Introducción. en busca de referentes para una “historia general” del periodismo impreso cubano del siglo XX
De entre las islas del Caribe hispano, Cuba es la que posee una mayor tradición de periodismo impreso y en consecuencia es la nación con un volumen más significativo de bibliografía sobre estos temas. Tal diversidad de fuentes bibliográficas constituye una ventaja y al mismo tiempo un reto para el investigador y es todavía un terreno fértil, que demanda mayor interés de comunicólogos, historiadores y otros científicos sociales. Lent (1992) incluye en su bibliografía de la comunicación masiva en Cuba un centenar de entradas dedicadas a la historia del periodismo insular. El catálogo ha aumentado significativamente desde la publicación de este libro, sobre todo debido a la incorporación de trabajos provenientes de la academia, así como de algunas obras publicadas tanto dentro como fuera de Cuba. El reto está no solo en ubicar algunas de estas fuentes, dispersas en bibliotecas de la isla y en países como Estados Unidos y España. El problema es también su decantación dentro de un universo que podría resultar en ocasiones inabarcable. Se trata entonces de identificar aquellos textos considerados “imprescindibles”, que se resisten al paso del tiempo y que aportan a una perspectiva general del fenómeno, cuestión que ocupa a este artículo.
El presente trabajo tiene como antecedentes otros acercamientos a la producción historiográfica de la comunicación en Cuba. El investigador Mena Méndez (2016) analiza algunas aproximaciones desde la academia al tema, y ofrece consideraciones acerca de sus ventajas, limitaciones y perspectivas. Por su parte, Amaya y Velazco (2007) analizan cómo la investigación cubana en comunicación ha enfocado la obra de Manuel Martín Serrano. Estos estudios se han centrado en trabajos recientes, producidos todos desde el campo académico, en su mayoría tesis de licenciatura realizadas en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.
El propósito de esta revisión crítica es la búsqueda de referentes para la escritura de una hasta ahora pendiente, pero muy necesaria, “historia general” del periodismo impreso cubano del siglo XX. Al igual que en otras naciones del entorno iberoamericano, los estudios históricos cubanos en comunicación cuentan con detallados catálogos de publicaciones, así como análisis de grandes figuras del periodismo, instituciones, etapas paradigmáticas, e incluso (en menor medida) algunas historias regionales (Lima-Sarmiento, 2017). Sin embargo, prácticamente no existen estudios integradores centrados en el siglo XX cubano. La historia cubana del periodismo podría tomar para sí la exhortación que hace el investigador español Checa-Godoy (2008):
(...) abogamos por la construcción de una historia de los sistemas de comunicación en cada etapa, aplicables a los distintos medios en sus esquemas generales y en muchos de los específicos, historia enriquecida con aspectos peculiares de cada medio estudiado. Y, abrazando estas historias de medios, esa historia general de la comunicación, que comprende a todos, cada uno con su peculiar incidencia en cada momento, todos confluyendo en esa búsqueda de público y en esa influencia sobre él (pp. 48-49).
El análisis bibliográfico que se presenta a continuación se centra en el pasado siglo XX. Ello obedece a la necesidad de reducir la muestra a un volumen manejable, pero no implica desconocer la impronta de la etapa colonial, sumamente valiosa en lo que se refiere a prácticas comunicativas, mecanismos de regulación y de censura3, el accionar de la prensa alternativa o independista, entre otros procesos vinculados al ejercicio del periodismo. Estas líneas se centran en la pasada centuria, cuyo estudio permite rastrear los antecedentes más directos del actual sistema comunicativo cubano, así como sus proyecciones a mediano y largo plazo.
El siglo XX “histórico” cubano coincide prácticamente con la centuria “cronológica”. La isla mayor del Caribe declara su independencia el 20 de mayo de 1902, tras cuatro años de ocupación militar de los Estados Unidos. Inicia una etapa de gobierno republicano, no exento de sobresaltos políticos y económicos, golpes militares, caudillos, revoluciones y levantamientos populares. La primera mitad del siglo termina en 1959, con la llegada de Fidel Castro al poder. En lo que respecta a la comunicación pública, se produce un desmontaje paulatino del modelo informativo de la etapa republicana y la adopción de un sistema de prensa de partido único, inspirado en el organigrama informativo de la desaparecida Unión Soviética (Salazar, 2017).
Una “historia general” del periodismo impreso cubano de este siglo XX “histórico” está aún por escribirse. Existen, sin embargo, importantes obras que pueden servir como fuentes a los investigadores interesados en el tema, cuestión que se abordará en las páginas siguientes.
Referentes teóricos para una historia cubana de la prensa impresa
El presente estudio propone un análisis de los fundamentos teóricos y metodológicos que han sustentado la producción historiográfica de la prensa escrita cubana. Para ello, se hace un breve recorrido por las formas de historiar la prensa en las últimas décadas, especialmente en el ámbito iberoamericano, del cual Cuba forma parte. Este análisis tiene como propósito determinar desde qué perspectivas se ha abordado el objeto de estudio y cómo estas aproximaciones teóricas y metodológicas han incidido en la interpretación que se hace en el devenir histórico de la producción periodística.
Como veremos a continuación, en las obras que componen la muestra se produce una transición entre enfoques descriptivos (catalogación de autores y publicaciones) a obras que pretenden visualizar la relación entre los medios impresos y el contexto económico, político y social. En los análisis diacrónicos del periodismo impreso convergen varias disciplinas de las ciencias sociales, en especial la historia (general, política, económica, social, de las ideas...) y la comunicología (estudios de actores, prácticas e instituciones comunicativas, audiencias, mecanismos regulatorios, entre otros). Para rastrear la producción teórica en torno al tema se hace preciso definir, y por tanto acotar, el campo específico de la historia de la prensa, así como las categorías analíticas propias del mismo. Ello permitió seleccionar la muestra del presente análisis, así como operacionalizar las dimensiones que sustentan el estudio.
Más que una disciplina científica consolidada, la denominación genérica de campo de estudios históricos en comunicación nos remite a la práctica de una comunidad científica que se interesa sistemáticamente por investigar estos temas. Como afirman Asa Briggs y Peter Burke (2002), se trata de investigaciones que intentan mostrar la pertinencia del pasado en el presente, mediante la introducción de la historia en el estudio de los medios de comunicación y de estos en la historia. La investigadora Amaya (2010) lo define en estos términos:
(…) nuestra propuesta de asumir la denominación de campo de estudios históricos en comunicación se dirige prioritariamente hacia la identificación genérica de una tradición investigativa que ha centrado su atención fundamental en el análisis, desde una perspectiva histórica, de las prácticas, instituciones y sistemas de comunicación. Se refiere, en suma, a la práctica científica de la investigación histórica en el campo de la comunicación. Esta precisión resulta necesaria en tanto enfoca nuestro análisis en un subcampo específico dentro de lo que ha sido definido como campo científico de la comunicación (pp. 150-151).
Este artículo se propone identificar algunos referentes a partir de los cuales construir una “historia general” del periodismo impreso cubano del siglo XX. En otras palabras, se propone un acercamiento al campo de la historiografía del periodismo a partir de la revisión de una muestra significativa de la producción intelectual sobre el tema. Con el objetivo de procurar una muestra manejable, en este análisis se incluyen únicamente las publicaciones en formato de libros, no así textos autorreferativos aparecidos en publicaciones periódicas, ni artículos publicados en revistas especializadas; tampoco investigaciones de grado y posgrado, por cierto, estas últimas muy relevantes, ya que en las últimas décadas una parte considerable de la producción histórica en comunicación se ha realizado desde la academia, en especial, en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Ello, reitero, obedece a cuestiones metodológicas en esta suscinta relatoría, la historia del periodismo impreso cubano no puede prescindir de gran parte de esas fuentes. Se han incluido algunas obras importantes en su época, aunque a la luz del presente hayan quedado desfasadas. No todos los títulos están citados a lo largo de estas páginas, solo aquellos que hemos considerado relevantes u originales.
Para clasificar y comentar la muestra, se emplearon algunas de las categorías que propone la investigadora mexicana del Palacio-Montiel (2006) para abordar la historiografía de la comunicación en su país. Se trata de un catálogo en construcción, al cual pueden sumarse nuevos títulos. Del Palacio-Montiel menciona, entre otras, las siguientes categorías: 1) índices, catálogos y guías sobre publicaciones periódicas impresas; 2) obras colectivas; 3) historias generales del periodismo; 4) estudios que utilizan a la prensa y al periodismo como fuente para otras investigaciones históricas; 5) recopilaciones y selección de artículos, fotografías y caricaturas; 6) historias regionales; y 7) Estudios monográficos, por ejemplo, de un periódico o de un periodista en particular. Esta investigación se centra únicamente en las tres primeras, es decir, los índices, las obras colectivas y las historias generales, ya que nuestra intención es localizar los referentes principales para la construcción de una “historia general”. Ello no implica que en una segunda fase de búsqueda se amplíe la revisión bibliográfica con la inclusión de estudios monográficos, historias regionales y trabajos que se valen de la prensa como fuente para otras investigaciones históricas, de todo lo cual hay antecedentes en Cuba.4
La totalidad de los textos a los que se hará referencia son estudios sobre historia de la prensa impresa. Es decir, no se incluyeron investigaciones referidas a otros medios con destacadas trayectorias en Cuba, como es el caso del cine, la radio y la televisión. Asimismo, la revisión documental se centra en investigaciones generales, lo que descarta estudios monográficos y regionales, estos últimos, por cierto, no muy frecuentes dentro del campo de la historia de la comunicación cubana (Lima-Sarmiento, 2017).
Análisis de la producción bibliográfica sobre historia del periodismo en Cuba
En lo que respecta a los índices, catálogos y guías sobre publicaciones periódicas impresas, existe una vasta tradición de bibliografías, elaboradas tanto en la etapa republicana, como en fechas más recientes. Por su importancia, y porque incluyen la mayoría de las referencias previas, no pueden dejar de mencionarse estos dos textos: Para la historia del periodismo en Cuba: un aporte bibliográfico, de Mota (1985) y Bibliography of Cuban Mass Communications, de Lent (1992). Estas obras le ahorran años de levantamiento bibliográfico a cualquier estudioso interesado en la historia del periodismo nacional, en el caso de Lent, también de la comunicación cubana en general. En ambos textos se incluyen referencias que abarcan desde la fundación de las primeras gacetas a finales del siglo XVIII hasta las postrimerías del siglo XX. El texto de Lent abre con una amplia introducción al tema de la prensa cubana en clave histórica. Un índice temático y otro de autores facilita la localización de las fuentes, algunas de las cuales pueden encontrarse en colecciones de Estados Unidos y España, además por supuesto de las bibliotecas cubanas. El libro de Mota, por su parte, organiza la información en cuatro índices: temático, de periodistas, de publicaciones y por último topográfico, este último particularmente valioso, porque permite un rastreo de la prensa en las principales regiones del país. Dos retos ha de enfrentar el investigador que se acerque a estos temas. En primer lugar, ambos textos cierran la revisión bibliográfica en la década del ochenta, de modo que no hay una referencia actualizada que resulte tan abarcadora. En segundo lugar, y es un problema que transversaliza los estudios sobre la historia del periodismo cubano, es preciso mencionar el difícil acceso a las fuentes documentales, muchas de ellas dispersas y en mal estado de conservación.
Por otra parte, existe una tradición de artículos descriptivos del fenómeno periodístico, la cual se remonta a la época republicana. Bajo el formato de obras colectivas, producidas desde el gremio periodístico, destacan, entre otras, títulos como el Número Centenario de Diario de la Marina (1932), El periodismo en Cuba, Libro conmemorativo del Día de Periodista, el cual se publicó entre 1935 y 1958; el muy conocido Álbum del cincuentenario de la Asociación de Reporters de la Habana (1952) y el Directorio profesional de periodistas de Cuba (1957). En esta relatoría no puede dejar de mencionarse el libro La prensa en Cuba, 1902-1932. Obra histórica conmemorativa, con datos biográficos y bibliográficos de periodistas y periódicos de Cuba, editado por González-Rodríguez. A él se suma la Antología de periodistas cubanos, 35 biografías, 35 artículos (1943), compilado por Soto Paz.
A partir de estas obras es posible realizar un primer acercamiento a la historia del periodismo cubano de la República. Como puede apreciarse, en el momento de su impresión la mayor parte de estos trabajos fueron publicaciones gremiales, que con el paso del tiempo adquirieron un matiz histórico, es decir, relataban el presente de la comunicación impresa cubana, pero con los años se convirtieron en documentos históricos, fotografías panorámicas del sistema comunicativo isleño.
Estos textos forman parte de una tradición investigativa dedicada al estudio de prácticas, instituciones, actores y medios de comunicación, la cual no está relacionada con un determinado corpus teórico, ni mucho menos se adscribe como disciplina en el campo de la comunicación, estas prácticas mucho más recientes en el tiempo (Montero Díaz & Rueda, 2001). Del mismo modo que ocurrió en las naciones hispanoamericanas del continente, las cuales alcanzaron su independencia un siglo antes que Cuba, los primeros acercamientos históricos al periodismo cubano tienen una función política, orientada hacia el reforzamiento de la ideología nacional de una nueva República. Otro tanto ocurrirá, como veremos, en obras posteriores al triunfo revolucionario. Como señala Timoteo-Álvarez (1987) las “historias oficiales del periodismo nacional” obedecen a la necesidad de autoafirmación de los estados. Tanto en la República como en la Revolución:
El proceso de emergencia e institucionalización de los estudios históricos en el campo de la comunicación estuvo encauzado -en términos generales- según una doble funcionalidad. De una parte, funcionalidad política orientada a la consolidación y legitimación de ideologías nacionales, y de otra, funcionalidad en pro de la afirmación y “dignificación” de la propia actividad periodística, a partir del registro de sus antecedentes fundacionales y de la presentación de modelos ejemplares en el ejercicio de la profesión (Amaya, 2010, p. 160).
Paradójicamente, estas producciones periodísticas, sin pretensiones científicas, eluden uno de los grandes males de las historias del periodismo: la tendencia en demasía al catálogo, al repertorio, a la relación comentada de títulos (Checa-Godoy, 2008). Son textos que, en su mayoría, asumen la narración como mecanismo discursivo, lo que se explica en parte por el hecho de que sus autores tienen en su mayoría formación periodística.
En cuanto a las temáticas que se abordan, la revisión documental permitió identificar algunas áreas de interés dentro del campo de estudios históricos en comunicación. En primer lugar, la atención a grandes figuras del periodismo, lo cual se evidencia en la antología de Soto Paz (1943) y en el libro de González-Rodríguez (1932), que sistematiza datos biográficos y bibliográficos de periodistas cubanos en las primeras tres décadas de andar republicano (1902-1932). Asimismo, en el libro anual dedicado al Día del Periodista son frecuentes los textos laudatorios a profesionales reconocidos. Sirvan como ejemplo los artículos “Los precursores”, de Lamarque (1935); “Periodistas de provincia”, de Morales-Díaz (1935), este último además un reconocimiento a la prensa regional; “Grandes figuras del diarismo”, de Alfonso-Roselló (1935); “Divagaciones sobre el periodismo y periodistas de antier, ayer y hoy”, de Hernández-Guzmán (1949), entre otros.
En las obras analizadas se destacan asimismo las relatorías generales de publicaciones, con un tono a veces más cercano a la valoración personal y en otros a la descripción de publicaciones. Por ejemplo, Labraña (1940), bajo el título genérico “La prensa en Cuba” realiza una cartografía del campo de la producción periodística de la época. El Directorio profesional de periodistas de Cuba (1957) dedica entradas a algunas publicaciones relevantes de esa época, como por ejemplo Alerta, Avance, Diario de la Marina, El Mundo, Prensa Libre, Bohemia y Carteles, así como un apartado a lo que denominan “El Periodismo en provincias”.
Estos textos muestran asimismo la diversidad de instituciones y actores dedicados a la comunicación pública en la época republicana. González-Rodríguez (1932) dedica por ejemplo un capítulo de su libro a abordar la prensa hebrea y otro a comentar la obra de periodistas cubanos nacidos fuera de Cuba, lo cual se explica si se tiene en cuenta que en las primeras décadas del siglo XX Cuba fue un importante receptor de emigrantes, sobre todo provenientes de España. En el Álbum del Cincuentenario de la Asociación de Reporters de la Habana, Arocena (1952) escribe un capítulo dedicado a las “Mujeres en el periodismo cubano”.
El Directorio profesional de periodistas de Cuba (1957) ofrece un panorama bastante completo de la institucionalidad del campo periodístico en los años previos al triunfo de la Revolución. Son reseñadas instituciones como el Colegio Nacional de Periodistas, varios colegios provinciales (La Habana, Pinar del Río, Matanzas, Las Villas, Camagüey, Oriente...), la Asociación de Reporters de La Habana, la Asociación de la Prensa de Cuba y la Escuela Profesional de Periodismo Manuel Márquez Sterling.
Una temática recurrente en las publicaciones analizadas es lo referente al estatuto jurídico de la prensa, muchas veces en clave histórica, dentro de lo cual se incluyen temas como la censura, la libertad de prensa y de pensamiento y las legislaciones vigentes. Por ejemplo, Gay-Galbó (1947) aborda el tema de la censura de prensa en la historia cubana y Martínez (1953) habla de libertad de información y responsabilidad periodística. Asimismo, el anuario El periodismo en Cuba incluye acápites dedicados a referir las legislaciones de prensa existentes en la isla, lo cual resulta una fuente invaluable para reconstruir en clave diacrónica las legislaciones de prensa de la etapa republicana.
El triunfo de la Revolución marca un cambio radical en la institucionalidad de la prensa en Cuba, lo cual se expresa también en la desaparición de estas publicaciones gremiales, que hasta el momento habían asumido la construcción del relato histórico del periodismo en Cuba. Nuevos temas aparecen en agenda, al tiempo que otros desaparecen. La Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), fundada en 1963, será la encargada de construir la nueva memoria institucional. Títulos como Congresos de periodistas cubanos (Marrero, 2006), Dígase la palabra moral. Rescate de un periodismo digno y veraz (Marrero, 2003), El periodismo y la lucha ideológica (Vera & Constantín, 2003) y La coletilla: una batalla por la libertad de expresión, 1959-1962 (Ortega, 1989) así lo confirman.
En los últimos años se han publicado algunas obras colectivas sobre historia del periodismo nacional, la mayor parte como resultado de la colaboración de profesores y graduados de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. La intención de estos textos, algunas veces más logradas que otras, es relacionar la producción periodística con el contexto político, social y económico, para lo cual se han valido del modelo teórico del español Martín Serrano (2004) y del enfoque histórico-estructural de Sánchez Ruiz (1991), en tanto aparatos de inteligibilidad para visualizar las relaciones de interdependencia entre los procesos comunicativos y el contexto social.
Del mismo modo que en otras naciones iberoamericanas, el impacto de la obra de Serrano ha sido central en la producción historiográfica cubana desde la década del noventa. Como afirma el investigador mexicano Fuentes-Navarro (2019):
Durante más de cuarenta años, la obra teórica de Manuel Martín Serrano ha enfatizado su ubicación sociohistórica, en el contexto generacional del cambio en el pensamiento sobre el cambio social y el lugar que ha ocupado la comunicación en ese proceso, y eso es crucial para enfrentar las transformaciones de la comunicación y de la sociedad (p. 2).
Los investigadores Saladrigas y Olivera (2016) dan cuenta de un tránsito en la historiografía cubana de la prensa, de una fase más apegada a la descripción a una nueva etapa más compleja:
(…) Los estudios históricos han avanzado en la relación comunicación y cultura, esta última en su carácter mediador y mediado de los más ricos y diversos procesos de construcción de significados que se han dado en la historia cubana como los modos de expresión que adoptan en la actualidad (p. 21).
En 2015, algunos profesores y estudiantes de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana publicaron en formato digital, bajo el sello editorial de la revista Temas una antología de Periodistas cubanos de la República (1902-1959) (González et al., 2015). En la misma, se compilaron crónicas de Lino Novás Calvo, editoriales de Sergio Carbó y Pepín Rivero, artículos de Onelio Jorge Cardoso y Mariblanca Sabas Alomá, entre muchos otros. En total 38 autores, una muestra lo más representativa posible del periodismo cubano de la etapa 1902-1959. Esta obra cuenta con antecedentes, además de la antología de Soto Paz (1943), que data de la época republicana, dos textos de la investigadora Núñez-Machín, uno dedicado a Mujeres en el periodismo cubano (1989) y otro a Clásicos del periodismo cubano (1978). También hay que incluir el Diccionario de la literatura cubana (Editorial Letras Cubanas, 1980), a cargo del Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias, en el cual se recogen las fichas de varios periodistas. Por último, el Diccionario bio-bibliográfico (2003), de Domingo Cuadriello. En este último hay varios periodistas de origen español, con destacada trayectoria en Cuba.
También en 2015, salieron a la luz dos compilaciones de Temas de historia de la prensa y la comunicación social en Cuba, uno dedicado al siglo XIX (Fernández & Ferrán, 2015) y otro al XX (Fernández & Salazar, 2015). Obra colectiva, el texto centrado en el siglo XX inicia con la ocupación militar estadounidense en la isla (1898-1902), durante la cual se vivenció un cambio importante en los modos de producir y distribuir comunicación en la otrora colonia española, así como la introducción de nuevas publicaciones impresas. En este primer acápite se dedicó un espacio para hablar de las revistas de las primeras décadas republicanas y de los días en que las salas de cine iluminaban las ciudades de Cuba, en especial La Habana. El segundo tema se centró en la radio y la televisión, medios en los que Cuba fue un país pionero. El tercer capítulo versó sobre la prensa comunista y el papel de algunos medios de oposición a la dictadura de Fulgencio Batista. El libro cierra con otros dos acápites, uno acerca de los cambios que sufrió el modelo de prensa cubano a partir de 1959, y que finalmente los compiladores denominaron “la prensa en la Revolución”, un título que cubrió temas tan variopintos como el periodismo literario que se hizo en Cuba durante los años ochenta, o el reajuste que sufrieron los medios a raíz del período especial, eufemismo que utilizó Fidel Castro para referirse a la crisis que sacudió a la isla a raíz del colapso de la Unión Soviética. En este volumen se publicaron algunas de las investigaciones más importantes que se habían realizado hasta ese momento en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, y es una muestra de la agenda investigativa en temas de historia de la prensa en los años previos a la salida de este libro. Sin embargo, un análisis más detallado pone rápidamente al descubierto muchas de las limitaciones del libro. Por ejemplo, hay temas, etapas, figuras e instituciones que prácticamente no se mencionaron. Este texto tiene como antecedente una selección de lecturas de historia de la prensa en Cuba, editada en 1988 (Fernández & Casas).
En ambos libros prácticamente no se aborda el periodismo impreso de la etapa republicana, sus luces y sombras, en especial el referido a los años posteriores a la Revolución del 30. Más allá de referencias puntuales a algunas publicaciones impresas, sobre todo revistas, poco se dice del sistema de prensa republicano, de las legislaciones de prensa, de los medios más destacados, así como de figuras (periodistas y directivos) e instituciones relacionadas con el mundo del periodismo. Resulta sintomático que ambas compilaciones (la de 1988 y la de 2015) dediquen un capítulo a la prensa comunista dentro del contexto republicano, la cual fue apenas una de las corrientes de expresión de un sistema de prensa que, si bien conoció importantes episodios de censura, se caracterizó por su pluralidad. Estos textos, pensados para la docencia, obedecen a un programa de estudios -y a una visión de la historia- tendiente a legitimar la trayectoria de los comunistas como fuerza dirigente en la historia social cubana, en detrimento de otras corrientes de diverso signo político que desempeñaron roles trascendentales en la vida republicana. En otras palabras, resulta en extremo simplista reducir el periodismo impreso republicano a revistas generalistas como Bohemia, Carteles y Social, y a diarios como Noticias de Hoy, sin profundizar en la historia de medios como El Mundo, Diario de la Marina, El País, entre otros.
El libro del periodista e investigador Marrero, Dos siglos de periodismo en Cuba: Momentos, hechos y rostros (2018) es posiblemente el único intento reciente de una historia general del periodismo en la isla. La primera edición de esta obra data de 1999 y en 2018 una nueva impresión incluyó importantes incorporaciones. Esta investigación destaca por su capacidad de síntesis, ya que el autor logra compendiar en apenas un volumen gran parte de los avatares del periodismo cubano a lo largo de dos siglos de historia, no solo prensa impresa sino también radio, televisión e Internet. La exhaustiva sistematización de publicaciones y autores hacen de este libro una referencia ineludible para cualquier investigador del periodismo de la isla. El texto presenta, sin embargo, dos importantes falencias. En primer lugar, la mayor parte de la investigación está construida a partir de fuentes secundarias. Si bien se trata de un objeto de estudio prácticamente inabarcable, recurrir en momentos puntuales a una revisión documental exhaustiva de publicaciones periódicas habría enriquecido el análisis. En segundo lugar, pero no menos importante, el apasionamiento político del autor hacia el proceso revolucionario en ocasiones lastra las valoraciones históricas y comunicológicas (Arencibia Lorenzo, 2018). El texto, profuso en lecturas críticas durante las etapas colonial y republicana, asume un tono descriptivo, por momentos hagiográfico, de lo que denomina el “periodismo revolucionario”.
La construcción del relato histórico depende por una parte de quién hace las preguntas, es decir, de quiénes son los historiadores; y por otra, de quiénes las responden, en otras palabras, de cuáles son las fuentes empleadas. Como afirma Checa-Godoy (2008):
Tampoco las modas son ajenas al estudio de la historia de la comunicación. Simpatías o corrientes favorecen o promueven determinados estudios, y temas, o elevan a protagonistas que luego pasan al olvido. También ocurre lo contrario, personajes olvidados (...) reaparecen con fuerza y se revalorizan (p. 63).
En el caso concreto de la historia del periodismo, en los últimos años se aprecia una tendencia al “ajuste de cuentas” con el relato oficial promovido por la Revolución cubana, el cual tiene en el texto de Marrero (2018) su mejor exponente. Anteriormente, algunas voces destacadas del periodismo de la República habían ofrecido su particular interpretación de los hechos, a partir de memorias publicadas en el exilio. Un compendio crítico de estas obras puede resultar tema para otro artículo, pero sirvan de ejemplo las memorias de Rivero (2004) 5.
En los últimos años se aprecia una tendencia a visibilizar a figuras y sucesos hasta el momento preteridos, en su mayoría de la etapa republicana y además una (re)lectura crítica de los procesos históricos. Lo que pudiera catalogarse como un “juego de interpretaciones y revisiones” (Checa-Godoy, 2008), poco frecuente en un campo de estudios de muy corta trayectoria como es el caso de la historia del periodismo, se puede ver también como un signo de temprana madurez. Además, evidencia la relación estrecha entre política y comunicación, y cómo la historia, la escritura y el control de la memoria, son siempre actividades en disputa.
Por ejemplo, el periodista Fernández-Cuenca, en su libro La imposición del silencio (2016) analiza la transformación del sistema comunicativo cubano en el parteaguas 1959-1960. Fernández-Cuenca ofrece una interpretación del hecho histórico en las antípodas de la “versión oficial”, cuestionando prácticas como la “coletilla”6 o la desaparición “natural” del organigrama mediático de la República, argumentando que tanto lo uno como lo otro obedeció a una estrategia orquestada desde el nuevo poder revolucionario.
Otro tanto hace el escritor y periodista Valle (2020) en su libro La estrategia del verdugo, una historia de la censura en la cultura cubana desde 1959 hasta el presente. La obra no se limita al campo de la creación artística, sino que aborda cuestiones medulares de la producción periodística y saca a la luz hechos hasta el momento poco abordados, sumamente relevantes para adentrarse en las complejidades del campo. Ejemplo de ello es el impacto que tuvo la perestroika y sobre todo la glasnost soviética en el sector periodístico cubano, que propició entre periodistas y estudiantes universitarios todo un debate en torno a una posible apertura informativa en la isla. Valle reconstruye dos sucesos históricos que marcaron al periodismo en Cuba en 1987, el llamado “caso Sandra”7 y el encuentro entre Fidel Castro y los estudiantes de periodismo de la Universidad de La Habana, el 26 de octubre de ese año. Ambos sucesos evidenciaron que no existiría en Cuba una apertura informativa similar a la ocurrida en la Unión Soviética (Valle, 2020). Asimismo, realiza un primer acercamiento a la historia de los llamados medios independientes, los cuales surgen en Cuba desde los primeros años de la década del noventa fuera del radio del sistema comunicativo gubernamental.
Son muchas las áreas que merecen una lectura crítica del pasado reciente, las cuales se conectan no solo con el presente del periodismo insular, sino con posibles escenarios futuros del ámbito público cubano. Menciono a continuación algunas, sin orden de relevancia, pero que considero resultarían importantes sujetos problémicos para una historia del periodismo cubano de la pasada centuria. Por ejemplo, 1) el análisis de las legislaciones de prensa y su aplicación práctica; 2) el estudio de los medios de prensa como expresiones de una pluralidad ideológica durante la República; 3) las tensiones entre propaganda e información antes y después de 1959; 4) las prácticas de censura y los discursos que así la justifican por parte de los distintos gobiernos que ha tenido Cuba en el siglo XX; 5) la responsabilidad social del periodismo y el encargo social que periodistas y directivos han asumido a lo largo del último siglo; 6) el desempeño y funciones de organizaciones gremiales; 7) la influencia de modelos de prensa y prácticas profesionales foráneas en el sistema cubano, como por ejemplo la prensa liberal occidental y el modelo soviético; 8) el ejercicio del periodismo cubano realizado fuera de la isla, entre otras. Invitamos a pensar en nuevos sujetos problémicos que aporten a la complejidad del relato histórico.
Conclusiones
Desde las primeras décadas del siglo XX y hasta la fecha se han publicado una veintena de obras en formato de libros dedicados a historiar el periodismo impreso cubano. Las lecturas diacrónicas sobre el periodismo impreso nacional divergen en cuanto a enfoques teóricos, alcances, agendas y marcos metodológicos. Antologías de periodistas, memorias, ediciones conmemorativas de publicaciones relevantes, historias generales del periodismo, compilaciones de entidades gremiales y compendios bibliográficos han sido algunos de los principales formatos de expresión de un campo académico emergente, el cual se solapa con otras áreas de las humanidades, como por ejemplo las historias del arte y la literatura. De volúmenes más apegados al anecdotario, en sus inicios, se pasa a textos que intentan explicar las múltiples interdependencias entre el ejercicio del periodismo y el contexto político, económico y cultural del muy complejo siglo XX cubano, incluido el parteaguas de 1959. Los relatos anecdóticos de efemérides periodísticas, las biografías de figuras relevantes, así como la historia de instituciones, dan paso a propuestas en las que interpelan las relaciones entre el contexto sociopolítico y la producción de comunicación.
En lo que se refiere a la producción historiográfica posterior a la llegada de Fidel Castro al poder, se destaca la construcción de dos relatos paralelos acerca del periodismo cubano, uno producido desde la isla y el otro desde el exilio, aunque la tendencia cada vez más general es el derribo de esta frontera virtual entre la investigación académica dentro y fuera de Cuba, lo cual se aprecia no tanto en publicaciones conjuntas, como en la participación en eventos que acogen a investigadores de diversas procedencias. En mi criterio, ello tributará a la construcción de un relato más objetivo, menos propagandístico, de nuestra historia del periodismo en el pasado siglo; una historia que vaya a los hechos e intente, en la medida de lo posible, presentar diversas interpretaciones de un mismo fenómeno.
A lo largo de estas páginas se ha intentado demostrar que, más allá de algunos referentes puntuales, no existe lo que la investigadora Moreno (1981) define como “obra de síntesis histórica”, en el caso concreto de nuestro objeto de estudio, una investigación que abarque el período republicano (1902-1959) y las más de seis décadas después de la llegada de Fidel Castro al poder (1959-). Sin embargo, la producción intelectual sobre la historia del periodismo cubano del siglo XX, aunque es incipiente, cuenta con algunos antecedentes desde los cuales asumir una siempre pospuesta, pero necesaria “historia general”. Es decir, un relato lo más abarcador posible que a partir de estudios previos, así como de la revisión y contraste de fuentes primarias, se encargue de definir puntos de continuidad y de ruptura, tendencias, principios rectores de la actividad periodística de la isla caribeña durante la pasada centuria.
En lo que respecta al campo disciplinar, destaca el hecho de que los textos más recientes sobre historia del periodismo están en su mayoría escritos por autores vinculados al campo del periodismo y la comunicación social, tanto académicos como profesionales de los medios, aunque también hay sociólogos e historiadores. Ello evidencia una tendencia a la profesionalización del campo de los estudios históricos en comunicación. Este proceso es también resultado de la desaparición de las organizaciones gremiales republicanas que hasta el triunfo de la Revolución tuvieron entre sus funciones la construcción del relato histórico. La Unión de Periodistas de Cuba se propondrá otro tanto desde su fundación de 1963, aunque poco a poco el peso de la tradición investigativa será asumido por académicos, tanto de dentro como de fuera de Cuba.
Por otra parte, de esos “ladrillos” de los que habla Michael Schudson (1997) cuando se refiere a descripciones de instituciones relevantes o de grandes figuras del periodismo, este sujeto problémico merece una “historia propiamente dicha”, un relato que se pregunte por las relaciones entre la producción periodística y el contexto (los contextos, en plural) económico, político y social; una historia que se interrogue por las condiciones de producción, los actores, las prácticas comunicativas, las legislaciones de prensa y los diferentes períodos que marcan la trayectoria del siglo; una historia, en suma, que busque en el pasado algunas claves desde las cuales vislumbrar el futuro de la comunicación pública en la isla caribeña.