Introducción
Desde principios del siglo XXI se configura una nueva dinámica migratoria internacional en México, el flujo masivo de mexicanos que emigran a Estados Unidos se ha atenuado. No obstante, existen pocos análisis de fondo sobre este tema que describan sus implicaciones en las entidades federativas del país, tomando en cuenta que cada una de éstas tiene sus particularidades en este proceso social. Los cambios que se observan en esta reconfiguración de la migración internacional tiene diversas implicaciones sociales, económicas y demográficas (Canales, 2013; Canales y Meza, 2016 y 2018) que deben ser estudiadas. Por tanto, este trabajo presenta un análisis descriptivo de los escenarios de la migración internacional de habitantes del estado de Hidalgo en los municipios de muy alta y alta intensidad migratoria, considerando que después de 25 años de migración sostenida hay nuevos actores y dinámicas sociales.
Este trabajo se sustenta principalmente en la información que ofrecen los microdatos del Censo de Población y Vivienda del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2010), la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) (INEGI, 2014), la Encuesta Intercensal 2015 (INEGI, 2015a; 2015b). A partir de estas fuentes se observa la dinámica de la migración internacional en Hidalgo desde 1987 hasta 2015.
La información proporcionada por los cuestionarios ampliados censales y las encuestas demográficas mencionadas son homogéneos, ya que cuentan con un instrumento para captar al migrante internacional en el módulo llamado “Migración”,2 éste tiene como objetivo la medición, el conocimiento y la caracterización de los movimientos migratorios ocurridos, tanto al interior del país como hacia Estados Unidos de América (INEGI, 2105a). Además, son comparables metodológicamente, pues en ambas se realizan operativos de campo de otros levantamientos de encuestas de menor cobertura. Es por ello, que a partir de estas fuentes es posible observar la dinámica de la migración internacional en Hidalgo desde 1987 hasta 2015.
Estas fuentes de información tratan de identificar a todas las personas que emigraron en un periodo de cinco años, tanto a aquellos que permanecen en el exterior como a los que retornaron a México después de emigrar, es decir, capta el total de emigrantes del periodo y permite distinguir a aquellos que retornaron durante el mismo. Esta distinción puede ser recomendable cuando la migración de retorno tiene una magnitud significativa (Maguid, 2008). Según el INEGI la principal limitación que conlleva este enfoque es la inevitable subestimación del total de los migrantes, dado que no se contabilizan los hogares en los que todos sus miembros emigraron (INEGI, 2014). Otra limitante es que no captan otras formas de movilidad, como las migraciones temporales -en las que subyace la intencionalidad de volver al país de origen-, ni los movimientos pendulares (diarios o semanales) de aquellos que trabajan en un país distinto a aquel en el que residen, situación que es frecuente en las zonas fronterizas (Maguid, 2008).
Por su parte, para Canales y Meza (2018) la forma de medir el retorno en censos, conteos y encuestas no permite dimensionar directamente el proceso de retorno colectivo, y menos en el caso de hogares que reciben de modo simultáneo migrantes de retorno e inmigrantes internacionales. “En censos y encuestas se define el retorno como el regreso de nacionales mexicanos al país, por lo que no se incluye a cónyuges, hijos y descendientes que hayan nacido en Estados Unidos; estos últimos son registrados como inmigrantes internacionales, es decir, personas nacidas en el extranjero que han arribado a México en los últimos cinco años” (Canales y Meza. 2108: 137). A pesar de estas limitaciones de los censos, conteos y encuestas existe la gran ventaja de ser operativos masivos que aplican en corto tiempo un formulario reducido, permitiendo medir la migración internacional en todos sus aspectos.
1. Trasformaciones en la dinámica migratoria de los hidalguenses
El volumen de emigrantes internacionales del estado de Hidalgo tuvo su máximo apogeo a mediados de la década de 1990 y 2000. A partir de 2005, el volumen de la migración internacional hidalguense comenzó a descender, entre 2009-2014, según la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica, el número de migrantes internacionales hidalguenses ascendió a 22,580 personas (Gráfica 1) una cifra muy por debajo de lo observado en las décadas anteriores (INEGI, 2014). Este declive puede ser explicado por diversas causas, entre ellas, de carácter económico y político a nivel internacional. Así como sociales y demográficos que se han dado en la entidad y sobre todo en los municipios con muy alta y alta intensidad migratoria.
Con base en datos de la ENADID (INEGI, 2014), Hidalgo representa 4% de los emigrantes mexicanos cuyo país de destino fue Estados Unidos, según la entidad federativa de nacimiento 2009-2014; dicho estado ocupa el noveno lugar a nivel nacional, después de Michoacán (10.9%), Guanajuato (10.9%), Ciudad de México (8.2%), Jalisco (6.2%) y San Luis Potosí (5.0%), entidades de histórica tradición migratoria hacia Estados Unidos.
La ENADID (INEGI, 2014) refiere que 67% de los hidalguenses al momento de emigrar no tenían documentos; sólo 32.9% contaba con la documentación necesaria para su ingreso a Estados Unidos. Esto indica que la migración hidalguense es indocumentada (casi en 70%) y con una marcada intensión de trabajar en Estados Unidos, pues para los migrantes indocumentados, la principal causa de su emigración es laboral (INEGI, 2014).
La tendencia de la migración de salida de los hidalguenses con destino hacia Estados Unidos se presenta a la baja, con base en la información que ofrece el Anuario de migración y remesas del Consejo Nacional de Población, (CONAPO et al., 2017). En el periodo de 2005-2009 había un total 81,961 emigrantes hidalguenses, para el periodo 2009-2014, sólo eran 22,580.
Los principales estados de EE. UU. donde residen los hidalguenses son California (23.1%), Texas (13.1%), Florida (11.1%), Carolina del Norte (7.9%) y Georgia (7.4%). Y los principales municipios de los que provienen los migrantes son Ixmiquilpan (13.71%), Tulancingo de Bravo (12.2%), Pachuca de Soto (11.2%), Actopan (7.0%) y Zimapán (5.2%) (CONAPO et al., 2017).
Las características sociodemográficas de los migrantes hidalguenses coinciden con los patrones señalados en estudios de entidades con mayor tradición migratoria; Guanajuato (Massey et al., 1987); Michoacán (Cornelius, 1989; Cornelius, 2009); Jalisco (Arroyo-Alejandre et al., 1991). El perfil sociodemográfico de los migrantes hidalguenses reportados en los censos de 1990, 2000, 2010 y en la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 2014, son hombres situados en la etapa de mayor rendimiento laboral (al respecto la misma encuesta reportó que del total de mexicanos cuyo país de destino fue Estados Unidos, 36% (209,439 personas) tenían entre 20 y 29 años de edad al momento de emigrar, proceden de localidades rurales e indígenas (Gráfica 1), son indocumentados con destinos no tradicionales a la migración mexicana como Florida y Nevada. Es importante comentar que Hidalgo todavía es una entidad mayoritariamente rural, ya que sólo 40% de su población se concentra en localidades urbanas, según datos de la Encuesta Intercensal 2015 (INEGI, 2015a), con ello se puede decir que la migración de los hidalguenses hacia Estados Unidos no ha cambiado en cuanto a su lugar de origen desde hace más de tres décadas de migración intensa. En este contexto, las redes sociales han tenido un papel fundamental en el sostenimiento de la dinámica migratoria a través de sus estrategias familiares y comunitarias.
Algunos trabajos etnográficos realizados en la zona (Rivera y Quezada, 2011; Cortés, 2012; Quezada, 2018), señalan que varios de estos emigrantes jóvenes eran solteros y provenían de comunidades indígenas. La salida de esta población generó cambios importantes en la organización comunal como la modificación de reglamentos de usos y costumbres con especificaciones para los migrantes. Dadas las condiciones de irregularidad de la mayor parte de estos emigrantes y la falta de circularidad migratoria se observó en estas comunidades mayor participación de las mujeres en las faenas y en los sistemas de cargos.
Estas mujeres, en su mayoría, representaban a sus esposos o hijos ante la comunidad y ejercían los deberes de ciudadanía comunitaria de los migrantes. De hecho, de los dos principales grupos indígenas de la entidad -nahuas y otomíes- son los otomíes del Valle del Mezquital quienes presentan los porcentajes más altos de migrantes internacionales (Gráfica 1). Asimismo, de acuerdo con los microdatos del Censo 2010, Hidalgo es la segunda entidad, después de Oaxaca, que concentró más migrantes internacionales hablantes de lengua indígena. La Encuesta Intercensal 2015 (INEGI, 2015a) muestra la permanencia de Hidalgo en el segundo sitio a nivel nacional, por ello se ha dicho que uno de los rasgos característicos de la migración hidalguense es la participación de su población indígena.
La migración en Hidalgo ya no es como antaño, así lo muestra la Gráfica 2, donde el volumen de los migrantes internacionales ha descendido. Dicho descenso se ubica en el periodo de 2005-2010, dando cuenta que el contexto de la crisis estadounidense de 2008 y la sistemática política antimigratoria de aquel país son el motivo principal de la baja (Canaes y Meza, 2016 y 2018). Aunque estas dos últimas aparecen como causas estructurales de la disminución de la migración de los hidalguenses, a nivel local (municipal), también existen condiciones socioeconómicas y demográficas que inciden en la entidad, por ejemplo, el acceso de la población joven a programas de bienestar social (becas), la cobertura de educación básica y el acceso a educación superior, como factores que cuestionan la construcción del “sueño americano” como única opción de bienestar individual y familiar.
Fuente: elaboración propia con base en datos de la Encuesta de la Dinámica Demográfica 1992, 1997, 2006, 2009 y 2014. Cuestionario Ampliado del Censo de Población y Vivienda 2000 y 2010.
Aunque se haya generado un descenso en el volumen de los migrantes hidalguenses internacionales y el patrón migratorio haya cambiado (de circular a permanente), el tema de la migración hacia Estados Unidos sigue siendo relevante. Porque da cuenta de un proceso sostenido y quienes los sostienen son en su mayoría migrantes de origen indígena y rural provenientes de localidades pobres, o bien, con falta de oportunidades de reproducción de una vida digna.
Desde el periodo de la crisis hasta nuestros días, las comunidades indígenas han flexibilizado sus mecanismos, para que los migrantes puedan mantener la ciudadanía comunitaria desde la distancia. Actualmente, los cargos civiles y religiosos, aunque siguen siendo obligatorios para los migrantes, pueden ser cubiertos por familiares, primos o vecinos de la comunidad, en cambio en la primera década del éxodo a finales de los años ochenta y toda la década de los noventa, cuando la migración aún era circular, se obligaba al titular del cargo o comisión a realizarlo personalmente. (Quezada, 2018; Cortés, 2012)
Hoy, uno de los temas recurrentes de discusión en las asambleas comunitarias es la posibilidad de que los cargos civiles tengan una remuneración económica o sueldo con el fin de paliar las condiciones de pobreza y falta de fuerza de trabajo. Dichas acciones reafirman el carácter dinámico de las comunidades indígenas y la capacidad de actualización de la organización comunitaria ante un contexto migratorio que lo demanda.
Con la migración de hidalguenses hacia Estados Unidos, las remesas tuvieron su mayor auge en el 2007, cuando superaron el umbral de los mil millones de dólares, pero a partir de la crisis del 2008 hubo un descenso de los envíos monetarios de los migrantes hidalguenses al país. Desde el 2009, los montos de las remesas muestran una volatilidad, pero con tendencia a estabilizarse en el rango de 700 millones de dólares, los peores montos se observaron en el 2013 (Gráfica 3). La posible explicación de que las remesas hayan retrocedido son a) las diversas complicaciones económicas que las personas de origen mexicano asentadas en los Estados Unidos tienen y que provocan el debilitamiento de los envíos de dinero; b) la disminución de la migración temporal a Estados Unidos, que se manifiesta en que menos efectivos se incorporan al flujo migratorio, y por ende menos remitentes para el pago de deudas de migración o por razones altruistas; c) el retorno de migrantes, quienes concluyen de forma abrupta el envío de dinero.
La caída de las remesas no ha sido tan pronunciada como la situación migratoria hidalguense; porque la mayor cantidad de remesas es enviada a casa por los flujos acumulados de los migrantes, esto quiere decir que los nuevos flujos migratorios no desempeñan una función tan importante, por lo tanto, las remesas son persistentes en el tiempo. Al respecto, el Banco de México (Banxico, 2018) registró de 2016 al 2017 un aumento de 2.8% en las remesas de los hidalguenses. Según Canales (2005; Canales y Rojas, 2018) las remesas tienden a concentrarse en aquellos hogares más directamente vinculados con los circuitos migratorios, sin embargo, las redes sociales de la migración permiten que muchos hogares que están alejados (al menos temporalmente) de la dinámica migratoria, participen del proceso de envío y recepción de remesas, esto hace que éstas sean persistentes en el tiempo.
Si bien existe un debilitamiento en el flujo de remesas, éstas todavía son importantes, como se observa en el Mapa 1. En el estado de Hidalgo un número sustancial de hogares reciben remesas y los municipios donde el volumen es importante son Ixmiquilpan, Zimapán, Pachuca, Tulancingo, Tecozautla, Huichapán, Cuautepec, Actopan, Jacala, Chapulhuacán y Atotonilco el Grande, donde el número de hogares beneficiados por estos recursos monetarios superan los 1000 hogares. Es importante mencionar que estos municipios son pioneros en la migración a Estados Unidos, lo que confirma la relación de los circuitos migratorios y la persistencia de las remesas en aquellas experiencias migratorias de larga data. Este es un hecho concreto de la dependencia económica de una buena parte de los hogares hidalguenses con los flujos monetarios internacionales, pues éstos, además de ser necesarios para solventar los gastos cotidianos (alimentación y salud), también se han convertido en catalizadores de obras públicas (caminos, carreteras, aulas), proyectos productivos en diversos municipios y proyectos turísticos comunitarios ubicados en el corredor de balnearios en la región del Valle del Mezquital, sólo por citar un ejemplo.
Existe otra manera de medir el impacto de las remesas que reciben los hogares en los municipios hidalguenses, si se cuantifica qué tanto representan los hogares que reciben remesas respecto al total municipal. De esta forma, el análisis cambia, ya que se muestra la dependencia de estos recursos en los municipios, tal es el caso de Pacula, Jacala, la Misión y Tasquillo (Mapa 2) donde una parte importante de los hogares reciben remesas. Aunque hay hogares de otros catorce municipios donde dependen de los envíos monetarios del exterior.
2. Las “nuevas” dinámicas y actores de la migración hidalguense
2.1 Un nuevo proceso migratorio: el retorno
A nivel nacional, el mayor número de migrantes retornados (retorno forzado) se ubicó en el periodo de la crisis de Estados Unidos entre 2007 y 2010 (CONAPO, 2018), así lo registró también Gandini et al. (2015), al identificar que en el periodo 2000-2010 hubo un incremento de 209% en la migración de retorno. A nivel nacional 54.3% de los migrantes retornados regresan a localidades urbanas, mientras que 29% retorna a localidades rurales y 16.7% arriba a localidades semirurales, lo anterior refleja la relación que actualmente existe entre la migración de salida con procedencia urbana y la migración de retorno al mismo lugar, o bien, por la búsqueda de empleos en localidades urbanas; sin embargo, 41% de estos migrantes se insertan en el sector agropecuario (CONAPO, 2018). Según Canales y Meza (2018), la migración de retorno es un fenómeno eminentemente rural, pues más de 40% de los retornados residían en localidades rurales en el quinquenio 1995-2000, y durante el periodo de la crisis de 2008, el quinquenio 2005-2010 la cifra se elevó a 47 por ciento.
La entidad hidalguense forma parte de la región centro (Estado de México, Puebla, Hidalgo y Morelos) que experimentó un crecimiento de 277.4% en el periodo de 2000-2010, lo que representó 23.8% del aumento total del periodo. En comparación con la región tradicional (Guanajuato, Michoacán, Jalisco, Zacatecas y San Luis Potosí) donde aumentó 148%, con 33.8% de aumento total; la región norte (Sonora, Chihuahua, Tamaulipas y Sinaloa) con un crecimiento de 169% y 20.5% de aumento total; finalmente, la región sur que aunque representó un crecimiento exponencial de 491.9% (Veracruz, Oaxaca, Guerrero y Chiapas), sólo representó 21.3% de aumento total en dicho periodo (Gandini et al., 2015). Hidalgo se ubica en el 13º lugar a nivel nacional de las entidades con migrantes de retorno (CONAPO, 2018), para el 2010 habían regresado de Estados Unidos 52,464 personas. De éstas, 39,720 personas se habían ido a Estados Unidos antes del 2005 y 12,744 salieron en el periodo que comprende de junio de 2005 a junio de 2010 (INEGI, 2010), pero en el momento del censo ya habían regresado a Hidalgo.
La migración de retorno de los hidalguenses es principalmente masculina, 87.8% de los retornados, son hombres. La edad es una variable clave para constatar que estos migrantes son en su mayoría jóvenes, 12.6% de estos migrantes son menores de 18 años y 58.3% son personas menores de 35 años; 23.7% señaló tener entre 35 y 50 años. Esto pone de manifiesto que este grupo de población constituye una fuerza de trabajo que está en la cúspide de su vida laboral y que requiere de un buen empleo para tener una buena calidad para proyectar su futuro; sin embargo, lo que Contreras (2014) y García (2018) registraron en sus investigaciones realizadas en la región del Valle del Mezquital fue que retornados regresaban sin ahorros, ni inversiones productivas en el lugar de origen. Asimismo, para Contreras (2018), los migrantes provenientes de dicha región se caracterizaron por un retorno descapitalizado, específicamente de la falta de recursos económicos. A pesar de estas características, los migrantes retornados echan mano de otro tipo de capitales3 que se traducen en los aprendizajes, las experiencias o la especialización en algún oficio, además, por supuesto, de la puesta en marcha de sus capitales sociales y culturales (diversas redes sociales, construcción e incorporación de valores y formas de vida).
Los mexicanos se han distinguido por ser el grupo de inmigrantes en Estados Unidos con la escolaridad más baja; los migrantes hidalguenses no son la excepción, 42.1% de los que retornan cuentan con apenas un grado de primaria, 41.5% tiene un grado de secundaria y 4% señaló que tiene estudios profesionales. A pesar de que Hidalgo es la quinta entidad con población hablante de lengua indígena en México, de cada diez migrantes de retorno sólo uno declaró hablar alguna lengua indígena. Al respecto, cabe mencionar que, si bien el lugar de procedencia de los migrantes hidalguenses retornados es Ixmiquilpan, origen preponderante de los migrantes indígenas hacia Estados Unidos, la adscripción étnica ya no se limita sólo a la práctica de la lengua; la pertenencia al grupo a través de sus diversas formas de participación comunitaria en trabajo colectivo, tales como faenas, sistemas de cargos civiles y religiosos resultan las principales características de la identidad indígena. Además de que no descartamos que la discriminación étnica, sea otro de los factores para que los sujetos, al momento de la encuesta, nieguen su práctica como mecanismo de defensa.
Los migrantes de retorno se ubican en toda la geografía estatal, 40% de éstos arribaron a diversos municipios de muy alta y alta intensidad, tales como Pachuca, Tulancingo y Mineral de la Reforma, municipios con alto grado urbanización; sin embargo, también llegaron a los municipios con alto y muy alto grado de intensidad migratoria como Ixmiquilpan, Zimapán, Actopan. Huasca, Fco. I. Madero, Pisaflores, Atotonilco el Grande, Tasquillo, y Tecozuatla. Las entidades que se caracterizan por su población indígena -como Ixmiquilpan, Actopan, Tasquillo y Zimapán- destacan por mantener fuertes redes sociales sustentadas en vínculos familiares y comunitarios étnicos que han propiciado procesos de reintegración social efectivos de los migrantes retornados.4
Lo anterior sugiere reflexionar sobre algunas hipótesis que sostienen que la linealidad origen-destino-origen ha comenzado a romperse (Masferrer, 2012; Masferrer y Roberts, 2012), debido a que una gran parte de los migrantes de retorno se dirige a lugares con mayor grado de urbanización, disponibilidad de servicios públicos y dinámica en sus mercados laborales, donde también cuentan con redes migratorias de apoyo. Al respecto, habría que explorar la medida en la que el capital humano acumulado durante la experiencia laboral de esta población en Estados Unidos se asocia con la movilidad a lugares diferentes al de salida, donde probablemente las características del mercado laboral les permita hacer uso de las capacidades y habilidades adquiridas en ese país. Esto, particularmente considerando que la mayor parte de los migrantes retornados se encuentran en edad laboral, por lo que posiblemente ejercerán una mayor demanda en el mercado de trabajo del país de origen. Pero al mismo tiempo, abre la discusión para preguntarse sobre los factores que inciden en el regreso de los migrantes a sus lugares de origen.
Es decir, a pesar de que la linealidad de la migración origen-destino- origen tiene cambios, hay patrones que se preservan. Como en el caso de los migrantes provenientes de las comunidades indígenas que sí regresan a sus comunidades. El desarrollo económico en la región y la generación de empleos a través de los proyectos comunitarios exitosos, además de los fuertes vínculos de pertenencia comunitaria, serían las principales razones del regreso de los migrantes retornados a sus lugares de origen. Es decir, que además del crucial factor estructural, el factor de pertenencia cultural (redes sociales) destacan como articuladores de la integración para los migrantes hidalguenses retornados.
Para los hidalguenses -al igual que la tendencia nacional-, la crisis económica, la política antiinmigrante y las deportaciones fueron las principales causas del retorno (Gandini et al., 2015; Alarcón-Acosta, 2016; Canales y Meza, 2018), pero el retorno a sus comunidades de origen, específicamente rurales, tendría que ser explorado a partir de la relación de la baja escolaridad y la deficiente fuerza de trabajo calificada. Además de considerar el contexto de desarrollo económico en la región donde existen algunas experiencias de generación de empleos a través de los proyectos comunitarios exitosos que han integrado a los migrantes retornados y sus diversos capitales aprendidos en Estados Unidos. En este sentido, los fuertes vínculos de pertenencia comunitaria se convierten en uno de los principales soportes de integración de los retornados de origen rural a sus comunidades de origen, es decir, que además del crucial factor estructural, el factor de pertenencia cultural (redes sociales) destacan como articuladores de la relación origen-destino-origen.
La reinserción laboral de los migrantes de retorno hidalguense implica un reto, pues las alternativas laborales son escasas, porque dicho sea de paso, estos municipios comparten índices de marginación alto y medio y, a excepción de su cabecera, las localidades son rurales. Las experiencias de investigación cualitativa en el Valle del Mezquital, región de la que procede el municipio de Ixmiquilpan, han evidenciado que los migrantes de retorno se insertan laboralmente en actividades agrícolas (tendencia a nivel nacional), como fuerza de trabajo calificada en obras de construcción y en las empresas comunitarias (experiencias comunitarias que cuentan con proyectos ecoturísticos y balnearios). Bajo estas circunstancias, los migrantes de retorno tienen muy pocas posibilidades de reinserción laboral. Algunas de las opciones laborales en el municipio son trabajar como jornalero agrícola, peón y albañil.
2.2 Los hidalguenses nacidos en Estados Unidos
El retorno de los hidalguenses a la entidad supone a primera vista una migración individual encabezada por varones en edades productivas. Sin embargo, el contexto de la migración sostenida de los hidalguenses hacia Estados Unidos, y particularmente la migración de retorno, dan cuenta de procesos y dinámicas que rebasan la migración individual. En estudios exploratorios hemos detectado que ante las difíciles condiciones estructurales que impiden la migración circular a los lugares de origen. El regreso de los migrantes para visitar a sus familiares se presenta cada vez más espaciado, o incluso, es casi imposible. Sin embargo, los migrantes han construido estrategias para preservar el vínculo con sus familiares en las comunidades de origen. En los periodos de vacaciones escolares, los migrantes que tienen hijos nacidos en Estados Unidos y cuentan con la ciudadanía son enviados al lugar de procedencia de los padres para que conozcan tanto a sus familiares (abuelos, tíos, primos) como la localidad de la que proceden sus progenitores. De esta manera, en las idas y vueltas se tejen los vínculos familiares y comunitarios con las familias trasnacionales; esta dinámica es cada vez más recurrente.
Por otra parte, vemos otros procesos que quedan en un nivel más macro y que también inciden en la dinámica de la migración hidalguense, entre ellos, la presencia de hidalguenses que nacieron en Estados Unidos, principalmente niños y adolescentes, que llegan con los padres o junto con las familias deportadas.
Como resultado del retorno de hidalguenses desde los Estados Unidos en los últimos años, se observa una residencia cada vez más importante de personas nacidas en el país vecino en el territorio hidalguense. En 2015 la Encuesta Intercensal (INEGI, 2015a) captó a 15,149 personas nacidas en Estados Unidos; de esta población total aproximadamente 92% son menores de 17 años y 42% se concentra en el grupo de edad de 5 a 9 años. Esta cifra nos muestra que hay un retorno familiar y que estos menores han llegado a establecerse a las comunidades donde nacieron sus padres.
Los municipios donde se ubica la mayor población menor de 17 años con nacionalidad estadounidense son los municipios de muy alta y alta intensidad migratoria como Acatlán, Alfajayucan, Atotonilco el Grande, Cardonal, Chilcuautla, Eloxochitlán, Huasca, Ixmiquilpan, Tasquillo y Zimapán (Gráfica 4). Según Téllez-Platas y Granados (2018) estas niñas, niños y adolescentes que nacieron en Estados Unidos y que actualmente enfrentan un proceso de incorporación a un entorno nuevo, encuentran dificultades de adaptación tanto en el ámbito social, educativo y sobre todo familiar; Esto permite considerar que un futuro muchos de ellos regresarán de manera legal a Estados Unidos.
Téllez-Platas (2018), a través de su investigación doctoral registró diversos patrones de migración familiar, para el caso del municipio de Atotonilco el Grande, Hidalgo, observó que niños, niñas y adolescentes nacidos en Estados Unidos llegan a diversas localidades del municipio a causa de la deportación de sus padres, o bien, porque el regreso de la familia completa había sido de manera voluntaria. El arribo de los infantes y adolescentes nacidos en Estados Unidos implica por sí mismo un proceso de integración social complejo, pues para algunos representa un contexto totalmente desconocido; hay quienes no hablan español y tienen dificultades de integración con la familia extensa y en la escuela. Para quienes ya habían visitado el pueblo y sostenían una comunicación regular (vía telefónica, redes sociales) con sus familiares (abuelos, tíos, primos) en español o alguna lengua indígena, los procesos de integración y adaptación son menos complicados. Sin embargo, uno de los mayores retos ante este fenómeno es que el sistema de educación escolar responda a una población multicultural (Aguilar-Zepeda, 2014; Camacho-Rojas y Vargas-Valle, 2017 y Vargas-Valle y Camacho-Rojas, 2019).
2.3 La migración legal, migración por contrato
Como se ha señalado, la migración de los hidalguenses a Estados Unidos se caracteriza por ser indocumentada lo que impide una migración circular, dado el contexto de las políticas antiinmigratorias estadounidenses. Pese a ello, lo que las encuestas arrojan es que los hidalguenses continúan migrando, pero ya no sólo de forma irregular, sino también por contrato temporal.
La larga tradición migratoria permite al posible migrante estar enterado de la situación del empleo en Estados Unidos por sus numerosas conexiones conformadas por grandes redes de parientes, amigos o conocidos que residen en territorio estadounidense (González, 2018). Por lo tanto, saben de primera mano la situación que prevalece en el lugar de destino. Esta nueva situación en la región de destino de los migrantes mexicanos afecta sin lugar a dudas a las personas que viven en comunidades históricas o recién incorporadas al flujo migratorio. Principalmente, a las personas jóvenes de estas comunidades que vieron como sus padres, tíos o conocidos se incorporaron a este proceso, pero ellos han quedado al margen. Sin embargo, bajo este nuevo contexto hay claros indicios de que existen nuevas formas para migrar a Estados Unidos, por ejemplo, desde el 2004 se han incrementado el número de visas que se otorgan para trabajar de manera temporal en actividades agrícolas, la gran mayoría de estas visas son entregadas a ciudadanos mexicanos, en el 2013 el número de visas otorgadas por esta vía fueron 70,000 cuando en el 2004 sólo eran 28,000 (Quezada y Granados, 2017).
La Secretaría de Trabajo y Previsión Social (STYPS) del gobierno del estado de Hidalgo anunció en noviembre de 2015 el programa piloto de movilidad laboral México-Estados Unidos H2A. Para ese año se habían enviado a trabajadores agrícolas hidalguenses a laborar en la empresa Lipman Produce en Florida. No obstante, la página electrónica de la Secretaría ya no ofrece actualmente información de dicho programa.
Lo anterior no implica que en la modalidad por contrato temporal sea una práctica que signifique mejores condiciones laborales para los migrantes. A través de trabajo de campo exploratorio realizado en el Valle del Mezquital y en la región Otomí Tepehua hemos identificado enganchadores que “facilitan” los trámites de la visa H2A, son el enlace con la empresa y dan seguimiento al contrato. La duración de los contratos va de seis meses hasta un año en empresas agrícolas y pecuarias (granjas porcícolas y avícolas).
Por otra parte, la migración agrícola hacia Canadá es otra opción que están tomando varios exmigrantes en el Valle del Mezquital. La Secretaría Trabajo de Previsión y Social (STYPS) oferta plazas para ser incluidas en el Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales (PTAT)5 México-Canadá dirigidos a trabajadores agrícolas, en el 2017 esta dependencia estatal colocó 1087 personas en este programa, es decir, 4.3% del monto nacional; según la Agencia Quadratín en el 2016 Toronto destaca entre las provincias canadienses que más trabajadores agrícolas mexicanos recibirán, seguido de Columbia Británica, Alberta, Isla Príncipe Eduardo, Quebec y Manitoba.
La migración temporal por contrato en la entidad configura una nueva dinámica al interior de las familias y comunidades. Para quienes tienen experiencia migratoria previa (indocumentada) la migración por contrato les provee de mayor seguridad en el salario, en el tiempo de retorno al país de origen y minimiza el peligro del trayecto, pese a ello, los migrantes igualmente hacen un fuerte gasto en el arreglo de la documentación (pasaporte y visa) y en su manutención en el lugar de arribo, lo que significa que en ocasiones el salario que ofrecen los contratistas no les convenga y opten por la migración indocumentada.
3. Nuevos escenarios demográficos en los municipios de origen de la migración hidalguense
En los últimos diez años se han presentado cambios demográficos en la entidad hidalguense debido a la configuración de nuevos escenarios en los municipios con muy alto y alto grado de migración hacia Estados Unidos y, que nos llevan a suponer que dichos cambios pueden haber influido en la disminución de la migración, uno de ellos es la disminución de jóvenes en los municipios de muy alta y alta intensidad migratoria y, el otro, el mejoramiento de vida de los hidalguenses.
Se ha prestado escasa atención al descenso de la fecundidad en México, como una de las causas de la disminución de la intensidad migratoria internacional, incluso trabajos del Pew Center Hispanic argumentó que antes de la crisis económica del 2007, la migración internacional de México a Estados Unidos mostraba signos de debilitamiento. Esta disminución de la fecundidad que comenzó en México a partir de 1980 cambió la pirámide poblacional paulatinamente. En el caso de Hidalgo provocó el descenso del número de infantes y jóvenes, por ejemplo, si analizamos cómo se suscitó este fenómeno en los municipios con muy alta y alta intensidad migratoria, tales como Acatlán, Alfajayucan, Atotonilco el Grande, Cardonal, Chapulhuacán, Chilcuautla, Eloxochitlán, Francisco I. Madero, Huasca de Ocampo, Ixmiquilpan, Jacala de Ledezma, Juárez Hidalgo, Metepec, San Agustín Metzquititlán, Metztitlán, La Misión, Nicolás Flores, Omitlán de Juárez, Pacula, Pisaflores, Santiago de Anaya, Singuilucan, Tasquillo, Tecozautla, Tenango de Doria, Tianguistengo, Tlahuiltepa y Zimapán, se puede destacar que en 1990 los menores de 14 años representaban 43.3% de la población total de estos municipios y este porcentaje constituía a más 198,000 infantes. En el 2015 el grupo de menores de 14 años ascendía a 29.1% de la población total de estos municipios y su monto de población era de más de 169,000 infantes. Para el caso de los jóvenes entre 15 y 24 años su participación porcentual ha disminuido, ya que de representar 25.1% de la población total de estos municipios en 1990, pasó a 23.7% en el 2015, aunque en números absolutos la población aumentó ligeramente en estos 25 años. De 115,000 jóvenes que se registraron en 1990 se pasó a 132,000 en 2015 (Gráfica 5).
Fuente: elaboración propia con base a la información del Censo de Población y Vivienda 1990 y en la Encuesta Intercensal 2015 (INEGI, 2015a).
Pero estos jóvenes no sólo son porcentualmente menos, sino que cuentan con una mayor educación que en el pasado y su estancia en el sistema educativo se ha incrementado, actualmente, 92% las niñas y niños de 9 a 14 años de estos municipios están estudiando y 61% de los jóvenes de 15 a 24 años se encuentran en el sistema educativo, estas cifras dan cuenta que este grupo de población tienen oportunidades que no tuvieron sus padres.
Desde 1990 las condiciones de vida de la población mexicana han mejorado, tales como las condiciones de infraestructura básica en la vivienda y un mayor acceso a la educación, aunque las desigualdades regionales persisten. El CONAPO señala, en un estudio realizado sobre los cambios en la marginación entre 2000 y el 2010 en las entidades y municipios de todo el país, que todas las entidades federativas decrecieron en sus porcentajes en las dimensiones estudiadas. Es decir, aumentaron porcentualmente las viviendas con servicios básicos (agua, drenaje y electricidad), de igual manera existe un mayor acceso a la educación, y una disminución en viviendas precarias. En este periodo el estado de Hidalgo pasó de ser una entidad con un grado de marginación muy alto a alto; en 2010, la entidad se ubicó en el sexto lugar, mientras que en 2015 ocupó el lugar nueve en el contexto nacional. Al interior del estado se observan fuertes contrastes en cuanto al acceso a la educación, los servicios básicos de la vivienda, la distribución de la población e ingresos monetarios; sin embargo, las problemáticas relacionadas con la marginación absoluta disminuyeron.
Respecto a los municipios de muy alta y alta migración se observa una reducción de la marginación, pero los municipios que abatieron con mayor intensidad los promedios de marginación absoluta fueron Francisco I. Madero, Huasca de Ocampo, Metepec, Tecozautla, Tenango de Doria, Tianguistengo y Zimapán. En los 16 municipios restantes, el cambio fue de alto grado de marginación y seis de medio grado de marginación, el cambio relativo que expresa la proporción del indicador en el 2010 con respecto al observado en 2000 que muestra una reducción de la marginación. En consecuencia, los municipios con mayor intensidad migratoria hidalguense enfrentan escenarios de menor vulnerabilidad social, configurando espacios cada vez más favorables donde existen más oportunidades, ampliando así las posibilidades de desarrollo de las potencialidades humanas.
Conclusiones
En síntesis, se destaca una reducción de los migrantes al punto que los actuales niveles de migración se encuentran como los reportados hace 25 años cuando empezó el traslado masivo de hidalguenses hacia Estados Unidos. Cada vez menos hogares hidalguenses reciben dinero del exterior, sin embargo, esta reducción no ha sido tan pronunciada como los descensos del flujo migratorio, esto debido a que un flujo permanente de migrantes por casi dos décadas consolidó una comunidad hidalguense en Estados Unidos que sostienen este envío hacia sus hogares a pesar de las dificultades económicas que en los últimos años han padecido.
Durante este proceso de migración sostenida surgen nuevos actores y dinámicas; el incremento de migrantes de retorno, a partir de la crisis de 2008 en Estados Unidos, así como un aumento de personas sobre todo jóvenes e infantes nacidas en Estados Unidos. Actualmente, se suscitan nuevas alternativas migratorias de hidalguenses hacia Estados Unidos o Canadá; sin embargo, estas migraciones son pequeñas y no pueden sustituir en número al flujo de migración indocumentada que continúa siendo mucho mayor. De igual manera, en estos años el estado de Hidalgo ha sufrido transformaciones que afectan la movilidad de personas hacia Estados Unidos, la primera, y quizá la más importante, es el descenso de número de jóvenes e infantes en los municipios migratorios hidalguenses, y la segunda, una menor marginación en estos municipios.
La reducción de los jóvenes en municipios con alta intensidad migratoria es importante, ya que influye de manera directa en la intensidad de la migración, pues son cada vez menos los jóvenes en estos municipios. Al respecto, se sugiere una hipótesis como respuesta a tal contexto: la disminución de la población joven propicia menos migración hacia Estados Unidos; la población joven que no migra tiene mayores oportunidades de acceso a derechos básicos de educación, salud y empleo. Las generaciones actuales de jóvenes -en comparación con la generación de sus padres- tienen mayor acceso a la educación, salud y empleo a través de programas gubernamentales de asistencia social (becas de manutención para estudiantes a través del programa “Prospera”, “Seguro popular”, entre otros).
Las condiciones estructurales, los cambios demográficos y la intervención del estado son elementos que influyen en la construcción material y aspiracional de la migración hacia Estados Unidos como opción de desarrollo de las actuales generaciones jóvenes. Lo anterior, sugiere investigaciones a fondo en cada una de las realidades de los municipios con tradición migratoria hacia Estados Unidos, con el fin de reunir elementos que definan como estos factores influyen en la actual migración internacional en las localidades de origen.
La migración de retorno forma parte de las nuevas dinámicas migratorias en la entidad, actualmente se requiere de un diagnóstico detallado para conocer la problemática de los migrantes retornados en los municipios que concentran el mayor número de migrantes de retorno y que nos den cuenta de los procesos de integración social y de inserción laboral de aquellas experiencias donde los migrantes regresan a sus localidades de origen y, de aquellos que exploran nuevos horizontes en centros urbanos de mayor oferta laboral. Los datos dan cuenta de que en la entidad hidalguense los migrantes de retorno regresan a sus municipios de origen, la mayoría de ellos, de características rurales e indígenas. Dicho contexto expresa la fortaleza del funcionamiento de las redes sociales y la identidad étnica que las comunidades receptoras tienen con sus migrantes y, también de la capacidad de capitalizar los aprendizajes especializados de los migrantes retornados.