El libro de Veremundo Carrillo Reveles, México en la Unión de las Repúblicas Americanas. El panamericanismo en la política exterior mexicana, 1889-1942, tiene características singulares que lo hacen muy atractivo para historiadores e internacionalistas, interesados de manera obvia en la política exterior de México y su despliegue diplomático en el ámbito histórico del panamericanismo. La investigación de corte histórico e internacional que condujo a la realización de esta obra es la de una tesis doctoral madurada y realizada en el Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México bajo la dirección de Carlos Marichal, un bien conocido historiador económico mexicano, pero también impulsor y editor de una obra de referencia sobre las comúnmente llamadas Conferencias Panamericanas.1 Es notorio, tan pronto se adentra uno en el resultado, que la investigación llevada a cabo por Carrillo Reveles fue planteada con propósitos muy ambiciosos en cuanto a temporalidad (1889-1942, principio y fin del panamericanismo anterior a la Organización de Estados Americanos, OEA, fundada en 1948) y problematización, aprovechando criterios de innovación analítica puntuales y originales. También se aprecian rigurosidad y disciplina en el estudio de una abundante historiografía sobre el tema general del panamericanismo, y de éste con énfasis en México. Esta labor de investigación encontró su profundidad en un número importante de acervos archivísticos y bibliohemerográficos nacionales y extranjeros, todos ellos pertinentes y demandantes de una estrategia inteligente para su consulta y aprovechamiento. La investigación, enriquecida y revisada en el marco de diversos seminarios especializados dirigidos a la defensa de un mejor producto final, consiguió un inmediato reconocimiento académico a través de tres premios bien reputados: el Premio Genaro Estrada de la Secretaría de Relaciones Exteriores (2018), el Premio a la Mejor Tesis de Doctorado del Instituto Panamericano de Geografía e Historia, perteneciente a la OEA (2020) y la mención honorífica en el Premio Francisco Javier Clavijero del Instituto Nacional de Antropología e Historia (2019).
Gracias a una bien lograda edición de El Colegio de México y el Acervo Histórico Diplomático mexicano en el marco de su 55 aniversario, vaticino que México en la Unión de las Repúblicas Americanas. El panamericanismo en la política exterior mexicana, 1889-1942 será ampliamente conocido y discutido, más allá de los seminarios académicos y entre jurados que coincidieron en su reconocimiento. El futuro lector de esta obra entenderá el panamericanismo desde la perspectiva mexicana, transitoriamente entre el porfiriato y el régimen posrevolucionario, como un espacio agregado de naturaleza multilateral a la relación México-Estados Unidos. Dentro de este plano de interacción continental cada vez más constante, los miembros copartícipes del panamericanismo consiguieron modelarlo y orientarlo hacia diversas direcciones y propósitos que deberían hacernos dudar de nuestra noción común y simple de una obra refractaria con fines de confirmación hegemónica por parte de la principal potencia continental. Uno de los principales hitos revisados en esta obra nos remite a las iniciativas latinoamericanas dirigidas a la apropiación de la doctrina Monroe vía su reformulación. Esto es, bien conocidos su origen polémico como autoproclamación, su característica ambigüedad y variación de su dirección y alcance, y la búsqueda de su neutralización y aprovechamiento como piedra angular del panamericanismo. Esta recurrente discusión en el ámbito de encuentro panamericano desborda nuestra idea primera y reducida sobre el mismo y vuelve comprensible el contexto de abandono de esta doctrina de política exterior estadounidense como una medida clara de reencuentro continental, promovida en los años de restauración republicana y continuada y profundizada por la buena vecindad y la alianza defensiva prebélica.
México en la Unión de las Repúblicas Americanas. El panamericanismo en la política exterior mexicana, 1889-1942 tiene también entre sus características singulares el responder con claridad y pertinencia dudas que se presentan con la lectura, así como definir ideas y conceptos complejos y hasta polémicos. Esto es posible gracias a una maduración evidente de criterio y a la atención procurada por el autor en las generalizaciones, desa ciertos y confusiones notables presentes en la historiografía. Pasa así, por poner algunos ejemplos, cuando Carrillo Reveles matiza la noción común y antiimperialista del propio panamericanismo, lo que nos permite apreciar en los países latinoamericanos un papel y desenvolvimiento distintos al coral y pasivo que suele atribuírseles frente a un total protagonismo estadounidense en la promoción y desarrollo de este multilateralismo hemisférico.
Aunque sus alcances y objetivos variaron a lo largo de su vida -puntualiza el autor-, esta organización regional se convirtió en el referente de los debates y las iniciativas que buscaban favorecer la integración continental, incluidas las promovidas por numerosos actores distintos a los gubernamentales. La Unión [de las Repúblicas Americanas] fue el espacio concreto de manifestación e institucionalización del panamericanismo. (pp. 14-15)
Así también se precisan conceptos comprensivos como ámbito panamericano y andamiaje institucional, al ser parte del análisis y enfoque de estudio de esta investigación (véanse las páginas 19 y 20). El propósito, los objetivos, la dirección y dimensión del revisionismo crítico en relación con nuevas hipótesis interpretativas se exponen en la introducción de la obra. Carrillo Reveles argumenta allí la necesidad de un estudio general del panamericanismo desde la perspectiva mexicana, para observar desde ahí -y éste es el plano de análisis- “las posibilidades de resistencia y negociación”, así como de aprovechamiento de instancias e instituciones de las naciones latinoamericanas. En suma, y me remito de nueva cuenta al autor, “su capacidad de apropiarse y reinterpretar el panamericanismo a partir del desarrollo e impulso de iniciativas propias, que respondieran a necesidades e intereses nacionales y/o colectivos” (p. 15). Con ello, el autor de este trabajo nos permite apreciar un escenario de encuentro y discusión no privativo, estático o desventajoso a los intereses comunes o singulares entre las muy distintas potencias americanas, de cuya simple participación en este trabajo colectivo se desprendió siempre un reconocimiento de capacidad y personalidad soberana, tal como en los años de entreguerras ocurrió en relación con el sistema de la Sociedad de Naciones. América Latina y los países participantes y reconocidos como tales actuaron ciertamente en estos planos internacionales de interacción multilateral con interés y propósito.
Sería muy fácil perderse en una investigación que abarca una temporalidad, una geografía y una problemática tan amplias. Este riesgo queda resuelto con una hoja de ruta proyectada hacia puntos o cuestiones concretos: en primer lugar, la incidencia de este multilateralismo continental en la relación bilateral México-Estados Unidos; en segundo, la reunión y reflexión sobre la base de una historiografía ilustrativa de los vínculos interamericanos en relación con la cuestión histórica del panamericanismo; tercero, las implicaciones del panamericanismo en la proyección de la política exterior mexicana en un mediano plazo, del porfiriato a la Revolución; finalmente, el trabajo o la aportación de México a este proyecto histórico continental, que el autor destacará tanto en su estructuración legal como en sus instituciones: en sus palabras, la “mexicanización” de la Unión (p. 16). Carrillo Reveles es muy enfático al reconocer en México esta capacidad de influencia en este sistema en su calidad de potencia media y un reconocido liderazgo subregional correspondiente a su dimensión y ubicación geopolítica (pp. 16-17).
México en la Unión de las Repúblicas Americanas. El panamericanismo en la política exterior mexicana, 1889-1942 de Carrillo Reveles pretende la demostración de los siguientes supuestos o estimaciones en torno a México: que este país interpretó el panamericanismo en términos geoestratégicos y vio en él un elemento provechoso para su tradicional política exterior de contrapesos ante potencias de mayor peso, Estados Unidos la primera; que fue capaz de desarrollar una agenda propia y perfilarse como un interlocutor y negociador de la Unión, contribuyendo a un panamericanismo plural y conveniente para los países latinoamericanos en este ámbito de interacción continental. Todo lo anterior, cabe subrayar, va a contracorriente de la interpretación y retórica más común en la historiografía sobre el tema. En síntesis, el paradigma de esta obra se describe puntualmente así: “El interés de Estados Unidos por consolidar su influencia política y económica en el continente, permitió a la diplomacia mexicana abrir, por medio de la Unión, canales de negociación con el poderoso vecino del norte, alternos a los de la propia interacción bilateral y condiciones propicias para compensar la asimetría de la relación” (p. 18).
No sorprende, pues, con lo referido hasta aquí, el reconocimiento extenso a este trabajo, cuyo sentido ha sido el de la profundización y observación de un largo y complejo proceso de encuentro interamericano, discurriendo así entre la expansión económica y comercial del liberalismo promovido por un panamericanismo embrionario (finales del siglo XIX y principios del XX); más adelante, la confección jurídica del orden interamericano (de enorme interés para México); y, finalmente, la acreditación de un panamericanismo de concesiones y una alianza casi generalizada de guerra.
El libro fue proyectado de forma equilibrada en cuatro partes, siete capítulos, el epílogo “De Panamá a Río de Janeiro: el epílogo cardenista en el sistema interamericano”, sus conclusiones y un registro de fuentes. Un valor agregado corresponde a una sección especial de la introducción: un estudio aparte del panamericanismo como cuestión historiográfica, la marca de la casa en las investigaciones doctorales realizadas en El Colegio de México. En este apartado, y quiero referirme ahora a la institución a la que pertenezco (el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana), se hace referencia a la obra de uno de los historiadores más notables en la tradición explicativa del panamericanismo desde una perspectiva antiimperialista: Salvador Morales Pérez (1939-2012), investigador y autor prolífico a quien debemos una historiografía representativa de una generación singular de pensamiento latinoamericano. Carrillo cita textualmente la síntesis comprensiva de Morales Pérez sobre el panamericanismo: “es una versión neocolonial de la integración sujeta a constantes redefiniciones sobre la base de un modelo asentado en el liderazgo total de Estados Unidos” (p. 21).
Considero que hay una gran calidad académica en un autor como Veremundo Carrillo que, justo al reconocer el lugar notable que alguna vez tuvieron ideas e interpretaciones en la historiografía en torno al panamericanismo, consigue revalorarlo, replantearlo o superarlo en un trabajo de investigación como el que se plasma en este libro.