El crecimiento de la conflictividad socioambiental en México y América Latina durante las décadas recientes es resultado de la expansión de las luchas situadas -locales, populares- para la defensa de los territorios y las formas de vida social que en ellos tienen lugar (Rodríguez Wallenius, 2020; Parra-Romero, 2020; Paz Salinas, 2012a; Svampa, 2008), como respuesta ante las amenazas ambientales y el detrimento social (Scheidel et al., 2020) que impone la actual inflexión extractivista (Svampa, 2019), y en general, la intensificación de procesos de despojo (Rodríguez Wallenius, 2020).
La conflictividad socioambiental revela la diferencia de sentidos y significados existentes acerca del territorio y sus elementos naturales (Rodríguez-Wallenius, 2020; Azamar, 2020; Suárez y Ruggerio, 2018), de los marcos éticos, los modos de vida (Gudynas, 2014) y los valores sociales (Martínez Alier, 2008). En otra escala de la disputa, estos problemas se configuran como conflictos de poder (Parra-Romero, 2020; Paz Salinas, 2012a) en condiciones profundamente inequitativas (Rodríguez Wallenius, 2020; Rodríguez et al., 2019; Svampa, 2019) y, al mismo tiempo, como una fuerza dinamizadora del cambio social (Parra-Romero, 2020). Diversos autores consideran que estas resistencias implican un cuestionamiento de fondo al modelo de desarrollo prevaleciente (Tetreault, McCulligh y Lucio, 2019; Svampa, 2019; Suárez y Ruggerio, 2018; Paz Salinas, 2017b; Gudynas, 2014).
En el estudio de los conflictos socioambientales a escala regional, México aparece como “un caso extremo” y una anomalía (Tetreault, McCulligh y Lucio, 2019), dada su diversidad y características sociohistóricas, las múltiples dimensiones y factores implicados, así como su magnitud.1 Los estudios que dan cuenta de la cantidad de este tipo de conflictos en el país utilizan distintos periodos, indicadores, tipologías y métodos, aunque en casi todos la tendencia al crecimiento es constante, directamente relacionada con el incremento de los proyectos extractivos y de “desarrollo” en prácticamente todas las entidades de la República (cfr. Flores y Róo, 2019; OCSA, 2022). El estudio de Nelly Lucero Ramírez et al. (2016) menciona que, de los conflictos contabilizados en el periodo 1990-2015, 10% del total se ubica en la última década del siglo XX, y 90% en los primeros 15 años del siglo XXI, lo que indica un notorio aumento en su frecuencia.
La intensificación de esta conflictividad en el país ha sido descrita en perspectiva histórica por autores como Alejandra Toscana, Carlos Rodríguez y Mayra Nieves (2016), así como Mina Lorena Navarro (2012, 2013), con enfoque en las luchas en zonas rurales que involucran de forma central la dimensión territorial de los movimientos socioambientales (MSA), como criterio de diferenciación respecto de los conflictos socioambientales (CSA) y los problemas ambientales (PA) que se producen tanto en zonas rurales como urbanas.
El recrudecimiento y la complejización de los MSA en la región y en el país en las décadas recientes han impulsado nuevas aproximaciones al estudio de estos movimientos desde la sociología, la antropología, la economía ecológica y la ecología política, principalmente, que se enfocan en lo que configura el campo amplio de la conflictividad socioambiental. Pese a ello, en México poco se ha estudiado la función de la comunicación en la expansión y consolidación de las resistencias sociales. Esta ausencia es contraproductiva, puesto que la proliferación de estos movimientos pone en evidencia el papel central que tiene la comunicación (Vanegas-Toala, 2020) como “un elemento transversal e indispensable en las estrategias de defensa del territorio” (Montalvo y Pineda, 2021: 35).
Puesto que la noción tradicional de “movimiento social” limita la comprensión de los movimientos actuales2 “y, en consecuencia, el papel de la comunicación” (Zibechi, 2007: 17), el estudio de estos movimientos requiere de una mirada teórica multidisciplinar y, desde el campo disciplinar tradicional de la comunicación, una perspectiva que interpele a las nociones dominantes que están centradas, en muchos casos, en los medios masivos de información y no en los fenómenos comunicativos presentes en los procesos sociales. Jesús Martín Barbero (1989: 14) afirma que el sentido de las prácticas comunicativas se refiere, “más que a los medios, a los movimientos sociales mediante una puesta en historia de esa relación”, un enfoque que resulta orgánico para la conflictividad socioambiental del país. Por lo anterior, tal como lo sugieren Joan Martínez Alier (2020) y María Fernanda Paz Salinas (2017a) , es necesario analizar las prácticas comunicativas de los movimientos sociales que emergen de situaciones de conflicto ambiental a partir de iniciativas externas de despojo territorial, que es el propósito de este artículo.
De esta manera, bajo los supuestos de que la cultura puede ser estudiada como comunicación (Eco, 1975), de que los actos comunicativos son precursores de la transformación de las circunstancias sociales (Luckmann, 1984: 16), y de que la comunicación es una dimensión central en las luchas socioambientales (Montalvo y Pineda, 2021; Vanegas-Toala, 2020; Steinbrenner et al., 2021), la hipótesis de este estudio es que los MSA pueden estudiarse a través de sus prácticas comunicativas y mensajes en que se expresan los valores culturales locales sobre la naturaleza, el territorio y las formas de vida comunitaria subyacentes a estas luchas.
Para poner a prueba tal hipótesis, se propone estudiar el papel de la comunicación en un caso particular, mediante una investigación retrospectiva sobre los mensajes, medios y estrategias desplegados por el movimiento de defensa de los ríos de la cuenca La Antigua, en el estado de Veracruz, entre 2014 y 2022, con el fin de identificar dentro de ellos los elementos clave de la perspectiva cultural sobre el territorio y los ecosistemas que animaron dicha resistencia social.
En la primera parte del texto se revisan algunos estudios recientes sobre comunicación y conflictividad socioambiental en América Latina, para identificar tendencias en este campo a escala regional; se plantean algunas definiciones conceptuales básicas sobre MSA y CSA, así como de la comunicación que los acompaña, y un perfil del caso explorado. En la segunda parte se describe el desarrollo metodológico; en la tercera se presentan los resultados de la investigación sobre los mensajes y las prácticas comunicativas del movimiento Pueblos Unidos de la Cuenca Antigua por Ríos Libres (PUCARL), y en la última, las conclusiones.
Comunicación, conflictos y movimientos socioambientales
Estudios sobre comunicación y conflictividad socioambiental en América Latina
Con el propósito de conocer el perfil y los temas de interés académico en torno a las prácticas comunicativas de MSA y colectivos locales en situación de defensa o conflicto ambiental a nivel regional, se hizo una revisión de la producción científica publicada entre 2010 y 2023 en América Latina. Dentro de la diversidad de enfoques que rodean la cuestión, destacan dos tendencias: una relativa al papel o la cobertura de los medios de comunicación -tradicionales y digitales- en relación con los conflictos o los movimientos socioambientales, y otra en la que se analiza la relevancia de la dimensión comunicacional en las acciones colectivas de resistencia o defensa del territorio-ambiente.
El mapeo de la producción académica se basó en la revisión de 18 artículos que se refieren de manera explícita a la comunicación o las prácticas comunicativas estratégicas, alternativas o comunitarias desplegadas para la defensa de los territorios-ambientes frente a amenazas externas de imposición o despojo, con enfoque en elementos diversos. Destacan las reflexiones sobre la importancia de la comunicación para fortalecer las resistencias sociales (Steinbrenner et al., 2021; Vanegas-Toala, 2020), sus referentes históricos en la escuela latinoamericana de comunicación (Acevedo, Ortiz y Arias, 2023; Alarcón, 2022; Vanegas-Toala, 2020) y el surgimiento de escuelas emergentes (Coryat, 2020; Ortega, 2020); su perfil actual -formas (Espinel-Rubio, Estévez-Lizarazo y Albán-Gallo, 2020; Montalvo y Pineda, 2021; Macassi, 2015), estrategias, medios y recursos (Francia, 2020; Cabral, 2019; Specht y Ros-Tonen, 2017; García-Ruano, Pacheco y Suazo, 2013)-, así como sus funciones, usos y propósitos (Lauda-Rodríguez, 2019; Lorca y Silva-Escobar, 2020; Sorribas y Cabral, 2010).
Si bien Gladys Espinel-Rubio, Jaqueline Estévez-Lizarazo y Eduardo Albán-Gallo (2020) concluyen que en el mapa general de los estudios sobre el tema no se logra determinar una tendencia investigativa concreta en cuanto a la comunicación de los MSA, es posible delinear su proceso de construcción a partir de los elementos que arroja esta revisión, y perfilarla con base en sus prácticas actuales, que involucran la creación de contenidos y medios propios, la apropiación y el uso de tecnologías de la información y de la comunicación (tic), así como las relaciones que establecen con medios informativos locales o nacionales, o grupos de expertos en comunicación (Montalvo y Pineda, 2021; Coryat, 2020), entre otras más, relativas a la organización y consolidación de los propios movimientos.
En cuanto a los propósitos de esta comunicación, hay coincidencias en que la visibilidad del MSA depende de sus capacidades para comunicar su causa en el espacio público, particularmente cuando el objetivo es amplificar la denuncia de la amenaza al territorio junto con sus implicaciones sociales y ambientales (Lorca y Silva-Escobar, 2020), dar réplica a los discursos hegemónicos (Sorribas y Cabral, 2010) o exigir el acceso oportuno a la información en torno a la acción gubernamental y los asuntos que puedan afectar a las localidades (Lauda-Rodríguez, 2019), entre otros.
Una veta significativa en el mapa de la literatura reciente sobre comunicación y CA/MSA en América Latina está en sus referentes históricos, atribuidos por Juan Acevedo, Maira Ortiz y Juan Camilo Arias (2023), Cristian Alarcón (2022) y Yadis Vanessa Vanegas-Toala (2020) a la escuela latinoamericana del siglo XX, con autores como Mario Kaplún, Luis Beltrán, Juan Díaz Bordenave y Jesús Martin-Barbero (Aguirre Alvis, 2021). También se toma nota del surgimiento de nuevas corrientes comunicacionales en la región, a las que Diana Coryat (2020) denomina “culturas mediáticas emergentes” que acompañan a las comunidades en las luchas de defensa de la vida y el territorio, y de la cual ofrecen ejemplo Mónica Montalvo y Suleica Pineda (2021).
Por su perfil emergente, características, funciones y objetivos, la comunicación de los MSA en la región correspondería, en amplio sentido, a una corriente de comunicación situada, enraizada en la comunicación popular (Acevedo, Ortiz y Arias, 2023), que va consolidando un campo propio, y que a su vez genera conexiones con una comunicación ambiental ubicada en el espacio de la conflictividad socioambiental regional, dado el papel que ocupa esta forma de comunicación en las actuales luchas relacionadas con las interacciones humanas en los ecosistemas (Alarcón, 2022: 196).
De esta revisión se deriva que, aparte de estudiar las formas de apropiación que hacen los MSA de las tic y otros medios de comunicación para difundir sus mensajes, hay pocas investigaciones que profundicen directamente en sus prácticas comunicativas internas, las cuales, de acuerdo con Espinel-Rubio, Estévez-Lizarazo y Albán-Gallo (2020: 34), “apenas son mencionadas como descriptores de las acciones de dichos movimientos”. Lo anterior explica la relevancia de investigar los repertorios comunicacionales de los MSA, frente a las crecientes amenazas a los territorios, los ecosistemas y las poblaciones humanas que dependen de ellos para su subsistencia.
Del problema al conflicto, al movimiento socioambiental. Conceptos centrales
El estudio sobre la conflictividad socioambiental en América Latina y en México demanda ciertas definiciones que, para el caso de los MSA, dadas las dimensiones ambientales y subjetivas que involucran, no encuentran suficientes elementos en las teorías tradicionales de los movimientos sociales para ser comprendidos (Paz Salinas, 2017a).
La caracterización conceptual de los MSA se hace a partir de su localización dentro de la escala amplia de formas o grados de conflictividad socioambiental, en la que se distinguen tres formas gruesamente delineadas, en función de la respuesta social, tal como lo plantean Darcy Tetreault, Heliodoro Ochoa y Eduardo Hernández (2012): problema ambiental, conflicto socioambiental y movimiento socioambiental; este último es también denominado lucha o reclamo por justicia ambiental (Merlinsky, 2017a), y lucha socioambiental (Rodríguez-Wallenius, 2020). Estos tres tipos generales de conflictividad son inscritos por otros autores en tendencias más amplias, como el “giro ecoterritorial” en América Latina (Svampa, 2019), el ambientalismo del Sur Global (Thaker, 2021) y los movimientos globales de justicia ambiental (Martínez Alier, 2023).3
Fuente: Elaboración propia con base en Paz Salinas (2017a), Lauda-Rodríguez (2019), Merlinsky (2017b), OCSA (2022), Ramos y Sanz (2014), Suárez y Ruggiero (2018)).
Los MSA son conceptualizados desde distintas perspectivas; sin embargo, tienen como aspecto central la configuración de una acción colectiva de actores que “defienden sus formas de vida; es decir, un conjunto de relaciones y percepciones que incluyen la tierra, sus vínculos con la naturaleza, así como las relaciones sociales, culturales y de poder que se tejen entre los grupos de la población” (Rodríguez-Wallenius, 2020: 69).
En el caso de México, la mayoría de los MSA tiene un origen comunitario y rural que les permite sostener largos periodos de resistencia debido, en buena parte, a la cohesión comunitaria y a la organización social preexistente que sustenta a la acción colectiva (Bartra, 2014), la cual se activa frente a las amenazas sobre el territorio y los bienes naturales. Tetreault, Ochoa y Hernández (2012) los describen como MSA de raíz local, cuya constante en los objetivos de defensa es mantener el control y la gestión del territorio y sus bienes, así como la continuidad de sus prácticas socioculturales y productivas, principalmente, las cuales dependen de ecosistemas saludables (Scheidel et al., 2020).
Al igual que en la lucha histórica por la tierra y el territorio, la identidad y la base popular mayoritaria de los MSA en el país son predominantemente campesinas e indígenas (Tetreault, McCullingh y Lucio, 2019; Toscana, Rodríguez y Nieves, 2016), sociedades cuya forma de vida está inextricablemente vinculada con los territorios que habitan, los cuales sostienen la reproducción biológica y cultural de dichas poblaciones, así como el desarrollo de la biodiversidad local y otros elementos que configuran bienes comunes (Svampa, 2008; Navarro, 2012; Merlinsky, 2017a; Tetreault, McCullingh y Lucio, 2019) tanto en lo social como para el conjunto de lo vivo. Por todo lo anterior, la valoración que las comunidades humanas hacen de los territorios resulta imprescindible en la caracterización de los MSA, dado que dichos valores se producen a partir de las relaciones cotidianas de las colectividades con sus entornos naturales.
Los valores sobre el territorio se inscriben dentro de lo que la Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services (IPBES) (2022) conceptualiza como “valores de la naturaleza”, esto es, representaciones de lo que importa a las personas y a la sociedad en relación con aquélla, frecuentemente como reflejo de los valores que definen las relaciones humanas. Dichas representaciones expresan el valor que se da a los procesos, funciones y sistemas que sustentan la vida, a aspectos biofísicos, espirituales y simbólicos vinculados con la naturaleza, así como a los principios morales o éticos aplicados en la interacción con ella (idem).
En la tipología de valores de la naturaleza, IPBES (2022) distingue valores generales y valores específicos. Los primeros se refieren a los objetivos de vida de las personas y a sus principios rectores respecto del mundo, que se basan en las cosmovisiones, como principios morales de justicia, pertenencia y libertad, así como los objetivos de la vida humana, como el disfrute, la salud y la prosperidad. Los valores específicos reflejan los juicios sobre determinadas cosas en situaciones y contextos particulares, y se catalogan en tres tipos principales: instrumentales, que denotan que algo tiene valor como medio para un fin; relacionales, que significan algo cuyo valor se origina en las relaciones que los humanos tienen con la naturaleza o con otros humanos a través de la naturaleza; e intrínsecos, los cuales indican que algo tiene valor como fin en sí mismo o tiene un valor inherente o moral independientemente de los propósitos humanos (2022: 49).
La comunicación de los MSA
En congruencia con los motivos sociales para la defensa de los territorios, las prácticas comunicacionales de los MSA incorporan una “nueva conciencia territorial expandida” que alude tanto a aspectos materiales relativos al espacio geográfico como a valores simbólicos en torno a la cultura y el entorno natural; valores “que se expresan, difunden y promueven como argumento de defensa” (Vanegas-Toala, 2020: 138).
Paz Salinas (2017b) y Martínez Alier (2020, 2023) han destacado la importancia de observar el desempeño de los MSA en la disputa simbólica del discurso público. En particular, Martínez Alier considera que los MSA se pueden estudiar a través de lo que comunican mediante recursos y formas de expresión diversos, como pancartas, eslóganes, cantos, folletos, materiales audiovisuales y documentales; o en las pintas y murales, radios comunitarias y redes sociales digitales (Paz Salinas, 2017b).
Dadas las características de estas formas de comunicación identificadas en la revisión de la literatura, se observa que se producen bajo esquemas participativos o comunitarios (Cruz y Huerta, 2019; Diez et al., 2021). En situaciones de coyuntura, dichas prácticas comunicativas corresponden a lo que Marco Antonio Encalada (2008: 41) denomina “movilización comunitaria”, la cual define “un proceso intensivo de acción y presión de comunidades de interés o geográficas para lograr un fin”, que es posibilitado por procesos de comunicación mediante los cuales se genera y comparte información acerca de un problema común, se acuerda una acción colectiva para enfrentarlo, y se capacita para motivarse mutuamente y actuar “para presionar o trabajar colectivamente”.
En tal perspectiva, la comunicación puede ser tanto una precondición como un instrumento para la movilización social; en ambos casos tiene carácter organizativo, interno, donde el acceso, análisis y debate democrático de la información se convierte en una práctica sistematizada que fundamenta las decisiones y las acciones colectivas. La descripción que ofrece Encalada (2008) sobre este esquema comunicativo constituye la base tanto de la organización interna como de las acciones que se dirigen hacia el exterior del MSA, cuya formal planificación y ejecución son descritas por Blanca Haidé Cruz y Erick Huerta (2019), así como por Eloísa Diez et al. (2021).
Por lo anterior, el estudio de los MSA requiere incorporar la perspectiva cultural subyacente a la defensa del territorio, la cual es posible reconocer a través de los repertorios de acción colectiva, en particular, los relativos a los contenidos y mensajes que estos comunican. Con base en la revisión de literatura y el bosquejo teórico propuesto, se exploró la forma en que opera la comunicación en la acción social por la defensa ambiental en el caso del movimiento socioambiental denominado PUCARL, en el estado de Veracruz, surgido de un conflicto del mismo carácter.
El caso de estudio: un río y sus pueblos
El río La Antigua, uno de los ríos más importantes de México (CNA, 2012a), forma parte de la Cuenca Hidrológica del Río La Antigua, que tiene una superficie de 3 443.9 kilómetros cuadrados y se localiza en los estados de Puebla y Veracruz. Sus principales afluentes son los ríos Matlacobatl y Los Pescados (CNA, 2012b); este último se origina en Puebla como río Huixilapan, y termina como río La Antigua hasta desembocar en el Golfo de México, en un recorrido de 139 kilómetros. La población de la cuenca suma unos 931 000 habitantes, 96% de los cuales se distribuye en 17 municipios del estado de Veracruz (CNA, 2012b).
El municipio de Jalcomulco -población emblema del movimiento- está formado por cuatro ejidos que suman una superficie de 7 672.6 hectáreas (INEGI, s. f.). Su población es de 5 054 habitantes (INEGI, 2021); 51% de la población económicamente activa se dedica al sector primario (agricultura, ganadería, pesca), 10% al secundario y 38% al sector terciario (servicios) (Gobierno de Veracruz, 2020).4 Además de una actividad productiva tradicional basada predominantemente en la pesca y la agricultura, la topografía de la región ha favorecido el auge del ecoturismo, el descenso de río (rafting), la escalada y el senderismo en años recientes. Un importante número de familias se sostiene de trabajos relacionados con la actividad turística, además de la pesca y la agricultura (PUCARL, 2016), por lo que la integridad del río y sus ecosistemas es imprescindible.
El problema inició en 2010, cuando el gobierno estatal, en colusión con la empresa trasnacional brasileña Odebrecht, impulsó un proyecto para construir una presa en un área de 440 hectáreas (Trujillo y Rea, 2017) e instalar una serie de plantas hidroeléctricas en el cauce de Los Pescados, proyecto que afectaría directamente a 43 asentamientos a lo largo del río La Antigua. En 2013, ante la necesidad de organizarse para enfrentar la situación, los ejidatarios y habitantes de Jalcomulco crearon un comité llamado “Salvemos el Río”. Dos meses más tarde, en enero de 2014, la asamblea regional nombró a su movimiento PUCARL (2016).
Acciones físicas de resistencia -bloqueos carreteros, marchas, la instalación de un campamento de vigilancia permanente-, asambleas comunitarias y regionales, y acciones legales formaron parte de este extenso movimiento, que en 2014, luego de un juicio de acción colectiva, logró que el Segundo Tribunal Unitario del Séptimo Circuito reconociera la personalidad de “defensor jurídico colectivo del medio ambiente” a las más de 1 800 personas que representan jurídicamente a los habitantes de las comunidades interesadas, una de las primeras sentencias de este tipo en el país (Trujillo y Rea, 2017).
Más adelante se sumó a este problema la entrada en vigor, en 2018, de un decreto federal que habría permitido la concesión del caudal a capitales privados, y con ello, la transformación radical del paisaje y de la forma de vida de cientos de miles de habitantes de la Cuenca La Antigua. Con ello, la lucha se extendió hasta 2020, cuando una nueva sentencia frenó esta amenaza de manera definitiva con el fallo otorgado por un juez en favor de habitantes de comunidades de las cuencas de los ríos Actopan y La Antigua, en contra del decreto que suprimía las vedas en esas cuencas hidrológicas (Cemda, 2020), lo que impide cualquier concesión del caudal. Dicha resolución fue confirmada en 2022.
En ese escenario, una de las estrategias de PUCARL para fortalecerse fue vincularse con otras fuerzas sociales en diversos ámbitos y escalas de influencia, tanto organizaciones como actores individuales (véase PUCARL, 2016; Mazadiego Cruz, 2020), con los que desarrolló una amplia tarea de comunicación a escala local e intercomunitaria, en primera instancia, y posteriormente a nivel regional y nacional.
Aproximaciones metodológicas
El estudio que se presenta aquí es cualitativo, al ser un estudio de caso de tipo exploratorio y descriptivo. Con el objeto de recuperar información sobre la historia de PUCARL, el contexto sociodemográfico, político y social del movimiento, y diversos aspectos de la estrategia comunicativa desplegada, en una primera etapa se hizo una investigación documental en sitios electrónicos de medios informativos locales, estatales y nacionales; de organizaciones sociales aliadas al MSA y de instancias gubernamentales relacionadas con el problema, a través de notas periodísticas, comunicados, documentos administrativos y materiales audiovisuales de acceso público correspondientes al periodo 2011-2022. Con base en la información recuperada se perfilaron las estrategias, los objetivos y las prácticas de comunicación del MSA, considerando características inscritas en la dimensión formal y práctica, desde donde se identifican aspectos temáticos, especialización y objetivos de ésta (Aparicio, 2016).
La segunda etapa de la investigación se enfocó en identificar y clasificar los argumentos y mensajes sociales para la defensa territorial. Con ese objetivo se reunieron imágenes de pancartas, lonas y letreros expuestos durante las acciones presenciales de protesta que fueron difundidas a través de medios electrónicos del movimiento: páginas de Facebook No a las Presas (grupo privado; junio de 2011-vigente); Pueblos Unidos De La Cuenca Antigua (del 15 de octubre de 2013 al 15 de diciembre de 2014); Defensa Cuenca La Antigua (del 13 de agosto de 2013 al 20 de mayo de 2015), y Pueblos Unidos de la Cuenca Antigua por los Ríos Libres (20 de mayo de 2015, vigente hasta la fecha); sitio electrónico pueblosyrioslibres.org; canales de Youtube Vozdelaantigua y La voz de la Antigua. Se revisaron otros sitios periodísticos, textos y videos generados por colectivos mediáticos, con el fin de recuperar el mayor número posible de dichos materiales.
De las fotografías y videos difundidos en tales medios se identificaron los materiales por analizar, de los cuales se extrajeron y transcribieron los mensajes textuales. De esta manera, el corpus de estudio se integró con los mensajes vehiculizados en materiales diversos que fueron expuestos en los actos de protesta física -marchas, bloqueos y campamento fijo-, específicamente en pancartas, lonas y letreros elaborados sobre cartulina o papel, mantas plásticas o de tela.
El criterio para una clasificación general de estos productos comunicativos está en función del tiempo de uso. Como pancarta (PA) se considera el objeto expresivo utilizado para un solo evento, que por lo general está escrito a mano sobre papel, cartulina o cartón, y algunos dibujados o escritos sobre tela o lona plástica; la lona (lo) es un objeto de mayor durabilidad que contiene mensajes permanentes o reiterados, por lo general impresos, algunos dibujados a mano, el cual se expone en varios eventos o lugares en distintos momentos.
De estos productos se reconocieron los textos y los gráficos contenidos (logotipos, ilustraciones, dibujos, fotografías). Para el análisis textual sólo se consideraron los textos, clasificados por tipos de mensaje, de acuerdo con los criterios señalados en la tabla 1.
Tipo | Código | Función | Orientación |
---|---|---|---|
Directo (No/Sí) | MD | Posicionamiento | 1 Rechazo al proyecto (No) 2 Respaldo al movimiento de defensa (Sí) |
Indirecto (valoraciones) | ID | Argumentativa | Lo que se defiende (elementos de valoración social del territorio) |
Mixto (directo + indirecto) | MX | Posicionamiento y argumentativa | No / Sí + argumentos |
Fuente: Elaboración propia.
La tercera etapa del trabajo consistió en analizar el contenido de los mensajes textuales y gráficos con base en el texto de José Luis Piñuel (2002), y en referencia a categorías analíticas basadas en dimensiones y elementos de valoración cultural del territorio y la forma de vida local expresados durante las protestas realizadas por PUCARL entre 2011 y 2014, principalmente.
Las categorías se definieron a partir de la teoría, resultado de un ejercicio reflexivo de complementación entre un conjunto de dimensiones de los MSA identificadas por Paz Salinas (2017a) -colectiva (organización social, tenencia social de la tierra y sistemas de gobierno); productiva y reproductiva; ecológica y patrimonial-, y de la comunicación, pertinentes a este propósito: social-intersubjetiva, cultural-territorial-histórica y axiológica (valores y actitudes) (Aparicio, 2016), en diálogo con el material empírico. El conjunto se muestra en la tabla 4.
En el siguiente apartado se presentan los resultados del procedimiento metodológico descrito, en torno a los elementos que conformaron la estrategia comunicacional de PUCARL: 1) estrategias, objetivos y prácticas de la comunicación del MSA; 2) los mensajes para la defensa, y 3) los elementos culturales de valoración del río, el territorio y los ecosistemas de la Cuenca del Río La Antigua subyacentes a dichos mensajes.
La comunicación para la justicia ambiental
Objetivos, estrategias y prácticas
Desde el inicio del problema, la postura de PUCARL no fue la negociación, sino el rechazo a cualquier tipo de afectación al río y la cuenca, con el fin de garantizar que el territorio permanezca libre de megaproyectos en el largo plazo (Mazadiego Cruz, 2020). En ese propósito ulterior, los objetivos de la lucha fueron evolucionando en función de los desafíos y las condiciones del momento, lo cual requirió un conjunto de acciones estratégicas en materia de comunicación a lo largo del MSA (esquema 2).
Los objetivos de comunicación señalados en la parte izquierda del esquema 2 corresponden, a grandes rasgos, a los momentos de surgimiento del conflicto y la estructuración del movimiento. El quehacer de comunicación, desplegado en diversos ámbitos, antecedió al propio movimiento y se mantuvo en operación de manera simultánea en los procesos articulados de organización, deliberación, toma de decisiones, movilización y difusión, de modo que estas funciones no se delimitan a un periodo en particular.
1. La primera acción consistió en exigir a las autoridades federales y estatales información y transparencia en todo lo relacionado con los posibles impactos del proyecto en la Cuenca, el río y la población local. Ante la negativa oficial a proporcionarla, los actores locales buscaron obtenerla por cuenta propia. La información siempre fue considerada una cuestión vital para el movimiento, por lo que fue puesta a disposición de los habitantes de la región de manera horizontal y permanente (Milán, 2022, comunicación personal).
2. Con los indicios obtenidos por algunos actores locales en torno al problema, estos procedieron a animar la organización del movimiento a escala comunitaria y regional, lo cual requirió un trabajo intensivo de difusión y comunicación colectiva e intersubjetiva en asambleas ejidales y reuniones públicas en las localidades para establecer las bases regionales y crear sus redes de apoyo externo (Ruiz, 2022; PUCARL, 2016), así como para contrarrestar los engaños y amenazas que la empresa dispersaba entre la población local (cfr. Trujillo y Rea, 2017; Aguilera, 2019).
3. La siguiente línea estratégica consistió en hacer públicas las causas y la importancia de esta resistencia, así como informar sobre el devenir del movimiento (PUCARL, 2016), con el objeto de incrementar el respaldo ciudadano y contraargumentar las falacias dispersadas desde el gobierno estatal.
Para lograr lo anterior se desplegaron distintas acciones, tanto al interior como al exterior del movimiento (tabla 2).
Nivel de incidencia | Alcance | Objetivo | Medios |
---|---|---|---|
Comunicación interna | Dentro de la organización, a escala comunitaria, intercomunitaria y regional, con aliados estratégicos | Estructuración y sostenimiento del movimiento; deliberación participativa sobre las estrategias de defensa a través del intercambio de información, el diálogo y la toma colectiva de decisiones | Asambleas ejidales y comunitarias, reuniones informativas, conversaciones grupales; medios electrónicos (correos, mensajería instantánea, telefonía); medios y materiales informativos |
Comunicación externa | Ámbitos externos de influencia con otros grupos de la región y el estado, así como diversos actores y colectivos del país y del continente; público a escala regional y estatal | Visibilizar públicamente el problema; ampliar las alianzas para contrarrestar las acciones del gobierno y las empresas que propiciaron el conflicto | Protesta física (marchas, plantones, bloqueos, campamento); medios propios de difusión: sitio electrónico, páginas de Facebook, canales de YouTube, libro; medios electrónicos de organizaciones aliadas; medios periodísticos locales, estatales y nacionales; radio universitaria |
Fuente: Elaboración propia.
Algunas características de las prácticas comunicativas de PUCARL son las vocerías colectivas, la diversificación de la difusión, la especialización y el uso de múltiples recursos en la materia.
Vocerías colectivas. Una característica clave de este movimiento fue el liderazgo horizontal y dialógico que evolucionó a partir de la orientación colectiva de la comunidad local (PUCARL, 2016). Los miembros del Colectivo PUCARL actuaron como portavoces del movimiento en reuniones con otras organizaciones y en eventos públicos o en asambleas comunitarias en el área; hablaron con autoridades locales, estatales y federales; concedieron numerosas entrevistas a los medios de comunicación, y facilitaron y moderaron debates internos para promover la reflexión y los acuerdos colectivos (Mazadiego Cruz, 2020). No obstante, todos los integrantes del movimiento estuvieron habilitados para difundir los mensajes del colectivo. La diversidad de embajadores del movimiento se muestra en los materiales consultados. La gente local se autoconcibe como la voz del río. El eslogan “Yo hablo por el río” sintetiza esa idea colectiva.
Difusión diversificada. Una línea de acción estratégica para dar visibilidad a la causa de PUCARL fue diversificar su presencia en todos los foros posibles: acudir a encuentros con otros MSA de la entidad, del país y de la región latinoamericana; ofrecer pláticas a estudiantes de todos los niveles escolares; participar en reuniones con científicos, investigadores, productores, defensores ambientales, abogados, activistas, artistas, expertos de diversas disciplinas; organizar manifestaciones públicas; diseñar talleres para diversos fines (Gallardo, 2022, comunicación personal). La colaboración con otros MSA y organizaciones como la Asamblea Veracruzana de Iniciativas y Defensa Ambiental (LaVida) y el Movimiento de Afectados por Presas y en Defensa de Ríos (Mapder) diseminó la causa de PUCARL a escala nacional.
El incremento de la visibilidad del movimiento fue fortalecido por la cobertura de medios informativos locales como Al Calor Político, AVC Noticias, Plumas Libres, Primer Párrafo, Voces Nuestras, Versiones, Diario de Xalapa, La Jornada Veracruz, Formato 7; nacionales, como Newsweek México, Forbes, La Jornada, El Sol de México, Proceso, Pie de Página, y sitios web de organizaciones aliadas, que a lo largo del periodo de resistencia reportaron información, hechos y acciones relevantes del proceso. La suma de colectivos mediáticos emergentes como Spora Media amplió la difusión a través de la elaboración de productos audiovisuales. Al mismo tiempo, con la creación y actualización de sus propios medios de difusión, PUCARL mantuvo permanentemente informada a su base de apoyo y al público.
Especialización. Con el devenir de las acciones, de la suma de resultados y de nuevos aliados, así como de los aprendizajes que se iban teniendo, la Asamblea regional determinó asignar las tareas de información, difusión y comunicación a grupos o subcomités específicos (PUCARL, 2016), lo que permitió especializar y sistematizar las acciones en este sentido. La mayoría de los integrantes de estos comités era gente joven, local (hijos de campesinos, ejidatarios, pescadores), que contó con el respaldo de diversos actores y grupos externos de expertos en temas de comunicación, como la producción de videos, el diseño gráfico y el periodismo de investigación. En el seno de esos comités se discutieron y decidieron mensajes que el movimiento quería difundir (Gallardo, 2022, comunicación personal) y acciones por desarrollar, como las campañas “No a las presas”, “Unidos vive el río”, “Yo hablo por el río” y “Yo (corazón azul) río La Antigua. No presas”.
Medios y recursos. El diseño gráfico, la fotografía, la radiofonía, el cine y el video, Internet y las tic son algunas de las herramientas utilizadas para la difusión de las causas. Entre los materiales de difusión producidos por el movimiento destaca el libro Jalcomulco, voces del río. La cuenca que detuvo al gigante (PUCARL, 2016), una obra colectiva donde las voces de decenas de actores fueron plasmadas. Los primeros videos fueron grabados por periodistas locales e integrantes del movimiento durante las acciones iniciales de protesta. A lo largo del movimiento, otras organizaciones produjeron registros videográficos profesionales, tanto con fines noticiosos (Pie de Página, AVC Noticias) como documentales, y otros, como Radio Teocelo y Radio Universidad Veracruzana, abrieron a PUCARL espacios fijos para exponer sus demandas.
Además de contar con el apoyo de numerosos medios informativos nacionales y locales, PUCARL decidió generar sus propios medios para la difusión directa de sus mensajes (ver apartado metodológico). Las redes sociales, particularmente Facebook y Twitter, fueron utilizadas desde 2011 en la articulación de la base de defensa y para proveer de información sobre las acciones que realizaba el movimiento.
Argumentos y mensajes culturales para la defensa territorial
Mensajes centrales
A lo largo de la vida del movimiento se registraron condiciones que requirieron acciones comunicativas específicas, como se ha indicado. De los pronunciamientos formales Once razones por las que no deben construirse presas en la cuenca de La Antigua (2013) y la Carta abierta a la población veracruzana por un río libre (2013), se presentan los mensajes centrales que alentaron a la organización regional del movimiento y que configuraron los contenidos de las protestas públicas a lo largo del proceso de defensa:
Somos un movimiento ciudadano por la justicia ambiental y social.
Rechazamos la imposición de cualquier proyecto que afecte al río y la región.
Exigimos al gobierno información y transparencia, apego a la legalidad, la justicia, y respeto a los derechos humanos.
Defendemos nuestros intereses vitales: derecho a la vida, al territorio, al agua, a la libertad y a la alimentación.
Convocamos a la sociedad a sumarse a las acciones de conservación del ambiente y de los elementos naturales.
Los siguientes párrafos muestran la forma expresiva del MSA hacia públicos externos, con la intención de informar, propiciar la reflexión y el respaldo de los ciudadanos:
Este proyecto es insustentable, ya que estas represas tienen un tiempo de vida de alrededor de 20 años, y los impactos sociales, económicos y ecológicos son muy graves. Nos preguntamos: Después de que caduque el proyecto ¿de dónde va a tomar agua Xalapa? ¿No es mejor invertir en una alternativa que dote a la ciudad de agua para siempre, sin afectar a otras comunidades y al ambiente? (20 de noviembre de 2013).5
El Comité Salvemos al Río planea manifestaciones pacíficas en próximos días donde tratarán de informar a la población en general sobre las afectaciones al medio ambiente y a las personas que causaría la construcción de una presa en el río Los Pescados (2 de diciembre de 2013).6
En el nombre del río: la expresión de la protesta
El corpus elaborado para analizar los mensajes de la protesta sumó 90 textos, de los cuales 53 fueron plasmados en pancartas (un solo uso) y 37 en lonas que fueron utilizadas en uno o varios de los seis principales eventos de protesta pública realizados entre 2011 y 2014 por habitantes de las comunidades de la cuenca La Antigua (esquema 3), incluyendo las que fueron colocadas de manera permanente en el campamento Centinelas del Río a partir del 20 de enero de 2014.
En el conjunto de los mensajes destacan las expresiones de rechazo a la instalación de la presa en el río Los Pescados, aunque en número son más abundantes los argumentos de defensa del movimiento. En la tabla 3 se sintetizan los tipos de mensajes prevalecientes en estos materiales.
Producto comunicativo | Tipo de mensajes | Total | |||
---|---|---|---|---|---|
Mensajes directos de rechazo a presas | Mensajes directos de respaldo a la defensa | Mensajes indirectos (argumentativos) | Mensajes mixtos | ||
Pancartas | 12 | 6 | 17 | 18 | 53 |
Lonas | 3 | 3 | 6 | 25 | 37 |
Fuente: Elaboración propia.
En el caso de las pancartas, los mensajes indirectos aluden a consideraciones de carácter ecológico, social y productivo de las localidades, las consecuencias y riesgos por presas, interpelaciones al gobierno estatal, el valor de los bienes comunes, los significados del río para la vida comunitaria y advertencias de resistencia social contra la imposición. Como ejemplos están las frases siguientes:
A la orilla del río sembramos: maíz, mango, cacahuate, calabaza, etc. (20110609VidSinPA4).
Que siga el río su camino (20121003AgMarPA4).
Gobierno o individuo que entrega los recursos naturales a empresas extranjeras (Odebrecht) traiciona a la patria (20140314AVCNotPA3).
Lucharemos hasta el final y con quien sea… (20150518ImdecNetPA).
La mayoría de los mensajes mixtos en las pancartas contienen una consigna de rechazo al proyecto hidroeléctrico junto con argumentos de defensa del ambiente y de las formas de vida presentes a lo largo de la Cuenca. Se trata de mensajes espontáneos, elaborados por grupos o individuos de las comunidades y aliados, por ejemplo:
Naturaleza sin presa (20121003AgMarPA3).
No a la presa. Dañará a los animales (20140314FBPucPA1).
Somos grandes espíritus que lucharemos y venceremos la oposición de mentes mediocres. Como la tuya Odebrecht (20140318YNoPr2PA2).
Yo hablo por el río. Los ríos no se venden (20151209FBNoPresasProcesoPA1).
En el caso de las lonas, al corresponder en buena parte a los mensajes centrales del movimiento, la mayoría contiene mensajes mixtos en los que se describe la disposición del MSA frente al tema y los motivos de la lucha, vinculados con valores colectivos, el amor a la tierra, el río y la naturaleza, los derechos del río, la vida comunitaria, la integridad de los ecosistemas, y llamados a su defensa. Algunos son:
Los ríos no se venden y con la vida se defienden (20140318YNoPr2LN).
Nadie podrá evitar que defendamos el río que llevamos en nuestras venas. Somos las voces del río. Somos la cuenca que detuvo al gigante. Cuidamos el territorio y el agua. Protegemos nuestro patrimonio y nuestras familias. NO A LAS PRESAS Y A LOS PROYECTOS DE MUERTE / 20 ENERO 2014-2018 (20190708FBEdRuizLN).
¡Ríos libres! ¡Ríos vivos! (20200120Camp).
Valores culturales sobre el río, el territorio y la vida
Los mensajes incluidos en lonas y pancartas contienen una diversidad de aspectos, como se ha planteado, relativos al rechazo del proyecto extractivo y al respaldo a la resistencia, acompañados, en gran parte de los casos, de argumentos de carácter ambiental, social y axiológico que pueden clasificarse en cuatro dimensiones principales (tabla 4).
Dimensión ecosistémica | Dimensión biológica | Dimensión cultural | Dimensión axiológica |
---|---|---|---|
Conservación del río, el suelo y la biodiversidad local Funcionalidad ambiental Complejidad de procesos vivos | Protección de los medios de subsistencia y reproducción biológica y del espacio de vida | Defensa de la forma de vida (colectiva, comunitaria) y el derecho a la reproducción histórica y cultural Prácticas productivas: pesca, agricultura, turismo Prácticas sociales: políticas, organizativas, culturales, deportivas, religiosas | Patrimonio: herencia y legado (responsabilidad transgeneracional) Derechos de la naturaleza Derechos humanos colectivos Justicia ambiental |
Estética, espiritualidad y disfrute | |||
Defensa de los valores intrínsecos de la vida | Defensa del espacio como medio de vida (territorio-naturaleza) | Relación sociedad-naturaleza (territorio) como continuo | Identidad biocultural (pertenencia) |
Fuente: Elaboración propia.
La dimensión ecosistémica alude a los elementos que las comunidades valoran en relación con los ecosistemas como sistemas vivos, valiosos por sí mismos, independientemente de la utilidad que tengan para las comunidades humanas. En la dimensión biológica se identifican aspectos relacionados con las necesidades biológicas de las poblaciones humanas, y por ello esenciales, como hogar y medios de subsistencia. La dimensión cultural incorpora un conjunto de valores sociales construidos históricamente por las comunidades en su relación con el entorno, y las formas que esta relación adquiere, mientras que la dimensión axiológica reúne valores de carácter subjetivo y colectivo vinculados a la forma de vida de las comunidades que viven a lo largo de la Cuenca La Antigua.
En los mensajes expuestos a través de pancartas, la mayoría de los elementos de valoración se concentran en la dimensión axiológica, seguida de la dimensión cultural y la dimensión ecosistémica. La cuestión axiológica incorpora aspectos relativos a la libertad de los ríos, entendidos como derechos de la naturaleza; al territorio como legado y disfrute, además del amor hacia el territorio, interpretados como pertenencia o identidad biocultural.7 En los mensajes se destaca la fuerza de la organización social para la defensa de la tierra.
En cuanto a las lonas, éstas se muestran cargadas de mensajes de carácter axiológico, referidos a la pertenencia, a la fuerza de la organización colectiva para la defensa, y se resaltan valores como el disfrute del espacio y la gratitud hacia el territorio, como proveedor de vida y como legado y herencia que se defiende. Se expresa una ética social en relación con el territorio y aparecen mensajes relativos a la justicia ambiental, además de los derechos de la naturaleza y los derechos colectivos, de forma estrechamente vinculada. A su vez, la dimensión ecosistémica es robusta; se revela en el interés de mantener la integridad de los ríos y la biodiversidad, tanto por la sobrevivencia de los ecosistemas en sí como por la relevancia que estos tienen para la reproducción biológica y cultural de las comunidades a través de sus distintas prácticas sociales.
El sentido del lugar y las perspectivas bioculturales y de formas de vida se fundamentan en valores y visiones particulares del mundo y se articulan con intenciones y propósitos diversos (West et al., 2018), cuyo reconocimiento permite entender el origen de acciones sociales de defensa territorial como la aquí estudiada. Tales elementos perfilan el tipo de relación sociedad-naturaleza prevaleciente en la región, que corresponde al continuum al que se refiere Paz Salinas (2017b) y que, bajo los términos expresados como unidad en interacción, muestran la significación del territorio para estas personas.
Por las características de los mensajes analizados, se observa que, además de percibir a la naturaleza como recursos que contribuyen y proporcionan las condiciones para el sustento humano (vivir “de” la naturaleza), los habitantes de la región existencialmente sitúan su vivir “en” la naturaleza, lo que genera valores relacionales específicos, como el apego al lugar y la identidad. En el “vivir en la naturaleza”, los sujetos conectan con la naturaleza como lugar, con valores amplios como la pertenencia, el disfrute y la comunidad, y son por lo general compartidos en amplios segmentos de los grupos que sostienen una situación similar, a través de procesos sociales (IPBES, 2022: 71).
Conclusiones
El estudio del repertorio de acciones colectiva de comunicación desplegado por PUCARL muestra que dichas prácticas y sus contenidos se originaron de manera participativa, como producto de los intereses y valores sociales en torno a los ecosistemas y las formas de vida comunitarias que dieron fundamento simbólico y ético al movimiento.
Los procesos de comunicación intersubjetiva, grupal y colectiva desarrollados en el marco del asambleísmo fueron esenciales para la estructuración de la base social de defensa del río. Hacia el exterior, el movimiento colocó en el espacio de la comunicación pública una disputa simbólica contra el discurso desarrollista, mediante mensajes que legitiman la importancia social, económica y ecosistémica del territorio para la población local en función de sus derechos colectivos a manejar y decidir sobre éste. En tal sentido, las acciones de comunicación respondieron de manera funcional y al mismo tiempo estructural a los objetivos del movimiento, por lo que se configuran como una forma de comunicación comunitaria diseñada, en términos de Encalada (2008), para movilizar y trabajar colectivamente en el logro de un objetivo común, con características de una renovada corriente de comunicación de raíces latinoamericanas, como señalan Acevedo, Ortiz y Arias (2023), Alarcón (2022) y Vanegas-Toala (2020), que atiende las problemáticas y los contextos regionales, y que es específica a las luchas de defensa territorial.
El análisis de la comunicación de PUCARL pone de relieve la disposición ontológica de quienes rechazan un modelo de progreso basado en la destrucción del medio ambiente, en favor de una visión alternativa de vida. Los elementos de valoración identificados en los mensajes del movimiento corresponden a formas contemporáneas alter-modernas de organización social que pugnan por su continuidad, bajo argumentos de derechos humanos colectivos y ambientales, que es necesario reconocer y analizar en perspectiva ontológica y territorial, pues en esa perspectiva la lucha de PUCARL (y de numerosos movimientos en el país y la región) puede ser entendida.
Desde la comunicación para la acción ambiental resulta útil identificar en casos similares las perspectivas que se oponen acerca del problema, y hacer explícitas las posturas políticas, éticas e ideológicas de los actores, al igual que las estructuras de poder que intervienen en aquél, considerando factores de largo plazo como la historia ambiental, la visión de futuro o, simplemente, integrando en la evaluación del problema a otros seres vivos, no humanos, cuya existencia también está en juego a la hora de tomar decisiones sobre el manejo del territorio.
Las formas de comunicación ambiental como la estudiada están enraizadas en los movimientos de justicia ambiental y están ligadas con las luchas cotidianas de las comunidades contra el despojo territorial y natural (Thaker, 2021). De ahí la relevancia de estudiar los mensajes y las prácticas comunicativas de los MSA, con lo que las disciplinas de la comunicación pueden sumar tanto a la comprensión de la expansiva conflictividad socioambiental que vive el país, como a la consolidación de repertorios comunicacionales que favorezcan las luchas de resistencia, lo que involucra, a su vez, un posicionamiento ético y político en favor de la justicia social y ambiental.