Introducción
El agua de los ríos es la base para la acuicultura, riego, recreación, generación eléctrica e industrial, y parte importante del abastecimiento público (Mora et al., 2002). Su demanda mundial para estas actividades es cada día mayor, lo que aumenta su extracción y reduce los caudales disponibles en los ríos. Por otro lado, estos han sido receptores de los residuos generados por las actividades humanas. Estos dos factores son determinantes de la alteración del agua de los ríos, tanto en su cantidad (caudales) como en su calidad. La menor disponibilidad de agua conlleva a conflictos entre comunidades y entre usuarios, así como la alteración de los ecosistemas acuáticos, de la vegetación y la fauna ribereña. La contaminación de los ríos tiene efectos en la salud humana; la disponibilidad de agua de calidad adecuada para diferentes actividades económicas y recreativas, así como en la biodiversidad acuática.
La solución del problema de la contaminación de los ríos en México, como en muchas otras partes del mundo, en la visión tradicional de diseño de las políticas y programas, se percibe como una cuestión predominantemente tecnológica (Balkema et al., 2002) y de disponibilidad de recursos financieros. Se ha orientado hacia la construcción de plantas de tratamiento de aguas residuales como práctica de saneamiento, con un menor énfasis en medidas de supervisión y sanción para el vertimiento de aguas residuales con altas cargas de contaminantes. Las instituciones gubernamentales solo se preocupan por problemas sociales cuando se presentan padecimientos graves de salud humana o conflictos por el uso del agua. En los programas de saneamiento o restauración de los ríos de las cuencas no se considera el papel de la población local, quien es copartícipe en la generación del problema, sufre sus consecuencias y debería jugar un papel importante en su solución.
La falta de participación de la población local como factor de fracaso de los programas de manejo de cuencas ha sido reconocida desde hace más de una década (Hanna, 1999). La participación efectiva de los residentes locales o interesados, por su parte, conduce a decisiones de mayor calidad, mejor interacción entre los involucrados en la toma de decisiones, mayor capacidad de manejar problemas ambientales y al cumplimiento efectivo de mejorar la calidad ambiental (Beierle y Konisky, 2001). La población local debe intervenir tanto en la planificación como en la ejecución de programas, proyectos y acciones de manejo del recurso hídrico. Esta participación se ha propuesto desde el aporte local de conocimiento e involucramiento en actividades de seguimiento (Nare et al., 2006), hasta el otorgamiento de espacios reales en los procesos políticos de toma de decisiones, en los procesos institucionales formales e informales donde se decide la asignación de los fondos escasos para los proyectos de manejo del recurso hídrico (Warner, 2006), y el desarrollo de procesos deliberativos reales (Pedregal et al., 2011). Un proceso deliberativo requiere el intercambio mutuo entre los actores, evitando la toma de decisiones de acuerdo con el estatus o poder de los participantes, estrategias de persuasión subliminal o presión socio-política (Renn, 2006). Un elemento fundamental para este proceso es la decisión de la población local de participar, y el grado de involucramiento o participación, debido a que es común que las experiencias de programas y proyectos pasados predispongan a la población a ver con recelo cualquier nueva iniciativa de manejo o restauración del recurso hídrico.
El grado de participación puede variar desde ser receptores o generadores de información, emitir opiniones en consultas, involucramiento parcial y participación plena, hasta el desarrollo de la capacidad de autodeterminación (Videira et al., 2006). También es posible que la participación se dé en todas las fases del proceso (delimitación del problema; diseño de planes, programas y proyectos; análisis de alternativas; toma de decisiones, y el seguimiento y evaluación) o solamente en alguna de ellas. Tanto el grado de participación como su duración son una decisión individual, salvo que existan medidas coercitivas asociadas a instituciones y organizaciones locales o externas.
Diversos factores inciden en la decisión de los residentes locales de participar en los proyectos ambientales, dentro de los que se ubican los de restauración de los recursos hídricos. Uno de ellos son los valores personales, tales como disposición al aprendizaje de nuevas experiencias, autoestima, contacto social y capacidad de relaciones de amistad (Petts, 2001). En particular, las percepciones, actitudes y preferencias de aprendizaje sobre un recurso como el agua, inciden en la participación de la población (Bayard y Jolly, 2007; Adams et al., 2013). Otro factor es el papel que un miembro de la población local juega en el problema, como el saneamiento del recurso hídrico. Los residentes locales son parte de los interesados, definidos estos como quienes tienen interés en una decisión en particular, de manera individual o en grupo, e incluye tanto a los que inciden en la decisión como a quienes son afectados por ella (Blackstock y Richards, 2007). En este concepto un individuo puede tener diferente papel, debido a la forma en que se relaciona con el recurso. Por ejemplo, el tipo de uso que un individuo hace del agua le hace expresar diferentes percepciones, opiniones y actitudes en relación con un problema de deterioro del recurso (Adcock y Hall, 2003).
La percepción ambiental se define como el conocimiento del ambiente físico inmediato a través de los sentidos (Holahan, 2002). Esto es particular para cada individuo de acuerdo con su experiencia, conocimiento previo y valores. El hombre percibe variables ambientales en un momento dado y construye una percepción del mundo propia, de acuerdo con su contexto sociocultural y su propia experiencia (Ittelson, 1978; Feijoó y Momo, 1991). Las experiencias y percepciones generan el almacenamiento, la organización y la construcción de imágenes del mundo físico (conocimiento ambiental), así como una postura favorable o no hacia las características del medio físico (actitud), que es la suma de creencias evaluativas (Eiser et al., 1998) y un comportamiento o acción (conducta). En este proceso, los valores y experiencias previas, positivas o negativas, son determinantes (Spash et al., 2006; Dolisca et al., 2007). Es por esto que la percepción, el conocimiento, la actitud y la conducta ambiental involucran un alto grado de subjetividad y de singularidad. Los tomadores de decisiones y los manejadores de recursos deben entender que, además de los aspectos técnicos y económicos, se deben considerar también el capital social y los procesos de aprendizaje social de los usuarios de los recursos hídricos (Jiggins et al., 2007). Se requieren modelos integrados para el manejo ambiental que consideren procesos de aprendizaje. Los elementos del aprendizaje social para el manejo de un río consideran lograr una percepción compartida del problema en un grupo o actores, construir confianza para la auto-reflexión y reconocer dependencias mutuas e interacciones para iniciar un proceso colectivo de aprendizaje y decisiones (Wostl, 2007).
En México, la participación efectiva de la población local en la planeación y ejecución de estrategias y programas de prevención de la contaminación y el saneamiento de los ríos está aún en el proceso de pasar del discurso oficial a su práctica real. Los programas gubernamentales, orientados principalmente hacia las cuencas con mayor importancia social o económica, por la cantidad de población concentrada y por la concentración de actividades industriales, tienen una orientación de arriba a abajo. Son pocos los estudios orientados a conocer la opinión, percepciones y actitudes de la población local de la cuenca sobre los problemas de recursos hídricos. En este estudio se tuvo como objetivo el conocer cómo percibe la población ribereña de la cuenca del Río Tlapaneco el problema de la contaminación del agua del río, qué tanto le ha afectado directa o indirectamente, y si la población identifica las causas y fuentes principales de contaminación, con el fin de aportar elementos para una mejor planeación y toma de decisiones. Se partió de la hipótesis de que la población ribereña percibe y conoce el estado de deterioro del río, derivado en gran parte de su convivencia cotidiana con él, a través del uso del recurso, principalmente. El Río Tlapaneco es importante en la región de la Montaña de Guerrero como fuente de agua para la agricultura. Sin embargo, en años recientes algunos cultivos, hortalizas principalmente, se han visto limitados por la contaminación del agua del río, de acuerdo con estudios previos (Bustamante et al., 2010).
Materiales y métodos
El estudio se realizó en 18 comunidades ubicadas en las márgenes del Río Tlapaneco, en la región hidrológica del Río Balsas en el estado de Guerrero (Figura 1). Se aplicó un cuestionario con preguntas sobre siete aspectos: características socio-económicas de los entrevistados, uso del recurso agua, percepción del problema de contaminación del agua, origen de la contaminación del agua, efectos de la contaminación del agua, soluciones percibidas de la contaminación del agua y beneficios esperados de la restauración del río. Para el análisis de la percepción del problema de contaminación del agua se construyeron siete enunciados para evaluar la opinión general de la calidad del agua del río; la calidad del agua para el cultivo de hortalizas y otros tipo de cultivos; la percepción de cambio en la cantidad de peces y aves acuáticas debido a cambios en la calidad del agua del río, y la percepción de cambio en la transparencia del agua, como un indicador de cambio registrado en la memoria histórica de los entrevistados. Para evaluar los enunciados se construyó una escala ordinal de Likert, con valores, dependiendo del enunciado de: 1, muy mala; 2, mala; 3, ni buena ni mala; 4, buena; y 5, muy buena; y de 1, muy en desacuerdo; 2, en desacuerdo; 3, no sabe; 4, de acuerdo; y 5, muy de acuerdo.
Debido a la falta de información sociodemográficos de la cuenca para establecer un marco de muestreo, se utilizó un muestreo mixto (Casal y Mateu, 2003; Sing y Clark, 2012). Mediante un muestreo por cuota (Namakforoosh, 2010) se obtuvo una muestra con cinco entrevistados en comunidades rurales y 10 para las cabeceras municipales, con un total de 95 personas entrevistadas; 38 fueron informantes clave (autoridades y líderes agrarios) y 57 informantes fueron jefes de familia de hogares seleccionados aleatoriamente en cuadrantes trazados para cada localidad (Figura 2) y numerados sobre fotografías aéreas escala 1:20000. Este tipo de muestreo se ha propuesto como un método robusto y confiable para regiones rurales donde no se tiene un listado o mapas detallados de hogares (Pearson et al., 2015).
Se realizó un análisis descriptivo de la información general. Las variables edad, escolaridad y superficie de riego (intervalos de clases) se sometieron a la prueba estadística no paramétrica de Kruskal-Wallis, de acuerdo con Burger (2002), utilizando el programa estadístico IBM SPSS Statistics versión 15, para ver si había diferencias significativas en la percepción de la contaminación del Río Tlapaneco para grupos diferentes. Las variables tipo de actividad económica, tipo informante y sexo se evaluaron con la prueba no paramétrica de Mann-Whitney. Los estadísticos resultantes prueban si las poblaciones son idénticas (Anderson et al., 2009) en su opinión sobre la contaminación.
Resultados y discusión
Características socio-demográficas de los entrevistados
La edad promedio de los entrevistados fue de 52.82 años, con una edad mínima de 18 y una máxima de 86; 85.3 % fue del sexo masculino y 14.7 % del femenino, con una escolaridad promedio de 4.96 años. Asimismo, 80.0 % tiene como actividad principal la agricultura y la ganadería y 20 % las actividades del sector terciario. Estas características son comunes para los productores rurales de México. Ávila et al. (2011), por ejemplo, reportan que la edad de los productores rurales del norte de México es de 53.4 años y tienen una escolaridad promedio de 6.5 años. Para el presente estudio la edad avanzada y escolaridad formal baja de los entrevistados es relevante porque significa una convivencia con el río por muchos años; asimismo, su percepción del problema de contaminación del río se deriva en gran parte de ella, no de información transmitida por la educación formal.
Relación entre los residentes locales y el Río Tlapaneco
El 72.6 % de los entrevistados usa actualmente el agua del Río Tlapaneco; de éstos, 96.2 % es usuario desde antes de 2001. Los usos del agua han cambiado a partir de 1990, debido a la contaminación del río; 95.8 % usaba el agua para lavar, bañarse y actividades recreativas. Actualmente, 69.5 % la usa para la actividad agrícola, 5.26 % para lavar, bañarse o distraerse, y 1.05 % para la actividad pecuaria. El uso generalizado del agua de los ríos de México para las actividades de limpieza e higiene, así como para abrevadero del ganado, es una práctica heredada por los conquistadores de México, práctica aún presente en las comunidades rurales de México, como las del Río Tlapaneco y algunas regiones de España, y cuyos vestigios históricos han sido documentados en España en las Ordenanzas Municipales (Rodríguez, 1998). De los que no son usuarios actualmente, 83.5 % dejó de usar el agua antes de 1990 debido a la contaminación del río. Las razones por las que dejaron de usar el agua del río son: no siembran (2.22 %), usan otra fuente de agua (10.53 %), está contaminada (11.58 %).
Percepción sobre la calidad del agua del Río Tlapaneco
La población ribereña tiene la percepción de que la calidad del agua del Río Tlapaneco se ha deteriorado. El 84.2 % de los entrevistados estuvo de acuerdo en que antes el agua era más clara; 10.5 % está muy de acuerdo. El 35.8 % considera que actualmente el agua presenta cambios en su aspecto (espumosa, grasosa, ceniza, sucia, empañada, fea o prieta); 26.3 %, que presenta cambios en su color (negra, café, verdosa, grisácea, amarillosa, poco clara u oscura); y 23.2 %, que está bajo procesos de contaminación (descargas de drenajes, desechos de hospitales y químicos). La valoración de la condición del río refleja el predominio de los indicadores visuales de paisaje (Hu y Keeley, 2014), particularmente de la claridad del agua. En general, predomina la percepción de que la calidad del agua es de regular a mala (Cuadro 1). Es notable que aun las personas que recientemente empezaron a utilizar el agua del río coinciden en que su calidad es regular o muy mala. En general, se usa aun cuando se está consciente de que no es de buena.
1=Usaba el agua anteriormente y la sigue usando; 2=Usaba el agua anteriormente y dejó de usarla; 3=No usaba el agua anteriormente y la usa actualmente; 4=Nunca ha usado el agua.
La prueba de Kruskal-Wallis indicó que la cantidad de superficie de riego fue una variable que tuvo efecto en la percepción general de la calidad del agua (Cuadro 2). La prueba de Mann-Whitney para comparar los grupos indicó que quienes tienen más de una hectárea difieren en opinión de aquellos que cuentan con menos de una hectárea de tierra de riego y que su percepción es más pesimista. El 92 % del grupo de más de una hectárea considera que el agua es mala o muy mala, mientras que para los grupos de 0.0 a 0.25 hay de 0.26a1.0ha el porcentaje es 86.7%y 89.5 %, respectivamente. Esta variable también tuvo influencia en la opinión sobre la calidad del agua para el cultivo de hortalizas; 100 % de quienes tienen más de una hectárea de tierras de riego opinó que el agua del río no es adecuada para el cultivo de hortalizas, opinión compartida por 93.1 % de quienes poseen de 0.0 a 0.25 ha y 97.4 % de quienes poseen de 0.26 a 1.0 ha. En estos últimos grupos hubo entrevistados que opinaron que el agua del río es buena o muy buena para el cultivo de hortalizas.
Grupos de edad (años): 18 - 40, 41 - 60, más de 60; escolaridad (años): 0 - 3, 4 - 6, más de 6; superficie de tierra de riego (ha): 0.0 - 0.25, 0.26 - 1.0, más de 1.0.
La opinión sobre el cambio de la calidad del agua del río que se ha dado en el tiempo fue influenciada por el nivel de escolaridad (Cuadro 2); 100 % de quienes tienen menos años de educación formal (0 a 3 años) opinaron que el agua del río era más clara en el pasado que ahora, mientras que en el estrato de quienes tienen de cuatro a seis años de escolaridad hubo opiniones de que no sabía si eso era cierto (3.8 %) o que estaba en desacuerdo con el enunciado (3.8 %). Entre quienes cursaron más de seis años de educación formal se tuvo una tendencia similar, ya que 4.3% opinó que no sabía y 8.7% está en desacuerdo (Cuadro 2).
La variable actividad económica (diferenciada entre actividades del sector primario y por otro lado las del secundario y terciario) tuvo influencia en la opinión sobre la calidad del agua del río para el cultivo de hortalizas (Cuadro 3). Mientras que 100 % de los entrevistados cuya actividad fue no agropecuaria consideró que la calidad varía de no muy buena a muy mala, 3.9 % de quienes tienen como actividad económica principal la agricultura o la ganadería consideraron que el agua es buena para el cultivo de hortalizas. Consideramos que esta diferencia se explica porque algunos productores agropecuarios siguen cultivando hortalizas en las tierras ribereñas del Río Tlapaneco, y su opinión de alguna manera trata de evitar que se difunda una opinión negativa sobre la calidad de sus productos.
Actividad económica: sector primario, sector secundario o terciario; tipo de informante: informante clave, no informante clave; sexo: masculino, femenino.
El tipo de informante tuvo influencia en la opinión sobre los cambios en la calidad del agua (Cuadro 3). El 100 % de los informantes clave (personas de más edad o que han tenido algún cargo en la comunidad) opinaron que el agua del río era más clara en el pasado. En cambio, 3.4 % de quienes fueron considerados no informantes clave dijeron no saber si eso era cierto y 5.2 % de ellos opinó que no estaba de acuerdo en que antes el agua del río fuera más clara. Consideramos que esta diferencia puede estar asociada a que los no informantes clave han tenido menos contacto con el ecosistema del río y su conocimiento es menor al de los informantes clave. Para el desarrollo de políticas, estrategias y programas de restauración, la selección de los participantes locales estará influenciada por estas diferencias de conocimiento y percepción sobre el río, lo que genera diferentes visiones y conceptualizaciones. Su elección dependerá más de los objetivos a alcanzar, lo que requerirá la construcción de diferentes modelos de participación (Antunes et al., 2009).
Percepción sobre el origen de la contaminación del Río Tlapaneco
De los entrevistados, 82.1 % opinó que quien contamina el agua del Río Tlapaneco es la población en general; 56.8 % considera que la ciudad de Tlapa, el centro con mayor concentración poblacional de la cuenca, es la causante principal; 35.8 % cree que la contaminación se origina en la parte alta de la cuenca, de Copanatoyac a Tlaquiltzinapa. Solo 7.37 % mencionó que se origina en la zona baja de la cuenca, de Atlamajac a Huamuxtitlán.
La principal fuente de contaminación identificada fue la descarga de aguas residuales (65.3 % de los entrevistados); 25.3 % consideró que la contaminación es causada por residuos sólidos (basura); 4.2 % por desechos de clínicas, talleres mecánicos y lavado de autos; y 5.2 % por el aumento de la población, falta de tratamiento de aguas negras y falta de conciencia de la población. El que las descargas de los drenajes sean percibidos como la causa principal de contaminación por la mayoría de los entrevistados coincide con lo reportado por Crona et al. (2009), quienes mencionan que las comunidades localizadas cerca de las descargas de aguas residuales son los que perciben más el problema de la contaminación. En cambio, la población de centros urbanos densamente poblados, además de las descargas de aguas residuales dan un peso importante a factores como la generación y disposición de residuos sólidos (Arellano et al., 2009).
Percepción sobre los efectos de la contaminación del Río Tlapaneco
La población de la cuenca percibe que la contaminación le afecta directamente. Al entrevistar a la gente, 98.9 % contestó afirmativamente a que afecta él y a su familia; 55.8 % consideró que deteriora su salud; 15.8 % obtiene menor cosecha; 9.5 % dijo que solo sirve para regar algunos cultivos; 8.4 % mencionó que contamina a los alimentos y no puede pescar; y 5.3 % que genera mal olor y perjudica al ambiente. El 100 % manifestó que la contaminación del agua afecta a otras personas de su comunidad, principalmente en su salud (56.8 %), en el riego de ciertos cultivos y su producción (30.5 %), y porque contamina a las fuentes de agua potable y productos agrícolas (10.5 %). El 27.4 % mencionó que dejó de sembrar sandía, melón, chile verde o jitomate; 27.4 % dejó de usar el agua para beber, lavar o bañarse; 17.9 % dejó de sembrar cultivos diferentes a hortalizas; 12.6 dejó de pescar, y 10.5 % dejó de frecuentar el río o de usarlo en general. El 93.7 % consideró que tuvo alguna pérdida económica por la contaminación del agua del río Tlapaneco; 47.4 % tuvo menores ingresos, 42.1 % adquirió productos sustitutos (agua de pipa o de garrafón y peces), y solo 4.2 % tuvo pérdida total alguna vez.
Los entrevistados están conscientes de las consecuencias de la contaminación del río sobre las actividades agrícolas y recreativas. Todos los entrevistados consideran que el agua del río no es limpia y que es de mala calidad para el cultivo de hortalizas porque enferma las plantas, contamina la cosecha y ésta no se puede vender. Además, 74.7 % considera que no es buena para bañarse. Esta percepción se debe a que consideran que al bañarse en el río el agua provoca alergias (irritación, ronchas, comezón) o granos en la piel. Es notable el consenso sobre la baja calidad del agua del río para la producción agrícola, lo que se explica porque la agricultura ribereña depende del riego con agua del río. El que los pobladores pongan más atención a los efectos en los cultivos coincide con estudios que han mostrado que los usuarios perciben más claramente los efectos sobre la producción que sobre el ambiente (Barnes et al., 2009). Los entrevistados se mostraron preocupados porque la producción no se puede vender, no tanto por los efectos sobre la salud de la población que consume los productos agrícolas, lo cual coincide con la actitud de productores rurales de otras regiones (Carr et al., 2011). La percepción sobre los efectos en la salud de quienes utilizan el agua del río se relaciona con la experiencia previa del individuo, como lo reportan Fleisher y Kay (2006) quienes encontraron que los bañistas que usan frecuentemente aguas reportadas como contaminadas tienen un mayor sesgo de percepción en el riesgo de contraer enfermedades de la piel, debido a bañarse en esas aguas, en comparación con los no bañistas.
Aunque la población ribereña pone mayor atención a los efectos de la contaminación del río sobre la producción agrícola percibe también los efectos ecológicos de la contaminación; 81.1 % manifestó estar de acuerdo en que antes había más peces en el río y 18.9 % muy de acuerdo. Consideran que antes los pobladores pescaban en el río y ahora ya no lo hacen y que los peces han disminuido debido a la presencia de contaminante en el agua del río (grasas, cloro, aceites y pesticidas). También consideran que antes había más aves en el río y sus márgenes (86.3 % manifestó que estaba de acuerdo y 7.4 % muy de acuerdo). Esto lo asocian a que antes había más alimentos porque el agua estaba menos contaminada. La comprensión que los residentes tienen del problema de contaminación del río, de sus causas y de sus consecuencias, es importante para que asuman su responsabilidad en la restauración y conservación del río, así como en la inducción de una conducta conservacionista (Larson et al., 2009)
Soluciones percibidas de la contaminación del agua
El 61 % de los entrevistados considera que la contaminación del Río Tlapaneco tiene solución, mientras que para 39 % es un proceso irreversible. A pesar de que la mayoría de los entrevistados es mayor de 50 años tienen una opinión positiva sobre la rehabilitación del río, a diferencia de residentes de poblados ribereños de otros lugares de edad similar que expresan opiniones pesimistas sobre el tema (Braun y Shoeb, 2011). En cuanto a los responsables de la restauración de la calidad del agua del río, 34.7 % de los entrevistados contestaron que es la población, el gobierno de los tres niveles (municipal, estatal y federal) y las instituciones; 28.4 %, que es responsabilidad del presidente municipal y las dependencias, con apoyo de legisladores, mientras que 20 % cree que deben ser el municipio de Tlapa y otros municipios que causan la mayor contaminación, con apoyo de dependencias.
En la percepción de la solución de la contaminación del agua, coincidentemente con lo expuesto por Balkema et al. (2002), 16.8 % de los entrevistados consideran que la solución está en la construcción de plantas tratadoras de aguas residuales municipales, y el 10.5 % considera otras opciones de tratamiento, como fosas de filtración. También se considera importante la concientización de la gente, en el sentido de no tirar basura al río y que recolecte la que ya existe, opinión expresada por 23.2 % de los entrevistados. El 12.6 % cree que la solución está en la organización de la población (incluyendo a grupos de orientación en asambleas y reuniones). Los entrevistados están conscientes de que la descontaminación del río Tlapaneco es cara o muy cara, principalmente porque es un río extenso, opinión compartida por 72.6 %. El 9.5 % considera el saneamiento del río solo es factible económicamente si se tiene la participación organizada de los residentes locales.
La población es escéptica en cuanto al papel de las autoridades en la solución del problema. El 55.8 % de los entrevistados cree que las autoridades solo hacen promesas; 12.6 %, porque las autoridades no cumplen por falta de recursos económicos; 10.5 %, que lo harían si el pueblo presionara; y 7.4 % cree que las autoridades no se hacen responsables del saneamiento del río, aunque es su deber porque perjudica al pueblo. La confianza en las instituciones y autoridades es importante para cualquier iniciativa de saneamiento del río y, aunque en este caso es baja, es posible involucrar a la población debido a que la mayoría está consciente del problema; como reportan Jorgensen et al. (2006), la falta de confianza en las instituciones no siempre está asociada con actitudes ambientales negativas y con una baja disposición a pagar por mejorar la calidad de aguas contaminadas. Es necesario que las instituciones gubernamentales reconstruyan su capital social con las comunidades y un medio es el diálogo con ellas, ya que en los proyectos de restauración ecológica la población espera ser parte activa del proceso o, por lo menos, ser consultada (Tunstaff et al., 2000).
Beneficios futuros percibidos del saneamiento del río
Los entrevistados perciben los efectos positivos y beneficios futuros del saneamiento del Río Tlapaneco. El 63.2 % considera importante o muy importante el que sus hijos y nietos disfruten de un río con agua limpia para usos agrícola, doméstico y recreación, mientras que 30.8 % considera que se evitarían enfermedades y conflictos entre usuarios del agua. Es importante el hecho de que aun cuando la población ribereña se preocupa por la calidad del recurso para las generaciones futuras, esta preocupación está asociada a un beneficio de uso esperado. Esto es importante de considerar en el diseño de cualquier programa de sensibilización ambiental y de saneamiento del río, ya que hay evidencia de que la gente tiene una mayor disposición a participar cuando percibe beneficios para el individuo o la comunidad que cuando percibe riesgos o daños reales (Hartley, 2006). Complementa también la idea de que las decisiones ambientales forman parte de un proceso a largo plazo en el que la gente evalúa beneficios y costos futuros, no solamente presentes (Hendrickx y Nicolaij, 2004).
Conclusiones
La población de las comunidades usuarias del Río Tlapaneco reconoce que está contaminado y que les afecta en su salud, producción agrícola y actividades recreativas. También, identifica las fuentes de contaminantes y considera que el saneamiento del río es deseable. En cambio, hay divergencia de opiniones en cuanto a quienes deben ser responsables del saneamiento del río, y hay un alto grado de escepticismo sobre la disposición y la responsabilidad de las autoridades federales, estatales y locales para solucionar el problema. La reconstrucción del capital social de las instituciones gubernamentales relacionadas con el manejo y saneamiento del recurso hídrico del Río Tlapaneco requiere incorporar la opinión y participación de los residentes ribereños en los procesos de planeación y ejecución de estrategias y programas, no solamente como sujetos encargados de llevar a cabo actividades establecidas por tomadores de decisiones en las esferas gubernamentales.