Introducción
Este trabajo analiza los mecanismos que reproducen y contrarrestan la asimetría social en Fracción Milpillas, comunidad de pepenadores situada en la periferia norte de la capital potosina, a través del en foque de la epistemología crítica de la desigualdad, que otorga: “un papel central a la agencia humana en los procesos que construyen y deconstruyen la desigualdad” (Reygadas, 2008: 26).
Dicha aproximación se hace en la escala mesosocial, desde la interacción entre grupos que se disputan la basura, sostén económico de la localidad, para explorar los aspectos centrales en la configuración y deconstrucción de la desigualdad: 1) el acaparamiento y la explotación (Tilly, 2000) como principales dispositivos que originaron y mantienen su apropiación dispareja, así como sus consecuencias; 2) las prácticas que los rechazan, los disminuyen y sus efectos.
Además, permite observar la desigualdad como un proceso dinámico que se reproduce cotidianamente, que genera tensiones entre sujetos que interactúan al contender por la basura y urden instrumentos para apropiársela y conservarla, o cuestionar su posesión e intentar recuperarla. Asimismo, muestra las consecuencias del acceso disparejo a la basura y qué tanto ayudan las medidas para mitigarlas.
La dinámica de inequidad experimentada en la estación de transferencia de residuos sólidos El Peñasco (en adelante ETRSEP) cercana al poblado, donde se realiza la pepena, se suma a la desigualdad estructural que históricamente padecen sus habitantes, expresada en una cobertura parcial de servicios públicos básicos y la conformación territorial periférica marcada por la marginación y la degradación ambiental provocada por diferentes tiraderos que han operado en sus alre dedores durante los últimos 50 años, fortaleciendo esta problemática.
El texto se inserta en los estudios antropológicos que han proliferado en las décadas recientes y muestran los diversos fenómenos asociados a la basura. En el ámbito nacional sobresalen los trabajos de Castillo Berthier (1984, 1990), quien analiza cómo ésta adquiere nuevamente valor incorporándola por medio de la pepena al circuito productivo, lo que, a su vez, genera múltiples procesos sociales, económicos y políticos, como el cacicazgo de Raúl Gutiérrez Moreno -líder de los pepenadores en la Ciudad de México de 1967 a 1987-, configurado por medio del poder económico que le dio la acumulación de desechos y sus nexos políticos.
Por su parte, Bernache Pérez et al. (1998) examinan el problema de los residuos sólidos urbanos municipales (RSUM) en el área metropolitana de Guadalajara (Tlaquepaque, Tonalá y Zapopan) argumentando que su gestión correcta es una labor compleja que involucra al gobierno municipal y componentes técnicos, legales, ambientales y civiles para lograrla. A su vez, Bernache Pérez (2006) analiza el deterioro ambiental ocasionado por el incorrecto manejo, tratamiento y disposición final de los RSUM, y concluye que debe incorporarse la perspectiva ambiental para su adecuada administración, implicando a las autoridades, ciudadanos y empresas.
En el escenario potosino dos trabajos antropológicos abordan tanto la labor de los pepenadores en la recolección de basura como los procesos originados por su distribución y apropiación. Desde un enfoque de género, Balcorta Sobrino (2009) estudia el trabajo de las pepenadoras de Fracción Milpillas y sostiene que la pepena derrumba los estereotipos construidos a lo largo de la historia respecto de la mujer: sumisa, con baja capacidad física, dedicada al hogar y al cuidado de sus hijos, pues éstos son resignificados para autodefinirse y autopercibirse como fuerte, decidida y generadora de ingresos económicos; atributos importantes que dan forma a su identidad como mujeres pepenadoras.
Asimismo, Macías Manzanares (2009) investiga la forma de organización de los pepenadores que recolectan en el tiradero de Peñasco como estrategia para resistir la iniciativa impuesta por el Ayuntamiento potosino de concesionar el servicio de recolección de desechos a una empresa privada, pues sus transformaciones administrativas les impedían acceder a éstos, su principal ingreso. Al final, la capacidad de agencia fortalecida y ejercida por los pepenadores permitió negociar la instalación de una estación de transferencia para continuar recolectándolos.
Metodológicamente, este artículo se respalda en siete meses de trabajo de campo etnográfico en la localidad, dividido en dos periodos: el primero, de julio a diciembre de 2018; el segundo, de noviembre a diciembre del 2022. Registré la información a través de observación no participante para identificar conti nuidades y rupturas en el proceso de configuración y deconstrucción de la inequidad. También hice 45 entrevistas semiestructuradas a personas involucradas en él para consignar y contrastar acciones, discursos e imaginarios que lo sostienen.
Aunque las acciones e interacciones que mantienen e intentan reducir la asimetría se desenvuelven en la ETRSEP y Fracción Milpillas, realicé la pesquisa en esta última debido a la violencia ejercida por los acaparadores para concentrar la basura, limitar su acceso y ocultar esta situación en el primer sitio. Por medio de las personas que sufren esta apropiación desigual conocí los dispositivos para sostenerla y enfrentarla.
Una comunidad en desigualdad
Fracción Milpillas se sitúa en la periferia norte, a 17 kilómetros de la capital potosina, en una zona conocida como Peñasco, caracterizada por albergar diversos vertederos de basura desde hace 50 años. A 500 metros de la comunidad se localiza la ETRSEP, administrada por la empresa regiomontana Red Ambiental Vigue S.A. de C.V., que tiene concesionado el servicio de recolección, transporte, transferencia y disposición final de los residuos sólidos municipales desde 20091 (foto 1).
La localidad es parte de un entorno transitorio entre lo rural y lo urbano, en el que predominan características rurales (como la vegetación) y actividades económicas (como la agricultura y ganadería menores que gradualmente han cedido al crecimiento urbanístico). Aunque está cerca de la ciudad, la cobertura de servicios de salud, educación, transporte e infraestructura es deficiente, lo cual, sumado a los distintos tiraderos municipales en sus alrededores, ha constituido un sitio en condiciones de desigualdad social y degradación ambiental.
Esto da cuenta de diversas formas de inequidad que se yuxtaponen y decantan un espacio social periférico, segregado y en desventaja, pues: “El territorio, su morfología y la calidad de los entornos tienen un rol central en la producción de diferentes tipos y esferas de desigualdades” (Di Virgilio y Perelman, 2018: 20).
Concuerdo con la Comisión Económica para América Latina (CEPAL, 2016), en que una particularidad de la segregación urbana en Latinoamérica es: “la precariedad de sus periferias, donde se concentran los pobres y acumulan carencias”, lo que a su vez muestra el aspecto relacional en la conformación territorial y social de los espacios, por ejemplo, enlazando a la ciudad con la comunidad sin proveerle servicios públicos adecuados y estableciendo vertederos de basura, que representan un elemento: “que refleja el poder que se ejerce ahí en forma de externalidad provocada por la urbe potosina; en la cristalización de la injusticia ambiental que sufren sus habitantes” (Leija, 2021: 151-152).
La convergencia de estos factores, sumados a las paupérrimas circunstancias en que viven los habitantes de Fracción Milpillas, hacen de los basureros fuentes de ingreso económico y de la pepena la principal actividad para generarlo, a pesar de ser estigmatizada por considerarla insalubre, proveer ingresos irregulares y no otorgar prestaciones, derechos laborales ni servicios médicos. Últimamente estas adversidades se han articulado con distintas prácticas emergentes relacionadas con la venta de basura, lo que genera mayor disparidad entre sus pobladores (foto 2).
Acaparamiento y explotación de la basura, bases de la desigualdad
De acuerdo con Tilly (2000: 38), la desigualdad consiste en: “la distribución dispareja de atributos entre un conjunto de unidades sociales tales como los individuos, las categorías, los grupos o las regiones”. Aunque las cualidades personales son importantes para identificar y entender el origen de la asimetría, en las relaciones sociales se despliega su potencial diferenciador, pues en éstas se confrontan las capacidades individuales originando vínculos disparejos.
Como constructo social, emerge y se mantiene en los contactos sociales, donde el poder que detentan las personas resultado de su historia individual, además del acceso, apropiación y mantenimiento de recursos, las ubican en posiciones de igualdad o inequidad; así, la desigualdad: “no depende sólo de las destrezas y los conocimientos individuales […] sino de las dinámicas que se generan dentro de un grupo” (Reygadas, 2008: 98).
Entre las pautas que originan y mantienen interacciones sociales inequitativas destaca la propiedad, pues permite generar y acumular riqueza aprovechándose del trabajo de otros y de los recursos existentes, al tiempo que coloca a quienes la poseen en una mejor posición que aquellos que no, pues: “como factor principal de la desigualdad, permite contratar trabajo ajeno y apropiarse de una parte sustancial del excedente social” (Reygadas, 2008: 96). En la disputa por la propiedad sobresalen la importancia que ésta tiene para las personas y las estrategias urdidas para apropiársela, concentrarla y los efectos que esto acarrea.
Para Fracción Milpillas, la pepena de desechos sólidos ha sido la principal actividad que genera ingresos económicos desde hace 50 años. Comprender cómo producen desigualdad social dichos materiales requiere verlos como objetos que adquieren nuevamente valor económico gracias al: “trabajo en sus distintas etapas: recolección, reciclaje, venta y compra” (Castillo Berthier, 1990: 12).
Esta revaloración de la basura y su acceso hasta cierto punto sencillo la convirtieron en el sustento económico central de dicha localidad, donde se establecieron dinámicas en las que cada pepenador accedía libremente a ella, como lo cuenta Gerardo: “Llegaba el camión y todos nos formábamos alrededor de él; tiraba y ya nosotros íbamos de allá para acá y así […] en 20 minutos ya se acabó el viaje, y pues ahí separábamos todo. Llegaba otro camión y lo mismo hacíamos” (entrevista, 30 de noviembre de 2022).
Dicha lógica se trastocó cuando en la ETRSEP se impusieron límites para que los pepenadores no recuperaran los residuos, convirtiéndolos en un bien monopolizado, que desiguala, ya que su acceso es asimétrico, como lo refiere Juan Antonio: “ya ve lo que pasa en el tiradero, llegan los viajes2 y los apartan, ya no dejan juntar a la gente […] para mí, ¡verdad!, no creo que sea justo, pues esos camiones eran para todos y ahorita ya no es así, para trabajar tenemos que comprarlos” (entrevista, 9 de diciembre de 2018). Este esquema muestra las fases de la gestión de residuos sólidos y en cuál se da el acaparamiento (figura 1).
Tal restricción inicia cuando alejan los camiones que trasportan la basura y niegan su acceso; resalta la percepción de que se expropia ilegítimamente, quizá por la pertenencia que ejercen sobre la basura, derivada del amplio periodo de usufructuarla sin restricciones. Conscientes de su potencial para generar ganancias, el bloqueo y acumulación de este recurso son realizados por varios grupos y personas; según Germán: “En el tiradero se reparten los camiones Los San Juanicos, Los Diablos y Los Zaragozas; también Vanesa, Rufina y Lupe” (entrevista, 23 de noviembre de 2022). El cuadro 1 caracteriza a estos acaparadores principales.
Nombre | Origen | Características |
Diablos | Colonia Las Terceras, próxima a la estación de transferencia de residuos sólidos El Peñasco | De las primeras familias que pepenaron en los distintos basureros de la periferia norte de la capital potosina, son los principales acaparadores y vendedores de camiones de basura. |
San juanicos | Comunidad de San Juanico, cercana a la estación de transferencia de residuos sólidos El Peñasco | De las primeras agrupaciones que pepenaron en los diversos tiraderos de la periferia norte de la capital potosina; recientemente han acaparado y vendido camiones de basura, disputándolos a los diablos. |
Zaragozas | Comunidad de la Esperanza, perteneciente al municipio de Villa de Zaragoza, San Luis Potosí | Familia que vive en Fracción Milpillas desde hace 23 años. Compran los camiones de basura provenientes de la zona industrial potosina a los diablos, como arreglo para no tener conflictos. Los pepenan y ocasionalmente contratan gente para que lo haga. |
Rufina | Fracción Milpillas | Desde hace 15 años es representante de los pepenadores en la Organización Benito Juárez A.C., recibe camiones de los Diablos como pago para que éstos continúen acaparándolos; algunos los vende y, en otros, contrata gente para pepenarlos. |
Lupe | Fracción Milpillas | Representante de los pepenadores en la Organización Benito Juárez A.C., peleó los camiones de basura a los diablos hasta conseguir algunos; unos los vende, otros contrata gente para pepenarlos. |
Vanesa | Fracción Milpillas | Representante de los pepenadores en la Organización Benito Juárez A.C., compra varios camiones de basura a los diablos, regularmente contrata a gente para que los pepenen. |
Fuente: elaboración propia a partir de trabajo de campo, julio-diciembre de 2018; noviembre-diciembre de 2022.
Estas acciones y el surgimiento de agrupaciones que concentran un bien configuran uno de los mecanismos que más desigualdad producen: el acaparamiento, en el que los integrantes de una colectividad: “obtienen acceso a un recurso que es valioso, renovable, sujeto a monopolio, sustentador de actividades de la red y realzado por el modus operandi de ésta, habitualmente lo acaparan y urden creencias y prácticas que sostienen su control” (Tilly, 2000: 103).
Parece que el acaparamiento de los camiones fue gradual y sostenido, que se fortaleció con la concesión del servicio de recolección de basura en 2009 y cristalizó contactos sociales asimétricos, donde pocos sujetos se benefician de la basura desde hace tiempo y muchos sufren su pérdida; Pablo lo constata al señalar que: “Esto pasa desde hace unos 15 años, empezaron con una parte hasta que agarraron todos los viajes; primero los de fábrica, luego los de Red y ya no dejaron nada” (entrevista, 30 de noviembre de 2022).
Una vez que se decanta relacionalmente la asimetría social, es importante explorar la visión, discursos y acciones que despliegan quienes se favorecen del acceso ventajoso a la basura. Por ejemplo, Irineo y sus ocho hijos, conocidos como Los Zaragozas, compran camiones de la zona industrial a Los Diablos, una de las principales agrupaciones que los acapara y vende; como él lo asevera: “Sólo compramos viajes de la zona industrial, pues vienen de fábricas y no tenemos que andar sacando bolsas y cajas […] mis hijos, cada uno tiene su viaje que les llega a diario” (entrevista, 1° de diciembre de 2022).
Para él no eran suficientes los residuos a los que accedían si más personas pepenaban del camión, quebrantando el orden establecido e imponiendo otro para obtener más beneficios, sin reparar en las afectaciones a los demás pepenadores, como lo refiere: “a veces nos tocaba un viajecillo para todos, éramos como unos 30; luego hicimos la cuenta de cuántos camiones eran y nos los repartimos. ¡Sí, es mejor, le saca más provecho y trabaja más tranquilo porque está solo!” (entrevista, 1º de diciembre de 2022).
Recientemente, en la ETRSEP se ha desplegado la explotación, práctica que retorna beneficios adicionales a quienes acaparan, pues a través de ella: “algunos grupos de actores bien conectados controlan un recurso valioso y que demanda trabajo, del cual sólo pueden obtener utilidades si aprovechan el esfuerzo de otros, a quienes excluyen del valor total agregado por ese esfuerzo” (Tilly, 2000: 98-99). Argumento que es reciente porque en las entrevistas de 2018 nadie la mencionó, pero en las de 2022 apareció con regularidad, lo cual muestra que los mecanismos que desigualan no siempre emergen y transitan juntos y pone en evidencia que la asimetría es dinámica y se calibra. Margarita presenta las actividades que hace y los beneficios de quien la contrata:
vamos a ajustar el año, ya tenemos hartito trabajando con Vanesa, le juntamos cartón, PET, archivo, aluminio y bote; todo eso le tenemos que levantar y pues todo ya es de ella. Nos pagaba $500.00 por viaje hecho y ahorita nos paga $200.00, ¡ya nos bajó rete mucho! Dice que no saca dinero y pues sí saca, pero no quiere pagar más [entrevista, 22 de noviembre de 2022].
La explotación establece contactos sociales asimétricos, ya que los explotadores se benefician del esfuerzo de los explotados para obtener más utilidades, lo cual refuerza la inequidad, pues éstos hacen el mayor trabajo y reciben una pequeña porción de las ganancias que generan.
El acaparamiento y la explotación exacerban la asimetría entre la población de Fracción Milpillas; no obstante, no permanecen estáticos, pues los grupos que se disputan los residuos sólidos urden tácticas para apropiárselos, estableciendo relaciones de poder. Aunque los acaparadores tienen una posición privilegiada, existen agrupaciones y sujetos que quieren quitársela, lo que los obliga a construir estrategias para conservarla, configurando lo que Bourdieu llama campo de luchas, en el que: “las personas que ocupan una posición emprenden la lucha para mantenerla o transformarla” (2019: 426).
Dentro de la ETRSEP, el mecanismo más evidente para bloquear el acceso a la basura y apropiársela es enviar los camiones lejos de la plancha, espacio común de trabajo libre, a sitios asignados a los acaparadores; de este modo, determinan límites físicos y establecen categorías que dividen a los pepenadores y los jerarquizan, como lo plantea Juan Antonio: “se supone que todos los camiones van a la plancha, ¿qué pasa?, llegan a la báscula y, no, pues vas con Vanesa, vas con el Oso, vas con el Diablo; o sea, desde ahí se dirige todo” (entrevista, 28 de noviembre de 2022).
También se despliega violencia física y simbólica para coartar su uso, de lo que resultan más desventajas y la ampliación de la brecha. La violencia física: “afecta el cuerpo, la integridad física; la [violencia simbólica] afecta la integridad moral” (Araujo, 2009: 80). Scott (2000) señala que en las relaciones de poder se desarrollan discursos y acciones visibles para reafirmarlo. Quienes son excluidos de la basura comentan que el poder es ejercido por dos grupos y una persona en particular, según Rosa: “Los Zaragozas vinieron a ser dueños de los camiones, junto con Los Diablos. ¡La gente les tiene miedo! Dicen que esta comunidad es bien miedosa y tonta porque vinieron a apañarse todo. La otra es Lupe, siempre anda con pistola y bien borracha diciendo: aquí yo mando” (entrevista, 1º de diciembre de 2022).
Ejercen fuerza física por medio de los golpes para evitar que el acaparamiento se conozca en el exterior y que la gente se acerque a los camiones de basura o con el fin de disolver los intentos de organizarse para eliminar dicho acaparamiento, como lo expresa Pablo: “Ellos prohíben que diga que venden los viajes; si uno dice lo echan para afuera y de pilón una friega le dan. Hace poco golpearon a una señora, ¡hasta le hicieron perder su hijo!” (entrevista, 30 de noviembre de 2022).
La imbricación de ambas violencias es exitosa, pues bloquea el acceso a la basura y la pepena (quienes no compran camiones se mantienen alejados de ellos) e inhibe acciones para quitárselos, reproduce los vínculos asimétricos y cristaliza las posiciones diferenciadas y jerárquicas; además construye la visión de que no poseen atributos para cambiar este orden, como lo plantea Paula: “Cada quien tiene su parte y uno nada más está mirando. La gente ya está impuesta, lo que no es para nosotros no es; ¡ni modo de enfrentarlos, somos muy débiles!” (entrevista, 7 de diciembre de 2022).
De igual modo exponen la intervención parcial del Ayuntamiento potosino y de Red Ambiental Vigue -administrador y encargada respectivamente de la ETRSEP- en el desmantelamiento de esta dinámica, como lo aduce Felipa: “Con ellos no podemos contar. Ellos dicen: nosotros cumplimos con echarles la basura y ya de ustedes depende cómo la trabajen. O sea, no se meten en eso de estar separándola” (entrevista, 24 de noviembre de 2022).
Su presencia irregular durante los últimos años ha permitido que el acaparamiento y la explotación se consoliden y que los grupos e individuos que los configuran y se benefician de éstos se fortalezcan y detenten suficiente poder para anular a los pepenadores, a la comunidad, incluso a la empresa, que no ha podido desarticularlos, al ser rebasada por los acaparadores; así lo explica “el Pérez”, chofer de camión recolector: “Cuando llego, las personas que venden los viajes me ordenan dónde descargar y uno tiene que obedecer. Vigue no dice nada, les tiene miedo, poquito que no obedezcan y van y queman llantas, apedrean camiones o tapan puertas” (entrevista, 6 de diciembre de 2022).
Al Ayuntamiento de San Luis Potosí, responsable del sistema de recolección de desechos,3 parece interesarle que éstos sean recolectados en la ciudad, llevados a la ETRSEP y luego depositados en el relleno sanitario de San Juanico, sin prestar atención a la etapa intermedia donde se separan los materiales reciclables; así lo manifestó Felipe Contreras, coordinador de Aseo Público del Área de Gestión Ecológica y Manejo de Residuos cuando se le cuestionó sobre el acaparamiento y venta de la basura:
La situación del Ayuntamiento es que se reciban los residuos en zona de transferencia, sean segregados o pepenados y el resto sea transferido a sitios de disposición final, ésa es la actividad que nosotros vigilamos. La relación entre particulares, de acuerdo a un proceso de compra-venta, o a una negociación interna, en eso no intervenimos [entrevista, 5 de diciembre de 2022].
Este planteamiento muestra un interés disímil, centrado en reducir el impacto ambiental con la disposición eficaz de los residuos sólidos, pero relegando a los pepenadores y sus dinámicas conflictivas para distribuirlos. Así: “a la par de que se cuida el medio ambiente, se descuida la calidad de vida de quienes reciclan” (Paiva y Perelman, 2008: 44).
Considero apropiado incorporar el planteamiento de Dimarco para explicar el desdén municipal y de la empresa por el acaparamiento y la explotación de la basura, el cual se deriva de la apreciación ambigua del reciclador, reforzada por la visión de que su actividad laboral está en el borde entre trabajo y no trabajo, además de que su materia prima, los residuos, están en una zona liminal, pues son los restos de un producto usado, pero con potencial económico (2012: 191). Al parecer, la concesión del servicio de recolección de residuos originó e intensificó ambos dispositivos que desigualan, tradicionales del viejo sistema político, articulándose con ellos y mostrando su fortaleza.
Efectos del acaparamiento y explotación de la basura
La distribución y concentración asimétrica de los desechos propicia ventajas para los acaparadores, que además se benefician por medio de la explotación y perjudican a aquellos que no acceden a éstos o lo hacen de manera limitada, lo que ensancha las diferen cias entre la gente de la comunidad y fomenta la fragmentación social debido a la tensión causada por su disputa.
Inicio con los acaparadores, en concreto con los que adquieren la basura. Irineo y sus hijos compran todos los días camiones de la zona industrial a los Diablos, lo que les da más ventajas, pues son los únicos que acceden a éstos; además del tipo de materiales, la cantidad y el valor en el mercado del reciclaje les generan más ingresos; como lo refiere: “Tengo un viaje que me traen, me lo traigo para acá, para la casa y aquí lo hacemos. Trae puro metal: bronce, acero, ¡trae unas plastotas de aluminio!; también trae cobre, como unos 200 kilos, y puede que hasta más. Me quedan $25 000.00 diarios luego de trabajarlo” (entrevista, 1º de diciembre de 2022).
Los múltiples beneficios que les da la adquisición de desechos industriales -en particular los metales, porque son mejor remunerados- justifican las acciones para defender y mantener su posesión, así como bloquear a quienes pretenden apropiárselos; también se sienten con argumentos para continuar comprando, lo que refuerza y sostiene el acaparamiento.
Su acceso diario y regular a frutos de esta magnitud les ha permitido concentrar mayor aprovechamiento, distanciándose muchísimo de quienes han excluido. Como vimos, pueden explotar a otros y beneficiarse de su trabajo y conocimientos debido al volumen de residuos que manejan cotidianamente y al rendimiento que generan, agudizando las interacciones sociales asimétricas.
Por su parte, José Perfecto y otras personas compran un viaje de basura diariamente, y así conforman y sostienen el acaparamiento y, por añadidura, le quitan los desechos a otros. Al igual que la agrupación anterior, su beneficio principal es acceder a los materiales reciclables y al ingreso económico que produce; pero, igual que todos los pepenadores, está sujeto al vaivén del mercado del reciclaje que puede favorecerle o perjudicarle, como lo señala: “Desde hace tres años compramos el camión, lo hacemos diario. Vale $500.00 y ya le sacamos $2 000.00 o $2 500.00, depende de cómo esté el material; antes estaba bien pagado, pero en este año bajaron mucho los precios” (entrevista, 24 de noviembre de 2022) (foto 3).
A pesar de esto, comprar la basura día tras día y durante un tiempo prolongado le ha producido ingresos económicos regulares que le permiten adquirir bienes y propiedades, mostrando que la concentración y desposesión simultáneas, continuas y prolongadas, otorgan ventajas que trascienden lo económico y mejoran el devenir individual y familiar, como lo argumenta José Perfecto: “de la basura he hecho dos o tres cositas; económicamente es el beneficio porque de ahí salió mi carro, unas motos que compré; también le metí poquito a la casa” (entrevista, 24 de noviembre de 2022).
Una premisa fundamental de la desigualdad es su carácter relacional al configurar interacciones sociales asimétricas, producto del acceso disparejo a un recurso; para concentrarlo: “implica excluir a alguien” (Therborn, 2016: 28). El acaparamiento y la explotación han creado un conjunto de excluidos del beneficio cabal de los residuos sólidos y es importante analizar los efectos que sufren.
Puede suponerse que la principal repercusión es la disminución de ingresos económicos; sin embargo, las afectaciones muestran otros aspectos esenciales que estas personas necesitan para desenvolverse en plenitud, aspectos que les han sido cooptados; de este modo, sus exigencias: “revelan posturas diversas, qué cosas son valoradas en un contexto determinado. Cómo se evalúan las ventajas de unos frente a otros” (Sen, 1992: 37).
Separar los materiales reciclables y valorados en términos económicos requiere de la pepena y tiempo para realizarla; al acapararlos, dicha labor se ejerce por los acaparadores y el periodo que dedican les retribuye satisfactoriamente; en contraste, a quienes se les niega su acceso no pepenan a cabalidad y el tiempo asignado no les otorga beneficios equivalentes, como lo relata Ma. Felipa: “Andamos ahí en el área y pues estamos mejor sentados, a ver a qué hora nos cae algo; ¡a veces nos desesperamos porque no pepenamos nada! (entrevista, 24 de noviembre de 2022).
Cuando pepenan, aglutinan una menor cantidad de materiales en la plancha, disminuyendo su variedad y remuneración económica, pues su mosaico de selección es menor. Si el mercado del reciclaje reduce sus costos, generan menos ingresos y se intensifica la desventaja; de acuerdo con ella: “lo poquito que queda lo levantamos y empacamos; cuando tenía buen precio ya con $200.00 nos veníamos contentos, ahorita no vale. El martes saqué apenas $135.00, vendí 15 kilos de PET y tres costalitos de vidrio; ya me conformé, dije: ¡ya de perdido para las tortillas!” (entrevista, 24 de noviembre de 2022).
La importancia de la basura va más allá de la percepción monetaria, convirtiéndose en lo que Sen llama bien elemental, que debe valorarse desde: “las capaci dades, es decir, por las libertades que permite para elegir las vidas que tienen razones personales para valorar” (1992: 97). Los efectos de su restricción total o parcial no deben medirse sólo en términos económicos, sino en las decisiones que han sido coartadas al no realizar libremente la pepena -elegirla como trabajo y ser sus jefes-; en las dinámicas que se trastocaron en la ETRSEP y en la comunidad -laborar en sus horarios, no pagar por los residuos, acceder a ellos sin impedi mentos-; o en la presión por urdir prácticas para subsistir -comprar los camiones de basura; reutilizar o vender zapatos, ropa y otros materiales reciclables.
Por último, la apropiación desigual de los desechos ha ocasionado que la gente de Fracción Milpillas, que históricamente ha pepenado en diferentes tiraderos, al ser desplazada por personas de esta comunidad y de poblados cercanos que retienen, compran o trabajan en los camiones de basura, abandone dicha labor y busque otra forma de subsistencia,4 así lo detalla Germán: “De unos 1 200 pepenadores, ahora quedamos unos 300 que andamos libres. Gente que tenía 40 años pepenando mejor ya no fue por lo poco que agarraba” (entrevista, 23 de noviembre de 2022).
El acceso asimétrico a los residuos sólidos divide, distingue y expresa poder y dominación, pues los acaparadores se legitiman al retenerlos, venderlos, comprarlos o contratar gente para manipularlos; al implantarlos como los únicos medios para acceder a ellos, coartan la pepena libre y anulan a quienes se empecinan en realizarla.
Al imponer su existencia e identidad a través de prácticas para apropiarse de manera ilegítima de la basura, niegan la existencia e identidad a quienes no la obtienen, prohibiéndoles que la pepenen; por lo tanto: “la distinción natural reposa fundamentalmente en el poder que tienen los dominantes de imponer, con su existencia misma, una definición de excelencia, que no es otra que su propia forma de existir” (Bourdieu, 2016: 299).
Derivado de la intervención parcial del Ayuntamiento y la empresa, y sostenido por el pacto entre acaparadores, el acaparamiento de los desechos ha erosionado las relaciones sociales en Fracción Milpillas; de ser un bien común, trabajado por sus habitantes colectivamente, cohesionándolos, ahora es un recurso privado manipulado por pocas personas, que dinamita la integración, como lo relata Rosa: “Le digo que la comunidad se dividió. Hay gente que agarra puras cosas gordas, puro material grande, no está impuesta a poquedades; hay otra que no compra los viajes, que no agarra mucho, ¡ya está impuesta a no tener nada!” (entrevista, 1º de diciembre de 2022). También ha establecido interacciones sociales disparejas entre aquellos que compran la basura y quienes no, lo que se traduce en una asimetría en la acumulación de ventajas o desventajas.
¡Ni acaparar ni vender, de ahí el rechazo!
Ya que la distribución dispareja de un bien significativo supone una disputa por controlarlo, chocan las capacidades para quitárselo a otros, negarles el acceso y retenerlo; lo que da forma a beneficios o perjuicios para cada bando. En la ETRSEP los acaparadores despliegan distintos dispositivos para apropiarse de la basura y bloquearla; sin embargo, quienes están fuera de esta dinámica no permanecen pasivos y definen un conjunto de estrategias para enfrentarlos.
La primera es una invocación moral que deslegi tima el acaparamiento aludiendo a memorias y prácticas de la pepena libre. El esquema que distribuye y concentra de modo asimétrico la basura (acaparar, vender, comprar, explotar) ocurre diariamente donde se deposita: se desafía frontalmente al no adquirirla, lo que constituye un acto rebelde, que, de manera cotidiana, se asume como su detractor; asimismo, es la práctica más común que solidariza e identifica al grupo, como lo expresa Germán: “Yo nunca les he comprado, nosotros andamos libres, somos como 100 personas; somos poca gente de Milpillas libre de com -promisos” (entrevista, 23 de noviembre de 2022).
Este comentario muestra elementos colectivos que, argumentando su ilegitimidad, justifican su rechazo a la retención y venta de los desechos, como diferenciarse de quienes las realizan y no participando en éstas a pesar de las afectaciones y del desplazamiento de los anteriores pepenadores.
Vivir con lo poco que obtienen de pepenar, princi pal modo de sustento, y remitirse a la memoria de ejercerla sin cortapisas (sin comprar basura, en sus horarios, sin patrones y el material para ellos), exalta los beneficios de esta dinámica sancionada y practicada por los pepenadores, usándola para resistir y repudiar el acaparamiento; además, expresa sus valores, sobre todo que los desechos y la pepena no tengan restricciones; así lo refiere José Reyes: “Me gusta más a lo que antes andábamos en la plancha; estaba impuesto a trabajar libremente, yo no estoy impuesto a trabajar para patrones, ¡ya lo que traíamos era bueno!” (entrevista, 28 de noviembre de 2022).
Aunque no comprar los desechos confronta de manera directa su concentración dispareja y la reduce al no fomentarla, los argumentos anteriores muestran componentes simbólicos asociados con frecuencia a los procesos de inequidad o equidad y que legitiman las acciones que las reproducen; por eso, como dice Reygadas, se le debe dar: “mayor importancia a las prácticas simbólicas que cuestionan la desigualdad y pro mueven mayor igualdad” (2015: 44).
Quienes sufren el acaparamiento de la basura manifiestan una serie de valoraciones, representaciones y visiones que lo desestiman, igual que a quienes lo realizan; aunque es complicado quitarles el recurso, muestran que se lo apropiaron ilegítimamente. Varias acciones de resistencia se realizan fuera de la ETRSEP, lejos del dominio de los acaparadores y de sus prácticas disuasorias. Buena parte de la población de Fracción Milpillas ha sido afectada por el acaparamiento y, por ello, la comunidad se ha vuelto el sitio principal para enunciar las múltiples formas de rechazarlo. Al -gunas son discursivas y simbólicamente manifiestan su desaprobación, exponiendo sus afectaciones, su clasificación y valoración ilegítima. Son discretas, subliman el resentimiento y evitan un conflicto que les ocasione represalias; forman parte del discurso oculto al ser: “Conductas fuera de escena, constituidas por manifestaciones lingüísticas, gestuales y prácticas que confirman, contradicen y tergiversan lo que aparece en el discurso público” (Scott, 2000: 28).
Una forma simbólica de acotar y disminuir la desigualdad es crear categorías que reclasifiquen, borren las diferencias e incluyan a la gente (Reygadas, 2015: 60); por ejemplo, una infravaloración de lo hegemónico, como la señala Gerardo: “Si hubiera orden allí, que esos camiones que se van a las personas sin trabajar; sabemos que ellos trabajaron, que fueron pepenadores [Diablos] pero no tienen derecho a agarrar a manos llenas. Yo pienso que gente que no tiene el modo, pues ahí [tiradero] en un ratito saca dinero” (entrevista, 30 de noviembre de 2022).
Cuando reinstala de forma imaginaria el anterior orden, donde todos los pepenadores se beneficiaban de la basura, él rompe con las distinciones y jerarquías producidas por el acaparamiento, e iguala a quienes lo efectúan; incluso los infravalora diciendo que no trabajan, desdibujando la superioridad que detentan por ser pepenadores antiguos.
Además de actos simbólicos, existen prácticas que cuestionan y acotan la inequidad, son más evidentes, directas y no se hacen regularmente; cuando suceden, significa que la desesperación y el hartazgo son in sostenibles y exigen solucionar sus motivaciones; en particular demandándolo a las autoridades.
Muestran cierto grado de organización y movilización, pues se comparte el mismo problema, como lo detalla Margarita: “Hemos ido al municipio, hasta la unidad administrativa, ahí anduvimos. Ya nada más nos dan la suave que sí y que sí, pero llegamos al tiradero y de nuevo a pelearse” (entrevista, 22 de noviembre de 2022). Esta acción se hizo lejos de la ETRSEP, donde dominan los acaparadores; solicitan la intervención de esta autoridad pues saben que tiene potestad ahí, capacidad para solucionar la disputa y porque están desesperados.
No cesaron las manifestaciones, incluso escalaron, incorporando a más gente de la comunidad para exigirle al gobierno estatal que disolviera el acaparamiento; así lo expone Antonio: “Todos íbamos a marchas para enfrentar a esos grupos. Íbamos a ver al gobierno, que todos los camiones fueran para todos. Íbamos con los líderes, pero luego murieron; primero don Margarito, luego Carmelo, ¡pues ya se acabó todo!” (entrevista, 21 de noviembre de 2022).
Una de estas movilizaciones ocurrió el 1° de octubre de 2018 durante la toma de protesta de Francisco Xavier Nava5 como nuevo alcalde de la capital potosina. Ciento cincuenta personas de Fracción Milpillas, acompañadas por el juez auxiliar,6 se trasladaron hasta la Plaza de Armas, sede del evento, para pedirle que solucionara el acaparamiento de camiones de basura en la ETRSEP, gritando consignas como: “que no vendan los viajes” y con pancartas que decían: “fuera acaparadores del tiradero” (notas de campo).
La concentración de más personas pone de manifiesto que la apropiación dispareja de la basura afecta a un amplio número de pepenadores. Asimismo, los liderazgos son importantes para organizar, mantener y motivar actos de resistencia mayores, si faltan, son suplidos por otras figuras de autoridad que los reavivan. Pedirle a los gobiernos estatal y municipal que desmantelen el acaparamiento de basura expone el poder de los acaparadores para sostenerlo y que las prácticas para rechazarlo no lo han acotado.
Cuando los ultrajes y la violencia física ejercidas hacia las personas relegadas de los desechos han sido frecuentes y el encono y la presión se acumulan, recurren a la confrontación directa y violenta como acciones fugaces para despresurizarlos, debilitar y rever tir las prácticas de subordinación ejerciendo la fuer za como dispositivo de resistencia; así lo ejemplifica Antonio: “Una vez los enfrentamos ahí en el tiradero a golpes y pedradas, éramos muchos. En ese tiempo sí ayudaba un poquito, pues nos dejaban los camiones para pepenarlos; después ya no” (entrevista, 21 de noviembre de 2022).
Quizá la participación de una cantidad considera -ble de pepenadores en esta reacción desafiante perpetrada dentro del contexto de dominación amedrentó a los acaparadores y detuvieron por un tiempo el acaparamiento; no obstante, mantener confrontaciones directas es difícil dada la disparidad en integrantes, organización, cohesión, fuerza y poder; además sus efectos son pasajeros y las represalias pueden ser mayores, lo que pone en riesgo su integridad física. En contraste, las tácticas más sutiles se hacen a menudo, desgastan menos y subliman regularmente el encono.
Aunque exhiben el dinamismo de los pepenadores para contradecir y debilitar el acaparamiento de basura, son reacciones individuales o grupales poco articuladas y, hasta ahora, incapaces de desmantelarlo; así lo percibe Juan Antonio: “Hace falta comunicación y apoyo. Hubo días en que ¡sí, vamos!, pero la gente nada más encandila, no cumple. Si yo me peleo, ellos me chingan y me busco males” (entrevista, 28 de noviembre de 2022).
Dicha crítica es comprensible, pero omite que el acaparamiento es más fuerte y persiste gracias a una mayor organización y cohesión entre acaparadores, a los tibios esfuerzos del municipio potosino y de la Red Ambiental Vigue para constreñirlo, a la violencia ejercida para sofocar los intentos de desmontarlo y a que varias personas lo sostienen.
Estrategias para subsistir
Los pobladores de Fracción Milpillas realizan distintas actividades individuales y colectivas para disminuir los embates, sobre todo económicos, ocasionados por el acaparamiento de los desechos, y así muestran que no permanecen inertes. La trascendencia de estas acciones radica en que permiten: “Evaluar las acciones frente a la desigualdad” (Reygadas, 2004: 93), al valorar su eficacia para enfrentar los perjuicios acumulados por la permanencia de dicha dinámica y qué tanto les posibilitan subsistir en un entorno atravesado por múltiples inequidades.
Aunque el ímpetu es importante, deben estimarse varios aspectos que moldean tales prácticas y potencian o disminuyen sus efectos, teniendo en cuenta los constreñimientos en los que éstas acontecen: “la posición social, la adscripción étnica y sexo de las personas, tanto como las oportunidades y restricciones derivadas del contexto socioespacial donde transcurre su experiencia vital” (Mora Salas y De Oliveira, 2022: 50-51).
Denotan su ingenio y habilidad para utilizar los recursos a su alcance, como identificar los resquicios que hay en el sistema de recolección de desechos y del acaparamiento para pepenar, así lo hace Ma. Felipa: “A mí no me importa que anden ahí trabajando [en la ETRSEP] lo poquito que a nosotros nos queda por ahí lo recogemos y empacamos” (entrevista, 24 de noviem bre de 2022). Aunque lo hace donde se vierte el material, no viola las imposiciones de los acaparadores.
Además, recupera artículos y objetos que están fuera del circuito inmediato del reciclaje, no son codiciados y pueden reutilizarse, venderse y generar derrama económica; por ejemplo, aprovechando la movilidad de gente que acude a la casa de salud de la comunidad (durante vacunaciones, revisiones médicas, entregas de resultados clínicos), coloca un pequeño puesto en el suelo y comercia sobre todo ropa, zapatos, tenis, juguetes y botes de plástico que recoge del basurero; cada pieza cuesta entre cinco y diez pesos (notas de campo, agosto-diciembre de 2018).
Las restricciones no impiden que se beneficie un poco de la basura; sin embargo, ambas actividades son complementarias para conseguir un mayor ingreso económico, pues por separado son insuficientes. Aunque se exhibe, pepena sin acercarse a los materiales acaparados; pero parece que se tolera hurgar en los restos ya separados.
Acaparar la basura y limitar la pepena propician el diseño de otras rutas para paliar sus efectos, como el apoyo entre pepenadores y recolectores voluntarios.7 Estos circuitos de reciprocidad hacen que un individuo: “sobreviva de las redes de intercambio entre parientes o vecinos” (Lomnitz, 2016: 26); incluso del gremio.8 Gerardo identifica a algunas personas en esta situación: “Son conocidos, ellos descargan camionetas y también pepenan; los dueños les dicen: esa basura trasiéguenla ustedes. Les pagan con carga y con dinero; les dan un poco más porque saben cómo trabajar” (entrevista, 30 de noviembre de 2022).
En esta red circulan recursos y beneficios que conectan a sus integrantes; quienes recolectan de manera voluntaria los desechos los descargan en la ETRSEP y ahí los separan los pepenadores, favoreciéndose material y económicamente. También se promueve la solidaridad y a nivel grupal se reproduce la libre pepena de la basura, pero con variaciones, como el salario; no obstante, la menor cantidad de camionetas recolectoras y de residuos reducen las ganancias y tal vez esto haga que se recurra a otras acciones para complementarlas.
Ya que el acaparamiento afecta a buena parte de la comunidad, las redes de apoyo mutuo y grupal ligadas a la recolección de basura se han extendido, en especial entre los agremiados, como lo relata Antonio:
Me voy con el señor que está ahí enfrente, trabajo con él jueves y sábado ayudándole a echar la basura en la recolección y me paga; el sábado me da menos, pero me deja todo lo que se recicla; eso lo junto con lo poquito que saco en la ruta los domingos, ¡pues ando buscándole! [entrevista, 21 de noviembre de 2022].
La actividad emergente derivada de su red de respaldo, sumada a su labor habitual como recolector voluntario, le permiten compensar los ingresos perdidos por el bloqueo de los materiales. Pero como son pocos días de recolección, tal vez recurra a otros trabajos para obtener más recursos. Además de recibir beneficios mutuos, con las redes de apoyo se intenta una interacción más igualitaria, pues le pagan de manera equitativa su trabajo con dinero y material.
Quienes no acceden al respaldo gremial se empecinan en pepenar libremente, mostrando tanto su persistencia por favorecerse de ésta como que quizá no han encontrado otra forma de mitigar las consecuencias del acaparamiento; así lo expone Juan Antonio: “Hay unos camiones que dejan en la plancha, a ésos le entramos todos; a veces dejan cinco viajes para 30 o 40 personas y no hacemos mucho. También van unas camionetas recolectoras que no apartan el material y nos dejan poquito; pero sí hay manera de sacar algo” (entrevista, 28 de noviembre de 2022).
Tal acción individual aprovecha los resquicios que dejan los acaparadores y la ayuda de los recolectores voluntarios; al ser poco el material y muchas personas que lo necesitan, es posible que se lo distribuyan de forma equitativa fomentando vínculos igualitarios y afianzando la solidaridad; no obstante, sus beneficios son menores y deben incrementarlos con otra actividad: “También le hago al campo, a jornalero, porque mi mamá es ejidataria; tiene su parcela y hay que limpiarla, sembrarla, regarla. Como le digo, tengo dos trabajos” (entrevista, 28 de noviembre de 2022).
El ejido representa una ventaja que le permite sobrellevar mejor la situación adversa en la ETRSEP; al ser contextual, varias personas tienen acceso a él, y lo convierten en una alternativa viable para subsistir, al tiempo que fortalecen y retornan el trabajo campesino a un lugar central.
A quienes el acaparamiento de los desechos les ha impactado de modo tan negativo buscan alternativas de subsistencia distintas a la recolección, en las cuales puedan ingresar relativamente rápido y obtener remuneración segura, como emplearse en la industria; así lo hizo Margarita: “Está muy trabajoso en el tiradero, ya no se puede hacer nada; por eso me salí de ahí y me fui a trabajar a la McCormick” (entrevista, 22 de noviembre de 2022).
Trabajó poco tiempo en esa industria y poco a poco regresó a pepenar, incentivada por la costumbre de realizarla tanto tiempo y por disgustarle las condiciones de un empleo asalariado (cumplir un horario, tener un jefe, recibir un sueldo), como lo refiere: “No me gustó el trabajo, es muy livianito y acá es muy pesado; como siempre he ido al tiradero no me gustan las fábricas. Luego me metí en las chatarreras; después me invitó Vanesa a trabajarle sus viajes y ahí sigo” (entrevista, 22 de noviembre de 2022). Pepenar en los desechos comprados por alguien más revela que es complicado abandonar esta actividad luego de realizarla durante mucho tiempo; y organizar su vida; asimismo transforma el sentido de la explotación al retomarla como una forma de ganarse la vida, aunque la haga condicionada.
Las acciones para disminuir los impactos del acaparamiento de basura, en especial los económicos, tienen alcances (son un apoyo emergente para subsistir, muestran el ingenio para laborar en otras actividades, fomentan relaciones más horizontales, fortalecen la cooperación y solidaridad y en cierta medida permiten pepenar), pero también limitaciones (los ingresos y beneficios son menores e irregulares, deben complementarse dos o más actividades para obtener mayores recursos, generando más desgaste y, la pepena condicionada otorga menos frutos).
Conclusiones
En este artículo expliqué cómo surge y se configura la desigualdad en Fracción Milpillas, apreciándola como una compleja trama que involucra a distintos actores que disputan la basura, y destaqué el acaparamiento y la explotación como dispositivos que se engranan para concentrarla de manera asimétrica, pasarla de ser un bien común a uno privado. Aunque transitan juntos, el acaparamiento genera mayor inequidad debido a la exclusión que produce su mecanismo básico: la venta compra de camiones.
Resalta la conformación del poder y capacidades de los principales acaparadores; en el caso de Los Diablos, San Juanicos y Zaragozas, ser agrupaciones que históricamente han trabajado la basura los legitima para acapararla, la fuerza dada por la colectividad y desplegada a través de violencia física y simbólica y los arreglos entre algunos de ellos les permiten sostener el acaparamiento. Por su parte, Rufina, Lupe y Vanesa, liderazgos en la organización de pepenadores pactan con los Diablos y se benefician, al tiempo que validan y fortalecen esta dinámica, que se mantiene por la participación de más personas, lo cual amplía la restricción de desechos a otros pepenadores, sobre todo de Fracción Milpillas.
La concesión del servicio de recolección de residuos representa una coyuntura que originó e intensificó la restricción. El Ayuntamiento de la capital potosina, al delegar el servicio de recolección de residuos, no se ha involucrado en su desmantelamiento y, al parecer, Red Ambiental Vigue ha sido rebasada por ella, lo que pone de relieve la imbricación de elementos macrosociales con mesosociales que robustecen la disparidad.
Quienes padecen sus consecuencias muestran su capacidad de agencia realizando varias acciones para rechazar el acaparamiento y diversas estrategias individuales y colectivas en la ETRSEP y en la comunidad para compensar sus desventajas, en particular la reducción de sus ingresos, exponiendo su ingenio y fomentando la cohesión, solidaridad e interacciones igualitarias al distribuir apoyo y recursos; empero, tienen límites, pues aún no logran desarticular la venta-compra de camiones de basura y tampoco compensan a cabalidad las ventajas de trabajarlos libremente.
Para reconfigurar la pepena deben articularse esfuerzos multiescalares; desde lo macrosocial desplegar el poder público y empresarial que regule el acceso igualitario a los desechos y sancionar a todo aquel que lo incumpla; en lo mesosocial, crear una cooperativa en la que todos los pepenadores intervengan y se beneficien equitativamente.