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Nova tellus

versión impresa ISSN 0185-3058

Nova tellus vol.42 no.1 Ciudad de México ene./jun. 2024  Epub 19-Abr-2024

https://doi.org/10.19130/iifl.nt.2024.42.1/278500x0100sx035 

Artículos

La musa aprende a contar: apuntes para una aproximación al simbolismo numérico de la Ilíada

The Muse learns to Count: Notes for a Numerical Symbolism Approach in Iliad

Jesús Francisco Gomes Péreza  *
http://orcid.org/0009-0009-7501-8583

aInvestigador independiente, Autor independiente Venezuela, jesusfgp1999@gmail.com


Resumen

En este artículo se establece el contexto y marco teórico necesarios para proponer un acercamiento analítico al uso de los números en la Ilíada desde el punto de vista simbólico, apartándonos de la tradición crítica del poema que considera al número como un recurso netamente cuantitativo. También se da cuenta aquí de dos distintas secuencias numéricas y de cómo su uso afectaría el curso de las acciones en la obra homérica.

Palabras clave: Homero; Ilíada; numeración; numerología; épica

Abstract

In this article we establish the necessary context and theoretical framework for an analytical approach to the use of number symbolism in the Iliad, setting us apart from the critical tradition of the poem which considers number as a purely quantitative resource. We will also catalogue two distinct numerical sequences to seek how their use could affect the course of action within the Homeric work.

Keywords: Homer; Iliad; Numeration; Numerology; Epic

En términos generales, es posible afirmar que los estudios literarios y espacios de investigación epistémica se encargan de evidenciar, expandir y, en ocasiones, reordenar los hechos, eventos y manifestaciones propios de una tradición específica. Lo propio ocurre con la tradición crítica, que ha demostrado un interés amplio alrededor de la problemática numérica, con comentarios, catálogos, estudios comparativos e incluso adivinatorios que tienen por objeto explorar la significación y el funcionamiento del número dentro de la literatura y, siendo más específicos, la épica.1

Sin embargo, en lo referente a lo homérico, las muestras, fuera de aquellas que abordan el tema desde lo cuantitativo, coinciden en el hecho de limitarse a exponer o abordar sucintamente alguna manifestación específica de la problemática. Tal tendencia da la posibilidad de articular una lectura transversal de la Ilíada, buscando catalogar y articular un sentido posible para el uso de representaciones numéricas específicas dentro del poema, haciendo especial énfasis en el funcionamiento del mismo para la constatación de patrones temáticos, y cómo estos se relacionan con el catálogo simbólico numérico refrendado por algunos de los autores mencionados anteriormente.

Tomando prestado el punto focal del icónico texto de Eric Havelock (1996) , donde se hilan procesos históricos propios del advenimiento de la escritura en la Grecia arcaica a la figura de Homero y la aparición de la Ilíada, es posible preguntarse esto: ¿si la épica homérica desde distintas perspectivas se vincula con los procesos de alfabetización y adaptación de un sistema escriturario,2 qué ocurre con el mecanismo de comunicación y representación numérica?, ¿existe algún posible vínculo de tenor similar al que ocurre entre alfabetización y épica?, ¿de qué forma puede o debe pensarse el número dentro de dicho modo de representación?

Para dar inicio a tal cuestión, resulta ilustrativo postular una pregunta recurrente en las etapas iniciales de toda investigación de exégesis numérica, ¿por qué se marca el número X en este contexto y no el número Y o Z?3 Para responder es necesario ceñirse al poema y hacer un recuento comprensivo de las conclusiones cualitativas y cuantitativas que han surgido alrededor del mismo, con el fin de sustentar y valorar las observaciones y relaciones entre el número y los eventos que acaecen en el poema.

Precisiones alrededor del número

El problema del simbolismo numérico surge a partir de la necesidad de interpretar y catalogar su aparición extendida como recurso cuantitativo y cualitativo dentro de la cotidianidad y acervo literario de griegos, hebreos, árabes e incas, entre otros.4 El uso de números es natural dentro de la experiencia humana, puesto que es necesario agrupar, secuenciar y establecer relaciones con objetos. Estos, en sus etapas más tempranas de formación, dígase, formación numérica, no parecen haber sido concebidos de un modo similar al de su abstracción contemporánea, antes bien, fungían como un sistema de correspondencias uno a uno que es creado mentalmente.5 Existe pues, en el número, una arista en su capacidad de relacionarse con objetos que va más allá de lo cuantitativo, y que puede recurrir bien a funciones icónicas de representación6 y cuantificación, o a funciones simbólicas.

La reiteración en la representación, sin embargo, no se erige como una simple consecuencia lógica de los modos de composición y transmisión orales, sino que también forma parte esencial de las canciones homéricas, desde temas y epítetos7 hasta la simetría que se articula en la guerra de Troya y el desarrollo vital de los guerreros.8 Esta no solo adquiriría un carácter “monumental”,9 en cuanto a que se hace visible y a la vez visibi­liza al cuantificar, sino que es una manifestación particular de una tradición transversal, ancestral e inherentemente poética, por lo que Finnegan sostiene:

The most marked feature of poetry is surely repetition. Forms and genres are recognised because they are repeated. The collocations of line or stanza or refrain are based on their repeated recurrence; meter, rhythm or stylistic features like alliteration or parallelism are also based on repeated patterns of sound, syntax or meaning. In its widest sense, repetition is part of all poetry.10

Así pues, se entiende la repetición como un recurso inherente al género y, en cierta medida, adecuado para el modo de producción y transmisión oral-formulaico.11 La constante aparición de números resulta lógica, pero no ocurre lo mismo con su rol. Para este, la perspectiva más intuitiva es una propia de la mentalidad contemporánea: los números en la obra agrupan y cuantifican objetos, y se utilizan cantidades específicas como parte de una tradición ligada a las prácticas orales, dígase mnemotecnia. Geoffrey Kirk sustenta esta postura en su crítica a las lecturas circulares/simétricas del poema:

Certainly the time-intervals mentioned in the first and last book are approximately equivalent: the plague sent by Apollo lasts for nine days, so does a truce for Hector’s funeral, and so on. This particular symmetry does possess a certain interest, superficial though it may be; even so one must remember that, quite apart from the ancient emphasis on certain significant numbers, the formular system selected metrically convenient numerals; so that three, seven, nine, twelve and twenty are common quantities.12

Ciertamente, puede haberse diluido en el lector o el crítico moderno que piensa en usos puramente lúdicos, pero el número cuenta también con una notoria y larga tradición, a tal punto, que su nacimiento como problema epistemológico occidental tiene lugar en Grecia.13 Kieren Barry señala que “Alphabetic numerals were invented by the Greeks, perhaps at the eastern Greek city of Miletus on the coast of modern Turkey, possibly as early as the eighth century B.C.E.”.14

El alfabeto no debió ser demasiado arcaico para Homero y su posterioridad inmediata,15 tampoco los procesos que con este vinieron. Barry (1999) y Menninger (1992) amplían el contexto cognitivo, religioso y lúdico en que las prácticas de numeración se generan y dilucidan cómo la creación sistemática de signos se puede equiparar por medio de una práctica alfanumérica. Los numerales alfabéticos no solo funcionaron como recurso práctico, sino que representaron un elemento de significancia religiosa clave, entre otras cosas, para la exégesis escatológico-literaria posterior; dicha práctica fue extendida en la cultura occidental bajo el nombre de gematría hebrea.16

Teniendo en cuenta este pequeño compendio de elementos teóricos generales, es posible dar cuenta de una dualidad funcional en el número. Este, cabe recordar, es inherentemente cuantitativo, pero no está limitado, como recurso de representación humano, por dicho carácter, sino que se muestra también como uno de los elementos constitutivos para la experiencia sensible del hombre.

Lo cuantitativo en la Ilíada

Con la hipótesis de que el número como concepto y recurso es capaz de ordenar, agrupar y representar no solo en una escala cuantitativa, nos adentraremos en esta arista con el objetivo de particularizar los procesos de numeración en la antigüedad griega. “Phenomenon of outlook is formed commenting on the concept and sensation inherent in every nation”,17 esta máxima se confirma no solo respecto al número, sino a los modos de conteo propios de lo homérico.

Es posible sintetizar la totalidad del proceso histórico en cuatro etapas:18

  1. Creación de símbolos y el establecimiento de correspondencia con objetos.

  2. Expansión a la interacción física con objetos como mecanismo de conteo.

  3. Separación de las relaciones uno a uno con objetos en una escala mayor a cinco a partir de la necesidad de crear agrupaciones cardinales.

  4. La “numeración compleja”.19

Como se señalará de forma más extensa en el análisis, la Ilíada muestra amplias evidencias de desarrollo en una tercera etapa de numeración, con las manifestaciones iniciales de modos de “numeración compleja”, e incluso guardando manifestaciones propias del periodo de correspondencia uno a uno.20 Estas observaciones se refuerzan con la marcada proliferación numérica en los eventos de la Ilíada,21 se reitera la secuencia sucesiva de los numerales tres y cuatro,22 al mismo tiempo que se supera la etapa, llegando al ocho y nueve.23

En el caso de los textos homéricos existe una cierta flexibilidad en la representación temporal y numérica, la relación entre el paso del tiempo y los números otorgados para denotarlo tienen un carácter vago y en cierta medida típico o formulaico, en donde se fragua una noción de cantidad laxa, que deja entrever un mecanismo rudimentario de numeración.24 Así, se evidencia que, en las canciones homéricas, a pesar de que no existen demasiadas muestras elevadas de numeración, las mismas tienen un carácter distintivo dentro de la representación.

Cuando los números no cuentan

Al mismo tiempo, es necesario añadir dos categorías al análisis cuantitativo, la cardinalidad25 y ordinalidad,26 que son modos de numerar donde no -necesariamente- se cuenta. En este sentido, existen numeraciones cuyo objeto no es el conteo. Los grupos de dos a tres, por ejemplo, tienen una importancia capital, puesto que, al crearse, el tercer elemento cardinal adquiere también un sentido ordinal gracias a los dos números que lo anteceden.27

El uso de este tipo de numeraciones puede responder a distintas finalidades, que van de lo demostrativo a lo netamente ritual.28 Esta última posibilidad responde a un vínculo antropológico entre la adquisición de la cardinalidad para referir conexiones con objetos, y las prácticas rituales. La aprehensión de la palabra o secuencias de palabras es lo que permite expresar el sentido cardinal, elemento de apuntalado capaz de englobar la secuencia.29

Esto es especialmente relevante a la hora de explorar las implicaciones simbólicas que el número pueda tener en una pieza de las características de la Ilíada, ya que posibilita pensar los números como palabras capaces de agrupar objetos y ligarlos a un contexto de representación ritual, pues la presencia de números, es decir, signos que garantizan un cierto orden, sea agrupando objetos o secuenciando acciones, establecería dicho espacio excepcional, con secuencias de actos, límites y tiempo específicos, donde la representación de la obra es más que un mero mostrar las acciones.

De forma sucinta, puede decirse que el uso de numeraciones cardinales genera mayor materialidad en la secuencia. Al mismo tiempo, establecería una segunda función, pues “los participantes del ritual son llamados a la escena ritual por medio de números”.30 De este modo, hay un proceso dual entre lo numérico y ritual, en donde el primer elemento surge como puente de relación entre los espacios neutrales y positivamente cargados. Por tanto, y desde tal perspectiva, se postularía un esquema de lectura en que la aparición del número y su capacidad de establecer relaciones concretas, lo denotativo del conteo, funcionan como puente hacia lo ritual, dando implicaciones simbólicas en la representación.

La “aparición” a través del número en la Ilíada

Contemplar propiedades numéricas que pueden ir más allá del conteo y cumplir un rol dentro de actividades más cercanas a lo arreferencial, permite observar ciertos matices en la presentación de los números dentro de la obra que no solo coincidirían con una hipótesis ritual, sino que establecerían un diálogo con las conclusiones netamente cuantitativas de Hawke y la propia Catherine Rubincam. Según esta, los poetas arcaicos y líricos utilizan una mayor proporción de numerales si se les compara con historiadores como Heródoto. También el uso variado de números da al poeta distintos modos de expresión para un mismo contenido dentro de la elaborada dicción lingüística del periodo arcaico. Por último, se presenta la posibilidad de que los números sean elegidos bajo un criterio tradicional y de efecto dramático.31

Así pues, se puede pensar en ese carácter idiosincrático del número desde ambas perspectivas, una netamente ligada a numeración cuantitativa, comprobable en la trayectoria de las etapas de numeración que se manifiestan en la Ilíada; y otra relacionada con la capacidad denotativa que tiene el número, esto es, su utilización como recurso que establece vínculos uno a uno con objetos. Dicha capacidad de relacionar, y ordenar, lo materializante del número, es visible en relatos vinculados con la ritualidad, no solo porque permite diferenciar los objetos rituales de aquellos mundanos al agruparlos dentro de tal espacio,32 sino haciéndolos significar dentro de este:

[E]n el pensamiento mitológico aparece como un vehículo de significación específicamente religiosa […] es el número el que somete al proceso mítico-religioso de “santificación” todo lo existente, todo lo inmediatamente dado, todo lo meramente “profano”. Pues lo que de algún modo participa del número, lo que revela en sí mismo la forma y el poder de un número determinado, eso para la conciencia mitológica deja de llevar una existencia irrelevante, adquiriendo así una significación completamente nueva.33

Ese hacer aparecer propio del número permite constatar una realidad arreferencial que iría más allá del carácter práctico o incluso mnemónico del recurso. Dicha postura puede ser traída de vuelta y compaginada con la perspectiva más puramente cuantitativa si se piensa en los números como un recurso formulaico repetitivo cuya marcación semántica se debilita precisamente debido a dicha repetición.34

Ahora bien, ¿cómo funciona y qué comunicarían los números en la Ilíada? En esta breve introducción a la problemática nos centraremos en ejempli­ficar las secuencias numéricas más reiteradas, y en articular la posible marcación semántica de las mismas en función del cotejo simbólico realizado por los antecedentes críticos y el comportamiento textual propiamente dicho.

Breve catálogo numérico de la Ilíada

El catálogo se caracteriza por relación diádica de pares e impares, sucesiones en donde se pasa de tres a cuatro, seis a siete, ocho a nueve, y nueve a diez proliferan en la obra. Recordemos las agrupaciones cardinales no limitadas al conteo, y lo señalado alrededor de ellas, para dar cuenta de que este funcionamiento de pares secuenciados no es casual, puesto que, en la creación de grupos o colecciones con tales características, el tercer elemento cardinal también tiene un sentido ordinal gracias a los dos números que lo anteceden y, en esa secuencialidad, dicho tercer elemento adquiere un nuevo significado.35

Ogdóada, enéada y década: el número y un cambio en el estado de las cosas

Un primer ejemplo para explorar el uso de los números en la Ilíada comprende el discurso de Odiseo ante las huestes dispuestas a retirarse. En la exégesis del augurio de Calcas36 hay ocho gorriones, hechos nueve con la madre.37 Este grupo numérico -ogdóada- conformaría el primer punto de la secuencia, mientras que la enéada funciona como segundo elemento ordinal y previo a la creación de la numeración cardinal. Por último, se presenta la década, que paradójicamente sería el dragón, cierra la secuencia y funge como la confirmación del cambio en las dinámicas, el paso de lo ordinal a lo cardinal, a la vez que representa la victoria -futura- de los aqueos y la toma de Ilión. Desde la arista simbólica es posible agregar que, la enéada puede ser caracterizada como recurso de relación con lo bélico corpóreo38 y eventos determinados por la divinidad.39 Mientras que la ogdóada es vinculada con nociones de estatismo y, en lo que se refiere a la Ilíada, podemos señalar a las agrupaciones de ocho como unas que refieren directamente el proceso colérico de Aquiles al refrendar su ausencia. En este sentido, el ocho establecería relaciones con la ausencia de Aquiles y el nueve con su presencia. Otro ejemplo de esta sucesión ocurre en el icónico pasaje de la peste:

ἐννῆμαρ μὲν ἀνὰ στρατὸν ᾤχετο κῆλα θεοῖο,

τῇ δεκάτῃ δ᾽ ἀγορὴν δὲ καλέσσατο λαὸν Ἀχιλλεύς:

τῷ γὰρ ἐπὶ φρεσὶ θῆκε θεὰ λευκώλενος Ἥρη:40

La sucesión da cuenta de un cambio en el estado de las cosas. Por un lado, el paso de la peste -ἐννῆμαρ- al bienestar -δεκάτῃ- y, por el otro, la retirada de Aquiles de la guerra. Así, la reiteración numérica pudiera ser pensada inicialmente como una secuencial ordinal, en la que cada numeral tiene significación autónoma. Pero estos números secuenciados existen para la posterior conformación de un grupo cardinal, en este caso designado por el décimo numeral, que refiere la completación de la toma de la ciudad.41 El problema de completitud e incompletitud en lo numérico también se acentúan desde los sacrificios y peticiones aqueas. Estas son negadas por la divinidad, puesto que se contraponen al proceso de resarcimiento del Pélida.42

Tríada y tétrada: la movilidad de lo ausente

También se evidencian en el transcurso del poema un conjunto de sucesiones donde tríada y tétrada parecen marcar un proceso en que los héroes repiten una acción tres veces y, para cuando llega la cuarta, estos se involucran en el desenlace de un evento específico -combate, diálogo, viaje-, o comprenden el devenir divino pactado alrededor de este.43 Las primeras muestras relevantes de tal recurso poseen una relación directa, al ocurrir alrededor del triángulo amoroso y motivo central de la guerra, que forman Menelao, Paris y Helena.

Antes de la batalla ocurre una conversación entre Helena y Príamo, allí se suscitan tres interrogantes del rey alrededor de las huestes invasoras y, al realizar la cuarta pregunta, es llamado a lid,44 con el fin de oficiar el sacrificio de consagración para el combate.

Dicha pugna inicia, a su vez, con dos primeras tentativas ofensivas, una para cada combatiente, que no consigue herir a su rival.45 Luego de fallar con la lanza, Menelao acierta con el hierro en el casco del príncipe troyano, pero el arma se quiebra en pedazos:

Ἀτρεΐδης δ᾽ ᾤμωξεν ἰδὼν εἰς οὐρανὸν εὐρύν:

Ζεῦ πάτερ οὔ τις σεῖο θεῶν ὀλοώτερος ἄλλος:

ἦ τ᾽ ἐφάμην τίσασθαι Ἀλέξανδρον κακότητος:

νῦν δέ μοι ἐν χείρεσσιν ἄγη ξίφος, ἐκ δέ μοι ἔγχος

ἠΐχθη παλάμηφιν ἐτώσιον, οὐδ᾽ ἔβαλόν μιν.46

Es en el tercer ataque que la negación antes mencionada -en el funcionamiento de la secuencia ogdóada-enéada-década y establecida durante el sacrificio- se muestra mediante la destrucción del objeto que daría muerte a Alejandro, sellaría el pacto consagrado por Príamo y finalizaría la guerra. Sin armas, Menelao utiliza la fuerza y arrastra al príncipe, que es liberado por Afrodita y, con el cuarto ataque, se propicia la huida divina del troyano.47

Coincide también el hecho de que la llegada al cuarto punto en la secuencia es acompañada por la movilización hacia un espacio distinto, y la creación de un desequilibrio por medio de la ausencia: Paris es salvado de la muerte en el tercer ataque y tras el cuarto es llevado fuera de la contienda.

En lo que esta secuencia refiere, el número tres daría cuenta de la toma de conciencia de un evento particular -la negación de la gloria guerrera de Menelao asesinando al raptor Paris-, y el cuatro marcaría un cambio en el estado de las cosas, esto partiendo del comportamiento textual y los señalamientos cognitivos y antropológicos alrededor de dichas cantidades.

En principio, el uso de tríadas y tétradas puede vincularse con una ritualidad de carácter más universal, que al mismo tiempo se asociaría al sentido geométrico o simétrico que señala la crítica. Existe un puente directo entre lo numérico y lo geométrico48 a través de su tendencia a facilitar la creación de márgenes sacros y rituales.49 Esta surgiría, por tanto, como una consecuencia de la aparición o “santificación” del número. Podría decirse que el tres y el cuatro, secuenciados, anuncian una toma de conciencia de ese espacio vacío o de incompletitud, y al mismo tiempo propiciarían la desaparición de una figura heroica. Lo interesante de esta hipótesis es que tendría implicaciones en “lo representado”, pero también da un sentido particular de economía simbólica e incluso recitativa, si se piensa en un contexto oral para la recepción de la obra, partiendo del presupuesto tradicional donde poeta y público comparten los códigos excepcionales de la lengua homérica:

In more definite terms: the bards, always trying to find for the expression of each idea in their poetry a formula at once noble and easy to handle, created new expressions-in so far as the result was compatible with their sense of heroic style-in the simplest way possible.50

Así, el uso de las secuencias numéricas en la Ilíada, además de referir y numerar acciones específicas -ataques, preguntas, oraciones-, podría fungir como recurso simbólico, una forma sintética de reforzar y anunciar ciertos caracteres emocionales o divinos en pasajes claves. Como soporte de tal hipótesis es posible referir los señalamientos de Cassirer alrededor de la conciencia que se adquiere a través del lenguaje:

Para recordar un contenido, la conciencia debe antes habérselo apropiado internamente de otro modo distinto de la mera sensación o percepción. […] Lo que inmediatamente es pasa ahora completamente a segundo término frente a lo que mediatamente logra e “indica”. […] Ninguna creación artística puede entenderse como la simple suma de estos elementos, sino que en cada una opera una ley determinada y un sentido específico de conformación estética.51

El número es un signo que se utiliza para la creación de una conciencia de cantidades, pero, para el argumento que se está conformando, esto no es lo relevante. Lo relevante es aquello a lo que refiere, una serie de significados con asociaciones simbólicas y tradicionales, que expandirían la experiencia y conciencia dentro de una “ley determinada” de la performance épica griega u homérica.

Conclusiones

Han podido mostrarse dos manifestaciones específicas de usos cuantitativo-simbólicos, propias de la secuencia triple conformada por ogdóada, enéada y década, y la secuencia conformada por tríada y tétrada. Ambas, analizando sus implicaciones con los eventos del poema y el propio carácter secuencial, acentuarían la relevancia de la cardinalidad, ya refrendada por Hawke. La llegada al número cardinal, que cierra la secuencia, es, al mismo tiempo, la que acentúa el tema y sentido problemático de cada pasaje -nueve como completación y presencia de Aquiles, que da lugar al cambio en las dinámicas del poema en el décimo elemento; y cuatro, finalización/movilización de los guerreros en el poema.

Sucesión 8-9-10: ligada a eventos bélicos o sacrificiales, que demarca un cambio, ya sea en las dinámicas de victoria de la guerra o en la suerte de un guerrero en específico, a partir de las desavenencias bélicas de un bando u otro. Tiene relevancia también el establecimiento de secuencias temporales, siendo el numeral de carácter cardinal -δεκάτῃ-,52 el que demarca el momento para el cambio.53

Sucesión 3-4: homologaría por medio de la repetición de acciones una clarividencia momentánea o toma de conciencia respecto a la divinidad. Mientras que en la llegada al cuarto elemento se suscita la extracción de un personaje que genera desbalance en el combate o escena.54

De tal forma, podemos pensar en una caracterización para el número que sea a la vez cuantitativa y cualitativa. Un recurso formulaico que permitiría dar consistencia en un contexto de oralidad y, al mismo tiempo, posibilitaría comunicar contenidos con carácter más inasible, por medio de materialidad denotativa y/o “santificadora” del número, fungiendo así como postura conciliadora del sisma cuantitativo-mistérico del número en Homero. En cuanto a que, dicho de forma simple, sí, efectivamente el número cuantifica, enumera objetos con los que establece relaciones uno a uno, pero también indica procesos segundos, simultáneos y enriquecedores el sentido general de la obra.

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1Existen manuales teóricos centrados en las dinámicas culturales de conteo y su complejización en paralelo al desarrollo social y tecnológico, cf. Menninger 1992; revisiones del problema alfabético-numérico, cómo este se vincula con la Grecia arcaica y, posteriormente, con la gematria hebrea, Barry 1999; revisiones centradas en el surgimiento y desarrollo del misterio numérico, Dudley 1997; catálogos simbólicos que agrupan significaciones para el número en distintas culturas de la antigüedad, Schimmel 1993 y Toporov 2002; estudios que se enfocan en los recursos numéricos de la Ilíada desde una perspectiva simbólica, Sansonese 1994, pp. 109-113, y de conteo matemático, Hawke 2008, pp. 1-76; Netz 1999.

2 Cf. Havelock 1996, pp. 73- 83 y 133-157. Se presentan distintas hipótesis al respecto. En primer lugar, una mítica, en donde la representación de la Ilíada y las tablillas son leídas como referente de un proceso de alfabetización ya iniciado; en segundo lugar, otra en donde el sistema alfabético griego pudiera haber sido difundido precisamente desde las narraciones épicas. Por último, está la postura opuesta, que señala la creación y utilización del alfabeto como recurso técnico que posibilita la escritura de poemas de carácter monumental, es decir, como guion que posibilita la escritura. También se explora el desarrollo prácticamente paralelo del proceso de fijación del poema homérico y la introducción del guion fenicio, entendiendo este último como guía a partir de la cual se adapta y crea el alfabeto griego.

3Véase a modo de ejemplo el trabajo de Abduov 2018, pp. 14-19, que estudia el significado del número en la poesía tradicional de Kazajistán partiendo de la misma inquietud básica.

4 Cf. Schimmel, 1993, pp. 5-10. Cf. Zhmud 2012, p. 397, quien remarca la importancia histórica dentro de la antigüedad griega, a través del número siete, que aparece en mitos, la épica homérica, distintos textos del corpus hipocrático e incluso la Elegía a las Musas de Solón.

6El número “uno” representa un objeto “uno” externo, dado en un orden de correspondencia específico.

13Entendiendo que mediante el proceso de alfabetización surge el primer sistema de signos numérico-alfabéticos. Estos darían, pues, inicio a la objetivación del número. Para ser más pre­cisos, se marca el paso desde número (concepto de cuantificación y orden) hasta el numeral (símbolo con el que se le representa y comunica gráficamente).

15 Cf. Powell 1991, p. 18. Existen hipótesis que datan el proceso de creación a partir del alfabeto fenicio alrededor del año 1000 a. C., mientras que otras, algo más matizadas y cercanas al consenso crítico en la actualidad, lo colocan entre el año 800 y 775 a. C.

16 Cf. Barry 1999, p. 195. Modo de igualación alfabético-numérica con implicaciones mántico-esotéricas.

19“Complex numeracy” en Hawke 2008, p. 18. Traducción del autor.

21 Cf. Hawke 2008, p. 47. Se engloban las distintas manifestaciones del número en los poemas homéricos y se establecen conclusiones a partir de su catalogación. En el contexto homérico la mitad de los ejemplos numéricos revisados por el autor refieren a uno —cuarenta y cinco veces— o dos —547 veces—. El dos es utilizado unas 421 veces para denotar dualidad. La utilización de la dualidad es una marca inherentemente homérica, menos frecuente en Hesíodo y prácticamente inexistente en la posterioridad. La dualidad inherente a la primera y segunda etapa de numeración se hace evidente en Homero.

25 Hurford 1987, p. 168: “A numeral is used with cardinal meaning when applied to a class or set of objects, often in connection with a plural noun, for example those five students, a referring expression picking out on its occasion of use a collection whose cardinality is 5”.

26 Hurford 1987, p. 168: “A numeral is used with ordinal meaning when applied to an individual object in an ordered sequence, often in connection with a singular noun, for example the fifth student or student five, referring expressions picking out on their occasion of use a particular student who is understood to occupy 5th position in an ordered sequence given in the context”.

27 Cf. Crump 1990, p. 9. Entiéndase numeración ordinal como aquella que da orden secuenciado a un conjunto de números, mientras que la faceta cardinal corresponde a la presentación de un numeral como representante de un conjunto indiferenciado.

28 Cf. Burkert 1977, p. 19. Lo ritual conlleva una serie de actos con implicaciones miméticas —“demostrativas”— que ocurren no en un momento o espacio cualquiera, sino que poseen márgenes que al mismo tiempo lo cargan de un carácter positivo o sacro.

30 Seidenberg 1962, p. 8, traducción del autor: “the participants in ritual are called onto the ritual scene by numbers”.

32Al asignar un número o conjunto de números específicos a cierto objeto o grupos de objetos ocurriría el proceso de “llamado al ritual”. Véase nota 30.

34 Cf. Netz 1999, p. 123. Esta postura señala que tal tipo de repetición hace que las cantidades adquieran un carácter cualitativo que es “demasiado conocido” para aquel que interactúa con ellas. Al mismo tiempo, se postula que la constante reiteración de alguna forma “adormece nuestro aparato semántico”, que omitiría el aspecto semántico.

36 Cf. Gil 1963, p. 424, respecto al carácter preclaro de Calcas y la importancia de la presencia del número nueve en el pasaje.

38 Cf. Sansonese 1994, p. 110. En particular, alude a que la enéada se vincula con la completitud y con el sentido del cuerpo humano inmiscuido en un contexto bélico.

41 Cf. Schimmel 1993, p. 65; Lease 1919, pp. 56-73. Tal hipótesis encuentra resonancias en la relación simbólico tradicional, por ejemplo, de tal representación religiosa de la Moira tripartita. Al mismo tiempo, es señalado que la corriente simbólico-numérica de interpretación occidental es una que propicia la utilización de los números más allá de la cuantificación: “the numbers do not approach in a quantitative rather than a qualitative manner. They are in this context, our link with the eternal truths, and their understanding of the condition for the release of vulnerability to fate”. Bogdanović 2013, p. 121. Por otro lado, en lo que refiere al asunto de la conciencia numérica que da lugar a lo cardinal y lo ordinal, Cassirer (1971, p. 127) apunta: “La pluralidad es considerada como mero cúmulo, como conjunto o masa, es decir, como una totalidad sensible y no lógica. Su universalidad es la de una impresión que aún no se ha separado en sus elementos y componentes individuales, y no la de un concepto supraordenado que engloba lo particular como algo separado y distinto. Justamente gracias a este momento fundamental de la separación es que surge el concepto estricto de número a partir del mero concepto del conjunto y la multiplicidad”. De la cita anterior se extrae una cronología del modo en que el ser humano comprende las cantidades y agrupaciones de objetos. Lo plural es inicialmente una fuerza amorfa, que se siente y experimenta, pero que es inaprehensible. En ella se contiene una totalidad unificada. En este sentido, la pluralidad no es un número, puesto que no secuencia, ni establece una conciencia mucho más pormenorizada de los objetos. Tal momento de separación serviría para dar un carácter procedimental al uso del número. Si pensamos en los numerales previos a la llegada del décimo elemento como una agrupación ordinal, se da cuenta clara de una conciencia numérica desarrollada para los griegos de la Edad de Hierro, puesto que hay una noción distintiva de conjunto y multiplicidad.

42Véase en lo numérico el primer sacrificio de Agamenón tras la cólera, cf. Hom., Il., II, 400-409, y las hazañas de Diomedes en Il., V, 144-165. Si pensamos el uso de agrupaciones de ocho vinculadas con un significado de incompletitud que acarrea el devenir de los eventos en detrimento del grupo al que refiere, se ilustran y anuncian de forma mucho más clara las tendencias que tendrá el combate. Dicho de forma simple, la negación estaría en cierta medida contenida y/o anunciada en el grupo de ocho asesinados troyanos, o en los ocho caudillos aqueos. Tal incompletitud posibilita la existencia de un segundo elemento, que sí se completa. En el caso del pasaje, se concretaría en la enéada, el triunfo de Diomedes.

43 Cf. Hom., Il., III, 15-20, donde se presenta el combate singular entre Paris y Menelao.

48 Cf. Seidenberg 1961, p. 281. Se esclarece que existen danzas y ritos circulares dentro del contexto griego, bien asentados en muestras arqueológicas, por ejemplo, para el siglo XXI.

49 Cf. Seidenberg 1961, pp. 314-322. Desde tal perspectiva la concepción sacra de lo numérico es un hecho sustancial de la experiencia humana que no solo hace visible las relaciones con objetos, sino que su propio origen responde a una relación del número, en cuanto a partición, con una naturaleza abstracta o mental. La tétrada, por su parte, derivaría su relación sacra y antropológica por medio de un vínculo que tiene por referente lo corporal. Dicho esquema de interpretación no solo se asemeja al sentido de los eventos ocurridos en la guerra que giran alrededor de la sucesión 3-4, sino que expanden y esclarecen un significado posible para los pasajes. Es decir, el tres se enlaza al elemento mental y abstracto que responde al entender el contexto inmediato, y el cuarto elemento respondería, precisamente, a la acción, lo corporal que materializa el movimiento o desbalance, piénsese incluso en la ausencia de los guerreros, que coincidentemente se liga al cuerpo.

52La sucesión 8-9-10 muestra el cambio ligado al destino particular de Aquiles y el resarcimiento de la afrenta de Agamenón —completitud—, y la distintiva secuencia 7-9, cf. Hom., Il., XIX, 116-119, muestra el proceso contrario, o propio del error —incompletitud.

Recibido: 14 de Mayo de 2023; Revisado: 04 de Octubre de 2023; Aprobado: 30 de Noviembre de 2023

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Jesús Francisco Gomes Pérez es licenciado en Letras Mención Cum Laude por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), Venezuela. Investiga de forma independiente sobre el uso de los numérico-simbólicos en la literatura, especialmente en el contexto homérico, y también respecto al exilio y su representación en la literatura. En 2022 recibió la Mención Publicación por su tesis de grado “La reiteración numérico-simbólica y sus vínculos con la noción de moira en la Ilíada”. Sus publicaciones recientes son “El Bildungsroman Young Adult venezolano: una lectura de Blue Label/Etiqueta Azul de Eduardo Sánchez Rugeles”, Revista Baciyelmo, 3, 2022, pp. 90-108, y “Topologías del viaje contemporáneo: de la mímesis ritual a las dinámicas de exilio/colonialismo en Trilogía de la Guerra de Agustín Fernández Mallo”, Revista ÍMPETU, 10, 2023, pp. 56-78. También ha participado como ponente en la Feria del Libro del Oeste de Caracas (2019), en el Coloquio: Abyección, parodia y alegoría en la nueva literatura venezolana (2021) y en el Seminario Teoría de la Literatura, Literatura Comparada y Educación Literaria de la Universidad de Sancti Spíritus (2022).

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