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Medicina y ética

versión On-line ISSN 2594-2166versión impresa ISSN 0188-5022

Med. ética vol.34 no.2 Ciudad de México abr./jun. 2023  Epub 30-Jun-2023

https://doi.org/10.36105/mye.2023v34n2.06 

Reseñas

Post y transhumanos

José Enrique Gómez Álvarez* 
http://orcid.org/0000-0002-8964-2207

*CISAV, Correo electrónico: jegomezalvarez@yahoo.com

Olvera Romero, Caleb. Post y trans humanos. México: Laberinto, 2020.


Un tema de discusión en los últimos años es la propuesta transhumanista en bioética. El doctor Caleb Olvera presenta en su obra, la tesis sobre la modificación del concepto de ser humano a lo largo de la historia y la imposibilidad de encontrar una esencia en “lo humano”. Como explica el autor en la presentación, su obra se conforma por dos textos principales, el primero derivado de una entrevista, misma que se edita para esta publicación y, el segundo derivado de un escrito realizado para una colección sobre temas relacionados con la cultura. Como reflexiona el autor, su objetivo es el de reunir estos dos textos “dado que mantienen un eje temático en lo que es el hombre y su relación con la cultura, con el diseño de sí mismo mediante la tecnología y las instituciones” (p. 13).

La tecnología ha modificado el modo en que el humano se ve a sí mismo. La ciencia ficción, en ese sentido, se ha adelantado a los tiempos. El autor explica que sus ensayos son de “prospectiva filosófica” en cuanto a que pretenden acercarse a “la posibilidad de pensar las problemáticas filosóficas que se avecinan” (p. 18).

En el primer capítulo “Post y transhumanos” (pp. 19-73), se expone y analiza el sentido de los dos términos que guían el trabajo: cultura y humano. El autor analiza las distintas condiciones culturales y tecnológicas de las sociedades actuales y futuras. Una tesis común en todo el capítulo es el concepto cambiante de la categoría “humano” a través de la historia. El autor insiste en la no existencia de “lo humano” como un algo o una entidad o identidad substancial, sino que es una categoría histórica. Cuando se estableció el término a finales de la Edad Media se hacía alusión a un trasfondo religioso: el hombre es lodo o barro. En la Edad Moderna el énfasis fue dado en ser “sujeto de conocimiento”. Nuestra época actual que no es producto del azar sino de la intervención tecnológica, ha hecho que algunos individuos se transformen, lo que da lugar a otro tipo de hombre. Asimismo, el concepto sigue cambiando y se han hecho presentes los “transhumanos”, es decir, aquellos que están en proceso de cambio, pero que conviven con otros humanos que permanecen estables. En este sentido, el autor señala que hay culturas premodernas, que ni siquiera manejan el concepto de humano que se concibe en Occidente. El autor resume esta reflexión de la siguiente manera:

... la idea de lo posthumano es la idea del resultado y generación de una nueva especie, diseñada bajo las posibilidades técnicas y orientada por el conocimiento científico. Pero lo transhumano es la reflexión y generación de este cambio, es el concepto intermedio y limítrofe” (p. 28).

Hay muchos temas implicados en el término “posthumano”: la inteligencia artificial, el surgimiento de derechos de las máquinas conscientes, la superación de las limitaciones humanas mediante la tecnología, el eliminar la idea de identidad sustancial del ser humano, entre otros. Lo humano ya ha cambiado debido a la mediación de la tecnología. Los espacios virtuales y la manera de relacionarse en estos ambientes es un ejemplo de esa transformación; en la actualidad se puede observar un cambio en la percepción de la sexualidad humana en donde es notorio el incremento de encuentros sexuales mediante la utilización de aplicaciones tecnológicas.

El inicio de la condición transhumana es difícil de precisar en el tiempo, pero se produjo cuando “... advertimos y propiciamos el cambio de narración de lo que somos a través de la tecnología” (p. 37). De hecho, Olvera cuestiona el concepto de identidad substancial de lo humano al señalar que, más bien, somos una narración. Cuando buscamos un elemento fijo en la identidad humana nos damos cuenta de que nada es estable, ni siquiera el código genético mismo que se puede modificar con la tecnología que, en nuestro tiempo, puede transformar casi cualquier elemento humano, es decir, se ha convertido en un “diseño de sustancias” (p. 32).

El autor explora también el riesgo que tenemos de extinguirnos como especie y muestra el caso de la sobreexplotación de recursos, una hiper implementación de la tecnología, que pondría en vilo la viabilidad humana. Señala, con acierto, que nuestra cultura es una cultura del ocultamiento, en donde pagamos dinero para no ver los daños que ocasionamos al medio ambiente y afirma que, al ritmo actual de consumo, en el año 2045 se habrán agotado los recursos, en particular el acceso al agua.

Se analiza también el cambio de percepción o sentido de la vida y la muerte; cuestiona el lograr extender la vida humana a largos periodos, por ejemplo, centenares de años. El sentido de la existencia está ligado a la finitud y a su límite temporal, así, al disponer de una vida extendida, esto nos haría preguntarnos sobre qué tipo de vida y muerte esperaríamos en un futuro posthumano.

Para Olvera, en los países industrializados se vive una verdadera cultura de la virtualidad. Se utiliza un tiempo enorme en estar en contacto con las pantallas, en sentido literal: la cantidad de tiempo donde vemos la realidad, o la nueva realidad a través de las tecnologías de la comunicación es enorme. Además, esa vida virtual nos hace sujetos a un control y vigilancia que la ciencia ficción predijo. Un ejemplo de lo anterior es el control de nuestro consumo, o al menos, la manera en que se ha individualizado la publicidad a nuestros gustos, por ejemplo, en los anuncios de Facebook que son seleccionados de acuerdo con nuestros hábitos de navegación por Internet. El poder actual es un poder informático.

En el segundo capítulo se reflexiona en torno al concepto de cultura y su implementación (pp. 75-91) el cual se aplica a todas las actividades humanas. El autor considera que este se ha convertido en un signo de dominación:

La cultura es un mecanismo de dominio, una extensión de la guerra, una manera que tienen los pueblos de legitimar su estar en el mundo... si la cultura es el cultivo de la humanidad, por qué hacer centros culturales, por qué poner énfasis en el cuidado del cultivo (p. 80).

Hablar de “culturas” implica una división de los humanos, los que viven en culturas “más avanzadas” y los que no. Al respecto, Olvera señala que: “... lo que hay detrás es siempre lo mismo, discriminación en pos de un poder y de una idea del mundo.” (p. 85). Y un poco más adelante lo remarca: “... Quien monopoliza el término de cultura monopoliza las designaciones de lo humano, y así es el que crea humanos de primera y de segunda, humanos marginados e incultos, bárbaros” (pp. 86-87).

Para el autor los institutos de cultura suponen que otros deben de cultivarse. Dependiendo quien sea el dominante, se aplica esa distinción entre cultos e incultos, es decir, considera que culturizar es dominar y esto se hace manifiesto en el neoliberalismo donde todo tiene un precio.

Olvera menciona que podría modificarse el concepto de cultura de modo que implique inclusión. Así el término “cultura” se aplicaría a todos sin distinciones de raza o nacionalidad.

Una de las virtudes de esta obra es el planteamiento que se hace sobre el transhumanismo y el concepto de lo posthumano mismo que tiene supuestos filosóficos que implican no solo un cambio más de época sino una transformación radical en la concepción de lo humano. Asimismo, el autor hace un interesante análisis sobre el concepto del hombre en nuestro mundo, ya en transición (transhumano) y que se ha modificado, al menos en la cultura. Podría considerarse objetable, el que se dé por hecho la inexistencia de una defensa de lo humano desde una óptica metafísica clásica.

El que el autor presente diversas preguntas acerca de la posibilidad de lo humano hace que la lectura sea atractiva. Asimismo, Olvera parece tener, en general, una óptica poco optimista sobre los posibles escenarios futuros de la humanidad de los que advierte en el texto. Su reflexión sobre la cultura, sobre todo en el segundo capítulo, es atinada al demostrar cómo este término tiene usos discriminatorios y que sirven de división de la humanidad. Es un texto que funciona muy bien para plantear aquellas preguntas que pueden generar temas relacionados con la tecnología y la modificación del humano.

Recibido: 19 de Septiembre de 2022; Aprobado: 18 de Octubre de 2022

* Doctor en Filosofía por la Universidad de Navarra. Investigador del CISAV.

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