baños y el asco que suscitan, principalmente debido a su deterioro; en segundo lugar, la conversión de esa valoración a otra “coloración afectiva”, tomando la metáfora cromática de Eva Illouz25 en orgullo al mediar una política de género sobre ellos y la densidad simbólica; finalmente, el desconocimiento que prima sobre otros espacios generizados.

Dentro del conjunto de los espacios generizados, los baños son un vector de análisis dada su importancia como tecnologías o “prótesis” de género.26 Por un lado, constituyen un dispositivo central para la construcción del binarismo sexogenérico; por otro, son un punto privilegiado de los activismos estudiantiles para desmontar el cis-sexismo en el espacio universitario,27 a la vez que son espacios de sociabilidad gay en las casas de estudio.28 Al preguntar qué sensaciones producían los baños, encontramos que condensan afectos negativos en ambas facultades, con “asco” como el sentimiento preponderante, seguido por incomodidad e indiferencia (ver Gráficos 1 y 2). En el cruce realizado por géneros, asco es más frecuente entre personas trans (43.5%) que entre mujeres (36.4%) y varones (26.3%) cis.

Gráfico 1 Baños, FCEyN. 

Gráfico 2 Baños, FCEyN. 

En la FADU existe un baño sin distinción de género, que se encuentra ubicado en la planta baja y al que tienen acceso también las personas que estudian y trabajan en la FCEyN, aunque no se encuentre en el mismo edificio. Fue inaugurado en agosto de 2017 con el objetivo de institucionalizar una demanda concreta por parte de integrantes de la comunidad universitaria que garantizase espacios de trabajo y de estudio respetuosos con la dignidad de las personas y sus derechos fundamentales. En la FADU circula una de las poblaciones más grandes de la UBA y cuenta con 40 baños operativos, de los cuales seis están adecuados en cumplimiento de la Ley de Accesibilidad, pero ninguno había sido intervenido para desmontar el binarismo de género. Tal como afirmamos en otro trabajo, “la señalización del baño supuso un desafío ya que el objetivo era correrse de las tipologías estereotipadas y binaristas de los sistemas pictográficos tradicionales”.29

A partir de la encuesta realizada, registramos que la valoración de este baño es significativamente diferente: “orgullo” es la emoción más referida en la FADU (36.1%) (ver Gráfico 3). En el cruce de los datos por géneros, este afecto es proporcional en todos los casos, pero “alegría” arroja un resultado más alto en la población trans (26.1%), por sobre mujeres (11.2%) y varones (8.8%) cisgénero. En el caso de la FCEyN (ver Gráfico 4), el 59% responde no conocer este espacio, lo que responde probablemente a que se encuentran en el pabellón perteneciente a la FADU. Sin embargo, el desconocimiento es marcadamente mayor en la comunidad cis (mujeres 66% y varones 55%) que en la población trans (22%) de esta facultad. El segundo sentimiento marcado es, también, “orgullo” (11%).

Gráfico 3 Baño sin distinción de género, FADU. 

Gráfico 4 Baño sin distinción de género, ubicado en la FADU, FCEyN. 

De esta primera presentación de datos interesa señalar tres cuestiones. Por un lado, el “asco” está fuertemente relacionado con las condiciones edilicias y de mantenimiento, más que con las dinámicas sexogenéricas indicadas. En las respuestas abiertas, la mención a las condiciones materiales y de higiene son manifiestas:

¡Las respuestas de asco son por la limpieza! [estudiante, mujer cis, grupo de edad: edad 18-24, FADU].

¿Podemos crear una conversación abierta sobre el estado de los baños? Con la intención de arreglarlos y llegar a algo, más aún en el contexto pandémico y la cantidad de gente que vive en FADU. [estudiante, mujer cis, grupo de edad: 18-24, FADU]

Es urgente y dignificante que se arreglen y mantengan limpios y con elementos de higiene los baños para estudiantes y para el personal del Pabellón II. [investigador, varón cis, grupo de edad: edad 33 y +, FCEyN]

En otras ocasiones, la demanda de mantenimiento de los baños se plantea en continuidad con un deterioro general de los edificios y su falta de limpieza:

El Pabellón III hace años está sumamente abandonado, objetos rotos, mobiliario, luces, ventanas, puertas, pizarrones, mucha suciedad, falta de limpieza y mantenimiento, los baños vergonzosamente sucios y abandonados, sin papel, jabón, puertas rotas, inodoros sucios, lavatorios tapados. La limpieza del edificio es lamentable. No se limpian los espacios entre clases, mucho descuido en general. Una forma de maltrato. [mujer cis, docente, grupo de edad: 33 y +, FADU]

Creo que se pueden mejorar mucho los espacios y también una lavada de cara no vendría mal. Los baños están igual hace 20 años. Como todo, necesita una buena inversión. [estudiante, mujer cis, grupo de edad: 33 y +, FCEyN]

El alto porcentaje de respuestas acerca de la falta de mantenimiento y la escasa limpieza de las instalaciones pone de relieve una temática pocas veces atendida como prioritaria en las gestiones de la universidad pública. Si la calidad académica, e incluso el orgullo que una institución de las dimensiones de la Universidad de Buenos Aires como quedó plasmado en las celebraciones recientes por los 200 años de la Universidad,30 la atención a las condiciones materiales en las que se estudia y trabaja aparece como un rasgo menos presente en la agenda institucional. Los relatos estudiantiles dan cuenta de que el prestigio, la masividad, la historia de su gratuidad y el acceso irrestricto de la universidad no son los únicos elementos que se tienen en cuenta a la hora de reflexionar acerca de la experiencia universitaria:

El estado de deterioro de los edificios es preocupante, más allá de la mística que tienen que hace que los estudiantes los amemos. Me encantaría que acondicionen los mismos para generar espacios confortables y sanos para los estudiantes y los profesores. [docente, varón cis, grupo de edad: 33 y +, FADU]

Sin embargo -y esta es la segunda cuestión que queremos señalar respecto de los primeros datos recogidos en este apartado sobre los espacios universitarios-, la fijación propia del asco respecto de los baños se resignifica en términos positivos por una política de género sobre ese espacio, como sucede en el caso del baño sin distinción de género emplazado en la FADU. Allí, la mediación institucional de una política inscrita en la agenda feminista y de las disidencias sexogenéricas modifica las valoraciones, del asco al orgullo. En la FCEyN, el primer sentimiento es el desconocimiento (dado que no se encuentra en sus instalaciones) pero el segundo también es el orgullo.

Destaca que, a su vez, el rediseño realizado del baño no requirió de un presupuesto significativo, sino de intervenciones puntuales como la incorporación de paneles para impedir algunas visuales hacia los mingitorios y mejorar la circulación, el agregado de un cambiador de pañales, cestos de basura en todos los cubículos y el rediseño de la señalética y los sistemas de pictogramas.31 No obstante, como señala la encuesta, este ha adquirido un valor simbólico diferencial para la comunidad.

Tal como analizamos en trabajos anteriores,32 en un grafiti escrito con corrector blanco en la puerta del baño sin distinción de género en la FADU puede leerse en lenguaje inclusivo, recurriendo a la “e”: “Este es el único baño que uso. Soy trans. Estoy descubriendo si no binarie o FTM [Female-To-Male, en inglés] y éste es el único baño con el que estoy cómode, grax [gracias] FADU♥”. El final de esta frase está subrayado y, junto a la leyenda, se encuentra el dibujo de un pequeño corazón. Interesa detenerse en esta inscripción anónima, ya que da cuenta de algunas dimensiones que la transformación de los baños parece proponerse: la habitabilidad del espacio, el reconocimiento de una política institucional consensuada (el agradecimiento es a la institución, es a la facultad, que aparece como alocutario señalado en la breve escritura), la apropiación del espacio por parte de estudiantes.

Imagen de grafiti escrito con corrector blanco en la puerta del baño sin distinción de género, en la FADU. 

La tercera y última cuestión que queremos señalar sobre los espacios generizados es un dato que se repite en ambas facultades: estos no son conocidos por la comunidad. Tanto los jardines de infantes como el lactario aparecen como espacios desconocidos para estudiantes, docentes e investigadores, aunque en menor medida para los trabajadores, hombres y mujeres, no docentes. Si bien los jardines de infantes son previos a las políticas de género implementadas en ambas facultades, a partir de 2015 su existencia es un baluarte de la denominada “agenda de cuidados”, demandada por todos los claustros de la universidad. En la FCEyN, el jardín de infantes “Mi pequeña ciudad”, ubicado en el Pabellón II, funciona desde 1999, a diferencia del lactario ubicado en el Pabellón I, que se inauguró en 2019 como parte de las políticas de género impulsadas por GenEx. En la FADU, el primer jardín de infantes se creó de manera informal gestionado por el Centro de Estudiantes en 1985 en el Pabellón III; luego se regularizó su funcionamiento y, desde 2018, se trasladó a un nuevo edificio diseñado especialmente para cubrir todas sus funciones, ubicado entre los pabellones II y III. A partir de 2019, se ampliaron los turnos (se habilitó el nocturno para actividades de cuidado y recreación) y la matrícula de concurrentes creció significativamente. Pese a la historia de estos espacios inscrita en demandas de la comunidad, en la FCEyN, el desconocimiento (39%) prima, y es más alto entre estudiantes (42%) e investigadora/es (34%) que entre docentes y no docentes (25% en ambos casos). En la FADU, el desconocimiento es aún más alto (54.5%) que en la facultad vecina y entre estudiantes (59.5%). No obstante, entre trabajadores no docentes -quienes más tiempo pasan en el campus- el desconocimiento es significativamente más bajo (16.9%) y el afecto más referido es la alegría (37%) junto con el orgullo (21.3%). Respecto del lactario, otra de las políticas de género implementadas por la FCEyN, el desconocimiento es de 79% por parte de su comunidad y de 89.4% en la FADU, aún más alto, probablemente debido a que este se encuentra en la FCEyN.

Finalmente, el desconocimiento también prevalece respecto de las oficinas especializadas de género. En el caso de la FCEyN, 53% señala que no la conoce, 13% menciona indiferencia como principal sentimiento, y 11% orgullo. En el caso de la FADU, prima el desconocimiento (65%) y, en segundo lugar, el orgullo (13.1%). Al momento de interpretar los datos, cabe preguntarse si el desconocimiento refiere a estas oficinas en tanto espacio físico emplazado en la trama de oficinas administrativas de las facultades, o un desconocimiento de su existencia. Aun cuando la respuesta pueda admitir ambas interpretaciones, resulta significativo que las oficinas que fueron creadas para satisfacer una demanda de su comunidad sean altamente desconocidas, ya que son los espacios en los que -entre otras cuestiones- se tramitan las denuncias por violencias sexistas ocurridas en el espacio de cada facultad.

Paradojas en los espacios exteriores: entre la alegría, el placer y el miedo

“Me gustaría la reserva como un lugar de descanso y contacto con la

naturaleza de forma segura, consciente y cuidada. Me parece que sectores de

esta están fuera del radar, sucios, abandonados e inseguros”.

[estudiante, varón cis, grupo de edad: 25-32, FADU]

En contraste con el desconocimiento y la indiferencia de los espacios generizados trabajados en el apartado anterior, observamos que los espacios exteriores, de encuentro y de ocio están entre los evaluados más positivamente por la comunidad universitaria. Tal como señalamos anteriormente, la Ciudad Universitaria se caracteriza por ser un predio emplazado en un área verde y ubicada frente al Río de la Plata y limitando con la Reserva ecológica de Costanera Norte, lo que permite un contacto privilegiado con la vegetación y la fauna silvestre de la zona. Al analizar dichos espacios observamos que aparecen sentimientos positivos como alegría, comodidad y placer, pero también aparecen asociados a sentimientos de miedo e inseguridad en las preguntas abiertas que realizamos en la encuesta.

Los afectos positivos mencionados están asociados sobre todo con las explanadas, que son expansiones al aire libre lindantes a cada pabellón, que la comunidad usa para distenderse, descansar y realizar actividades como comer, fumar, tomar sol o dormir. En ambas facultades, alegría es el sentimiento con mayores respuestas (33.1% en la FADU y 42.7% en la FCEyN), le siguen comodidad, con un 17.6 % en la FADU y 12.8% en la FCEyN, y placer con 11.5% en la FADU y 16.1% en la FCEyN (ver Gráficos 5 y 6). Resulta llamativo que este último afecto sea referido solo en relación con estos espacios: se trata de espacios con menor o nula regulación institucional, no ligados a prácticas de conocimiento, incluso que podrían resultar “accesorios” a la experiencia universitaria (en la medida en que no todas las facultades cuentan con ellos). Sin embargo, se revelan con un alto valor simbólico en las consideraciones de la comunidad.

Gráfico 5 Explanadas, FCEyN. 

Gráfico 6 Explanadas, FCEyN. 

Como indican las respuestas abiertas, a la par que las referencias al placer surgen demandas sobre prácticas de descanso, de ocio y de placer en relación con la espacialidad universitaria, que, a priori, el diseño espacial “productivista” con el que fue realizada no contempla dentro de sus usos esperables. Ahmed sostiene que, si bien el placer no se excluye ni se vuelve tabú en la cultura hegemónica, “junto a este mandato de disfrutar, también hay una advertencia: los placeres pueden distraerte y alejarte de tus obligaciones, deberes y responsabilidades”.33

En el caso de las percepciones respecto a la Reserva ecológica de Costanera Norte, área natural protegida que se encuentra al norte del Pabellón III y marca un “borde” entre parques y áreas “naturales”, en ambas prevalece el sentimiento alegría, seguida de “no la conozco” (ver Gráficos 7 y 8). En la FCEyN, el porcentaje es de 32% y 30% respectivamente. Si se analiza por rol, hay un mayor desconocimiento entre no docentes e investigadores/as (37% en promedio) y estudiantes y docentes (28%). El sentimiento de alegría prevalece entre estudiantes (34.5%) y luego en investigadores (28.5%). En la FADU también prevalece el sentimiento alegría (27.6%), “no lo conozco” (17.8%). Placer (12.5%) es más alto entre investigadores y estudiantes (30% y 28.7%) y menor en docentes y no docentes (25% y 22.5%), tal vez quienes menos uso recreativo hacen de estos espacios. Las respuestas acerca del placer son similares en todos los claustros, aunque más baja en docentes (10.4%), quienes también refieren con mayor frecuencia no conocerla (22.9%), en contraste con los estudiantes (16.6%).

Gráfico 7 Reserva ecológica, FCEyN. 

Gráfico 8 Reserva ecológica, FCEyN. 

En síntesis, en los datos arrojados por la encuesta priman los sentimientos positivos, tales como placer, comodidad y alegría para los espacios exteriores. Sin embargo, en la pregunta abierta “¿qué lugares te generan inseguridad y por qué?” apareció un dato que permite una nueva lectura sobre estos: el miedo y la inseguridad fueron asociados a ciertas zonas exteriores como la Reserva ecológica y a algunos trayectos exteriores entre los pabellones:

La salida del Pabellón de Industrias; es un pabellón que está más alejado, la salida es muy oscura, el pasillo que bordea al pabellón cero más infinito (por el que se llega a industrias desde el Pabellón II); también me da miedo de noche y el camino alternativo para llegar me da más miedo. Son lugares menos transitados y más aislados y de noche son muy oscuros. [estudiante, mujer cis, gripo de edad: 18-24, FCEyN]

Me genera inseguridad la cara este de los pabellones, del lado de la reserva ecológica, mucha gente pidiendo plata. [estudiante, mujer cis, grupo de edad: 18-24, FADU]

Explanadas frente al Río de la Plata y la Reserva ecológica Costanera Norte. 

Para Paula Soto Villagrán, cuando se analiza la percepción espacial desde las emociones aparece frecuentemente una construcción del espacio a través de un “sentido del lugar”34 paradójico: “por un lado, se considera un lugar de identidad, pero al mismo tiempo se percibe como inseguro”.35 En los resultados de la encuesta, esta ambivalencia podemos hallarla en relación con las áreas verdes y el entorno. Mientras que, por un lado, generan alegría y placer también originan miedo e inseguridad:

Nadie controla quién entra al predio, y se meten muchos malvivientes a robar directamente. Lo mismo pasa en el interior de FADU, más que nada en el Pabellón III, que es el más concurrido y esta ‘gente’ se confunde mejor. [estudiante, mujer cis, grupo de edad: 33 y +, FADU].

Me genera inseguridad el espacio de reserva, por la gente que vive ahí. [estudiante, mujer cis, grupo de edad: 18-24, FADU].

Es muy necesario controlar (no prohibir) el acceso de quienes entran al predio de Ciudad Universitaria y se dirigen a la reserva o deambulan sin sentido. [estudiante, mujer cis, grupo de edad: 33 y +, FADU]

En los comentarios que aparecen ligados a la inseguridad y la Reserva, se señala “la gente que vive ahí” y “los que se dirigen a la reserva o deambulan sin sentido” como generadores de esa inseguridad. La antropóloga María Carman señala que existe una argumentación paisajística y ambiental que justifican la expulsión de los sectores populares de determinados espacios exteriores: “se considera a los pobres y a la naturaleza como opuestos y mutuamente excluyentes, en tanto los primeros invaden o depredan a esta última”.36 En ese sentido, de los comentarios de la encuesta surge que la Reserva se define como peligrosa, no solamente por factores físicos sino también por los sociales, por los sujetos que la habitan o visitan. El temor por este lugar en particular no se basa solo en la dimensión material del lugar, sino también por la presencia de un “otro” ajeno al espacio universitario, cuya presencia articulada con las condiciones materiales de la Reserva pareciera construir una cadena de significantes asociados culturalmente al miedo y que, en Argentina, resuenan bajo el célebre binomio “civilización/barbarie”;37 naturaleza en estado puro, salvaje, violencia, peligro.

Resulta paradójico que por un lado las demandas giran en torno a la necesidad de tener equipamiento “para hacer tiempo”, y por el otro se requiera regular a aquellos otros que “deambulan sin sentido”. Pareciera que no todos los cuerpos gozan del derecho al ocio y a disponer del espacio para el placer de perder el tiempo.

Palabras finales

En este artículo nos propusimos problematizar la relación entre afecto y espacialidad a partir de los resultados de una encuesta exploratoria acerca de las emociones con las que se asocian algunos espacios cotidianos de la vida universitaria, realizada en noviembre de 2020 en dos facultades de la Universidad de Buenos Aires. Como mencionamos, el contexto más amplio en el que este este trabajo se inscribe es el estudio del impacto de las políticas de género implementadas en las universidades a partir de 2015, año muy significativo para Argentina y la región, por la movilización de “Ni una menos”, que generó una creciente masificación del movimiento feminista y sus demandas, particularmente aquellas vinculadas con las violencias sexistas. Nos detenemos en tres puntos que consideramos relevantes del trabajo realizado a modo de palabras finales.

En primer lugar, uno de los emergentes más significativos del estudio es que, si bien algunas políticas son valoradas (como la modificación de un baño de varones a uno sin distinción de género), en general prima el desconocimiento sobre otras acciones. La insistencia del significante “asco” para espacios como los baños, de acuerdo con las respuestas abiertas, da cuenta de una demanda respecto del mejoramiento en las condiciones materiales para estudiar y trabajar. Si bien algunas respuestas valoran las acciones iniciadas en el marco de las políticas de género, en su mayoría existe un interés concreto en que se desarrollen políticas de mejoramiento edilicio. Asimismo, como un interrogante a desarrollar a futuro, nos resulta significativo el cambio de valoraciones y los afectos que suscita para reflexionar sobre la relación entre “economías afectivas” y “economías morales” planteadas por Ahmed38 y cómo se valorizan los espacios a partir de los sentimientos que les otorgamos. Este orgullo suscita una reflexión respecto a la relación de las instituciones y sus actores con lo normativo en el marco de las políticas sobre género y sexualidades en el interior de las universidades. ¿Qué pasa cuando el orgullo no pertenece a la norma?, ¿se vuelve un orgullo hacia la norma? Es decir, en este caso el desvío de la norma binaria de los baños es asumido por la institución que realiza una intervención en el espacio y cambia su sentido. Esta intervención “desviada” no solamente construye nuevos sentidos respecto al baño sin distinción de género, sino también resignifica los baños binarios, vuelve visible su (cis-hetero) normatividad.

En segundo lugar, destacamos que resulta significativo que el afecto placer aparezca referido de manera significativa únicamente en los espacios exteriores, de encuentro y tránsito, menos regulados en sus usos por las facultades, lindante con lo “para-institucional” y, sin embargo, el trabajo realizado da cuenta de la importancia de este tipo de espacialidad para mejorar las condiciones de habitar y los procesos de afiliación institucional. Podemos plantear, como un interrogante a futuro, por estos espacios también en su dimensión generizada no solo en términos de las respuestas “por género” acerca de la peligrosidad diferencial que pueden suscitar los espacios exteriores, sino en estas “superficies de placer” como escenarios de deseo. Una mayor atención a su importancia (las valoraciones, dinámicas, tramas de sociabilidad y modos de estar juntos en estos espacios menos regulados por la trama institucional) tal vez permita repensar o recrear otras especialidades de la vida universitaria que suscitan menos interés o valoraciones negativas para su comunidad.

Finalmente, como una zona emergente pero no desarrollada, en las respuestas abiertas identificamos fuertes resistencias a las políticas de género, denuncias a la “ideología de género”, “la corrección política y la igualdad de género”, “la politización”, entre otras, que señalan impugnaciones y reacciones crecientes que merecen mayor atención, dado que dan cuenta de afectos intensos -en algunos casos lindantes con el odio- que probablemente incidan en los modos de habitar las casas de estudio.

Referencias

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1Este artículo se inscribe en el desarrollo de dos proyectos de investigación: el UBACyT “Demandas feministas, disidencia sexual y universidad. Transformaciones recientes en los saberes, los espacios y la sociabilidad cotidiana en la Universidad de Buenos Aires”, radicado en el Instituto Gino Germani-UBA, dirigido por Blanco y Spataro; y el proyecto “Re/designing the University of Buenos Aires campus to be gender inclusive in Argentina”, Programa Gendered Design in STEAM de la Carleton University, Canadá, dirigido por Spataro y Flesler.

2El 3 de junio de 2015 se realizó una convocatoria por medio de redes sociales para manifestar el repudio por la aparición sin vida del cuerpo de Chiara Páez, una adolescente de 14 años de la provincia de Santa Fe. Páez estaba embarazada cuando fue asesinada por su novio. La concentración principal se realizó en el centro de la Ciudad de Buenos Aires, frente al Congreso, y se replicó en las principales plazas de todo el país. Más información en: http://niunamenos.org.ar/

3En 2015, la UBA aprobó el “Protocolo de acción institucional para la prevención e intervención ante situaciones de violencia o discriminación de género u orientación sexual”; en 2019, este protocolo fue actualizado en función de nuevos requerimientos. Disponible en: https://www.uba.ar/contenido/472

4Véase de Rafael Blanco: Universidades íntimas y sexualidades públicas. La gestión de la identidad en la experiencia estudiantil (Buenos Aires: Miño y Dávila, 2014); y “Protocolos, perspectivas de género, lenguaje inclusivo: nuevas agendas del activismo estudiantil universitario”, en: F. D’Alosio (comp.), Estudios sobre Juventudes en Argentina (Buenos Aires: Renija, 2019).

5Véanse de: Dora Barrancos: “La formación de posgrados e investigación: La experiencia reciente del CONICET en Argentina”, en: Ana Laura Martin y Adriana Valobra (comps.), Dora Barrancos. Devenir feminista. Una trayectoria político-intelectual (Buenos Aires: Clacso-FFYL-UBA, 2019); “Estudios de género y renovación de las Ciencias Sociales en Argentina. Asociación Argentina de Sociología”, Revista Horizontes Sociológicos 1(6) (2013); y “Hacia la plena inclusión de las Mujeres en el sistema científico”, en: S. Montecino y E. Pemjean (comps.), Academia y ciencias. Lecturas de género en el siglo XXI (Santiago de Chile: Catalonia, 2011). También: Karina Grammático, “Los años de la dictadura”, en: M. Tarducci, C. Trebisacce y K. Grammático, Cuando el feminismo era mala palabra (Buenos Aires: Espacio, 2019).

6Véanse: Rafael Blanco y Carolina Spataro, “Con/contra las estrategias institucionales: percepciones de estudiantes universitarios ante iniciativas contra violencias sexistas”, Nómadas (51) (2019); y Rafael Blanco, “Protocolos, perspectivas de género, lenguaje inclusivo: nuevas agendas del activismo estudiantil universitario”, en: F. D’Alosio (comp.), Estudios sobre Juventudes en Argentina.

7 Gabriel Giorgi, “Arqueología del odio. Escrituras públicas y guerras de subjetividad”, en: Gabriel Georgi y Anna Kiffer, Las vueltas del odio. Gestos, escrituras, políticas (Buenos Aires: Eterna Cadencia, 2020); y François Dubet, La época de las pasiones tristes. De cómo este mundo desigual lleva a la frustración y el resentimiento, y desalienta la lucha por una sociedad mejor (Buenos Aires: Siglo XXI, 2020).

8 Chantal Mouffe, En torno a lo político (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2007).

9 Cecilia Macón y Mariela Solana (eds.), Pretérito indefinido: afectos y emociones en las aproximaciones al pasado (Buenos Aires: Título, 2015); Leonor Arfuch, La vida Narrada. Memoria, subjetividad y política (Villa María: EDUVIM, 2018).

10Véanse: Paula Soto Villagrán, “Entre los espacios del miedo y los espacios de la violencia: discursos y prácticas sobre la corporalidad y las emociones”, en: Miguel Ángel Aguilar y Paula Soto Villagrán (coords.), Cuerpos, Espacios y Emociones. Aproximaciones desde las ciencias sociales (México, Universidad Autónoma Metropolitana, 2013); y Joyce Davidson, Liz Bondi y Mick Smith (eds.), Emotional Geographies (Aldershot: Ashgate, 2005).

11 Sara Ahmed, La política cultural de las emociones (Ciudad de México: UNAM-CIEG, 2015), 19.

12Sara Ahmed, La política cultural de las emociones, 24.

14Lucía Romero y Mercedes González Bracco, “La creación de Ciudad Universitaria de Buenos Aires (1958-1966)”, REDES 20 (39) (2014).

15 Fabio Grementieri y Claudia Shmidt, Arquitectura, educación y patrimonio (Buenos Aires: Pamplatina, 2010).

16 Le Corbusier y Jeanne de Villeneuve, Carta de Atenas, Marsella, IV Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM), 1933.

17 Lucía Romero y Mercedes González Bracco, “La creación de Ciudad Universitaria de Buenos Aires (1958-1966)”.

18Como referencia, el acceso a Ciudad Universitaria implica un promedio de una hora de viaje en transporte público desde el centro de la ciudad de Buenos Aires. En muchos casos, llegar a “Ciudad” implica la combinación de varios medios de transporte.

19Lucía Romero y Mercedes González Bracco, “La creación de Ciudad Universitaria de Buenos Aires (1958-1966)”: 122.

20Los planos y mapas de este artículo fueron realizados por la arquitecta Paloma Carignani.

21En el texto se respetó la conjugación verbal del voseo argentino. N. del E.

22En toda la UBA, el 60.9% de la totalidad del estudiantado son mujeres; de profesores, el 43.5%; de auxiliares docentes, el 57.6%. Las mujeres no docentes representan el 53.5%. Fuente: https://informacionestadistica.rec.uba.ar/index.html

23Datos obtenidos en 2020 del SIU-Guaraní (Sistema de Información Universitaria). Hasta el momento, este sistema solo permite las opciones masculino/femenino.

24Excluimos en esta presentación los resultados respecto de los espacios pedagógicos y de gestión.

25 Eva Illouz, Intimidades congeladas (Buenos Aires-Madrid: Katz, 2007).

26 Paul B. Preciado, “Basura y género. Mear-cagar. Masculino-femenino”, Parole de queer (II) (2009).

27Rafael Blanco y Carolina Spataro, “Con/contra las estrategias institucionales: percepciones de estudiantes universitarios ante iniciativas contra violencias sexistas”.

28Véase de Rafael Blanco: Universidades íntimas y sexualidades públicas. La gestión de la identidad en la experiencia estudiantil.

29 Griselda Flesler, “Perspectiva de género en la gestión universitaria: un baño sin distinción de género”, en: María del Valle Ledesma y María Laura Nieto, Diseño Social. Ensayos sobre Diseño social en la Argentina (2000-2018) (Buenos Aires: Prometeo, 2020), 138.

30La campaña multimedial “UBA 200 años” puede consultarse en el sitio oficial: www.uba.ar

31 Griselda Flesler, Celeste Moretti y Valeria Durán, “Diseño, cuerpos y heteronormatividad”, en: Mariana Pittaluga (comp.), Visiones sobre el rol social del Diseño (Buenos Aires: Wolkowicz Editores, 2020).

32Rafael Blanco y Carolina Spataro, “Con/contra las estrategias institucionales: percepciones de estudiantes universitarios ante iniciativas contra violencias sexistas”.

33Sara Ahmed, La política cultural de las emociones, 250.

34En la perspectiva de la geografía humanista, el sentido del lugar hace referencia a las dimensiones subjetivas, percepciones, sentimientos individuales y colectivos construidos sobre los lugares. Paula Soto Villagrán, “Entre los espacios del miedo y los espacios de la violencia: discursos y prácticas sobre la corporalidad y las emociones”, en: Miguel Ángel Aguilar y Paula Soto Villagrán (coords.), Cuerpos, Espacios y Emociones. Aproximaciones desde las ciencias sociales.

35Paula Soto Villagrán, “Entre los espacios del miedo y los espacios de la violencia: discursos y prácticas sobre la corporalidad y las emociones”, en: Miguel Ángel Aguilar y Paula Soto Villagrán (coords.), Cuerpos, Espacios y Emociones. Aproximaciones desde las ciencias sociales, 209.

36 María Carman, Las trampas de la naturaleza. Medio ambiente y segregación en Buenos Aires (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2011), 143.

37Binomio instalado por Domingo Faustino Sarmiento (1845) y otros pensadores de su época, que identifica a la civilización con lo urbano, lo europeo; y a la barbarie, con lo rural, el indio y el gaucho.

38Sara Ahmed, La política cultural de las emociones.

Recibido: 30 de Agosto de 2021; Aprobado: 24 de Noviembre de 2021

Rafael Blanco

Universidad de Buenos Aires, Instituto de Investigaciones Gino Germani

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

rafaelblanco@conicet.gov.ar

Doctor en Ciencias Sociales por la UBA; posdoctorado en Ciencias Sociales, Humanidades y Artes en la UNC. Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la UBA. Docente Regular en la UBA.

Griselda Flesler

Universidad de Buenos Aires, Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo

griselda.flesler@fadu.uba.ar

Diseñadora gráfica y magíster en Teoría del Diseño por la FADU-UBA. Doctorante en Ciencias Sociales en la FSOC-UBA. Profesora titular de Diseño y Estudios de Género en la FADU-UBA. Investigadora del IAA-FADU-UBA. Coordinadora de la Unidad de Género en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA.

Carolina Spataro

Universidad de Buenos Aires, Instituto de Investigaciones Gino Germani

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

carolinaspataro@yahoo.com.ar

Doctora en Ciencias Sociales, magíster en Comunicación y Cultura y licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UBA. Investigadora del CONICET. Subsecretaria de Políticas de Género de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Docente Regular en la UBA.

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