Introducción
El Códice Pérez es un documento compilado por Juan Pío Pérez en la primera mitad del siglo XIX. Este manuscrito contiene diferentes materiales con temáticas muy diversas y que, en su mayoría, provienen de textos que conocemos como Chilam Balam. De forma breve, podemos decir que los Chilam Balam son documentos mayas escritos en caracteres latinos en lengua maya yucateca durante el periodo colonial y que recopilan información heterogénea, tanto de la tradición cultural maya como de la europea. Entre los temas que se incluyen en estos manuscritos destacan las profecías, la astronomía, la astrología, la medicina, la historia, entre otros. Estos libros son producto de sucesivas copias a lo largo de los siglos en los cuales además se agregaron, modificaron y, seguramente, quitaron textos en función de los intereses de la comunidad o del copista.
Dentro de los contenidos del Códice Pérez se encuentran el ya perdido Chilam Balam de Maní, aunque sea de forma parcial, y fragmentos del Chilam Balam de Ixil y de otros documentos que Juan Pío Pérez encontró y copió. A lo largo del manuscrito se repiten algunos contenidos, no de manera literal, sino que aparecen copiados de fuentes distintas y, por tanto, son pasajes cognados o paralelos. Algunos ejemplos son los fragmentos que se estudiarán en este artículo, los cuales presentan la descripción de una tabla calendárica con una detallada explicación sobre el sistema de notación numérica maya de puntos y barras. Estos pasajes se encuentran en las páginas 91 y 92 (fragmento 1) y 165 y 166 (fragmento 2) del manuscrito original del Códice Pérez.3 En estos textos encontramos una descripción de una tabla con contenido calendárico y, como parte de la información proporcionada para comprenderla, se ofrece una explicación sobre el funcionamiento del sistema de notación numérica maya de puntos y barras que, probablemente, estaba cayendo en el olvido, de ahí la importancia de su registro y preservación. Esa explicación, igual que todo el fragmento, está escrita en lengua maya y tenía como destinatarios a los propios mayas, indicando, junto con otra evidencia interna, que en gran medida ese conocimiento se había perdido para el momento de la redacción del texto, que, como veremos, está fechado en la última parte del siglo XVII.
Este artículo4 parte de la premisa de que estos fragmentos pueden ser abordados como un ejercicio de écfrasis en el cual se describe una tabla que no ha llegado hasta nosotros. En primer lugar, se propone que un ejercicio de écfrasis inversa puede ayudarnos a conocer la imagen faltante y, en segundo lugar, que dicha tabla reconstruida puede ser estudiada desde un enfoque intermedial y, concretamente, iconotextual.
En este trabajo se entiende écfrasis como una forma de relación entre el texto y la imagen. La écfrasis fue definida desde la antigüedad de múltiples maneras y con definiciones más o menos amplias dependiendo de los autores. Desde la crítica contemporánea la écfrasis es, en un sentido amplio, “la representación verbal de una representación visual” (Heffernan 1993, 3) y esa definición nos sirve en este ensayo.
Es importante recalcar el carácter intermedial de la écfrasis y de los fragmentos que aquí se analizan, ya que mediante este recurso se “trasponen diferentes medios” (Artigas 2013, 14). Se entiende “intermedialidad” como un paradigma metodológico en el que el foco de análisis se encuentra en las relaciones dinámicas, los flujos y los desplazamientos entre diferentes medios.5 A su vez, se utilizará “medio” en un sentido amplio, por lo que resulta útil tenerlo en cuenta de las tres maneras propuestas y resumidas por Wiesing (2014) basado en sendos autores: “medio” como herramienta para mejorar la cognición humana; “medio” como posibilidad u oportunidad de múltiples conexiones; y, finalmente, “medio” como sistema de signos. Bajo esta relación entre medios, la iconotextualidad desempeña un papel importante para este trabajo, es decir, partimos del vínculo entre texto e imagen como dos medios distintos.
Es importante tener presente que mediante el iconotexto se diluye la distancia entre texto e imagen y se les considera un binomio inseparable. De este modo, en las obras iconotextuales, el lenguaje visual y el verbal están fusionados e integrados en un todo que no puede dividirse sin que la obra pierda su identidad semántica y estética (Giovine Yáñez 1996, 73).
En esta investigación, primero, se presentarán los fragmentos y una propuesta de su traducción, así como una interpretación de los mismos. En segundo lugar, se realizará un análisis de la tabla descrita, así como una posible reconstrucción general de esta. Finalmente, abordaremos la relación entre estos textos y sus imágenes ausentes, así como una propuesta para estudiar estas y otras tablas como objetos iconotextuales en sí mismos.
Los fragmentos de las páginas 91 y 92 y 165 y 166 del Códice Pérez
Los fragmentos que se estudiarán han sido traducidos total o parcialmente por otros autores en el pasado. El primero de ellos, por Ermilo Solís Alcalá, quien publicó una traducción completa de ambos fragmentos, junto al texto transcrito en maya (1949, 178-181 y 326-329). Contamos también con la traducción al inglés, pero basada en la versión castellana de Solís Alcalá, de Eugene R. Craine y Reginald C. Reindorp (1979, 89 y 171) . Asimismo, una parte del segundo fragmento fue traducida por María de Guadalupe Suárez Castro (2017, 51) . En un trabajo anterior (Scandar 2017, 235-240) en el que me centré en el estudio de un aspecto de estos fragmentos (la explicación del sistema de notación numérica maya) propuse una traducción propia que varía respecto a las otras publicadas en cuestiones que considero importantes para los objetivos propuestos en esta investigación. El texto en maya con algunos arreglos de transliteración y esa traducción, con algunas modificaciones, se presentan a continuación.
Fragmento 1 (páginas 90-91):
Ucalendarioil Romanozob, lic uxocol tumenel cilich nabil Iglesia Católica: ca utzac uyoheltabal huncetil uxocan ukinil u, uxoc habob ucalendarioil cristianoile: oxtzol utzolol inɔib yanob yalanob lay uxocol katunob yan ichil hunhunppel tii Ue: Ucatzuc uuichob u letrail, uuohil uzanzamal kin xocob, yan tac thun yetel paiche tupachob; he hunppel thune hunppel bin haabe, uaix cappele cappel bin haabe uaix oxppel thuun, ua canppel thune, canppel binbe, uaix oxppel thuun baixan: he paiche yan yokol xane, ua hunppel paichee, hoppel haab bin; ua cappel paichee lahunpiz bin, uaix hunppel paichee yan yokol xane; ua yan hunppel thuniee uacppel binbe: uaix cappel thune yan yokol paichee, uucppel binbe: ua oxppel thuun yan yokole, uaxacppel binbe:uaix canppel thun yan yokole paichee yanix thun yokol paiche uulucpiz: uaix cappel thune lahcapiz: ua oxppel6 thuune oxlahunpiz: he tun ucantzole inɔib letraobe lay umahancenil ukabaob chuuenob, hochob hach natebabal.7
[El calendario de los romanos, como es contado por la Santa Madre Iglesia Católica, para que sean entendidas conjuntamente la cuenta de los días del mes, la cuenta de los años del calendario cristiano.8 Las tres (hileras),9 que son ordenadas (y) que escribo, están debajo. Esta es la cuenta de los katunes [sic, por días]10 que hay en cada uno de los meses. La segunda (parte)11 son las representaciones de las letras (y) los signos. Cada día se contó con12 puntos y barras13 detrás: un punto un año será; si dos, dos años serán; si tres puntos, si cuatro puntos, cuatro serán; así mismo si los tres puntos.14 Esta barra tiene también (algo) encima.15 Si una barra, cinco años serán; si dos barras, diez serán; si una barra tiene encima (algo) también, si tiene un punto, “seis” hará;16 si dos puntos están sobre la barra, “siete” hará; si tres puntos están encima, “ocho” hará; si cuatro puntos están sobre la barra […]17 Si tiene punto sobre la barra,18 “once”; si dos puntos, “doce”; si tres puntos, “trece”. Mas la cuarta (hilera)19 que escribo con letras es la aclaración de los nombres de los chuen,20 imágenes,21 para que sean entendidos bien].
Fragmento 2 (pp. 165-166):
Ucalendariosob romanosob lic uxocol tumen Iglesia Católica lae ca utzac yoheltabal huncetil uxocan kinil uxoc haabob ucalendarioil22 cristianose oxtzol utzolol inɔib lae yanob yalanob. Lah capiz yuil calendario23 uhuntzuc taccaztilla xoc. Lay uxocol kinob yan ichilob hunhunppel24 ti ué. [U]catzuc25 uuichob uletraile u uohil u zanzamal tun xocob yantac thun yetel paiche tupachob hunppel thun hunppel bin halbebal, baix cappele baix oxppel thune canppele hoppel ucuch hoppel bin halabebal uaic cappel paiche lahunpiz uaix hunppel paiche yan yokol xane ua yan hunppel thunie uacppel uaix cappel thuni yokol payche uacppel (sic),26 uaxa[c]pel ua oxpel thun baix ua canppel uthunile yokol payche payanbe bolonpiz yalabal ua capay payche yanix thun yokole ua hunppel thune uaix cappel thune lahcapiz uaix oxpel thune oxlahunpiz hetun ucantzol inɔib ti letrase lay umahancenil ukabaob hunhunppel ti kayob hochob hach natabebal hek laobi lae yuun D. Juan Xiu Oxkutzcab tin hochah cen Diego chi escribano cofradia uay Mani lae heleac en 16 de julio ti yabil 1689 años, lay u kinil binicob ahoxkutzcab ti Ho tumenel utalel Lorenzillo yetel ingles ti loe Capitan Diego Balam Gobernador Pedro Puc y Diego Tuin alcaldesob Pascual Noh unohol regidorob.
[Los calendarios de los romanos, como son contados por la Iglesia Católica, para que sean entendidos conjuntamente con la cuenta de los días, la cuenta de los años del calendario de los cristianos. Las tres (hileras), que son ordenadas y que escribo, están debajo. Doce son los meses del calendario, la primera (parte) en nuestra27 cuenta de Castilla. Esta es la cuenta de los días que hay dentro de cada uno de los meses. La segunda (parte) son las representaciones de las letras (y) los glifos del mes. Entonces todos los días se contaron con28 puntos y barras29 detrás: un punto, “uno” es lo que significará; así, dos, así tres puntos, cuatro, (si) cinco lleva, “cinco” es lo que significará;30 si (hubiera) dos barras, “diez”, si una barra tiene encima algo también, si tiene un punto, “seis;” si dos puntos encima de la barra “siete;” “ocho” si tres puntos; así, si son cuatro los puntos delante sobre la barra, “nueve” es significado; si dos barras tienen puntos encima, “once” si es un punto; si dos puntos, “doce”; si tres puntos, “trece”. Mas la cuarta (hilera)31 que escribo en letras es la aclaración de los nombres de cada una de las imágenes32 presentadas,33 para que se comprendan bien, las cuales son de un documento34 de don Juan Xiu de Oxkutzcab. Yo que soy Diego Chi, escribano de la cofradía, aquí en Maní lo copié hoy en 16 de julio del año de 1689 años; este es el día cuando fueron los de Oxkutzcab a Mérida debido a la llegada de Lorencillo y los ingleses allí, el capitán Diego Balam, el gobernador, Pedro Puc y Diego Tuin alcaldes, Pacual Noh, el Regidor Mayor].35
El objetivo o intencionalidad detrás de estos textos y sus tablas queda expresado al principio de los fragmentos seleccionados. En el fragmento 1 dice: “ca utzac uyoheltabal huncetil uxocan ukinil u u uxoc habob ucalendarioil cristioanoile oxtzol utzolol inɔib yanob yalanob” [Los calendarios de los romanos, como son contados por la Iglesia Católica, para que sean entendidos conjuntamente con la cuenta de los días, la cuenta de los años del calendario de los cristianos. Las tres (hileras), que son ordenadas y que escribo, están debajo].36
Esto vendría a significar que el objetivo de las tablas y el texto que las explica era que se pudieran conocer al mismo tiempo, y por tanto correlacionar, la cuenta de los días del mes del calendario maya y la cuenta de los años del calendario cristiano.
Los fragmentos de las páginas 91 y 92 y 165 y 166 como ejemplos de pedagogía maya
Los libros de Chilam Balam fueron escritos con fines didácticos o pedagógicos e incorporaron textos de variadas fuentes y tradiciones culturales, funcionando como compendio de conocimientos. Entre las fuentes de estos manuscritos se encontraban los reportorios o almanaques europeos de los cuales los mayas tomaron numerosos textos, ilustraciones y formatos que adaptaron a su marco de referencia local (George-Hirons 2015, 532). En muchos ejemplos que ya han sido estudiados, principalmente por Victoria Bricker y Helga-Maria Miram (2002), en un primer lugar y, luego, por Amy George Hirons (2015), se observa cómo estos extractos de los reportorios servían al propósito didáctico de enseñar la ideología europea a una audiencia maya mediante un proceso de traducción cultural que dio como resultado lo que George-Hirons (2015, 532) denominó género híbrido.
Otras fuentes utilizadas fueron de origen indígena; la fundamental en la producción de los libros de Chilam Balam fue, seguramente, la tradición oral. En los fragmentos que aquí se estudian se encuentra un caso interesante. Se nos presenta un texto en maya que describe una tabla que, por lo que podemos reconstruir, era de formato europeo, aunque uno ya muy incorporado en los libros de Chilam Balam. La tabla mostraba, a la par, aspectos del calendario maya y del cristiano y, en el proceso de describir dicha tabla, que se ha perdido, se explica de manera muy didáctica el funcionamiento del sistema de notación numérica maya de puntos y barras mayas. Este conocimiento es señalado en maya en un libro de comunidad como eran los Chilam Balam, por lo cual podemos inferir que los destinatarios de toda esta explicación (calendárica y de escritura numérica) eran otros mayas en un momento histórico (fines del siglo XVII) en que este conocimiento tal vez se estaba perdiendo.
Leyendo los fragmentos aquí estudiados, se observa que el diagrama o tabla faltante incluía información de tipo calendárico de tradición indígena y europea. La tabla perdida vincularía algunos aspectos del sistema calendárico cristiano con otros del sistema calendárico maya. Como se mencionó, la tabla debió incluir algunos jeroglíficos, posiblemente del tzolkín, y sus numerales expresados con los logogramas correspondientes. De este modo, se aprovecha la oportunidad para indicar cómo funcionan los logogramas del sistema de notación númerico. Es así como explican a los mayas de su época -y de las siguientes generaciones-, en su propia lengua, cómo funciona un elemento de su cultura, y la manera en que lo hacen no difiere mucho de cómo lo explicamos nosotros hoy en día.
Las tablas descritas
Las menciones a “las tres hileras”, “la segunda parte” y “más la cuarta hilera” en el primer fragmento (91-92) y a “las tres hileras”, “la primera parte”, “la segunda parte” y “más la cuarta hilera” en el segundo fragmento (166-167) se refieren a un diagrama de algún tipo que, por desgracia, no se conserva. Si prestamos atención podríamos reconstruir entre los dos fragmentos, al menos parcialmente, este diagrama. La primera dificultad que tenemos para hacerlo es que no sabemos qué forma tenía, pero utiliza predominantemente el clasificador numeral -tzol que indica “cuenta para cosas puestas en orden y seguidas” o “para contar filas, hileras o carreras” (Barrera Vázquez 1980, 863). Podría considerarse confuso que en ambos fragmentos utilizan, para el número dos de su cuenta, otro clasificador numeral, -tzuc, el mismo que en el segundo fragmento también se utiliza para la “primera parte”. Este clasificador es el que se usa para pueblos, partes, párrafos, artículos, razones, diferencias, vocablos y montones (Barrera Vázquez 1980, 866); sin embargo, está describiendo el mismo diagrama. De este modo, aunque no sabemos la forma de la figura a la que se está haciendo referencia, posiblemente fuera algún tipo de tabla con hileras o filas en las que se presentaban diferentes datos. El segundo problema es que la cuenta de esas filas o hileras, lo cual se evidencia al observar que el texto, en ambos fragmentos, salta de “la segunda parte” a “la cuarta hilera”. Lo más probable es que esto sea un error y se esté refiriendo a la tercera, que es lo que Ermilo Solís Alcalá dedujo y así lo corrige en su traducción (1949, 329). La opción de que sean cuatro hileras y que se haya omitido una no es muy probable si tenemos en cuenta que al principio de ambos fragmentos dice: “Las tres (hileras), que son ordenadas (y) que escribo, están debajo”, además de que tiene mucho sentido que en la segunda parte o hilera se presenten los jeroglíficos y en la tercera “en letras” (en caracteres latinos), “la aclaración de los nombres de las imágenes presentadas”, como dice el segundo fragmento. En conclusión, lo más probable es que el diagrama en cuestión contara con tres filas, hileras o, más específicamente, columnas. La primera de ellas contendría la cuenta de los días de los doce meses del calendario europeo: la enumeración de los días que componen cada uno de los meses de enero a diciembre; la segunda, la “representación de las letras y los signos” del mes, es decir, y volveremos sobre esto en un momento, los jeroglíficos del tzolkín con sus numerales correspondientes expresados en sistema de puntos y barras; y, por último, la tercera contendría, a manera de biescrito, los nombres del tzolkín en caracteres latinos.
El formato aquí descrito es muy habitual en los libros de Chilam Balam en general, y en el propio Códice Pérez aparecen numerosos ejemplos de tablas con información calendárica de ambos sistemas (maya y europeo). En las páginas 1 a 24 del Códice Pérez se encuentran doce tablas con la enumeración de los días de cada mes del calendario europeo, el día correspondiente en el calendario maya en caracteres latinos y un augurio para esa fecha (Figura 1). En la página 38 del Códice Pérez (Figura 2), vemos una tabla que nos brinda información que correlaciona el año cristiano, el katún correspondiente expresado con número arábigo y el jeroglífico AJAW, y arriba vemos el año con numeral en punto y barra y día cargador en caracteres latinos (por ejemplo 3 kan). Mientras que, por ejemplo, en las páginas 153 a 165 (Figura 3) se ofrecen varias tablas en las que viene el Ahau Katún correspondiente tanto en escritura jeroglífica como en caracteres latinos y luego, abajo, el año cristiano y su equivalente maya nombrado con numeral y cargadores en caracteres latinos. En otras páginas del Códice Pérez aparecen los numerales en puntos y barras, por ejemplo, en la página 128 (Figura 4) del manuscrito original, en la cual también aparece a modo de biescrito el número arábigo correspondiente.
Como se ha mencionado, en este artículo se defiende la referencia a la presencia de jeroglíficos relacionados con estos fragmentos, lo cual, por otro lado, no debería sorprendernos, ya que el Códice Pérez es el manuscrito colonial con un mayor corpus jeroglífico. Sin embargo, sobre esto hay varias cuestiones que merecen ser analizadas.
En primer lugar, hay que con siderar dos frases que, aunque no son idénticas, se parecen mucho entre sí; me refiero a las que se encuentran en las líneas 26 y 27 de la página 91 y las líneas 2 y 3 de la página 166. La traducción de estas frases viene a ser, de la primera, “el segundo grupo son las representaciones de las letras y glifos / signos del mes” y, de la segunda, “la segunda (parte) son las representaciones de las letras y los glifos / signos del mes”. La palabra que aquí traduzco como signo o glifo es uohil (uoh-il).
Si bien es cierto que en los diccionarios coloniales uoh o uooh aparece con acepciones bastante variadas que incluyen las palabras castellanas carácter, letra, signo, símbolo, guarismo y jeroglífico (Barrera Vásquez 1980, 925), en la práctica se utilizan en numerosas oportunidades para referirse a estos últimos. Si pudiera quedar duda de esto, el texto se vuelve más claro a continuación.
Hacia el final de ambos textos encontramos una frase que dice, en el fragmento 1, “he tun ucantzole inɔib letraobe lay umahancenil ukabaob chuuenob, hochob hach natebabal” [mas la cuarta (hilera) que escribo con letras es la aclaración de los nombres de los chuen, imágenes, para que sean entendidos bien], y en el fragmento 2 dice “hetun ucantzol inɔib ti letrase lay umahancenil ukabaob hunhunppel ti kayob hochob hach natabebal hek laobi lae yuun D. Juan Xiu Oxkutzcab” [mas la cuarta (hilera) que escribo en letras es la aclaración de los nombres de cada una de las imágenes presentadas, para que se comprendan bien, las cuales son de un documento de don Juan Xiu de Oxkutzcab].
En la primera frase se encuentra el problema de traducción de chuen que, como ya se comentó en las notas de la traducción, según el Diccionario maya Cordemex sólo tiene dos acepciones y ninguna parece satisfactoria aquí. Las entradas que da el mencionado diccionario son, o bien el día del tzolkín, llamado chuen, o cuando aparece esta palabra con agentivo ah-, que no es el caso, que significa “artífice oficial de algún arte” (Barrera Vásquez 1980, 477). Sin embargo, si atendemos al contexto, y también al pasaje paralelo, parece bastante claro lo que se está queriendo expresar aquí: estamos ante una hilera o fila en la que se han escrito con letras los nombres de los jeroglíficos (posiblemente haga referencia a que se hizo en caracteres latinos y por eso utiliza la palabra letraob, plural maya para el préstamo del español letra, y no uoh como si lo hace unas líneas más arriba).37 Por otro lado, ambos fragmentos utilizan la palabra hochob. Acerca de cómo traducir hoch en este contexto se podría abrir una discusión. Como expresé ya en la nota 18, hoch significa imitar, copiar lo escrito, retratar, limpiar, pintar y también retrato e imitación (Barrera Vásquez 1980, 216). Por el contexto, Alfonso Lacadena García-Gallo (comunicación personal, mayo 2015) propuso traducirlo como “imagen”, aún a sabiendas de que no es una acepción registrada y así lo traduje yo en el pasado (Scandar 2017, 409 y 412). Por su parte, Suárez Castro (2017, 51) opta por traducir, en el segundo fragmento, ti kayob hochob como “en cantos copiados”, lo cual no me parece que haga sentido con el contexto,38 además de que hochob no es un participio. En las traducciones de Ermilo Solís Alcalá (1949, 181 y 329) , y por tanto en las de Craine y Reindorp (1979, 89 y 171), no parece estar reflejada esta palabra.
Una de las acepciones que sí está registrada es “retrato”. Un retrato, a pesar del uso más difundido, también es “aquello que se asemeja mucho a una persona o cosa” (Real Academia Española 2021), lo cual de alguna manera podríamos vincular con el concepto de copia. Todo esto me lleva a concluir que lo que quiso decir el autor en realidad está claro: se escribieron en caracteres latinos los nombres de los jeroglifos que fueron copiados en la tabla. Esas copias bien podríamos entenderlas como imágenes (siguiendo la propuesta de Lacadena) a los ojos de quien está redactando la explicación y de muchos posibles destinatarios, y con esa traducción, la comprensión del fragmento se facilita.
Otra evidencia que podría ratificar esta presencia de jeroglíficos es la mención, en el segundo fragmento, de Juan Xiu de Oxkutzcab. El texto dice que las imágenes presentadas, las cuales se aclaran con letras para que se comprendan, son de un documento de Juan Xiu de Oxkutzcab. Resulta que a este personaje se lo menciona en otro documento maya en el que también está vinculado con la escritura jeroglífica. En los Papeles de los Xiu de Yaxhá, un documento titulado “Fragmento de la historia de Yucatán” (Quezada y Okoshi Harada 2001, 99-101), fechado en 1685, se dice al finalizar:
Hoy en 29 de mayo de 1685 años
copié [esto] de un antiguo papel
el cual [está escrito en] caracteres
[que] se llama anahte (Quezada y Okoshi Harada 2001, 101)
La palabra que aparece en el texto maya, que es traducida como “caracteres”, es calacteres y la palabra que aparece como “anahte” es anates. A pesar de la opinión de los editores y traductores de este documento, Sergio Quezada y Tsubasa Okoshi Harada, en esta investigación se defiende que con calacteres sí se está refiriendo a escritura jeroglífica. Los autores niegan la posibilidad de que este texto haya sido copiado de un escrito con jeroglíficos porque, según su opinión, si así fuera, hubiesen utilizado la palabra uooh (Quezada y Okoshi Harada 2001, 34). Sin embargo, es posible cuestionar la afirmación de que siempre que los mayas se referían a la escritura jeroglífica utilizaran este sustantivo. Además, la utilización de la palabra caracteres para referirse a los signos mayas que no se comprendían no es poco habitual, especialmente entre los textos hispanos, esto se observa en numerosos ejemplos del que se destaca aquí al propio Fray Diego de Landa, quien dice:
Que las ciencias que enseñaban eran la cuenta de los años, meses y días, las fiestas y ceremonias, la administración de sus sacramentos, los días y tiempos fatales, sus maneras de adivinar, remedios para los males, las antigüedades, leer y escribir con sus letras y caracteres en los cuales escribían con figuras que representaban las escrituras (Landa 1938, 75).
A lo dicho hasta el momento hay que sumarle que el texto de los Papeles de los Xiu de Yaxhá dice que se está copiando de un papel (o libro, porque usa la palabra hun) llamado anates, palabra que Quezada y Okoshi Harada reconocen, se traduce en diccionarios -por ejemplo el de Juan Pío Pérez (1866-1877, 11)- como “cortezas, pergaminos que servían a los indios para escribir o pintar sus historias con geroglíficos” (Quezada y Okoshi Harada 2001, 101, nota 64).
Por su parte, María de Guadalupe Suárez Castro, si bien no se pronuncia explícitamente sobre el tema de si Juan Xiú Cimé leía o no jeroglíficos, dice, basándose en este fragmento, que su nombre queda asentado por “quien entendía el contenido del texto”, y agrega:
El hecho de asentar su nombre suponemos que respondía, por una parte, al reconocimiento de la capacidad de éste para conocer los calendarios maya y cristiano, entendiendo así la palabra del chilan de Maní y, por otra, la presencia de alguien para legitimar el contenido del manuscrito, proponemos el chilan de Oxkutzcab, lo que además sugeriría la posibilidad de que los chilan de los pueblos se conocieran y reconocieran entre sí (Suárez Castro 2017, 51).
La idea de que aún hubiera personas con conocimientos de la escritura jeroglífica para fechas tan tardías como las señaladas en el los Papeles de los Xiu de Yaxhá y en el fragmento 2 aquí analizado del Códice Pérez (1685 y 1689, respectivamente) no resulta tan sorprendente si tenemos en cuenta los estudios de John Chuchiak IV (2004; 2010), quien demostró la utilización de textos jeroglíficos para bien entrado el siglo XVIII, en la zona oriental de la Península, y hasta la segunda década del siglo XVII, en el oeste. La información proveniente de estos fragmentos del Códice Pérez extendería entonces la presencia de personas con conocimientos del sistema jeroglífico hasta, por lo menos, el último tercio del siglo XVII en el oeste, aunque claramente era un sistema en declive y, justamente por eso, seguramente, se pensó necesario explicar cuestiones como el sistema de puntos y barras para que sea aprendido y comprendido por otros mayas.39
En este sentido, la última evidencia se puede leer al final del párrafo anterior de los dos fragmentos seleccionados. En ambos dice “heklay umaya letraob ɔibanob tuxocol yuil” (Solís Alcalá 1949, 178) (p. 91 del Códice Pérez), que se puede traducir como “he aquí las letras mayas que están escritas en la cuenta de los meses”. Como se observará, aquí no se usa uoh, sino el préstamo del castellano lestraob (letra-plural); sin embargo, a éste se le agrega el calificativo de maya, es decir, letras mayas, o sea, jeroglíficos.
Los fragmentos de las páginas 91 y 92 y 165 y 166 desde un punto de vista iconotextual
Los fragmentos objeto de estudio en este artículo pueden analizarse desde una perspectiva iconotextual en dos sentidos distintos. En primer lugar, ambos textos pueden ser abordados como un ejercicio de écfrasis. Como se dijo en la introducción, se puede entender este concepto como “la representación verbal de una representación visual” (Heffernan 1993, 3) . Sin embargo, como dice Irene Artigas (2013, 13), si seguimos a Ruth Webb (1999), el término tenía en la antigüedad un significado más amplio que tiene un matiz interesante, porque se refería a la descripción de una persona, un lugar, o una batalla. “Se trataba de un ejercicio retórico que debía hacer que el escucha [o lector] viera lo descrito ante sus ojos”. Quise destacar esto porque toca un tema que me interesa especialmente: el de la creación de imágenes mentales a través de los textos. En este caso, la creación de esa imagen reconstruida, a partir de esa tabla, constituye un ejercicio de écfrasis inversa en el cual los lectores podemos recrear la imagen a partir del texto. Cuando me refiero al concepto de écfrasis inversa estoy pensando en ejercicios más contemporáneos como el explicado por Darío Villanueva (2015, 37-38) , quien plantea cómo la realización de la película Manhattan (1921), de Paul Strand y Charles Sheeler, a partir del poema de Walt Whitman, resulta en una traducción de las imágenes verbales en la plasticidad de las imágenes cinemáticas.
Para llevar a cabo esa écfrasis inversa, se propone la tabla de la Figura 5. Hay que tener en cuenta que es una reconstrucción hipotética con el fin de ilustrar cómo se vería la tabla de manera general. Aquí se parte de la idea de que habría habido doce tablas como la que se presenta, una para cada mes del año, y que no sabemos para qué año fue hecha y, por tanto, no podemos saber el contenido exacto de la tabla. Para el ejercicio de la Figura 5 se eligió presentar la información para el mes de enero del año 1689, que es el mencionado en uno de los fragmentos analizados. Para calcular el día correspondiente se usó la correlación 584283 GMT a modo ilustrativo.40 Los jeroglíficos del tzolkín que se ven en la segunda columna fueron extraídos de otras secciones del propio Códice Pérez.
Reconstrucción general e hipotética de la tabla descripta en los fragmentos de las páginas 91-92 y 165-166 del Códice Pérez.
Es importante dejar claro que, como se dijo en la introducción, el medio puede ser entendido de diferentes formas no excluyentes entre sí. De este modo, en el caso concreto de los fragmentos que aquí se estudian, hay diferentes medios. En primer lugar, la palabra, el medio verbal, y la imagen descrita, la tabla. En segundo lugar, la tabla contenía diferentes medios a través de distintos sistemas de signos: alfabético y jeroglífico. Estos medios fueron usados como herramientas para mejorar la cognición humana y ahí entra en juego el elemento fuertemente pedagógico de estos fragmentos que ya fue mencionado. En sí mismos, estos textos son una herramienta que explica cómo funciona la tabla, pero además refieren a la notación numérica maya de puntos y barras, un sistema expresado en otro de signos y, por tanto, en un medio distinto. Además, la imagen, la tabla, constituye otro medio y funciona para comprender mejor las equivalencias entre dos sistemas calendáricos diferentes, que en realidad son dos maneras de entender el tiempo y el mundo. La tabla opera también como biescrito entre el sistema alfabético y el jeroglífico, estableciendo una relación dinámica entre ambos medios.
Justamente -y este sería el segundo sentido en que se puede hablar de iconotextualidad en el análisis de estos fragmentos del Códice Pérez-, aquí se quiere proponer que estas tablas son en sí mismas iconotextos. Es decir, que son objetos en que la escritura y la imagen están juntas relacionándose y construyendo significado. La tabla puede ser entendida como una imagen en sí misma (que, como se dijo en el párrafo anterior, estaría interactuando con los textos que la explican), pero también en su interior se establecen fuertes relaciones intermediales entre los jeroglíficos (en este caso logogramas) que, a pesar de ser escritura, y por tanto estar ligados a una lengua, también funcionaban de manera visual. En primer lugar, porque la escritura, y más una escritura que conserva un carácter figurativo relativamente alto, está meticulosamente integrada con la cultura estética (Houston y Stauder 2020, 9) y, en segundo lugar, porque estos textos no pueden disociarse de un contexto cultural en el cual se estaba perdiendo el conocimiento de este sistema, y de ahí la propia explicación contenida en el texto.
En cierto punto, la imagen-tabla puede verse como un ejemplo de lo que Janet C. Berlo llamó textos incrustados (embeddes texts), aunque cumpliendo funcionalidades muy diferentes a las que este tipo de relación iconotextual tuvo en época prehispánica (vid. Stone y Zender 2011; Salazar Lama y Valencia Rivera 2017) y que incluso se pueden ver en otros ejemplos de los libros de Chilam Balam. Esta idea seguramente podría ser explorada más en profundidad en un estudio más completo que implique los diferentes tipos de tablas presentes en los libros de Chilam Balam.
Consideraciones finales
En este artículo se estudiaron dos pasajes paralelos del Códice Pérez en los cuales se presenta una descripción ecfrástica de una tabla con contenido calendárico. La explicación incluye todo lo necesario para entender el diagrama, incluyendo una exposición didáctica sobre el funcionamiento del sistema de notación numérica maya de puntos y barras. Del mismo modo, el objetivo declarado para la tabla de correlación de sistemas calendáricos también nos habla de una función pedagógica muy característica de los libros de Chilam Balam.
La écfrasis presente nos permite, a través de una écfrasis inversa, reconstruir, al menos de manera general, las tablas que debieron acompañar a ambos fragmentos (Figura 5), pero que no han llegado hasta nuestros días, perdiéndose seguramente en alguno de los procesos de recopiado característicos de los textos conocidos como de Chilam Balam. Esta metodología plantea la posibilidad de ser utilizada en otros casos en que la imagen se ha perdido como, por ejemplo, la página 40 del Chilam Balam de Kaua (Bricker y Miram 2002, 153), en la cual encontramos un texto que describe una imagen en la que seguramente aparecían los planetas y su relación con las partes del cuerpo a las que afectan.
Es importante recalcar que parte del estudio consistió en retraducir los fragmentos. Una traducción lo más apegada al texto posible dio como resultado cambios en la comprensión de la tabla, no dejando ninguna duda sobre la presencia de jeroglíficos en ellas.
Finalmente, se realizó una primera aproximación a lo que creo que podría ser una vía de estudio muy fructífera. Se trata del estudio de las tablas, no sólo como un diagrama didáctico que funciona como imagen y por tanto se relaciona de manera iconotextual con el texto que la describe, sino también como un iconotexto en sí mismo lleno de relaciones intermediales.