Introducción
Con tus odios no,
con tus hijes sí.
Aplastando sus afectos
les verás sufrir.
Con tus miedos no,
con tus hijes sí.
Con la ESI las crianzas
pueden decidir.
Sudor Marika
Existe en diferentes partes del continente una arremetida conservadora, la que se encuentra agrupándose en contra de los derechos sexuales y reproductivos. Cada vez más pueden identificarse diversos movimientos que no solo reflejan el accionar de las Iglesias tradicionales, sino que han formado otro tipo de instituciones que han dado vida a un activismo fundamentalista.1 Los casos de Bolivia, Colombia, Ecuador y del Perú son un ejemplo claro de ello.2 En el abanico de posibilidades para abordar esta situación aparecen las críticas realizadas por las propias narrativas religiosas, las cuales se consideran en este ensayo.
Es ahí donde destaco lo que podría llamarse “teologías críticas”, es decir, una serie de posicionamientos disciplinarios que no coinciden necesariamente ni con las doctrinas de las distintas iglesias ni con el canon extendido de esa ciencia.3 Para la comprensión de este ensayo, se destacan las teologías feministas que se desarrollan desde las distintas identidades de mujeres en muchos ámbitos políticos y sociales4 y las teologías queer/cuir que tienen como punto de partida lo sexual como crítica estructural.5
En ese sentido, desde una perspectiva teológica queer, Marcella Althaus-Reid propone en su ‘teología indecente’ -siguiendo a Sartre- la obscenidad como elemento que permite mostrar la carne,6 la cual habría sido recubierta no por motivos climáticos, sino moralizantes. Aquí se halla como horizonte el desnudamiento, que se convierte en una herramienta política que permite establecer que, en principio, existe una distribución social que no solo ha vestido cuerpos, sino que también ha revestido conceptos e ideas para generar una estructura alienante.
Teniendo en cuenta lo planteado por Baudrillard en Cultura y simulacro: “la simulación parte del principio de equivalencia, de la negación radical del signo como valor, parte del signo como reversión y eliminación de toda referencia”,7 los discursos de grupos fundamentalistas se sistematizan como una simulación en el sentido baudrillardiano. Es decir, se presentarán distintas realidades que quieren mostrar estos grupos con la finalidad de sostener sus postulados y mantener su vigencia política, para ello emplearán medios de comunicación social que permitirán repetir sus ideas e impedir que se desarrollen derechos hacia las mujeres y las diversidades sexogenéricas.
Se quiere mostrar la existencia de una forma de sectores religiosos fundamentalistas para presentarse en el espacio público ocupando como estrategia un discurso que manipula hechos, escenarios, personas o historias personales. De esta premisa parto para nombrar ‘discursos de disfraz’ a tales acciones empleadas por grupos religiosos del amplio espectro cristiano, que no se reducen a una denominación tanto como a la agrupación de ellas con un propósito, validarse frente a las distintas sociedades en Latinoamérica y evitar que poblaciones vulneradas históricamente encuentren derechos.
Para desnudar tal simulación propongo en este ensayo un encuadre del uso de la expresión ideología, debido al empleo que realizan estos sectores, lo que será presentado en la primera parte del ensayo, luego expondré cuatro discursos de disfraz con las que se muestran estos grupos, principalmente en redes sociales y en distintas entrevistas que se realizan a sus portavoces, lo que serviría para encuadrar sus discursos y posiciones políticas desde una crítica de género y religión. Estos discursos forman parte de intervenciones de personas tanto católicas como de quienes viven otras espiritualidades cristianas, principalmente líderes laicxs.
Por esta razón, más que atender un marco temporal concreto se toma por decisión ocupar distintos mensajes emitidos por sus brazos políticos durante ciertas acciones relacionadas a su trabajo, las que serán especificadas en cada una de las intervenciones colocadas en el texto.
Ideología del odio
En muchos espacios políticos y religiosos se emplea con mucha frecuencia, alarma e, incluso indignación, la expresión ‘ideología de género’, la que se trata de una estrategia política para desinformar a personas en la región con respecto a sexualidades e identidades de género.8 Esta no tiene nada que ver con la propuesta butleriana que indicaría cómo el género, al que identifica como construcción social al igual que el sexo, domine el espacio público y controle las identidades,9 sino más bien con una forma de nombrar todo lo relacionado con los estudios de género y todo esfuerzo relacionado con derechos, particularmente, de las diversidades sexogenéricas, esto incluye una educación sexual integral.
Para comprender tal expresión y su genealogía nos debemos remontar a las múltiples reacciones de El Vaticano a la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer realizada en Beijing en 1995. Estas pueden identificarse en:
Todo esto llevará a que se plasme un panfleto escrito por un obispo católico del Perú, Óscar Alzamora, con el título “La ideología de género. Sus peligros y alcances”,13 texto que reaccionará contra los estudios de género debido a que la mentada asamblea cuestionaría la forma clásica como se ha comprendido esta categoría analítica y, particularmente, la posición de las mujeres en el espacio público. Este dato debe ser resaltado desde la actitud denunciada por feministas descoloniales,14 quienes recuerdan que el pensamiento contemporáneo responde a una modernidad/colonialidad que ha creado como molde al hombre, burgués, educado y blanco. Desde allí puede identificarse también la actitud de la Iglesia católica como colonialista, dado que sus postulados son impuestos desde una institución que normaliza su posición y la coloca como única y auténtica.
Añadiendo a este escenario, desde hace mucho tiempo asistimos a una domesticación de las luchas sociales y al empleo de sus estrategias desde otras posturas políticas. El uso de marchas, plantones, manifiestos, huelgas de hambre, pronunciamientos son una serie de mecanismos que están siendo ocupados por sectores que se encuentran en contra de los derechos de las mujeres y diversidades, apropiándose de estos gestos. Tal apropiación, como también defenderá Judith Butler en otro momento de su reflexión, dista de estos grupos en una razón fundamental: la vida de estos grupos no se encuentra en riesgo o vulnerabilidad como sí lo está la de nosotrxs,15 quienes hemos sido postergadxs de la sociedad.16
Es así como encuadro este ensayo en un contexto concreto: hablar en primera persona debido a que formo parte de una colectividad que lucha en el continente por sus derechos, es decir, enunciándome como marica cristiana.17 Y, además, cuestionando desde tal vulnerabilidad la expresión ‘ideología’ para mostrar en estos momentos cómo el genitivo ‘de odio’ forma parte de la identidad grupal de grupos religiosos en el continente que amenazan nuestro derecho a aparecer18 y emplean como estrategias no solo discursos y prácticas políticas desde puestos de gobierno, sino también un victimismo y la manipulación de información.19
Spadaro y Figueroa llamaron ‘ecumenismo del odio’ a un fenómeno raro y particular del siglo XXI, se trataba del hecho de que denominaciones cristianas, las que era imposible que se encuentren en espacios de reunión o coordinación, ahora se juntaban en contra de un enemigo común, lo que, robando la matriz crítica, bautizaron como ideología de género. Este grupo, según esos investigadores, se caracterizaría por la intolerancia, el purismo, el reduccionismo como metodología exegética y el ultraliteralismo como clave para interpretar lo que consideran como sus escrituras sagradas.20 Joseph Ratzinger en la misa pro eligendo Pontifice -poco antes de ser elegido Papa- alertó al catolicismo romano que existía una dictadura del relativismo con estas palabras:
¡Cuántos vientos de doctrina hemos conocido durante estos últimos decenios!, ¡cuántas corrientes ideológicas!, ¡cuántas modas de pensamiento! [...] La pequeña barca del pensamiento de muchos cristianos ha sido zarandeada a menudo por estas olas, llevada de un extremo al otro: del marxismo al liberalismo, hasta el libertinaje; del colectivismo al individualismo radical; del ateísmo a un vago misticismo religioso; del agnosticismo al sincretismo, etc. Cada día nacen nuevas sectas y se realiza lo que dice san Pablo sobre el engaño de los hombres, sobre la astucia que tiende a inducir a error (cf. Ef. 4, 14). A quien tiene una fe clara, según el Credo de la Iglesia, a menudo se le aplica la etiqueta de fundamentalismo. Mientras que el relativismo, es decir, dejarse “llevar a la deriva por cualquier viento de doctrina”, parece ser la única actitud adecuada en los tiempos actuales. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida solo el propio yo y sus antojos.21
Y es que, siguiendo su lógica, y la posición que toma con sus palabras acerca del fundamentalismo,22 realizaba una dicotomía que ubicaba como indicador principal la defensa de su fe en contra de una posición filosófica a la que temerían profundamente, los estudios de género se encuentran allí.
Es así como el miedo a todas las corrientes sociales, políticas y filosóficas que desbaraten su teoría social puso carta de ciudadanía a un integrismo que anhelaba un pasado mejor, especialmente relacionado con el poder que tenía la institución en la fase occidental llamada premoderna. Me parece necesario, en ese sentido, comprender el fundamentalismo religioso como una respuesta incorrecta a una necesidad real: tener seguridades. Para analizar tal fenómeno social podría tomarse en cuenta el trabajo de Daylíns Rufín, que establece como ejes lo sociopolítico, su actitud frente a temas de género, los análisis bíblico-teológicos y las estrategias comunicacionales.23 Estos avances de retóricas buscan validarse en una serie de datos que Angélica Motta ha llamado “biología del odio”,24 debido a que emplean como herramientas discursivas la naturalización de las diferencias, un reduccionismo narrativo en torno a la biología que identificaría género con heterosexualidad y el gen humano como única medida de la existencia humana.
Lo que llaman ‘ideología de género’ se trata, entonces, de un mecanismo que permite a estos grupos -ansiosos de un pasado de dominio y de un futuro en el cual lo puedan recuperar- crear un enemigo común al cual odiar y temer, para esto se ocupan narrativas que puedan causar impacto o confusión. No cabe duda de que el contenido de la frase atribuida a Goebbels es real: “miente, miente que algo quedará”, y es lo que ha sucedido en una sociedad como la latinoamericana. Se pueden ver ejemplos en el Perú, Colombia y Ecuador con movimientos como “Con mis hijos no te metas”25 o el Frente Nacional por la Familia en México,26 ambos movimientos muy cercanos a los fundamentalismos cristianos, y que han empleado el discurso acerca del bien de las infancias para simular su afán político.
Acerca de la simulación o discursos de disfraz que deben ser desnudados
En el apartado anterior se examinó cómo ocupan el concepto ‘ideología’ grupos religiosos cristianos, que se pueden identificar también como conservadores. Además, se consideró como herramienta comunicacional nombrarle ‘ideología del odio’, siguiendo los postulados teóricos de Spadaro, Figueroa y Motta. Y partiendo de la comprensión de simulación, expuesta en la introducción, presento algunos discursos de disfraz empleados por grupos cristianos conservadores, de modo que puedan ser reconocidas y develadas sus intenciones y también como elementos que puedan ayudar en el análisis de sus discursos. Esto responde a una visión teórica concreta, la de desnudar cuerpos discursivos que se presentan como decentes27 tal y como se afirmó en el inicio del texto.
Sugiero, entonces, hablar de “discursos de disfraz” que permitan desnudar la simulación de grupos religiosos cristianos de modo que se pueda exponer sus relatos y las variables que siguen como puente metodológico y así identificarles. Dado el rol que tienen, particularmente, en las redes sociales y su difusión, me parece importante considerar sus propios discursos y considerar cómo a partir de tres elementos tal y como son las subjetividades, la moral y lo organizacional, han ido adquiriendo presencia en espacios públicos. Para ello se considerará algunas participaciones públicas de ciertos personajes debido a su rol en el campo político a través de cuatro discursos y lo que estaría de fondo en su posición política, a saber, amor, cuidado, ciencia y democracia que esconden tras de sí odio, control, religión y teocracia, respectivamente.
Odio disfrazado de amor
En el último debate por la alcaldía de Lima28 uno de los contendores, Rafael López Aliaga, quien llegase a ganar dichos comicios, profirió una expresión que fue cuestionada rápidamente en redes sociales. Dijo: “Nosotros no predicamos el odio, predicamos el amor”,29 lo que llevó a cibernautas a recopilar declaraciones de este político, algunas escandalosas, como pidiendo la muerte de Pedro Castillo, ex presidente del Perú. Cuando se refirió de ese modo, Castillo era candidato en la segunda vuelta electoral y López no había pasado a esa ronda.30 No deja de llamar la atención su estrecho vínculo con un movimiento conservador católico, como lo es el Opus Dei, y su afinidad con el movimiento ecuménico Con mis hijos no te metas.31
El amor es una de las narrativas que han sido empleadas por personas de grupos religiosos en sus actuaciones realizadas en público. Sara Ahmed cuestiona que el objeto del amor de diferentes grupos sea ensalzado a tal punto que “[l]a presencia de […] otro se imagina como una amenaza al objeto de amor”32 y con eso pone en evidencia antagonismos maniqueístas. La actitud de estos grupos ha implicado una reescritura de los discursos para sostener tales antagonismos, donde se presentan como buenos frente a sus correspondientes opositores. Al emplear discursos dicotómicos que ubican al amor o a la verdad como bandera, estos grupos han generado una verticalidad tal que quienes son presentadas como buenas personas se encuentran por encima de las malas personas, a quienes habría que doblegar por todos los medios posibles según su retórica.33
Este trabajo comunicacional es realizado por estos grupos religiosos que presentan como formas únicas de realización para la humanidad el binarismo de género, la reproducción, la familia formada por padre, madre e hijxs y la heterosexualidad obligatoria34 en contra de los feminismos. Tales acciones son acompañadas por testimonios de personas que enarbolan sus banderas afirmando, por ejemplo, que personas sexogénero diversas habrían dejado de ser gays debido al amor compartido en sus espacios. Lo son el caso del actor colombiano Óscar Navarro o del ahora pastor Fernando Ñaupari en el Perú.
El alcalde de Lima, como un actor más en ese movimiento, es ejemplo de cómo los sectores conservadores y fundamentalistas emplean frases que pueden ser consideradas cliché para no abordar estructuralmente problemáticas sociales, políticas o culturales.
Control disfrazado de cuidado
Lo anteriormente comentado en los discursos de simulación de estos grupos religiosos cristianos redunda en lo que implicarían sociedades de control, las que son consideradas por Deleuze como el paso de las sociedades disciplinarias -identificadas por Foucault- a otras instancias que implican no un reinicio, sino una situación interminable, marcada por cifras configuradas por el capitalismo.35 Desde la perspectiva de los grupos fundamentalistas, este control disfrazado de cuidado es ejercido en todas las esferas de relación, no solo la pública, donde se han establecido en espacios políticos -con líderes concretos36 y curules parlamentarios de modo que puedan legislar e impedir leyes a favor de lo diverso-, sino también en lo privado, donde han venido empleando una serie de recursos condicionando consciencias a través de textos sagrados.
Como se mencionó en el primer apartado, uno de los problemas del fundamentalismo cristiano es su lectura literalista de la biblia, olvidando que las traducciones también implican un posicionamiento ideológico.37 De modo muy específico se han ocupado en contra de las diversidades los llamados textos garrote debido al uso violento en contra de ella, los que son: Levítico 18: 22 y 20.13; Génesis 19; Jueces 19; 1˚ Corintios 6: 9; 1˚ Timoteo 1:10; y Romanos 1: 26-27. Estos son analizados desde otras hermenéuticas, un texto un tanto reciente que les aborda es Amores bíblicos bajo Censura de Renato Lings38. A lo recientemente mencionado debe añadirse la lectura sistemáticamente misógina de los textos bíblicos que ha llevado, por ejemplo, a invisibilizar a las mujeres en el movimiento cristiano de la primera hora.39
En más de una ocasión ha aparecido en los discursos efectuados por grupos fundamentalistas la idea de cuidar a las infancias -aunque solo se refieren a ellas en masculino: los niños- de lo que han llamado un proyecto de homosexualización40 a través de sus redes sociales. Con actitudes como estas desconocen la experiencia humana con relación a las multiformes identidades y se oponen abiertamente a la visibilización y desarrollo pleno de las infancias trans*41 y a la educación sexual integral.42
La idea de cuidado, concebida como el reconocimiento de las muchas relaciones existentes y la responsabilidad con el entorno43 ha sido reducida por esos sectores a contenidos relacionados a sexualidad, siendo esta la primera y única gran batalla de estos grupos. Movimientos como “Con mis Hijos no te metas” o el “Frente Nacional por la Familia”44 han empleado de manera oficial esas expresiones, de modo que atemorizan a lxs miembrxs de sus iglesias, situación que ha permitido la movilización de muchas personas. De este modo su idea de cuidado está íntimamente relacionada con atemorizar.
Lo que claramente desean cuidar los grupos que se encuentran en contra de los derechos de las mujeres y de las diversidades son la familia heteroparental del matrimonio igualitario, cuidar a ciertas infancias frente a una imposible homosexualización y transexualización, cuidar a los supuestos bebés frente al aborto. Esta son las grandes banderas que desencadenan una batalla que se presenta como espiritual y alertando sobre lo que han llamado un “nuevo orden”,45 que tendría por misión aniquilar la familia, el matrimonio y la heterosexualidad.
Los discursos desarrollados a partir de estas tres situaciones mencionadas -familias, infancias, aborto- pueden identificarse como tecnologías relacionadas con el control de identidades y cuerpos que se basan tan solo en una mirada reduccionista del del mundo. La teoría social de estos grupos solo pondrá atención a temas relacionados a sexualidades, dejando de lado lo relacionado a corrupción, feminicidios, pedofilia o salud pública. A esto puede gráficamente llamársele una “moral del embudo”46 que pasa por lo ancho una clase de situaciones que no son tenidas por importantes, mientras que las que consideran con mayor intensidad pasan por lo angosto de su vista. Esto podría enunciarse también con lo que Clifford Geertz llamaría “selectividad secundaria”.47
Religión disfrazada de ciencia
Durante la 52 asamblea de la Organización de Estados Americanos celebrada en Lima, en octubre de 2022, hubo movilizaciones de sectores integristas en la ciudad capitalina. Poco antes de iniciar tal asamblea hubo un impasse debido a que se dejó ingresar a la plazuela interna del Congreso de la República de ese país sureño un automóvil que llevaba consigo la siguiente expresión: “OEA: A la mujer la define la biología, no la ideología”.48
Esta campaña era dirigida por la organización CitizenGo, con miras a conseguir firmas para que lxs representantes de los países participantes acudan al llamado en contra de lo que ellxs llaman ideología de género. Si bien la propuesta de esta plataforma no llegó ni a los 40 mil firmantes49 sí se pudo apreciar el desplazamiento de personas en aquella ciudad, noticia resaltada particularmente por ACIprensa, pasquín católico.50 De modo similar, la idea de diseño original para hablar de la familia ha sido un recurso muy recurrente en sus discursos, presentando de modo supuestamente no religioso sus ideas altamente religiosas.
En ambos casos nos enfrentamos a discursos políticos que ocupan su concepción de biología como forma de evitar presentarse como creyentes. Y es que, dado el poder que lo religioso ha ido perdiendo en el espacio público, debido a la deslegitimación de sus líderes o la laicidad vigente en algunos países, otro de sus discursos ha implicado trasladar el planteamiento creacionista, basado en la concepción de una pareja originaria como sostén de la humanidad, añadido a su hermenéutica bíblica premoderna, es decir, que no tiene en cuenta los estudios histórico-críticos,51 a otras narrativas que podrían presentarse como una secularización de su mensaje, pero que en la lógica de lo presentado se trataría meramente de un disfraz, de una simulación, como se viene afirmando en este texto.
Ciertamente, los fundamentalismos cristianos se oponen de modo directo al uso de toda herramienta heurística que no coincida con su cosmovisión, dado que -según su perspectiva- se trataría de elementos contrarios a la fe. Con ello se experimenta una interminable petición de principio que hacen impermeables a los textos que ellxs consideran sagrados, haciendo imposible también cualquier hermenéutica. Su regreso a lo que consideran fundamental - de ahí el adjetivo con el que se conoce a estos grupos, tal y como se explicó en la nota 22- implica un anhelo de un tiempo anterior en el que el control que lo religioso poseía era hegemónico, bajo una idea sacralizada también de ciencia, de conocimiento o de verdad.
Teniendo en cuenta lo anterior, su estrategia comunicativa redunda en presentar sus ideas bajo una comprensión de ciencia que no reconoce los avances en esas materias y anclan su discurso en proposiciones que nombran biológicas.52 No es difícil tener presente que la ciencia moderna hunde sus raíces en prácticas religiosas y también en su impedimento o rechazo, siendo la historia mucho más compleja que la oposición entre una y otra, establecida de modo clásico, pero no puede negarse que existen varias expresiones a través de la historia, muchas de estas concomitantes.53
En ese sentido es preciso recordar siempre, especialmente a aquellos grupos, que lo llamado ciencia ahora ha pasado por un largo proceso que ha tenido diferentes explicaciones, entre las más difundidas tenemos al falsacionismo popperiano54 o las revoluciones científicas de Thomas Kuhn55 que cuestionan el modo absoluto e inamovible de comprender cualquier ciencia. En medio de ese escenario me parece importante considerar también cómo los cuestionamientos de Donna Haraway56 y las epistemologías feministas nos han ayudado a comprender que la objetividad también ha sido un mecanismo manipulable para dominar a través de lo que Foucault llamó juegos de verdad.57
Los planteamientos religiosos de esos movimientos buscan presentar sus diferentes posturas como certeras, absolutas y finalizadas, tomando como parámetro una visión de ciencia desfazada, relacionada con posiciones positivistas, cuestión que ha sido criticada por las epistemologías feministas58 quienes han establecido cómo es que la ciencia se ha constituido desde unos cuerpos concretos que han dominado el espacio dado que tenían voz y presencia.59
Teocracia disfrazada de democracia
Este último discurso de disfraz guarda más relación con un proyecto político amplio que tiene como referentes personajes que exceden lo latinoamericano, pero en donde sí han incidido, convirtiéndose en modelos.
No puede dejarse de lado el rol activo que tienen líderes de denominaciones cristianas y su representación pública en todo el continente. Y si bien la vocería de estos movimientos no se reduce a pastores y pastoras de diferentes denominaciones cristianas, sí puede identificarse entre algunas de sus características un mesianismo político y un curioso uso de sus interpretaciones o posiciones como las que permiten revisar el mundo.
Un ejemplo de esto ya antiguo, pero modélico en varios sentidos, puede ubicarse en algunos de los discursos del ex presidente de Estados Unidos, George Bush. Considerando lo planteado por Juan Stam60 se recuerda que aquel mandatario fue un evangélico conservador que, habiendo salido del alcoholismo en 1986, luego se hace adepto de la primera Iglesia Metodista Unida, una denominación cristiana que más adelante vivirá un cisma por sus posiciones que son consideradas progresistas.61 Regresando a Bush es de destacar el empleo de expresiones de corte maniqueísta: buenos versus malos, siendo la causa que él defendía, obviamente la buena;62 se añade, además, su postura mesiánica, entendiéndose él mismo como llamado a liderar la batalla contra el mal,63 consolidándose años posteriores una alianza política con el Estado actual de Israel,64 que no tiene nada que ver directamente con el Israel bíblico; y, por último, destaca también el uso y manipulación de la oración, presentándose como un hombre de fe65 y su lucha como correcta.
La figura controversial de este mandatario puede ser comparada con el proceder de Jair Bolsonaro, en Brasil, Jeanine Añez, en Bolivia, Donald Trump, en Estados Unidos de América -personajes más recientes- o las de Alberto Fujimori y Alan García, en el Perú, en décadas anteriores. Estas personas públicas han tenido a su lado a un grupo de pastores evangélicos de corte conservador y fundamentalista que han servido para orar por ellxs, para que les impongan las manos como gesto de bendición, para predicarle a sus feligreses lo importante que es votar por ellxs.
El matrimonio sagrado entre política y religión es un fenómeno muy antiguo, pero no deja de ser llamativo el hecho que se permita vulnerar el principio de laicidad, bajo la idea de libertad religiosa. Los esfuerzos de lucha por hacer del ejercicio de esta libertad se han visto también manipulados por quienes fomentan discursos antiderechos, es decir, en contra de los derechos de las mujeres y de las diversidades. Además, este mismo recurso ha entrado en conflicto con el derecho a la libertad de expresión, la que es apelada para continuar con una agenda que reste independencia a los estados. Lo cierto e indudable es que por la vía democrática se está procurando imponer una estructura religiosa que coloca una divinidad por sobre toda humanidad y la ideología cristiana por sobre cualquier otra forma de pensamiento.
Propuestas a considerar desde género y religión66
Teniendo en cuenta lo mencionado líneas anteriores y retomando el argumento, me parece importante considerar cómo la idea de performancia planteada por Judith Butler67 se encuentra totalmente alejada de estas formas de aparición en el espacio público que poseen estos grupos. Podría extenderse para esas narrativas y gestualidades lo que Sara Ahmed nombra ‘no performatividad’, debido a que lo que realizan tales grupos fundamentalistas deja la situación sin crítica alguna.68 Lo planteado en torno a la queja por la feminista australiana sirve para comprender que un acto público realizado por parte de quienes detentan el poder no es para cambiar la realidad de injusticia, sino para que la situación no cambie de manera alguna, es decir, seguir manteniendo la impunidad.
De ahí que la insistencia en nombrarlo disfraz me parezca oportuno, debido a que detrás de su aparición pública se encuentran tecnologías sobre los cuerpos e identidades que al no poder ser leídos desde su gramática social son considerados de modo negativo desde su perspectiva esencialista.69 Por esta razón, es importante dar a conocer y extender las críticas realizadas desde las teologías feministas, basadas en la hermenéutica de la sospecha,70 y que desde los trabajos de compañeras del continente como Elsa Tamez, Irene Foulknes, María Pilar Aquino, Ana María Tepedino, Ofelia Ortega, Beatriz Melano, María Clara Bingemer, María Teresa Porcile, Consuelo del Prado, Silvia Regina Lima, Wanda Deifelt, Nancy Cardoso Pereira, Ivoni R. Richter, pioneras en ese campo han cuestionado el patriarcado cristiano estableciendo herramientas conceptuales y políticas.
También, desde la perspectiva de género y religión, considero las lecturas teológico-críticas efectuadas desde lo queer/cuir, propuestas que han permitido desentrañar otras miradas de lo divino. En esta línea cabe resaltar el trabajo, también pionero, de Marcella Althaus-Reid, quien buscó indecentar la teología,71 pero también los trabajos posteriores en el continente realizados por Córdova Quero,72 Méndez Montoya,73 Sánchez de León,74 Musskopf,75 Vega-Dávila,76 Padua Freire,77 por colocar algunos ejemplos.
Ambas posiciones críticas de los cristianismos desde sus propias estructuras, las teologías feministas y las teologías queer/cuir, si bien son marginales en muchos sentidos, debido principalmente a la institucionalidad, son herramientas que pueden ocuparse en la lucha contra los fundamentalismos porque su reflexión surge de la marginación tanto eclesial como social.
Me parece importante pensar en la divulgación y la deselitización de tales contenidos. Entiendo bien el esfuerzo de neologismos en nuestros trabajos de género, pero cuestiono que no tengamos incidencia, relevancia o significatividad porque existe aún una mirada vertical que considera, a quienes militan en espacios fundamentalistas, como sinónimo de iletradxs. Como afirma Priscila Barredo: “no podemos caer en la idea simplista e incluso colonial que mira a una masa de gente irracional, manipulable e ignorante como presa fácil de los evangelizadores del norte”.78 Esto es una trampa que coloca lo popular como inferior, reproduciendo el clasismo en otras esferas.79 Es así como lo enunciado se convierte en una invitación a que los contenidos que planteamos desde género puedan ser comprensibles. Esto, ciertamente, es una crítica a la forma de realizar ciencia, pero va más allá, es una forma clara y contundente de pensar en quiénes son nuestrxs destinatarixs y a quiénes queremos llegar.
De este modo, me parece pertinente reconocer la existencia de otras estructuras religiosas que se encuentran al margen y que no han encontrado visibilización debido al cristianismo hegemónico y sus reproducciones. Esto se ha dado debido a las temáticas planteadas por estos, tales como los cuestionamientos a la estructura patriarcal que es desarrollada también por personas de la disidencia sexual y de género, particularmente la de hombres que viven atracción por otros hombres. Es así como las comunidades de fe que no se encuentran en la institucionalidad de las denominaciones y su pelea por la aparición proponen la posibilidad de apostasía como acto formal, entre otras.
Reflexiones finales
Es importante conocer los espacios críticos y establecer redes, porque la amenaza fundamentalista es real y todo lo que toca lo destruye. Entiendo que las experiencias personales deban y puedan ser evidenciadas, pero desde la intersección religión y género me parece pertinente cuestionar la institucionalidad y el poder con la que grupos se han fijado.
Luego de lo examinado me parece significativo colocar el tema religioso y motivar que siga siendo reconocido en las ciencias sociales y humanas, que describen y analizan los fenómenos religiosos, tanto como desde las teologías y las narrativas creyentes, las que han quedado marginadas por distintas razones. Creo que en los debates actuales sobre el rol de lo religioso y su acción política tienen mucho que decir. Por ello apuesto también por una incidencia de cristianxs que activen por la laicidad y que evite la injerencia de iglesias en espacios de decisión bajo su régimen doctrinal, por esa razón me parece de suma importancia conocer esos discursos desde las bases creyentes para así reconocer sus estructuras y lidiar con ellas.
El fundamentalismo es una realidad que amenaza nuestros derechos, nuestras identidades y, en última instancia, nuestras vidas. Considerando la dimensión subjetiva abordada en este texto me parece importante tomar en serio cómo es que se construyen las identidades religiosas y la construcción de “enemigos”.80 Tener a quien odiar y tener miedo porque se trataría de una amenaza no es una forma nueva, lo realizó el fascismo, lo hizo el nazismo, lo usó Bolsonaro en Brasil, lo ha usado Meloni en Italia. Se trata de una estrategia política nada inocente que demanda de nuestra parte más información y presencia en espacios donde no siempre la academia llega.
Las formas de disfraz muestran cómo las narrativas acompañadas de gestos sostienen una simulación de situaciones. La estrategia ha sido la misma, colocar equivalencias de sus actos con expresiones que han empleado y desarrollado, incluso, sectores antagónicos a ellos. Con ello han negado el amor, el cuidado, la ciencia, la democracia y vacían contenidos para volverse referencia única de tales temas ocupando principalmente la posición política que poseen. En ese sentido se confirma la tesis de Baudrillard.
La presentación de estas características permite, en principio, establecer cuáles son las luchas a las que nos enfrentamos y lo importante que es desmantelar los discursos religiosos que se encuentran allí. Esto, como estrategia política, ayuda a balancear los posicionamientos abriéndonos hacia la pluralidad y la muestra de que otros cristianismos son posibles. Los disfraces mostrados ayudan para cuestionar las intenciones político-religiosas de estos grupos que buscan aniquilar los derechos de las diversidades y de las mujeres en su totalidad, bajo las simulaciones antes presentadas.
Si bien la dimensión moral establecida desde el control, tal y como se estableció, es una de las más difíciles de desmontar, se convierte en una tarea dado que son las formas más habituales de comprometer a las personas y generar culpas. Esta superioridad moral cuestionada a esos sectores fundamentalistas no puede ser reproducida por quienes nos dedicamos a temas de género. Es más, se convierte en un horizonte próximo erradicar la brecha entre quienes no tienen esta perspectiva y lo necesario que se hace que se manifieste en políticas públicas.
Me parece que es desde lo organizacional donde debe insistirse aún más la crítica de género, esto significa no dejar de cuestionar las instituciones y los modos con los que se han establecido, analizando las dinámicas de poder con las que se legitiman, las retóricas que han empleado y los cuerpos que han tenido mayor valor y presencia. El análisis de poder, lenguajes y cuerpos es una herramienta política.
Si bien es cierto que existe una matriz cristiana en el continente y que existen combates serios por la laicidad, no puede dejarse de considerar lo que se ha insistido en este texto, que el cristianismo se ha interpolado en la sociedad de modo que ya no aparece como religión, sino camuflada, simulando ser algo que no es. Lo que antes había sido considerado pecado, aberración o abominación, desde las teorías sociales cristianas, ha sido secularizado, buscando que siga siendo considerada una patología81 o ser penalizado. Por eso, sigue siendo una tarea denunciar tales tecnologías que son empleadas por diferentes agrupaciones con otros nombres y desnudar82 esos discursos que esconden intenciones de dominio absoluto sobre nuestros cuerpos e identidades.
Y ya que la apropiación de categorías analíticas, de manifestaciones sociales y culturales se ha convertido en parte de las estrategias políticas de los discursos de disfraz, queda un elemento que puede ser presentado con rotundez y se trata de lo que Judith Butler llamaría “nuestra condición vulnerada”.83
El mundo religioso es muy variado y necesita ser analizado desde diferentes perspectivas, lo que podría incluir las voces creyentes críticas. Camila Joselevich afirma desde su grupo de investigación cómo los problemas de teología política de la época que estudian sirvió para comprender un “mundo globalizado atravesado por el capitalismo y el neocolonialismo -y los patriarcalismos que con estos se engarzan-: el mesianismo, el universalismo, el monoteísmo y la noción de unicidad; la tensión entre ortodoxias y heterodoxias -y las nociones de ‘disidencia’ devenidas de aquella-; la potestas y la auctoritas y su relación con el cuerpo y el deseo; la noción de verdad histórica; la configuración de identidades en contextos de tensión entre dominación y emancipación o hegemonía y revuelta, etc.,84 de lo que se desprendería cómo el debate de lo religioso puede aportar en la construcción de conocimiento.
Desde género y religión pueden desnudarse esos disfraces que esconden políticas antiderechos. En este escenario me parece que es una decisión debatir lo religioso también con el conocimiento de sus propias herramientas y discursos, por ello me parece que la presencia de la teología en sus formas públicas o políticas requieren de nuestra atención.