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Estudios Económicos (México, D.F.)

versión On-line ISSN 0186-7202versión impresa ISSN 0188-6916

Estud. Econ. (México, D.F.) vol.39 no.1 Ciudad de México ene./jun. 2024  Epub 05-Ago-2024

https://doi.org/10.24201/ee.v39i1.448 

Artículos

Movilidad social y género: un análisis por entidad federativa

Social mobility and gender: An analysis by federative entity

Raymundo M. Campos-Vázquez1 

José Daniel Gutiérrez Dorantes2 

1El Colegio de México. rmcampos@colmex.mx

2El Colegio de México. jose.gutierrez@colmex.mx


Resumen:

Este trabajo estudia la movilidad social por género a nivel regional y en las entidades federativas de México. Se utilizan dos encuestas diseñadas para medir la movilidad social en el país, el Módulo de Movilidad Social Intergeneracional 2016 y la Encuesta ESRU de Movilidad Social en México 2017. Se construye un índice de estatus socioeconómico en el hogar actual (hijos) y en el hogar de origen (padres), con base en preguntas retrospectivas cuando la o el respondente tenían 14 años. Por medio de una regresión rango-rango se encuentra que, a nivel nacional, las mujeres tienen menor persistencia intergeneracional y menor movilidad social esperada que los hombres. A nivel regional y por entidad federativa esos resultados no son tan claros estadísticamente. En la parte baja de la distribución socioeconómica, la movilidad esperada es aproximadamente la misma entre entidades; sin embargo, en la parte alta se observa que los hombres tienen una mayor movilidad social esperada que las mujeres en 13 entidades federativas.

Palabras clave: movilidad social; género; economía regional; México

Clasificación JEL: J62; N36; N96; R10

Abstract:

This work studies social mobility by gender at the regional and state level in Mexico. Two surveys designed to measure social mobility in Mexico are used, the 2016 Module of Intergenerational Social Mobility (Módulo de Movilidad Social Intergeneracional) and the 2017 ESRU Social Mobility Survey (Encuesta ESRU de Movilidad Social). An index of socioeconomic status is constructed both for the current household (children) and the household of origin (parents) based on retrospective questions from when the respondent was 14 years old. Using rank-rank regressions, we find that at the national level, women have lower intergenerational persistence and lower expected rank than men. At the regional and state level, those results are not so statistically clear. In the lower end of the socioeconomic distribution, expected ranks are approximately the same across states; however, at the upper end, it is observed that men have higher expected ranks than women in 13 states.

Keywords: social mobility; gender; regional economics; Mexico

JEL Classification: J62; N36; N96; R10

1. Introducción

La desigualdad excesiva puede ocasionar diversos problemas, como afectaciones al crecimiento económico (Voitchovsky, 2005) y consecuencias psicológicas para los habitantes de sociedades desiguales (Buttrick y Oishi, 2017), entre otros (Neckerman y Torche, 2007). En particular, se ha observado que la desigualdad mantiene una relación negativa con la movilidad social. Es decir, en países con mayores niveles de desigualdad, las oportunidades de los hijos dependen en mayor medida de la condición socioeconómica de sus padres (Corak, 2013). De ahí que la desigualdad contemporánea se relacione con la del pasado, de tal manera que las oportunidades están fuertemente determinadas por las condiciones de origen. Es por esto que la reducción de las desigualdades resulta crucial para promover una sociedad más justa y meritocrática.

México es un país con altos niveles de desigualdad, donde el futuro y las oportunidades de las personas están estrechamente determinadas por sus condiciones de origen (Orozco et al., 2019b). Entre las características que acentúan la desigualdad de oportunidades, aquella relativa al género destaca por el lugar de vulnerabilidad en el que posiciona al grupo mayoritario de pobladoras en este país. En este sentido, es llamativo el hecho de que -a pesar de formar el 51.2% de la población (INEGI, 2021)- el grupo de las mujeres esté restringido en su acceso a diferentes formas de oportunidades tan sólo por haber nacido mujeres. Es decir, sus oportunidades educativas, laborales y salariales se ven limitadas con respecto a las de los hombres (Orozco et al., 2019b; Arceo-Gómez y Campos-Vázquez, 2014). Adicionalmente, las mujeres no sólo tienen menos oportunidades por el hecho de ser mujeres, sino que la desigualdad intrínseca a su género se acumula con la presencia de otras condicionantes (CONAPRED e INM, 2019; CONAPRED, 2015). Así, por ejemplo, la maternidad penaliza las carreras y aspiraciones laborales de las mujeres en mucho mayor medida que la paternidad a los hombres (Campos-Vázquez et al., 2021; Aguilar-Gómez et al., 2019). Esto es, las mujeres que son madres no solo reciben remuneraciones menores que las que no son madres, sino que también son remuneradas menos que los hombres que son padres. Así pues, es de esperar que la desigualdad de oportunidades inherente al género se acumule con aquella proveniente de otras condiciones.

Por otra parte, los avances recientes en el estudio del fenómeno de movilidad social en México han puesto énfasis en cómo la desigualdad de oportunidades no se presenta en la misma magnitud a lo largo del país. En concreto, dichos estudios han demostrado que los patrones de movilidad varían entre regiones e incluso entre estados. Particularmente, destaca que los estados en la región sur del país presentan menores niveles de movilidad que aquellos pertenecientes a la región norte (Delajara et al., 2022; Monroy-Gómez-Franco y Corak, 2020). De esta forma, es posible que la desigualdad de oportunidades que proviene del género se acumule con aquella proveniente del lugar de origen (Chetty et al., 2016). Es decir que la magnitud de la desigualdad de oportunidades entre hombres y mujeres varía a través del territorio mexicano (Torche, 2019). Por tal razón, este trabajo tiene como objetivo calcular y analizar la movilidad social por género considerando también la entidad federativa de la que provienen las mujeres.

El presente trabajo está motivado por dos investigaciones previas en la materia. Por un lado, Torche (2015) analiza las diferencias en movilidad intergeneracional entre hombres y mujeres a nivel nacional para el año 2011. Por otro, Delajara et al. (2022) estudian la movilidad social a nivel entidad federativa. Nuestro trabajo presenta un importante valor agregado a la literatura existente. Primero, en comparación con la muestra estudiada por Torche (2015), nuestra muestra permite estudiar la movilidad social a niveles más desagregados. Segundo, la movilidad social es cambiante y por tanto se requieren estimaciones recientes para evaluar el estado actual del problema en cuestión. Tercero, ante la diversidad del territorio mexicano, un diagnóstico a nivel más desagregado permitirá identificar con mayor precisión el papel del género en la movilidad social. Cuarto, los estadísticos que usamos para evaluar las diferencias en movilidad social permiten ver qué pasa en diferentes puntos de la distribución y tienen una ventaja interpretativa. Finalmente, estudiar la relación del estado de origen con otras variables, en este caso el género, nos permite profundizar en nuestro entendimiento de la desigualdad de oportunidades.

En cuanto a los datos, usamos dos encuestas diseñadas para medir la movilidad social en México, el Módulo de Movilidad Social Intergeneracional 2016 y la Encuesta ESRU de Movilidad Social en México 2017, las cuales combinamos para obtener una muestra representativa a nivel estatal. Así pues, obtenemos una muestra de 42 977 observaciones. Ambas encuestas cuentan con información sobre los activos y características demográficas de los hogares de los y las encuestadas y de los hogares de sus padres. Para buscar patrones de movilidad social, nos valemos de comparar el logro socioeconómico de padres e hijos, esto es, ver qué tanto dependen las oportunidades de las personas de las condiciones del hogar donde nacieron. Por esta razón, este análisis hace uso de un índice que refleje el nivel socioeconómico de los hogares a largo plazo. De forma que, podemos construir la distribución socioeconómica de la generación actual y de la generación de sus padres, y así identificar en qué percentil se encontraba el hogar de los padres en su respectiva generación y en qué percentil se encuentran los hijos e hijas en la generación actual.

Para empezar, hacemos un primer análisis por regiones, fijándonos en el porcentaje de personas nacidas en los quintiles extremos de la distribución socioeconómica que, al llegar a la adultez, permanecen en ese quintil o se mueven al otro extremo. Los resultados indican que, en todo el país, el 48.75% de los hombres y el 49.27% de las mujeres nacidas en el quintil 1 permanecen en dicho quintil; mientras que en el sur (Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo) la permanencia es del 66.45% y 65.96%, respectivamente. Por otro lado, de los nacidos en el quintil más alto, el 56.36% de los hombres y el 52.13% de las mujeres a nivel nacional se quedan en ese quintil en la adultez, en contraste con el 64.63% y el 57.58% respectivamente en la región centro. Finalmente, en todo el país solo el 3.11% de los hombres y el 2.16% de las mujeres nacidas en la parte más pobre de la distribución suben a la parte más rica, mientras que en la región norte estas proporciones suben a 7.49% y 4.33% respectivamente. Así pues, podemos ver que dentro del territorio nacional existen diferencias en los patrones de movilidad social por género de las personas.

Posteriormente, para relacionar el logro socioeconómico de los hijos e hijas con el de sus padres, nos basamos en un análisis econométrico. Siguiendo la metodología de Chetty et al. (2014) y Delajara et al. (2022), hacemos una regresión del percentil en que se encuentra el hogar de origen sobre el percentil del hogar actual de los hijos e hijas. Más aún, agregamos variables que permiten distinguir el efecto por género. Como resultado, obtenemos un coeficiente, conocido como persistencia intergeneracional, el cual mide qué tanto depende el logro socioeconómico del nivel socioeconómico del hogar de origen. Además, calculamos estadísticos de movilidad absoluta, los cuales son informativos del percentil que alcanza en promedio una persona partiendo del nivel socioeconómico de su hogar de origen. Por lo tanto, nuestra metodología nos permite identificar la relación que existe entre el nivel socioeconómico de padres y el nivel socioeconómico de sus hijos e hijas.

En el análisis a nivel nacional, se observa que la persistencia intergeneracional es mayor para los hombres que para las mujeres, lo cual significa que el logro socioeconómico de los hombres depende en mayor medida de sus condiciones de origen. Sin embargo, la movilidad absoluta en los percentiles 10, 25 y 90 indica que las mujeres alcanzan, en promedio, percentiles más bajos que los hombres y que esta diferencia se incrementa conforme se avanza en la distribución socioeconómica del hogar de origen. Al desagregar los datos a nivel regional, no todas las diferencias por género mantuvieron su significancia estadística (potencialmente por falta de poder estadístico). En específico, las diferencias en persistencia intergeneracional entre hombres y mujeres no fueron estadísticamente significativas en ninguna región. Por otro lado, en la parte más baja de la distribución -percentiles 10 y 25- solo se encontraron diferencias entre la movilidad de hombres y mujeres para la región centro. Mientras que, al observar la parte más alta de la distribución con excepción de la región sur, la mayoría de las regiones presentan diferencias estadísticamente significativas entre hombres y mujeres. Con respecto al nivel estatal, fueron pocos los estados donde se encontraron diferencias por género significativas en la persistencia intergeneracional y en la movilidad absoluta de la parte baja de la distribución. No obstante, en cerca de la mitad de los estados se encontró que el logro socioeconómico de aquellos nacidos en la parte más alta de la distribución, medido por la movilidad absoluta en el percentil 90, sí presenta diferencias significativas entre hombres y mujeres.

Los resultados resaltan la necesidad de instrumentos de política pública que busquen resolver la desigualdad de oportunidades tomando en cuenta las desigualdades de género propias de cada estado. Es decir, se necesitan políticas que consideren que la desigualdad no es un problema unidimensional. En cuanto al trabajo académico, futuros estudios podrían profundizar en los patrones de movilidad social propios de cada entidad en relación con otras condicionantes (teniendo en cuenta que este trabajo fue motivado por la condicionante del género) y profundizar en las causas de que las diferencias de movilidad social por género no se encuentren en todas las entidades federativas de México. Por otra parte, se necesita atender la brecha de oportunidades entre hombres y mujeres en la parte más alta de la distribución socioeconómica y procurar su descenso.

Nuestro trabajo tiene algunas limitaciones. Por un lado, la metodología empleada tiene un concepto implícito de movilidad social. Al basarnos en la distribución nacional para realizar análisis a nivel subnacional, nuestros estadísticos combinan tanto la dimensión posicional como la estructural (Deutscher y Mazumder, 2021; Monroy-Gómez-Franco, 2023). Por otro lado, al elaborar nuestro índice socioeconómico a nivel hogar no podemos estudiar diferencias dentro del mismo que potencialmente pudieran afectar a las mujeres (es decir, asumimos implícitamente una distribución óptima de recursos y trabajo dentro de los hogares). En consecuencia, es fundamental que los trabajos futuros puedan contar con datos y metodologías que nos permitan superar estas limitaciones.

El artículo se ordena de la siguiente manera. En la segunda sección se ofrece una breve síntesis de la literatura que ha estudiado la relación de movilidad social y género en México. En la tercera sección se explica la construcción de nuestra muestra y de nuestra medida de nivel socioeconómico, además, se proveen estadísticas descriptivas. En la cuarta sección se detalla la metodología empleada para nuestro modelo empírico y los estadísticos usados para analizar los resultados. En la quinta sección se presentan los resultados de nuestro análisis empírico. Posteriormente, discutimos nuestros resultados en el contexto de los estudios de movilidad social en México. Por último, en la sección final se ofrecen las conclusiones.

2. Revisión bibliográfica

México es un país donde el origen, o accidente de cuna, explica en gran medida la desigualdad entre los logros de cada habitante (Vélez-Grajales y Monroy-Gómez-Franco, 2017; Vélez-Grajales et al., 2018). En particular, factores como la educación y la ocupación de los padres (Huerta-Wong y Espinosa-Montiel, 2015), la riqueza y el nivel socioeconómico del hogar de nacimiento (Orozco et al., 2019b), el tono de piel (Campos-Vázquez y Medina-Cortina, 2018) y el género (Torche, 2015, 2019) condicionan el avance socioeconómico. Además, influyen en otros aspectos de la vida de las personas, tales como las preferencias maritales (Campos-Vázquez y Vélez-Grajales, 2014) y la percepción de la desigualdad (Campos-Vázquez et al., 2022).

Los estudios que relacionan la movilidad social y el género no son nuevos en México. Algunos de éstos se han concentrado en rastrear los patrones de movilidad intrageneracional, esto es, la movilidad que se da a lo largo de la vida de las personas. En el caso de la movilidad por ocupación, se ha demostrado que el primer empleo condiciona las oportunidades de hombres y mujeres, lo cual “cristaliza” la estructura ocupacional. En particular, para las mujeres el primer empleo es un mayor determinante de la movilidad vertical, siendo que funciona como un tipo de herencia ocupacional que permea sus oportunidades. De modo que las mujeres tienen menores niveles de movilidad que los hombres y se enfrentan a estructuras laborales menos flexibles (Mancini, 2019).

Por lo que se refiere a la movilidad intergeneracional, es decir, aquella que se da entre el hogar de origen y el hogar actual, se han buscado diferencias en la movilidad social de hombres y mujeres a nivel nacional y regional. Para empezar, los análisis de movilidad de México para el año 2011 encontraron que en México la persistencia intergeneracional del estatus socioeconómico de los hombres es mayor que la de las mujeres. Esto es, el logro socioeconómico de los hombres está determinado en mayor medida por el nivel socioeconómico de sus padres que para las mujeres. No obstante, para las mujeres la reproducción intergeneracional del estatus socioeconómico es mayor en la parte más baja de la distribución. Es decir, la transmisión de la desventaja económica es mayor que la transmisión de la ventaja, y lo contrario sucede para los hombres (Torche, 2015). En cambio, los patrones de movilidad de 2017 indican que la persistencia intergeneracional del estatus socioeconómico para las mujeres es mayor que aquella de los hombres. De igual modo, a nivel regional se encuentra que, en todas las regiones, exceptuando la Ciudad de México, los hombres presentan niveles más altos de movilidad social que las mujeres. Siendo que, tanto para hombres como para mujeres, hay una mayor reproducción intergeneracional del estatus socioeconómico en la parte más baja de la distribución (Torche, 2019).

En cuanto a los factores relacionados con las diferencias en movilidad intergeneracional en hombres y mujeres, podemos empezar mencionando la educación. Hay indicios de que las diferencias en movilidad social por género se deben a la transmisión directa de los recursos a los hijos o de menores inversiones en educación a las hijas (Torche, 2015, 2019). Por otra parte, también se puede hallar una explicación en la inclusión financiera en el hogar de origen, siendo que esta tiene un efecto positivo sobre la movilidad educativa de los hijos e hijas, especialmente en presencia de activos financieros formales. Además, se encuentra que el efecto está diferenciado por género, siendo que el efecto es mayor cuando las madres son quienes cuentan con los servicios financieros. En particular, esto podría explicarse porque las madres invierten más en gastos relacionados con el capital humano de sus hijos e hijas, en comparación con los padres (López Rodríguez, 2021). Esto da algunos indicios de que la reproducción de la ventaja o desventaja económica es transmitida de forma diferente por padres y madres.

Por otro lado, también se ha estudiado la relación entre la movilidad social y las actividades de cuidados. Considerando que las actividades de cuidados limitan las oportunidades de las mujeres, a quienes tradicionalmente se les asignan estas actividades, se encontraron efectos positivos en la movilidad social de los hogares que cuentan con la presencia de servicios de cuidados para infantes, con seguridad social y en aquellos donde las mujeres entrevistadas trabajaron en algún momento. En particular, estos factores tienen más peso para las mujeres y para aquellas personas en la parte más baja de la distribución socioeconómica (Orozco et al., 2022). Por lo cual, la evidencia apunta a que los roles de género afectan negativamente las oportunidades de las mujeres.

Por último, Monroy-Gómez-Franco et al. (2023) investigaron las diferencias en la movilidad intergeneracional entre hombres y mujeres según su tono de piel. Sus resultados indican que existe una relación entre el tono de piel y la movilidad social que difiere según el género, siendo que se penaliza en mayor medida a las mujeres de piel no clara. En particular, encuentran que no hay diferencias en la movilidad social por género entre personas de piel clara. Sin embargo, sí se observan diferencias en la movilidad entre las mujeres de piel clara y aquellas de tonos medio y oscuro, mientras que para los hombres no se encontraron diferencias entre aquellos de tono claro y tono medio. Además, las mujeres de tono de piel medio y oscuro tienen una menor transmisión de la ventaja económica que los hombres del mismo tono de piel.

En suma, se ha encontrado que la evidencia respecto a las diferencias en movilidad social por género es heterogénea. Por un lado, se ha demostrado que las mujeres presentan menores niveles de movilidad intrageneracional que los hombres. Por otro lado, sabemos que los hombres y mujeres en México presentan patrones de movilidad intergeneracional distintos, pues la mayoría de los estudios apuntan a que la reproducción de desigualdad es más pronunciada para las mujeres. Particularmente, estudios recientes apuntan a que el tono de piel, la falta de servicios de cuidado y el nivel inclusión financiera son factores que pueden acentuar las diferencias en movilidad entre hombres y mujeres. Por lo tanto, la magnitud de la diferencia en la movilidad social por género depende de las características y condiciones de origen.

Finalmente, vale la pena mencionar brevemente qué se ha encontrado con respecto a la movilidad social a nivel regional y estatal. Al buscar qué pasa dentro del país a nivel regional, se ha mostrado que hay una variación sustancial en los patrones de movilidad entre regiones (Monroy-Gómez-Franco y Corak, 2020). A nivel estatal se observa que hay una especie de gradiente en la movilidad social, siendo que conforme se avanza hacia el sur, los niveles de movilidad van descendiendo. Es decir, que en los estados del norte los niveles de persistencia intergeneracional son menores que en aquellos del sur. Por otro lado, también se muestra que existen diferencias dentro de los estados que componen cada región, por ejemplo, los habitantes de Chiapas en los percentiles de la parte más baja de la distribución en promedio alcanzan percentiles más bajos que sus padres, lo que no sucede en ningún otro estado de la región sur (Delajara et al., 2022). Por todo esto, puede decirse que los patrones de movilidad dentro del territorio mexicano son heterogéneos entre regiones e incluso entre estados.

Como se ha mencionado, hay estudios que han buscado por separado la relación de la movilidad social con el género y con el estado de nacimiento. Sin embargo, hasta el momento no se habían estudiado ambas cuestiones al mismo tiempo. De forma que este trabajo, además de contribuir en la discusión sobre la dirección del efecto del género sobre la movilidad social a nivel nacional y regional, también aporta las primeras estimaciones a nivel estatal. Por otra parte, se trata de los primeros estudios que buscan la relación de la movilidad a nivel estatal con alguna otra característica. Finalmente, nuestro trabajo también utiliza un enfoque diferente para analizar lo que sucede en los extremos de la distribución socioeconómica, pues en lugar de usar regresiones por cuantiles, se utiliza el percentil esperado según el percentil de nacimiento.

3. Datos y estadística descriptiva

Para este estudio se utilizan dos bases de datos públicas. La primera es el Módulo de Movilidad Social Intergeneracional 2016 (MMSI 2016), que fue levantada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2017) y cuenta con 25 634 observaciones. La segunda es la Encuesta ESRU de Movilidad Social en México 2017 (ESRU-EMOVI 2017) del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY, 2019), que cuenta con 17 665 observaciones. Estas encuestas están dirigidas a hombres y mujeres de entre 25 y 64 años. Ambas recopilan información del hogar actual de los y las encuestadas e información retrospectiva del hogar en el que vivían cuando tenían 14 años, al que nos referiremos como hogar de origen. Las encuestas incluyen preguntas sobre la tenencia de activos y servicios en el hogar. Además, también se captura información de la ocupación y educación, tanto del encuestado como de sus padres.

El procedimiento de limpieza de la información es similar al usado en Delajara et al. (2022). La muestra se limitó a personas que reportaron haber nacido dentro de alguno de las entidades federativas del país, resultando en 25 399 observaciones para el MMSI y en 17 578 para la ESRU-EMOVI. De modo que, al combinar ambas bases, se obtuvo una muestra de 42 977 observaciones. La entidad con menor tamaño de muestra es Quintana Roo, con 655 observaciones; mientras que la muestra más grande es Ciudad de México, con 4 027. Cabe señalar que, cuando se combinaron los datos, se mantuvieron sin modificaciones los factores de expansión de ambas encuestas. Con respecto a la representatividad de los datos, se tomó en cuenta que el MMSI es representativo a nivel nacional, urbano y rural, tanto para hombres como para mujeres, y que además la ESRU-EMOVI también es representativa a nivel regional y para la Ciudad de México. Dado que ninguna de las dos encuestas es representativa a nivel estatal, se combinaron para incrementar el número de observaciones y obtener una muestra representativa de las 32 entidades federativas.1

Para calcular movilidad social se requiere usar una variable que provea información sobre los hogares (de origen y destino) y que sea comparable entre ambas generaciones. A pesar de que el ingreso provee información sobre el logro económico y ha sido usado tradicionalmente para comparar las brechas económicas entre hombres y mujeres, también es cierto que esta variable puede variar mucho dependiendo del momento en el que se les pregunte a las personas. Por esta razón, siguiendo a investigaciones recientes,2 usamos un índice que refleje el estatus socioeconómico basado en los activos con los que cuenta el hogar. En particular, este índice proporciona una aproximación a la situación socioeconómica del hogar a largo plazo, pues los activos no sólo reflejan el ingreso, también la riqueza acumulada (Filmer y Pritchett, 2001). El índice es calculado con el método de componentes principales. Para ser específicos, esta metodología encuentra la combinación lineal de las variables que provee la mayor varianza. Es decir, nos da la combinación de ponderadores que le da más peso a los activos menos comunes, por lo que el índice obtenido puede ser visto como una medida de las desigualdades en los estándares de vida a largo plazo (McKenzie, 2005).

De esta manera, se construyen por separado los índices para el hogar actual del entrevistado y para el hogar en el que vivía a los 14 años. Para cada generación, se utilizan las preguntas sobre tenencia de activos que están presentes tanto en el MMSI como en la ESRU-EMOVI, con definiciones similares. Se debe agregar que, se incluyen activos presentes en los hogares menos favorecidos, como tener piso de tierra dentro del hogar, y en los hogares con más recursos, como tener una segunda vivienda. De modo que, el índice obtenido es sensible a ambos extremos de la distribución socioeconómica, con el fin de distinguir adecuadamente entre hogares con diferentes niveles socioeconómicos. Entre las variables que se incluyeron para la construcción del índice estuvieron la tenencia de electrodomésticos (estufa, lavadora, microondas y refrigerador), servicios en la vivienda (agua potable, electricidad, calentador de agua, internet, servicio doméstico y televisión por cable), dispositivos electrónicos (computadora, teléfono fijo, televisión, y DVD, VCR o Blu-ray), activos financieros (cuenta bancaria y tarjeta de crédito), características de la vivienda (tenencia de piso de tierra y hacinamiento (overcrowding en inglés), que se refiere a la relación entre habitantes y habitaciones en el hogar), otros activos (automóviles, propiedad de más de una casa o departamento, locales comerciales, tierras utilizadas para labores de campo, tierras no utilizadas para labores de campo, maquinaria de trabajo, animales de trabajo y ganado) y el nivel educativo tanto de los y las entrevistadas como de sus padres.

Una vez construidos los índices se calcula el percentil en el que está cada hogar en la muestra. Este percentil nos indica el ranking de la persona en la distribución socioeconómica nacional para cada generación. De forma que, para cada observación de la muestra, tenemos información sobre el percentil de su hogar actual y del hogar en el que vivían a los 14 años en la distribución nacional de sus respectivas generaciones. Los índices y sus respectivas distribuciones se calcularon por separado para ambas encuestas. Posteriormente, se combinaron las muestras de ambas encuestas para proceder con el análisis de regresiones.3

En el cuadro 1 se presentan las medias de la tenencia de activos y de las características incluidas para la construcción del índice socioeconómico.4 El cuadro muestra las medias de los hogares de padres e hijos para la EMOVI y para el MMSI, tanto por separado como para la base combinada. Con dicho cuadro se puede observar las similitudes entre la EMOVI y el MMSI, es decir, podemos observar que las variables usadas en el análisis de componentes principales están construidas de forma similar y que son consistentes al combinarse. Además, al usar una metodología análoga a la de Delajara et al. (2022), podemos observar que las medias que obtuvimos son parecidas a las obtenidas en su trabajo. Más aún, con estos datos podemos observar cómo ha cambiado la tenencia de activos de la generación de los padres a la de los hijos. Por ejemplo, la presencia de electrodomésticos como lavadora, estufa y refrigerador, son más comunes en los hogares de los hijos que lo que fueron en el hogar de sus padres. Esto es relevante puesto que nuestro índice socioeconómico explota la desigualdad en la tenencia de activos para medir la desigualdad entre hogares.

Cuadro 1 Tenencia de activos dentro del índice socioecono´mico (media de hogares) 

Padres Hijos
EMOVI MMSI Conjunta EMOVI MMSI Conjunta
Agua entubada 0.67 0.57 0.62 0.91 0.94 0.92
(0.0035) (0.0031) (0.0023) (0.0022) (0.0015) (0.0013)
Estufa 0.66 0.69 0.68 0.94 0.92 0.93
(0.0036) (0.0029) (0.0023) (0.0018) (0.0017) (0.0013)
Electricidad 0.85 0.81 0.83 0.99 1.0 0.99
(0.0027) (0.0024) (0.0018) (0.0007) (0.0004) (0.0004)
Refrigerador 0.58 0.54 0.56 0.91 0.89 0.9
(0.0037) (0.0031) (0.0024) (0.0022) (0.002) (0.0015)
Lavadora 0.35 0.35 0.35 0.77 0.75 0.76
(0.0036) (0.003) (0.0023) (0.0032) (0.0027) (0.0021)
Teléfono fijo 0.24 0.23 0.24 0.38 0.41 0.4
(0.0032) (0.0027) (0.0021) (0.0037) (0.0031) (0.0024)
Computadora 0.08 0.05 0.06 0.32 0.38 0.35
(0.002) (0.0014) (0.0012) (0.0035) (0.003) (0.0023)
DVD, VCR o Blu-ray 0.23 0.14 0.18 0.44 0.47 0.45
(0.0032) (0.0021) (0.0019) (0.0037) (0.0031) (0.0024)
Microondas 0.13 0.07 0.1 0.5 0.51 0.5
(0.0025) (0.0016) (0.0014) (0.0038) (0.0031) (0.0024)
Televisión 0.65 0.66 0.66 - - -
(0.0036) (0.003) (0.0023)
Televisión por cable 0.1 0.05 0.08 0.5 0.55 0.52
(0.0023) (0.0014) (0.0013) (0.0038) (0.0031) (0.0024)
Otra casa o departamento 0.04 0.06 0.05 0.04 0.12 0.08
(0.0016) (0.0015) (0.0011) (0.0015) (0.002) (0.0013)
Local comercial 0.06 0.04 0.05 0.04 0.03 0.04
(0.0017) (0.0013) (0.001) (0.0015) (0.0011) (0.0009)
Tierras para labores de campo 0.17 0.25 0.21 0.04 0.09 0.07
(0.0028) (0.0027) (0.002) (0.0016) (0.0018) (0.0012)
Tierras no usadas para labores de campo 0.07 0.07 0.07 0.02 0.06 0.04
(0.0019) (0.0016) (0.0012) (0.0012) (0.0015) (0.001)
Automóvil o camioneta 0.23 0.22 0.23 0.45 0.43 0.44
(0.0032) (0.0026) (0.002) (0.0038) (0.0031) (0.0024)
Maquinaria 0.03 0.02 0.02 0.01 0.02 0.01
(0.0013) (0.0008) (0.0007) (0.0007) (0.0009) (0.0006)
Animales de trabajo 0.13 0.19 0.16 0.03 0.04 0.03
(0.0025) (0.0024) (0.0018) (0.0013) (0.0012) (0.0009)
Ganado 0.14 0.19 0.17 0.04 0.06 0.05
(0.0026) (0.0025) (0.0018) (0.0014) (0.0015) (0.0011)
Cuenta bancaria 0.07 0.12 0.09 0.22 0.35 0.29
(0.0019) (0.002) (0.0014) (0.0031) (0.003) (0.0022)
Tarjeta de crédito 0.07 0.07 0.07 0.16 0.18 0.17
(0.002) (0.0016) (0.0012) (0.0027) (0.0024) (0.0018)
Servicio doméstico - - - 0.11 0.05 0.08
(0.0023) (0.0014) (0.0013)
Internet - - - 0.41 0.46 0.44
(0.0037) (0.0031) (0.0024)
Piso de tierra - - - 0.03 0.02 0.02
(0.0012) (0.0009) (0.0007)
Calentador de agua - - - 0.57 0.49 0.53
(0.0037) (0.0031) (0.0024)
Hacinamiento 3.47 3.82 3.65 - - -
(0.0183) (0.016) (0.012)
Años de educación - - - 9.68 9.67 9.67
(0.0332) (0.0289) (0.0218)
Años de educación del padre 4.04 4.33 4.19 - - -
(0.0365) (0.0306) (0.0234)
Años de educación de la madre 4.18 4.29 4.24 - - -
(0.0346) (0.0275) (0.0216)

Notas: 25 399 observaciones para el MMSI, 17 578 observaciones para la ESRU-EMOVI y 42 977 observaciones para la base combinada. Se presenta la media y entre paréntesis los errores estándar. Se usaron ponderadores analíticos.

Fuente: Elaboración propia usando datos del Módulo de Movilidad Social Intergeneracional 2016 (INEGI, 2017) y la Encuesta ESRU de Movilidad Social en México 2017 (CEEY, 2019).

Finalmente, es importante destacar que nuestro índice presenta ciertas limitaciones. Al construir el índice de activos por cada generación a nivel nacional, se asume que las personas en cada generación le dan la misma importancia a los bienes. Es decir, no refleja que los activos y servicios pueden tener diferente peso según el momento de la vida en que se evalúa la movilidad. En este sentido, Monroy-Gómez-Franco (2022) demuestra que es posible calcular los percentiles usando la distribución por cohortes de 10 años de la muestra y realizar el análisis de interés por cohorte. Por otro lado, nuestro índice tampoco refleja las posibles diferencias entre diferentes regiones. Como mencionan Deutscher y Mazumder (2021) y Monroy-Gómez-Franco (2023), las medidas de movilidad social basadas en rangos para estudios a nivel subnacional son sensibles a usar la distribución nacional o la respectiva a la subentidad. Esto se debe a que la primera incluye en sus cálculos la movilidad posicional y estructural, mientras que la segunda incorpora la movilidad posicional dentro de la muestra analizada. Sin embargo, decidimos usar la distribución nacional para hacer nuestros resultados comparables con los de Torche (2015) y Delajara et al. (2022). Finalmente, nuestros resultados no diferencian por desigualdad dentro del hogar, dado que los datos utilizados están disponibles a nivel hogar, y no a nivel individual dentro del hogar. A medida que se realicen encuestas sobre movilidad social que sean representativas a nivel estatal, o con mayor información sobre la división de activos dentro del hogar, se podrán hacer análisis más desagregados y con supuestos más flexibles.

4. Estrategia empírica

La metodología de este trabajo se basa en regresiones rango-rango (siguiendo a Chetty, 2014, y Delajara et al., 2022). Esta metodología consiste en hacer una regresión del percentil de los hijos e hijas en la distribución socioeconómica actual (R ic ) sobre el percentil de sus padres en la distribución socioeconómica de su generación (P ic ). Considerando que parte fundamental de este análisis se centra en la distinción de patrones de movilidad por género, es importante mencionar que la regresión incluye una variable dummy ( I[Hombre]ic ) igual a 1 si el encuestado es hombre y 0 si es mujer. De igual manera, se incluye una interacción entre la dummy por género y el percentil en que se encuentra el hogar de origen, con la intención de obtener por separado pendientes para hombres y para mujeres. Por consiguiente, la ecuación de la regresión se ve de la siguiente forma:5

Ric=αc+βcPic+δcI[Hombre]ic+γcPic*I[Hombre]ic+εic (1)

Donde el subíndice 𝑖 indexa el hogar del entrevistado y el subíndice 𝑐 el estado -o región- de residencia. Se debe agregar que todas las personas son asignadas al estado donde vivían a los 14 años. En particular, la regresión se corrió por separado para cada estado. Antes de examinar los resultados, se debe precisar que el análisis hace uso de 4 estadísticos obtenidos de la regresión previamente mencionada. El primero es la persistencia intergeneracional, es decir, la relación del percentil de los padres y el percentil de los hijos e hijas en sus respectivas distribuciones socioeconómicas. En la regresión, el estadístico anterior es el coeficiente β c para las mujeres y la suma de coeficientes βc+γc para los hombres. Este coeficiente nos dice qué tanto depende la posición que alcanzan los hijos e hijas en la distribución socioeconómica de la posición que tenían sus padres. Esta es una medida relativa de movilidad social porque mide la diferencia de resultados entre hijos provenientes de familias en diferentes puntos de la distribución (Vélez-Grajales y Monroy-Gómez-Franco, 2017; Torche, 2015; Chetty et al., 2014).

Finalmente, consideraremos el percentil que alcanzaron en promedio los hijos e hijas que nacieron en hogares en el percentil 𝑝. Los siguientes tres estadísticos son los percentiles esperados de los hijos según el percentil en el que se encontraba el hogar en el que nacieron. En la regresión se obtiene el percentil esperado de los hijos de padres que nacieron en el percentil 𝑝 como [αc+βc*p] para las mujeres y como [αc+δc+(βc+γc)*p] para los hombres. Para ser más específicos, esto es equivalente a E[Ric|I]Hombre[ic,Pic=p] . En particular, se usaron los percentiles 10, 25 y 90 para evaluar la movilidad en diferentes posiciones de la distribución socioeconómica.6 A estas medidas nos referimos como movilidad absoluta en el percentil 𝑝. Esta medida es de movilidad absoluta, en el sentido que mide qué tanto avanzan aquellas personas que nacen en el percentil 𝑝, manteniendo al resto de los percentiles constantes (Chetty et al., 2014).7 Nuestros estadísticos de movilidad absoluta en el percentil 𝑝 tienen una ventaja de interpretación sobre las regresiones por cuantiles utilizadas por Torche (2015, 2019); pues no sólo nos permiten observar qué sucede con la movilidad de los hombres y mujeres en el percentil 𝑝, sino que, además, podemos calcular cuál es la diferencia del estadístico entre mujeres y hombres. Es decir, nuestra medida facilita comparar diferencias de género en movilidad social a nivel estatal.

Es importante mencionar que nuestras estimaciones, al seguir la metodología de Chetty et al. (2014), mantienen la misma definición de movilidad y, por lo tanto, sus limitaciones. Este concepto combina el concepto de movilidad posicional, que mide cambios en la posición respecto a la de los padres, con movilidad estructural, que captura cambios en la distribución actual en comparación con la generación anterior. Esto implica que capturamos movimientos con respecto al hogar de origen, pero también podríamos capturar movimientos que no sean específicos de la región y que estén influenciados por la distribución nacional. Por lo tanto, nuestros estimadores pueden ser sensibles a cambios en la desigualdad entre regiones. En otras palabras, los cambios en los niveles socioeconómicos dentro de una región pueden no alterar la distribución de la región, pero sí afectar la posición de los habitantes de dicha región en la distribución nacional (Monroy-Gómez-Franco, 2023; Deutscher y Mazumder, 2021).

5. Resultados

Los resultados a nivel nacional se encuentran en el anexo y son similares a los encontrados por Delajara et al. (2022). Es decir, la persistencia intergeneracional es de 0.62 y la movilidad ascendente esperada es de 34.66. Adicionalmente, se calcula la movilidad en percentil 10 y 90 la cual es de 25.4 y 75, respectivamente.

Los principales resultados a nivel nacional desagregados por género se muestran en la gráfica 1.8 En promedio, los hombres alcanzan percentiles más altos que las mujeres en casi toda la distribución socioeconómica. En concreto, la persistencia intergeneracional para los hombres es de 0.63, mientras que, la de las mujeres es de 0.61. Más aún, sabemos que estas magnitudes son diferentes estadísticamente. En suma, las magnitudes de los coeficientes y su representación gráfica nos muestran que, a nivel nacional los hombres presentan mayor persistencia intergeneracional que las mujeres, así en promedio alcanzan percentiles más altos. En la gráfica también se observa que la diferencia entre hombres y mujeres se acentúa conforme se avanza en la distribución socioeconómica, lo que nos da un primer indicio de que las diferencias por género son mayores en las partes más altas de la distribución.

Notas: 42 977 observaciones. La línea de 45 grados se incluye como referencia de un escenario sin movilidad social. La línea punteada representa la recta a nivel nacional que no hace distinción por género. Fuente: Elaboración propia usando datos del Módulo de Movilidad Social Intergeneracional 2016 (INEGI, 2017) y la Encuesta ESRU de Movilidad Social en México 2017 (CEEY, 2019).

Gráfica 1 Percentil promedio de los hijos por percentil de los padres en la distribución socioeconómica a nivel nacional, por género 

De manera similar, en el cuadro 2 podemos ver estos coeficientes desagregados a nivel regional. Para facilitar la visualización, estos resultados se pueden ver de forma gráfica en el anexo, en las gráficas A3 a A6. En lo que respecta a la persistencia intergeneracional, pareciera que hay diferencias entre hombres y mujeres por región, no obstante, no hay diferencia estadística entre estos coeficientes. Por otro lado, el cuadro 2 también contiene estadísticos de movilidad absoluta en los percentiles 10, 25 y 90, tanto a nivel nacional como regional. De forma que, se puede apreciar que las magnitudes de los estadísticos para los hombres son mayores que los obtenidos para las mujeres en la mayoría de los estadísticos de movilidad absoluta. En este sentido, empezamos a observar diferencias estadísticamente significativas entre hombres y mujeres, pero no tanto en los percentiles más bajos. En el caso del percentil 10 solo se observan diferencias estadísticamente significativas entre hombres y mujeres en la zona centro, mientras que en el percentil 25 se encontraron diferencias significativas en la región centro y en la centro-norte. Por otro lado, en el percentil 90 se observa que en las zonas centro y norte los hombres alcanzan un mayor percentil, con un 99% de confianza, y las zonas centro-norte y norte-occidente sólo lo hacen con un 90% de confianza. Intuitivamente, si se nace pobre no importa tanto el género; pero si se nace rico, el género es un poco más relevante para transmitir estatus socioeconómico.

Cuadro 2 Coeficientes por región 

Región N Persistencia intergeneracional P10 P25 P90
Hombres Mujeres Diferencias Hombres Mujeres Diferencias Hombres Mujeres Diferencias Hombres Mujeres Diferencias
Nacional 42977 0.63 0.61 -0.02** 26.07 24.84 -1.23** 35.53 33.94 -1.59*** 76.54 73.36 -3.19***
(0.008) (0.007) (0.011) (0.446) (0.358) (0.572) (0.355) (0.28) (0.452) (0.403) (0.367) (0.545)
Norte 7180 0.50 0.47 -0.02 36.55 35.4 -1.14 44 42.5 -1.5 76.3 73.27 -3.02***
(0.017) (0.014) (0.022) (1.045) (0.827) (1.332) (0.824) (0.647) (1.048) (0.6) (0.55) (0.814)
Norte-occidente 6244 0.47 0.44 -0.03 34.04 33.83 -0.21 41.07 40.46 -0.61 71.52 69.18 -2.34*
(0.02) (0.016) (0.026) (0.964) (0.75) (1.222) (0.753) (0.575) (0.947) (0.993) (0.853) (1.309)
Centro-norte 6832 0.51 0.50 -0.01 31.91 30.38 -1.53 39.49 37.84 -1.66* 72.34 70.13 -2.21*
(0.019) (0.016) (0.025) (0.993) (0.811) (1.282) (0.781) (0.629) (1.002) (0.883) (0.785) (1.181)
Centro 12060 0.63 0.61 -0.02 28.93 26.04 -2.89** 38.45 35.26 -3.19*** 79.69 75.22 -4.47***
(0.016) (0.015) (0.022) (0.955) (0.794) (1.242) (0.757) (0.622) (0.98) (0.716) (0.672) (0.982)
Sur 10661 0.64 0.62 -0.03 17.29 17.75 0.46 26.95 27.01 0.06 68.82 67.13 -1.7
(0.017) (0.016) (0.024) (0.622) (0.5) (0.798) (0.501) (0.391) (0.636) (1.118) (1.027) (1.518)

Notas: 42 977 observaciones. Errores estándar se muestran en paréntesis. Por diferencia se entiende el valor obtenido en niveles para mujeres menos el valor que obtuvieron los hombres. Las regiones se obtuvieron de la división regional de la ESRU-EMOVI 2017. Norte: Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. Norte-occidente: Baja California Sur, Sinaloa, Nayarit, Durango y Zacatecas. Centro-norte: Jalisco, Aguascalientes, Colima, Michoacán y San Luis Potosí. Centro: Guanajuato, Querétaro, Hidalgo, Estado de México, Morelos, Tlaxcala, Ciudad de México y Puebla. Sur: Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo. Se muestra significancia estadística para diferencias al: ***1%, **5% y *10%.

Fuente: Cálculos propios usando datos del Módulo de Movilidad Social Intergeneracional 2016 (INEGI, 2017) y la Encuesta ESRU de Movilidad Social en México 2017 (CEEY, 2019).

El cuadro 3 presenta resultados de persistencia intergeneracional por quintil. Es decir, el porcentaje de la población que nace y se mantiene en la adultez en el quintil 1 o 5, o bien el que nace en la pobreza (quintil 1) y puede llegar en adultez al quintil más rico (5). En el caso de aquellos nacidos en el quintil 1, a nivel nacional, las mujeres permanecen más en este quintil, ahora bien, a nivel regional parece existir más heterogeneidad. Sin embargo, estas diferencias sólo son estadísticamente significativas en el norte-occidente y el centro-norte. Ahora pasemos a los nacidos en el quintil 5, donde los hombres permanecen más que las mujeres a nivel nacional y en las regiones norte y centro. Finalmente, veamos la movilidad de largo alcance, que es el porcentaje de personas que nacieron en la parte más baja de la distribución -quintil 1- y llegaron a la parte más alta -quintil 5-. Aquí vemos que los hombres parecieran tener más movilidad, pero esta diferencia sólo es significativa a nivel nacional en la región norte y en la región sur.

Cuadro 3 Persistencia en quintiles por región 

Región N Q1-Q1 Q5-Q5 Q1-Q5
Hombres Mujeres Diferencias Hombres Mujeres Diferencias Hombres Mujeres Diferencias
Nacional 42977 48.75 49.27 0.51 56.36 52.13 -4.23*** 3.11 2.16 -0.94***
(0.843) (0.671) (1.077) (0.822) (0.766) (1.124) (0.293) (0.195) (0.352)
Norte 7180 27.46 24.89 -2.57 55.07 50.18 -4.88** 7.49 4.33 -3.16*
(2.468) (1.876) (3.1) (1.685) (1.579) (2.309) (1.456) (0.883) (1.703)
Norte-occidente 6244 31.33 25.28 -6.05** 46.44 44.99 -1.44 5.28 2.67 -2.61**
(2.026) (1.614) (2.591) (2.325) (2.131) (3.154) (0.977) (0.599) (1.146)
Centro-norte 6832 28.55 33.14 4.58* 49.56 47.18 -2.38 4.54 3.48 -1.06
(2.045) (1.705) (2.662) (2.008) (1.812) (2.705) (0.942) (0.664) (1.152)
Centro 12060 42.45 43.01 0.56 64.63 57.58 -7.04*** 3.23 2.36 -0.87
(1.886) (1.483) (2.399) (1.381) (1.301) (1.897) (0.674) (0.454) (0.813)
Sur 10661 66.45 65.96 -0.49 43.62 44.12 0.5 1.27 1.17 -0.1
(1.225) (0.964) (1.559) (2.254) (2.221) (3.164) (0.291) (0.219) (0.364)

Notas: 42 977 observaciones. Errores estándar se muestran en paréntesis. Por diferencia se entiende el valor obtenido en niveles para mujeres menos el valor que obtuvieron los hombres. Las regiones se obtuvieron de la división regional de la ESRU-EMOVI 2017. Norte: Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. Norte-occidente: Baja California Sur, Sinaloa, Nayarit, Durango y Zacatecas. Centro-norte: Jalisco, Aguascalientes, Colima, Michoacán y San Luis Potosí. Centro: Guanajuato, Querétaro, Hidalgo, Estado de México, Morelos, Tlaxcala, Ciudad de México y Puebla. Sur: Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo. Se muestra significancia estadística para diferencias al: ***1%, **5% y *10%.

Fuente: Cálculos propios usando datos del Módulo de Movilidad Social Intergeneracional 2016 (INEGI, 2017) y la Encuesta ESRU de Movilidad Social en México 2017 (CEEY, 2019).

De manera similar a las diferencias por nivel regional, con el análisis a nivel estatal podemos observar que las diferencias en movilidad entre hombres y mujeres no están presentes en todo el país, como se podría pensar si sólo se observa la gráfica 1. De ahí que valga la pena analizar qué pasa a nivel estatal. Con dicho propósito, se obtuvieron los resultados de la regresión por estado. A continuación, en las gráficas 2, 3, 4 y 5 se presentan los resultados de los estadísticos de interés -persistencia intergeneracional y movilidad absoluta- para hombres y mujeres. Además, en dichas gráficas se presentan las diferencias de éstos mismos entre hombres y mujeres, es decir el resultado de restar el coeficiente los hombres al de las mujeres. Con el objetivo de identificar si hay patrones diferenciados de movilidad, es importante buscar si las diferencias son estadísticamente significativas. Para una revisión a detalle de las magnitudes a nivel estatal pueden revisarse los cuadros A2 y A3 en el anexo.

Notas: 42 977 observaciones. Por diferencia se entiende el valor obtenido en niveles para mujeres menos el valor que obtuvieron los hombres. Los resultados están ordenados de menor a mayor según los coeficientes del panel B. La línea roja está en el cero representando el punto donde no hay diferencias entre hombres y mujeres. Se incluyen intervalos de confianza al 95%. Significancia estadística al: ***1%, **5% y *10%. Fuente: Elaboración propia usando datos del Módulo de Movilidad Social Intergeneracional 2016 (INEGI, 2017) y la Encuesta ESRU de Movilidad Social en México 2017 (CEEY, 2019).

Gráfica 2 Persistencia intergeneracional por género 

Notas: 42 977 observaciones. Por diferencia se entiende el valor obtenido en niveles para mujeres menos el valor que obtuvieron los hombres. Los resultados están ordenados de menor a mayor según los coeficientes del panel B. La línea roja está en el cero representando el punto donde no hay diferencias entre hombres y mujeres. Se incluyen intervalos de confianza al 95%. Significancia estadística al: ***1%, **5% y *10%. Fuente: Elaboración propia usando datos del Módulo de Movilidad Social Intergeneracional 2016 (INEGI, 2017) y la Encuesta ESRU de Movilidad Social en México 2017 (CEEY, 2019).

Gráfica 3 Movilidad esperada en el percentil 10, por género 

Notas: 42 977 observaciones. Por diferencia se entiende el valor obtenido en niveles para mujeres menos el valor que obtuvieron los hombres. Los resultados están ordenados de menor a mayor según los coeficientes del panel B. La línea roja está en el cero representando el punto donde no hay diferencias entre hombres y mujeres. Se incluyen intervalos de confianza al 95%. Significancia estadística al: ***1%, **5% y *10%. Fuente: Elaboración propia usando datos del Módulo de Movilidad Social Intergeneracional 2016 (INEGI, 2017) y la Encuesta ESRU de Movilidad Social en México 2017 (CEEY, 2019).

Gráfica 4 Movilidad esperada en el percentil 25, por género 

Notas: 42 977 observaciones. Por diferencia se entiende el valor obtenido en niveles para mujeres menos el valor que obtuvieron los hombres. Los resultados están ordenados de menor a mayor según los coeficientes del panel B. La línea roja está en el cero representando el punto donde no hay diferencias entre hombres y mujeres. Se incluyen intervalos de confianza al 95%. Significancia estadística al: ***1%, **5% y *10%. Fuente: Elaboración propia usando datos del Módulo de Movilidad Social Intergeneracional 2016 (INEGI, 2017) y la Encuesta ESRU de Movilidad Social en México 2017 (CEEY, 2019).

Gráfica 5 Movilidad esperada en el percentil 90, por género 

Dicho lo anterior, empezaremos por revisar la gráfica 2, donde podemos apreciar la persistencia intergeneracional por género, es decir, las diferencias en la asociación entre el percentil de los hijos e hijas con el percentil del hogar en el que nacieron. En el panel A pareciera que en la mayoría de los estados la persistencia intergeneracional de los hombres es consistentemente más grande que la de las mujeres. A pesar de que esto podría llevar a pensar que los hombres presentan menores niveles de movilidad, cuando observamos la gráfica de diferencias en el panel B, observamos que en realidad son muy pocos los estados en los que estas diferencias son estadísticamente significativas. Para ser más específicos, sólo hay cuatro estados -Campeche, Durango, Guerrero y Oaxaca- con diferencias estadísticamente significativas, de los cuales, solo dos son significativos al 95%. Por tanto, únicamente en cuatro estados podemos decir que, en promedio, el logro socioeconómico de los hombres está condicionado en mayor medida que el de las mujeres por el origen. Esto difiere de lo encontrado a nivel regional, que nos hacía pensar que no pasaba en ninguna región, y también de lo encontrado a nivel nacional que, como se observa en el gráfico, dista de ser lo que pasa en todo el país.

Si bien es cierto que no encontramos muchas diferencias en las pendientes de la regresión, aún no sabemos qué está pasando en los extremos de la distribución, que de acuerdo con el análisis previo es donde se observan mayores diferencias. A continuación, en las gráficas 3 y 4, podemos observar los percentiles esperados de los hombres y mujeres que nacieron en el percentil 10 y 25 respectivamente. Del mismo modo que sucedía con la persistencia intergeneracional, pareciera que los hombres alcanzan mejores resultados que las mujeres en la mayoría de los estados. Sin embargo, son pocos los estados donde las diferencias son estadísticamente significativas (potencialmente por falta de poder estadístico). En particular, para el percentil 10 sólo observamos diferencias entre hombres y mujeres en cuatro estados (Baja California, Baja California Sur, Ciudad de México y Tabasco) y a nivel nacional. Por otro lado, el nivel nacional y ocho estados (Baja California, Baja California Sur, Campeche, Ciudad de México, Guerrero, Puebla, Tabasco y Yucatán) presentan diferencias cuando nos fijamos en el percentil 25.9

Finalmente, en la gráfica 5 observamos el valor esperado de los percentiles de aquellos que nacieron en el percentil 90, además de las respectivas diferencias entre hombres y mujeres. Al enfocarse en las diferencias, encontramos efectos estadísticamente significativos a nivel nacional y en 13 estados: Campeche, Chihuahua, Ciudad de México, Coahuila, Durango, Estado de México, Guanajuato, Guerrero, Michoacán, Nayarit, Querétaro, Tamaulipas y Zacatecas. Esto es, en casi la mitad del país, los hombres que nacen en el percentil 90 alcanzan mayores percentiles que las mujeres que nacieron en el mismo percentil. Sin embargo, no se observa un patrón regional claro. Aun así, se observa que las regiones centro-norte y sur son las que tienen menos estados con diferencias estadísticamente significativas.

Al observar los resultados de estas gráficas, podemos ver que en la gran mayoría de los estados no hay diferencias por género en la transmisión del logro socioeconómico. No obstante, sí encontramos diferencias cuando vemos los percentiles que se espera que alcancen las personas que nacen en diferentes puntos de la distribución. Pues, conforme avanzamos a puntos más altos de la distribución hay más estados que presentan diferencias entre hombres y mujeres. Por esto se puede pensar en las diferencias por género en movilidad social no como un fenómeno nacional ni regional, sino como un fenómeno que ocurre a nivel estatal. Ahora bien, este fenómeno no ocurre con un patrón regional claro, aunque, sí hay regiones donde está menos presente. Por tanto, podemos caracterizar las diferencias en movilidad social por género como un fenómeno estatal que ocurre sobre todo en la parte más rica de la distribución socioeconómica.

Con respecto a la robustez de los resultados previamente mencionados, se corrió la regresión usando una especificación del modelo que incluyó las variables de edad y edad al cuadrado, con sus respectivas interacciones con la dummy de género. Como mencionan Nybom y Stuhler (2017), las medidas de movilidad basadas en correlación de rangos, utilizadas en nuestro análisis, son menos sensibles a sesgos de ciclo de vida en comparación con otros estimadores. Esta prueba de robustez nos pudiera indicar si los resultados previamente presentados se vean afectados por diferencias en el momento de vida usado de referencia. Otro rasgo de esta especificación es que es reminiscente a la de Torche (2019), con la diferencia de que en la presente se agregan los años de escolaridad al índice socioeconómico y se usa la posición en la distribución del índice, en lugar del valor del índice.

En el anexo, las gráficas A7 a A10 proveen información que compara los resultados previamente presentados con los del modelo propuesto como prueba de robustez. Cabe señalar que los resultados encontrados en los controles son muy similares. En cuanto a persistencia intergeneracional y movilidad en el percentil 90, la mayor parte de los estados que eran estadísticamente significativos lo siguen siendo. Por el contrario, en la movilidad de los percentiles 10 y 25 se reduce el número de estados con diferencias estadísticamente significativas entre hombres y mujeres. Esto refuerza el argumento de los resultados, considerando que en la especificación con controles adicionales las diferencias entre la parte más alta de la distribución y la más baja se agudizan.

6. Discusión

Como hemos mencionado, este trabajo está motivado en parte por los estudios de Torche (2015, 2019) y Delajara et et al. (2022). Por lo que, aunque guarda similitudes con dichos estudios, también presenta diferencias importantes en las metodologías y los resultados. En primer lugar, este trabajo, además de incorporar un análisis nacional y regional, también presenta resultados a nivel estatal. En segundo lugar, en este trabajo se utilizaron la ESRU-EMOVI y el MMSI 2016 de forma conjunta, por lo que se aumentó el número de observaciones y se obtuvieron estimaciones más precisas. En tercer lugar, para comparar lo que ocurre en diferentes puntos de la distribución, en este documento usamos la movilidad absoluta en el percentil 𝑝, que se basa en calcular el percentil que alcanzan en promedio aquellos que nacieron en el percentil 𝑝, en lugar de usar las regresiones por cuantiles usadas por Torche (2015, 2019), que se basan en analizar gráficamente la varianza de la distribución socioeconómica según el cuantil del hogar de nacimiento. De modo que, la movilidad absoluta en el percentil 𝑝 tiene la ventaja de ser más fácil de interpretar, proporcionar un único estadístico que resume la movilidad en un punto de interés y permitir calcular fácilmente las diferencias por género. Finalmente, los resultados presentados a nivel nacional respaldan los de Torche (2015) donde se encuentra que la persistencia intergeneracional de los hombres es mayor que la de las mujeres.

Por otra parte, dado que este es el primer trabajo en hacer la distinción de movilidad social por género a nivel estatal, no ha estado dentro de los alcances dar una explicación acerca de los factores causales de que estas diferencias estén presentes en algunos estados y no en otros. Sin embargo, a continuación, se ofrecen algunas posibles explicaciones basadas en la literatura existente que podrían ser la razón de estas diferencias estatales e incluso servir de base para futuras investigaciones. Como se mencionó en la revisión de literatura, estudios previos han encontrado que a nivel regional factores como la educación, el primer empleo, la inclusión financiera y los trabajos de cuidados no remunerados pueden generar patrones diferenciados de movilidad entre hombres y mujeres. Del mismo modo, podemos pensar que las diferencias estatales en estos factores pueden explicar los resultados presentados. Otras posibles explicaciones podrían encontrarse en los cambios generacionales presentes en las estructuras sociales y ocupacionales (Ariza y Solís, 2009; González de la Rocha, 1995), factores ambientales durante el crecimiento (Solís y Puga, 2011; Chetty et al., 2016) y la composición de los hogares (Chetty et al., 2016). Las razones detrás del porqué de las diferencias en movilidad por género sólo existen en ciertos estados quedarán más claras en la medida en que más estudios analicen la movilidad social a nivel entidad federativa.

Vale la pena destacar los estudios de movilidad social a nivel estatal realizados por el CEEY en Ciudad de México en 2019 y en Nuevo León en 2022. El primero realizado por Orozco et al. (2019a) con datos de la ESRU-EMOVI 2017 y el segundo elaborado por De la Torre y Espinosa (2022) con la Encuesta ESRU-EMOVI Nuevo León 2021, que fue levantada con la finalidad de estudiar la movilidad social en dicha entidad. Estos estados son importantes en el contexto de nuestra discusión, pues en el presente trabajo, en Ciudad de México se encontraron diferencias estadísticamente significativas en la movilidad absoluta por género en todos los percentiles que se evaluaron; por el contrario, en Nuevo León no se encontraron diferencias estadísticamente significativas en ninguno de los percentiles evaluados (De la Torre y Espinosa, 2022; Orozco et al., 2019a). De forma que, comparar los patrones y características de la movilidad social en dichos estados puede ayudar a entender por qué en algunos estados se presentan diferencias de género y por qué en otros no.

Lo más destacable de comparar los estudios hechos por De la Torre y Espinosa (2022), para Nuevo León, y por Orozco et al. (2019a), para Ciudad de México, es observar las diferencias en los factores que determinan la desigualdad de oportunidades.10 En primer lugar, se debe mencionar que en cada entidad los factores que determinan la desigualdad de oportunidades pueden tener diferente peso. Por ejemplo, en Nuevo León tener padres hablantes de lenguas indígenas tiene más peso al explicar la desigualdad de oportunidades que el género; mientras que en la Ciudad de México ambos factores tienen el mismo peso al explicar dicha desigualdad. Por otra parte, resalta el hecho de que los patrones de movilidad ocupacional y educacional son diferentes en estos estados, por lo que cabe pensar que su efecto en las diferencias de movilidad por género también será diferente (De la Torre y Espinosa, 2022; Orozco et al., 2019a). Tomando en cuenta lo anterior, la evidencia indica que las diferencias en el efecto del género sobre la movilidad social se ven afectadas por la estructura de la desigualdad de oportunidades propia de cada estado.

Por su parte, cabe mencionar que, el estudio de Nuevo León al ser más reciente también incorpora en su análisis los servicios de cuidado. Como se mencionó anteriormente, se ha encontrado que la presencia de estos servicios mejora los resultados de los percentiles esperados de las mujeres. Los resultados obtenidos a nivel estatal, para Nuevo León, del estudio de De la Torre y Espinosa (2022) también pueden compararse con los obtenidos por Orozco et al. (2022) a nivel regional y nacional. En el caso de Nuevo León la presencia de servicios de cuidado infantil no mejora tanto la posición socioeconómica de las mujeres como a nivel nacional o regional. Esto apunta a que, como se ha mencionado, las características propias de la desigualdad de género a nivel estatal son determinantes en el efecto del género sobre la movilidad social (De la Torre y Espinosa, 2022; Orozco et al., 2022).

Finalmente, es importante leer los resultados expuestos en el presente trabajo teniendo ciertas consideraciones. Como menciona Gandil (2023), las caídas en movilidad social pueden confundirse con mejoras en la igualdad de género. Esto se debe a que el género al nacer es prácticamente aleatorio, y la desigualdad intrínseca al género puede confundirse con cambios en la movilidad. Por otro lado, debido a que el índice socioeconómico usado está basado en los activos del hogar, se debe cumplir el supuesto de que dentro de los hogares se distribuyen los recursos y se divide el trabajo de forma óptima (Torche, 2019; Becker, 1973).11

Más aún, al no tomar en cuenta factores como la desigualdad en el ingreso y el trabajo no remunerado, este trabajo no considera desigualdades dentro del hogar. Es decir, el índice no puede discernir que proporción del logro socioeconómico del hogar es atribuible a cada miembro de este. Por tanto, en un hogar donde no se distribuye el trabajo de forma óptima, es posible que no se reflejen las oportunidades, sino más bien las desigualdades dentro de la estructura familiar. De modo que, si las desigualdades dentro del hogar afectan la precisión de usar los hogares como proxy del logro socioeconómico individual, es posible que las estimaciones presentadas en este trabajo subestimen las diferencias por género en movilidad social. Así, las estimaciones presentadas deben tomarse como conservadoras si tomamos en cuenta que las desigualdades dentro del hogar podrían afectar los niveles de movilidad social de las mujeres.12

Como se mencionó anteriormente, nuestro análisis presenta limitaciones debido a la metodología empleada y el alcance de los datos. Por un lado, se usó la distribución nacional como referencia para medir movilidad a nivel subnacional, principalmente para que nuestros resultados fueran comparables con Chetty et al. (2014), Torche (2015) y Delajara et al. (2022). Por otro lado, el índice no permite distinguir desigualdades dentro del hogar, lo que dificulta determinar la agencia de cada integrante del hogar. Así, trabajos futuros podrán extender el análisis de los resultados siguiendo la metodología de Monroy-Gómez-Franco (2023). También, en la medida que tengamos datos representativos a nivel nacional y con mayor desagregación dentro del hogar, se podrán realizar estudios con supuestos más flexibles que los usados en este trabajo.

7. Conclusiones

El presente trabajo presenta un análisis de movilidad social diferenciando por género a nivel nacional, regional y estatal. Para comparar el logro socioeconómico entre padres e hijos, se construye un índice de activos mediante el análisis de componentes principales, el cual permite ordenar a los hogares de origen y de destino en términos de estatus socioeconómico. La metodología sigue a Chetty et al. (2014) y Delajara et al. (2022), donde se estima una regresión lineal del percentil del hogar de destino en función del percentil del hogar de origen diferenciado por género. Por lo que, calculamos la movilidad social con estadísticos de persistencia intergeneracional y movilidad absoluta en el percentil 𝑝. De forma que, identificamos la relación entre el nivel socioeconómico de los padres y aquel que alcanzan sus hijos e hijas y, además, observamos a donde llegan las personas según el estatus socioeconómico del hogar en que nacieron. Más aún, este enfoque permite calcular la diferencia entre hombres y mujeres de los estadísticos de interés y determinar si es estadísticamente significativa.

Como resultado de haber realizado el análisis a nivel nacional, regional y estatal, se obtuvieron algunos aprendizajes sobre los patrones de movilidad por género. En primer lugar, al hacer el análisis a nivel nacional, los hombres tienen una persistencia intergeneracional más alta que las mujeres y además alcanzan mayores percentiles que las mujeres, pues esta diferencia se acentuó en la parte más alta de la distribución. En segundo lugar, sin embargo, si se desagrega a nivel regional, ya no se encuentran diferencias en persistencia intergeneracional y disminuyen aquellas en la movilidad absoluta de los percentiles más bajos. Sin embargo, en la parte más alta de la distribución sí se encuentra que en casi todas las regiones los hombres alcanzan mejores resultados que las mujeres. Finalmente, al desagregar a nivel estatal encontramos heterogeneidad en los resultados dentro de las regiones. Así, se encuentra que no en todos los estados existen diferencias entre hombres y mujeres en el percentil 90 a pesar de que vemos muy pocas diferencias en la parte baja de la distribución socioeconómica. En conclusión, los hallazgos de este trabajo indican que las diferencias en movilidad social por género se dan a nivel nacional, pero de forma marcada sólo ocurre en algunos estados y, específicamente, en las partes más altas de la distribución (en 13 entidades federativas).

Aunque este trabajo es el primero en mostrar diferencias de género en movilidad social entre entidades federativas, se requiere generar más y mejores fuentes de información. En particular, algunos patrones de movilidad social no son distinguibles entre hombres y mujeres para ciertas entidades, por lo que estudiar más variables socioeconómicas y tener mayores muestras permitiría saber con mayor detalle las diferencias en movilidad social por género. A pesar de esas limitaciones, este estudio resalta la necesidad de crear políticas que tomen en cuenta la desigualdad de género propia de cada estado y que eliminen las diferencias por género en la parte más alta de la distribución.

Agradecimientos

Agradecemos los comentarios de dos revisores anónimos y del editor. Este trabajo está motivado en la tesis de licenciatura de José Daniel Gutiérrez Dorantes. El anexo de este trabajo únicamente está disponible en la versión en línea.

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1 Una discusión más amplia de la representatividad a nivel estatal de la muestra y su aplicación para la movilidad social puede encontrarse en Delajara et al. (2022). Además, en el cuadro 1 se muestran las medias para los activos, los servicios y las características de los entrevistados que empleamos para el análisis, para cada encuesta individualmente y para la base conjunta.

2 Siguiendo a Torche (2015, 2019) y a Delajara et al. (2022) este índice se interpreta como un proxy de estatus socioeconómico. Pues, el índice toma en cuenta bienes durables, activos físicos y características de los entrevistados, como los años de escolaridad.

3 De aquí en adelante, al hablar de la distribución socioeconómica, haremos referencia a la distribución a nivel nacional.

4 En el cuadro A1 del anexo se muestra la ponderación que tiene cada variable en el análisis de componentes principales para la construcción del índice.

5 Esta es análoga a la regresión usada por Delajara et al. (2022): R ic c + β c P ic + Ɛ ic . No obstante, se distinguen porque dicha especificación no toma en cuenta diferencias por género.

6 En Chetty et al. (2014) usan la movilidad absoluta en el percentil 25, a la que llaman, movilidad ascendente absoluta, como medida del percentil esperado de aquellos nacidos en la mitad inferior de la distribución. Aquí se decidió también usar movilidad absoluta en los percentiles 10 y 90, debido a que la gráfica 1 muestra diferencias por género en los extremos de la distribución.

7 Deutscher y Mazumder (2021) catalogan esta medida como débilmente absoluta, pues no cumple estrictamente con su definición de movilidad absoluta.

8 En la gráfica A2 del anexo se pueden observar estas gráficas para cada estado de la república.

9 Como se puede observar en las gráficas, las diferencias entre hombres y mujeres que resultaron estadísticamente significativas son negativas en la mayoría de los estados. Esto quiere decir que el percentil esperado de las mujeres es menor que el de los hombres en esos estados. La única excepción es Tabasco, donde se encuentra que las mujeres que nacen en los percentiles 10 y 25 alcanzan, en promedio, percentiles más altos que los hombres. Lo anterior no sucede en el percentil 90, pues en ningún estado las mujeres alcanzan percentiles más altos que los hombres.

10 La comparación está limitada en tanto se desconoce si ambos trabajos utilizaron metodologías comparables entre sí, específicamente en la sección que discute género. Aunque está fuera del alcance de este trabajo hacer una comparación de los patrones de movilidad social entre la Ciudad de México y Nuevo León usando la misma metodología, sería interesante poder hacerlo, pues permitiría comprender mejor el fenómeno de la movilidad social a nivel estatal. Por lo mismo, esta sección de la discusión se mantuvo breve.

11 En Torche (2019) se ofrece una discusión más amplia sobre este supuesto y sobre las opciones para medir el logro socioeconómico.

12 Como se ha mencionado, Orozco et al. (2022) dan indicios de que factores relacionados con la desigualdad dentro del hogar podrían afectar los patrones de movilidad social, especialmente los de las mujeres.

Recibido: 31 de Marzo de 2023; Aprobado: 22 de Junio de 2023

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