Introducción
Si bien el concepto de Sur Global comenzó a ser divulgado en los entornos académicos desde hace más de cuatro décadas y los estudios para abordarlo se multiplicaron de manera sostenida,1 en los últimos años proliferaron las visiones críticas y se sembraron dudas acerca del alcance de este término. Todas estas interpretaciones acontecen en un entorno internacional en el que un conjunto de tendencias geopolíticas, económico-financieras y tecnológicas producen ciertas transformaciones en la configuración de poder global. En este marco, actores, conceptos y debates de las Relaciones Internacionales (RI) vuelven a discutirse.
En lo que respecta puntualmente a las interpretaciones críticas, en los últimos años comenzaron a estructurarse con cada vez más fuerza reflexiones que advierten acerca de los peligros que acarrea el uso del concepto de Sur Global.2 Las principales diatribas contra el término se acuñaron desde centros de conocimiento del mundo anglosajón y se concentran en dilucidar las supuestas falacias geográficas y esencialistas inherentes al concepto en cuestión. De acuerdo con esta visión, el Sur Global opera como una categoría eminentemente conflictiva y segregacionista para las RI. En tal sentido, la propuesta que emana de estas lecturas aboga por retirar el término de circulación.
Por otra parte, quienes reconocen la calidad heurística3 del término Sur Global como una metacategoría válida para analizar la complejidad de las RI en un orden global en transición,4 advierten las dificultades que se desprenden del término para aprehender su dinamismo y el creciente poder económico y político detentado por algunos de sus principales actores. La consolidación de China como un actor global en la economía internacional (aun perteneciendo en términos políticos e identitarios al Sur Global) ilustra claramente estas complejidades.5
De cara al conjunto de interpretaciones críticas y frente a la serie de indefiniciones que orbitan en torno al concepto de Sur Global, como punto de partida se reconoce la necesidad de definir apropiadamente dicho término. Esta tarea se torna indispensable para aprehender de manera cabal la complejidad que emana de las transformaciones globales y de la incertidumbre que deviene de un orden internacional en transición.
Como premisa básica, se advierte que el concepto de Sur Global no puede ser analizado únicamente a partir de consideraciones economicistas. Por el contrario, representa una categoría amplia, que interpela factores políticos, económicos, históricos, identitarios y epistémicos. A partir de la interrelación de tales dimensiones, es posible identificar un conjunto de actores del sistema internacional que comparte una herencia de subordinación, marginación y exclusión, que se expresa y perpetúa en la actualidad, con intensidad variable, en algunas de las dimensiones señaladas. Aun así, cabe precisar que no se trata de un conjunto homogéneo de actores, sino que presentan similitudes entre sí, diferencias y posicionamientos específicos en el sistema internacional. Sintéticamente, las similitudes aluden a la existencia de una trayectoria histórica relativamente semejante, en la que los legados de colonización, dependencia y explotación a manos de potencias centrales mellaron los márgenes de maniobra y autonomía de los actores del Sur Global. No obstante, estas similitudes se conjugan con un conjunto de diferencias que emanan de los condicionantes propios de cada ubicación espacial, en los que la impronta de cada región se consolida como un elemento determinante para apuntalar las heterogeneidades políticas, económicas y sociales de cada uno de tales actores. A su vez, el posicionamiento internacional de quienes integran el Sur Global da cuenta de un derrotero histórico que combina dinámicas de subordinación e intentos de emergencia en el sistema internacional, cuyo resultado es que promueve comportamientos específicos en el campo de la economía política internacional, de la construcción de alianzas políticas y la coope ración internacional.
Se argumenta que la identificación y definición precisa de este término adquiere más que implicaciones meramente teóricas. De hecho, además de contribuir a la investigación académica mediante el aporte de herramientas analíticas relevantes, el concepto de Sur Global también asume un anclaje empírico en el campo de la práctica política, en tanto opera como un ordenador de ciertas dinámicas del sistema internacional. En efecto, en la actualidad, el concepto de Sur Global permite explicar una serie de comportamientos, preferencias y potencialidades que se desencadena en el marco de un orden global en transición. En tal sentido, su estudio es fundamental para comprender las relaciones geopolíticas de poder del tiempo presente.
En definitiva, esta discusión se vuelve imprescindible en dos planos de manera simultánea: el teórico y el pragmático. Si bien ambos cursos de acción se retroalimentaron históricamente y por momentos se amalgamaron, en ocasiones el desarrollo teórico y la praxis política no coincidieron por completo y discurrieron por vías separadas. Esta premisa, de orden teórico y metodológico, acompaña el relato propuesto a lo largo este artículo porque es lo que posibilita lograr un seguimiento cabal de las dinámicas inherentes al derrotero del Sur Global, considerando lo acontecido tanto en lo conceptual como en lo empírico.
Por otro lado, resulta importante destacar que esta discusión asume una relevancia adicional para regiones del mundo que, como América Latina, transitan por un ciclo de relativa desatención en el sistema internacional.6 En efecto, a lo largo de la segunda década del siglo XXI, ésta fue perdiendo cierta relevancia estratégica en razón del cambio de gravitación operado a nivel global hacia la región Asia Pacífico. Entonces, como punto de partida, es preciso que desde la región se afiance una comprensión adecuada de las dinámicas en curso, a fin de construir y planificar acciones que contribuyan en alguna medida a mejorar las condiciones domésticas y las posibilidades externas de los actores latinoamericanos.
En definitiva, tanto en términos teóricos como pragmáticos, resulta fundamental comprender un conjunto de aspectos que se derivan de la noción de Sur Global. Ello implica reconocer la procedencia histórica del concepto, identificar las implicaciones concretas de su aplicación en el terreno político, detectar las dimensiones de la agenda global que se desprenden de él y, finalmente, qué tipo de debates y tensiones suscita, no sólo su comprensión teórica sino su aplicación práctica.
Por lo tanto, el propósito general del presente artículo consiste en ofrecer una propuesta de abordaje concreta y multidimensional que permita identificar y reconocer a los actores del Sur Global, teniendo en consideración el dinamismo inherente del término y destacando su relevancia heurística como herramienta válida y pertinente para comprender la configuración de poder actual. Para lograrlo, es preciso transitar por una serie de pasos previos en los que se ahonde de manera pormenorizada en el conjunto de discusiones teóricas y de comportamientos políticos históricos que acompaña la consolidación del concepto de Sur Global hasta la actualidad.
En ese sentido, la primera tarea consiste en retomar una discusión que arraiga su punto de partida en la década de los cincuenta, a partir de la acuñación del concepto antecesor del Sur Global, que es el de Tercer Mundo. Este asunto, junto con la identificación de aspectos divergentes y convergentes entre ambos términos, se aborda de manera puntual en la primera sección. Además de ello, también se revisa el ciclo de auge y agotamiento de la categoría de Tercer Mundo, explicando por qué éste dejó de representar la herramienta válida para interpretar la puja geopolítica actual.
El propósito de la segunda sección consiste en trazar el tránsito entre ambos conceptos, marcando la impronta de las herencias previas y enumerando las novedades propuestas por el concepto de Sur Global. Así, se demarca su entorno de emergencia y se señalan sus rasgos identificatorios tanto en el plano teórico como en el pragmático. Además, se precisa que este término no representa una realidad unívoca y sin fracturas y, para demostrarlo, se explicitan sus tensiones y contradicciones principales. Estas indagaciones resultan fundamentales puesto que proporcionan la evidencia teórica y empírica requerida para que más adelante, en las secciones tres y cuatro, se sustente la tesis defendida en este trabajo, esto es, la valoración de la categoría Sur Global como herramienta explicativa de la puja geopolítica actual.
En la tercera sección se identifican los principales debates por los que transita el término Sur Global en el presente y se avizoran los desafíos que puede encontrar en el futuro próximo en razón de su pertinencia conceptual y la de los actores que forman el bloque. En específico, se indaga cómo el nuevo arreglo geopolítico mundial parece poner en jaque la noción de Sur Global y cómo, a pesar de ciertas limitaciones, representa una categoría válida que permite explicar la naturaleza de las relaciones de poder en la actualidad.
Todas estas discusiones revisten un carácter reflexivo, teórico y tienen un propósito de sistematización de debates previos que deben ordenarse de manera coherente para arribar al verdadero aporte que se pretende compartir con este trabajo, y que se expresa con especificidad en la cuarta sección. Precisamente, en ésta se comparte una propuesta concreta de abordaje que posibilita analizar a los actores del Sur Global a partir de la elucidación de tres ejes: el económico, el político y el cooperativo. Se considera que estos ejes, que anclan sus raíces en todas las discusiones que se profundizaron en las secciones previas y que evolucionan a lo largo del tiempo, son aquellas que permiten complejizar la temática y que ofrecen una oportunidad pragmática para conducir la reflexión incluso en regiones como la de América Latina. Por último, el artículo culmina con unas breves conclusiones.
1. El Tercer Mundo: las bases y condiciones
El origen del concepto del Tercer Mundo se sitúa al comienzo de la década de los cincuenta, precisamente en la primera etapa de la Guerra Fría, para hacer referencia al variado conjunto de Estados que no formaban parte ni del Primer Mundo, integrado por las potencias capitalistas occidentales, ni del Segundo Mundo, configurado por los países de la órbita socialista. Para mayor precisión, el término fue acuñado por el geógrafo francés Alfred Sauvy7 en 1952 para dar cuenta del reordenamiento global que estaba aconteciendo en el contexto de bipolaridad rígida.
Desde entonces, el concepto de Tercer Mundo se consolidó como una categoría analítica sumamente referida en los ámbitos de las ciencias sociales, puesto que presentaba un gran potencial para sistematizar un conjunto de actores que quedaban fuera de la confrontación dicotómica entre las esferas del capitalismo y el socialismo.8 En este sentido, el término resultaba pertinente para dar cuenta de una serie de tendencias y dinámicas que comenzaban a operar en el sistema internacional y que hasta el momento no habían sido debidamente caracterizadas.
El Tercer Mundo es una construcción abstracta y metodológica. Si bien la categoría no estuvo exenta de dificultades en cuanto a su interpretación, sí contribuyó a ordenar en el plano analítico el mundo posbélico a partir de la división en grupos de países con base en factores sociales, identitarios, políticos, culturales y económicos. Desde entonces, el concepto comenzó a emplearse como una categoría amplia y heterogénea que permitía aglutinar a una serie países que presentaban un conjunto de características coincidentes, pero no por completo idénticas, en el sistema internacional de mediados de la década de los cincuenta. Tal agrupación incluía a varios grupos de países: de independencia reciente, no desarrollados, en vías de desarrollo, periféricos, dependientes, entre otras denominaciones.9
Queda claro, por tanto, que el concepto de Tercer Mundo ante todo supone una categorización amplia que se fue transformando a lo largo del tiempo. Tan es así que en su marco pueden identificarse tanto convergencias como caracteres distintivos que presentaron los actores que forman parte de este grupo.10 Los puntos de encuentro se dieron en un principio en el campo político, mediante la propuesta de articular alternativas concretas para operar frente a los alineamientos automáticos impuestos por las superpotencias en el orden bipolar y, posteriormente, en el campo económico, a partir de la promoción de modelos productivos y de desarrollo que no replicasen de forma irrestricta lo ordenado ni por Estados Unidos ni por la Unión Soviética.11
A nivel político, el advenimiento del Tercer Mundo se encontró estrechamente asociado con la creación del Movimiento de Países No Alineados (MNOAL) surgido en la Conferencia de Bandung celebrada en 1955. La orientación política de la MNOAL implicaba la búsqueda de alternativas para pergeñar lineamientos y principios de política exterior que les permitiera a los integrantes del grupo poder transitar por los condicionantes del ordenamiento global mediante la creación de alianzas.12 Al respecto, Arencibia y Cardozo argumentan que la idea de Tercer Mundo representa en sí misma un “proyecto de política exterior, que pronostica la independencia y la autonomía como objetivos dominantes, considerando la solidaridad y la política de unidad como los medios más adecuados para lograr esos objetivos”.13 En otras palabras, más que un espacio geográfico predefinido, el Tercer Mundo se concibió desde su origen como un proyecto político que encarnaba los principios y las orientaciones de la independencia, la soberanía y la igualdad.14
En el campo económico, la noción de Tercer Mundo se vinculó directamente con el conjunto de problemáticas derivadas de las posiciones subordinadas y dependientes que estos países ocupaban en el sistema internacional de centro-periferia de la década de los cincuenta.15 En este sentido, por ejemplo, la interpretación desarrollista y dependentista de los teóricos latinoamericanos de la economía política internacional se centró en dilucidar los obstáculos que enfrentaban los países tercermundistas a partir de sus roles de exportadores de materias primas e importadores de bienes de capital en el esquema centro-periférico.16
Este conjunto de producciones teóricas comenzó a destacar que las implicaciones económicas y políticas del proyecto imperialista del capitalismo le impedían, a los países del Tercer Mundo, apuntalar modelos de desarrollo autónomos independientemente de la zona geográfica en la que se encontrasen.17 Las reivindicaciones económicas de los países del Tercer Mundo se expresaron mediante la demanda de un Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI) en el que se promoviera una mejora en la redistribución de los beneficios económicos y, en definitiva, se construyera una alternativa al modo de explotación capitalista que había causado la subordinación político-económica de los países del grupo aludido.18
Así, rápidamente el término de Tercer Mundo comenzó a vincularse con las problemáticas generales del subdesarrollo y con los debates suscitados en torno a la soberanía y al objetivo de reducir en alguna medida los distintos canales de la dependencia. Estas grandes reivindicaciones, extendidas entre un gran conjunto de países del Tercer Mundo, sin duda sirvieron para aglutinar el reclamo político de una significativa cantidad de actores de los continentes asiático, africano y latinoamericano. De cualquier forma, a pesar de las convergencias políticas, estos países también demostraban importantes divergencias en el terreno económico, que comenzaron a profundizarse a partir de la década de los setenta.19 Precisamente, desde esta década los problemas de índole económica prevalecieron por encima del proyecto político pergeñado en décadas anteriores y, así, el concepto comenzó a plegarse mayormente al debate del subdesarrollo económico que al de creación de alianzas políticas.20
El hecho de que el componente económico haya cobrado una mayor importancia en la denominación del Tercer Mundo generó implicaciones concretas en la capacidad de unificación de posturas políticas que se proponía en el marco de este grupo.21 Esto es así porque, razonablemente, no todos los países presentaban las mismas condiciones económicas. En específico, a raíz de los shocks petroleros de 1973 y 1979 quedó en evidencia que los países del Tercer Mundo podrían lograr cuotas de poder en el sistema internacional que los diferenciase del resto del grupo pero que, aun así, eso no sería condición suficiente para lograr un posicionamiento como actores del Primer o Segundo Mundo. Es decir, a lo largo de estos años, comenzaron a emerger las primeras diferencias concretas intra-Tercer Mundo, expresadas en especial en el terreno económico, entre productores y consumidores de petróleo.22 Si bien las nuevas cuotas de poder económico asumidas por los países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) no minaron la capacidad analítica del concepto, sí quedo en evidencia que serían necesarias revisiones permanentes del significado ontológico del Tercer Mundo. A su vez, se demostró que la heterogeneidad en el plano económico representaría un elemento contundente para la desagregación del grupo en los años posteriores.
Efectivamente, a partir de la década de los ochenta y como resultado de la sucesión de crisis de deuda y financiera, y de los programas de ajuste económico que en consecuencia fueron aplicados en cada país, el Tercer Mundo como grupo comenzó a experimentar grandes fracturas.23 En la práctica, esto implicó la prevalencia de políticas unilaterales centradas en la resolución de las urgencias políticas y económicas domésticas en detrimento de la construcción de alianzas internacionales grandilocuentes. Como lo argumenta Sajed,24 la impronta internacionalista del concepto de Tercer Mundo comenzó a carecer de sentido pragmático ante la profundización de las crisis internas y de la aparente heterogeneidad económica de los integrantes del grupo.
A su vez, hacia finales de la década de los ochenta, el fin de la Guerra Fría, que implicó la disolución de la disputa geopolítica global entre la narrativa del comunismo y el capitalismo y el consecuente advenimiento de este último como el relato triunfante, provocó efectos concretos para los actores del Tercer Mundo. El fin de un ciclo histórico de cuatro décadas caracterizado por un orden internacional que dividía al mundo en bloques y que se basaba en una disputa geopolítica ideológica de alcance global,25 dejó sin efecto la categoría de Tercer Mundo, que comenzó a enfrentar limitaciones tanto en términos ontológicos como operativos ante la nueva configuración de poder global en ciernes.
En efecto, el nuevo orden internacional instaurado a partir de la década de los noventa estuvo apuntalado por la propagación del neoliberalismo, es decir, de una “doctrina y un discurso normativo/prescriptivo, un marco de referencia para la formulación e implementación de políticas públicas tanto a nivel doméstico como internacional”.26 Este nuevo paradigma profesaba que sería el mercado la fuerza ordenadora e integradora de las relaciones internacionales y, en tal sentido, todas las políticas deberían apuntar a sostener su competitividad y libertad de acción. Concretamente, esto implicó la expansión a escala global del capitalismo y, en definitiva, el imperio de las fuerzas de la globalización como auspiciantes de un nuevo ciclo de integración en el que se auguraba el “fin de la historia” de una rivalidad entre modelos de producción y narrativas políticas antagónicas.
Ante este nuevo escenario, el foco y el destino de las reivindicaciones históricas del Tercer Mundo sin duda se vieron diluidas, puesto que pereció el ordenamiento global que en un principio les había dado origen. No obstante, lo que no desapareció fueron las demandas y necesidades relacionadas con las dificultades para sostener los modelos de desarrollo autónomos. De todas maneras, a partir de la década de los noventa, comenzaron a avizorarse otro tipo de problemáticas, ya no relacionadas estrictamente con las limitadas opciones de política exterior que acontecían en el marco de la bipolaridad o con la imposición de modelos de desarrollo, sino que empezaron a emerger otro conjunto de dificultades derivadas del nuevo ordenamiento global. Estas transformaciones propiciaron una tendencia hacia la introspección y la unilateralidad para afrontar problemas de orden doméstico, lo cual provocó el virtual abandono de las exigencias globales de reforma, desarticulando, en última instancia, la potencia del agrupamiento del Tercer Mundo.
En suma, lo que se advierte respecto de la capacidad de articular posicionamientos conjuntos en el terreno internacional del concepto de Tercer Mundo es que existieron distintos condicionantes externos e internos entre las décadas de los cincuenta y los noventa que influyeron en los alcances del proyecto. Así, en una primera instancia, la impronta política vinculada a la reivindicación de independencia y soberanía representaron lineamientos fundamentales para lograr la congregación de distintos países, de diferentes continentes, en la década de los cincuenta. Posteriormente, y a raíz de las transformaciones acontecidas sobre todo en el plano económico que tuvieron su correlato directo en la connotación de subdesarrollo asumida por el Tercer Mundo, comenzaron a decantarse las primeras fracturas.27 Por último, el advenimiento del neoliberalismo como narrativa hegemónica a escala global asestó el golpe final para diluir la capacidad heurística y operativa del Tercer Mundo ante la nueva configuración de poder internacional en consolidación.
Tras esta sucinta revisión de la trayectoria analítica y pragmática de la categoría del Tercer Mundo es posible extraer dos conclusiones. Por una parte, se advierte que en ciertos casos los países que integraron este bloque fueron capaces de modificar su inserción en la economía internacional, sus márgenes de maniobra en alguna dimensión de las relaciones internacionales, sus ingresos, su visibilidad internacional. No obstante, en términos generales, no lograron cortar de forma definitiva los lazos de dependencia ni modificar su rol subordinado en el esquema centro-periferia. Por otra parte, a pesar de las distintas limitaciones del concepto de Tercer Mundo, su capacidad analítica continúa siendo profundamente relevante para seguir abordando las desigualdades económicas y las redes de dependencia a nivel global.
2. El Sur Global: un término elusivo pero concreto
Con la finalización de la Guerra Fría se inauguró un periodo caracterizado, por una parte, por la expansión de la globalización como proceso general de cambio del sistema internacional y, por otra, por la profundización de tendencias de fragmentación entre los países en desarrollo que habían comenzado a desencadenarse en las décadas previas. En tal contexto, el concepto de Tercer Mundo perdió, en cierta medida, su capacidad explicativa para analizar los nuevos condicionantes y fenómenos internacionales. Sumado a esto, se remarca el hecho de que desapareció la configuración previa que había dado origen al concepto junto con la desarticulación de lo que fue el Segundo Mundo.28
Por los motivos mencionados, y dadas las nuevas condiciones globales, fue necesario revisar los conceptos que, si bien habían permitido explicar el comportamiento de los distintos actores en el orden global bipolar, parecían haber agotado su potencial heurístico. De esta forma, empezaron a difundirse nuevas interpretaciones, categorizaciones y perspectivas que se adaptaban de manera más adecuada a las nuevas reglas del juego impuestas en el orden unipolar de la pos-Guerra Fría. No obstante, estas novedosas concepciones encontraron antecedentes en las décadas previas que, de manera paulatina, comenzaron a instalar el debate en torno al Sur Global, sus desafíos y potencialidades, en el marco de las comisiones Brandt de Naciones Unidas.29 Desde ese momento, comenzó a ganar notoriedad el término Sur Global, una definición implementada para explicar el direccionamiento de distintos fondos destinados por el norte hacia un conjunto de países en desarrollo para fomentar su modernización.30
A pesar de los notorios puntos de contacto que el término Sur Global tiene con su antecedente inmediato, el Tercer Mundo, resulta fundamental aclarar que no se trata de ninguna manera de sinónimos.31 Del concepto de Tercer Mundo, la nueva categoría de Sur Global retomó fundamentalmente la noción de la persistencia de desigualdades y problemáticas causadas a raíz de la estratificación internacional entre países del centro, la semiperiferia y la periferia.32 De forma resumida, la nueva interpretación del término Sur Global retoma una serie de elementos presentes en la categorización derivada del Tercer Mundo, que se perpetuaron en el marco de la globalización: los efectos de la herencia colonial, la expansión del neoimperialismo, la subsistencia de desigualdades económicas, sociales y de estándares de vida y acceso a recursos.33
Levander y Mignolo destacan que el Sur Global, al igual que la idea de Tercer Mundo, representa “un espacio de confrontación entre la retórica de la modernidad de la mano de la colonialidad y dominación contra la lucha por la independencia y la libertad decolonial”.34 En este sentido, tales autores advierten que el Sur Global continúa resaltando la impronta de proyecto político inaugurado por el concepto del Tercer Mundo. Esta lectura es compartida también por Grovogui,35 quien destaca la persistencia del componente político y de la reivindicación de relaciones internacionales menos desiguales como rasgo básico reiterado por ambos conceptos.
A pesar de tales coincidencias, el concepto de Sur Global supera al anterior al ilustrar de manera cabal un nuevo “arreglo geopolítico”36 y la “nueva geografía de la producción”,37 establecidos a partir de la expansión, a escala global, del modelo de producción capitalista, de la deslocalización productiva y de la lógica del neoliberalismo.
Precisamente, a partir de este nuevo arreglo mundial, ya no se puede trazar una línea divisoria nítida entre la geo grafía del desarrollo y del subdesarrollo, ni el norte del sur en términos perfectamente dicotómicos y diferenciados. Por el contrario, el concepto de Sur Global, lejos de referirse a la identificación de áreas geográficas delimitadas a ciertos hemisferios o latitudes, coadyuvó al reconocimiento de problemáticas de desarrollo presentes incluso en los países que históricamente se denominaron del Primer y Segundo Mundos. De esta forma, se comenzó a interpretar al sistema internacional a partir de una nueva complejidad mediante la que se encontraron sures en los nortes, y nortes en los sures, lo cual daba cuenta de la existencia de escenarios de desarrollo y subdesarrollo en el interior de cada país.38
Por lo tanto, el término Sur Global no refiere de ninguna manera a una clasificación geográfica y estática del mundo, sino que representa un término dinámico que fue variando a lo largo del tiempo y del espacio. A su vez, da cuenta de una terminología amplia en la que no se detecta la existencia de liderazgos o estructuras institucionales que traccionen ninguna direccionalidad específica en lo que respecta a las reformas del sistema internacional.39 Por el contrario, se caracteriza por una cierta laxitud y flexibilidad que imposibilitan la detección de líderes que propongan cursos de acción unívocos.
Siguiendo la línea de investigación propuesta por De Sousa Santos,40 se señala que este nuevo concepto contribuyó a la identificación de una nueva relocalización del desarrollo que implicó la existencia de enclaves subdesarrollados en el centro y de espacios desarrollados en la periferia.41 Dicho de otra forma, el concepto de Sur Global permitió reconocer problemáticas de pobreza, subordinación, marginalidad, vulnerabilidad, desigualdad económica y desempleo, entre otras, como una dinámica que afecta a todos los países del sistema internacional, independientemente de su nivel de desarrollo económico o de su ubicación geográfica.42
Con base en lo señalado, se argumenta que el término Sur Global adquiere un valor heurístico imprescindible para de sen trañar las nuevas relaciones geopolíticas de poder desencadenadas en el marco de la globalización.43 En tal sentido, la nota distintiva de este concepto radica más bien en la posibilidad de volver semejantes realidades distintas, que ya no se concentran únicamente en los países de la periferia, sino que han irrumpido incluso en los centros de producción capitalista como resultado de las tendencias de la globalización. Por tales motivos, comparto la afirmación de Dados y Connell según la cual se indica que el término Sur Global “es más que una metáfora del subdesarrollo”.44 Dicho de otro modo, engloba realidades que trascienden a aquellas expresadas únicamente en los países en desarrollo y, en adición, resulta útil para comprender las dinámicas del subdesarrollo presentes en todas las latitudes del mundo.
Si bien pueden encontrarse numerosas características compartidas entre los actores del Sur Global, es preciso advertir, de la misma forma a lo observado en el caso del Tercer Mundo, que existen diferenciaciones significativas intrabloque. Tales particularidades refieren a los distintos modos de desarrollo interno, a las diferentes inserciones en la economía internacional, a la posesión de diferentes recursos naturales o científicos, a las distintas matrices productivas, entre otras cuestiones. Es decir, como sucedió con el caso del Tercer Mundo, no existe un consenso establecido a priori acerca de quién integra o debería integrar el Sur Global. Las interpretaciones que se desarrollaron al respecto han variado a lo largo del tiempo y los debates acerca de las implicaciones que ello supone se esbozarán en la siguiente sección.
3. Debates presentes y futuros acerca de los actores del Sur Global
En la disciplina de las RI se promovieron distintas lecturas acerca de los alcances e implicaciones de pertenecer al Sur Global. En efecto, como se deriva de las consideraciones expuestas hasta este punto, se trata de un término controvertido, elusivo y dinámico que favoreció distintas interpretaciones y debates. En particular, la emergencia paulatina de China como un jugador global en el sistema internacional a partir del siglo XXI, presentó un nuevo punto de inflexión en la manera de pensar la unidad o fragmentación del Sur Global. De la misma forma en que la emergencia de la OPEP en la década de los sesenta ocasionó un cuestionamiento acerca del término de Tercer Mundo, en la actualidad se detecta una situación análoga que conduce a formular nuevos interrogantes sobre la categoría de Sur Global.
Razonablemente, las nuevas condiciones dadas por el crecimiento económico y la inserción estratégica en la economía mundial de ciertos países en desarrollo y periféricos, proceso denominado como el “ascenso del resto”,45 condujo a cuestionar hasta qué punto éstos siguen formando parte del Tercer Mundo o del Sur Global. De todas formas, dada la complejidad de esta materia, resulta clave remarcar que esta discusión no puede abordarse únicamente en términos económicos. Por el contrario, al interpelar los alcances del Sur Global, es fundamental incorporar una serie de elementos imprescindibles para comprender la complejidad de las relaciones internacionales, como son los factores políticos, la herencia del legado histórico de colonización o subordinación en el sistema internacional y los roles desempeñados en el campo de la cooperación internacional.
No obstante, como supuesto de partida, resulta imprescindible señalar que, de cara al futuro cercano, no todos los actores del Sur Global contarán con las mismas capacidades para conducir sus políticas domésticas y exteriores sin condicionantes. De hecho, se advierten importantes diferencias dentro del Sur Global y todo ello acarrea una serie de interrogantes.
Por un lado, Arencibia y Corozo afirman que incluso la idea de Tercer Mundo podría recuperar su vigencia en la actualidad.46 En efecto, para los autores, aún persiste una interrelación de elementos sociales, ideológicos, políticos y culturales que caracterizan a un conjunto de actores que encuentra sus capacidades autonómicas limitadas ante la disputa geopolítica entre China y Estados Unidos. En definitiva, independientemente del tipo de orden que se instaure en el sistema internacional, mientras no desaparezcan lazos de subordinación y dependencia será necesario contar con categorías propias para explicar la realidad de países como aquellos que han integrado el Tercer Mundo en la bipolaridad, o los del Sur Global en el orden unipolar, y así sucesivamente.
De manera interconectada, surge el interrogante acerca del rol que ocupan los países emergentes en el marco de la categorización del Sur Global.47 Este debate presenta múltiples aristas y no puede afirmarse que exista una única interpretación al respecto. Por el contrario, proliferaron diversas lecturas sobre el posicionamiento internacional de actores que han demostrado avances económicos, políticos, tecnológicos y sociales. Evidentemente, los países emergentes manifestaron progresos sustanciales en cuanto a la inserción económica a nivel mundial, lo cual les ha permitido en cierta medida detentar cuotas de poder en ámbitos específicos de las relaciones internacionales. No obstante, todo ello no implica que, a nivel interno o regional, hayan podido conducir políticas domésticas y externas completamente autónomas. En muchos de estos casos, las estructuras productivas y las economías de estos países dependen de uno o pocos bienes exportables, lo cual no arroja una relación directa con el desarrollo social interno, al detectarse la perpetuación de grandes índices de pobreza y marginación en la actualidad.48 Es decir, si bien han podido mejorar su inserción en la economía internacional, continúan acatando las reglas en el sistema internacional.49
El caso de China resulta sumamente indicativo para plantear ciertos debates con respecto a los alcances y la actualidad del término Sur Global. En efecto, el hecho de que este actor haya podido posicionarse como un jugador con capacidades inusitadas para desafiar a Estados Unidos en distintas áreas de las relaciones internacionales, representa sin duda un nuevo condicionante para los actores del Sur Global. Precisamente, que este país haya logrado mejores condiciones para imponer reglas en la agenda global no atenta contra la idea misma de Sur Global, el cual continúa congregando a un conjunto muy amplio de actores que se mantiene en los márgenes de la mencionada disputa. Por el contrario, ese nuevo posicionamiento y las relaciones de subordinación que genera la nueva configuración global de poder refuerzan la idea de Sur Global.50 Sobre China, en definitiva, lo que se observa es un cambio efectivo en su posicionamiento internacional, pero ello de ninguna manera invalida la idea misma de Sur Global.51 Por el contrario, bajo la égida de este concepto, se siguen agrupando actores que se desempeñan en el ámbito internacional ante la eventualidad de contar con menores márgenes de autonomía.
En el sistema internacional de la tercera década del siglo XXI se detectan transformaciones, planteos de reformas y, a pesar de la crisis del multilateralismo, en cierta medida persisten algunas normas del orden internacional liberal.52 La nota distintiva de estos tiempos es que fueron los mismos actores que coadyuvaron establecer el orden internacional liberal aquellos que hoy en día han comenzado a cuestionarlo, ya sea porque los emergentes abogan por captar cuotas de poder o porque esa institucionalidad no responde a los desafíos de un estadio avanzado del capitalismo financiero.
En tanto no desparezcan estructuras, jerarquías, subordinaciones y dependencias entre los actores del Sur Global, no será posible prescindir de categorizaciones o de herramientas abstractas y analíticas para poder lograr una aproximación al conocimiento de las tendencias que operan en el sistema internacional. Estas herramientas demostraron ser útiles en el pasado para poder aprehender porciones de realidad de manera crítica y en tal sentido es deseable seguir contando con constructos conceptuales de esta especie. Ello no quita que constantemente sean necesarias las revisiones y ajustes de acuerdo con las principales transformaciones globales, regionales y locales que acontecen en el sistema internacional.
En suma, mientras exista la interdependencia, van a persistir lazos de dependencia, áreas de vulnerabilidad y espacios de autonomía. Todas estas consideraciones deben analizarse en su conjunto para poder definir en qué aspecto o en qué medida los actores del Sur Global pueden llegar a desarrollar políticas o acciones incondicionadas e insubordinadas.
4. Una propuesta de abordaje
Como se mencionó en las secciones previas, es fundamental remarcar que la discusión en torno a la pertinencia del Sur Global no puede abordarse únicamente a partir de la dimensión económica, puesto que se genera una visión parcial y sesgada de la realidad internacional.53 Por el contrario, el rol y perfil de los actores del Sur Global puede entenderse con mayor precisión a partir de la consideración conjunta de tres ejes: el económico, el político y el cooperativo.
En lo que respecta específicamente al eje económico, como se observó en los apartados previos, quienes pertenecen a la categoría del Sur Global históricamente se han desempeñado como actores periféricos, dependientes, como países en desarrollo, entre otras denominaciones. El aspecto económico compartido por estas distintas expresiones radica en el hecho de que sus estructuras económicas y productivas son el resultado de una configuración global de poder estratificada y jerárquica. Mediante ésta, y a partir de diversos lazos de colonización y arreglos de dependencia, los actores del Sur Global se desempeñaron como proveedores de recursos naturales, materias primas, recursos humanos, entre otras cuestiones, para apuntalar el modo de producción capitalista en los centros del mundo.54
Entonces, no resulta paradójico que, ante variaciones en la economía internacional, estos actores puedan experimentar mejoras en su inserción internacional en virtud del aumento de los precios o de la demanda de ciertas materias primas que pueden ofrecer. No obstante, más que un indicador de desarrollo, se destaca una aguda dependencia y vulnerabilidad con respecto a las fluctuaciones que ocurren en el campo de la economía internacional, con lo cual una mejora coyuntural o estructural en la inserción económica internacional (ya sea en materia comercial o financiera) no se traduce directamente en el aumento de cuotas de poder en el sistema internacional. Por lo tanto, se advierte que en términos económicos no resulta contradictorio encontrar diversas configuraciones, capacidades y tipologías de países en el marco del Sur Global, sino que ello refleja la diversidad que razonablemente se presenta en este bloque.
En lo que concierne al eje político, a pesar de las significativas diferencias que pueden trazarse entre los actores del Sur Global, sobresale una característica compartida. Nuevamente se trata del hecho de haberse encontrado del lado de los países colonizados, periféricos, que acatan las reglas y depen dientes en la configuración global capitalista. Para ello, una manera de aproximarse a su reconocimiento es a partir de la identificación de su posicionamiento internacional mediante la participación en distintos organismos internacionales de descolonización en los distintos periodos que se sucedieron tras la Segunda Guerra Mundial.55
Así, durante el orden bipolar, estos países se congregaron en torno a las organizaciones internacionales de alcance global con objetivos políticos del Tercer Mundo. Como ejemplo de estas configuraciones, en el marco de la diplomacia tricontinental56 puede mencionarse la creación del MNOAL en 1961, del G-77 en 1963 y de la Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD) en 1964.57 Asimismo, tales actores favorecieron la instauración de espacios de concertación política regionales, ya sea para el tratamiento de diversas problemáticas de desarrollo como de cooperación macroeconómica o de integración, entre otras múltiples cuestiones.
Posteriormente, en el marco de la globalización y del orden unipolar, tales instituciones se replicaron, pero cabe precisar que se promovieron a escala regional y subregional, más que global.58 Ejemplos de las nuevas configuraciones son IBSA, BRICS,59 UNASUR, ALBA, entre otros. Todo ello expresa la consolidación de cierto pragmatismo, es decir, de una prevalencia política por las vinculaciones regionales por encima de los posicionamientos globales de tono grandilocuente que profesaban discursos de reforma del sistema internacional que demostraron sus limitaciones en el siglo XX.
En suma, del eje político de los actores del Sur Global se desagregan dos dinámicas interrelacionadas: por una parte, la persistencia de las instituciones de la diplomacia tricontinental heredadas del periodo de Bandung que se desarrollaron bajo el paraguas del Tercer Mundo y, por otra, la preferencia hacia la institucionalidad regional y subregional para el tratamiento de problemáticas políticas y económicas de manera conjunta desde la perspectiva del Sur Global. Ahora bien, estas herencias y rasgos que denotan cierta fortaleza en las vinculaciones del Sur Global, en la actualidad encuentran una serie de limitaciones en el terreno operativo y en el ontológico. De hecho, el ciclo político de derecha y el auge de nacionalismos en distintas partes del mundo, que plantean como plataforma política el alineamiento político con centros hegemónicos, ponen en jaque la noción misma de las relaciones sur-sur.
Por último, un tercer eje que se incorpora para reconocer la pertenencia o no al Sur Global, junto con el económico y el político, es el rol cooperativo de los actores. Esto alude directamente al perfil desempeñado históricamente en el marco de la cooperación internacional para el desarrollo y puede observarse a partir de una serie de elementos: por una parte, desde el carácter de los fondos recibidos (por ejemplo, mediante la cooperación norte-sur, específicamente a través de la ayuda oficial para el desarrollo -AOD-); y, por otra, a partir de la propuesta de alternativas concretas al patrón de cooperación norte-sur (a través de las acciones de coope ración sur-sur como instrumento de política exterior, de la creación de instituciones específicas para gestionar esta materia, etcétera).
Como pudo observarse respecto del eje político, la visión internacional de construcción de alianzas, foros, instituciones de concertación y cooperación política representó una estrategia geopolítica imprescindible para los países del Tercer Mundo, primero, y para los del Sur Global, después. Esta tendencia arroja un correlato directo en el campo de la cooperación internacional y, en este esquema, la diagramación del modelo de cooperación sur-sur representó una oportunidad fundamental para apuntalar relacionamientos internacionales más horizontales y menos desiguales.60
Retomando las precisiones acerca de los ejes previos, se rei tera la necesidad de evidenciar que, en el marco del Sur Global, se presentan importantes diferencias entre los actores que integran este grupo. En efecto, éstos esbozaron diversas estrategias a lo largo del tiempo y en las distintas latitudes del mundo para encontrar maneras de insertarse en las dinámicas de cooperación internacional de manera asertiva. En algunos casos, ello fue posible a partir del desempeño de roles duales (como oferentes y receptores simultáneamente) en la cooperación.61 En otros casos, esto se dio a través de la promoción de la cooperación sur-sur y de sus principios de horizontalidad, equidad, no injerencia en cuestiones internas y respeto a la soberanía, a partir del fortalecimiento de los marcos institucionales y de la creación de instituciones y agencias locales dedicadas a esta materia.62
En definitiva, el rol cooperativo del Sur Global da cuenta de la promoción de ciertos lineamientos y maneras de relacionarse con otros actores semejantes a partir de criterios diferentes a los esgrimidos por el patrón de cooperación norte-sur. En esta nueva propuesta, sobresale la intencionalidad (al menos en el discurso) de pergeñar vinculaciones más equitativas, menos desiguales y más respetuosas de los modelos de desarrollo internos. Concordando con Braveboy-Wagner,63 se observa que, en la actualidad, el espíritu de cooperación originado en Bandung no desapareció entre los países del hoy Sur Global, sino que se reeditó hacia nuevas formas y más que a esquemas globales, las estrategias de estos actores se plegaron en mayor medida hacia los ámbitos regionales y subregionales.
5. Conclusiones
La incertidumbre derivada de las dinámicas surgidas en el contexto de un orden internacional en transición no debe con siderarse un obstáculo para la construcción de conocimiento. Por el contrario, representa un terreno fértil para repensar categorías heredadas, reflexionar acerca de prácticas reiteradas y cuestionar narrativas impuestas.
Cobra sentido, por lo tanto, continuar profundizando los alcances e implicaciones de conceptos que, como el de Sur Global, se caracterizan por ser densos, elusivos y dinámicos, sobre todo, frente a la configuración del poder global en curso que transita hacia formatos aún no conocidos, se torna necesaria la revisión conceptual de las herramientas teóricas de la disciplina de las RI con un objetivo muy específico: identificar márgenes de maniobra posibles, planificar estrategias de vinculaciones internacionales inteligentes y, sobre todo, reducir en al menos alguna medida las dependencias que perpetúen vulnerabilidad y subordinación.
Como aporte puntual del presente artículo, se argumenta que el factor económico no es suficiente para explicar la pertenencia o no de los distintos actores internacionales a la categoría del Sur Global. De hecho, como se indagó en este trabajo, las fluctuaciones de la economía internacional y, de manera asociada, los posibles cambios coyunturales o estructurales de los países del Sur Global en este terreno no implican, de ningún modo, la posibilidad de erradicar de manera inmediata las consecuencias políticas y estratégicas que subyugaron a estos países a condiciones subordinadas en el sistema internacional de manera histórica. Es decir, complejizar la idea de Sur Global implica trascender la discusión eminentemente material y económica y supone incorporar una matriz de análisis más intrincada, en la que necesariamente los ejes políticos y cooperativos asumen una clave explicativa fundamental.
Con todo esto se sugiere considerar la propuesta de abordaje como basamento teórico para futuras líneas de investigación. Esto implica explorar en detalle la interrelación de los ejes económicos, políticos y cooperativos con el propósito de lograr un seguimiento pormenorizado de los comportamientos y preferencias de los actores del Sur Global a lo largo del tiempo. Como resultado, esta perspectiva de análisis aportará a comprender con mayor rigurosidad la complejidad inherente al orden actual y a las posibilidades y proyecciones que los países del Sur Global pueden encontrar en él.
Sobre todo para regiones en franco proceso de retracción y reinvención, como América Latina, el reconocimiento de los rasgos potenciadores y de los condicionantes limitadores derivados de la categoría del Sur Global resulta fundamental para explorar las mejores posibilidades parar lograr políticas exteriores acordes con las oportunidades y desafíos del actual orden.