Introducción
Los actores sociales en la ciudad fronteriza de Matamoros tienen que enfrentar ciertos desafíos en cuanto a la socialización primaria de los niños y adolescentes, para dar cuenta de ello, en este artículo se considera la situación, evolución y composición de las familias que habitan en ella.
Para lograr el primer objetivo se entrevistó a cinco funcionarios municipales.1 También se integró un grupo de foco con actores clave, como funcionarios de instituciones relacionadas con la atención social a las familias y con las que tratan las necesidades de la infancia y la adolescencia. De igual forma, se consideraron factores importantes en los efectos y cambios en la vida cotidiana de los niños y adolescentes de las familias residentes. De las entrevistas se rescata la visión sobre el contexto social en que éstas viven y sus efectos sobre la socialización de los hijos. Dentro de este grupo se incluyó a profesionistas de Matamoros, que ofrecen los servicios de atención a las familias: tres profesores; de primaria, de secundaria y otro de preparatoria; un médico general del Instituto Mexicano del Seguro Social; una psicóloga infantil; un abogado y un promotor comunitario de una colonia de bajos recursos.
Para el segundo objetivo se revisaron las estadísticas sobre hogares familiares y no familiares de los censos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI 2010a; 2000 y 1990). Se comparó la conformación de los tipos de hogares (INEGI 1999) en Matamoros con las tendencias nacionales, y se detectaron las trayectorias históricas de éstos. Algunas tendencias son nacionales y otras adquieren ciertas características propias de esta ciudad fronteriza.
Desde el punto de vista de los entrevistados e informantes se analizaron, sobre todo, los efectos que en estos contextos familiares causa la ausencia del padre y cómo se reestructuran los roles de la familia entre sus miembros, que asumen o no las responsabilidades de éste; en el caso de que ambos cónyuges tengan un trabajo extra-doméstico o cuando las familias son monoparentales. La presencia importante en Matamoros de este tipo de familia permite observar la vulnerabilidad de sus integrantes respecto a la socialización y los riesgos, que se pueden relacionar con esta situación.
Antes de iniciar el análisis conviene hacer algunas precisiones. La familia representa sociológicamente el espacio cultural donde las personas adquieren los conocimientos básicos de convivencia (González 2009). Es también donde se reúnen y distribuyen los recursos para el consumo a cuyo derredor se organiza la residencia y se ejecutan las tareas domésticas (Esping-Andersen 2000, 70). Sus miembros constituyen la principal fuente de relaciones afectivas y adscriptivas.
A pesar de esta aparente determinación sobre las funciones por desempeñar en la sociedad, la familia también se comporta como un grupo social con autonomía y libertad de acción. Los arreglos que se determinan entre quienes lo conforman son de lo más diverso, en ocasiones son democráticos y en otras tienen una base autoritaria (González 2009).
La familia es la institución encargada de educar a los futuros adultos, para que conozcan y acepten las reglas y normas de comportamiento básicos para la convivencia social, en el contexto cultural regional donde esté ubicada esta institución (Giddens 2006; Berger y Luckmann 1998). Los padres biológicos son quienes desempeñan fundamentalmente estos papeles socializadores frente a los niños y adolescentes, pero en ocasiones hay agentes sustitutos como los padres adoptados o impuestos, los tíos, abuelos e incluso personas externas, como las pertenecientes a instituciones gubernamentales, civiles o religiosas, o que forman parte de la red social de algunos miembros de la familia (Tuirán 1993, 665).
La socialización no se hace en solitario, no siempre se puede ejercer un control total sobre ella, en especial cuando tiene que respetar reglas de convivencia que buscan rescatar los derechos humanos de los individuos (Vargas y Navarro 2013). En la socialización participan los miembros de la familia que viven en el mismo hogar, pero en ocasiones también es importante tomar en cuenta a los agentes socializadores que no viven en el mismo hogar, o que no forman parte de la familia.
En una sociedad tan desigual como la mexicana, el hogar representa el espacio que conlleva un proceso de trasmisión de desigualdades originado en el ámbito de la socialización de la familia. Además, es reforzado por instituciones externas y por el sector productivo (López y Ordoñez 2006, 49). Por eso habría que considerar las actitudes y el peso de los agentes que complementan la socialización de los integrantes de la familia.
Hogares familiares y no familiares
Esta parte se basa en los resultados de los censos del INEGI (2010a y 2000), que ofrecen información sobre los hogares, que se delimitan como el grupo de personas que habitan en la misma vivienda y que comparten, sobre todo, los gastos para alimentación (INEGI 1999, 3).
Los miembros de una familia viven en hogares pero no necesariamente en la misma casa, pueden existir familias cuyos integrantes residen en lugares y hogares diferentes. Lo que no se contradice con el hecho de que "una familia no puede comprender más de un hogar; dentro de cada hogar, en cambio, puede haber más de una familia, o una familia junto a personas sin vínculos de parentesco, o una o más personas sin vínculos de parentesco" (Lira 1976, 5). Este autor refiere a dos formas de observar y conceptualizar a la familia: a) la de residencia, que es un grupo de personas emparentadas por sangre o matrimonio, que viven juntas en una casa común y b) la de interacción, relacionada con las obligaciones recíprocas entre parientes que viven en hogares distintos (Tuirán 1993, 666).
En las bases de datos censales predomina la familia de residencia, sin que exista posibilidad de considerar las de interacción, lo que limita conocer las interacciones de todo tipo entre parientes que no viven en el mismo domicilio, como la ayuda en la socialización de algunos miembros de la familia y las estrategias de cuidado.
Existe la clasificación de los hogares en familiares y no familiares, que permiten acercarse al tema y observar hasta qué punto son importantes los hogares cuya fuente no son las relaciones de parentesco. Los primeros se refieren a los formados por personas que habitan en la misma vivienda, comparten el gasto para la alimentación y son parientes (INEGI 1999, 135). Para que el INEGI los defina así, al menos un miembro tiene una relación de parentesco con el jefe de familia, conyugal, consanguínea o política (INEGI 1999, 135).
México alberga principalmente hogares con familias nucleares. Pero en los últimos años, los hogares monoparentales han aumentado y han representado un reto para la percepción de la población y de las instituciones encargadas del desarrollo social en el país (Ariza y De Oliveira 2006, 7).
Como se notará en las siguientes figuras, el caso de Matamoros, Tamaulipas, no parece observar tendencias diferentes a las existentes a escala nacional y estatal. Lo que sí queda claro es que en los últimos diez años ha disminuido el peso de los hogares familiares.
Es interesante que en Matamoros los hogares no familiares2 crecieran 70 por ciento en diez años, mientras que los familiares lo hicieron en 20. Matamoros no es la excepción, ya que al comparar su crecimiento con el estatal, es ligeramente menor (64 por ciento); el nacional es de 74 en este rubro. Por lo tanto, el aumento del número de hogares no familiares no sólo es un rasgo local, sino nacional; la mayoría de ellos es de un residente. En Matamoros representan 95 por ciento de los no familiares y 10.7 en relación con todos.
Tipos de hogar | 2000 | 2010 | ||||
Nacional | Tamaulipas | Matamoros | Nacional | Tamaulipas | Matamoros | |
Hogares familiares | 20 75 1 696 | 631 346 | 95 012 | 25 488 128 | 766 975 | 114 661 |
93% | 91% | 92% | 90.5% | 88.3% | 88.0% | |
Hogares no familiares | 1 498 178 | 57 755 | 8 557 | 2 616 846 | 94 837 | 14 633 |
6% | 8% | 8% | 9.2% | 11.0% | 11.2% | |
No especificados | 18 322 | 729 | 122 | 55 808 | 6 432 | 932 |
1% | 1% | 0% | 0.3% | 0.7% | 0.8% | |
Total de hogares | 22 268 196 | 689 830 | 103 691 | 28 160 782 | 868 244 | 130 226 |
100% | 100% | 100% | 100% | 100% | 100% |
Fuente: INEGI (2010a y 2000).
Inclusive, la presencia de hogares no familiares en los países europeos y en Estados Unidos es muy alta en comparación con la de México. En 2001, por ejemplo, en Suecia, 42 por ciento de los hogares eran habitados por personas solas, en Finlandia 40, mientras que en Portugal el porcentaje era de 12. El promedio de todas las naciones europeas era de 28 por ciento (Lehman y Wirtz 2004, 2).
Por ser una ciudad fronteriza, se podría pensar que en Matamoros los hogares unipersonales estarían habitados por migrantes. No es el caso, ya que sólo 7 por ciento de este tipo está ocupado por inmigrantes recientes, que cinco años antes vivían en otra entidad federativa. Quiere decir que los habitantes de este tipo de hogar tienen una residencia ya prolongada en el municipio.
El hecho de que son pocos los inmigrantes que viven solos, da una idea de la probabilidad de que éstos llegan con familia a Matamoros. Esto lo reafirman las cifras, el promedio de integrantes en los hogares de la ciudad en 2010 era de 3.67; mientras que en los de inmigrantes, donde son jefes de familia, era de 3.19.
Los inmigrantes que no son jefes de hogar se establecen en las ciudades fronterizas, y buscan alojarse con parientes, de tal manera que en las estadísticas éstos no se notan, porque se mezclan con los miembros de hogares familiares ampliados o compuestos (López 2010, 112; Vargas y Navarro 2013, 126). En realidad, vivir solo tiene más relación con la soltería y la viudez, o con personas divorciadas o separadas, pero en menor importancia. En conjunto, estas modalidades representan 88 por ciento de los hogares unipersonales en Matamoros.
Una de las mayores preocupaciones de la sociedad es la existencia de personas de la tercera edad que viven solas. En Matamoros, 31 por ciento de los hogares unipersonales están habitadas por mayores de 60 años que en números absolutos eran 4 683, en 2010.
Entonces, el crecimiento de los hogares no familiares tiene relación con jóvenes que aún no han formado una familia, con divorciados o separados o con mayores de 60 años. ¿Cuáles serían las relaciones de estas personas, que viven solas, con otros miembros de su familia que habitan en otros hogares? ¿Participarán también en los procesos de socialización?
Hogares familiares nucleares, ampliados y compuestos
En los hogares familiares se presume que los cambios socioeconómicos y demográficos han incidido en las relaciones entre sus integrantes. Esping-Andersen (2000, 71) ha vinculado los cambios en la organización familiar con la segunda transición demográfica. La primera, propia del modelo de sociedad industrial, se debía principalmente al gran descenso de las tasas de mortalidad. Se consideraba, también, dentro de esta primera transición, a una baja tasa de natalidad, pero ligada con las mujeres casadas, que después de haber estado embarazadas, decidían controlar la reproducción mediante anticonceptivos.
La segunda transición está basada en las bajas tasas de fecundidad. Ahora, las mujeres han decidido tener experiencias premaritales usando los anticonceptivos y controlar la procreación. Las parejas deciden si tienen hijos o no y cuándo. No se piensa el futuro sólo con base en los hijos; este aspecto es más un asunto de voluntad y de libertad (Flaquer 1991, 66). Algunos hechos característicos de esta segunda transición son la separación definitiva entre la procreación y la experiencia sexual; la prolongación de la vida como soltero; las familias de un solo componente; aumento de la tasa de divorcios; incremento de las familias reconstituidas y de las personas que viven solas (Van de Kaa 2002, 10). Si bien es cierto que la transición es propia de los países del Primer Mundo, no obstante en México se observan algunos rasgos de los mencionados. Las figuras siguientes permiten ver algunas de las particularidades a escala nacional, en Tamaulipas y en Matamoros.
Tipos de hogar | 2000 | 2010 | ||||
Nacional | Tamaulipas | Matamoros | Nacional | Tamaulipas | Matamoros | |
Nucleares | 15 294 900 | 464 899 | 68 726 | 18 073 773 | 551 952 | 83 053 |
73% | 74% | 72% | 71% | 72% | 72% | |
Ampliados | 5 165 877 | 154 810 | 24 288 | 6 765 097 | 193 596 | 28 437 |
25% | 24% | 26% | 26% | 25% | 25% | |
Compuestos | 175 112 | 7 962 | 1 407 | 385 163 | 13 347 | 1 959 |
1% | 1.5% | 1.4% | 1.5% | 1.5% | 1.7% | |
No especificado | 115 807 | 3 675 | 591 | 264 095 | 8 080 | 1 212 |
1% | .5% | .6% | 0% | 0% | 0% | |
Total de hogares familiares | 20 751 696 | 631 346 | 95 012 | 25 488 128 | 766 975 | 114 661 |
100% | 100% | 100% | 100% | 100% | 100% |
Fuente: INEGI (2010a y 2000).
La distribución de los hogares familiares ha cambiado muy poco; en diez años, el nuclear ha disminuido apenas dos puntos porcentuales a escala nacional y estatal, mientras que en Matamoros no ha variado. La diferenciación de los hogares familiares se da a partir de la relación consanguínea, legal, de afinidad o de costumbre entre el jefe del hogar y los demás miembros. Se clasifican en: a) nuclear, cuando se conforma por jefe, cónyuge con o sin hijos; jefes e hijos; b) ampliado, integrado por jefes, con o sin cónyuges, con o sin hijos y con otros parientes (tíos, primos, hermanos, suegros, yernos) y c) compuesto, conformado por jefes con o sin cónyuges, con o sin hijos, con otros parientes o sin ellos (INEGI 1999).
Los cambios han sido de largo plazo. Si se toma en cuenta el censo nacional de 1990, el peso relativo de los hogares nucleares era de 79 por ciento, ocho puntos porcentuales más que en 2010, lo que refleja un cambio sustantivo, que en la actualidad podría haber significado la existencia de 2 millones más de hogares de familias nucleares, si el porcentaje siguiera manteniéndose igual que en 1990.
Para Matamoros no se cuenta con el dato de los hogares familiares en 1990, lo que sí se detectó es la población que habitaba en ellos y, en comparación con los datos de 2010, la importancia porcentual de la población que vive en los hogares nucleares disminuyó 5 por ciento (INEGI 2010a y 1990). Esta caída es mucho menor que la nacional, que fue de 12 puntos porcentuales, y es probable que se deba al comportamiento de la familia de las grandes urbes como la Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara. Mientras que en Matamoros, que tiene menos de 500 mil habitantes, los cambios son más lentos.
Otro de los aspectos para tomar en cuenta en los hogares familiares es que 50 por ciento de ellos son biparentales, lo que hasta cierto punto es un porcentaje bajo ya que refleja que, a pesar de seguir existiendo la familia nuclear, como base en la conformación estructural familiar en México, su composición interna refleja mayor diversidad.
Lo cierto es que las familias están divididas, en el sentido de que algunos de sus miembros originales no comparten residencia debido a la migración, la separación o la independencia. Es decir, se encuentran en diferentes ciclos de vida o han buscado continuar viviendo en otro hogar. Esta situación posibilita hogares nucleares monoparentales, que representan 15 o 16 por ciento de los nucleares y su crecimiento es evidente en México y Tamaulipas, y es un poco más alto en Matamoros (véase Figura 3). También están los ampliados, que reflejan mayor importancia de las familias monoparentales, más aún que en los nucleares (véase Figura 4).
Tipos de hogar | 2000 | 2010 | ||||
Nacional | Tamaulipas | Matamoros | Nacional | Tamaulipas | Matamoros | |
Biparentales | 11 556 402 | 343 687 | 51 195 | 12 725 903 | 380 358 | 57 683 |
76% | 74% | 74% | 70% | 69% | 69% | |
Monoparentales | 2 026 527 | 59 597 | 8 642 | 2 783 877 | 81 616 | 13 172 |
13% | 13% | 13% | 15% | 15% | 16% | |
No clasificados | 1 711 971 | 61 615 | 8 889 | 2 563 993 | 89 978 | 12 198 |
11% | 13% | 13% | 15% | 16% | 15% | |
Total de hogares nucleares | 15 294 900 | 464 899 | 68 726 | 18 073 773 | 551 952 | 83 053 |
100% | 100% | 100% | 100% | 100% | 100% |
Fuente: INEGI (2010a y 2000).
Tipos de hogar | 2000 | 2010 | ||||
Nacional | Tamaulipas | Matamoros | Nacional | Tamaulipas | Matamoros | |
Biparentales | 2 729 505 | 79 561 | 12 336 | 3 518 839 | 95 647 | 13 948 |
51% | 49% | 48% | 52% | 49% | 49% | |
Monoparentales | 1 510 136 | 43 069 | 6 999 | 1 864 975 | 49 582 | 7 517 |
28% | 26% | 27% | 28% | 26% | 26% | |
No clasificados | 1 101 348 | 40 142 | 6 360 | 1 381 283 | 48 367 | 6 972 |
21% | 25% | 25% | 20% | 25% | 25% | |
Total de hogares ampliados | 5 340 989 | 162 772 | 25 695 | 6 765 097 | 193 596 | 28 437 |
100% | 100% | 100% | 100% | 100% | 100% |
Fuente: INEGI (2010a y 2000).
Los hogares monoparentales nucleares, pero además los que son ampliados y compuestos, entre 80 y 87 por ciento están dirigidos por mujeres. En Matamoros, en 2010 eran al menos 17 378, con jefas de hogar (faltan un poco más porque no se consideraron las familias compuestas, ya que no se dispone de esta información desde esta misma fuente). Es claro que este tipo de hogar se encuentra vulnerable ante las crisis económicas y requiere de una atención especial de parte de las instituciones de desarrollo social, para atender las necesidades de la jefa de familia, de los miembros dependientes, de los niños y jóvenes que requieren de educación de calidad y accesible en términos de costos reales y de oportunidad.3
Familia con padre y madre que trabajan
Otro grupo de hogares familiares en riesgo son los biparentales, en donde el padre y la madre trabajan, por lo que los hijos se quedan a cargo de terceras personas o de instituciones públicas o privadas. En las entrevistas realizadas salió a relucir este tema, y se habla de la falta de una socialización adecuada con los hijos y el escaso tiempo para atender las necesidades de afecto y de conocimiento de los niños y jóvenes. Esta situación los empuja a encontrar el aprendizaje de los valores con personas con las que no se sienten identificados, porque no forman parte de su ascendencia directa; o se socializan de una manera caótica e indisciplinada con ellas, ya que no existe la atención constante, ni personalizada.
En este tipo de familias surge una frustración que se manifiesta en reclamos hacia otros actores en la educación de sus hijos. Los maestros de primaria y secundaria mencionaban que, ante este déficit de atención de los padres hacia el niño, éstos les reclamaban a los docentes una actitud más activa. No obstante, los maestros reconocen que se encuentran un poco limitados por las consecuencias que podrían resultar si se involucraran más íntimamente con sus alumnos (atendiendo sus problemas personales y de afecto). En este sentido, parece que aún no se han construido estrategias sociales para atender a los hijos de padres saturados de trabajo, que disponen de muy poco tiempo al día para las actividades no laborales. En la Figura 5 se presentan algunas estadísticas sobre la familia nuclear, ampliada y compuesta, en donde ambos cónyuges trabajan.
Total | Sin cónyuge residente | Con cónyuge residente | Económicamente activo | Económicamente inactivo | |
Nacional | 28 160 782 | 5 660 943 | 19 493 829 | 6 242 141 | 13 251 688 |
Tamaulipas | 868 244 | 165 281 | 589 651 | 205 743 | 383 908 |
Matamoros | 130 226 | 25 679 | 87 142* | 35 304 | 51 838 |
* Esta cifra es la suma de los hogares tanto con cónyuge económicamente activo como inactivo. Fuente: INEGI (2010a y 2000).
Como se aprecia, es en Matamoros donde tienen más peso relativo los hogares familiares donde el jefe y su cónyuge trabajan (representan 40 por ciento de los hogares con cónyuges residentes). El porcentaje nacional es de 32 y el estatal de 34.
La vulnerabilidad de estos hogares varía dependiendo de la capacidad económica; de las jornadas laborales de ambos cónyuges; de la existencia o no de niños y adolescentes. Esta noción de vulnerabilidad se vincula con una condición social de riesgo "de dificultad, que inhabilita e invalida, de manera inmediata o en el futuro a los grupos afectados, en la satisfacción de su bienestar [...] en contextos sociohistóricos y culturalmente determinados" (Perona y Rocchi 2000, 4).
Los motivos por los que los grupos sociales pueden ser vulnerables son: ingresos, patrimonio, lugar de residencia, país de nacimiento, origen étnico, género, discapacidad, enfermedad, factores políticos, ambientales o por una infinidad de ellos que implican riesgos e inseguridades (Busso 2001, 10). En este caso, donde padre y madre trabajan, y tienen niños o adolescentes, la vulnerabilidad con base en la situación económica y laboral se manifiesta en desventajas a priori sobre la socialización de sus hijos, en comparación con familias que pueden dedicarle más tiempo a la crianza, cuidado y trasmisión de saberes culturales.
En todo el país, en 68 por ciento de este tipo de hogar residen hijos menores de 15 años, en Tamaulipas representa 67 por ciento, y en Matamoros 70; son 25 mil hogares en esta situación.
Es probable que no todos los hogares tengan dificultades para presentar soluciones ante esta posible vulnerabilidad. Una maestra comentaba que ella sí lograba atender las necesidades de sus hijos de manera similar a como lo haría una madre de tiempo completo. Es probable que los(as) maestros(as) de educación básica, si tienen una sola plaza, puedan cumplir con este propósito porque sus hijos quizá tengan el mismo horario que ellas(os) en la escuela.
Total | Sin integrantes de 0 a 14 años | 1 o más integrantes de 0 a 14 años | Sin especificar | |
Nacional | 6 242 141 | 2 055 007 | 4 186 980 | 154 |
Tamaulipas | 205 743 | 67 007 | 138 730 | 6 |
Matamoros | 35 304 | 10 301 | 25 003 | 0 |
Nota: la base de comparación son los hogares donde residen ambos, cónyuge y jefe.
Fuente: INEGI (2010a).
Otro de los rasgos mencionados en forma reiterada en las entrevistas de las familias divididas y, por lo tanto, vulnerables en el sentido analizado aquí, son los hogares donde no vive el cónyuge, que según la Figura 5, en la segunda columna, representan 20 por ciento en Matamoros. Según los profesores de educación básica del grupo de foco, desde la década de 1980 observaban a niños y jóvenes que vivían sólo con su madre, y que mantenían una autoestima más baja que los demás estudiantes. Por lo regular dichos alumnos presentaban menos rendimiento escolar y eran los más distraídos. Esto, que aparecía esporádicamente en esos años, se ha generalizado, así lo informó el abogado del DIF de Matamoros, y que atiende a padres con dificultades en sus matrimonios.
Las familias reconstruidas
Según los datos del INEGI (2011), en 2009 en Matamoros hubo 19 divorcios por cada 100 matrimonios, mientras que en el estado fue de 11 por cada 100. Existen también las separaciones que, en cierto sentido, representan divorcios no legales o informales (véase Figura 7).
En Matamoros, al igual que en Tamaulipas y México, tienen más presencia los(as) jefes(as) de familia separados(as) (véase Figura 8). Al tomar en cuenta las dos columnas, la de los separados y de los divorciados, en Matamoros representan 10.6 por ciento de los hogares. Es más alta la presencia relativa de hogares dirigidos por separados y divorciados en Matamoros que en Tamaulipas, y a escala nacional es de un punto porcentual más. Los separados o divorciados se mantienen en hogares familiares monoparentales, alrededor de 90 por ciento.
Estado civil | Tamaulipas | % | Matamoros | % | Nacional | % |
Soltero (a) | 75 583 | 8.7 | 12 166 | 9.4 | 2 178 334 | 7.7 |
Casado (a) | 466 608 | 53.7 | 65 392 | 50.2 | 15 741 067 | 55.8 |
Unión libre | 153 032 | 17.6 | 26 616 | 20.4 | 4 790 657 | 17.0 |
Separado(a) | 57 261 | 6.6 | 9 548 | 7.3 | 1 847 453 | 6.5 |
Divorciado(a) | 26 701 | 3.1 | 4 310 | 3.3 | 790 133 | 2.9 |
Viudo(a) | 77 570 | 8.9 | 10 384 | 7.9 | 2 750 642 | 9.7 |
No especificado | 11 489 | 1.4 | 1 810 | 1.5 | 62 496 | 0.4 |
Total (por columna) | 868 244 | 100 | 130 226 | 100 | 28 160 782 | 100 |
Fuente: INEGI (2010a).
Aquí no se incluye a quienes se divorciaron o separaron y ya han formado un nuevo núcleo familiar, muchas veces junto con parejas que han pasado también por la separación o divorcio y que se unen compartiendo hijos y procrean los propios; y tampoco a los divorciados y separados, que viven dentro de otra familia donde no son los jefes.
En Matamoros, 73 por ciento de los separados y divorciados que son jefes de familia son mujeres. No obstante, es alto el porcentaje de hombres divorciados y separados que se quedan al cuidado de los hijos.4 Pero en el DIF municipal se siguen atendiendo los problemas vinculados con la falta de responsabilidad del padre separado o divorciado que no cubre las necesidades de alimentación, salud y vivienda de sus hijos. Es decir, que no cumple con la pensión alimenticia. En la Procuraduría de Protección a la Mujer, la Familia y Asuntos Jurídicos se atienden cerca de 50 familias diarias con esta problemática. La mayoría son de bajos recursos y no todos faltan a sus obligaciones por razones injustificables, un buen número de ellos ya habían cumplido, y suspendieron su aportación debido a la falta de empleo o por no haber conseguido uno después de varios meses.
En el caso de los padres que no cumplen con su pensión alimenticia, en palabras del procurador:
No están inculcando ahí el cariño y la afectividad con los hijos porque hay veces que también ni siquiera los visitan, aparte de no cumplir, no ven a los hijos, y de alguna manera como le decía, si no estás viendo las carencias que tienen igual no lo sientes, no se te presenta o no se refleja en uno que no tiene zapatos, que no tienen que comer o que no están estudiando por falta de recursos económicos [...].
Según la información proporcionada por el procurador del DIF, la mayoría de los casos que atienden son de trabajadores de las maquiladoras, que ganan 600 o 700 pesos a la semana y que, si se casaron por segunda vez o se juntaron con otra pareja, es difícil que puedan cumplir dignamente con la pensión. Estos casos demuestran cómo la separación y el divorcio posibilitan familias divididas, una condición que causa un efecto adverso en la socialización de los hijos de la pareja separada. El demandado por pensión alimenticia y la víctima se encuentran limitados por un contexto que no les favorece.
En los casos de las familias de clase media y alta estos problemas, vinculados con las separaciones y divorcios, los resuelven con los servicios de abogados y el DIF casi no interviene, ni tiene conocimiento y tampoco atiende a los infantes.
Los divorcios y separaciones han aumentado en 70 por ciento en diez años, mientras que la población creció en 22, de acuerdo con la información del censo del INEGI (2010a y 2000). El procurador del DIF mencionó que de tres años a la fecha, las demandas han aumentado, debido a la crisis económica.
Jefaturas femeninas
En Matamoros, los hogares familiares con jefatura femenina en 2010 representaban 25.5 por ciento del total. Una de las dificultades de las jefas de hogar es la falta de guarderías, sobre todo de las que se adapten a sus horarios; éstas han tenido una demanda inusitada, están sobresaturadas en la actualidad. El procurador del DIF habló sobre los efectos de estas carencias:
[...] si se pone uno a analizar que el primer turno entra [la jefa del hogar] a las 7:00 am a la maquiladora, se van a las 6:00, 6:30 am a trabajar, pues los niños entran hasta las 8:00 am a la escuela y luego salen a las 12:30 pm y la señora sale hasta las 5:00 pm de la maquiladora, entonces ese es un problema bastante grave que tenemos nosotros y que debe ser igual en toda la frontera y los municipios que tienen lo que es la industria maquiladora que es el fuerte del municipio, la maquiladora, y tienen este tipo de turnos, entonces, realmente no me explico ¿cómo es posible y cómo le hacen para resolver esta situación? ¿Cómo? Pues saliendo los niños, caminando o los niños de 7, 8 años agarran la 'pesera'5 y llegan solitos hasta la colonia, llegan a su casa, se preparan su comida o les dejan cosas para calentar y cosas de este tipo, pero van creciendo dentro de una desintegración que a la larga traen consecuencias, psicológicamente traen consecuencias que van afectando para cuando llegan a su edad adulta van a traer problemas de violencia intrafamiliar, de desintegración.
Como se mencionaba en el apartado anterior, el incremento de la jefatura femenina tiene que ver con las separaciones y los divorcios, pero algunos analistas también incluyen a la migración (López 2010, 112), debido al flujo constante de mujeres que llegan a las ciudades fronterizas para mejorar su situación económica.
En Matamoros esto no es tan claro, debido a que el porcentaje de hogares dirigidos por mujeres inmigrantes recientes representa 3.1, y 95.4 corresponde a los dirigidos por las jefas de familia que han residido por más de cinco años en la ciudad. El peso de este tipo de hogares es mayor en Tijuana, que es el caso estudiado por López (2010) , puesto que representa 7.2 por ciento de los dirigidos por mujeres. Entonces, en Matamoros sí existen las mujeres inmigrantes jefas de hogar (dirigen en números absolutos a 1 023 hogares), pero no tienen el mismo peso que la jefatura femenina derivada de los divorcios y separaciones. No obstante, en las entrevistas y en el grupo de foco se aludió a las jefas de familia inmigrantes.
Efectos sociales de los cambios en la familia en Matamoros
¿Cómo son racionalizados estos cambios en la familia, por los ciudadanos y por los encargados de la política municipal que atiende las necesidades familiares? Para explorar las respuestas a esta pregunta, se entrevistó a funcionarios de la Secretaría de Desarrollo Social, del Instituto de la Juventud y del DIF municipal. También se integró un grupo de discusión, compuesto por ocho profesionistas que en general tuvieran contacto y atendieran algunos de los requerimientos de la familia de la localidad.
La siguiente parte es una interpretación de lo que plantearon y desarrollaron los entrevistados. No obstante, el que escribe asume la responsabilidad de los errores cometidos en ella. Un aspecto que es necesario comentar es la ausencia de algunos de los miembros de la familia. Una de las formas más presentes en los cambios es la familia monoparental. Las carencias y bondades de la familia se interpretan con base en la nuclear, que consta de los padres e hijos que viven en una misma residencia, en un mismo hogar.
Inclusive, existen teorías sobre la familia que interpretan como socialmente entendible la diferenciación de roles entre el hombre y la mujer dentro del hogar (González 2009, 512). Según estas posturas, el hombre tiene la función de ser el proveedor y la mujer está preparada para ocuparse de los aspectos emotivos y de afecto frente a sus hijos y marido. Así, existe una división del trabajo socialmente "natural" dentro de la familia, que ya ha sido cuestionada (De Barbieri 1993), porque la realidad económica del capitalismo se está apoyando en el trabajo extradoméstico de las mujeres, a las que paga menos que a los hombres y les resulta altamente productiva, es decir, son necesarias para el sistema que tiende a bajar salarios para volver más competitivas las economías.
La familia no es siempre una institución que favorezca las relaciones de igualdad entre hombres y mujeres, porque en su interior se sigue manteniendo el sistema patriarcal, basado en la desigualdad y la discriminación y en una división sexual del trabajo, que origina, entre otras cosas, una violencia doméstica. Ante esto, los divorcios y separaciones pueden ser "positivos", porque permiten a la mujer alejarse de esa situación violenta y que agrede sus derechos humanos y los de sus hijos, ya establecidos en la legislación internacional, nacional y estatal (Chiarotti 2009).
Las decisiones de la autoridad que buscan conciliar los conflictos entre los cónyuges corren el peligro de orillar a la mujer a permanecer en un contexto de violencia. Así que, la conciliación familiar debe de ser una decisión cuidadosamente evaluada para evitar la violación de los derechos humanos.
A pesar de que un porcentaje alto de hombres divorciados y separados son jefes en hogares monoparentales, siguen existiendo los que carecen de la ayuda del padre separado o divorciado. Según la Procuraduría de Protección a la Mujer, la Familia y Asuntos Jurídicos, la pensión alimenticia es uno de los apoyos que más solicita la gente. Atienden alrededor de mil casos mensuales en promedio, donde la mayoría de ellos es de padres que no cumplen por irresponsabilidad o por falta de ingresos monetarios, debido a los bajos salarios o al desempleo actual, que ha crecido en forma evidente en la ciudad. Según el procurador, se solucionan entre 40 o 45 asuntos diarios. Se firma un convenio extrajudicial donde se especifican los detalles de la pensión, y si existe violencia y agresión, se establecen los requisitos que el padre debe de cumplir en cuanto a horarios y visitas a sus hijos. La mayoría de los casos proviene de familias marginadas, donde los hijos no logran terminar con su ciclo básico de educación y tienen que empezar a trabajar a temprana edad y, por lo tanto, dejan de recibir esta pensión que tiene como límite los 18 años de edad.
La falta del padre, entonces, llega a ser un factor de pobreza y de condiciones de la reproducción de la pobreza, porque significa un ingreso menos en la familia o, un aumento al doble de los costos familiares, debido a que sólo se cubren los gastos de la alimentación del hogar con el ingreso del cónyuge que se queda con la custodia de la familia, y que por lo regular es la mujer. Las repercusiones en la educación de los hijos son evidentes porque limitan su acceso a ella, y los obligan a trabajar a edad temprana y en empleos manuales de baja calificación y mal remunerados. En este contexto, la separación o divorcio puede constituirse en una característica más que refleja la desigualdad para recibir educación, en perjuicio de los estratos más marginados de la sociedad, y les impide una movilidad social generacional.
No obstante, esta situación estructural se puede revertir si existen medidas institucionales que apoyen a las familias con jefatura femenina, con programas específicos que garanticen una educación de calidad de los hijos. De otra manera, las madres tienen que recurrir a sus redes familiares, cuando existen, para suplir los cuidados que dejan de recibir los hijos debido a la ausencia del padre o de la falta de atención de una madre que trabaja largas jornadas. Así, las figuras de los vecinos, abuelos o tíos buscan compensar las deficiencias en la socialización de los hijos con el padre ausente.
Los divorcios o separaciones posibilitan familias monoparentales y devienen en las reconstruidas. Las personas que pasan por estos procesos vuelven a unirse, y con ello se torna difícil el cumplimiento de la pensión alimentaria para los hijos de su matrimonio anterior (Estrada 2012).
Una de las razones por las cuales surgen los divorcios o separaciones es la violencia intrafamiliar, y según el procurador del DIF, en los últimos años ha crecido la cantidad de jóvenes que abandonan su casa debido a la violencia conyugal, sobre todo los de menos edad. Antes, los jóvenes que convivían en la calle y socializaban en ella, rondaban los 17 años, ahora los adolescentes que salen de su casa para evitar una situación de agresión y violencia rondan los 14. La vulnerabilidad de estos jóvenes y adolescentes está relacionada con las adicciones y los embarazos en el caso de las adolescentes. El funcionario comentó que hay jóvenes que llegan al DIF a denunciar la situación ante las autoridades:
[...] tenemos que encontrar a un familiar que se haga cargo de ellos, casi siempre acudimos con los abuelitos, abuelitas que se puedan hacer responsable de ellos, si acuden por este motivo y también acuden los padres a [para] brindar [les] apoyo psicológico porque están presentando problemas con los hijos, de que están llegando a altas horas de la madrugada, en la calle o que no estén llegando a dormir o que detectan que están presentando problemas de adicciones, esos son los principales problemas en los jóvenes.
Además de la ausencia del padre, el procurador relata que las colonias donde viven los trabajadores de bajos ingresos se encuentran lejos de los lugares donde laboran, por lo tanto, esto implica que la tarea de la jefa de hogar se haga más difícil al obligarla a transitar largas distancias entre su domicilio y la empresa. Esto influye para que los hijos tengan que permanecer en los hogares de sus abuelos y sean éstos quienes los lleven a la escuela y las madres los vean, en ocasiones, sólo los fines de semana. Entonces, la atención y la socialización adquieren formas diferentes, que posibilitan resultados inesperados o impredecibles y no siempre deseados para el funcionamiento de la familia. Lo que hace que ésta se enfrente a situaciones que están cada vez más fuera de su control.
Cuando ambos cónyuges trabajan
En el caso de los padres que trabajan, la ausencia de ambos se presenta en los espacios y tiempos de educación y esparcimiento. Los profesores de educación básica capturan los efectos de los padres que trabajan y que tienen horarios laborales tan dispares, que les impiden atender las necesidades afectivas y educativas de sus hijos.
La situación que rodea a los dos cónyuges que trabajan ejerce una gran presión, debido a que no les queda tiempo suficiente para el descanso y la recreación, uno de los entrevistados dijo que se distancian de sus hijos. Cuando la pareja trabaja, la rutina familiar diaria cambia, inclusive existe la tendencia, por diferentes razones, que hace necesario que también lo hagan los jóvenes y adolescentes. Uno de los entrevistados comentó que las nuevas parejas se tienen que topar con esta condición y pensar que sus hijos
[...] van a ser niños que van a depender mucho del trabajo y que en el poco tiempo que pueda uno darles y lógicamente, también buscar una educación lo mejor que se pueda para ellos, como dicen, la mejor escuela para buscar una mejor preparación para ellos, pero va a ser muy difícil volver a la familia tradicional donde la madre se queda con los niños, llegaban de la escuela los niños y el padre llegaba y todos a comer [...].
No sólo se trata de que los dos cónyuges trabajen, sino de sus jornadas laborales extensas e impredecibles, ya que ellos no determinan los ritmos y los tiempos:
[...] El mismo tipo de trabajo que actualmente se maneja te lo exige, llegar tarde, o sea, las jornadas no terminas a esa hora (en el horario formal establecido), o sea, tienes que poner más y el estrés de poder perder su trabajo, entonces el papá llega a las 11 y la mamá llega a las 8 correteada todavía llega a hacer lo de la casa, ya lo que quieren es que terminen [...] o sea, es otro día y otro día [...].
Otro aspecto es la inserción de la mujer en el mercado laboral, además de la doble jornada a la que está sometida, su trayectoria es incierta, el trabajo extenuante y el salario bajo. Cuando ambos padres laboran, los procesos de socialización requieren de un reforzamiento, sobre todo en familias pobres donde el empleo de la mujer no se interpreta como un logro profesional, como sí lo podría ser en un hogar de clase media (García y De Oliveira 1998).
En la atención de las familias donde alguno de los miembros está ausente, aparecen otros, como los abuelos, los tíos o los vecinos que atienden como pueden las necesidades de la jefa de hogar y de sus hijos, pero con la dificultad de no estar ubicados social y moralmente en los "zapatos" del padre biológico.
Limitantes de la familia nuclear
Aparte de las ausencias o dificultades estructurales para cumplir los roles de la madre y el padre, los entrevistados consideraron que la socialización también encuentra dificultades dentro de las familias nucleares. En el grupo de foco se consideró la herencia familiar y el fortalecimiento de los jefes del hogar como actores principales en la socialización:
Yo digo que un poco más es la tradición de donde viene esa familia, que fue lo que copiaron esos hijos de los padres, esos padres de sus padres, tú vas a ver un comportamiento, un patrón de decisiones en la que si el padre era un padre abusivo, entonces el hijo mediocre, el hombre tiene que ser el abusivo por ejemplo, y él va a continuar más o menos con esa línea.
En este tipo de familia también resalta la influencia de los artefactos electrónicos que funcionan como agentes socializadores, pero propiciados por los mismos dirigentes de la familia: "Los papás no quieren problemas, les compran su DVD portátil y todos aquí tranquilos aquí platicando y el chamaco o el bebito para calmarlos todo lo que tiene que hacer es no platicar con ellos, es 'no molestes, aquí está tu juego'".
Para concluir, destacaron los valores de la disciplina, la autoridad y la obediencia:
o sea, ¡eres su papá! y lo tienes que dirigir, le tienes que decir lo que es bueno y lo que no es bueno hacer, pero no por ser el amigo, es que es mi amigo, no está bien que te tenga confianza pero no sobrepasar un límite, yo creo que ahí las nuevas familias se 'están pasando' en la formación del hijo que no están haciendo lo correcto porque a un amigo lo ves diferente.
En cuanto a la convivencia familiar, la inseguridad y la violencia han limitado más el vínculo entre los miembros:
[...] los cambios que yo estoy detectando es por la seguridad, porque también tengo a mi familia y no la expongo, no voy ni a la playa por no verme inmiscuido en medio de una situación que nadie quisiera estar, que se vayan a agarrar a balazos o vayan a ejecutar a una persona o algo, eso es lo que estamos viendo realmente [...]
Ahora la familia tiende a refugiarse en espacios privados, y en ellos realizan sus actividades de recreación y esparcimiento y, aunque existen los públicos, no se pueden utilizar con confianza debido a la in-certidumbre y el miedo.
También es preocupante, para los entrevistados, que la delincuencia se ha constituido en un ejemplo de conducta apreciada por los niños y jóvenes. Los valores de valentía, prestigio, poder y reconocimiento han sido muy atractivos para los jóvenes de todos los estratos sociales. Además del dinero que se va a obtener por cometer delitos, para los niños y jóvenes de Matamoros el atractivo es la recompensa subjetiva que va adjunta a este tipo de actividad.
Conclusiones
A pesar de que los datos revisados en las fuentes censales permiten pensar que en la coyuntura actual la migración ha disminuido en Matamoros, en comparación con otras ciudades, y su peso familiar también, los entrevistados consideran que sí es importante ya que es uno de los factores que aceleran el proceso de desintegración familiar, que tiene dos aspectos; el primero se trata de las familias divididas, donde el padre se ausenta y ocurre una reestructuración de los roles entre quienes asumen las responsabilidades de éste. Aquí se hace énfasis en la emigración y no en la inmigración. Con ello, los procesos asociados a los ciclos de vida de los niños y niñas se ven alterados por la necesidad de trabajar y el abandono inevitable de la escuela.
El segundo aspecto es la socialización de los infantes y adolescentes, al no existir la Figura paterna crece la posibilidad de que el proceso de aprendizaje hacia la adultez se altere o se acelere, y también pueden suceder los embarazos de adolescentes. Estas características de las familias han sido racionalizadas por especialistas de la psicología educativa y por psiquiatras como parte de lo que llaman familias disfuncionales (Pérez y Reinoza 2011).
Si bien es cierto que estas ideas extraídas de las entrevistas y del grupo de foco representan un análisis que recupera los roles y funciones de la división tradicional de actividades entre hombres y mujeres y que, al ausentarse uno de los miembros, la socialización queda incompleta debido a la falta de un aprendizaje de los valores relacionados con el trabajo o con el cuidado, también algunos entrevistados consideran que la responsabilidad es conjunta entre hombres y mujeres.
Cada uno de los miembros resulta afectado, por ejemplo, las amas de casa se trasforman en trabajadoras de medio tiempo en algunos casos, y en otros se ubican en empleos de tiempo completo, pero con salarios bajos, por su falta de experiencia y poca escolaridad. Ello acrecienta la desprotección, la carencia de atención emocional y la vulnerabilidad de los hijos ante las necesidades propias de su formación.
Pero las familias divididas por la ausencia del padre presentan retos que tienen que analizarse como un efecto inevitable, no como parte de la llamada "desintegración familiar", porque atiende a factores externos que están más allá de la voluntad de los afectados.
Los entrevistados visualizan como agentes socializadores a los familiares directos, principalmente a los padres, pero también a los profesores, y a las instituciones sociales. La ausencia de los padres propicia que los niños y jóvenes busquen identificarse con grupos primarios como las pandillas, o inclusive con los criminales que funcionan, desde este punto de vista, como agentes sustitutos. Los profesores que participaron presentaron ejemplos, dinámicas o encuestas grupales que les permitían tener un diagnóstico micro sobre la situación familiar. Desde su visión, en ocasiones el papel activo de los maestros no es apreciado socialmente e impulsado para que los niños y jóvenes se sientan reconocidos y no se perciban aislados y sin apoyo con sus problemas.
Dentro del actual contexto laboral, los profesores de primaria y secundaria que colaboraron en este estudio expresaron su preocupación por la falta de atención y cariño de parte de los padres de familia que trabajan. Algunos ejercicios en clase con los niños y sus padres han demostrado que existe una falta de comunicación entre ellos, y también de afectividad paternal y por lo tanto una manifestación infantil de desamparo emocional.
En conclusión, la base del análisis de los entrevistados está relacionada con la familia nuclear, donde los roles familiares están fundamentados en las diferencias de género. No obstante, también se considera el contexto laboral como un elemento que altera los procesos de socialización. Se recalcan los casos de las jefas de hogar y los cónyuges que trabajan, y se toman en cuenta como parte de los retos de la socialización en el cual ayudan también los familiares de otros hogares o parte de la red social de los jefes de hogar. Evaluar la participación de estos actores, junto con experiencias familiares permitiría tener una mejor postura en relación con los alcances de la socialización.