El ultrasonido es una herramienta que permite una valoración inmediata en la cama del paciente sin tener que movilizarlo, además de ser un procedimiento que es repetible, simple, económico, preciso y no emite radiaciones ionizantes. Se ha utilizado de manera creciente por médicos de urgencias, anestesiólogos e intensivistas para obtener imágenes anatómicas y funcionales.1 Desde 2017, en el Hospital Infantil de México Federico Gómez se realiza una evaluación hemodinámica, la cual incluye ultrasonido pulmonar y cerebral.
Presentamos el caso de un paciente prematuro que nace a las 30 semanas de gestación con un antecedente de enterocolitis necrosante. Fue evaluado a las 34 semanas, corregidas por conducto arterioso permeable (CAP); en ese momento se encontraba en la unidad de cuidados intensivos neonatales, bajo asistencia mecánica a la ventilación.
La radiografía de tórax mostró infiltrados en campos pulmonares y un probable derrame pleural izquierdo (Figura 1A). Mientras que el ultrasonido cardiaco reveló un CAP restrictivo, no significativo. En la revisión pulmonar con ultrasonido se evidenció derrame pleural complejo (Figura 1B, flecha), identificando el “signo de la disrupción” (Figura 1B, cabezas de flecha) y la consolidación con broncograma “fluido” (Figura 1B, flecha punteada). Posteriormente, también guiado por ultrasonido, se extrajo líquido purulento (Figura 1C) con características de exudado, en el cual se identificaron cocos Gram positivos (Figura 1D). Se obtuvo aislamiento de Staphylococcus aureus en líquido pleural y hemocultivos, por lo que se brindó tratamiento con cefalotina por 14 días, resolviendo el cuadro clínico.
Como en reportes previos, este caso demuestra la utilidad del ultrasonido para la identificación de focos neumónicos, mediante la visualización del signo de la disrupción, broncograma y derrame pleural,2 además ayudó a guiar la extracción de líquido pleural. Muy probablemente, estas acciones permitieron evitar complicaciones e inclusive la muerte.3,4