Los docentes e investigadores de la Escuela de Economía y Negocios de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), Argentina, abordan en este libro una serie de cuestiones relevantes para pensar la macroeconomía de este país desde las últimas décadas. Además, este libro se torna significativo para pensar la cuestión latinoamericana en tanto los problemas, variables y estrategias económicas encaradas resultan destacadas para muchos países de la región. Así, el conjunto de artículos que reúne el libro sigue una línea relacional entre el crecimiento económico y el desarrollo entendido como una adecuación entre políticas macroeconómicas sustentables y políticas productivas y científico-tecnológicas: dos facetas en tensión en la Argentina desde al menos los años 1970 hasta nuestros días. Más en detalle, podría decirse también que, de forma transversal, la virtud del conjunto de estudios aquí reunidos es rescatar cierta hibridación en la práctica político-económica, aunque a partir de una mirada crítica, de las propuestas tanto neoclásicas como heterodoxas de la economía. Una de las principales virtudes de los trabajos encarados en este libro, reside en proponer considerar las especificidades de cada economía, algo usualmente desatendido por las teorías ortodoxas. A su vez, también se propone reconocer las restricciones de presupuesto y los desequilibrios macroeconómicos, en ocasiones poco contemplado en las teorías más heterodoxas. En suma, la política fiscal contracíclica, la política financiera orientada al desarrollo y una activa política cambiaria como herramienta frente a la depreciación del tipo de cambio resultarían compatibles con algunos aspectos liberales y canónicos del pensamiento económico. Es decir, no solo se trata de una propuesta heterodoxa, sino que la mirada resulta más integral y por ello rica en su propuesta.
Zack, Florencia Fares y Martín Gentilli analizan los problemas de la restricción externa argentina y su vulnerabilidad frente a la diferencia entre las elasticidades ingreso de las exportaciones e importaciones (y la reducida magnitud de las elasticidades precio). La Argentina tiene una larga tradición de problemas y estrategias en torno a los déficits de la balanza de pagos: el endeudamiento, la política cambiaria o, sencillamente, resignarse a crecer a un ritmo menor, o bien no hacerlo. Los autores cuestionan la mirada neoclásica que señala los factores capital y trabajo como el origen del crecimiento y que, en economías como la gran mayoría de las latinoamericanas, relegan el problema del crecimiento a la disponibilidad de capitales en moneda extranjera. Pero también hay cierto cuestionamiento a las posturas de corte keynesianas que enfatizan la restricción por el lado de la demanda como principal incentivo a la oferta y, por ello, al crecimiento. Esto resulta central para pensar por qué vías e instrumentos incentivar el crecimiento de la economía nacional. Sin embargo, resulta quizás más importante considerar que, dado la estructura productiva desequilibrada de la economía argentina donde conviven sectores de productividades relativas disímiles, ante el crecimiento económico doméstico las importaciones aumentan provocando un déficit comercial. La elevada elasticidad ingreso de las importaciones conduce inevitablemente al desarrollo de una brecha externa. Como describen los autores en etapas diferenciadas, en los últimos años gobiernos de diferente signo han fallado en tratar de solucionarla, a pesar de las estrategias ensayadas desde principios de siglo: aprovechando las mejoras en los términos de intercambio o generando endeudamiento externo. Es obvio que en una gran mayoría de países latinoamericanos dichas estrategias han mostrado severas falencias evidenciando que los esfuerzos deben concentrarse en incrementar la elasticidad ingreso de las exportaciones mediante el fomento de sectores específicos.
Zack, Martín Montané y Matías Kulfas examinan otro de los temas icónicos de la economía argentina: su larga tradición inflacionaria que, incluso hoy, muestra unos de los índices más altos a nivel mundial. Se presenta un exhaustivo estado del arte que demuestra cómo las causas de la misma se debaten hasta nuestros días en el plano teórico, que en alguna medida se traduce en los diferentes abordajes por parte de los gobiernos de la misma. Luego de un examen minucioso de diferentes teorías de la inflación, sus principios teóricos y la clasificación de diferentes tipos de regímenes inflacionarios, quizás lo más original de esta propuesta es rescatar cómo, en la práctica, el abordaje de los procesos inflacionarios se torna híbrido con relación a las diferentes vertientes teóricas que discuten tanto sus causas estructurales como coyunturales de propagación. De esta forma, el presente capítulo permite reflexionar en torno a cómo los fenómenos monetarios, que a menudo pueden estar vinculados a los déficits públicos, resultan tan importantes como las pujas distributivas, el tipo de cambio y la inflación inercial.
En este mismo sentido, Emiliano Libman analiza las estrategias antiinflacionarias basadas en las metas de la inflación. En primer lugar, se realiza un análisis histórico comparativo de la larga tradición de planes antinflacionarios en la Argentina, desde la tablita implementada en tiempos de Martínez de Hoz (1976-1981) hasta el régimen de convertibilidad en los años de Menem (1989-1999). Luego, el autor puntualiza en que las metas de inflación, implementadas por primera vez por el gobierno de Mauricio Macri (2015-2019), se caracterizan por prescindir de un ancla cambiaria. Si bien el autor rescata los efectos negativos de las anclas cambiarias más allá de sus éxitos en el corto plazo, no por eso quiere decir que la estrategia implementada por el gobierno de la coalición Cambiemos haya estado libre de inconvenientes. Pues, como bien señala Libman mediante un análisis comparativo de diferentes países, este tipo de metas han sido exitosas en casos donde la inflación fue relativamente baja y los precios relativos se encontraban concernientemente alineados al inicio de la puesta en marcha de dichas metas. En suma, la comparación realizada evidencia que la Argentina reciente tuvo el peor desempeño en el uso de metas. Podría decirse que la explicación del fracaso estaría en las condiciones desfavorables que específicamente evidenciaba el país al momento de su implementación como la elevada tasa de inflación inicial, desfavorables expectativas, precios relativos desalineados y una volátil macroeconomía; pero también podemos asegurar que cierto desconocimiento de las experiencias históricas en la materia contribuyó a sobrevalorar otras medidas que acompañaron la estrategia como una excesiva apertura del déficit fiscal y el endeudamiento externo ya ensayadas anteriormente por gobiernos de signos neoliberales.
Kulfas, Ramiro Manzanal y Montané analizan el papel de la Inversión Extranjera Directa (IED) y los desafíos de su incorporación para la economía argentina, pero también como parte fundamental de una estrategia para los crónicos problemas de divisas, fuga de capitales y alteración de los términos de intercambios para América Latina. A comparación de las inversiones de cartera o el endeudamiento, la IED permite sortear la vulnerabilidad, como lo han demostrado varios países como China y los llamados “Tigres Asiáticos” (Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán), a partir de la tercera revolución industrial en las últimas décadas. Como parte de paradigmas de diversas latitudes intelectuales como las instituciones financieras y el mundo académico, la IED se torna central, pero ¿contribuye por sí sola al desarrollo armónico? Esta pregunta estructura el apartado y los autores hacen un repaso de las diferentes estrategias ensayadas en los últimos ciclos político-económicos de Argentina desde los años noventa con el menemismo (1989-1999), el kirchnerismo (2003-2015) y el más reciente gobierno de Macri. A pesar de los efectos positivos en la balanza de pagos y de acuerdo con la observación de la experiencia reciente, puede constatarse que la IED puede desembocar en políticas contrarias al desarrollo como una presión sobre la cuenta corriente (incremento del giro de utilidades y dividendos de las filiales y pagos de intereses sobre préstamos en el exterior), bajos niveles de reinversión, el desplazamiento de otros inversores y el fuerte peso de las compras de firmas como parte de un “cambio de manos”, más que de un incremento de la inversión (aun sin mencionar otros efectos contrarios a nivel microeconómico). Frente a esto, las conclusiones de Kulfas, Manzanal y Montané son claras: debe combinarse el eje de la estrategia, incluyendo planes de desarrollo sectorial sobre la base de la diversificación productiva en aquellos sectores intensivos en conocimiento y tecnología. Quizás la evidencia más notable, y a la luz de los casos exitosos, es que la IED no debe ser un fin en sí mismo, sino una parte troncal de la estrategia económica, pero sometida a un marco procedimental coordinado entre diferentes actores con prescripciones claras.
Federico Favata y Zack cierran el último capítulo del libro con un tema trascendental en la Argentina y, actualmente con la pandemia por Covid-19, para el mundo: la pobreza. En un país en el que la misma ronda un 40 por ciento, los autores se interrogan sobre su evolución en las últimas décadas, sus formas de medirla, los principales indicadores, pero específicamente qué posibilidades de darle un cauce de solución y en qué plazos existen. Los debates intelectuales en torno al tema han estado atravesados por dos cuestiones importantes a la hora de pensar las vías para la reducción de la pobreza: el crecimiento económico y la redistribución del ingreso. Un repaso por el estado del arte en torno al tema, sujeto de diferentes análisis de casos, permite constatar que si bien las metodologías y estrategias para reducir la pobreza aún se encuentran en discusión es claro que el efecto del crecimiento económico en la misma no es un componente lineal. Por eso los autores advierten que no solo los indicadores en torno a la incidencia de la pobreza resultan importantes a la hora de proyectar o pensar en su reducción futura sino también la profundidad y severidad de la misma. Si bien el camino de la redistribución del ingreso resulta socialmente difícil de lograr, no es más optimista el de la proyección del crecimiento económico según los cálculos efectuados por los autores donde, a pesar de la mejora registrada entre 2003 y 2011 en la Argentina, debería desarrollarse a ritmos casi inéditos. En conclusión, el camino para combatir la pobreza parece ser doble: el crecimiento económico mediante una macroeconomía saludable se debe coordinar con una redistribución del ingreso que no solo priorice las transferencias y los planes sociales en sus métodos, sino más sólidamente las herramientas fiscales para gravar a las riquezas mediante tácticas que no desincentiven a la producción.
No existen dudas de que los temas abordados en este libro resultan de vital importancia no sólo para la Argentina, sino para el conjunto de la región en tanto se trata de cuestiones que en alguna medida atraviesan a todos los países de América Latina. Lamentablemente, puede considerarse que las proyecciones en términos de crecimiento económico y mejoras sociales resultan bastante negativas. Especialmente si tenemos en cuenta la catástrofe económica y social que la pandemia mundial por Covid-19 viene causando, como los desafíos que deberán enfrentarse para revertir sus consecuencias. No obstante, Pensar la economía argentina debe permitirnos reflexionar en torno a los grandes desafíos que existen en la actualidad en materia de inflación, crecimiento, desarrollo, IED y reducción de las desigualdades. Pero también nos ofrece una contribución a la formulación de estrategias y planes específicos más argumentados y solventados en el conocimiento, sobre todo aquellos que aportan las ciencias económicas y sociales, y no eslóganes marketineros que, al fin y al cabo, no resuelven nuestras desigualdades estructurales.