Introducción
A inicios del siglo XX la región del Bajío era considerada como el granero de México, hoy en día es prospectada como uno de los mayores centros manufactureros de toda Norteamérica (Peniche y Mireles, 2015, p. 30). Su alta concentración industrial, acompañada de importantes procesos de innovación (Urbiola, 2012), infraestructura carretera y vías de comunicación (Unger et al., 2014), la han posicionado como una región altamente competitiva.
La región está integrada por los estados de Aguascalientes, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Querétaro y San Luis Potosí (Pérez Hernández, 2015, p. 208),1 la cual posee un amplio potencial económico, en gran parte debido a que la región se ubica entre dos grandes zonas metropolitanas (en adelante ZM): la Ciudad de México y Guadalajara (Pérez Hernández, 2015, p. 208), y estas, a su vez, se conectan con importantes vías de comunicación, además de ser el punto de encuentro regional. Además de ello, el Bajío se enlaza con los mayores puertos del Pacífico, que son Manzanillo y Lázaro Cárdenas (Peniche y Mireles, 2015, p. 47), dejando a la región en una ubicación geográfica muy privilegiada.
Las entidades del Bajío han demostrado tener una vocación mayoritariamente industrial (Unger et al., 2014), y existen estudios (Dávila, 2004; De León Arias, 2008; Chávez y Fonseca, 2012) en los que se menciona que una fuerte presencia del sector manufacturero es el factor principal del círculo virtuoso de ciertas regiones (Sánchez y Campos, 2010, p. 48), por lo que la concentración industrial y su distribución espacial, después de la apertura comercial, explican el surgimiento de las regiones “ganadoras”, haciendo referencia al Norte del país (Dávila, 2004) y al Bajío (Ramírez y Tapia, 2000, p. 94; Peniche y Mireles, 2015, p. 31); y dentro de estas zonas, sobresalen algunas ZM que se perfilan con mayores potencialidades de crecimiento y desarrollo. Asimismo, se identifican otras áreas dentro de dicha región que no han logrado alcanzar los mismos niveles de desempeño socioeconómico, y que cada vez están más lejos de converger hacia una región más equitativa.
Algunos trabajos, como el de Cabrero Mendoza y Orihuela Jurado (2009), Peniche y Mireles (2015), Unger et al. (2014), han analizado la región Bajío desagregándola en ZM, ya que esta unidad de análisis es la que actualmente prevalece en el debate acerca del desarrollo económico regional, al ser los espacios que concentran la mayor parte de la población y de la actividad económica. Por ello, el presente trabajo realiza un análisis a nivel metropolitano en el Bajío.
El objetivo general de este trabajo es identificar las metrópolis con un perfil más competitivo en su consumo de agua a nivel industrial, para lo cual se utiliza el volumen concesionado.2 Además, también fue posible identificar las ramas de la industria manufacturera que consumen mayor volumen de agua, variable que fue posible obtener no solo de las concesiones otorgadas por la Comisión Nacional del Agua (Conagua), si no de su cruce con el Directorio Estadístico de Unidades Económicas (DENUE).
Para alcanzar el objetivo planteado, se hace un análisis cuantitativo-descriptivo del desempeño del Bajío en algunos indicadores a nivel metropolitano, como el de localización y la productividad del agua, y se incorpora el consumo de agua a nivel industrial como la principal aportación de este trabajo. Todo ello aplicado a las 14 ciudades que integran la región Bajío, incluyendo el municipio de San Juan del Río en Querétaro, que, si bien no está catalogado como ZM, sí tiene un volumen de producción y empleo manufacturero muy considerable; es así como se incluye esta ciudad en el análisis, por su importancia económica relativa en el Bajío.
En la primera sección, referente al marco referencial, se hace una breve revisión de los conceptos que dominan el debate teórico acerca de la competitividad urbana, donde se identifican algunas líneas conceptuales y su discusión sobre la sustentabilidad de las ciudades, considerando aspectos ambientales y económicos. En ningún momento de esta investigación se pretende desarrollar índices de competitividad. Más bien se trata de abonar a los indicadores ya ampliamente discutidos, donde queda expresa la necesidad de profundizar en temas como el agua en la región, desde una perspectiva industrial-metropolitana. Además, dentro de este marco referencial se dedica espacio para discutir la importancia de la productividad del agua y su impacto en el análisis metropolitano.
Posteriormente, en la segunda sección se desarrolla un diagnóstico para la región Bajío, donde se realiza una aplicación de algunos indicadores económicos, empezando por la especialización manufacturera y la productividad del agua, incluyendo los niveles concesionados a la industria por subsector manufacturero3 (esto como una variable proxy al nivel de consumo de agua por tipo de industria).
En la última parte del diagnóstico, y para cerrar el análisis, se hace un resumen de las variables analizadas, identificando las metrópolis que se encuentran entre las más prósperas, reconociendo las que tienen un mejor perfil de competitividad, al menos en los indicadores aquí desarrollados. A su vez, se identifican las metrópolis que se mantienen a la zaga en la mayoría de estos. La última sección del artículo se dedica espacio para las conclusiones y comentarios finales.
En general, este documento tiene el propósito de implementar nuevas metodologías y técnicas para abordar un tema muy debatido, que es el de sustentabilidad del agua, pero que poco se ha aplicado en el sector industrial y a una escala metropolitana, debido a la falta información. Si bien la base de datos con la que se cuenta nos da un acercamiento de cómo se concesiona y consume el agua en su desagregación industrial y territorial, vale la pena desarrollar más estudios que proporcionen mayor claridad en las tendencias de consumo de agua, sobre todo en el Bajío, que es un espacio predominantemente manufacturero y que presenta lugares con poca disponibilidad del recurso hídrico (CONAGUA, 2022), situación que pone en riesgo no solo la actividad industrial, sino también la habitabilidad en general de todas las metrópolis del Bajío.
Marco referencial
Las metrópolis y la competitividad urbana
De acuerdo con De Alba (2016, p. 23), la segunda mitad del siglo XX reveló a las metrópolis como espacios de alta complejidad, debido a su gran concentración poblacional y de relaciones sociales y políticas. Por su parte, Cuadrado-Roura (2005, p. 5) define a las metrópolis como territorios con fuertes interdependencias funcionales, un amplio y diversificado mercado laboral, concentración espacial con presencia de externalidades y efectos de desbordamiento, todo ello dentro de un ecosistema donde se comparten recursos naturales. Es así como las metrópolis se han definido como los espacios donde se concibe el crecimiento y desarrollo económico (Trejo Nieto, 2013, p. 549).
Las metrópolis son un símbolo de oportunidades para el progreso cultural y económico (De Alba, 2016, p. 24) y juegan un papel fundamental como motor de desarrollo (Cabrero, et al., 2009; Trejo Nieto, 2013; González y Lerralde, 2019), por lo que se les asigna a las ZM una serie de atribuciones necesarias para seguir en esa dinámica positiva en pro del crecimiento económico. No obstante, en los últimos años se han señalado los problemas ambientales y de sostenibilidad que generan las grandes ciudades, en particular las áreas metropolitanas (Cuadrado-Roura y Fernández Güell, 2005, p. 63).
Con lo anterior, se ha puesto en el debate el tema de la “sustentabilidad”, refiriéndose con este concepto a una crítica acerca de las prácticas del modelo de desarrollo económico (Ugalde, 2011, p. 253). Desde esta perspectiva, se le atribuye a las metrópolis el origen de las contradicciones entre crecimiento económico y medio ambiente (Tagle et al., 2017, p. 196), pues estas exigen medios materiales como transporte, infraestructura, agua y energía, por lo que necesitan de una transformación del medio físico para satisfacer sus necesidades de desarrollo (Cuadrado-Roura y Fernández Güell 2005, p. 67). O como señala Aguilera Klink (2016, p. 27), actualmente existe una lógica o una racionalidad económica que es incompatible con el medio ambiente.
La importancia económica y social de las ZM es, sin duda, motivo de análisis y debate acerca de la forma en que se ha impulsado a estas regiones, por lo que no se puede negar la participación de dichos espacios en la actividad económica nacional y los efectos en sus diferentes indicadores, como son el empleo, los salarios, la productividad y competitividad de los territorios. Es decir, la visión economicista no puede ser ignorada, pero como mencionan Tagle Zamora, Caldera Ortega y Rodríguez González (2017), el crecimiento económico se encuentra limitado en términos físicos y naturales; la demanda de mayores cantidades de materia y energía se ve restringida por las características finitas del planeta y cae forzosamente en la inviabilidad expansionista del capital (Tagle Zamora et al., 2017, p. 201), por lo que las metrópolis representan un gran desafío para su gobernanza y su desarrollo social.
Ahora bien, además de las observaciones y críticas a la visión economicista, las metrópolis también se identifican como territorios donde existen conflictos asociados a la competencia por los recursos con otras regiones (Trejo Nieto, 2013, p. 551), y es aquí donde se reconoce el concepto de competitividad, el cual tiene diferentes connotaciones e interpretaciones. Con relación al ámbito urbano, Cuadrado-Roura y Fernández Güell (2005, p. 68) indican que la competitividad se refiere al esfuerzo realizado por las ciudades para desarrollar las capacidades productivas locales, así como mejorar la calidad del entorno en el que operan los agentes económicos. Las ZM más competitivas son aquellas que pueden ser generadoras de un entorno físico, social, económico e institucional capaz de incentivar la inversión privada y apoyar el desarrollo de actividades productivas (Cabrero et al., 2009). Es por ello que la competitividad urbana es un elemento muy necesario para que las metrópolis puedan prosperar en el aspecto económico y social, pero que al mismo tiempo atiende al medio ambiente y sus formas de gestión, administración y gobernanza de los mismos.
Es así como una ciudad competitiva es aquella que es capaz de crear mejores condiciones, al capacitar más a la fuerza de trabajo, elevar la productividad y ofertar mejores condiciones urbano-ambientales e institucionales (Cabrero et al., 2009). Es aquí donde se remarca el papel de la productividad y su relación con la competitividad urbana, pues no puede haber metrópolis competitivas si no son productivas y eficientes con sus recursos humanos, naturales y materiales, por lo que existen regiones metropolitanas con mayor capacidad para construir espacios competitivos y productivos (Méndez, 2007, p. 60); y el Bajío, pese a que es una región con características muy similares entre las metrópolis que lo integran, presenta importantes heterogeneidades en su interior que vale la pena describir.
Productividad del agua en las Zonas Metropolitanas
Como se mencionó anteriormente, la competitividad urbana es un concepto complejo de definir, por lo que se han desarrollado varias metodologías para medirla (véanse Sobrino, 2002; Cabrero, Orihuela y Ziccardi, 2009; Instituto Mexicano para la Competitividad [IMCO], 2018; entre otros), pues existe un interés por determinar cuantitativamente la competitividad de las ciudades, ya que todas las naciones requieren elevar la eficiencia de sus urbes para articularse ventajosamente en la economía mundial (Garza, 2010, p. 513), por lo que en todas estas metodologías el componente económico forma parte de su estructura.
Ahora bien, es indispensable definir la productividad, pues de acuerdo con la teoría neoclásica, el crecimiento económico se asocia a las mejoras de productividad provenientes del cambio tecnológico y de la organización de la producción (Candia et al., 2016, p. 232). Es así como las regiones o metrópolis más productivas serán asociadas como regiones más prósperas y competitivas.
Al inicio de este apartado se discutió brevemente la importancia de la competitividad en las metrópolis. En muchas ocasiones este concepto se confunde con los de productividad y eficiencia, por lo que es oportuno destacar su distinción. Definimos a la productividad como el rendimiento generado por factor de producción; por ejemplo, la productividad del trabajo representa el producto obtenido por unidad de insumo utilizado (trabajo) (Sobrino, 2003, p. 31); en el caso de la productividad del agua, vendría siendo el producto generado por volumen de agua utilizado. Estas medidas corresponden a longitudes parciales de productividad.
Por otra parte, la Productividad Total de los Factores (PTF) se refiere a la capacidad de una economía para utilizar sus recursos materiales y humanos, y lograr con ellos ciertos niveles de producción. El aumento de la PTF representa el crecimiento de la producción -no explicado por el crecimiento de los factores productivos de manera individual- y puede reflejar aspectos como el cambio tecnológico, transformaciones en la manera de administrar y organizar las empresas (Banco de México [Banxico], 2018, p. 3). En esta ocasión, este indicador sólo se menciona como referencia, porque la medida de productividad que se analiza es una parcial y es referente al consumo de agua.
La productividad, como se explicó antes, mide el rendimiento en la utilización de insumos o factores de producción, ya sea de manera individual (productividad parcial) o en conjunto (PTF). Este concepto implica una medición, mientras que el de competitividad es más amplio, ya que alberga una serie de variables muchas veces no medibles cuantitativamente, además de no existir consenso en su definición ni una sola metodología aplicada.
Dentro de la discusión sobre competitividad urbana, las medidas de productividad son indicadores que aportan a la caracterización y diagnóstico de las metrópolis. Para la región del Bajío existe evidencia acerca de indicadores de desempeño económico y de competitividad (véanse Unger K., 2011; Urbiola A., 2012), pero no así para variables como la productividad del agua industrial, siendo esta última un componente que incluye el consumo de agua, muy mencionado dentro del debate por la sustentabilidad, aunque poco desarrollado cuantitativamente.
Diagnóstico de especialización y productividad en las Zonas Metropolitanas del Bajío
Debido a su favorable ubicación geográfica, así como su potencial económico y productivo, el Bajío se ha perfilado como una región “ganadora”. No obstante, es oportuno identificar y caracterizar a cada ZM que lo integra, ya que estas presentan características similares entre sí, pero también indicadores muy desiguales, como son la concentración poblacional, los perfiles de especialización y los indicadores de productividad, entre otros. Por un lado, se tienen ZM predominantemente manufactureras donde la industria automotriz marca la dinámica económica (Aguascalientes, León y Querétaro), mientras que otras cuentan con perfiles mayormente agroalimentarios (Guanajuato, Morelia y Zamora), lo que hace a este territorio un espacio heterogéneo, complejo de analizar y de difícil diseño de políticas públicas en pro de toda la región. Las ZM consideradas en este documento se muestran en el siguiente cuadro:
Núm. | Nombre de la ZM |
---|---|
ZM1 | Zona Metropolitana de Aguascalientes |
ZM2 | Zona Metropolitana de Celaya |
ZM3 | Zona Metropolitana de Guanajuato |
ZM4 | Zona Metropolitana de León |
ZM5 | Zona Metropolitana Moroleón-Uriangato |
ZM6 | Zona Metropolitana San Francisco del Rincón |
ZM7 | Zona Metropolitana de Guadalajara |
ZM8 | Zona Metropolitana de Ocotlán |
ZM9 | Zona Metropolitana La Piedad-Pénjamo |
ZM10 | Zona Metropolitana de Morelia |
ZM11 | Zona Metropolitana Zamora |
ZM12 | Zona Metropolitana de Queretaro |
ZM13 | Zona Metropolitana de San Luis Potosí |
ZM14 | San Juan del Río |
Fuente: Elaboración propia con base en Delimitación de Zonas Metropolitanas 2015 (Instituto Nacional de Estadística y Geografía [INEGI], 2016).
En primer lugar, para comenzar la caracterización de las ZM que integran la región del Bajío, se identifica una tendencia creciente en el número de población, y para los últimos años que se tiene registro oficial, los resultados se resumen en la siguiente gráfica:
Fuente: Elaboración propia con datos del Censo de Población y Vivienda 2010 y Encuesta intercensal 2015, (INEGI, 2013 y 2016).
La gráfica anterior muestra la población con la que contaba cada ZM del Bajío. La primera observación es que Guadalajara es, por mucho, la metrópoli más grande en el número de habitantes; si bien es cierto que este crecimiento obedece a una industrialización inducida por el gobierno en la década de los sesenta (Trejo Nieto, 2013, p. 546), el resto del Bajío tuvo un proceso de urbanización detonado solo posteriormente a la apertura comercial. Sin embargo, independientemente de la ZM de Guadalajara, la de León también representa un valor muy por encima de la media de dicha región. Por lo mismo, en cuanto a población podemos observar un comportamiento muy heterogéneo en estas dos grandes metrópolis en relación con el resto.
Además de identificar las áreas metropolitanas más grandes del Bajío, es importante reconocer que independientemente del tamaño y la proporción poblacional que tiene cada ZM, todas muestran un crecimiento en el periodo de 2010 al 2015, lo que refleja que es una región que sigue atrayendo población, o como se menciona desde la perspectiva de la Nueva Geografía Económica (NGE), presenta fuerzas centrípetas (Fujita y Krugman, 2004, p. 180) que caracteriza al Bajío como una región dinámica y en crecimiento. A continuación, advertiremos si se conserva esa tendencia en otros indicadores, como la especialización del empleo manufacturero y la productividad, entre otros.
Especialización manufacturera
Uno de los principales indicadores utilizados para caracterizar el espacio en términos productivos es el índice de localización, este índice ayuda a identificar los perfiles de especialización de una zona (Dávila, 2004, p. 237), por lo que el índice de localización se utiliza como medida de especialización (véanse Dávila 2004, p. 237; Dávila y Castillo, 2015, p. 177; Sobrino, 2016, p. 24), en el ámbito regional las industrias más especializadas se localizan en el norte y centro del país. Pero ¿Cuál es la situación de la región Bajío y las metrópolis que la integran? En primer lugar, es necesario definir el índice de localización, el cual es una relativización del empleo de cada ZM con relación al Bajío y se define bajo la siguiente expresión:
Donde:
LqZM: |
Índice de Especialización o de localización (para cada subsector manufacturero en cada ZM) |
EMZ: |
Empleo por subsector manufacturero en cada ZM |
EMB: |
Empleo por subsector manufacturero en todo el Bajío |
ETZ: |
Empleo manufacturero total en cada ZM |
ETB: |
Empleo manufacturero total en el Bajío |
M: |
Empleo manufacturero; T: Empleo total; Z: Zona Metropolitana; B: Región Bajío |
En la literatura referente a la geografía económica, se afirma que la localización permite la especialización de la producción entre empresas, así como un mercado laboral especializado, ya que resulta sumamente beneficioso al reducirse los costos de transacción (Castro y Fuentes, 2017, p. 4). Los índices de localización van a definir los perfiles de ocupación de la región, pues, aunque el Bajío ha sido declarada una región “ganadora” gracias a su vocación manufacturera, la composición interna en la industria es muy heterogénea entre las ZM que lo integran, por lo que identificar aquellas que cuentan con perfiles más competitivos, se vuelve todo un reto a la hora de diseñar estrategias de desarrollo. En la siguiente gráfica se muestra el resultado de los índices localización.
La gráfica anterior expone el índice de localización promedio de cada ZM. La primera observación es que la mayoría de las regiones tiene un índice promedio mayor a la unidad, y la interpretación es que en la mayoría existe especialización en la industria manufacturera en general, con excepción de Moroleón, San Francisco del Rincón, La Piedad y Zamora, mismas que son metrópolis relativamente pequeñas dentro del Bajío y, en muchos de los casos, no registraron participación en varias ramas de la manufactura.
Una observación relevante es que León es la segunda ZM más grande de la región; sin embargo, su índice promedio tampoco supera la unidad. En este caso, a diferencia de las ZM antes mencionadas, León tiene presencia en todas las ramas de la manufactura, pero arroja especialización sólo en algunas, como son los textiles, curtido de cuero y piel y la industria del plástico y hule;5 el resto de las ramas no superaron la unidad, por lo que dado el tamaño esta ZM y la presencia de todas las ramas manufactureras, se puede decir que cuenta con una industria manufacturera diversificada.
Además de los diferenciales en la concentración de población y los perfiles de especialización, otro de los propósitos de este trabajo es identificar los niveles de consumo de agua en la región, si bien el alcance de este estudio no es hacer un diagnóstico exhaustivo de las condiciones de agua (su nivel de estrés hídrico), sí se pretende relacionar el grado de participación industrial con su correspondiente nivel de consumo de agua.
Consumo de agua industrial en el Bajío
Uno de los recursos naturales de mayor importancia en cualquier escala de análisis es el correspondiente al agua, pues ningún territorio puede sobrevivir sin este vital líquido. Por tal motivo, es necesario que, en el Bajío, además de evaluar los indicadores económicos, también se analice el nivel de consumo de agua a escala industrial, tema que debido a la falta de información de fuentes oficiales no se ha podido realizar. Su estudio ayudaría a prospectar las ZM que cuentan con mayor capacidad de crecimiento y de competitividad, pues no puede haber zonas competitivas industrialmente limitadas por este recurso.
El consumo de agua a escala industrial es una variable que, hasta ahora, no ha sido del todo explorada. No hay evidencia previa que relacione los niveles de producción industrial con los de consumo de agua en todo el Bajío. No obstante, haciendo uso de información proporcionada por Conagua acerca de las concesiones otorgadas a los establecimientos en cada ZM, y realizando una búsqueda exhaustiva en el Registro Público de los Derechos del Agua (REPDA), se pudo examinar el volumen concesionado de agua en la industria en las ZM aquí estudiadas. Para realizar el presente análisis, únicamente se consideraron las concesiones por el uso consuntivo industrial, y los resultados por zona se muestran en la siguiente gráfica:
La gráfica anterior muestra las diferencias de los volúmenes de agua en el sector industrial que se han concedido por parte de Conagua a las ZM. Para realizar este comparativo fue necesario homologar las concesiones y su volumen de extracción; como las concesiones tienen diferente vigencia, se tomaron aquellas acumuladas en dos periodos de 10 años.6 Asimismo, en la gráfica es muy clara la diferencia que tiene la ZM de Guadalajara, aunque es importante reconocer que los volúmenes de agua concedida corresponden al número de establecimientos manufactureros con los que cuenta el área, que al ser la de mayor población y concentración industrial, marca esa diferencia con respecto al resto.
En la gráfica anterior se identifican notables diferencias en las proporciones de volumen de agua empleada en el sector industrial. Para el año 2008, las ZM de Celaya, Ocotlán y Zamora reflejan un mayor volumen de agua promedio por trabajador industrial, mientras que para el 2018, las ZM de Querétaro, Ocotlán y la Piedad-Pénjamo arrojaron mayor volumen de consumo de agua promedio. Con respecto a la ZM de Guadalajara, la más significativa en cuanto a concesiones, al momento de realizar la ponderación por empleado en la industria manufacturera se muestra un nivel semejante o, incluso, por debajo del promedio del resto de las metrópolis.
Estas notables diferencias en las zonas sugieren que existe un patrón de especialización industrial, en donde ciertas ramas consumen más agua y se localizan en determinadas metrópolis: la ZM de Morelia se especializó en actividades agroindustriales que demandan mayor volumen de agua, mientras que otras zonas de mayor crecimiento, como Aguascalientes, León y San Luis Potosí, presentan una especialización en ramas de la manufactura con menor consumo de agua. La desagregación del volumen concesionado de agua por subsector manufacturero es un elemento a destacar en esta investigación, por lo que en la siguiente gráfica se muestran los resultados obtenidos con la metodología diseñada específicamente para conseguir esta información.
Fuente: Elaboración propia con base en datos del Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas [DENUE] 2009 (INEGI, 2022) y Conagua (2023), datos en m3 por año.
Donde:
311 |
Industria alimentaria. |
312 |
Industria de las bebidas y del tabaco. |
313 |
Fabricación de insumos textiles y acabado de textiles. |
314 |
Fabricación de productos textiles, excepto prendas de vestir. |
315 |
Fabricación de prendas de vestir. |
316 |
Curtido y acabado de cuero y piel, y fabricación de productos de cuero, piel y materiales sucedáneos. |
321 |
Industria de la madera. |
322 |
Industria del papel. |
323 |
Impresión e industrias conexas. |
324 |
Fabricación de productos derivados del petróleo y del carbón. |
325 |
Industria química. |
326 |
Industria del plástico y del hule. |
327 |
Fabricación de productos a base de minerales no metálicos. |
331 |
Industrias metálicas básicas. |
332 |
Fabricación de productos metálicos. |
333 |
Fabricación de maquinaria y equipo. |
334 |
Fabricación de equipo de computación, comunicación, medición y de otros equipos componentes y accesorios electrónicos. |
335 |
Fabricación de accesorios, aparatos eléctricos y equipo de generación de energía eléctrica. |
336 |
Fabricación de equipo de transporte. |
337 |
Fabricación de muebles, colchones y persianas. |
339 |
Otras industrias manufactureras. |
Al hacer un análisis detallado al interior del sector industrial, se aprecian las diferencias en las ramas de la manufactura, al menos en cuanto a volumen de agua concedido. Esto obedece a la naturaleza tan heterogénea en que se compone la industria. En primera instancia, se podría hacer la observación de que no es posible comparar una rama con la otra debido a las grandes disparidades propias de cada industria. Sin embargo, el insumo que estamos analizando es el mismo e igual de importante para cualquier región, por lo que es claro identificar que hay ramas de la manufactura que consumen mucha más agua que otras; entonces, hay actividades que utilizan el agua para su funcionamiento, mientras que hay otras que la requieren como insumo de su producción. Por lo tanto, las ZM que presentan especialización productiva en estas ramas mostrarán mayores niveles de consumo de agua y, por ende, comprometerán la sostenibilidad de la metrópoli.
La gráfica 5 muestra las diferencias en los volúmenes de agua concedidos en todo el Bajío, diferido por subsector manufacturero, en donde se evidencia que la industria alimentaria (311), la industria de las bebidas y el tabaco (312), la industria del papel (322) y la industria química (325) fueron las ramas que resultaron con mayores niveles concesionados de agua. Así, aquellas ZM con perfil de especialización en estas ramas muestran una notable predisposición a un mayor consumo de agua. Veamos ahora los resultados para el 2014:
Fuente: Elaboración propia con base en datos del Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas [DENUE] 2014 (INEGI, 2022) y Conagua (2023), datos en m3 por año.
Para el 2014, los resultados en cuanto al volumen de agua en concesiones muestran similitudes en relación con el 2009, donde nuevamente la industria alimentaria (311), la industria de las bebidas y el tabaco (312) y la industria química (325) resultaron ser las de mayor demanda de agua. No obstante, para ese año la fabricación de equipo de transporte (336) fue la segunda rama con mayor volumen concesionado de agua. Al ser el Bajío una región con una destacada participación en la industria automotriz revela que una mayor concentración o especialización en estas industrias sin tomar en cuenta las medidas y regulaciones necesarias, podría comprometer el futuro de los recursos hídricos en la región.
Las gráficas anteriores muestran las diferencias que se tienen en los niveles de agua concedidos por Conagua. De acuerdo con lo expuesto, se puede afirmar que aquellas metrópolis que cuenten con una mayor participación de industrias como la alimentaria (311) y la industria de las bebidas y tabaco (312), están consumiendo más agua que el promedio del Bajío, lo que en un futuro comprometerá el crecimiento económico y la sustentabilidad de las zonas. En el siguiente cuadro se muestran las ZM con especialización en las ramas de mayor consumo de agua a nivel industrial, las cuales son: industria alimentaria (311), industria de las bebidas y el tabaco (312) e industria química (325):
311 | 312 | 325 | |||
Aguascalientes | 1.05 | Aguascalientes | 1.5 | Celaya | 1.97 |
Celaya | 1.78 | Guadalajara | 1.6 | Guadalajara | 1.7 |
Guanajuato | 1.87 | Ocotlán | 1.2 | Ocotlán | 2.18 |
Guadalajara | 1.25 | La Piedad-Pénjamo | 1.5 | La Piedad-Pénjamo | 1.2 |
Ocotlán | 1.51 | Morelia | 1.8 | San Juan del Río | 1.77 |
La Piedad-Pénjamo | 3.84 | San Juan del Río | 1.4 | ||
Morelia | 2.08 | ||||
Zamora | 4.83 |
Fuente: Elaboración propia con base en Datos de Censos Económicos 2014 (INEGI, 2021).
De las metrópolis presentadas en el cuadro anterior, para la rama 311 Industria alimentaria, con excepción de Aguascalientes y Guadalajara, el resto son las ZM más pequeñas de todo el Bajío en cuanto a población y producción bruta. Al comparar las tres ramas expuestas, que son las de mayor consumo de agua, se identifica que las ZM de Guadalajara, Ocotlán y La Piedad tienen índices de especialización en cada una de ellas, lo que las vuelve más vulnerables ante los problemas de sustentabilidad, al especializarse en actividades de alto consumo de agua y no especializarse en actividades de alto valor agregado con bajo consumo de agua. Hasta aquí, podemos decir que son las zonas con mayor desventaja de la región, veremos si esos niveles de consumo de agua se compensan con los rendimientos en productividad.
Productividad del agua industrial en el Bajío
Los indicadores de productividad parcial reflejan el rendimiento del factor utilizado y el producto generado. Para el caso de la productividad del agua, la formulación matemática se muestra a continuación.
Donde:
PCA |
:Productividad del Agua |
Volumen Agua |
:Volumen de Agua Concesionado |
VACBR |
:Valor Agregado Censal Bruto Real |
Con el indicador de la Productividad Consumo Agua (PCA), se pueden identificar aquellas ZM que generan mayor valor agregado por m3 de agua utilizada. En este caso, se esperaría que las metrópolis obtengan el mayor indicador posible; sin embargo, la ratio presentada se interpreta como el m3 de agua consumido para generar el valor agregado y, de esta manera, lo más productivo es cuando se tiene un nivel bajo del indicador PCA. Es así como las ZM que tengan un menor nivel de PCA son las más productivas en cuanto a su consumo de agua. Los resultados se exponen a continuación:
En la gráfica se aprecian claramente las diferencias entre la relación de consumo de agua y el valor agregado generado, donde se identifican las metrópolis que arrojaron el mayor indicador de PCA como las menos sustentables. Nuevamente, se refrenda lo que se ha demostrado en indicadores previos: que las metrópolis con perfil agroalimentario son las que utilizan mayor volumen de agua y generan menor valor agregado, como es el caso de Guanajuato y Morelia, mismas que, como expusimos en la sección dos, se caracterizan por presentar un perfil de especialización en la industria alimentaria (311) e industria de las bebidas (312), en tanto que las ZM con perfiles de especialización en sectores como electrónica (334) y cómputo (335), resultaron con mayores ventajas competitivas respecto a variables económicas -como la producción bruta o el valor agregado censal bruto-, pero más sustentables al momento de evaluar su consumo de agua a nivel industrial, pues resultaron con menor volumen concesionado de agua. Todo ello estaría indicando un patrón de desempeño económico y sustentable de acuerdo con el perfil de especialización de las metrópolis. Dicho perfil se resume en el siguiente apartado.
Ponderación de las metrópolis del Bajío
El cuadro 4 sintetiza los resultados de los indicadores aquí expuestos. En la parte superior se destacan las metrópolis ubicadas con mejores resultados, mientras que en el panel inferior se identifican aquellas con los resultados menos favorecedores. Al final de este ejercicio, se busca revelar las ZM del Bajío que en la actualidad tienen mejor desempeño económico y sustentable, situación que las perfila como más competitivas en términos de consumo de agua a nivel industrial y su respectivo desempeño económico.
A | B | C | D | E | |
---|---|---|---|---|---|
VACB | VACB/PO | Menor Prod.CA | Electrónica (334) | Cómputo (335) | |
INDICADORES POSITIVOS | Guadalajara | Ocotlán | León | Celaya | |
León | Celaya | SLP | Guadalajara | Guanajuato | |
Querétaro | San Luis Potosí | Celaya | San Juan del Río | Querétaro | |
SLP | San Juan del Río | Aguascalientes | San Luis Potosí | ||
Aguascalientes | Guadalajara | San Juan del Río | |||
VACB | VACB/PO | Mayor Prod.CA | Alimentos (311) | Bebidas (312) | |
INDICADORES NEGATIVOS | La Piedad | San Francisco del Rincón | Piedad | Aguascalientes | Aguascalientes |
Zamora | La Piedad | Ocotlán | Celaya | Guadalajara | |
Morelia | Morelia | Querétaro | Guanajuato | Ocotlán | |
San Francisco del Rincón | Zamora | Zamora | Guadalajara | Piedad | |
Ocotlán | León | Guadalajara | Ocotlán | Morelia | |
Piedad | San Juan del Río | ||||
Morelia | |||||
Zamora |
Fuente: Elaboración propia.
Finalmente, para cerrar esta investigación, se presenta un cuadro en el que se identifica a las metrópolis con el mejor perfil de desempeño económico y de sustentabilidad en términos de consumo de agua industrial, considerando las variables aquí expuestas. El resultado se obtuvo de la identificación de indicadores positivos (parte superior del cuadro 4) restando las apariciones en la parte inferior del mismo cuadro (metrópolis menos favorecidas). Así, las que tienen mejor perfil son aquellas que presentan un mayor número de indicadores positivos en relación con sus aspectos negativos. A continuación, se presentan las cinco metrópolis con mejor perfil, así como las menos favorecidas (ver Cuadro 5):
Más altas | Más bajas | |
1 | San Luis Potosí | La Piedad-Pénjamo |
2 | Celaya | Morelia |
3 | León | Ocotlán |
4 | San Juan del Río | Zamora |
5 | Querétaro | San Francisco del Rincón |
Fuente: Elaboración propia.
La zona con mayor calificación fue San Luis Potosí, y ello se entiende porque es la que consume menor volumen de agua con relación al valor agregado y a la producción bruta generada. Es decir, logra más “productos” con menos “insumos”. Con resultados similares se encuentran Celaya, León, San Juan del Río y Querétaro. Nótese que estas ciudades son de tamaño medio, mientras que Guadalajara, al ser la metrópoli de mayor dimensión, se comienza a diversificar hacia el sector servicios, dejando a la industria manufacturera en segundo plano en su dinámica económica. Esta situación es un proceso natural que se aprecia en ciudades grandes, como la Ciudad de México, además de que dado su tamaño surgen las denominadas fuerzas centrífugas que mencionan Fujita y Krugman (2004, p. 180).
Por otra parte, las cinco metrópolis que resultaron menos favorecidas fueron aquellas de menor tamaño, con industrias predominantemente más tradicionales y con mayor participación en actividades agroindustriales, como Morelia y Zamora. Por tal motivo, presentaron especialización en ramas de alto volumen concesionado de agua, situación que las pone en una tendencia de menor sustentabilidad hídrica, y pone en tela de juicio la idea de buscar una convergencia intrarregional en el Bajío. En esta identificación de las metrópolis con menores ventajas competitivas, además de las dos mencionadas, también se ubican las ZM de La Piedad-Pénjamo, Ocotlán, y San Francisco del Rincón.
Con lo anterior, se puede afirmar que la región Bajío es un complejo de ZM desiguales. Esas disparidades en tamaño y volumen de producción se acentúan en relación con la sustentabilidad en el consumo de agua a nivel industrial, por lo que, si se busca un desarrollo más homogéneo en pro de la región, forzosamente se deberán de incluir políticas que contemplen este elemento, en específico, para cada subsector manufacturero y en cada espacio geográfico, y no generalizar el uso consuntivo industrial de manera uniforme en todo el Bajío.
Conclusiones
El análisis del espacio geográfico dividido por zonas metropolitanas permite identificar aquellas particularidades de cada territorio, así como encontrar rasgos de identidad que nos ayuden a promover estrategias de desarrollo local más asertivas. En el presente estudio se hizo una revisión y diagnóstico de ciertas variables discutidas en la mayoría de las investigaciones sobre desarrollo económico regional, competitividad urbana, sustentabilidad, etc. Sin embargo, las aportaciones en que se incluyen análisis cuantitativos aplicados a la región Bajío son limitadas, por lo que este artículo tuvo por objeto explorar el desempeño de la productividad y consumo de agua industrial en la región Bajío en catorce ZM.
Al inicio del documento se realizó una breve discusión teórica acerca de la competitividad urbana y la sustentabilidad de las ciudades, y se enfatizó que en los análisis sobre desarrollo regional metropolitano se necesitan incorporar tanto variables económicas como ambientales, para así perfilar a las metrópolis hacia un crecimiento y convergencia interna más sostenible en el largo plazo. Sin embargo, vale la pena advertir que nunca se pretendió evaluar la competitividad ni la convergencia en sentido estricto, solo caracterizar a estas metrópolis en las variables antes mencionadas.
El Bajío posterior a la apertura comercial ha sido descrito como una región “ganadora”. Sin embargo, de acuerdo con los resultados presentados en este documento, no se puede generalizar que dicho adjetivo sea aplicable a todas las ZM que lo integran. Por un lado, encontramos metrópolis muy dinámicas con excelentes resultados en indicadores de productividad, en que domina la inversión y modernización en infraestructura tecnológica; ejemplo de estas metrópolis serían León, Querétaro, San Juan del Río y San Luis Potosí. Por el otro, encontramos metrópolis con indicadores económicos no muy alentadores para su crecimiento, donde las actividades de baja tecnología determinan los perfiles de ocupación; como ejemplo, los casos de Morelia, Guanajuato, La Piedad-Pénjamo y Zamora. Los contrastes entre estos dos grupos de ciudades del Bajío nos indica que es de suma importancia encaminar a este último grupo en una política integradora y promover un desarrollo equilibrado para toda la región, evitando o reduciendo así su divergencia y polarización interna.
De acuerdo con la desagregación del consumo de agua por tipo de industria, se identificaron los perfiles de ocupación más sustentables; es decir, aquellas metrópolis con mayor concentración en la industria electrónica y cómputo resultaron las de menor volumen concesionado de agua. Así, las ZM con especialización en estas ramas de la actividad industrial, representan una ventaja en términos de sustentabilidad en el consumo de agua a nivel industrial.
Por otra parte, aquellas metrópolis con perfiles de ocupación en industrias como la alimentaria, de las bebidas y tabaco, e industria química, fueron las de menor ventaja en términos de consumo de agua, pues resultaron ser las actividades manufactureras con más volumen concesionado, debido a que estas ramas utilizan el agua como un insumo en su producción, lo que indica que una fuerte presencia de estas ocupaciones las pone en una desventaja de competitividad y de sustentabilidad, al menos en términos de agua. En este grupo se encuentran las metrópolis más pequeñas del Bajío, que serían La Piedad-Pénjamo, Guanajuato, Moroleón, San Francisco del Rincón y Zamora.
Finalmente, con todo el análisis y los indicadores aplicados en el presente estudio, fue posible identificar aquellas ZM que representan la “punta” de esa región “ganadora”, las que se perfilan dentro de un círculo virtuoso, empujadas hacia un crecimiento más sostenible en las que su nivel de consumo de agua en el sector industrial se ve compensado con el resultado de su desempeño económico; entre estas se destacan San Luis Potosí, Celaya, León, Querétaro y San Juan del Río. Por su parte, Guadalajara se encuentra en el límite, ya que, por un lado, arroja importantes beneficios económicos, pero en términos de consumo de agua no es la más productiva, lo que en un futuro podría comprometer su desarrollo económico y sostenible.
Por otra parte, en esta misma región “ganadora” también fue posible identificar aquellos espacios que se han mantenido a la zaga y corren el riesgo de no insertarse en la dinámica general del Bajío. Esto representa un riesgo de divergencia o polarización interna, debido a que sus niveles de consumo de agua industrial no son compensados con las retribuciones económicas y de productividad. Ante ello, se remarca la necesidad de intervención mediante una política pública que favorezca las prácticas de desarrollo tecnológico en industrias con un perfil de alto consumo de agua. Las zonas a las que nos referimos serían La Piedad-Pénjamo, Morelia, Zamora, Ocotlán y San Francisco del Rincón, mismas que en la mayoría de los indicadores resultaron ser las de menor desempeño, representando así un riesgo para la sustentabilidad en términos de consumo de agua, no sólo para la industria sino para la habitabilidad en general.
Con todo lo expuesto en este documento, no queda más que sugerir la incorporación de nuevas metodologías de investigación, bases de datos y variables que caractericen mejor la realidad económica y ambiental en todas las regiones del país, en particular en el Bajío, cuya región posee un gran potencial económico y social. Si no se incorporan más estudios técnicos que contemplen variables ambientales para el diseño de políticas públicas integradoras, sustentadas y eficientes, se comprometerá el futuro de la región, así como sus recursos humanos y naturales.