1. Introducción
Cuarenta kilómetros al Suroeste de la capital del Estado de Aguascalientes, México, sobre las inmediaciones de la Sierra del Laurel, la cual forma parte de la Sierra Madre Occidental, entre las comunidades ejidales El Ocote y El Centro, se ubica el cerro Los Tecuanes. En la cima y laderas de este cerro se asentó un antiguo poblado prehispánico, denominado El Ocote (Palacios, 2019). Este tipo de asentamientos suele observarse en algunos sitios prehispánicos del Occidente de México que conforman la Frontera Norte Mesoamericana, como es el caso de El Cóporo, ubicado sobre el cerro del mismo nombre en Guanajuato, o el sitio La Quemada, localizado sobre el cerro Los Edificios en Zacatecas.
Los trabajos de investigación arqueológica de este sitio iniciaron en el año 2000, de la mano de los arqueólogos adscritos al Centro INAH-Aguascalientes; Ana María Pelz Marín y Jorge Luis Jiménez Meza. De las investigaciones realizadas se ha obtenido información valiosa que confirma la participación del territorio de actual Estado de Aguascalientes en el pasado prehispánico de México (Palacios, 2009).
Resultado de sus exploraciones realizadas en el sitio, identificaron dos áreas principales de actividad: la zona ceremonial, sobre la cima del cerro, en la que se exploraron dos estructuras y una plataforma, sobre las cuales se encontraron materiales líticos, cerámicos, bajareque y restos humanos; y la zona habitacional-doméstica, ubicada al pie del cerro, en la que se identificaron restos de cimentaciones y materiales relacionados en su mayoría con la actividad doméstica: fogones, objetos de molienda, restos óseos de animales (aves, conejos, tortugas y venados), herramientas elaboradas con obsidiana, sílex y riolita, vasijas y figurillas de barro, así como algunos instrumentos de hueso (Palacios, 2019).
Se identificó también la presencia de restos de semillas quemadas y mazorcas relacionadas a pisos de tierra apisonada, con firme de gravilla. De igual forma, se identificaron huellas de postes, bases de columnas, desniveles entre las habitaciones, escaleras, así como herramientas asociadas a la actividad constructiva, como hachas, plomadas y pulidores de paredes y pisos (Pelz et al., 2011). El Ocote fue un asentamiento sedentario que practicó la agricultura, la pesca, la alfarería y la caza; intercambiando productos principalmente con la zona de occidente, las costas y la región del Bajío (Cejudo et al., 2019).
En el año 2019 Cejudo et al., (2019) reportan los resultados de un estudio arqueomagnético realizado en un piso aparentemente quemado localizado dentro del cuadrante I, descrito previamente. Los parámetros paleodirección media que obtuvieron, Dec = 351.9°, Inc = 34.8, α95 = 4.3°, fueron comparados con el modelo geomagnético global SHA.DIF.14k obteniendo el intervalo de 916 d.C. a 1088 d.C. como la edad más probable de la última exposición al fuego del piso estudiado. Esta edad permitió definir la ocupación tardía del sitio ya que edades rediométricas dsiponibles en ese momento (600 d.C. a 900 d.C.) corresponden al desarrollo temprano del asentamiento (Cejudo et al., 2019). Por su parte, García-Ruiz et al. (2020) realizaron caracterización magnética, geoquímica y colorimétrica de fragmentos cerámicos previamente recolectados durante una exploración en el Cerro Los Tecuanes llevada a cabo por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Se analizaron nueve tiestos o tepalcates clasificados, según su color, como Bayo, Café Pulido, Crema, Gris, Guinda, Negro Pulido, Naranja, Rojo Bruñido y Rojo Pulido. En ese trabajo se concluyó que los fragmentos estudiados fueron elaborados a partir de arcillas producidas in situ y, por lo tanto, se trataba de cerámicas de producción local, ya que los minerales identificados predominan en los afloramientos de la región (García-Ruíz et al., 2020). En un estudio arqueomagnético posterior, García-Ruíz et al., (2021) analizaron los fragmentos cerámicos con la finalidad de obtener su arqueointensidad y poder estimar a patrir de ella, la edad arqueomagnética más probable para su fabricación. Obtienen cinco intervalos de edades probables de los nueve tiestos estudiados: Crema (416-988 d.C.), Rojo Pulido (138-1175 d.C.), Gris (499- 843 d.C.) y Bayo (504- 839 d.C.). A pesar de que estas edades tienen una calidad relativeamente baja y corresponden al periodo Epiclásico lo cual se ajusta con los estudios arqueológico previos.
La evidencia cronológica anterior indica que el sitio El Ocote tuvo su desarrollo durante el periodo Epiclásico, entre los años 650 d.C. y 900 d.C. y, en consecuencia, fue participe de la dinámica cultural prehispánica de la región Centro-Norte-Occidente (Pelz y Jiménez, 2013). Si bien aún no es posible definir la edad de la llegada de los primeros pobladores del asentamiento, es claro que fueron grupos anteriores a las tribus Chichimeca (Pelz y Jiménez, 2013; Pelz, 2014).
Esta falta de información cronológica absoluta confiable sobre el desarrollo y abandono del sitio, así como las interpretaciones sobre la dinámica cultural de esta parte de Mesoamérica, motivaron este nuevo estudio arqueomagnético realizado en algunos fogones (conocidos regionalmente como Tlecuiles) disponibles en diferentes espacios del asentamiento que permita delimitar con más detalle la cronología del sito El Ocote.
2. Muestreo arqueomagnético
En Julio de 2021 se llevó a cabo una campaña de muestreo arqueomagnético en el sitio arqueológico El Ocote (Figura 1). Se trata de dos fogones identificados previamente durante los trabajos de exploración realizados por la arqueóloga Ana Pelz Marín y el arqueólogo Jorge Jiménez. La primera muestra (fogón1) se ubicó sobre el Cuadrante I, específicamente en el Cuadro M-8 de la cuadrícula de control para excavación, en la Capa II, sobre el primer piso registrado (Figura 2). Este fogón se encontraba próximo a restos de semillas quemadas del mismo modo que se han encontrado cerca de otras estructuras o formas similares del sitio y que se han interpretado también como fogones, no se encontraron cenizas o fragmentos de carbón en su interior. Este espacio (Cuadrante I) se ha interpretado como un área destinada a diferentes actividades asociadas a la transformación y manufactura de objetos cerámicos, líticos, lapidarios, sobre moluscos y tal vez sobre pieles y fibras. Dicho fogón es de forma circular, con las paredes muy bien alisadas, recubiertas con sedimento local.
La segunda muestra (fogón 2) se localizó sobre la parte alta del cerro, se observa que la estructura del fogón fue colocada aprovechando un espacio entre dos grandes rocas, en el que se insertaron tres piedras para formar un cuadrángulo abierto hacia la parte sur. Tampoco se encontraron restos de ceniza o carbón; aunque, asociada al fogón se encontró una olla monocroma fragmentada y a poca distancia, metates ápodos (llamados localmente “huilanches”), pulidores y tiestos cerámicos. En este caso, el contexto fue totalmente doméstico. La forma cuadrangular de este elemento es muy común en los sitios del norte del territorio; a este tipo de elemento también se le conoce como “tlecuil”.
3. Procedimientos de laboratorio
Una vez en el laboratorio, las muestras fueron encapsuladas en cubos de yeso de aproximadamente 12 cm de lado para su posterior corte en especímenes cúbicos más pequeños de 1.8 cm de lado. Posteriormente, los especímenes fueron colocados y etiquetados dentro de cubos de acrílico transparente de 2 cm de lado. En total se obtuvieron 98 especímenes cúbicos, 30 correspondientes al fogón 1 y 68 al fogón 2.
Con la finalidad de identificar la naturaleza de los portadores magnéticos responsables de la magnetización termorremanente presente en las muestras estudiadas, se realizaron experimentos de magnetismo de roca: curvas termomagnéticas continuas, ciclos de histéresis y curvas de magnetización remanente isotermal (IRM), con ayuda de una balanza magnética VFTB (Variable Field Translation Balance, por sus siglas en inglés) marca Mag-Instruments.
La magnetización remanente natural (NRM, por sus siglas en inglés) fue medida a los 98 especímenes utilizando un magnetómetro de giro AGICO JR6. Posteriormente, los especímenes fueron desmagnetizados mediante un proceso de desmagnetización por campos alternos utilizando un desmagnetizador AGICO LDA 3 aplicando campos desde 5 hasta 90 mT. La magnetización remanente característica (ChRM, por sus siglas en inglés) de cada espécimen fue calculada mediante el análisis de componentes principales (Kirschvink, 1980), con por lo menos cuatro pasos del proceso de desmagnetización. El cálculo de las direcciones medias, así como de sus parámetros asociados, se realizó siguiendo la estadística de Fisher (1953). Finalmente, las direcciones medias obtenidas fueron comparadas con los modelos geomagnéticos globales y curva local disponible mediante la herramienta implementada en Matlab (Pavón-Carrasco et al., 2011).
4. Resultados
La curva termomagnética obtenida de una muestra correspondiente al fogón 1 presenta un comportamiento claramente irreversible y se distinguen tres fases termomagnéticas durante el calentamiento (las primeras dos muy pobremente definidas madeiante el análisis de la segunda derivada) con temperaturas de Curie aproximadas de TC1 = 400°C, TC2 = 500°C y TC3 = 585°C (Figura 3). La última fase, la mejor definida por la caída súbita de la magnetización, indica la presencia de magnetita. En el caso del fogón 2, la curva presenta un comportamiento reversible, con un ligero aumento en su magnetización al momento de enfriarse a temperatura ambiente. Se observa una fase termomagnética que alcanza una temperatura de Curie (Tc) cercana a los 570 °C. Tal comportamiento corresponde a la presencia de titanomagnetita con muy bajo contenido de titanio, la cual se oxida parcialmente durante el calentamiento (Figura 4). En las curvas de magnetización remanente isotermal (IRM) de ambos fogones, se observa que la magnetización de saturación se alcanza antes de los 300 mT, lo que confirma la presencia de granos ferrimagneticos.
Los parámetros de histéresis magnética obtenidos para el fogón 1 fueron:
Mientras que para el fogón 2 fueron:
Al graficar estos parámetros en el diagrama de Day (Day et al., 1977) puede concluirse que los responsables de la magnetización de ambos fogones son granos de titanomagnetita pobre en titanio, de baja coercitividad y de tamaño de grano de pseudo dominio sencillo (Day et al., 1977 ver también Parry, 1982 y Dunlop, 2002).
Luego del proceso de desmagnetización realizado a los especímenes provenientes del fogón 1 (30 en total), se observa en los diagramas ortogonales la existencia de una magnetización con una sola componente que se dirige linealmente hacia el origen de coordenadas la cual es casi totalmente que es casi totalmente desmagnetizada al aplicar campos alrededor de 50 mT y en algunos casos hasta los 90 mT. En unas pocas muestras se aprecian pequeñas magnetizaciones secundarias de origen viscoso que fueron fácilmente removidas al aplicar campos de 5 a 10 mT. (Figura 5).
En el caso de los especímenes correspondientes al fogón 2 (68 en total), 46 de ellos presentaron un comportamiento caótico e inestable, acompañado de magnetizaciones secundarias o viscosas fuertes (Figuras 6 y 7). Aunque en algunos casos fue técnicamente posible determinar las magnetizaciones primarias, estas presentaban una alta dispersión por lo que fueron descartados para este estudio. En total para este fogón fueron considerados 22 especímenes los cuales mostraron un comportamiento estable y fue posible calcular su dirección media. Al igual que en las muestras del fogón 1, en algunos casos se aprecian pequeñas magnetizaciones secundarias de origen viscoso que fueron removidas aplicando campos de 5 a10 mT.
La dirección característica (ChRM, por sus siglas en inglés) de cada uno de los especímenes seleccionados se calcularon mediante el método de componentes principales utilizando de cuatro a diez puntos vectoriales con valores de desviación angular máxima (MAD, por sus siglas en inglés) entre 2.2° y 6.1°.
La dirección media obtenida para el fogón 1 se obtuvo a partir de 28 de 30 especímenes, que dan una Inc=28.0° y Dec=342.0° con parámetros de precision k=113.35 y α95=2.6 °. En el caso del fogón 2, la dirección media se obtuvo a partir de 22 de 68 especímenes, que dan una Inc=21.4° y Dec=335.9° con los parámetros k=21.73 y α95= 6.8 ° (Figura 8).
Ambas direcciones medias fueron comparadas con el modelo geomagnético global SHA. DIF.14K (Pavón-Carrasco et al., 2014) mediante la herramienta de datación implementada en Matlab (Pavón-Carrasco et al., 2011), lo que permitió obtener los intervalos de edad de 914-1079 d.C. para el fogón 1 y de 924-1102 d.C. para el fogón 2, (Figuras 9 y 10). Estos intervalos representan la edad más probable del último uso o calentamiento de cada fogón.
5. Discusión y consideraciones finales
Dada la alta calidad técnica en las determinaciones de las direcciones y con la finalidad de obtener un intervalo de edad más estrecho, las paleodirecciones medias obtenidas fueron comparadas también con el modelo geomagnético global SHAWQ2k (Campuzano et al., 2019), el cual se basa en una estricta revisión de los datos arqueomagnéticos y volcánicos globales disponibles. Este nuevo modelo presenta una mejor descripción del campo geomagnético durante los últimos dos milenios (Campuzano et al., 2019). Se obtuvieron dos intervalos de edad probable para el fogón 1, 860-1018 d.C. y 1032-1146 d.C. (Figura 11), de los cuales el primero tiene un mejor ajuste a la edad esperada. En el caso del fogón 2 se obtuvieron también dos intervalos colindantes; 766-821 d.C. y 861-1044 d.C., (Figura 12), de estos el segundo tiene un mejor ajuste a la edad esperada. Las edades obtenidas con este modelo se encuentran dentro del intervalo esperado y son concordantes con las obtenidas mediante el modelo SHA.DIF.14K.
De la misma forma, las paleodirecciones medias obtenidas para ambos fogones fueron comparadas con la Curva de Variación Paleosecular (CVPS) local de Mahgoub et al., (2019), la cual se basa en datos de lavas históricas y de artefactos arqueológicos expuestos al fuego en territorio mesoamericano durante los últimos 46 000 años. Se obtuvieron dos intervalos de edad probable para el fogón 1: 675-696 d.C. y 985-041 d.C., (Figura 13), de los cuales, el segundo se ajusta al intervalo esperado. En el caso del fogón 2 se obtuvieron los intervalos 928-1080 d.C. y 1320-1349 d.C., (Figura 14), de los cuales, el primero corresponde al intervalo de edad esperado. Todos los intervalos obtenidos coinciden con las edades propuestas por los anteriores modelos geomagnéticos globales.
Los intervalos de edad obtenidos por el método arqueomagnético para los dos fogones, utilizando los dos modelos geomagnéticos globales y la CVPS local, coinciden entre sí, y además se ajustan a la edad esperada por los arqueólogos dentro del final del periodo Epiclásico (Tabla 1).
Adicionalmente se obtuvieron cuatro edades radiométricas (mediante el Laboratorio de Radiocarbono del Instituto Nacional de Antropología e Historia) de las muestras de carbón recolectadas en los fogones, las cuales fueron calibradas utilizando el programa Oxcal con el 95% de probabilidad. La muestra INAH-2703 arrojó un intervalo de 1020-1160 d.C. La muestra INAH-2704-A la edad 680-880 d.C., la muestra INAH-2704-B la edad 770-900 d.C., y la muestra INAH-2704-C el intervalo 770-980 d.C. Dos edades más fueron obtenidas por el laboratorio Beta Analitic Inc. Con sede en Miami, Florida, las cuales fueron calibradas utilizando la curva INTCAl13 con el 95% de probabilidad. La muestra Beta-453271 arrojó los intervalos 770-905 d.C. y 920-965 d.C., aunque la muestra Beta-453272 proporciono la edad 595-660 d.C. Todas las edades radiométricas obtenidas se ubican temporalmente dentro del periodo Epiclásico. Sin embargo, la edad correspondiente a la muestra INAH-2703 presenta una edad notablemente más joven que las demás (Tabla 2).
Edades obtenidas por radiocarbono | ||||
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Artefacto | Material | Etiqueta de lab. | Ubicación | Edad 95% de probabilidad (d.C.) |
Fogón | Carbón | INAH-2703 |
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1020 - 1160 |
Carbón | INAH-2704-A |
|
680 - 880 | |
Fogón | Carbón | INAH-2704-B |
|
770- 900 |
Fogón | Carbón | INAH-2704-C |
|
770 - 980 |
Material vegetal | Beta-453271 |
|
|
|
Material carbonizado | Beta-453272 |
|
595 - 660 |
El sitio arqueológico El Ocote es uno de los numerosos asentamientos prehispánicos que conforman la Frontera Noroeste de Mesoamérica, la cual fue posiblemente ocupada durante el periodo 200-900 d.C y presentó su pico de crecimiento poblacional durante el periodo 600 a 900 d.C. Se ha propuesto que el desarrollo y posterior colapso de las sociedades agrícolas sedentarias en la zona fue impulsado por el cambio climático regional (Palerm y Wolf, 1972; Armillas, 1964, 1969). Sin embargo, estudios más recientes han cuestionado seriamente dicha propuesta, planteando la posibilidad de que el colapso cultural se originó en el borde sur de la frontera debido a la degradación antropogénica, y luego se extendió hacia el Norte (Elliott, 2012).
De los asentamientos que conforman la Frontera Noroeste de Mesoamérica, El Ocote se localiza hacia el norte, en el punto medio de dos grandes e importantes complejos: La Quemada y El Cóporo, los cuales han sido objeto de estudios arqueomagnéticos (López-Delgado et al., 2019; Torreblanca et al., 2020; García-Pimentel et al., 2020), que han arrojado cronologías absolutas que coinciden con los resultados obtenidos en este trabajo.
Las edades arqueomagnéticas obtenidas en este trabajo muestran total concordancia con la cronología planteada para la época de abandono del sitio y la región (Figura 15). Además, representan la obtención de datos absolutos que sostienen la propuesta de un colapso contemporáneo en la sección norte de la Frontera Occidental Mesoamericana, pues las edades indican que ambos fogones fueron utilizados contemporáneamente en el sitio, y que posiblemente, su cultura se extinguió entre los años 900 d.C. y 1100 d.C., es decir, hacia finales del periodo Epiclásico mesoamericano (Figura 16).