Introducción
La historia muestra que los distintos tipos de límites existentes en un espacio geográfico que comparten fronteras pueden traer conflictos asociados (Lois & Cairo, 2011; Naranjo Giraldo, 2014), lo que repercute en la capacidad de un territorio para generar riqueza y promueve una actividad turística sostenible.
Los elementos de atracción y empuje asociados a la localización fronteriza son un foco de interés para el estudio de las posibles relaciones que pueden establecerse entre la industria turística y los límites marcados entre diferentes estados (Moral Cuadra et al., 2016; Hernández Ramírez, 2017; Timothy, 2001).
En concreto, el turismo se ha erigido en uno de los pilares de desarrollo de la sociedad actual lo que ha configurado espacios e intereses económicos que tienen un impacto directo, muy especialmente en territorios insulares (Apostoulopoulos & Gayle, 2002). Por esta razón, se comprueba que la geografía impone sus reglas en cuestiones geopolíticas, relación más compleja que el binomio turismo-geografía (Bettoni & Giblin, 2009), de modo que el estudio de la estrecha franja de mar que separa Marruecos y España y sus territorios adyacentes se constituye en una de las fronteras que, por sus especiales condiciones, más preocupan a la Unión Europea y a la Alianza Atlántica (García Hernando, 2008), una inquietud que deja una puerta abierta a un progreso compartido, ya que pueden explotar su condición de frontera, en aras de un beneficio común no exento de conflictos, por lo que su estudio es especialmente interesante.
Este marco geográfico es un punto de fricción desde hace milenios, donde la guerra, la confrontación, el comercio, la difusión cultural y la acomodación (Bettoni & Giblin, 2009; Driessen, 1992) han configurado la realidad actual. Y no es una casuística aislada, la frontera Norte-Sur o, siguiendo una terminología más moderna, la denominada frontera global, en la que se encuadra la frontera hispano-marroquí, muestra grandes similitudes con otras problemáticas fronterizas.
A partir de la década de 1990, el potencial turístico de los territorios insulares ha originado numerosos trabajos desde una perspectiva general (Briguglio et al., 1996; Conlin & Baum, 1995; Lockhart & Drakakis-Smith, 1997), o en estudios de caso según la tipología de islas, ya sean tropicales (Gössling, 2003) o de agua fría (Baldacchino, 2006), o islas de tamaño pequeño (Grilli et al., 2021; Kurniawan et al., 2019) o con una proyección turística de gran nivel como Baleares o Hawái (Bardolet & Sheldon, 2008).
El objetivo prioritario de la presente investigación es poner de manifiesto la condición de frontera insular de las islas Chafarinas y sus opciones de futuro, mediante la revisión del catálogo cambiante de funciones fronterizas que las islas han ido desempeñando en el tiempo (Anderson, 1995; Calderón Vázquez, 2014; Driessen, 1996; Mariñas Otero, 1998; Newman & Paasi, 1998; Sharpley, 2012). En este sentido, el soporte territorial de las Chafarinas, incluso con su reducido tamaño, es un espacio de rica biodiversidad, posee valores de indudable valor ecológico (Torres Gavilá, 2008; Verdú Baeza, 2014), goza de un excelente estado de conservación del medio de sus comunidades terrestres, marinas y submarinas originales, por lo que podría considerarse a las islas Chafarinas como un verdadero tesoro ecológico mediterráneo, lo que incrementa su valor estratégico en el contexto del mar de Alborán (Flores-Moya et al., 2021).
Además, la razón de este casi perfecto estado de conservación ambiental deriva de su condición de isla fronteriza, lo que implica un acceso muy restringido a dicho territorio, dado el control militar al que está sometido, una ecorregión marina para la conservación de la naturaleza (Olson & Dinerstein, 2002; Watson et al., 2014) que puede tener un interés para el desarrollo económico y el futuro geopolítico de la zona.
Los objetivos secundarios se concretan en la aportación de nuevos materiales empíricos al campo temático de las “fronteras insulares” e islas fronterizas, al contribuir con nuevos datos y registros a la reflexión y al debate sobre las fronteras españolas (y europeas) en África.
En la Tabla 1 se trasladan las autoras y los autores que han analizado la problemática de las islas Chafarinas y las diversas perspectivas; la historia, la política y la geografía se unen para ofrecer una visión que supone un excelente punto de partida para observar al conjunto insular desde una óptica jurídica, que tiene en cuenta aspectos de la vida cotidiana y las especiales singularidades biológicas y geológicas del entorno, todos estos elementos ofrecen posibilidades para valorar la situación actual del conjunto insular, si bien, se centran en mayor medida en aquellos aspectos que pueden ayudar a reflexionar acerca de un futuro que vaya más allá del despoblamiento en el que al día de hoy está inmerso.1
Fuente: elaboración propia
La estructura de la investigación parte de la introducción, en la que destaca la revisión de la literatura. A continuación, en el siguiente apartado, se recogen las características geográficas, geofísicas y los aspectos ecológicos y medioambientales de la zona. El tercer apartado reconoce el proceso histórico de constitución de Chafarinas como territorio español, se tienen en cuenta el estilo de vida y las actividades económicas de sus habitantes y la evolución demográfica observada en las islas, para tratar de responder a las razones que pueden explicar el proceso de despoblación. En el cuarto apartado se analizan los complejos problemas fronterizos a los que se enfrenta, se presta especial atención tanto a los conflictos y fricciones con Marruecos, como a la presión migratoria, presión más potencial que real, pero que provoca cierta alarma a las autoridades españolas. El quinto apartado aborda, desde una perspectiva crítica y reflexiva, las posibles líneas de futuro del archipiélago, en términos de desarrollo y turismo sostenible, cuestión que precede a las pertinentes conclusiones.
Las reflexiones y posibles conclusiones estarán relacionadas con el análisis de los cambios en la funcionalidad fronteriza de los enclaves españoles en la costa norteafricana. Una cuestión que ha ido sucediendo a lo largo del tiempo y ha originado la despoblación de estos lugares y su progresiva conversión en reservas naturales, de donde surge el debate en torno a los posibles usos turísticos sostenibles de territorios insulares (Carlsen & Butler 2011; Graci & Dodds, 2010).
De hecho, las opciones de un turismo de naturaleza, ornitológico y de avistamiento de aves se puede presentar como una opción de futuro, y constituirse en un instrumento para superar la actual situación de aislamiento fronterizo y la despoblación de las islas Chafarinas, así como la revitalización de las actividades económicas (Calderón Vázquez, 2013).
Además, a fin de afrontar sus perspectivas de futuro, el presente estudio aporta una síntesis de un conocimiento previamente disperso sobre los territorios insulares españoles norteafricanos. En este sentido, los aspectos cuantitativos del trabajo han utilizado la fuente archivística de los censos oficiales de 1910 (vol. 4) y 1920 (vol. 5) para los aspectos de mercado laboral y para la trayectoria que ha seguido la variable población en el conjunto de censos oficiales de población (1877-1970), consultados en el Instituto Nacional de Estadística (INE). Una información que ha proporcionado al trabajo una perspectiva de investigación escasamente desarrollada hasta el presente, que permite observar los ciclos demográficos y la transformación del territorio en términos de ocupación.
En cualquier caso, la complejidad del tema a tratar ha supuesto utilizar fuentes académicas hasta donde las temáticas han permitido, complementadas con la opinión de expertos y sus publicaciones en prensa. Hay que decir que la utilización de datos de fuentes primarias no está exenta de limitaciones, por las propias connotaciones que traen aparejadas el uso de cifras recopiladas sin la bondad que gozan en las últimas décadas los archivos referidos a las variables de población y actividades profesionales.
El territorio insular fronterizo. Características geofísicas de Chafarinas, aspectos ecológicos y medioambientales
Las islas Chafarinas se encuadran en el conjunto de territorios de soberanía española situados en la costa norteafricana, denominados como plazas de soberanía (Tabla 2). Dicho conjunto puede dividirse en dos grandes grupos. Por un lado, los espacios terrestres, compuestos por las ciudades fronterizas costeras (Ceuta y Melilla) y el Peñón de Vélez de la Gomera. Por otro lado, los espacios insulares, integrados por dos archipiélagos (islas Chafarinas e islas Alhucemas). Las plazas de soberanía están integradas a la Unión Europea, constituyen la única frontera exterior europea en África (Figura 1).
El archipiélago se encuentra situado en el mar de Alborán, a 45 km al este del enclave español de Melilla y dista 3.3 km de la costa mediterránea marroquí (Ras el Ma) (Figura 1).
Territorio | Tipología | Área km² | Altura m | Largo /ancho (m) | Distancia a la costa | Geolocalización | Población |
---|---|---|---|---|---|---|---|
Ceuta | Ciudad fronteriza costera | 18.5 | 10/349 | - | 0 | 35°53′16.8″ N 5°18′43.2″ W | 85 144 |
Melilla | Ciudad fronteriza costera | 12.3 | 30/130 | - | 0 | 35°17′31.36″ N 2°56′19.06″ W | 86 384 |
Peñón de Vélez* | Península | 0.019 | 90 | 260/100 | 0 | 35°10′20″ N 4°17′58″ W | 35 |
Islas Alhucemas** | Peñón de Alhucemas | 0.015 | 2 | 170/86 | Bra | 35°12′54″ N 3°53′47″ W | 35-50 |
Isla Mar | 0.014 | 4 | 0 | 0 | |||
Isla Tierra | 0.017 | 11 | 0 | 0 | |||
Islas Chafarinas | Isla Isabel II | 0.153 | 137 | 500/400 | 4 km | 35°11′00″ N 2°26′00″ O | 60-70 |
Isla Congreso | 0.256 | 0 | 0 | ||||
Isla Rey | 0.116 | 0 | 0 |
Fuente: elaboración propia con base en datos del Instituto Geográfico Nacional (IGN)
* El Peñón de Vélez de la Gomera originalmente era una isla, pero tras un fuerte terremoto en 1934 se convirtió en península, unida a la costa por un pequeño istmo de arena. Está situado en la costa mediterránea marroquí a 126 km de Melilla y a 117 km de Ceuta.
** El archipiélago de Alhucemas está situado en la costa mediterránea marroquí, en la bahía de Al-Hoseima, 155 km al este de Ceuta y 100 km al oeste de Melilla.
Las islas Chafarinas son un pequeño archipiélago de origen volcánico formado por tres islas que reciben los nombres de Congreso, Isabel II (la única habitada) y Rey. Se encuentran localizadas al sur de la península ibérica, en la zona sur del mar de Alborán, a unas 27 millas náuticas al este de Melilla y a 1.73 millas de la costa marroquí (MAPA, 2018).2 A nivel histórico resulta interesante la descripción que se hace de este conjunto y su proximidad a Marruecos, una cuestión que ha marcado su trayectoria, como se señala en el texto de época De Sangroniz y Castro (1924).3
Congreso es la isla más occidental, la más grande y la que más se eleva sobre el nivel del mar. Isabel II (Figura 2) se encuentra entre las otras dos, separada 1 km de la anterior y a unos 175 m de la isla Rey, la isla más oriental que es más pequeña y la más baja, como se puede apreciar en las Tablas 3 y 4. La presencia humana se remonta al Neolítico, como atestiguan restos arqueológicos, como la cerámica cardial, y se ha mantenido más o menos estable hasta fechas recientes, a pesar de los cambios experimentados a lo largo de la historia (Gibaja et al., 2012).
El archipiélago disfruta de un clima mediterráneo seco, fuertemente influenciado por los vientos dominantes (este u oeste). La orografía del terreno en Chafarinas se caracteriza por su superficie escarpada y su perfil costero es de morfología abrupta, abundan los acantilados de difícil acceso. La ausencia de manantiales o fuentes de agua potable hacen complicada la vida humana (Tabla 3).
Clima | Área | Altitud (m) | Coordenadas | Distancia | Localización | |
---|---|---|---|---|---|---|
Temperatura máxima | 41.1° C | 0.525 km², 55.5 ha | 137 | 35°11′ N | 3.3 km a la costa africana | Mar de Alborán, frente a la desembocadura del río Muluya |
Temperatura mínima | 5.2° C | 2°26′ W | ||||
Humedad relativa | 76.9 % | 45 km E. Melilla | ||||
Presión atmosférica | 1 017.8 hPa. | |||||
Precipitaciones | 297.2 mm/año |
Fuente: elaboración propia con datos de MAPA, 2018.
Precisamente, esta situación y el conocimiento de los aspectos que se recogen a continuación son trascendentes en la medida que han sido generadores de múltiples conflictos a lo largo de la historia, lo que lleva a reflexionar y tenerlos en cuenta para plantear mejor sus opciones de futuro.
En cualquier caso, es interesante conocer la evolución de la protección ambiental de las especies, tal como se muestra en la Tabla 4, pues a través de ella se constata la presencia de esa riqueza marina de estos lugares tan singulares de esta zona del Mediterráneo.
Tipo | Año | Normativa | Características |
---|---|---|---|
Reserva Nacional de Caza | 1982 | Real Decreto 1115/1982 Real Decreto 17/4/1982 BOE 1/6/1982 | Mayor colonia de gaviotas de Audouin de toda su área de distribución mundial. Presencia de foca monje (Monachus monachus). Existencia de algunas especies interesantes de reptiles (eslizones de Chafarinas, etcétera). Especies endémicas de flora. Fondos marinos en magnífico estado de conservación. |
Área de especial protección (AEP) | 1989 | Directiva aves 79/409/CEE 1979 + Directiva 2009/147/EC | Parte de la Red Natura 2000. Áreas especiales para la conservación de aves. |
Lugares de importancia comunitaria (LIC) | 2006 | SCI ES6300001 Islas Chafarinas | La LIC incluye nuevos hábitats y especies de interés comunitario: praderas de posidonia oceánica que hospedan la lapa gigante (Patella ferruginea), en peligro de extinción. |
Zona especial de conservación Red Natura 2000 | 2018 | Directiva de la UE (92/43/EEC). Real Decreto 190/2018 Real Decreto 6/4/2018l | Áreas de conservación especial. |
Fuente: elaboración propia con datos de MAPA, 2018.
Aspectos históricos y demográficos: un camino hacia el despoblamiento social y económico
El poblamiento de las islas Chafarinas se puede remontar al Paleolítico, en la isla Congreso se encuentran piezas arqueológicas de gran interés que definían un pequeño hábitat, con la presencia de rastros de agricultura, ganadería y evidencias de recolección de moluscos. Posteriormente, las islas fueron conocidas por los romanos con el nombre de Tres Insulae, aparecen incluidas en el Itinerario del emperador Antonino (Verdú Baeza, 2014).
Las Chafarinas aparecen en los mapas portulanos más antiguos de los que se tiene constancia, como los de Pietro Visconti de Geres (1314), la Carta Catalana de Tastu y Buchon (1375), el portulano de Andrea Bianco (1436) y el de Juan de la Cosa (1493), una prueba de su importancia, como único puerto resguardado en la zona en caso de mal tiempo o mar gruesa (Gámez Gómez, 2013).
Aunque las islas Chafarinas estuvieron vinculadas funcionalmente a Melilla, desde la ocupación española de este enclave norteafricano en 1497 (Bravo Nieto, 1990), la toma oficial de las islas tuvo lugar en 1848. Dado el carácter estratégico de su posición, su posesión oficial por parte de España despertaría los recelos de Francia, entre otras potencias europeas, que intentaría ocuparla con ambiciones territoriales en la zona (Mir Berlanga, 1980).
En un principio, el archipiélago de Chafarinas fue una extensión insular del enclave de Melilla, las islas fueron utilizadas como espacio de recreo para actividades náuticas y de esparcimiento y como cantera de materiales, como sitio militar y de confinamiento de prisioneros tras la instalación tanto de la guarnición como del destacamento criminal en la isla Isabel II (Mir Berlanga, 1980). Asimismo, además de militares y presos, las diversas obras públicas realizadas en Chafarinas, especialmente la construcción del puerto (Narváez López, 2013; Ruiz Romero de la Cruz, 2004), atrajeron a trabajadores, civiles, pescadores y comerciantes (Mariñas Otero, 1998).
El abanico de funcionalidades fronterizas de las Chafarinas se amplió, incluyó la recepción y cuarentena de las tripulaciones procedentes de Hispanoamérica, así como de hospital de convalecencia para los heridos y enfermos de las guerras africanas (campañas del Rif Oriental), para aliviar así la presión sobre los saturados hospitales de Melilla (Iglesias, 2010; Martínez, 2016).
Tras la victoria española de Wad Ras (1859) y sus consecuencias: el Tratado de Paz de Tetuán (1860) y el Tratado de Comercio de Madrid (1861), se estableció un régimen de puerto libre en todos los territorios norteafricanos de España (Garrido Guijarro, 2014). Se introdujo así un sesgo colonial en el catálogo de funciones fronterizas de los enclaves norteafricanos, que a partir de 1863 sirvieron de plataformas para expandir las actividades mercantiles y reforzar la presencia española en suelo africano, para desplegar, en el caso de Chafarinas, actividades comerciales con las costas vecinas, que se fueron abriendo a la influencia española.
Este nuevo papel fue diferente de la tradicional función fronteriza asignada a los viejos presidios españoles norteafricanos, la denominada “frontera africana” de España. Desde entonces los antiguos presidios ya no fueron vistos como meras empalizadas, destinadas a “detener, contener y controlar” a bereberes y turcos. A partir de ahí, su misión fue abrir el mercado magrebí a las exportaciones españolas. Por añadidura, el acrecentamiento de las frecuencias-destinos del transporte marítimo, unido a la mejora de las comunicaciones (al conectar por cables y telégrafo a Melilla), rompieron el aislamiento casi total que caracterizaba la vida en tales periferias insulares (Calderón Vázquez, 2014).
A su vez, el aumento de los servicios de vivienda, educativos, sanitarios y administrativos y el florecimiento de las actividades comerciales en todos los enclaves, especialmente visible en el periodo 1900-1920, favoreció el aumento de la población. Tan importante fue esta nueva funcionalidad fronteriza para el gobierno español que procedió al cierre de las cárceles en todas las posesiones norteafricanas, lo que repercutió muy positivamente en la apreciable mejora de las condiciones de vida (Quirós Linares, 1998).
El despliegue de las actividades económicas en las islas Chafarinas trajo consigo una “explosión” de la vida urbana, surgiendo casi de la nada un “pueblo blanco” en la isla Isabel II, con iglesia, tiendas, un teatro, casino, telégrafo, servicios de correo, escuela, etcétera. Una localidad donde residía una peculiar comunidad militar-civil, como muestran los datos de las Tablas 5 y 6, en las que se refleja fielmente la etapa de mayor población y vitalidad urbana en las Chafarinas.
Numerosos testimonios hablan de una comunidad integrada, a pesar de las diferencias existentes, una sociedad hispano-católica en la que existía una cierta vida social en torno a la cultura y el deporte (Lechado Granados, 2013, p. 89)4 reflejaba la prosperidad económica resultado del aumento de determinadas actividades como la construcción, la pesca y el comercio con los puertos de la Argelia francesa (Nemours y Kis, principalmente) y la costa vecina de Quebdana.
Población | Alfabetizados | Iletrados | Solteros | Casados | Viudos | |||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Hombres | Mujeres | H | M | H | M | H | M | H | M | H | M | |
Censo 1910 | 567 | 169 | 370 | 85 | 188 | 78 | 458 | 110 | 102 | 53 | 7 | 6 |
Censo 1920 | 187 | 131 | 124 | 85 | 39 | 38 | 115 | 72 | 44 | 41 | 4 | 8 |
Fuente: elaboración propia con base en Calderón Vázquez, 2013. Datos de INE, s. f.-a, s. f.-b
En cuanto al comercio irregular, el contrabando era un recurso habitual en la zona de influencia de los enclaves (Pastor Garrigues, 2006), se trataba de un flujo comercial tolerado por las autoridades españolas. En el caso de Chafarinas los principales productos con los que se traficaba (al igual que en los enclaves de Alhucemas y Vélez) eran las armas de fuego, los rifles Winchester, y los Remington que dejaban grandes márgenes de beneficio, para ello se utilizaba la deshabitada isla Congreso, donde se ocultaban los envíos hasta su posterior venta a los marroquíes (Esquembri Hinojo, 2013).
El establecimiento del Protectorado Franco-Español (1912-1956) en Marruecos cambió estructuralmente la situación y condición de los enclaves españoles en el norte de África, ya que los centros urbanos continentales (Melilla y Ceuta) iniciaron un periodo de vertiginosa expansión socioeconómica, a consecuencia de su condición de centros urbanos costeros, dotados de las únicas infraestructuras portuarias apropiadas en ese tramo de la costa norteafricana. Por contra, la llegada del Protectorado supuso para los enclaves insulares su paulatino abandono y despoblación, dadas las mejores perspectivas socioeconómicas que se proyectaban en el continente europeo para los habitantes de las islas.
1910 | 1920 | |||
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Actividades económicas | Hombres | Mujeres | Hombres | Mujeres |
Agricultura, pesca y caza | 4 | 1 | ||
Industrias manufacturas | ||||
Industrias alimentarias | 3 | 2 | ||
Confección (vestimenta y sombrerería) | 2 | 1 | 2 | |
Construcción (edificios) | 15 | 5 | ||
Energía* | 1 | |||
Terciarias y servicios | ||||
Comercio | 4 | |||
Exportaciones, comisionistas y agentes | ||||
Farmacias y venta de productos químicos | 1 | |||
Hostelería-turismo** | ||||
Otras tiendas | 4 | 3 | ||
Correos, telégrafos y comunicaciones | 3 | 3 | ||
Transporte | ||||
Transporte marítimo | 10 | |||
Senderos, calles y carreteras | 1 | |||
Fuerzas de seguridad | ||||
Ejército de tierra | 319 | 43 | ||
Armada | 81 | 17 | ||
Capellanes | 3 | 10 | ||
Capellanes católicos | 1 | 1 | ||
Otros servicios | 1 | 1 | ||
Profesiones liberales | ||||
Médicos | 3 | |||
Maestros | 2 | 1 | 1 | 2 |
Copistas y traductores | 4 | |||
Arquitectos e ingenieros | 1 | 1 | ||
Rentistas | 1 | 2 | ||
Trabajadores domésticos | ||||
Miembros de familias | 122 | 70 | ||
Servidores domésticos | 1 | 6 | 1 | 1 |
Asignaciones genéricas | ||||
Comerciantes | 1 | |||
Dependientes de comercio | 1 | |||
Cajeros y contables | 1 | |||
Empleados | 2 | |||
Dependientes de almacén | ||||
Mecánicos | 2 | |||
Peones y braceros | 33 | |||
Improductivos | ||||
Niños | 19 | 29 | 31 | 27 |
Estudiantes de primer grado | 43 | 30 | 11 | 15 |
Estudiantes | 8 | 6 | ||
Mendigos y prostitutas | 1 | 18 | ||
Profesión desconocida (sin calificar) | 22 | 12 | ||
Total | 567 | 192 | 187 | 131 |
Fuente: elaboración propia con base en Calderón Vázquez, 2013. Datos de INE, s. f.-a, s. f.-b
Según los datos disponibles (Figura 3), el punto de inflexión de la presencia de civiles en las Chafarinas se produjo durante el periodo 1910-1930, finalizada la guerra del Rif (1927), con connotaciones económicas y políticas (Díaz Morlán, 2015; Moga Romero, 2010; Paniagua López, 2018), cuando comenzó a acelerarse su despoblación, al pasar de 730 habitantes (1910) a 173 (1930), lo que supondrá la pérdida de 77% de su población. En las islas solo quedaron militares, funcionarios civiles y sus familiares. La pérdida de habitantes alcanzó su pico en la década de 1950, cuando la población de las Chafarinas en su conjunto solo ascendía a un centenar de personas.
Fuente: elaboración propia con base en Calderón Vázquez, 2014. Instituto Nacional de Estadística (INE), Censo de Población (1877-1970), https://www.ine.es/inebaseweb/71807.do?language=0#
Entre 1952 y 1953 se produjeron algunos intentos de frenar el declive económico y demográfico de las Chafarinas, se puso en marcha una mediática campaña denominada “vivificación de las islas” destinada a la revitalización socioeconómica de las islas, con una serie de proyectos y obras a realizar. Entre estos destacaba la restauración de la iglesia y de varios edificios y otras obras, con la finalidad de permitir la entrada de grandes barcos y buques atuneros, e instalaciones para el fomento de la industria pesquera. También se proponía la construcción de un albergue turístico y el restablecimiento del servicio de transporte semanal con Melilla para “los numerosos turistas” que se esperaba que visitaran las islas (Esquembri Hinojo, 2013).
El fin del Protectorado y la independencia de Marruecos en 1956 supuso para los enclaves insulares españoles la recuperación de su plena condición de frontera, se reforzaron los destacamentos de guarnición y familiares, así como la presencia de algunos civiles, generalmente empleados públicos, con oficios como fareros, telegrafistas, carteros, maestros, panaderos, mecánicos, etcétera.
Las comunicaciones marítimas entre las islas, las ciudades de Ceuta y Melilla y la península se realizaron a través de una línea marítima que ponía en servicio barcos de aprovisionamiento, para unir a Ceuta y Melilla con islas y peñones. Esta línea se mantuvo hasta la mitad de los años de 1980, momento en el que, con la entrada en vigor del “Plan Meta” (1985), el abastecimiento se realizó semanalmente mediante helicópteros militares, complementados en caso de necesidad por buques de la Armada Española.
En las últimas décadas del siglo XX, los avances tecnológicos, la automatización de los faros y las comunicaciones favorecieron la perdida de sus últimos civiles. En el caso de Chafarinas, abandonaron las islas durante la década de 1980, y sus puestos de trabajo fueron amortizados o sustituidos por los militares (Calderón Vázquez, 2014).
En concreto, en 1986 se cerró la línea marítima que unía Melilla y Chafarinas (Esquembri Hinojo, 2013), con lo que las Chafarinas perdieron su población civil y sus equipamientos. De hecho, la reducción de personal militar repercutió especialmente en la Compañía del Mar, lo que afectó la disponibilidad de embarcaciones, cuando a mediados de la década de 1990 se retiraron los últimos de los llamados “barcos mixtos” que prestaban servicio en las islas. Por este motivo, las comunicaciones marítimas con Chafarinas quedaron limitadas a los buques de la Armada, que transportaban materiales y suministros para abastecerlas, principalmente de agua potable. En este sentido, se han dejado sentir con fuerza los efectos de la profesionalización y modernización del Ejército español (Esquembri Hinojo, 2013).5
Desde 2012 está presente en las Chafarinas una brigada de la Guardia Civil especializada en la lucha contra el tráfico de estupefacientes. También hay un grupo de arqueólogos que están realizando importantes investigaciones en el yacimiento neolítico de Zafrin. Ocasionalmente hay presencia de operarios de la Autoridad Portuaria y campamentos de trabajo temporal que combinan la investigación arqueológica con la limpieza y reparación de antiguos caminos (Narváez López, 2013, p. 85).
Islas en la frontera: conflictos y presión migratoria
La importancia de Chafarinas en el contexto del Mediterráneo y en particular de la zona mauritana-tingitana ha sido en el pasado un espacio de litigio, donde han chocado las grandes placas tectónicas, en este caso, económicas y culturales, con dos mundos, el Norte y el Sur tradicionalmente opuestos (Braudel, 2001).
Fenómenos como la bomba demográfica africana y magrebí (Swedenburg, 2007) o el choque entre las dos orillas mediterráneas, muy diferentes en términos religiosos, étnicos, culturales y de estilo de vida, estimulan y potencian los conflictos. A todo ello se suman los problemas del narcotráfico, la inmigración irregular y otras cuestiones de seguridad (Bramwell & Lane, 2012).
Conflictos fronterizos
El perfil conflictivo de la zona del estrecho de Gibraltar sigue vigente y nada parece indicar que vaya a dejar de serlo en el futuro (Calderón Vázquez, 2013), un espacio geográfico que concentra aspectos claves de la política exterior española (Del Valle Gálvez, 2019). En la actualidad se observa en la zona del estrecho de Gibraltar todo un crisol de conflictos que se combinan y solapan, aunque de forma latente: desde la confrontación Norte-Sur o la riqueza-pobreza (Carling, 2007; Gold, 1999; Velasco, 2007). Desde la óptica del conflicto, la Tabla 7 presenta los factores que intervienen en los litigios en la frontera hispano-marroquí.
Factores | Temáticas y autores |
---|---|
Antropológico | Europa versus África y el Maghreb (Vives, 2011). |
Cultural | Cristianos occidentales versus musulmanes magrebíes (Loureiro Souto, 2015; Vives, 2011). |
Colonial | España como excolonizador versus Marruecos como excolonia (Ferrer-Gallardo, 2008; Ferrer Gallardo 2008). |
Factor Norte-Sur | Existencia de grandes desigualdades socioeconómicas (en términos de renta, riqueza y nivel de vida) entre ambos lados de la frontera hispano-marroquí (Carling, 2007; Gold, 1999; Velasco, 2007), puesto que el PIB per cápita de España multiplica por 13 al de Marruecos, cuando el escalón de Estados Unidos y México arrojó una ratio media de 7.1 entre 1970 y 2001 (Moré, 2003). Por ello, se trata de una de las fronteras más desiguales del mundo. |
Presión migratoria | Las desigualdades socioeconómicas atraen grandes flujos migratorios irregulares, ya procedentes del Magreb, del África subsahariana o incluso de otras partes del mundo, lo que genera una enorme presión migratoria en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla y, en menor medida, en los archipiélagos de Alhucemas y Chafarinas (Carling, 2007; Naranjo Giraldo, 2014). |
Reclamaciones de Marruecos a los territorios españoles en el norte de África | Reivindicaciones constantes de la marroquinidad de los territorios de soberanía española. Las reivindicaciones diplomáticas y políticas se producen combinadas con fricciones fronterizas de distinto nivel: hostilidades fronterizas endémicas o incluso violencia fronteriza. En sus reivindicaciones territoriales Marruecos invoca la geografía (y su lógica de continuidad territorial) pero parece ignorar la historia (Del Valle Gálvez, 2011, 2021). |
Conflictos y cooperación | Los conflictos y las dificultades en las relaciones de Marruecos con España no siempre han estado delimitadas por una cooperación, que se hace cada vez más necesaria para lograr mejoras en los territorios a ambos lados del Mediterráneo (Ferrer Lloret, 2017; García Hernando, 2008; González García, 2012; Iglesias, 2010; Moreno García-Cano & Fernández de Bobadilla Fernández, 2019). Los conflictivos se han reducido considerablemente con la vinculación de ambos Estados a la Comunidad Económica Europea (CE)/Unión Europea (UE) España con su membresía y Marruecos con su Estatuto Avanzado en la UE (Calderón Vázquez et al., 2023; Del Valle Gálvez, 2022). |
Fuente: elaboración propia
El detonante conflictual fronterizo más importante actualmente responde, entre otras causas, a las diferencias de riqueza entre España y Marruecos, palpables en numerosos indicadores, no solo en el PIB per cápita.6 Así, los diferenciales también resultan evidentes en el IDH (índice de desarrollo humano). En el caso de Marruecos, con un valor de 0.686, corresponde a un país de desarrollo humano medio, mientras que en España el valor es de 0.904, es decir, un país de desarrollo humano muy alto. Cuestión que explica e interviene en los saltos a las vallas metálicas de Ceuta y Melilla.
De hecho, la cuenca mediterránea ha presentado en los últimos siglos un carácter fronterizo, que constituye una zona limítrofe entre el mundo europeo-occidental frente al mundo árabe-africano, entendidos como bloques étnico-culturales de signo conflictivo y excluyente.
El hecho de ser frontera europea, unido a las fuertes desigualdades existentes en términos de renta, riqueza y nivel de vida entre la orilla europea y la africana del Mediterráneo, genera presiones migratorias desde la costa sur mediterránea hacia la norte, que se convierte en corrientes migratorias que desembocan en los territorios fronterizos hispano-marroquíes, que intentan alcanzar la deseada Europa (Wolf, 2018).
Presiones migratorias en las islas Chafarinas
La incorporación del Reino de España a la Unión Europea (UE) ha supuesto que todos los territorios españoles de la costa norteafricana se conviertan en fronteras exteriores de la UE (Driessen, 1996; Ferrer Gallardo, 2008). Adicionalmente, la inclusión de España en el Espacio Comunitario o Espacio Schengen7 trajo consigo el cierre y el blindaje del perímetro fronterizo terrestre.8 Esta medida se justifica por la necesidad de establecer el control de la inmigración y el tráfico ilegal de personas (Ferrer-Gallardo, 2008). En ese momento se construyeron las vallas fronterizas, que constituyen una primera imagen de ambas ciudades en muchos medios de comunicación internacionales, lo que refuerza el concepto de fortaleza europea, cada vez más extendido (Castan Pinos, 2008; Geddes, 2000); en cierto sentido, ambas ciudades son el límite sur del “muro europeo” (Zurlo, 2005, 2011).
En este contexto, los archipiélagos de Chafarinas y Alhucemas, que ya eran parte de la frontera marítima hispano-marroquí, también se convirtieron en “frontera exterior europea”, con lo que debieron asumir todas las consecuencias de la “europeización” que ha supuesto para Chafarinas, a partir de 2012, la aparición de una presión migratoria, hasta entonces desconocida (Sánchez-Montijano & Zaragoza Cristiani, 2013), que observa una llegada más frecuente de embarcaciones menores, las denominadas “pateras” o “cayucos” a las costas de Chafarinas (Caro, 2019; EFEdata & La Razón, 2012). Fenómeno que parece responder más a una diversificación de las rutas de entrada en Melilla dada la enorme dificultad de acceder por la frontera terrestre a la ciudad, tras el blindaje de su perímetro fronterizo terrestre (Sánchez-Montijano, 2012).
La prolongación en el tiempo de esta emergencia migratoria ha supuesto la activación de las funciones de control migratorio fronterizo en las Chafarinas y reforzado la presencia policial y militar (EFE, 2012). Asimismo, se ha hecho habitual en la zona la presencia de los equipos de salvamento marítimo, normalmente los buques de la Sociedad de Salvamento y Seguridad Marítima,9 los denominados Salvamar, pertenecientes a los centros de coordinación de la zona del estrecho, con base normalmente en el puerto de Almería.
Llegados a este punto se hace necesaria una cierta reflexión sobre la denominada presión migratoria en Chafarinas, entendida como “presión que ejerce en determinadas fronteras la llegada masiva o continua de migrantes” (Tesauro de Migraciones Internacionales Contemporáneas, 2010). Una cuestión que ha servido como pretexto para generar una respuesta oficial muy poco asertiva hacia migraciones y migrantes, orientada, simplemente, al mantenimiento del statu quo oficial del territorio.
La llegada de pateras y personas a un territorio insular, fenómeno hasta el momento desconocido, tuvo poco impacto sobre el territorio y sus efectos medioambientales fueron bastante limitados, dada la reducida cantidad de los grupos de llegada (varias decenas de personas como máximo) y lo reducido de la duración de su estancia en Chafarinas (un arco temporal de 24 a 48 horas máximo), hasta la llegada de la embarcación Salvamar de turno.10
La “presión migratoria” resulta más bien presión mediática o, si se quiere, ruido mediático. Lo cierto es que esta situación genera una alarma en la medida en que estas islas e islotes se convierten en una especie de hot spot en las rutas de migración ilegal que pretende llegar a territorio europeo. Además, estas llegadas se producen en islas “pegadas” literalmente al litoral marroquí, lo que evidencia, una vez más, la enorme vulnerabilidad fronteriza de estos pequeños archipiélagos (Soto, 2020).
El desafío migratorio ha aumentado en los últimos años, a Chafarinas llegan pequeños grupos preferentemente de mujeres y niños (Ikuspegi, Observatorio Vasco de Inmigración, 2019) quienes, tras una corta travesía nocturna desde el cercano litoral marroquí (distante solo 3-4 km de Ras el Ma, o Cabo de Agua), acceden a las islas (Soto, 2020). Ello provoca que la ansiada llegada a tierra pueda resultar “dramática” por las circunstancias del desembarco (Comisión Española de Ayuda al Refugiado [CEAR], 2021; EFE, 2019).
Hasta 2018, la llegada de pateras a Chafarinas tenía un carácter más bien episódico y puntual. Fue en 2012 cuando pequeñas embarcaciones comenzaron a arribar a las islas (Verdú Baeza, 2014).11 El evento se reprodujo en 2014 sin continuidad en los años posteriores.12 Pero fue a lo largo de 2019 cuando tuvieron lugar constantes desembarcos (Soto, 2019), que registraron su punto álgido durante la Navidad de 2019 (Europa Press, 2019; Ikuspegi, Observatorio Vasco de Inmigración, 2019)13. A partir de ese momento, la llegada de nuevas embarcaciones parece desacelerarse notablemente en los últimos años, tanto en 2020 como en 2021 (Ministerio del Interior, 2020, 2021). Tónica que se mantuvo durante 2022 a tenor de los datos ofrecidos en el informe quincenal Inmigración irregular 2022 del Ministerio del Interior (Ministerio del Interior, 2022), que agrupa datos desde el 1 de enero de 2022 hasta el 31 de diciembre de 2022, donde se registraron solo 71 llegadas por vía marítima a Melilla en 12 pequeñas embarcaciones (puerto de referencia de Chafarinas).
La evidente desaceleración en las llegadas obedece a un mayor control del perímetro marítimo de las islas tanto por parte española (a través de la Guardia Civil,14 como por efectivos de la Armada presentes en la zona) como del lado marroquí (la Gendarmería y Real Armada) que ejercen un control del mar y de la costa marroquí para impedir que cualquier embarcación se aproxime al perímetro de las Chafarinas (Público & EFE, 2022), celo poco frecuente en otras localizaciones fronterizas hispano-marroquíes.15
Además del control reforzado por ambos estados, la práctica habitual de la denominada “devolución en caliente”16 en la zona de Chafarinas (Entrepueblos Org., 2020), desestimula la llegada de pequeñas embarcaciones a las islas (Zuloaga, 2021). Estas prácticas en la frontera insular de Chafarinas, y por ende en el resto de las zonas fronterizas hispano-marroquíes, ha generado una polémica entre instituciones como ACNUR y Naciones Unidas e importantes organizaciones no gubernamentales defensoras de los derechos humanos, al igual que Amnistía Internacional, CEAR, etcétera, y el propio Defensor del Pueblo de España. Sin dejar de largo la opinión pública española que se pronuncia en este asunto, que lo considera una violación reiterada de los derechos humanos, precisamente de las personas más vulnerables, como son los migrantes irregulares y refugiados.17 El Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) y la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) denuncian que desde 2020 los migrantes que llegan a Chafarinas en lugar de ser llevados a Melilla (procedimiento regular) son entregados a las patrullas marroquíes para su devolución, lo que implicaría un alto nivel de complicidad de facto hispano-marroquí (Público & EFE, 2022).18
Discusión y reflexiones: las islas Chafarinas y sus retos de futuro
Las islas Chafarinas (junto a las islas Alhucemas) constituyen el tramo insular y marítimo de la frontera hispano-marroquí. En términos territoriales estos pequeños archipiélagos se caracterizan por su vulnerabilidad y fragilidad al estar prácticamente “incrustadas” en la costa marroquí, en el caso de Alhucemas o a muy poca distancia como en Chafarinas. Ello las hace militarmente indefendibles y, lo que es más importante, complica la definición de sus aguas territoriales, sus límites y a veces, incluso, la propia línea fronteriza (como en el caso del Peñón de Vélez de la Gomera), a menos que desde el otro lado de la frontera se muestre una actitud positiva y de cooperación.
Al tratarse de una temática sine qua non, la cooperación hispano-marroquí o la ausencia de la misma ha marcado muy significativamente en las últimas décadas las vicisitudes y la vida de ambos archipiélagos y del resto de las zonas fronterizas hispanas en el norte africano. Dada la dinámica de los constantes roces fronterizos entre uno y otro país, tanto los archipiélagos de Chafarinas y Alhucemas como el resto de los territorios norteafricanos de soberanía española constituyen una fuente constante de enfrentamientos con el Reino de Marruecos.
Para una importante corriente de autores, una adecuada implementación del turismo sostenible debe poner el énfasis en la gestión sistemática de los siguientes aspectos: degradación ambiental, generación de beneficios económicos para las comunidades receptoras y percepción de los residentes (Cole, 2012; Diedrich & García-Buades, 2009; Kim et al., 2013; Tosun, 2000).
De hecho, la corriente de pensamiento crítico rechaza el uso del término turismo sostenible, pues sugiere que su uso puede ser instrumentalizado por actores políticos, cuyo objetivo real es, de alguna manera, “reverdecer” lo que es simplemente crecimiento económico (Bramwell & Lane, 2012; Higham, 2007; Honey, 2008; Hunter, 2002; Sharpley, 2010; Weaver & Oppermann, 2000).
Debe tenerse en cuenta que el aumento de llegada de visitantes por actividad turística en las islas, especialmente en las de reducido tamaño, que suelen tener existencias de recursos naturales limitadas, puede presionar el uso de estos hasta su límite de viabilidad o, incluso, más allá de los niveles sostenibles, como ha sucedido en el contexto del turismo de masas en el Mediterráneo, donde se observa un enorme impacto en sus islas y zonas costeras (Bramwell, 2004; Obrador Pons et al., 2009). Y, en cualquier caso, habrán de considerarse los estudios sobre el impacto del turismo en los destinos insulares, pues han demostrado las externalidades positivas y negativas que genera (Baldacchino & Milne, 2000; Briguglio et al., 1996; Conlin & Baum, 1995; Gössling, 2003; Lockhart & Drakakis-Smith, 1996).
Lo cierto es que tras el debate del interés turístico de espacios donde la naturaleza se erige como un valor esencial, con opciones de explotación económica, la designación de Chafarinas como Refugio Nacional de Caza en 1982 marcó un punto de no retorno en la vida de estas islas, al iniciar un nuevo ciclo de actividades relacionadas con el medio ambiente y el desarrollo sostenible, que puede favorecer su conservación y su revitalización.19
Por lo tanto, las cuestiones relacionadas con el impacto ambiental del turismo, la gestión de residuos y la conservación de la biodiversidad pueden ser mucho más sensibles en las islas que en otros destinos turísticos. Por esta razón se habla de la “paradoja del turismo en las islas” (Hall, 2010), ya que la llegada de importantes flujos turísticos podría alterar el frágil equilibrio ecológico insular, y afectar negativamente a aquellos recursos naturales y culturales que precisamente han despertado el interés turístico en los territorios insulares.
Conclusiones
La problemática de las islas Chafarinas es bastante compleja pues, ya reconocía Varela en el último cuarto del siglo XX, goza de un paraje privilegiado, pero con futuro incierto (Varela, 1981). Los archipiélagos de las Chafarinas y de Alhucemas y en general el resto de los territorios españoles del norte de África constituyen una fuente constante de enfrentamientos con el Reino de Marruecos, una cuestión que tiene su peso en la política y gestión del territorio, en la medida que es actualmente uno de los principales socios comerciales de España, por lo que, de cara a un futuro de prosperidad, deberá tenerse en cuenta las sensibilidades del país vecino, y hacerle partícipe de las iniciativas que puedan llevarse a cabo, en particular de aquellas que puedan convertirse en vectores de desarrollo local sostenible.
La ausencia de actividades económicas unida a la gestión militar de las islas, junto con su creciente protección medioambiental, ha sentado las bases para la generación de un espacio natural único en un mar Mediterráneo muy degradado por la contaminación y la destrucción de hábitats. Por ello, este recurso natural, probablemente uno los últimos en el Mare Nostrum, tiene que ser estudiado en profundidad y divulgar los resultados de las investigaciones que se han llevado a cabo, de lo contrario, estas islas fronterizas serán un peculiar santuario ecológico, pero sin contribución a la sociedad que lo ha creado.
En este sentido, la resolución de los conflictos en la frontera insular de Chafarinas pasa por adoptar una serie de medidas sustentadas en el turismo sostenible, tal y como aparece planteado para los pequeños estados insulares en desarrollo (PEID) por la Organización Mundial del Turismo, que promueve la economía azul, en consonancia con la meta 14.7. de los objetivos del desarrollo sostenible (ODS), para evitar que los efectos negativos del turismo acaben degradando los recursos medioambientales existentes, especialmente interesante para microislas como las Chafarinas. En este sentido, podría crearse un gran centro internacional de investigación especializado en ecología marina mediterránea, gestionado y patrocinado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) la Unión Europea y la Unesco, con participación de Marruecos, que posibilite el acceso a las islas de investigadores, científicos y biólogos de todo el mundo y que ayuden a la difusión mundial del santuario, podría ser un buen principio para sacar a las islas del impasse en el que se encuentran.
Para que estas propuestas no terminen siendo un mero voluntarismo, se hace imprescindible una revisión del tradicional posicionamiento de España en la zona norteafricana, puesto que la situación actual tiene mucho que ver con las decisiones tomadas en el pasado y no solo en el sentido de las acciones y decisiones observadas en el largo plazo, como ha sido el vaciado de las islas, o su conversión en meras bases militares, etcétera, sino también en el de las omisiones, como la inercia a mantener una presencia en África, pero sin una clara perspectiva o visión de futuro.
Por ello, ofrecer un desarrollo basado en la actividad turística sostenible, que requiera la necesaria cooperación de Marruecos, que integre este espacio dentro de una oferta turística más amplia, que incluya al país vecino, podría ser el embrión de una política que ayude a la disolución paulatina de los conflictos existentes en la perspectiva de un beneficio mutuo a medio y largo plazo, aun conociendo las dificultades que esto entraña, por la siempre delicada situación de las plazas de Ceuta y Melilla, sin olvidar el papel que juega en este contexto de proximidad geográfica el archipiélago canario. Obviamente, será necesario efectuar inversiones públicas para regenerar las infraestructuras de vivienda, transporte y comunicación en las Chafarinas, con especial énfasis en las tecnologías digitales, para facilitar la vida de los residentes.
Superar este impasse supone abordar la brecha socioeconómica, ya que sin actividades económicas productivas y sin una población civil que las lleve a cabo parece complicado que las Chafarinas vuelvan a tener un papel en el contexto de sociedad actual. Se sabe que la sociedad del bienestar, cada vez demanda en mayor medida espacios donde tener experiencias de contacto con la naturaleza y un turismo que contemple la función de protección del medio ambiente, lo que supondría una posible salida del estancamiento económico.
En cualquier caso, se hace necesario un esfuerzo de sensibilización para que en Europa y en general en España sean conscientes de la importancia que estos territorios tienen en el presente y, sobre todo, el papel que pueden jugar en el futuro de la región, como frontera de la UE en África, al adoptar una visión realista de las relaciones fronterizas y de la posición geopolítica de las Chafarinas. Ofrecer un desarrollo sostenible basado en la actividad turística requiere una necesaria cooperación con Marruecos, que integre este espacio dentro de una oferta turística más amplia que incluya al país vecino. De este modo, los conflictos fronterizos podrían diluirse en la perspectiva de un beneficio mutuo a medio y largo plazo.