Gudrun Lohmeyer Lindner, mejor conocida como Gudrun Lenkersdorf, partió el pasado 30 de abril de 2023 del mundo terrenal. Ese día nos reunimos estudiantes, amigos, colegas y familiares. El reencuentro valió la pena pues, entre risas y alguna que otra lágrima recordamos las valiosas historias de nuestra querida profesora y su calidad humana como mujer, maestra, física nuclear e historiadora.
Recuerdo la fuerte presencia que tenían Gudrun y Carlos Lenkersdorf, siempre juntos por los pasillos, desde que entré a la Facultad de Filosofía y Letras como estudiante de la carrera de Historia. Fue en 2009 cuando decidí cursar el Seminario de Investigación I y II sobre la Historia colonial de los pueblos mayas, siglos XVI al XVIII, que impartía Gudrun. Sobra decir que la carrera de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, de aquel entonces, era muy centralista, la mayoría de los cursos sobre la época colonial trataban sobre la Historia de México, es decir, de la Nueva España y el virreinato. En ese entonces los preparativos para conmemorar el bicentenario de la Independencia de México estaban en plena marcha y todos los profesores de la carrera de Historia se habían volcado en esos temas. Por ello el curso de la doctora Lohmeyer Lindner fue una alternativa de gran interés y un respiro en ese humo de nacionalismo.
Gudrun siempre buscó que en su clase se tejiera un ambiente de respeto y cordialidad entre las y los compañeros, siempre planteó la importancia de la complementariedad entre personas, que ella explicaba figurativamente como una orquesta:
Para mí la música es un ejemplo porque pienso en las orquestas. Cada uno toca su instrumento, pero necesitan a los demás, tocando diferentes instrumentos, pero todos juntos producen un gran concierto. Eso para mí es un gran ejemplo de cómo hay que convivir en una sociedad en donde todos somos diferentes, todos tenemos dones que aportar, pero juntos complementándonos.1
Aunque yo conocía Chiapas por otras experiencias no académicas, Gudrun me abrió la puerta para interesarme por la historia de la diversidad de los pueblos mayas y de los grupos con los que interactuaban como los chiapanecas, los zoques e incluso los europeos que arribaron en el siglo XVI a la después llamada Área Maya. Recuerdo que el primer trabajo que realicé en su clase fue sobre los traslapes jurisdiccionales que hubo desde los primeros años de conquista hasta la instauración de la Audiencia de Guatemala. Entendimos que cada grupo de conquistadores buscó hacerse de los recursos locales (tributos y trabajo indígena) al imponer su jurisdicción, la cual fue cambiando constantemente.
Las clases de Gudrun marcaron mi formación como historiadora en tres aspectos fundamentales. El más importante es el respeto por la historia de los pueblos indígenas, el no verla como objeto de estudio, sino como fruto de acciones entre personas que vivieron en un contexto específico y que debido a situaciones diferentes actuaron de cierta manera. La segunda, que no había que generalizar la historia de un lugar o de un pueblo, pues debían considerarse sus especificidades. La tercera, que además de estudiar a los cronistas, había que leer los documentos manuscritos de la época (cartas, procesos judiciales, cédulas, provisiones, etc.). Fue entonces cuando asumí el reto de estudiar la época colonial de los territorios adscritos al reino de Guatemala durante el siglo XVI y realicé las tesis de licenciatura y maestría con la imprescindible guía de Gudrun. Por todo esto siempre estaré en deuda con ella y escribo estas páginas a manera de homenaje, con todo el cariño que le tengo y para celebrar la vida de esta magnífica profesora de muchos y muchas.
Gudrun Lenkersdorf nació en Bremen Alemania el 6 de abril de 1929. En su primera juventud vivió los embates de la Segunda Guerra Mundial, pero también el amor incondicional de su compañero de vida Carlos Lenkersdorf, con quien decidió cada día compartirlo todo. Carlos fue forzado a integrarse en el ejército alemán; sin embargo, prefirió desertar y huir, no sin antes pactar con Gudrun su reencuentro en Estados Unidos.
Gudrun estudió física en la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad de Bonn, el título de su tesis en español fue “La energía de unión especial de una tetramolécula según la teoría de Slater”.2 Ella tenía la convicción de que las ciencias físicas y naturales serían de gran utilidad para la humanidad. Si bien toda guerra es violenta y cruel, las vivencias de aquellos años en Alemania la fortalecieron y la dotaron de nuevos conocimientos, por ejemplo, aprendió cómo a partir de los desechos orgánicos se podía crear gas para los hogares de las personas.
Al terminar la Segunda Guerra Mundial, durante la ocupación de Alemania, con el título en Física nuclear, el gobierno de Estados Unidos permitió a Gudrun entrar a ese país, en donde se reencontró con su esposo. Ella comenzó a trabajar en el Instituto de Física de la Universidad de Chicago, pero, al percatarse de que sus investigaciones seguirían las secuelas del famoso Proyecto Manhattan que creó la bomba atómica, prefirió renunciar, poniendo por delante su convicción de que el mundo podía ser mejor sin guerra. Siempre con el interés de comprender su presente, nuestra querida profesora decidió dedicarse a la historia de la ciencia y dio clases. Posteriormente la pareja Lenkersdorf migró a Canadá, donde Carlos desarrolló sus estudios en Teología. En 1956, Gudrun recibió una carta de una amiga suya, quien le preguntaba si consideraba una pérdida de tiempo haber estudiado física, a lo que ella respondió:
Me preguntas si fue en vano el haber estudiado física, ahora que trabajo con la Iglesia. Y mi respuesta es no, pues la física me permitió entender la relación de las cosas en el microcosmos. El trabajo pastoral ahora me permite entender la relación entre los seres humanos…3
En 1973 escribió la obra “Atom. Die Ursprünger Der Atomistik in Indien” (“El átomo. Los creadores de la atomística en la India”), en la cual demostró que las civilizaciones no europeas como la India reflexionaron sobre la unidad más pequeña de la materia conocida entonces, y en la que incluso dejó entrever la probabilidad de que los filósofos griegos antiguos hubieran aprendido de los pensadores indios sobre el asunto.4 En este mismo año, los Lenkersdorf se trasladaron a la Ciudad de México, posteriormente llegaron al corazón de los pueblos tojolabales, en donde pasaron los mejores años de sus vidas. Esto lo relata magistralmente Eduardo Galeano en su libro De los hijos de los días, editado por Siglo XXI en el año 2012:
Marzo 17. Ellos supieron escuchar.
Carlos y Gudrun Lenkersdorf habían nacido y vivido en Alemania.
En el año 1973, estos ilustres profesores llegaron a México. Y entraron al mundo maya, a una comunidad tojolabal, y se presentaron diciendo:
-Venimos a aprender.
Los indígenas callaron.
Al rato, alguno explicó el silencio:
-Es la primera vez que alguien nos dice eso.
Y aprendiendo se quedaron allí, Gudrun y Carlos, durante años de años.
De la lengua maya aprendieron que no hay jerarquía que separe al sujeto del objeto, porque yo bebo el agua que me bebe y soy mirado por todo lo que miro, y aprendieron a saludar así:
-Yo soy otro tú.
-Tú eres otro yo.5
La misma Gudrun planteó en algunas conferencias que ellos llegaron con los mayas tojolabales “Para aprender y tratar de ser útil en algo, no para estudiar a ellos, de ninguna manera, sino a aprender cómo se vive ahí. […] Pero no veníamos ahí como antropólogos con su cuestionario, que iban a preguntar ¡NO!, callada la boca, observar y escuchar”.
Llegaron a los Llanos de Chiapas como parte de un proyecto de alfabetización, pero terminaron siendo ellos los alfabetizados por los pueblos. Uno de los primeros retos fue aprender el idioma y sus maestros fueron los mismos tojolabales, así, a partir del conocimiento de la lengua maya tojolabal lograron entender la realidad que ahí se vivía. Se dieron cuenta de que algunos conceptos en español no existen en tojolabal, por ejemplo, la oposición entre el mal y el bien, pues se encontraron con que había “grados de lo bueno”,6 lo que les mostró la complejidad y profundidad del pensamiento de los pueblos tojolabales.
Debido a los cuestionamientos que los propios tojolabales interesados en su historia les hacían, Gudrun decidió estudiar el pasado de los pueblos mayas. Fue así como dejó el estudio de los átomos por el estudio de los actores políticos y sociales en tiempos de la conquista española. Se inscribió al posgrado en Historia de México de la UNAM y para hacer su tesis eligió como asesora a la profesora Eva Alexandra Uchmany, sobreviviente del campo de exterminio de Auschwitz.7 En palabras de la propia Gudrun, fue ahí donde inició una gran amistad, y así como aprendió de los tojolabales, ahora se formaba como historiadora con esta importante maestra, quien había estudiado en la Universidad Hebrea de Jerusalén historia y filosofía. Así pues, en México y en especial en la Universidad Nacional Autónoma de México se entrecruzaron las trayectorias de unas vidas, la de la maestra Uchmany y la de nuestra querida Gudrun, irrumpidas por la guerra y el genocidio. Sus vidas europeas y su sorprendente entreverar mexicano bien podrían ocupar dos capítulos en un improbable libro sobre mujeres de los márgenes en el siglo XX bajo la inspiración de otra gran maestra, Natalie Zemon Davis.8
En 1990, Gudrun ingresó como investigadora de tiempo completo al Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. Dos años después, obtuvo el grado de maestra con una tesis que publicó en 1993 en su centro de trabajo bajo el título: Génesis Histórica de Chiapas. 1522-1532. El conflicto entre Portocarrero y Mazariegos. Dicha obra fue producto de una investigación inédita en la que la autora develó que el primero grupo de conquistadores en llegar a los Altos de Chiapas fue el que capitaneó el vecino de Espíritu Santo Luis Marín, cambiando la versión de la historiografía tradicional sobre que el primer conquistador había sido Diego de Mazariegos.9
En 1998 obtuvo el grado de doctora en Historia con una tesis que fue publicada como libro en 2001 con el título: Repúblicas de indios. Pueblos mayas en Chiapas, siglo XVI. En esta obra, Gudrun explicó que los oidores de la Audiencia de Guatemala y los alcaldes mayores de Chiapa instauraron las repúblicas de indios. La investigación de Gudrun Lohmeyer permitió entender que los indios con cargos de república entraron en conflicto con los indios fiscales con quienes los frailes dominicos habían hecho alianzas. De esta manera, nuevos actores indígenas participaron políticamente en la toma de decisiones de los pueblos mayas.10 Estas obras fueron de gran valor para la historiografía regional sobre Chiapas y el Área Maya, ambas fueron reeditadas años después.
La herramienta de Gudrun para escuchar a aquellos que vivieron en otras épocas fue la lectura minuciosa de documentos históricos. Junto a la enseñanza de la Historia, la paleografía de miles de folios redactados por escribanos con grafías complicadas de entender fue su trabajo de cada día. No se dio por vencida al no encontrar códices, anales, títulos primordiales producidos directamente por los pueblos mayas, zoques y otomangues adscritos a lo que en el siglo XVI se denominó provincia de Chiapa. Así que leyó un sinfín de cartas, pleitos judiciales, informaciones, méritos y juicios de residencia. Textos que tienen un límite para el conocimiento de las personas comunes y corrientes, pues en su mayoría los redactaron frailes, españoles, encomenderos, dueños de ingenios azucareros, mercaderes y caciques, cuyo objetivo era controlar los recursos locales por lo que despojaban y explotaban a las gentes comunes de aquellos pueblos. Para descifrar y desentrañar las visiones de estos poderosos, Gudrun configuró un método que le venía desde su corazón, y se basaba en el respeto que merecían los pueblos del presente y del pasado. Sus investigaciones fueron innovadoras frente a los estudios que solo referían a las crónicas de Antonio de Remesal y Francisco Ximénez. Los resultados, vertidos en libros, capítulos y artículos científicos son un referente imprescindible para estudiar la Historia de Chiapas y Guatemala durante el siglo XVI.
Por otra parte, Gudrun tuvo una impresionante capacidad para comparar sucesos y procesos que sucedían en espacios distintos del mundo. Por ejemplo, el año de 1545, cuando llegó a la provincia de Chiapa un grupo de dominicos encabezados por el famoso fray Bartolomé de las Casas, quién redactó las doce reglas para la confesión de los vecinos de las Indias, se produjeron una serie de conflictos entre estos y algunos encomenderos de Ciudad Real Chiapa (actual San Cristóbal de las Casas). En este mismo año de 1545, en Alemania, el ex agustino y reformador protestante Martín Lutero publicaba sus obras en latín, por lo que lograron difundirse por todo el espacio europeo y llegaron algunas referencias de estos textos al continente americano. Para Gudrun, estos dos acontecimientos estaban totalmente conectados, pues en un pleito judicial del año de 1547, el fraile dominico Tomás de la Torre declaró que Ciudad Real se parecía a Alemania pues comenzaba a “bullir en ella la doctrina del Lutero”.11
Otro dominico que interesó a Gudrun fue el florentino Girolamo de Savonarola quien fue confesor de Lorenzo de Médici (de la famosa familia que pagó a infinidad de artistas para embellecer Florencia y sus nobles edificios). Aunque Savonarola fue cercano a los Médici, predicó contra el lujo y el lucro de esta familia y la del papa Alejandro VI. Por tales circunstancias el pontífice lo excomulgó, mientras que el tribunal de la inquisición lo condenó a la hoguera. Para nuestra querida profesora las trayectorias de Las Casas, Lutero y Savonarola ameritaban una comparación para entender el contexto de la instauración y aplicación de las Leyes Nuevas en los Altos de Chiapas, en el corazón de Centroamérica, que se relacionaba con la Florencia renacentista de los Médici y con la Alemania de Lutero. Ello daría un cuadro revelador de lo que era el mundo en aquella época.
En otro orden de ideas, pero con la misma amplitud, para Gudrun fue de interés el vínculo entre China y América, que ahora está en el centro de las discusiones entre historiadores, pero que nuestra querida maestra ya había vislumbrado décadas atrás.12 En todos sus textos siempre contextualizó los acontecimientos que se desenvolvieron en el Área Maya con lo que sucedía en otros espacios, que no necesariamente pertenecían al Imperio español. De esta manera situó a los pueblos mayas en la historia mundial.
Una investigación que Gudrun concluyó pero que no pudo ver publicada fue sobre las Ordenanzas a los pueblos tanto del Área Maya como de Nueva España. Esta documentación fue de interés puesto que era resultado de las visitas de jueces pesquisidores y oidores de las Audiencias de México, Guatemala y Nueva Galicia, en las cuales se vislumbraba la vida sociopolítica de los pueblos de indios de la segunda mitad del siglo XVI.
Más allá de sus investigaciones sobre el pasado maya en el mundo, el trabajo docente de Gudrun dejó una huella indeleble; hoy en día sus alumnos y alumnas seguimos profundizando en el estudio de los siglos xvi y xvii. Ella nos legó la importancia de dos coyunturas que moldearon aquel periodo: las llamadas Leyes Nuevas y las composiciones de tierras. Desde la perspectiva de quienes estudiamos el área maya y sus diversos actores, la importancia de las Leyes Nuevas de 1542 y sus adiciones de 1543 emitidas por Carlos V, radica sobre todo en el establecimiento de la Audiencia de los Confines, además de la prohibición de cargar tamemes y las tasaciones de tributos frente a los abusos de los encomenderos. Como se sabe, las limitaciones para heredar las encomiendas se suspendieron después de los violentos conflictos en Perú y del envío de procuradores a la Corte del Rey desde la Ciudad de México. En sus clases, Gudrun Lenkersdorf planteaba que estas leyes marcaron el fin de las conquistas.
Asimismo, nuestra querida maestra siempre nos recordaba cómo las composiciones de tierras ordenadas por Felipe II en 1591 marcaron la transición del siglo XVI al XVII. Estas acciones de legalización del despojo fueron producto de la necesidad de la Corona española por financiar las guerras que mantenía en diversos frentes europeos. Con las composiciones, quienes habían invadido tierras sin permiso real podían arreglar su situación pagando una cantidad de maravedíes o pesos de oro, con el fin de conseguir un título real.
Esta evocación de la vida, la obra y la docencia de Gudrun Lenkersdorf es también una invitación a seguir conociéndola y haciéndola presente, mediante la lectura de sus trabajos y los de Carlos Lenkersdorf. Sus textos, como sus vidas, se complementan e impulsan a entender el mundo maya en un contexto mundial. La práctica comprometida de ambos con los pueblos tojolabales permite pensar que el mundo puede ser distinto, así como el pasado también pudo ser distinto, por lo que nos hacen estudiar la historia desde una perspectiva crítica.
Siempre recordaremos a Gudrun Lohmeyer Lindner, una excepcional y entrañable profesora, cuyo caudal de experiencias vividas durante un largo siglo XX entregó con generosidad a quienes aprendimos de ella en el Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras, en los posgrados de Historia, Estudios Mesoamericanos y Latinoamericanos y en sus investigaciones realizadas en el Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM.