1. Introducción
La Carrera de Campeche1 fue un sistema de comunicaciones y transporte que conectó los nodos portuarios del Golfo de México, sobre todo Campeche, con las rutas de comercio que se adentraban en las jurisdicciones de Tabasco, Chiapas, Guatemala y Oaxaca. Esta ruta vinculó el Atlántico novohispano con la Carrera de Guatemala. En otras palabras, fue la conexión entre los circuitos de intercambio “que progresaron en los puertos de Veracruz, Campeche y Tampico, a partir del movimiento marítimo-mercantil con España, Inglaterra, los distintos embarcaderos del Caribe y puertos de la costa este de Estados Unidos (…) [junto al] tráfico costanero que recorría los puertos y embarcaderos de Tampico, Veracruz, Tabasco, Isla del Carmen, Campeche y Sisal” (Trujillo Bolio, 2009, p. 25), y su entronque con el circuito de comercio que franqueó por el camino real que conectó a los reinos de Nueva España y Guatemala, mientras se vinculaba a los mercados globales gracias al tráfico marítimo de la Mar del Sur y los puertos caribeños de Omoa y Veracruz. Este sistema de comercio y comunicación hacia 1800 abarcó jurisdicciones novohispanas en la intendencia de Veracruz (subdelegación de Acayuca), la de Yucatán (gobernación de Carmen), la gobernación militar de Tabasco y, en parte, la intendencia de Oaxaca (subdelegaciones de Villa Alta y Nexapa). También abarcó jurisdicciones de la Audiencia guatemalteca como la intendencia de Chiapa, las alcaldías mayores de Totonicapán, Chimaltenango y Verapaz, y el corregimiento de Quezaltenango.
Esta Carrera de Campeche abarcó varias rutas que usaron las cuencas de los ríos Mezcalapa, Grijalva y Usumacinta, y los caminos de herradura y el camino real. Las principales rutas de esta Carrera fueron las siguientes: 1) desde los Altos de Guatemala, Comitán, San Fernando de Guadalupe, Palizada, La Laguna de Términos, el presidio del Carmen y Campeche; 2) desde San Juan Bautista, Teapa, Ixtacomitán y Tuxtla; 3) desde Ocuapan, remontando el Grijalva hasta Quechula y Ocozocoautla; 4) desde Ocuapan hasta Coatzacoalcos, donde seguían a Campeche o hacia Oaxaca. Estos derroteros resumen rutas identificadas en proyectos de caminería, peregrinaciones, romerías, migraciones, y se puede observar a continuación en el Mapa 1.
Fuente: elaborado por el cartógrafo Marco Antonio Hernández Andrade con indicaciones del autor. Con base en: LAL. Chiapas Collection N° 33, Box 1 Folder 12. “Informe del intendente Quentas y Zayas”, San Fernando de Guadalupe 15 de abril de 1794; AGCA. Sig. A1, Leg. 6111, Exp. 56094, “Camino de Comitán”, 1809; Leg. 167, Exp. 4891, “Representación” 1779; Leg. 6104, Exp. 55766 “Carta de Felipe Jesús Aguirre al teniente General Manuel de Carrascosa”, Jacaltenango 29 de septiembre de 1802; Exp. 55767, “Carta de Marcos Castañeda al Comisionado Felipe Aguirre” San Sebastián Coatán, 22 de septiembre de 1802; AGN. Caminos y Calzadas, vol. 18, Exp. 8 f. 145. “Plano iconográfico que demuestra la dirección y vientos de los pueblos, ríos, montes y caminos que se hallan entre los dos mares de Norte y Sur y Reino de Guatemala. Caminos y Calzadas”; Industria y Comercio, Vol. 6, Exp. 10. Carta del Capitán General Carlos de Urrutia al Virrey de Nueva España, Guatemala 3 de septiembre de 1818 “Provincias de Yucatán, Tabasco, Ciudad Real y del Petén. México y Guatemala, Industria y Comercio”; Archivo General de Indias (AGI), Plano de entradas y salidas furtivas por los Agualulcos, Mapas y Planos, México, 722 (Guillen Villafuerte 2023, p. 211; Vargas Pacheco y Ochoa, 2013, pp. 109-118).
Los derroteros revelan un sistema de transporte y comunicación, de comercio, fiscalizado y de contrabando. Su importancia radicó en facilitar el vínculo entre Nueva España y Guatemala al margen del control fiscal y de los monopolios de las élites mercantiles de Ciudad de México, Guatemala y Veracruz. En consecuencia, este artículo busca responder a las siguientes interrogantes: ¿cómo surgió la Carrera de Campeche?, ¿cuáles eran sus rutas?, y ¿cómo operó el comercio y el contrabando?
2. Panorama histórico de la Carrera de Campeche
La Carrera de Campeche se originó desde el siglo XVII. Influyeron el auge y la crisis del sistema de flotas de la Carrera de Indias, el cierre formal del tráfico novohispano-peruano en la Mar del Sur, y los enclaves británicos en el Caribe, Centroamérica y la Laguna de Términos (Macleod, 1980; Ardash Bonialian, 2019; Ruz, 2010). Así, el único canal de tráfico entre Nueva España y Guatemala, el camino real, y ocasionalmente el cabotaje del Pacífico, siguió el minué de las flotas y el monopolio del Consulado de Comercio de Ciudad de México. Con las reformas borbónicas se distendió tal sistema restrictivo con los navíos de registro y la autonomía guatemalteca, al fundar su Consulado de Comercio en 1792. Irónicamente, ello creó otro monopolio mercantil, guatemalteco, que controló la puerta al Caribe por Omoa, en Honduras.
Tal contexto afectó de varias formas. Primero, los ataques de marinos británicos o piratas obligaron a los tabasqueños a ingresar tierra adentro. Segundo, el enclave británico del Carmen se afianzó por el corte de palo de tinte y por la presencia afromestiza e indígena. Tercero, el interés y temor español del contrabando por el riesgo que suponía una alianza en su contra (Ruz, 2010; Obara Saeki y Viqueira, 2017). Cuarto, al expulsar a los ingleses en 1717, los hispanos continuaron con la explotación de flora tintórea, cacaotera, caña y ganado, robusteciendo así el crecimiento demográfico de la fuerza de trabajo. Finalmente, la consolidación de la devoción del Cristo de Tila, enlazada a su par de Esquipulas (Navarrete, 2007), cristalizando los eslabones culturales de esa región demográficamente diversa.
Lo anterior añadió una capa económica a la integración de las jurisdicciones de Chiapas, Tabasco y Yucatán. Inicialmente solo involucró el partido-región de los Ríos2 y Chiapas. Más adelante, una red de intercambios se extendió al este, a Quetzaltenango,3 en Guatemala, y al oeste, hacia Oaxaca, en la Nueva España. La expansión se impulsó por el interés de las élites provinciales en el potencial económico de la Carrera de Campeche y para poder evadir monopolios mercantiles en el comercio del Atlántico (Hammnet, 2013; Taracena, 2002).
Tal potencial también fue reconocido por los magistrados provinciales, poro ejemplo, la fundación de San Fernando de Guadalupe (hoy Salto del Agua) por el intendente de Chiapas, Agustín Quentas y Zayas. Sobre su importancia, el gobernador del presidio del Carmen (hoy isla del Carmen), Rafael de la Luz, subrayó su utilidad, ya que:
Se hace totalmente innegable las grandes ventajas, que se conseguirán, sí se habilitase a ese puerto, sin prejuicios del de Omoa para el libre comercio libre de ese reino, con el de N(ueva).E(spaña) por Veracruz, y el de la metrópolis, al paso por el de la Habana, omitiendo por ahora ocultará el fomento, que tomaría, cuando menos el comercio, y habitantes de las provincias de esa intendencia Quetzaltenango; Totonicapán con las dos Chiapas, si se les franquease el comercio por este puerto el que sostiene en el día en géneros, y frutos de Castilla […] (Gobierno del Estado de Chiapas, 1993, p. 104).
Esta perspectiva fue respaldada y complementada por los argumentos de las autoridades de la Audiencia de Guatemala indicando que “[...] al mismo tiempo halló proporciones para llenar las ideas que había concebido; a fin de a fin de dar comunicación por el río al reino de Guatemala con el de Nueva España, Provincia de Campeche, Isla del Carmen, Villa Hermosa de Tabasco, y desde estos puertos, a otros de América y Europa” (Gobierno del Estado de Chiapas, 1993, p. 81).
Al mismo tiempo, se hicieron adecuaciones de esta ruta, se condicionó al nuevo pueblo para servir como receptoría de alcabalas al estar “acostumbrada al cuatro por ciento con los llamados de entrada y salida”, como indicó la Real Audiencia en 1799 (Gobierno del Estado de Chiapas, 1993, p. 110). ¿Cuál era la ruta? El derrotero señalado por el intendente y el gobernador se observa en la Tabla 1:
Pueblo | Notas | Leguas |
---|---|---|
Comitán | 0 | |
Jotaná | 6 | |
Chaconejá | 9 | |
Ocosingo | 9 | |
Bachajón | 6 | |
Chilón | 4 | |
Yajalón | 4 | |
Tumbalá | 5 | |
Isteljá | Rancho en despoblado | 6 |
Tulijá | Rancho en despoblado | 6 |
Noapa | Rancho en despoblado | 6 |
Palenque | 6 | |
Total de leguas terrestres | 48 | |
Desde San Fernando hasta la Laguna de Chichicaste | 50 | |
Desde la laguna de Chichicaste hasta boca del río Amatitán | 19 | |
Desde este predio del Carmen hasta la boca del río Amatitán | 25 | |
Total de leguas río arriba | 94 | |
Leguas en total | 142 |
Fuente: Derrotero desde Comitán al pueblo de Palenque, y a la Playa de Catazajá para embarcarse a la Laguna, y de allí a Campeche escrito por Agustín Quentas y Zayas a la Real Audiencia de Guatemala, 18 de enero de 1794; Relación de Rafael de la Luz sobre la navegación del río hasta las puertas del Golfo, 6 de julio de 1795. En GOBIERNO DEL ESTADO DE CHIAPAS, 1993, pp. 77-78, 103-104).
El derrotero facilitó conectar el Carmen, las rutas fluviales de la cuenca del Usumacinta, el camino de los zendales y el camino real hacia Guatemala. Esa ruta se identificó gracias a los magistrados provinciales, mismos que reconocían su importancia. La geografía de esta ruta se puede observar en el Mapa 2.
Fuente: elaborado por el cartógrafo Marco Antonio Hernández Andrade con indicaciones del autor con base en Latin American Library (LAL). Chiapas Collection N° 33, Box 1 Folder 12. “Informe del intendente Quentas y Zayas”, San Fernando de Guadalupe, 15 de abril de 1794.
El reconocimiento de la ruta se tradujo en noticias sobre la llegada de productos a San Fernando, publicadas la Gazeta de Guatemala, y múltiples expedientes de alcabalas, aduanas y de juicios sobre mercancías remitidas desde Campeche, Ciudad de Guatemala y Antequera de Oaxaca. Inclusive, en sus inicios la élite guatemalteca participó de este comercio, como fue el caso de la Casa Aycinena (Vicente y José Aycinena) y sus allegados en Guatemala (Manuel Marticorena y José Gorriz) y Oaxaca (Antonio de Goytia).4 A medida que las élites regionales de Ciudad Real y Quezaltenango se beneficiaron del tráfico, los guatemaltecos se opusieron calificándolo de “contrabando desleal”. Sin embargo, finalmente reconocieron su importancia al punto que la Diputación Provincial de Guatemala mandó, entre mayo y junio de 1821, adecuar un camino a Bachajón y abrir una bodega en las playas de Catazajá (Díaz, 1930, pp. 13, 44-45, 75).
Además del comercio, la Carrera también funcionó como ruta de tránsito. A diferencia del comercio, los pasajeros seguían la ruta que partía de la isla del Carmen hasta Palizada. Ese fue el caso de la familia García Granados, procedente de Cádiz, España, la cual arribó a La Habana en 1810:
De Campeche, un buque pequeño nos llevó a la Laguna de Términos, en la Península de Yucatán. Allí en un bongo subimos por el río Usumacinta, tardando de quince a veinte días en llegar a un punto, creo denominado Playas de Catasajá, y desde allí, por malísimos caminos, y atravesando la provincia de Chiapas, vinimos a esta Capital [Nueva Guatemala]. Para una familia numerosa, como era la mía, este viaje debía estar lleno de penalidades, costar mucho dinero, y no hacerse en menos de siete u ocho meses. En efecto, no llegamos a Guatemala sino hasta enero del año de 1811 (García Granados, 2011, p. 10).
Los viajes solían ser recurrentes y eran utilizados por las élites que regresaban vía Campeche. Por ejemplo, en 1809 José Bordas, José María Beltranena y Tomás Castillo fueron detenidos por un teniente que guardaba el peaje del río Negro, cerca de Chiantla, en la jurisdicción de Totonicapán. Indicaron que “venían de Campeche con pasaporte del Sr. presidente y que no pagaban puente sino a balazos”.5 Beltranena debió regresar a Campeche, pues en 1810 residía allí y era apoderado por Manuel Tejedor.6
La ruta de Comitán-San Fernando fue de las más usadas para el tránsito, pero no la única. En 1831, el abogado Tomás O’Horan y Argüello viajó con su esposa Gertrudis Escudero y familia, ocho hijos e hijas. Salían exiliados de la Federación Centroamericana debido a la gestión del abogado como oidor y su respaldo a los centralistas en la Guerra Federl (1826-1829). La familia viajó por Ciudad Real, San Juan Bautista y Campeche (Erosa Barbachano, 2005, p. 26). Esta era una de las rutas más usadas para conectar Ciudad Real y Villahermosa, como se verá en el siguiente apartado.
3. Derroteros de tráfico y tránsito
¿Qué derroteros se usaron en la Carrera de Campeche? Las fuentes permiten identificarlos, además de lo señalada arriba. De acuerdo con Ruiz Abreu, las rutas fluviales de los ríos Seco y Grijalva conectaron con la salida al mar. “Cunduacán, San Antonio del Río Seco, Jalpa y Nacajuca, [aprovechaban] al máximo el río Grijalva y sus afluentes” (Ruiz Abreu, 2002, p. 43). Usando los ríos se llegaba a San Juan Bautista o Villahermosa, desde donde se “iba de Huimanguillo a Quechula e interconectó a Teapa e Ixtacomitán para llegar a Tuxtla” (Ruiz Abreu, 2002, p. 43).
Este recorrido era reconocido provincialmente. En 1801, el teniente de justicia de Ocuapan, Domingo de Valcárcel, remitió un informe como parte de su propuesta de apertura de camino entre ese pueblo de la Chontalpa y el istmo de Tehuantepec. En el mismo incluyó un mapa en cuya leyenda señaló que:
[…] El camino que transitan las gentes de Tabasco, y Ocoapan con sus cargamentos de cacao, pita floxa, y otros efectos que producen aquellas partes, es por el rio arriba de los Naranjos (que tiene tres leguas de mal paso, donde es necesario descargar las canoas, y experimentan varios atrasos) buscando el sur hasta el Pueblo de Quechula, Reyno de Guatemala donde se desembarcan, y en hombros de Yndios, conducen los. efectos hasta el pueblo de Ocosocoutla, que queda al este de Tehuantepeque [...] tienen que caminar los de ambos comercios para sus negociaciones ciento setenta y ocho leguas con infinitésimos trabajos, pérdida de intereses y ensurronamiento de cacao en Ocosocoutla y esperas de mulas, y por estas causas demora de días considerables7.
Es interesante observar que Valcárcel señale la importancia para los tabasqueños de la ruta que seguía el sendero del río Grijalva. En el “Mapa del río Grande de Chiapa”, localizado en el Archivo General de Indias (AGI), Fondo Mapas y Planos-Guatemala, 318 bis, destaca cómo el curso del río Grande o Chiapa sirvió tanto como raya limítrofe entre jurisdicciones y como derrotero interprovincial. En el mismo se observa la cercanía de Ocuapan con Huimanguillo, situado a la vera del río Chiapa y pasando por el pueblo de Sayula hasta Quechula, Chicoasen hasta Chiapa.8
Sabemos por los registros alcabalatorios de Tabasco que esta ruta fue de las más usadas. Como refiere Ruiz Abreu “El tráfico de esta ruta fue constante según los registros de productos localizados en los libros reales de alcabalas de las provincias vecinas y en las guías de las mismas” (Ruiz Abreu, 2020, p. 43). Precisamente esa era la ruta propuesta por el capitán general Carlos Urrutia en 1818 para fundar una feria en Tonalá y conectarla al Caribe. Tal iniciativa se acompañó de un mapa que señaló una ruta que seguía las montañas zoques y el río Tacotalpa. Haciendo un acercamiento al mismo9 se observa el sendero entre Villahermosa y Tuxtla.10 Luego del largo viaje, una vez en Chiapas, en Ocozocoautla, el camino entroncaba con la Carrera de Guatemala.11
Para el tráfico entre Villahermosa y Ciudad Real se usó el río Grijalva, así como dos rutas que aprovechaban sus tributarios. Estas rutas quedan resumidas a continuación en la Tabla 2.
Ruta 1 | Ruta 2 |
---|---|
(ruta Tapijulapa-Huititiupán) | (ruta Teapa - zoques) |
Villahermosa | Villahermosa |
Río Tapijulapa | Río Teapa |
Tapijulapa | Tapilula |
Oxolotlán | |
Pueblos de Huitiupán | Jitotol |
Simojovel | |
Huixtán | Huixtán |
Chamula | Chamula |
Ciudad Real | Ciudad Real |
Fuente: Ruiz Abreu, 2002, p. 43; Obara y Viqueira, 2017, p. 595; Torres Freyermuth, 2022, p. 88.
Lo anterior permite reconsiderar la importancia del tráfico entre Tabasco y Chiapas para la Carrera de Guatemala por la ruta del río Grijalva y cuestionar el desuso portuario de Quechula. Aunque es factible que sí fuese desplazado por la atención de la ruta isla del Carmen-Salto del Agua (Guillén Villafuerte, 2023, p. 218).
4. Los suelos alcabalatorios
También podemos dimensionar el alcance de las rutas descritas a partir de los suelos alcabalatorios que las atravesaban. ¿De qué se trataba? El suelo alcabalatorio venía a ser una región fiscal; es decir, un determinado espacio que estaba dividido por las autoridades reales “en una administración y ésta a la vez en receptorías y sub-receptorías” (Ruiz Abreu, 2002, p. 44). El objetivo era controlar la recaudación de alcabalas de sus jurisdicciones. Así, ubicar las receptorías permite reconstruir las regiones fiscales y el origen y/o destino de las mercancías. Veamos cuáles serían las que concatenaron con las rutas.
En la Gobernación de Tabasco, su epicentro fue la Real Aduana de San Juan Bautista. Subordinadas tenía las receptorías de Nacajuca, Jalpa, Cunduacán y San Antonio de los Naranjos, al noroeste dentro de la jurisdicción de la Chontalpa; en el sur, las de Jalapa, Tacotalpa y Teapa; y al suroeste Macuspana, en el partido de la Sierra. Esta distribución se concatenó con las tres rutas señaladas.
En lo que sería luego la intendencia de Chiapas (1786), la Real Aduana se ubicó en Tuxtla desde 1777. Su jurisdicción abarcó Tuxtla, Ciudad Real, Soconusco y los Altos de Guatemala (Totonicapán, Quezaltenango, Suchitepéquez) (González Alzate, 2015, pp. 116-117). Así fue hasta 1801, cuando se mudó la sede a Ciudad Real por el auge del tráfico de Salto del Agua. En esa fecha el suelo alcabalatorio chiapaneco abarcó 18 receptorías y dos comisarías (Mapa 3), y dos más hacia 1820 (Guillén Villafuerte, 2023, p. 212).
Fuente: elaborado por el cartógrafo Marco Antonio Hernández Andrade con indicaciones del autor. Con base en AGCA. A.3. Leg. 146. Exp. 1721. Guías de la administración de Tuxtla; Exp. 1718. Tornaguías de la receptoría de Tuxtla.
El suelo puede dividirse en cuatro subregiones. Por la cuenca del Grijalva-Chiapas y las montañas zoques (Pichucalco, Ixtacomitán, Quechula, Tecpatán, Bochil, Chiapa, Tuxtla), el Usumacinta (Ocosingo, Chilón, San Fernando, Palenque), la depresión central (Ocozocoautla, Suchiapa, San Bartolomé de los Llanos, Socoltenango, Comitán), y la costa del Pacífico (Tonalá, Escuintla, Tapachula). Observando las dos primeras, se advierte la fiscalización de las rutas de la Carrera de Campeche. En tanto las dos últimas, que abarcaron desde Tehuantepec hasta Guatemala, fiscalizaban la Carrera de Guatemala.
Finalmente, en los Altos de Guatemala el suelo alcabalatorio era partícipe de la Carrera. Lugares como Cuilco, en la entrada fluvial del río homónimo, Chiantla, Huehuetenango, Momostenango y Totonicapán enlazaban Comitán con las cabeceras de Totonicapán y Quezaltenango.12 Asimismo, hacia el oeste, en Nueva España, el suelo alcabalatorio oaxaqueño que abarcó el istmo, la sierra zapoteca y los valles centrales, también se vinculó con el tráfico campechano, como se verá más adelante.
El traslape entre rutas y suelos se refleja en el origen y registro de los pases y guías de alcabalas que aprovecharon el devenir de los ríos Grijalva y Tacotalpa, que revisaremos de forma exploratoria para el año 1800. Como se observa en el Mapa 4, en la receptoría de Ixtacomitán se corrobora su relación con Villahermosa, Tuxtla y Antequera. Ciertamente, esa ruta iba de la mano con las descritas arriba, además de vincularse a la Carrera de Guatemala al recibir productos desde Oaxaca.
Fuente: elaborado por el cartógrafo Marco Antonio Hernández Andrade con indicaciones del autor. Con base en AGCA. A.3. Leg. 143. Exp. 1686. Tornaguías de la receptoría de Ixtacomitán; Leg. 150. Exp. 1777. Tornaguías de la receptoría de Ixtacomitán; Leg. 155, exp. 1834. Tornaguías de la receptoría de Ixtacomitán.
Una situación similar ocurrió en la comisaría de Pichucalco, que se observa en el Mapa 5. La diferencia fue que este último se conectó más a Tabasco, Oaxaca e, incluso, Veracruz. En ese sentido, tal poblado funcionó como puerta a Chiapas por la ruta del Grijalva. Asimismo, que Tonalá integrase su suelo fiscal corrobora el interés de conectar ese pueblo con el Caribe.
Fuente: elaborado por el cartógrafo Marco Antonio Hernández Andrade con indicaciones del autor. Con base en AGCA. A.3. Leg. 151. Exp. 1786. Tornaguías de la Comisaría de Pichucalco.
Las receptorías de los valles centrales (Ocozocoautla, Socoltenango, San Bartolomé y Chiapas) entroncaban con la vera del río Grijalva y el camino real. Siguiendo el Mapa 6, en Ocozocoautla confluyeron flujos mercantiles de Tabasco y Oaxaca corroborando las nociones geográficas de los proyectos de Valcárcel y Urrutia. Además, allí era la verdadera garganta de este Reino al converger el camino real de la Nueva España y la Carrera de Campeche.
Fuente: elaborado por el cartógrafo Marco Antonio Hernández Andrade con indicaciones del autor. Con base en AGCA. A.3. Leg. 144 Exp. 1697, 1698, 1700 Tornaguías de la receptoría de Ocozocoautla.
Ciertamente, tanto Socoltenango como San Bartolomé de los Llanos (Mapa 7) también participaron en esa dinámica. Estos se distinguen, ya a pesar de experimentar continuas debacles demográficas, al estar en el antiguo camino real mantuvieron su conexión a los Altos de Guatemala y, en especial, Quezaltenango.
Fuente: elaborado por el cartógrafo Marco Antonio Hernández Andrade con indicaciones del autor. Con base en AGCA. A.3. Leg. 145, exp. 1707, 1709, 1710, Tornaguías de la receptoría de San Bartolomé de los Llanos.
Naturalmente, los suelos de los pueblos del antiguo camino real llegaron hasta la capital del Reino de Guatemala. Así, en las receptorías coincidían los flujos de comercio usaban el camino real Nueva España-Guatemala y daban forma a la Carrera de Guatemala. Pero no eran los únicos nodos fiscales, de ello eran partícipes también las receptorías de Ciudad Real (Mapa 8) y Comitán (Mapa 9), vitales también para la salida hacia el Golfo de México.
Fuente: elaborado por el cartógrafo Marco Antonio Hernández Andrade con indicaciones del autor. Con base en AGCA. A.3. Leg. 145 Exp. 1711, Tornaguías de la Receptoría de Ciudad Real; Leg. 146 Exp. 1717, 1719. Alcabalas de la Receptoría de Ciudad Real.
Aunque en los libros de alcabalas de 1800, en la receptoría de Ciudad Real no hay registros de ingresos desde San Fernando de Guadalupe, ello no significa su inexistencia. Como se verá más adelante, desde ese año el flujo mercantil con Campeche aumentó y se regularizó. Ciudad Real y Comitán fueron receptorías vitales para las rutas que serpenteaban las montañas zoques y mayas y conectaban con los Altos de Guatemala. Así, las guías y permisos de tránsito corroboran la vital conexión de esos nodos con las jurisdicciones de Totonicapán, Quezaltenango y la capital del Reino.
Fuente: elaborado por el cartógrafo Marco Antonio Hernández Andrade con indicaciones del autor. Con base en AGCA. A.3. Leg. 145. Exp. 1713, 1714, 1715, 1716, Tornaguías de la receptoría de Comitán.
En ambos mapas, es clara la conexión entre Ciudad Real y Villahermosa a través de Simojovel (Chiapas) y Tacotalpa (Tabasco). También la vinculación al partido de los Ríos a través de la receptoría de Ocosingo y la comisaría de Chilón, antesala de San Fernando de Guadalupe y Palenque.
Los datos de las receptorías confirman las rutas hacia Tabasco (y Campeche) y el papel de Pichucalco y Ocozocoautla como las puertas del reino de Guatemala. Aunque esta reconstrucción de los suelos sea exploratoria, se corrobora la importancia del río Grijalva para vincular el Caribe por las rutas de Ixtacomitán y Simojovel. Destaca que las rutas que conectaron por el Grijalva confirman su preferencia para enlazar al reino de Guatemala a las plazas novohispanas tabasqueñas, oaxaqueñas e, incluso, veracruzanas.
Es evidente el rol fiscal de pueblos de los valles centrales chiapanecos (Socoltenango, San Bartolomé de los Llanos) y su vinculación con los Altos de Guatemala. Además, se confirma el rol de Ciudad Real y Comitán en enlazarse con Quezaltenango, plaza que articuló económicamente a las jurisdicciones de Suchitepéquez, Sololá y Chimaltenango. Eso permite cuestionar seriamente la tesis de un pobre comercio entre Chiapas y Guatemala esgrimida por las élites chiapanecas de inicios del siglo XIX (Gutiérrez Cruz, 2009, pp. 133-139; Vásquez Olivera, 2018, pp. 57, 78).
5. Comercio y contrabando
¿Cómo funcionó el comercio de la Carrera de Campeche? El tráfico en el área es muy antiguo. Se remonta a los siglos VII y VIII con el uso que le dieron los “reinos” mayas al curso de las cuencas del Mezcalapa, Usumacinta y Grijalva para mover productos manufacturados, cazados o cosechados. De esa forma se enlazó el comercio fluvial con el terrestre de la Sierra Madre que atravesó los Altos de Chiapas y Guatemala, algo aprovechado en el posclásico por población mayecese y nahua. Por ende, no fue casual que las mismas rutas fuesen usadas por los castellanos (conquistadores, religiosos y burócratas) entre los siglos XVI y XVII (Obregón Rodríguez y Liendo Estuardo, 2016; De la Torre, 1982; Moreno Amador, 2013, pp. 1151-1154). Como ya se mencionó, la Carrera de Campeche hunde sus raíces en los enclaves británicos del siglo XVII por el contrabando, y luego fiscalizado por los españoles. Ese comercio se fortaleció con el Reglamento de libre comercio (1778) que elevó a Campeche como puerto secundario robusteciendo su tráfico costanero en el Golfo de México (Mezeta Canul, 2019, p. 96, Trujillo Bolio, 2019, 183-191).
Una dinámica afincada en el contrabando, también se observa en el ramal más oriental de la Carrera. Entre el Coatzacoalcos y el Papaloapan:
[…] El conjunto de cuencas que provenientes de las tierras altas oaxaqueñas se reúnen al descender a la costa veracruzana hace posible que una vertiente del caudal del Caxonos, sin olvidar el que sigue su curso al norte bajo el nombre de río Papaloapan, corra hacia el este imitando en su recorrido una suerte de herradura que atravesaba la provincia de Acayucan, encontrando en el puerto interior de San Juan Michapa la oportunidad de intercambiar la grana de los mixes y mixtecos por los productos que a este embarcadero fluvial arribaban de Tabasco, Chiapas o Campeche, además de los que producía la propia región. (Alcántara, 2016, p. 87).
Gracias a ello, el sotavento veracruzano se articuló con el tráfico del Atlántico novohispano, Carrera de Guatemala y el contrabando interprovincial. Según Alcántara, esas “rutas invisibles” permitían el intercambio de productos “de la tierra” por otros de origen atlántico (Alcántara, 2016, p. 89). Además, ciertos partidos, como los Agualulcos, participaron de ese tráfico mientras afianzaban el contrabando con las jurisdicciones de Chiapas y Oaxaca, como fue denunciado en “Plano de entradas y salidas furtivas por los Agualulcos”.13
¿Cómo funcionó el contrabando? Según Alcántara, fue una práctica institucionalizada sostenida por “la participación directa de autoridades y de reconocidos miembros de la sociedad española local” (Alcántara, 2016, p. 92). Para funcionar fueron vitales las redes sociales entre alcaldes mayores y otros burócratas provinciales y sujetos subalternos (negros, afromestizos, indígenas), comerciantes y extranjeros que les dieron un carácter “internacional” incluyendo enclaves británicos en la Isla de Carmen y el Gran Caribe.
Tal era el caso de Pedro Zavaleta, un magistrado de Chiapas bien posicionado y vinculado a Tabasco, que se dedicó a comerciar entre Chiapas y Campeche y traficar cacao con los británicos hacia 1714 (Obara Saeki y Viqueira, 2017, pp. 103-110, 570). No fue el único. Casos interesantes fueron las participaciones de una parte de la población indígena local que guio, ayudó y trabajó para los británicos en sus ataques o en el corte de palo de tinte. Claro, no todos eran partícipes, ya algunos fueron capturados y enviados como esclavos a Jamaica. Así, los magistrados españoles arqueaban las cejas sobre la “naturaleza traidora” de los indígenas que, llegado el caso, preferían colaborar con piratas a contribuir a su expoliación fiscal (Ruz, 2010, pp. 122-123, 125). Por ello, pese a la expulsión británica y la fundación del presidio del Carmen, entre 1717 y 1724, el pasado contrabandista no se borró de la percepción de poderosos, como el hacendado Francisco Jiménez, para quien la población de Jonuta era contrabandista, explicando su destrucción dos veces (Ruz, 2010, p. 128).
Ese prejuicio de Jonuta se atribuyó también a Palizada, refugio de afrodescendientes e indígenas14 que huían de las haciendas cacaoteras tabasqueñas o del corte de maderas desde otras jurisdicciones.15 En Palizada, la mayoría de población indígena procedía del partido de Ríos y Palenque, además de afrodescendientes desde la Isla del Carmen (Torras, 2012, p. 44). La misma dinámica se repitió en Playas de Catazajá, Palenque y San Fernando (Torras, 2012, pp. 47-48). Gracias a demografía refugiada, la región de los Ríos y la región ch’ol sostuvieron una base humana vital para el comercio y contrabando experimentando importantes transformaciones socioeconómicas, como ha estudiado Andrade y Mejía (2015, pp. 106-116) y Fenner (2020, pp. 51-132).
Así, la cuenca del Usumacinta era un área de refugio y alta rentabilidad. Por su carácter semi-selvática, su población fue “una excelente clientela para los artículos de los hispanos contrabandistas, que a través de los ríos y las selvas habían montado un lucrativo negocio donde fluían, de ida y vuelta mercancías de Tehuantepec, Veracruz, la ciudad de México, Guatemala, España, Nueva Orleáns, Inglaterra y Holanda” (Ruz, 2010, p. 133).
Paulatinamente, ese contrabando fue reemplazado por el tráfico fiscalizado. Es ejemplar cómo en la cuenca del Usumacinta al fundarse San Fernando de Guadalupe (1795) se instaló una receptoría de alcabalas. Ello se hizo en el contexto del primer permiso para comerciar con naciones neutrales (1797-1799), facilitando la introducción legal de mercancías antes consideradas prohibidas (Palma, 2007; Mezeta Canul, 2019, pp.101-127; Trujillo Bolio, 2019: 179-182). Así, se robusteció un flujo de comercio de textiles importados hacia las principales capitales provinciales de la Carrera (Villahermosa, Ciudad Real, Tuxtla, Quezaltenango, Nueva Guatemala, Oaxaca) que continuó con altibajos entre 1800 y 182016 que acentuaron su control usando de pólizas de seguros.17 Gradualmente de ese tráfico se beneficiaron pobladores y viandantes indígenas de Chiapas y Totonicapán (Huehuetenango) que, al no pagar la alcabala, podían evadir el fisco consolidando el comercio interprovincial, hasta que la frontera nacional atravesó sus rutas mercantiles en 1826 (Guillén Villafuerte, 2023, pp. 213-214; Torres Freyermuth, 2022, pp. 111-113, 135-141).
Las guerras europeas influyeron en el auge del contrabando. Durante las guerras españolas con Inglaterra y Francia, las limitaciones al tráfico transatlántico derivaron en que el tráfico entre Veracruz y Campeche se intensificaran, en especial durante las oportunidades de comerciar con naciones neutrales (Trujillo Bolio, 2009, pp. 52, 54-55) y fue así que regresó el contrabando (Canul, 2019, p. 136).
En Campeche, estas limitaciones se traducían en una baja recaudación fiscal y la fuga o monopolización de numerario por el contrabando y los comerciantes (Canul, 2019, p. 220). Así que, durante el contexto gaditano, las élites peninsulares campechanas impulsaron proyectos para abrir el puerto de Sisal, erigir un Consulado de Comercio y quitar las trabas para facilitar el tráfico con las provincias vecinas (Mezeta Canul, 2019, pp. 140-145). Así, desde 1814 hasta 1821, Yucatán tuvo plena autonomía mercantil autorizando el tráfico con varios mercados (Mezeta Canul, 2019, pp. 145-146).
Ese auge mercantil benefició a los comerciantes de Ciudad Real, Tuxtla e incluso de Antequera. Un beneficiado inesperado fue la élite quezalteca que afianzó su enlace con la Carrera de Campeche a través de Ciudad Real, Comitán e incluso Tabasco (Taracena, 2002, pp. 40-43). Así, los altenses tuvieron una salida al mar sin depender de Omoa y el control del Consulado de Comercio de Guatemala. Ciertamente, ello irritó a los comerciantes guatemaltecos, que plasmaron su inconformidad en los Apuntamientos sobre la agricultura y comercio del Reyno de Guatemala para el año de 1811, redactado por su intelectual, José María Peinado (Bonilla, 2015, pp. 51, 56). Este documento, respaldo documental de su diputado en las Cortes de Cádiz, Antonio de Larrazábal, indicó que:
Las introducciones se hacen por el Puerto de Villahermosa, en la Provincia de Tabasco, las más de ellas igualmente fraudulentas, se elaboran en cadena de giro, que circulando progresivamente de mano en mano, constituye una base de comercio sobre que estriba el 2° orden de ese ramo compuesto de mercaderes con tiendas más o menos surtidas en la Capital y demás Cabeceras de Partidos, así como de viandantes, que andan por todas partes acechando las ocasiones de proveerse de anchetas a todo trance y riesgo (Taracena, 2002, p. 42).
El gobierno colonial buscó imponer un control sobre dicha situación al requerir pólizas para la introducción de mercancías desde Salto del Agua. De esa forma, la élite guatemalteca intentó mantener su monopolio mercantil y no dejar que provincianos o, incluso, viandantes les desplazaran. No obstante, para 1820, debieron adaptarse al “contrabando desleal” y conciliar intereses con el contrabando británico de Belice y Honduras (Palma, 2007, pp. 125-127). Pese a ello, el contrabando se afianzó como mecanismo de comercio ante las crisis bélicas, políticas, climáticas y alimentarias de inicios del siglo XIX (Arrioja, 2019; Trujillo Bolio, 2019, p. 243).
6. El nervio de la Carrera: las mercancías traficadas
El tráfico de mercancías fue el nervio de la Carrera de Campeche. Pero, ¿qué mercancías? Identifiquemos las principales mercancías exportadas hacia el Atlántico novohispano desde el Papaloapan hasta el Usumacinta, y rastrearemos el destino de las mercancías importadas y consumidas en las plazas de Guatemala, Chiapas y Oaxaca.
Las exportaciones dependían de las provincias integrantes de las Carrera, ya que cada una se vinculó con productos particulares. En la parte más oeste, donde se enlazaban las cuencas del Coatzacoalcos y Papaloapan se intercambiaba sal, grana de Villa Alta y Nexapa, añil, algodón, cueros, cacao, tabaco, arboladuras, vainilla o maíz (Alcántara, 2016, p. 89). En los Agualulcos se traficó cacao chiapaneco o tabaco de corral enviado por el río Naranjo hasta la barra del Coatzacoalcos y Campeche, o bien a Villa Alta, en Oaxaca.18 Por otra parte, en los espacios de las rutas de la cuenca del Grijalva, que abarcaron desde Villahermosa hasta Ciudad Real, se producía miel, aves de corral, ganado cimarrón y doméstico, palo de tinte y maderas preciosas (Ruz, 2010, pp. 129-134). Tampoco se puede olvidar que gracias a la vinculación a Chiapas ocasionalmente se exportaba ganado mular a Yucatán, que no tenía los espacios necesarios para su crianza (Pérez-Mallaína Bueno, 1978, p. 47).
Como se ha mencionado, una de las principales exportaciones fue el palo de tinte, que se explotó sistemáticamente desde la ocupación británica en la Laguna de Términos. Conforme se consolidó la población indígena y afromestiza, la caña de azúcar se volvió un producto redituable gracias a trapiches que transformaban la caña en paquetes de panela. También es importante no olvidar la importancia que tenía la cosecha y comercio de especias como la pimienta de Tabasco19 y, además, no debe olvidarse la relevancia de la producción y exportación del cacao en las cuencas del Grijalva y del Usumacinta.
El cacao fue el rubro más redituable para 1800. El visitador general del partido de los zendales, Felipe Solís, informó que en San Fernando tenían sembrados “9,570 árboles de cacao entre chicos y grandes”, elogiando dicha producción que, según él, “no se comparaba con la producción de otras jurisdicciones de la Intendencia” (Gobierno del Estado de Chiapas, 1993, p. 112). Otras áreas también producían el grano, como las haciendas en la cuenca del Mezcalapa en la Chontalpa. De hecho, estas fueron identificadas en el mapa ordenado por el gobernador de Tabasco, Miguel de Castro y Araoz, en 1803 (Figura 1).
Fuente: Plan de Tabasco comprendido entre la línea de división-COYB.TAB.M47. V1.0011. Biblioteca Digital Mexicana A.C., Mapoteca Manuel Orozco y Berra.
La producción cacaotera del Mezcalapa se extendía hacia el partido de Ixtacomitán, Chiapas. Como fue señalado por José Luis Ramírez Nárez, allí hubo intereses de comerciantes tabasqueños y oaxaqueños que recibían el grano usando las rutas fluviales (Coneculta, 2021). En la parte más oriental de la Carrera, en Quezaltenango, se recibían mercancías procedentes de las distintas rutas como se observó en el análisis de las receptorías. Algunas de esas mercancías recibidas las podemos observar en la Tabla 3:
Lugar | Producto |
---|---|
Campeche | Cera, royales finas, vino |
Ciudad Real | Azúcar, cacao, petates, cera, vacas, calcetas |
Comitán | Cacao, panela, colchas, lana, petates chapanecos |
Habana | Cera, aguardiente |
Ocosingo | Panela |
Palenque | Hijo jocoque |
San Bartolomé del Llano | Sillas ginetas, cera blanca |
Socoltenango | Sebo |
Tabasco | Cacao, ropa, sebo, tinta, cera, canela |
Tuxtla | Cacao, chile, algodón, pita, hijo jocoque, cerdos, panela |
Usumacinta | Cacao |
Villahermosa | Hijo jocoque, acero, pimienta, canela, royal, casimir, bretaña, tijeras, paño, pimienta, loza |
Fuente: González Alzate, 2006, pp. 12-14.
La llegada de esos productos no era casual debido a la presencia de comerciantes originarios de Ciudad Real, Oaxaca y Campeche (González Alzate, 2015, p. 101). ¿Qué productos del Caribe y el Atlántico se recibían en el resto de regiones de la Carrera? Por ejemplo, en el sotavento veracruzano y los Agualulcos se recibían aguardiente, telas finas, azogue, azúcar, armas, herramientas, libros, pólvora y, ocasionalmente, esclavos (Alcántara, 2016, p. 52).
En tanto, en la región de los Ríos de Tabasco-Chiapas, la importación se consolidó gracias al consumo de enseres, lencería, textiles, herramientas de trabajo agrícola, orfebrería, retratos de santos (Ruz, 2010, pp. 129, 134). Gracias a ello, en Ciudad Real se recibía pita, hierro, vino, herramientas, pedernales, textiles, aceite, vinagre, lencería, papel y algodón, que eran solo algunos de los productos que pasaban por la capital chiapaneca.20 ¿Hasta dónde llegaban esas mercancías? Veamos un caso a modo de ejemplo.
En la Gazeta de Guatemala se informó que el 4 de noviembre de 1800 llegó a San Fernando de Guadalupe un bongo destinado al chiapaneco Miguel Gutiérrez con un cargamento de “Piezas de royales 500; Iden de bretaña angosta contrahecha 500; iden churlas de canela superior 7; iden resmas de Papel 100; iden un tercio de cera; iden dos caxones y seis baules de tejidos de seda; iden botijuelas de azeite 24”.21 Gutiérrez era un viandante oriundo de Tuxtla que solía viajar a Ciudad Real, aunque en esa ocasión, teniendo sobrantes, decidió venderlos en Antequera, donde fueron confiscados en febrero de 1801, debiendo esperar un mes para extraerlos y venderlos hasta la Ciudad de México, donde nuevamente fueron decomisados por sospecha de ser contrabando.22 Ese caso da cuenta del alcance de las mercancías desde la Carrera de Campeche hasta la capital novohispana.
En general, los cargamentos fueron en su mayoría textiles europeos (especialmente españoles y británicos), así como vino de Málaga, tercios de papel, herramientas de metal, aceite español, cera blanca, churlas de canela, etc.23 Varias de esas mercancías anuncian el impacto de la Revolución industrial a través de textiles manufacturados. Un análisis detallado del tipo de telas corresponderá a otro estudio. Por ahora solo consideremos subrayar ¿cuál era el valor de las mercancías introducidas? Una revisión panorámica de cuatro casos de Oaxaca y dos de Chiapas ofrecerán una noción de ello.
En septiembre de 1800, Francisco Ruiz de la Peña pretendió introducir productos con guía de Campeche, entre lo que se contaban algunos de origen inglés valuados en un total de 19,907 pesos con 5 reales. Luego de un desglose, los productos ingleses se valuaron en alrededor de 4,310 pesos 1 1/2 reales, lo que equivalía a un 22% de productos considerado de contrabando. Al año siguiente, en marzo, Eugenio Carvallo, viandante y vecino de Campeche, solicitó permiso para introducir su mercancía en Oaxaca. El valor de los productos era de 6,384 pesos y 1 3/4 reales.24 En 1805 se registró una introducción de productos de Campeche por vía de Tabasco, valuados en 2,619 pesos25 y, el mismo año, se intentó introducir mercancía desde Villahermosa, valuadas primero en 8,328 pesos y, luego, en 9,503 pesos tres reales, pero cuyo monto real fue de 22,298 pesos, de las cuales 2/3 eran contrabando inglés (Hensel, 2012, p. 378-380).26 En 1811 se realizaron dos introducciones más, estando una valuada en 6,621 pesos y 6 reales27. Por otra parte, en Ciudad Real, el registro de productos introducidos desde Tabasco y Campeche en 1806 se elevó hacia 6,353 pesos28 y, para 1814, en 3,581 pesos.29
Considerando lo anterior, el promedio del valor de las introducciones mercantiles por la vía de la Carrera de Campeche solía ser de 7,237 pesos. Tal promedio no era despreciable y solo resultó opacado cuando se intentó contrabandear productos ingleses, ya que eran casos cuando se alteraron los montos de las mercancías. No está por demás indicar que los mismos se dieron entre 1800 y 1805, correspondiendo a la etapa de comercio con naciones extranjeras neutrales a fin de evadir los bloqueos portuarios (Trujillo Bolio, 2019, p. 185).
Conclusiones
El destino final de la Carrera de Campeche será objeto de otro texto que puntualice la vicisitudes políticas, económicas y bélicas que influyeron en su decadencia. Por el momento, baste señalar que la regionalización de la política en el marco de las luchas republicanas entre el federalismo y centralismo, las guerras civiles que suscitó y la invasión norteamericana (1846-1848), fueron las principales causas que llevaron a su decadencia y virtual olvido institucional y por parte de las élites mercantiles.
Partiendo de lo analizado, podemos extraer varias conclusiones. En ese sentido, la Carrera de Campeche fue un circuito mercantil y de tránsito anfibio que integró rutas fluviales y terrestres que permitieron afianzarse entre los siglos XVII-XIX, con raíces de larga duración. Segundo, la articulación de esas rutas descansó en la rentabilidad económica de las jurisdicciones que integró (Campeche, Tabasco, Oaxaca, Tuxtla, Soconusco, Chiapas, Totonicapán y Quezaltenango). Gracias a esta integración se pudieron integrar circuitos de mayor alcance como el Atlántico novohispano, el Gran Caribe y la Carrera de Guatemala.
Las principales rutas utilizadas aprovecharon las cuencas fluviales de los ríos Mezcalapa, Grijalva y Usumacinta, y parcialmente las del Coatzacoalcos y Papaloapan. Estas se identificaron a través del análisis de datos fiscales, judiciales y de proyectos de caminería. Estas fueron: 1) la que conectó los Agualulcos y el sotavento con Oaxaca y Chiapas; 2) la que partió desde Tabasco y aprovechó el río Grijalva, convertido en el Chiapas hasta Quechula; 3) tres rutas que vinculaban San Juan Bautista/Villahermosa hasta Tuxtla y Ciudad Real, aprovechando los ríos Teapa y Tacotalpa, los caminos zoques y de Huitiupán; 4) finalmente, la que inició desde la isla del Carmen hasta llegar a San Fernando de Guadalupe.
Otro factor que corrobora la existencia de estas rutas fue la fiscalización de las mismas, reflejadas en los datos contenidos en las guías de alcabalas que han permitido reconstruir los suelos alcabalatorios de Tabasco, Chiapas, Oaxaca, Totonicapán y Quezaltenango. Huelga señalar que cada uno operó de forma independiente según su jurisdicción teniendo como factor común el tráfico y tránsito de productos procedentes desde Campeche o del tráfico costanero y marítimo ligado a dicho puerto. Gracias a esa reconstrucción geo-fiscal, se corroboró tanto la vitalidad de la Carrera de Campeche, como su entronque con la de Guatemala.
Al analizar los suelos, se corroboró que ciertas receptorías como Pichucalco y Ocozocoautla fueron las puertas mercantiles entre Nueva España y Guatemala, desde Tabasco y Oaxaca, respectivamente. Asimismo, se pudo comprobar la huella del comercio entre Chiapas y Guatemala en las receptorías de la depresión central chiapaneca, además de la importancia del flujo comercial entre Ciudad Real y Comitán con los Altos de Guatemala. Esto último permite desafiar las nociones económicas de las élites chiapanecas para justificar su anexión a México y supuesto aislamiento de Guatemala, siendo un discurso que permeó en la historiografía.
Por último, al analizar comercio mismo (tanto contrabando como fiscalizado) se demostró su dual importancia y como funcionaron de forma paralela y quizá hasta complementaria. En ese sentido vital lugar tuvieron los distintos actores involucrados (británicos, indígenas, afromestizos, magistrados y hacendados españoles). En esa dinámica, la producción y comercio de productos “de la tierra” -palo de tinte y el cacao- permitió dinamizar la economía de las regiones y facilitar la articulación de intereses de comerciantes de provincias circunvecinas. A cambio de ello, entraban mercancías del Atlántico novohispano creadas en el marco de la Revolución industrial, como textiles y manufacturas de metal, que auguraban un cambio en las dinámicas económicas de la temprana globalización del moderno sistema-mundo.
Finalmente, resta decir que al considerar el panorama económico de la Carrera de Campeche (rutas, fiscalización, contrabando, comercio, producción, demografía) se presenta el perfil de un área considerada marginal dentro de la Monarquía hispana cuya riqueza no descansó ni en minerales (como en el centro y norte novohispano) y solo parcialmente en la fuerza de trabajo indígena (como el sur novohispano y el reino de Guatemala).