Introducción
La información es un insumo fundamental en las actividades del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). El acceso a la información (AI) es efectivo a partir del reconocimiento y comprensión de necesidades de información en el desarrollo de actividades clínicas, académicas, de investigación y de toma de decisiones; cubrir necesidades depende en gran medida de la capacidad de utilizar medios de búsqueda y recuperación de información (Martínez, Acevedo y Delgado, 2014: 23).
El Sistema Bibliotecario del IMSS (SIBIMSS), conformado por 370 unidades, ofrece servicios especializados para profesionales del área médica. Su personal bibliotecario proporciona servicios de orientación, información y formación a través de recursos impresos y en línea. Entre sus usuarios se encuentran estudiantes de la licenciatura en ciencias de la salud, médicos residentes y personal del IMSS conformado por clínicos, docentes e investigadores.
En su quehacer cotidiano, los médicos residentes deben disponer de AI confiable enseguida, por esta razón, es crucial que desarrollen habilidades informativas para poder discernir la información que necesitan, allegarse a ella, evaluarla, extraerla, sintetizarla y organizarla para su uso y comunicación. También, contar con habilidades informativas puede ayudar a mejorar la toma de decisiones en la medicina basada en evidencias (MBE) (Azami, Mehralizadeh y Soltaninejad, 2020: 1). Estas habilidades deben englobar los saberes teóricos, prácticos y actitudinales, que representen el saber, el saber hacer y el saber ser del proceso educativo (Voutssás Márquez, 2020:18). Lau propuso un estándar internacional para el desarrollo de estas habilidades agrupado en tres componentes centrales: acceso, evaluación y uso pertinente de la información (2007: 21).
Al ser el AI una de las áreas de expertise del bibliotecario, este debe actuar como un alfabetizador de primera mano (Martínez Arellano, 2014: 63), que busque la máxima utilidad de la información y promueva el desarrollo de estas habilidades (Sánchez, 2016: 230). Para lograr esta tarea en una institución de salud, se requiere un profesional bibliotecario con conocimientos, habilidades y valores en el uso de recursos electrónicos de información especializados en el campo médico.
El desarrollo de habilidades informativas forma parte de un proceso amplio que recibe el nombre de alfabetización informacional (ALFIN). De forma general, ALFIN puede considerarse como un proceso continuo encaminado a formar individuos que puedan gestionar, valorar y aprovechar la información y el mensaje que ésta trasmite. Zurkowski (1974: 23) lo definió como la capacidad de utilizar recursos de información de manera efectiva para resolver problemas relacionados con el trabajo. Para Hernández Salazar (2012: 25), la esencia de ALFIN se constituye en dos partes; la primera, como un conjunto de habilidades, conocimientos y actitudes; y la segunda, como un proceso metacognitivo. Addison y Meyers (2013: 3) adicionan como tercera parte a la participación del individuo en la sociedad a través de recursos de información de acuerdo con cada contexto.
En el ámbito de la salud, ALFIN es un requerimiento esencial debido a que el profesional debe actualizarse constantemente para mantener su práctica médica vigente (Jiménez, Salcido y Farfán, 2023: 196). Además, la vasta cantidad de información en Internet, donde en una sola búsqueda es posible encontrar información validada y a la vez información inadecuada (Martínez Solana, 2014: 176), complejiza el proceso de selección de información.
Para los médicos residentes, ALFIN desempeña un papel determinante en la efectividad del AI (Díaz y Álvarez, 2016: 180) y es el personal bibliotecario quien tiene la responsabilidad de incidir en su perfeccionamiento (Fernández et al., 2007: 3). Vidal, Fernández, Zayas y Paredes (2016) señalan que puede incorporarse en el pregrado o el posgrado a partir de alianzas entre bibliotecarios y docentes. En algunas universidades se implementan asignaturas relacionadas con estos saberes, pero hace falta evaluar sus logros (Pirela y Cortés, 2014: 146), los cuales, se han reportado insuficientes (Delgado, Aguila, Peralta y Ramos, 2019: 382). Teniendo lo anterior en cuenta, estos deben incluirse en el currículo de forma obligatoria (Sezer, 2020: 5)
En Cuba se llevan a cabo talleres de forma continua (Fernández Valdés y Zayas Mujica, 2016: 44). Además, existen casos de éxito (Gainza, Rodríguez, Rodríguez, Lara y Vega, 2017: 1032) y en el año 2020 también en Perú (Huaillani, 2020: 6). En el año 2010, en el IMSS, una propuesta de taller ALFIN no logró concretarse (Morales Alonso, 2010). En el año 2014, se informó que los estudiantes utilizaban Google como primera opción de búsqueda ante una pregunta académica (Moncada, 2014: 106). En el año 2018, en el Hospital Regional No. 1 en Sonora, un programa impactó positivamente en las habilidades de los residentes (Castro Montoya et al., 2018: 146). Cabe resaltar que durante la revisión de la literatura se encontraron pocos documentos que refirieran a resultados basados en experiencias prácticas y concretas de la alfabetización informativa en México.
En la UMAE Hospital de Pediatría del IMSS no suelen realizarse talleres ALFIN de forma periódica. El personal bibliotecario y autoridades administrativas señalan que los médicos residentes presentan dificultades para acceder a información, lo cual puede deberse a que existe una gran variedad de recursos electrónicos de información en salud (bases de datos, repositorios, herramientas para la toma de decisiones, entre otros) que son actualizados constantemente. Es necesario agregar que, en algunos casos, el proceso educativo de los profesionales de este ámbito puede conllevar hábitos que les merman la capacidad para allegarse a información de calidad que realmente satisfaga sus necesidades. A continuación, presento algunos ejemplos:
a) Durante los últimos años, los planes de estudio y los temarios de las asignaturas llegan a un grado elevado de estandarización, donde es posible encontrar la bibliografía básica y complementaria para el todo el curso escolar. En este contexto, ante cualquier necesidad de información, el estudiante acude a las fuentes de información inscritas en el temario, sin ahondar en otros documentos.
b) Por otra parte, en clase, los profesores son los encargados de brindar la información o bibliografía para la realización de cualquier actividad dentro y fuera del aula, por lo que el estudiante no tiene la necesidad de buscar ni hacerse planteamientos que le permitan establecer qué información requiere.
c) En algunos casos, los libros sobre salud de estas bibliografías llegan a ser tan especializados que no se adaptan a la realidad ni al contexto de nuestro país, por lo que el estudiante no puede tomar una decisión basándose en ellos.
Por tales circunstancias, este trabajo buscó responder la siguiente interrogante: ¿un taller ALFIN podría ayudar a los médicos residentes de la UMAE Hospital de Pediatría del IMSS a mejorar su AI?
Metodología
Se llevó a cabo un estudio cuasiexperimental que consistió en dos mediciones, la primera fue realizada en junio de 2019 y la segunda en julio del mismo año con el objetivo de evaluar el impacto del Taller de Alfabetización Informacional (T-ALFIN) en el AI. Fue un estudio analítico porque se evaluaron diversos aspectos relacionados con el AI. También fue prospectivo porque nunca se había realizado un proyecto de tal magnitud en la Unidad Médica.
Para la asignación del grupo se contó con el apoyo de las autoridades administrativas de la UMAE, quienes realizaron una asignación a conveniencia. Se invitó a participar voluntariamente y sin restricción alguna en el T-ALFIN a un grupo natural de 16 residentes de segundo año que cursaba la especialidad en el Hospital de Pediatría del Centro Médico Nacional Siglo XXI del IMSS. Tomamos como criterio de exclusión a quienes no quisieran participar en el estudio, a los residentes de otras especialidades y se eliminó a quienes no completaron el 100% de asistencia al Taller. Después de los criterios de eliminación, los médicos residentes obtuvieron una n=9. Cabe resaltar que, al tratarse de un grupo natural, el tipo de muestreo fue no probabilístico por conveniencia. El protocolo del estudio está registrado bajo el código SIRELCIS R-2019-3603-026.
Con base en la revisión de la literatura existente, identificamos que tanto la edad como la formación académica previa del médico residente (TIC, ALFIN o MBE) actuaron como variables confusoras en el estudio. Se estableció el T-ALFIN como la variable independiente y el AI como la variable dependiente. Esta última se definió a partir de los criterios propuestos por Lau (2007: 21). Se planteó la hipótesis causal de que, tras la aplicación del T-ALFIN, los participantes experimentarían una mejora en su capacidad para acceder a la información (Castro Montoya et al., 2018: 146; Sezer, 2020: 5). La variable AI comprendió los siguientes indicadores:
Variable | Conceptual | Indicadores |
---|---|---|
Acceso a la información (AI) | Con base en las propias necesidades de información, el estudiante planea y accede a ella. Toma en cuenta los medios de búsqueda, localización, selección y recuperación de la infor- mación disponibles con el fin de ob- tener los documentos apropiados y satisfacer sus requerimientos. |
Reconocimiento de necesidades de informa- ción. Capacidad para identificar las necesida- des propias de información relacionadas con las actividades profesionales asignadas. |
Expresión de necesidades de información. Enunciación precisa de la información por en- contrar. | ||
Identificación de fuentes y recursos de informa- ción. Selección de fuentes y recursos de infor- mación confiables de acceso abierto y restrin- gido para obtener la información pretendida. | ||
Planeación de la búsqueda de información. Ca- pacidad para generar estrategias de búsqueda de información mediante ecuaciones, recursos electrónicos y tipos de fuentes de información. | ||
Localización, selección y recuperación de la in- formación. Situar la información, elegir la útil y copiar o descargar los documentos de acuerdo a las necesidades. |
Fuente: Lau (2007: 21)
Para medir esta variable y las confusoras se desarrolló el "Cuestionario de la Competencia de Acceso a la Información" (CCAI). Para su elaboración, se utilizaron los indicadores definidos y se generaron preguntas que fueron organizadas en cuatro secciones distintas. Tanto la definición conceptual como los indicadores y las preguntas fueron sometidas a un análisis de tres profesionales bibliotecarios con experiencia en el campo del AI, quienes, además, contaban con actividad académica y/o docente, así como experiencia en evaluación. Las observaciones y sugerencias proporcionadas por estos expertos contribuyeron al mejoramiento de las preguntas del CCAI. Cabe destacar que, para la sección 4 del cuestionario se estableció un consenso que exigía respuestas correctas por parte de los tres especialistas (3 de 3). A pesar de los esfuerzos por involucrar a más expertos en el proceso, no fue posible encontrar a más personas con el perfil requerido y/o que tuvieran tiempo para colaborar en la revisión del instrumento.
La versión preliminar del CCAI fue aplicado en dos grupos naturales de médicos residentes, uno especializado en pediatría (n=16, compuesto por 10 mujeres y 6 hombres) y otro en medicina del trabajo (n=12, compuesto por 6 mujeres y 6 hombres). Estos grupos pertenecían a dos hospitales de alta especialidad del IMSS. La aplicación del cuestionario preliminar tenía como objetivos: estimar el tiempo requerido para completarlo, evaluar si las instrucciones y preguntas eran claras y realizar pruebas para medir su confiabilidad. Como resultado de este proceso, el CCAI finalmente fue dividido en dos versiones, una con 37 preguntas para su aplicación inicial y otra con 30 preguntas para su aplicación final (consulte el Anexo 1:
Sección 1. Las preguntas 1, 2 y 3 indagan en los estudios previos relacionados con el AI, se responden con sí o no. La pregunta 4 examina las mayores dificultades para el AI. La pregunta 5 pide responder si la persona se considera competente o no en el AI. En la aplicación final solamente se incluyeron las preguntas 4 y 5. No se aplicaron pruebas de confiabilidad en esta sección.
Sección 2. Las preguntas 6-9 registraron los motivos por los que se tiene necesidad de información: toma de decisiones clínicas; sesiones académicas; elaboración de trabajos de investigación, como la tesis, y la opción "Otro". Pueden seleccionarse uno o más motivos, si es más de uno se indica jerarquizarlos por frecuencia. La versión para la aplicación final carece de esta sección. No se emplearon pruebas de confiabilidad para la sección.
Sección 3. 21 preguntas sobre la frecuencia con la que se aplican conocimientos y habilidades relacionadas con el AI, con una escala de 0 a 84 puntos (Nunca=0, Casi nunca=1, La mitad de las veces=2, Casi siempre=3 y Siempre=4). En la aplicación inicial se solicita situarse durante los tres últimos meses para elegir una respuesta. En la aplicación final se pidió responder después de terminar la participación en el T-ALFIN. La confiabilidad fue evaluada con la prueba alfa de Cronbach.
Sección 4. Consta de tres viñetas con situaciones relacionadas al AI. La primera viñeta tiene cinco preguntas, la segunda y la tercera tienen una pregunta, con una escala de 0 a 7 puntos. El residente debe emitir como respuesta una recomendación para conseguir el AI. Esta sección fue aplicada sin cambio alguno al inicio y al final. Es la única sección del cuestionario que demanda respuestas correctas con la posibilidad de contestar "No sé". Cada respuesta correcta sumó un punto (no hubo puntos para las respuestas incorrectas ni para la opción "No sé"). La confiabilidad fue calculada con la fórmula 20 de Kuder Richardson.
La planificación didáctica del T-ALFIN se adaptó a un periodo de tiempo asignado por las autoridades del hospital, el cual constaba de cinco sesiones, cada una con una duración de 60 minutos. La metodología educativa diseñada tenía como objetivo facilitar el aprendizaje de conceptos, habilidades y valores relacionados al AI con ayuda del acrónimo PICo (Jiménez, Salcido y Farfán, 2023: 196), como se detalla en el Anexo 2. La implementación del T-ALFIN fue realizada de forma presencial y estuvo a cargo de dos estudiantes de la licenciatura en biblioteconomía. Estos estudiantes fueron supervisados por una bibliotecaria miembro del SIBIMSS, experta en la búsqueda y recuperación de información en bases de datos. Como guía para el Taller usamos un caso clínico (Gutiérrez y Parada, 2006: 22) con el propósito de situar a los médicos residentes en un contexto similar al que experimentarían en su práctica diaria. Se realizaron modificaciones mínimas en la redacción del caso.
Para garantizar la confidencialidad de la identidad de los médicos residentes, se optó por la asignación de códigos que fueron utilizados en el proceso de análisis de los datos. Este enfoque protegió la privacidad de los participantes y permitió llevar a cabo una evaluación objetiva del impacto del T-ALFIN en el AI.
Resultados
Se obtuvo un coeficiente de confiabilidad de 0.90 para la sección 3 del CCAI y de 0.60 para la sección 4. Estos coeficientes indicaron un nivel razonable de consistencia interna en las respuestas proporcionadas por los participantes en ambas secciones del cuestionario. El tiempo promedio requerido para completar las cuatro secciones del CCAI fue de aproximadamente 20 minutos, lo cual refleja la eficiencia con la que los residentes pudieron responder a las preguntas y realizar las tareas relacionadas con el AI.
En este estudio, nueve de los residentes participantes (56%) cumplieron con los criterios de inclusión establecidos y los resultados presentados en el análisis se basaron en sus respuestas. De estos nueve participantes, seis eran mujeres (66.66%), y tres eran hombres. La edad promedio de los participantes fue de 26.7 años, con un rango de edades que oscilaba entre los 25 y los 28 años. Tres de los residentes (33.33%) provenían de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), mientras que los otros seis provenían de seis instituciones educativas públicas mexicanas distintas.
Las tres primeras sesiones del T-ALFIN ocurrieron de acuerdo con la planificación establecida. Sin embargo, la cuarta sesión fue suspendida debido a la realización de otras actividades en el hospital. La última sesión requirió un tiempo considerable de 2 horas para abordar todo el contenido programado, lo cual indica la importancia del tema y la necesidad de un tiempo más prolongado para su impartición.
Sección 1 Estudios previos. Se observó que el 88.9% de los participantes afirmó haber tenido cursos en MBE, el 44.4% reportó haber recibido formación en AI y un 22.2% indicó haber tenido asistido a cursos relacionados con las TIC. Sorprendentemente, sólo una persona entre los participantes respondió "No" a los tres tipos de cursos mencionados (Figura 1).
En el análisis de los estudios previos y la calificación obtenida en la sección 4 del CCAI al inicio, con prueba exacta de Fisher se obtuvo lo siguiente (Tabla 2):
Estudios previos | Valor de p* |
---|---|
Medicina basada en evidencias | 0.484 |
Acceso a la información | 0.667 |
Tecnologías de la información y comunicación en ciencias de la salud | 0.583 |
* Prueba exacta de Fisher
Fuente: elaboración propia
Los valores de p obtenidos en esta prueba exacta de Fisher no muestran una asociación significativa entre la formación previa y las calificaciones iniciales en la sección 4 del CCAI.
Sección 2 Necesidades de información. El motivo predominante para obtener información fue fundamentar la toma de decisiones diagnósticas y/o terapéuticas, este alcanzó 88.88%. El segundo motivo fue el de poder preparar sesiones académicas y realizar trabajos de investigación, como la tesis (77.77 %). Únicamente hubo una respuesta en "Otro", la cual estuvo relacionada a la actualización profesional (11.1%).
Comparaciones entre las secciones 1, 3 y 4.
La pregunta 4, Sección 1 versó sobre las dificultades en el acceso a la información. En la Figura 2 se muestra la frecuencia de las dificultades declaradas al iniciar el T-ALFIN y al finalizarlo.
La pregunta 5, Sección 1 trató sobre la autoevaluación de la competencia en el acceso a la información. Antes del T-ALFIN cuatro médicos residentes (44.4%) declararon ser competentes en el AI, al finalizarlo todos se consideraron competentes. La autoevaluación inicial competente-no competente y la calificación inicial de la sección 4 tuvo una p=0.16 con la prueba exacta de Fisher.
Sección 3 Actividades de AI. La frecuencia de las opciones de respuesta elegidas para referirse a las actividades de AI de los médicos residentes fue distinta al comparar la medición inicial con la final (ver Anexo 1). Al inicio hubo respuestas con las cinco opciones, al final no fueron elegidas las opciones "Nunca" ni "Casi nunca" (Figura 3).
Sección 4 Recomendaciones para el AI. Las respuestas correctas a las siete preguntas en la medición inicial y final se muestran en la Figura 4. En ninguna de las mediciones se seleccionó la respuesta "No sé".
La comparación de la medición inicial y final de las secciones 3 y 4 se muestra en la Tabla 3:
Sección | Inicial (n=9) | Final (n=9) | p** |
---|---|---|---|
3. Actividades relacionadas con el acceso a la información | 41 (27-70) * | 65 (47-84) * | 0.01 |
4. Recomendaciones para el acceso a la información | 2 (1-7) * | 5(3-7) * | 0.05 |
* Mediana (rango)
** Prueba de Wilcoxon (de una cola)
Fuente: elaboración propia
El valor de p al usar la prueba de McNemar en la sección 3 fue de 0.01, los nueve residentes incrementaron sus puntuaciones. En la sección 4,p tuvo un valor de 0.05; cuatro residentes tuvieron la misma puntuación y cinco la incrementaron.
Discusión
En la sección 1 y 2 del estudio se aplicaron preguntas para que los instructores del T-ALFIN pudieran evaluar si la planificación educativa necesitaba ajustes para aprovechar mejor el tiempo asignado para la realización del Taller. Sin embargo, dado que no se encontraron diferencias estadísticamente significativas con relación a la formación previa en MBE, AI y TIC en Ciencias de la Salud, así como en cuanto a las calificaciones iniciales de la sección 4 y los motivos por los cuales los residentes buscaban información, no se realizaron modificaciones en la planificación didáctica original.
En la sección 3, la cual tuvo más preguntas que cualquier otra, se enunciaron acciones concisas para lograr un AI efectivo. Tales constituyen las faenas ejercidas por los bibliotecarios en sus labores habituales, pues responden en función de la frecuencia con la que se hacen o no las tareas pendientes, por lo que podría aplicarse en los usuarios que soliciten apoyo del personal del SIBIMSS y, con base en sus respuestas, brindar atención específica que ayude a alcanzar un AI efectivo.
La elaboración de la sección 4 tuvo un mayor grado de dificultad y requirió de más tiempo debido a que exigía describir una necesidad de información con pocas palabras, generar preguntas sin respuesta obvia y tener un consenso absoluto por parte de los tres expertos en la selección de la respuesta correcta. Las preguntas de esta sección no son declarativas de qué se hace al buscar información. Cognitivamente, las siete preguntas están orientadas a analizar la situación descrita, a pensar en una solución y proponer su aplicación para lograr una resultante que podría ser una recomendación correcta o incorrecta. En este sentido, esta sección debe incluirse si se trata de evaluar el aprendizaje. Si bien se observa una mejoría en las calificaciones de los residentes al comparar la medición inicial con la final (Figura 4;Tabla 2), lo conveniente es aumentar el número de viñetas y de preguntas, reparar en el tiempo que se requiriera para contestarla y recalcular su confiabilidad.
Originalmente, la planeación didáctica se elaboró con cinco sesiones de dos horas cada una con el propósito de tener más tiempo para que los residentes hicieran ejercicios con asesoría mínima de los instructores, ya que se pretendía lograr su autonomía para los escenarios clínicos diarios. Debido a las actividades ya programadas para los residentes, la planeación tuvo que reducirse a 5 horas. Un cambio inesperado fue la suspensión de la cuarta sesión, la cual tuvo que cubrirse también durante la quinta sesión, la última reunión.
Por los resultados obtenidos en la sección 3, se concluye que 5 horas de intervención fomentaron la realización de acciones útiles para el AI (Figura 2), aunque la expresión de necesidades, la planeación de búsqueda que facilitara el acceso y la selección de la información fueron señaladas, con mayor frecuencia, como dificultades al terminar el T-ALFIN. Probablemente al inicio se les ignoraba como obstáculos para el AI.
Como resultado de las calificaciones de la sección 4, además de lo ya referido en cuanto al número de preguntas que la componen, la planeación para acrecentar el AI demanda mayor tiempo de intervención o probar ejercicios más efectivos o implementar el T-ALFIN con personal bibliotecario experimentado. Otro elemento que pudo influir es la cantidad de residentes que cumplieron los criterios de inclusión; tres médicos no asistieron a la primera sesión y cuatro más salieron de vacaciones durante el T-ALFIN.
El hecho de que los residentes hubiesen o no tenido un curso relacionado con la búsqueda y recuperación de información no hizo diferencia en sus habilidades al inicio del T-ALFIN. Por ello, hay lugar para diagnosticar la capacidad de AI cuando un residente se acerca a las unidades del SIBIMSS y, según la dificultad detectada, realizar una actividad de capacitación personalizada con la intención de mejorar sus conocimientos teóricos y prácticos. Lo anterior podría reducir la pérdida de alumnos durante la implementación de un taller.
La decisión sobre qué información aplicar en el contexto propio de la atención médica es una cuestión que compete al profesorado médico de los residentes; está fuera del ámbito del personal bibliotecario. Por tal razón, no se incluyó en la definición de la variable de AI, ni en el contenido del T-ALFIN.
Como parte del servicio a usuarios, las unidades del SIBIMSS podrían llevar a cabo talleres de AI periódicamente con la colaboración de bibliotecarios en formación o únicamente a través de su personal adscrito. Para poder realizarlos es necesario emprender un trabajo en equipo por parte del personal bibliotecario, los docentes del área de la salud y las autoridades administrativas de la unidad de atención médica.
Conclusiones
Las pruebas de confiabilidad aplicadas a la sección 3 del CCAI indican su idoneidad para medir la frecuencia de actividades relacionadas con el AI por parte de médicos. Sin embargo, la sección 4, a pesar de ser eficaz para evaluar situaciones de búsqueda de información, requiere más casos para su aplicación en otros grupos.
El análisis sobre estudios previos revela que, aunque la mayoría de los cursos se centran en la MBE, esto no se refleja significativamente en la práctica de los médicos residentes al expresar sus necesidades de manera escrita y en forma de pregunta antes de comenzar a buscar información. Además, la existencia de cursos previos sobre AI no impactó notablemente en los resultados iniciales, lo cual sugiere la necesidad de un seguimiento más constante y periódico en estos cursos. Cabe destacar la responsabilidad individual de los médicos residentes en su preparación en estos temas; esto pudo notarse con la médica que obtuvo todas las respuestas correctas desde la aplicación inicial y que pertenecía a la misma escuela que otros dos médicos.
Respecto a la influencia de la edad en el desarrollo de habilidades informativas, no se encontraron evidencias concluyentes en este estudio debido a la limitada variabilidad en el rango de edades de la muestra. Los médicos residentes priorizan la toma de decisiones clínicas y terapéuticas como razón principal para acceder a información científica, aunque esta perspectiva puede cambiar con la experiencia profesional. Inicialmente, la localización, selección y recuperación de información eran las mayores dificultades, pero, tras el programa, la planificación de la búsqueda de información se convirtió en el reto principal. Esto resalta la falta de conciencia en torno a la importancia de la planificación en la búsqueda eficaz de información.
La confianza de los médicos en sus conocimientos y habilidades relacionadas con el acceso a la información aumentó significativamente de un 44% a un 100% después del Taller. Los resultados también muestran una mejora en la frecuencia con la que los médicos realizan acciones relacionadas con un acceso efectivo a la información. Además, se observó un aumento en el porcentaje de respuestas correctas en la sección 4, aunque se sugiere incrementar el número de preguntas de esta sección. Finalmente, el Taller resultó efectivo para mejorar las habilidades de acceso a la información e impactó positivamente en los conocimientos teóricos, prácticos y emocionales de los médicos residentes. Esto enfatiza la importancia de la implementación de talleres de forma obligatoria y continua en colaboración con el personal bibliotecario y los docentes del área de la salud.