“Dos almas solitarias se encuentran en el mundo.
Una de ellas se lamenta e implora consuelo a la desconocida. Ésta se inclina hacia ella y le murmura dulcemente: para mí ¡también es de noche!”.
Gastón Bachelar, El derecho de soñar1
INTRODUCCIÓN
Los conflictos conyugales cada vez demandan más atención profesional. Asimismo, cada vez más se necesita un mayor número de especialistas en este campo, para atender la problemática que tal convivencia suscita2. Hasta hace poco tiempo, las parejas se formaron siguiendo un guion preestablecido, acorde a conceptos, regulaciones y rituales sociales de cada grupo. En la situación actual de inestabilidad social y personal, los cambios de criterio moral, la laxitud de los compromisos, el enfoque hacia objetivos individualistas y el hedonismo, introducen variables y preferencias personales para concebir y establecer las relaciones. Los electores (a su vez) elegidos, buscan cual menú, los ingredientes de la pareja, según sea la modalidad conceptual y vivencial del vínculo que desean construir3. Los conflictos maritales y el divorcio son prevalentes en nuestra sociedad (60% de las parejas rompen), debido a que las personas requieren ayuda profesional para la comprensión/solución de los problemas de relación y sus consecuencias4.
Los profesionales colaboran a la evaluación adecuada de los conflictos y el posible aumento de la satisfacción marital: 1) Identifican las parejas en crisis, 2) proveen modelos preventivos y 3) asisten a las parejas en la recuperación del equilibrio funcional, 5 ya sean estructurales (embarazo, esterilidad, maternidad, infancia y adolescencia de los hijos, nido vacío, progreso o reorientación profesional, crisis profesionales o laborales, enfermedad o muerte, jubilación) o evolutivas del ciclo vital o relacional (falta de deseo sexual, desenamoramiento o enamoramiento de otra persona, infidelidad, cambio de orientación sexual, falta de compromiso o de comunicación, desinterés o fracaso del proyecto común, alejamiento).
La elección de pareja (EDP) se determina por razones simultáneas que incluyen aspectos biológicos de ambos (elector/elegido), físicos, emocionales cognitivos y sociales3. Al inicio de la vida de cada individuo existe una relación de apego con sus padres, vínculo trascendental que aparecerá en las siguientes relaciones, cuyas preferencias actuarán sobre la EDP6,7, debido a su origen consciente/in consciente, que a menudo se ignora o desdeña.
Es un acto dual, se es elector/elegido a la vez4,8, dado que es normal y difícil de evitar la reproducción en la pareja de patrones de relación parental, ocurrida entre ellos y la sucedida en los hijos con cada uno de los padres. Algunas personas buscan, un modelo vincular que permita huir de los dolores y fracasos vividos, tratando de alcanzar el mundo de la fantasía y deseo, omitiendo el hecho de que el enamoramiento idealiza a la persona elegida, dotándola de cualidades que cada uno considera las más deseables3. En algunos vínculos, uno intenta constantemente cambiar al otro sin aceptarlo como es y en otros, se elige para obtener aquello que más se aborrece para poder responsabilizarlo (identificación proyectiva) de los defectos propios8.
Pero no son las características del otro las que nos atraen, sino la interpretación que cada uno hace de ello. Es decir, la EDP depende más de la condición del elector que la del elegido. La teoría del amor se fundamenta en conocer la existencia del hombre y su soledad individualista, pues no puede estar aislado de su ambiente social y busca en la unión con otra persona, convertirse -y esto es trascendental-, en uno solo (nosotros), dando cabida a la complementariedad hombre/mujer entre ambos como pareja2.
El amor es esencialmente una relación con otra persona, por lo que no se puede amar con sólo un elector/elegido. Para amar es necesario que este amor sea mutuo, en su defecto se hace una relación simbiótica, ya que amar no se limita al dominio personal de una adquisición, sino que está relacionado con la sociedad, como sentimiento humano innato9. Al efecto, es preciso considerar no sólo lo que se ve en el otro, sino en el propio interior, en torno del: a) matrimonio y nuevo matrimonio, b) divorcio, c) convivencia, d) fertilidad, e) uniones entre personas del mismo sexo, f) familias de inmigrantes y g) arreglos de vivienda de los niños, etcétera. Por ejemplo, las tendencias contemporáneas en Estado Unidos y en México no son tan uniformes como solían ser en décadas anteriores, lo que hace que la descripción del cambio familiar sea cada vez más compleja, así como los tipos de vínculo ahora establecidos2,10.
Cuando el clínico investiga los motivos para elegir pareja, es habitual oír que sólo mencione una descripción del marco de circunstancias espaciotemporales asumidas como responsables de la unión. Se suele describir de manera más o menos amplia, el “fatalismo determinante o la fortuna de haberse encontrado”... Pero muchas personas son incapaces de explicar por qué se han casado y por qué lo han hecho con la pareja del momento10. Como si se hubiese llegado a la EDP por el camino de la exclusión, más que por la acción de una “acuciosa deliberación” dual. El elector se desposa, no con esta persona ni con aquélla, sino con la que queda, con la que según creyó podría satisfacer sus deseos, aunque estos no fueran explícitos ni claros en cada uno.
Existe todo un culto desconocido por los participantes que les hace encubrir, distraer y explicar la ignorancia de los factores inconscientes, que en ellos producen la atracción suficiente y necesaria para vincularse11. El estudio del proceso electivo y cómo se ha formado la pareja, muestra la mitología de cada integrante y su actitud actual respecto del método utilizado. No obstante, el asunto es complicado por la participación de distintas variables simultáneas de distinto peso específico. Por un lado, hay opiniones en las que predomina el azar y se propone que tal fuerza solo repite el modelo animal12.
Los estudios estiman que la velocidad, frecuencia, satisfacción física y emocional producida por la EDP están determinados por el carácter del vínculo y las redes sociales de la pareja13. Desde una visión evolutiva, la EDP deriva de una predominante concepción psíquica, con distintos mecanismos conscientes/inconscientes que subyacen a la estrategia a corto/largo plazo de sus gestores, las cuales proponen que hombre/mujer confrontan diferentes problemas adaptativos, que a corto plazo se oponen a una larga duración14.
DESCRIPCIÓN
Un estudio señaló que 90% de las relaciones estudiadas ocurrieron entre personas del mismo grupo étnico, 85% con similitud educacional, 80% con edad parecida y diferencia menor a 5 años, y más de 60% comparten religión. Dichos porcentajes incluyen matrimonios, cohabitación, relaciones a corto y largo plazo. Tal similitud dada por la homogeneidad incluye la intervención en la mayoría de ellas, de un familiar o amigo común. Rara vez el encuentro ocurre en un bar, de vacaciones o por medio de un anuncio de revista o periódico: 4% de los matrimonios, 7% de los que cohabitan y 8% de los que mantienen relaciones estables de más de 2 años, y 13% de los que sostienen relación a corto plazo. Además, 26% de las parejas se trataron por lo menos 1 año antes de tener relación sexual; sólo 14% de las relaciones a corto plazo tuvo sexo en las dos primeras salidas y en aquellas que finalmente casaron, 90% no tuvo relación sexual antes del primer mes, lo que es de gran importancia, entre otras cosas, por el peligro de dispersión de infecciones de transmisión sexual. Las parejas que durante el año anterior al estudio mantuvieron relación sexual con más de una pareja, lo hicieron con personas de su mismo sexo en 81% y sólo 2% lo hicieron en forma bisexual15-17.
Como se sabe, la preferencia de EDP activa repertorios estratégicos diferentes evidenciados en la evaluación de: a) accesibilidad sexual, b) ferti lidad, c) búsqueda o evasión del compromiso, d) procuración inmediata y disposición duradera de recursos, e) certeza, f) autenticidad y disposición para la paternidad, g) valor real global de la pareja en relación con el proyecto, aunque no se comente de inmediato18. Ahora bien, comparados los matrimonios de mediana edad vincular con los longevos, los últimos muestran: a) una reducción del potencial agresivo destinado a los conflictos y un mayor potencial para el placer en diferentes áreas de la vida (incluyendo lo relacionado con los hijos), b) niveles equivalentes de salud física y mental, c) menores diferencias de género con respecto a las fuentes de placer y gratificación19.
La relación entre satisfacción marital y salud resultó más fuerte para las mujeres que para los varones; en las parejas satisfechas, ambas personas mostraron salud equivalente. Pero en las parejas insatisfechas, las mujeres presentan mayores y más graves problemas de salud física y mental que los hombres20.
Los especialistas en el tema consideran que cuando una persona escoge a otra, busca -aún sin saberlo-, protegerse de los efectos que en ella impele la fuerza de su psicodinamia inconsciente21. Tal fuerza imperceptible pero efectiva, se ejerce en el interior de modo muy distinto de cómo actúa al exterior de la pareja, y aunque más tarde no en cuentren en la relación mutua la satisfacción que buscaban, dicha fuerza, no obstante, da fe de la existencia de procesos personales y compartidos que evolucionan con el tiempo y se mantienen en toda su existencia.
Precisa señalar, que cerca de 90% de la población busca vivir en pareja de una u otra manera y sólo una pequeña parte nunca lo hace22-24, siendo afectados -pese a lo que ellos señalen-, por su conflictividad. La observación de parejas indica que los varones que nunca se han casado tienen menor grado de educación, han sido más veces y por más tiempo desempleados, muestran relaciones emocionales de peor calidad y su salud es ligeramente peor que las de los casados, cohabitantes, viudos o divorciados23,24.
La caracterización de la gente joven dispuesta a crear una familia debe considerar distintos factores que, como el estrés, evalúen el panorama socioe conómico, aspectos demográficos, psicosociales y médico-sexuales, considerando que cada factor puede individualmente y en conjunto afectar de manera importante la salud individual, de la pareja y la sociedad25, pues tales acompañan a las condiciones de la fertilidad, como la densidad poblacional. Las oportunidades de matrimonio se asocian inversamente con la tasa de fertilidad no marital26.
La experiencia clínica confirma que la falla marital se inicia al momento de la EDP, que no debe entenderse como ineludible y fatal, resultado de un determinismo inexorable, sino de forma más laxa y relativa22. De hecho, la evolución de las fuerzas conscientes e inconscientes y la maduración que puede ocurrir después, dan a la experiencia amorosa muchas posibilidades cambiantes27. Los conceptos de comprensión, acuerdo y consenso aluden a situaciones decisivas para el establecimiento de una relación emocional estable y duradera28, donde la similitud entre los participantes es determinante para el sistema familiar a través de su cohesión, siempre que esta no sea causante de un exceso de cercanía sofocante, de dominación o toxicidad, y por ello mismo se repela29.
Se oye decir que la gente se casa con quien lo desea… quizá porque se ignora la circunstancialidad que la rodea y sus implicaciones. Existe una gran cantidad de razones por las cuales la gente dice haber buscado/encontrado a su pareja. Las mujeres altas se preocupan por conocer personas como ellas para empatar en el baile, el sexo y demás actividades complementarias. Quienes son bebedores y fuman o consumen psicotrópicos, a menudo permanecen con gente en igual condición; quienes tienen perfil intelectual lo hacen con personas semejantes, etcétera, sin que ello sea garantía de satisfacción a largo plazo. La condición económica de algunos influye para determinar con quién acercarse a planear la unión, como quienes viven condiciones de salud especiales o gozan de situaciones sociales particulares. De modo que la homogamia (llamada coincidencia) que favorece el encuentro inicial no garantiza la permanencia.
La condición personal o laboral favorecen el acercamiento, como en quienes trabajan juntas, tienen igual religión o condición psicosocial, pero ello no siempre ocurre16. Es decir, la validez y veracidad de los descubrimientos clínicos sobre la importancia y forma de la organización de las primeras relaciones emocionales de cada persona, siguen vigentes30. Es decir, las posibilidades para tal EDP se ven parcial o totalmente restringidas a factores concretos31. Sin embargo, tales factores per se no hacen que la gente elija lo que no quiere -en caso de que lo sepa-. La búsqueda de homogeneidad se realiza en un medio en particular donde las personas dicen disfrutar de un sentimiento amplio de libertad para elegir, aunque este puede estar más o menos supeditado a la circunstancialidad individual, dado por espontaneidad expresada en los deseos propios y compartidos que llevan a la manifestación afectiva16. Por ejemplo, los aspectos culturales entre los jóvenes, como factores determinantes de la EDP, que incluyen tensión entre los valores culturales y sociales, paradójicamente inducen la heterogamia (tabla 1).
a) La problemática de la relación elector/elegido |
b) Su interacción en los procesos de la diada |
c) Las interacciones producidas con y por el origen social y en |
d)Otros aspectos que determinan las condiciones que viven las personas (distribución cambiante de la población, crecimiento de las zonas urbanas y movilidad geográfica, familia, educación, contexto sociocultural y condiciones económicas, políticas, deportivas y religiosas) que promueven o no, la aproximación entre jóvenes de uno y otro sexo y propician un mayor número y libertad en las relaciones, lo que no permite que los individuos elijan a su pareja al azar. |
El verdadero problema que tienen que vencer los futuros compañeros no es tanto elegirse como encontrarse, para lo cual se requiere de la participación y, en algún grado, de la complicidad del mundo adulto. Y una vez alcanzado, tal EDP no se produce de inmediato, pues tienen aún que aprender a conocerse y a descubrir qué tanto concuerdan y en qué, para lograr la requerida afinidad y sus acuerdos al respecto32. En ciertos casos, al ser limitada, se reduce a la conveniencia (como en los jóvenes con estrecha dependencia afectiva y cultural, semejante a la de los extranjeros o asilados y sus particulares condiciones) por falta de formas y medios de expresión emocional y métodos de comunicación33.
En el mundo subdesarrollado se tiene noticia de que las cifras para el matrimonio se han incrementado, como consecuencia de los avances culturales y socioeconómicos de la mujer32. Pero, no es raro encontrar personas que han sido obligadas a estructurar una pareja, por un embarazo no deseado, producido por ignorancia, torpeza anticonceptiva u otros factores inconscientes que privan en la vida de las personas. La circunstancia del vivir no es despreciable en materia demográfica y cuanto más tardíamente se ingresa al matrimonio, más se disminuye la paridad de las parejas, posiblemente asociada con los cambios de proyecto vividos en conjunto34,35, influencia del papel sociofamiliar y actividades que se desarrollen en favor de la EDP, que influyen en el establecimiento transitorio, duradero o definitivo. Estudios longitudinales señalan que las uniones legales -esto es transcendente-, resultan más estables que las informales35.
Una hipótesis relacionada con la raíz evolutiva del hombre a lo largo de su historia, vinculada a las diferencias de género para la EDP, se asienta en el “modelo parental predominante”. Las mujeres más frecuentemente que los varones, desatienden las ca racterísticas físicas en favor de aspectos reproductivos y de supervivencia. Al parecer, le asignan mayor peso que los varones al estado socioeconómico, la ambición, el carácter y la inteligencia, y en general, difieren de ellos en su enfoque hacia las fuentes de adquisición y status en busca de seguridad. Tales hallazgos no han variado a lo largo de las civilizaciones y culturas del hombre, cual postura paradigmática.
Las diferencias de género respecto de la EDP se han puesto de manifiesto en distintos estudios. Los efectos psíquicos de la estratificación de género afectan a varones y mujeres de manera diferente. La inequidad respecto del poder y las demandas asociadas al género, provocan consecuencias en el bienestar personal y la autoestima, que influyen en la toma de decisiones36,37. En la génesis de las dificultades relativas a la diada se encuentran los factores psicosociológicos que convergen en tal estructura38, por lo que resulta fácil comprender que su reforzamiento modifique el pronóstico de la adaptación de la vida afectiva a la vida de pareja, generando una circunstancia negativa, que, de modo independiente en torno del pronóstico, parece depender más de la capacidad adaptativa individual que de otros factores39, los cuales con frecuencia subyacen a diferentes aspectos psicopatológicos, por ejemplo, comunicación y expresión del lenguaje40,41.
Asimismo, el género de los participantes42 y los aspectos psíquicos relacionados con los aspectos más primitivos de la personalidad, se asocian con alguna frecuencia a condiciones sociológicas desfavorables, ligadas al aislamiento, exclusión o segregación, como las que padecen los extranjeros, expatriados, las parejas transculturales.
De modo que la imagen llamada Ideal del Yo, dimensión imaginaria que aparece de modo fundamental en la organización de la elección amorosa, subraya su lazo con la historia personal y las experiencias de vida. Por tanto, se afirma que no existe en la elección amorosa -contrario a lo que pudiera y deseara creerse- la presencia de elementos que favorezcan la especificidad de tipo conyugal. Tal vinculación supone una reciprocidad a encontrar en la búsqueda del otro, la satisfacción simétrica correspondiente y complementaria. Es decir, para que se establezca la pareja, es preciso que sus dos componentes encuentren cada uno, alguna ventaja psicológica en la relación que constituyen. No basta que uno de ellos encuentre en el otro su ideal del Yo, también es preciso que este otro, encuentre la representación ideal que busca. A lo cual se agrega que algunos rasgos de personalidad son predictores de conflictos, tanto en relación con la forma utilizada en el enojo como en el mecanismo que establecen para conciliar sus diferencias21. Además, la EDP debe responder a la necesidad de satisfacer la mayor parte de los deseos conscientes y, a la par, contribuir al reforzamiento del carácter y la seguridad propia, frente a la dinámica de ambas personas, que en ambos individuos conserva la huella de su evolución histórica (teoría de las relaciones de objeto) que enfatiza el vínculo madre-hijo como factor clave en el desarrollo de la estructura psíquica del niño durante los primeros años de vida43-45.
La actividad clínica con parejas permite mostrar la gran frecuencia con la que existen elecciones referidas al padre del sexo opuesto (por sus aspectos positivos o como referencia negativa), cuando se elige a quien no se parece a él y representa supuestamente una postura contraria. En el conjunto de las posibilidades de expresión de la vida amorosa, la EDP de una forma de vida conyugal presenta características específicas, donde la organización defensiva del elector desempeña un destacado papel38. Se busca una pareja cuyos rasgos no despierten defensividad (pulsión instintiva) y contribuyan a reprimirla mejor46.
En la relación supuestamente duradera, el aspecto hedonista y la búsqueda de satisfacción son siempre importantes, mas no son los únicos factores que la motivan, siendo su característica más notoria que el compañero sea elegido, aunque la pareja de modo pasajero o duradero no brinde satisfacción en los planos elementales del vínculo. Resulta relevante que elector/elegido contribuya a mantener cierta seguridad interior y colaborar a la respectiva organización defensiva de ambos, donde hay mayor debilidad47. Es decir, la EDP dual del compañero se realiza por el conjunto de la relación más que de las características personales de uno y otro38,48. Al establecerse el vínculo, la idealización derivada de los primeros momentos de la existencia psicológica del niño y la búsqueda amorosa posterior en la adolescencia o edad adulta, repiten dicho proceso. Cuando ocurre la liga amorosa y su luna de miel, elector/elegido buscan suprimir, vía negación, todas las situaciones de disgusto, así como los aspectos insatisfactorios del otro.
Por otro lado, la incapacidad para establecer una relación ambivalente con la pareja genera rechazo total a la relación por haber sido idealizado, tal falla en la percepción de cada elector impide discernir en su apreciación del elegido, al que considerará: totalmente bueno o malo48. De modo que la persona se tornará frágil e incapaz de soportar los procesos normales de relación. La aceptación de la imperfección del elegido es condición obligada para el desarrollo y la salud personal. Aceptar el carácter no totalmente satisfactorio de ello sería en otro sentido, aceptar los sentimientos ambivalentes que inspira y, por tanto, aceptar que nacen sentimientos hostiles en el seno de un apego verdadero por él. En su defecto, tal elegido es vivido como una amenaza constante a la seguridad propia. J. Bowlby49 describe la relación entre madre e hijo como una liga bipersonal que inicia durante los primeros meses de la vida, en la que el niño no busca la estimulación sexual de las zonas erógenas sino las respuestas táctiles, acústicas y visuales, así como el contacto físico y la tranquilidad relacionadas con una persona conocida y de confianza. Los individuos que han experimentado pobres relaciones afectivas en la infancia se predisponen a una deficiente calidad afectiva en sus relaciones adultas47 y eventualmente “labran” su divorcio (tabla 2)50.
En la praxis de la psicodinamia vincular, las características de personalidad individual determinan el curso de la relación: |
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a) Las personas que gozan de seguridad ponen más énfasis en la intimidad que las personas evasivas y ambivalentes logran relaciones de alta intimidad y congruencia con su elegido ideal que se traduce por amor a sí mismo y a su pareja |
b) La relación romántica de las personas ambivalentes se caracteriza por fallar al realizar su deseo de lograr un amor cálido y seguro |
c) Las personas evasivas experimentan menos intimidad que las personas seguras, pero mayor grado de compromiso en sus relaciones que las personas ambivalentes; subestiman el amor de su pareja y desean un amor menos intenso que las personas seguras y ambivalentes51 |
Fuente: Souza y MM. Dinámica y Evolución de la vida en pareja. 2ª. ed. Saarbrücken, Alemania: Editorial Académica Española; 2012.
El elector requiere percibir en sí mismo un as pecto de odio con respecto a un elegido, lo bastante satisfactorio para no rechazarlo. De esta manera piensa que no se arriesga a encontrarlo en otras circunstancias, lugares o tiempos, porque ello supondría “tomar riesgos” de perder una imagen idealizada. Tales electores se comportan tratando de mantener esta circunstancia, aunque tengan que reducir su vínculo a un solo aspecto menor su relación, delimitando restringidamente hasta empobrecerlo con esa parcialización (mecanismo de debilitación)38. Esta reacción es común entre personas, débiles en la estructura de su personalidad que presentan poca firmeza y su historia muestra diferentes grados de carencias, experiencias de abandono a corta edad, pérdida precoz o insuficiencia afectiva de la madre o bien el haber sido cuidados por sustitutos maternos insuficientes o crueles, entre otras posibles explicaciones recogidas de la experiencia clínica52. Se trata de electores que no han podido establecer una relación ambivalente suficientemente sólida con un elegido, relación en la que el afecto y la constancia permiten corregir el dolor de tales percepciones am bivalentes. Permiten enfrentar las tendencias psíquicas infantiles, pero causan sufrimientos importantes que obstaculizan la adaptación social, material o moral y experimentan dificultades para establecer una relación amorosa satisfactoria y estable21,52,53.
Se destaca que prácticamente no existe un vínculo emocional capaz de producir una relación estrecha, que impida la sobrevaloración del compañero y su idealización sin la euforia destinada a anular la ansiedad que acompaña el proyecto inicial de pareja, misma que tiende a borrar todo espíritu de hetero y autocrítica en los participantes: “El amor ciego” que indica Shakespeare o la “infatuación” del “Estado Naciente” que describe Alberoni54.
En la contraparte, existen casos en los que la negación de las dificultades, los fracasos y la agresividad se prolongan ampliamente en una negación de la realidad, que obstruye la conciencia y la percepción global del elector/elegido. La EDP destaca la intensidad de los procesos identificatorios, que pueden conducir paradójicamente a la elección de un elegido “equivocado”: aquél privado de cualidades específicas propias, sobre las que el elector se podría apoyar después de nuevas proyecciones favorables. Una vez que termina la reacción intensa inicial (infatuación) y reaparece la ambivalencia, el elegido corre el riesgo de mostrarse en su realidad y al aparecer como insuficientemente bueno, será rechazado por ser completamente malo. De modo que no se alcanza a realizar un trabajo efectivo de duelo, propio de una EDP de larga duración, la cual no consiste sólo -y esto es muy importante-, en aceptar el desgaste sino la capacidad de reconstruirse21,55.
Otro aspecto de la idealización del “elegido adecuado”, es su aislamiento y la anulación de la perspectiva de temporalidad. Tal unión será deseada sistemáticamente tan efímera y pasajera como sea posible, de común acuerdo e incluso de apariencia no conflictiva en un principio, como los individuos que no se comprometen en relaciones amorosas profundas y prolongadas, que buscan protegerse de los riesgos emocionales amenazantes al cuestionar su vida y movilizar sus sentimientos52,53. La cobardía, en este caso, habla de la presencia de conflictos psicológicos, en alguna forma equivalentes a lo que señala K. Horney como “la huida de la femineidad”, a propósito del psiquismo femenino disfórico y rechazado56,57.
Existen mecanismos de defensa (estrategias psicológicas inconscientes para hacer frente a la realidad y mantener salva la autoimagen) que las personas sanas normalmente utilizan a lo largo de la vida, como la racionalización (explicarse las cosas por la vía consciente de la razón) que justifican la idealización. Estos, aparecen en personas de cierta estructura psíquica, en la que se considera presente la existencia de un grado de afectación de su capa cidad para vivir intensamente una relación de carácter global, unitario y total, al punto que intentan cubrir su incapacidad, al preferir racionalizaciones tomadas de los órdenes socioculturales. De ahí que haya muchas posibilidades para caricaturizar la institución matrimonial, por lo que algunos están convencidos de que: “sólo rechazan al matrimonio como institución”, en nombre de una idealización de la vida amorosa, de la que “el matrimonio es solamente su antítesis”. Pero tal aversión, no obstante, su justificación racionalizada “protege con su alejamiento” a los hijos de matrimonios, cuyo ejemplo sofocante los ha marcado para siempre21.
Mas no ocurre así en los individuos que vivieron aceptablemente la versión vivencial parental de la relación diádica. La justificación defensiva impide que los individuos frágiles conozcan su imposibilidad para vivir sin la idealización, de modo que “en nombre de una vida ideal de amor” rechazan los obstáculos del matrimonio esperando conservar así, en el plano imaginario, los supuestos beneficios de la vida conyugal libre de conflictos (como si esta existiera) 58. Esta condición puede llevar a las personas más frágiles a creer que su mejor defensa está en otro compromiso precipitado y en una relación que será nuevamente idealizada como la anterior, lo cual desarrolla un círculo vicioso descendente en sus aspiraciones y alcances21.
Otro tipo de relación llamado de “ lucha contra la depresión” permite la incorporación sucesiva de “elegidos buenos” para consolidar su condición emocional inicialmente débil y frágil, temeroso de equivocarse o fallar, para enfrentar poco a poco sus tendencias depresivas sin necesidad de sus ideales. En ella, la idealización del elegido limita la relación vía restricción de sus límites (parcialización). Pero tal compromiso y dispersión de sus empeños, le confiere menores beneficios a corto y largo plazo, precisamente por falta de vinculación a fondo con sus elegidos59. Esta forma de idealización del vínculo, describe la actitud del elector, equivalente a la búsqueda de un compañero “poco conocido”, sobre otros, cuyas cualidades y defectos son más conocidos. De ahí que se tal nebulosidad misteriosa permite al elector inseguro, considerar con ingenuidad que los defectos del elegido estén y permanezcan ocultos por tiempo indefinido48.
Otro elemento que participa en el proceso de EDP es protegerse de un amor intenso, limitándolo en tiempo, profundidad y aspectos exclusivos, como desconocer o negar otros modos de relación posibles. O bien, elegir compañero que hasta ese momento haya sido una especie de víctima. En los individuos “frágiles”, casi todas las personas podrían mostrar de modo inconsciente características de debilidad y fragilidad, sin duda mayores de lo supuesto47. Ello obliga a mirar con más cuidado las dificultades de los vínculos emocionales como el reconocimiento existencial necesario para la supervivencia en términos del afecto. Resulta como una búsqueda de aprecio de sí mismo, por otro individuo capaz de apreciar y ser apreciado a la vez, pero este reconocimiento -y esto es muy importante-, no necesariamente significa búsqueda de amor. 2,46
DISCUSIÓN
El narcisismo, síntoma y trastorno de personalidad a la vez, es el único adversario frontal del amor52. Puede acompañarse con la constitución de un “falso Sí mismo”, en tanto distorsión de personalidad desarrollada en la infancia, a modo de una existencia ilusoria para proteger con una organización defensiva, al verdadero Yo (Self ), y se asocia con un sentimiento de futilidad y de vacío o de “no existencia”59. Cuando la adaptación psicológica del individuo se construye a partir de esta manifestación, se limita la maduración de los aspectos afectivos del sujeto (Sí auténtico). Los individuos reservan para su vida íntima, los aspectos más arcaicos de su manera de ser bajo resguardo secreto, lo que traduce una dependencia con respecto a sus prójimos, especialmente a su compañero de pareja60.
La intensidad de los sentimientos amorosos que siente el elector, provenientes del elegido, tienden a experimentarse como capaces de cuestionar su equilibrio aparentemente “bien adaptado”. A pesar de las gratificaciones que reciben (e incluso a causa de ellas), se sienten amenazados y algunos buscan protegerse de un amor que sienten intenso, valiéndose de diferentes procedimientos dilatorios que se descubren cuando se examina la dinámica vincular.
Puede ser que el elector sienta que ser elegido por un amor demasiado denso, le resulte angustioso y ello lo obligue a tomar medidas de protección, como vía para repartir entre varias personas los lazos afectivos, morales, laborales, físicos o sexuales, para excluir así la profundidad de la relación y manejarla en un plano intelectual más superficial, en un intento de enfrentar “más fácilmente” la condición, como ocurre en la privación afectiva61. Esa amenaza aun cuando no sea consciente, le hará desplegar medidas de protección y multiplicación con justificaciones racionalizadas, compatibles con sus convicciones y enfoque ideológico. La cohabitación premarital puede ser elegida por personas que no desean ligarse al matrimonio y aprueban implícitamente la posibilidad del divorcio46. Otros casos ilustran el riesgo ante un compromiso amoroso intenso, por la no consumación del matrimonio. No se trata sólo de impotencia o frigidez aisladas, ya que los dos componentes de la pareja se eligen en función de una problemática común y en torno de una misma dificultad, que estructura su relación y da la fuerza y estabilidad necesarias para subsistir. De ahí que aparezca fuerte resistencia al manejo terapéutico en ellos. Debido a que se trata de un síndrome diádico, las tentativas de corrección aplicadas a uno solo de los miembros de la pareja a fracasan por la incompleta estructuración e inmadurez de su personalidad. En el caso de parejas no casadas, se aprecia el mismo fenómeno, al asociarse dos personas con perturbaciones complementarias, expresadas en el miedo a “abandonarse por completo al otro”, en la relación afectiva o sexual21. Tal terror a la actividad sexual responde en algunos casos con temor al compromiso total y definitivo, en especial si la relación sexual entraña la posibilidad de em barazo. El riesgo de un amor intenso puede sentirse como causa de peligro para un gran número de electores. Algunos, ante esa percepción muestran síntomas psíquicos (ansiedad, inseguridad afectiva, manifestaciones neuróticas múltiples, exhibición de escrúpulos y otras diversas formas de pedantería reflejadas en su vastedad conductual), o bien somá ticos (impotencia, frigidez, dolores intensos diversos, etcétera)41. En ciertas personas tal percepción de riesgo inconsciente al compromiso amoroso es inminente y se traduce en comportamiento paradójico y “preventivo”, como el ponerse a distancia del elegido, mantener un gran número de actividades o de participaciones emocionales (en especial las de tipo afectivo) aparte del compañero principal, e incluso la “donjuanesca multiplicación preventivo-defensiva” de las relaciones.
Todos estos, son mecanismos inconscientes de dilación y evasión a señalarse por el profesional en su oportunidad e incluso, comunicarse a la sociedad de manera informativa con fines educativo-preventivos. En aquellos casos donde se enfrenta el peligro de un amor intenso, la estrategia defensiva desplegada puede llevar al individuo a elegir una persona que presenta -sin saberlo- sentimientos análogos. En este plano la EDP puede entenderse no sólo en la línea histórica del desarrollo individual, sino como un conjunto denominado Sistema21.
Uno de los factores a conocer indefectiblemente, para entender la dinámica conyugal, es la proporción entre lo conocido y lo oculto en la vida de los participantes, ya que esta suele variar debido a la dinámica existente, establecida ahora entre ambos, a un lado de las condiciones socioculturales que dan contexto a cada relación. En las personas con estructuración psíquica defensiva predomina una necesidad tan fuerte que inhibe la comunicación o es manejada bajo distorsión, por lo que nunca se dan a conocer realmente a otros y permanecen a distancia, basando en ello la seguridad de ambos46.
Tal racionalización resulta convincente para hacer que el otro acepte que conoce mucho a su pareja, cuando en realidad no es así. Es decir, conoce tan sólo lo que su pareja ha querido que sepa y no lo que cualquier pareja pudiera conocer2, por ejemplo, ante el “miedo a ser devorado”, se asume la vivencia existencial de muchos electores “frágiles”. La actitud asumida frente a la EDP se presenta como una defensa contra el temor al afecto y a lo que le significa el vínculo. Existe un gran número de matrimonios formados por parejas, cuyos componentes mantienen entre sí lazos tan superficiales, que de ninguna manera los constriñen, pero aceptan casarse por situaciones sociales o culturales, como cuando los matrimonios se arreglaron bajo presiones particulares y sin la voluntad de los contrayentes. Otro ejemplo para entender el sentimiento de inseguridad de algunas personas se incluye en el concepto de inseguridad ontológica de R. Laing: “Es necesario el sentimiento sólido de su existencia, de su realidad y de su identidad para que el ser humano sea capaz de establecer una verdadera relación con otro sin sentirse amenazado”62. Quien padezca esta clase de inseguridad se sentirá constantemente amenazado y obligado a conservarse en suficiente identidad, y a su vida mal diferenciada, le afectarán toda clase de acontecimientos, por lo que más que buscar satisfacción en su relación con el otro se sentirá impulsado a conservarse. Muchos de estos electores tienen miedo a ser devorados, captados o comprendidos; el ser amado puede traducirse para ellos en un deseo de daño, por lo cual buscan su preservación, al grado de manifestarse en el temor de ser vistos. Ellos ven en la relación del amor algo temible; en tanto que una relación ambivalente o pobre, quizá hasta mezclada con un poco de odio, les resulte más manejable según su necesidad. Tal sensación hace que la EDP se oriente a evitar ser absorbidos63.
El concepto de intrusión, ocurrida en las primeras relaciones amorosas infantiles, sirve para comprender la defensividad de tales personas60. Su principal reacción defensiva en los que temen esta intrusión o invasión del otro es una reacción de aislamiento. La maniobra defensiva consiste entonces en elegir un compañero de pareja, sólo para compartir algunos aspectos de su vida y así la preservación de la seguridad y de su existencia predominará sobre su búsqueda de placer.
El entendimiento global diádico de los procesos psíquicos de la pareja incluye el intercambio de disociaciones, en el que cada uno tiende a mantener alejadas de su conciencia las características que le parecen desagradables, temibles o culpables de sí mismo, usando como defensa una disociación, para la cual -de manera inconsciente en cada uno de ellos-, localiza los aspectos rechazados y los proyecta sobre su compañero60. De modo que la elección mutua se efectúa no sólo en función de la estructura previa de la personalidad de cada uno y su conveniencia, sino de una estructura compartida que permite corresponder las tendencias de un elector a las características -latentes o manifiestas- compatibles del elegido, en un intercambio mutuo.
De ahí que la elegibilidad del compañero sea comprensible y esperable. En relación con la lucha de poder establecida en la estructuración de la pareja, se manifiesta por el establecimiento de un síntoma X o una complementariedad, como un verdadero poder sobre el otro. La organización de pareja más fácil de comprender es aquélla donde funciona el proceso clásico de la relación amorosa basado en la proyección (del ideal del Yo) del elector sobre el elegido. Como cuando quien carece de la realización de una forma de su ideal elige al compañero “adecuado” para que lo encarne. La consecuencia inducirá y mantendrá tal configuración y el com pañero se convertirá en una especie de sustituto del ideal del Yo del elector, quien padece la falla en ese aspecto de su propio ideal64. El otro tiene lo que yo no...
En la organización sistémica los integrantes se organizan ambos para repartirse los papeles. Como cuando el elector tiene algunas dificultades consigo y tendencias que reprueba en él y trata de controlar las, casándose con una persona elegida por presentar las mismas disposiciones latentes, pero más difícilmente controlables. El hecho de realizar sus tenden cias prohibidas procura satisfacción a ambos65. En las parejas en las que uno de los integrantes parece tener todas las cualidades y el otro parece ser tímido e inhibido, se observa que al faltar el primero, el segunda pasa a desarrollar cualidades que no había mostrado y que parecían solo posibles en pareja. Cuando tales parejas rompen no es raro observar que el primero, no puede reaccionar como siempre y resulta ser débil e incapaz. En tanto el segundo que había tenido este papel pasa a ser el motor y guía, desplegando conductas que no parecía disponer. El proceso intenso de atracción recíproca apoyada en bases instintivas no puede realizarse si no es sosteni do por una distribución de los papeles inconscientes y su sempiterna interacción reciproca66. Esto traduce actitudes diferentes en torno a un problema común, que solo mediante la colusión enfrentan para la solución de su problemática, de ahí que la atracción mutua responde a la percepción inconsciente de una misma conflictividad67,68. Esta, señala J. Willi, “Es un proceso psicodinámico no necesariamente psicopatológico, aunque puede serlo69,70. Si tales conflictos son análogos a los suyos sentirá en el otro una manera diferente de reaccionar, que le hará sentirse atraído con una fuerte atracción recíproca, que actúa en diversos escenarios y comparte una moral común”38,64. De acuerdo con la estructura caracterológica de la personalidad, señalada por E. Fromm71, “Las motivaciones inconscientes dependen de la orientación caracterológica de cada uno”. J. Silva72 describe 5 tipos de orientación del carácter manifiestas en la actividad erótica sexual, las cuales se describen en la tabla 3.
Orientación improductiva del carácter |
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1) Receptivos (pasivos) |
Se casan por y para depender de alguien y así asegurarse que alguien los cuide. Buscan en el cónyuge el amor incondicional de la madre (aunque este sea hombre). Son incapaces de dar amor y paradójicamente sin empacho, se sienten con el derecho a exigirlo. La relación se caracteriza por una sumisión pasiva y servil de un cónyuge a otro. Sexualmente pueden ser potentes o impotentes, frígidas o incapaces de una respuesta orgásmica saludable, dependiendo esto último más de un desarrollo biológico normal de la mujer que de su maduración psicosexual, porque en general unos y otras no quieren crecer, desean permanecer niños(as) para exigir de los demás la satisfacción de sus necesidades. Una variante en este tipo de carácter es el de quienes se casan por el miedo a vivir solos. Es tan desproporcionado el temor a la soledad que sólo por el matrimonio se atreven a separarse del hogar de los padres, a un lado de otros factores sociales, económicos, etc., asociados a la disponibilidad y factibilidad, que pueden hacer que se refrene su salida a la vida autónoma. Su característica es la dependencia emocional, ostensible en el parasitismo, además de la poca o nula importancia que tiene para ellos el cónyuge. La promiscuidad sexual puede darse en la medida en que el compañero es insignificante e intrascendente en sus vidas y de igual manera se dan a los demás72. |
2) Explotadores (posesivos) |
Se casan porque buscan tener posesión y dominio sobre alguien. Los hijos y el cónyuge son vistos como propiedad privada en la dimensión de la exclusividad, quienes a la vez merecen poca atención y no toleran que otras personas se las puedan tener. El hecho de ver a los hijos o al cónyuge amados por otras personas es algo para ellos insufrible, en tanto representa una amenaza al carácter sadomasoquista de su relación simbiótica. Su característica fundamental es la explotación agresiva, ya sea abierta o encubierta, de que son elegidos los seres que les “pertenecen”. Si regalan u obsequian es para manipular y controlar o explotar de alguna manera y para disfrazar su explotación sádica y su sumisión masoquista. Aparentan ser personas capaces de amar, pero envidian y repudian la felicidad de otros. En el plano sexual buscan anular al compañero al punto de provocar impotencia/ anorgasmia. Fuerzan la relación sexual antes de que la pareja salga de casa para que se “garantice la imposibilidad” de relacionarse con otras, lo que puede darse sin evidencia de infidelidad que lo justifique72. |
3) Acumulativos (destructivos) |
Se casan y a la par, subrepticiamente buscan la anulación de su compañero. Son envidiosos, suspicaces y fríos en todas sus relaciones, muy especialmente en la conyugal donde se hace más ostensible. Consideran irrespetuosamente a los otros seres humanos como cosas o propiedades manejables a su antojo, y se conducen en su relación a base de infundir temor, horror o imposición. Frecuentemente se emplea en tales relaciones la descalificación, ninguneo y devaluación del otro hasta desvitalizarlo, independientemente del uso irracional de fuerza y el sometimiento por la vía física. En el plano sexual ellas son recalcitrantemente frígidas y a menudo disfrutan el hacérselo saber a su hombre. Son soberbias, despreciativas o aparentan sumisión, lo que enmarca consciente o inconscientemente sus verdaderas motivaciones. Odian a la vida y a todo lo vivo y no es raro encontrar en ellas que prefieren a los animales por sobre los seres humanos. Su caracterología se percibe en su actitud sensiblera y poco constructiva hacia los animales, ya que no los educan y en cambio los miman en exceso. Desprecian al sexo y a los enamorados, a las embarazadas, a cualquier muestra de afecto real, ternura o cariño que no lleve implícita la sumisión. Los varones, por su parte, son promiscuos y no es infrecuente que sean atentos y amables con las prostitutas y las “amigas de ocasión”, todo lo que no son con sus parejas; son fríos, descorteses y vulgares en su acercamiento sexual con la pareja a la que llegan a lastimar abierta o veladamente a través de insinuaciones o pequeñas actitudes destructivas como mordiscos, pellizcos, empellones, burlas y bromas etcétera72. |
4) Mercantilistas (dar solo para recibir) |
Basado en el intercambio comercial, reúne a seres pueriles e inconsistentes que se unen con el “mejor partido” posible, en términos de lo mejor que puede escogerse en el “mercado de la sociedad”; no necesariamente por las cualidades físicas, pero menos aún por las morales, sino por los bienes materiales, prestigio, posición social, poder político o bien porque asumen o representan la potencialidad de ser buenos proveedores. Oportunistas e inescrupulosos, por su falta de principios, gobiernan sus hogares según las normas dictadas por el subgrupo social en que viven, que, sin ser típico, frecuentemente se da en las esferas media alta y alta de la sociedad. La vida sexual de unos y otras, varía según el acuerdo con la moda y contexto, por lo que va desde la gazmoñería hasta la promiscuidad jactanciosa72. |
Orientación sana del carácter 5) Amorosos y productivos (maduros) Son personas que se casan libres de los lazos más ostensibles de dependencia y de temores irracionales acentuados. Se casan porque en realidad aman, en el sentido en que señala E. Fromm con base en las premisas del amor: conocimiento, cuidado, respeto y responsabilidad53. Con profundo interés por conocer a la persona amada, con respeto hacia ella o él y porque desean compartir su integración y felicidad a lo largo de su vida, durante su relación buscan estimular lo positivo y amoroso de su pareja, pero no desean controlar ni ser controlados, produciendo así una relación equitativa. Tal tipo de matrimonio es lamentablemente inusual. Siendo libres y no temiendo estar solos, sus relaciones sexuales son plenas y libres. En ninguno de ambos predomina el temor al ridículo o el temor de verse rechazados o abandonados. Entienden y comprenden las vicisitudes de la vida y su repercusión directa sobre la actividad sexual, por lo que no experimentan rechazo ni falta de amor, cuando ocurre una falta de respuesta sexual. Su meta esencial es la comunión y en el más amplio sentido el desarrollo de sus potencialidades, en especial las productivas. Por ello enfrentan todo problema entre ambos con afecto y comprensión, lo cual provoca tolerancia, orden y una valoración ponderada de la realidad. En consecuencia, la EDP no puede ser cualquiera ni es indiferente, todo lo contrario, se encuentra íntimamente ligada a la historia personal de cada uno y a su manifestación cotidiana 70 , 71 . |
5) Amorosos y productivos (maduros) |
Son personas que se casan libres de los lazos más ostensibles de dependencia y de temores irracionales acentuados. Se casan porque en realidad aman, en el sentido en que señala E. Fromm con base en las premisas del amor: conocimiento, cuidado, respeto y responsabilidad53. Con profundo interés por conocer a la persona amada, con respeto hacia ella o él y porque desean compartir su integración y felicidad a lo largo de su vida, durante su relación buscan estimular lo positivo y amoroso de su pareja, pero no desean controlar ni ser controlados, produciendo así una relación equitativa. Tal tipo de matrimonio es lamentablemente inusual. Siendo libres y no temiendo estar solos, sus relaciones sexuales son plenas y libres. En ninguno de ambos predomina el temor al ridículo o el temor de verse rechazados o abandonados. Entienden y comprenden las vicisitudes de la vida y su repercusión directa sobre la actividad sexual, por lo que no experimentan rechazo ni falta de amor, cuando ocurre una falta de respuesta sexual. Su meta esencial es la comunión y en el más amplio sentido el desarrollo de sus potencialidades, en especial las productivas. Por ello enfrentan todo problema entre ambos con afecto y comprensión, lo cual provoca tolerancia, orden y una valoración ponderada de la realidad. En consecuencia, la EDP no puede ser cualquiera ni es indiferente, todo lo contrario, se encuentra íntimamente ligada a la historia personal de cada uno y a su manifestación cotidiana 70 , 71 .. |
Fuente: Souza y MM. Dinámica y Evolución de la vida en pareja. 2ª. ed. Saarbrücken, Alemania: Editorial Académica Española; 2012.
CONCLUSIONES
La soledad individualista del hombre impele a la vida en pareja, que insta a la unión con otro ser para convertirse entre ambos (nosotros), en uno solo. La igualdad entre hombres y mujeres deviene en complementariedad y se fundamenta en la coexistencia. La experiencia clínica confirma que la falla vincular se inicia al momento de la EDP, aun cuando no tiene carácter ineludible y fatal. En la actualidad continúan investigándose los mecanismos psicológicos (primarios) del origen psicológico de las personas que rigen la dimensión entre el instinto sexual y la razón., por ejemplo, una persona desco nocida puede convertirse en ser amado, debido a sus cualidades habidas desde la infancia. El elector, aprecia que la persona a elegir sea semejante a él, como en la hipótesis de la otra mitad descrita en el “mito del andrógino” planteado por Platón en su discurso llamado: “El banquete: Eros nace de la necesidad y el recurso, pero carece de plenitud, que es ontológicamente privación”. Para la mayoría de la gente, señala Fromm, el problema del amor consiste en ser amado, y no en sino desarrollar tal capacidad, pues lo extingue, la inadaptación y monotonía52. Se cree que cuando las personas se conocen y existe una “química” con la que inician a vivir una historia de amor e intimidad, el asunto ya está resuelto. Pero cuando la intimidad se hace monótona inicia el abu rrimiento, infidelidad y fragmentación del vínculo.
La EDP no es un acto casual y la atracción inicial puede estar influida por muchos factores (soledad, deseo de diversión, ciertos estados anímicos, condiciones psicosociales, etcétera) y como las relaciones son dinámicas, permanecen en continuo cambio, aquello que atrajo al principio, puede resultar luego un punto de rechazo e incluso de ruptura72, lo cual se observa al atender las causas de la ruptura73. Una pareja saludable debe entender, atender y supervisar de continuo la creación y mantenimiento del “nosotros”, la eliminación de la lucha de poder y el establecimiento de un mecanismo conciliatorio de sus conflictos, a partir de planteamientos dirigidos a la satisfacción de ambos. El acuerdo y la comprensión son elementos que favorecen el establecimiento de una relación emocional estable y duradera. Se precisa en la EDP considerar no sólo lo que se ve en el otro, sino mirar cada uno a su interior, para ofrecer lo equivalente2.
La EDP como acto dual se determina por razones simultáneas conscientes e inconscientes, el resto de los elementos psicopatológicos de la personalidad se muestran en la estructura de carácter (pasividad, posesividad, destructividad y dar solo para recibir), y son sólo superados por el carácter maduro o productivo. Los miembros de una pareja deben conocerse, cuidarse, respetarse y responsabilizarse cada uno del otro, no sólo de sí. Los electores/ elegidos deben ser capaces de serlo con libertad, prescindiendo de la necesidad individual o el deseo de llenar un vacío. El mutualismo de tal condición debe proceder del amor propio y la aptitud necesaria para amar auténticamente a otra persona2,74.