Introducción
El contenido de agua en el suelo determina el grado de crecimiento de las plantas y el rendimiento de los cultivos. Una óptima programación de la irrigación requiere mediciones continuas del agua en el suelo (Poltoradnev, Ingwersen, & Streck, 2014). La distribución y proporción de los agregados del suelo inciden en las características físicas y químicas del suelo, porosidad y crecimiento del sistema radicular (Lipiec et al., 2007). Los cambios en la humedad de perfil superior del suelo dependen de la tasa de evapotranspiración de las plantas (función de las condiciones climáticas) y de las propiedades hidráulicas del suelo (Martínez-García, Pachepsky, & Vereecken, 2014).
La porosidad del suelo es un factor importante en la infiltración, conductividad hidráulica y retención de agua. Bruschi-Gonçalves et al. (2010), y Hongshuo, Rogers y Munroe, (2015) describen la densidad aparente del suelo como unas de las principales propiedades que influyen en las variaciones espaciales de la humedad del suelo. Holland & Biswas (2015) reportaron que las propiedades físicas del suelo que tienen un mayor efecto en la retención de agua del suelo en una plantación de vid fueron el contenido de arcilla y la densidad aparente del suelo.
El intercambio de bióxido de carbono y vapor de agua entre las hojas de las plantas y la atmósfera es regulado por los estomas; la relación de estos flujos determina la eficiencia intrínseca del uso del agua (EFi) y la productividad de las plantas (Lawson & Blatt, 2014).
El balance de flujos de vapor de agua y bióxido de carbono depende de las repuestas de los estomas a los cambios del ambiente y la sincronía de éstos con el mesófilo para la demanda de CO2 (Lawson & Blatt, 2014; McAdam & Brodribb, 2014; Wang, Hills, & Blatt, 2014; Xu, Li, Shao, Xu, & Nugroho, 2014; Li et al., 2015).
La EFi (definida como la cantidad de carbono fijado en la fotosíntesis por unidad de agua transpirada) (Ago et al., 2014; Lawson & Blatt, 2014) es usada como un indicador de la habilidad de las plantas para adaptarse al déficit hídrico en regiones semiáridas (Song, Zhu, Yan, Li, & Yu, 2015). Sun, Yan, Kang y Ma (2013) mencionan que la eficiencia intrínseca del uso del agua se puede incrementar con el cierre estomático.
Li et al. (2015) evaluaron la EFi de un cultivo de vid cv Merlot Noir bajo diferentes condiciones ambientales de una región de clima seco. Mientras que en un cultivo de manzana (Malus. domestica) (cv Pacific Rose), Liu, Cheng, Ma, Zou y Liang (2012) evaluaron la relación entre la EFi bajo diferentes programaciones de riego y déficit hídrico. También se han realizado mediciones de la EFi en sabanas, bosques de clima templado, subtropical y de coníferas (Mahrt & Vickers, 2002; Scanlon & Albertson, 2004; Yu et al., 2007).
México tenía reportadas en 2014 más 29 000 hectáreas de cultivo de vid (SIAP, 2015), con una producción de vinos de un poco más de 39 millones de litros, teniendo un consumo per cápita de 0.53 litros (OIV, 2015). La industria mexicana la componen los estados de Baja California, como principal productor, Coahuila, Querétaro, Zacatecas, Guanajuato y Aguascalientes. En su conjunto ofrecen más de 350 etiquetas de vino (El Economista, 2013).
Dado que la porosidad del suelo influye en la capacidad de retención de agua y esto, a su vez, en la tasa de traspiración y fotosíntesis, el objetivo del presente estudio fue evaluar el efecto de la disponibilidad de agua en el suelo (por diferencias de porosidad) en la eficiencia intrínseca del uso del agua y su productividad marginal de un viñedo cv. Shiraz.
Materiales y métodos
Descripción del sitio de estudio
El estudio se realizó durante el ciclo de producción abril-septiembre de 2014, en una plantación de vid cv Shiraz de siete años de edad, ubicada en la Vinícola San Lorenzo, Parras de la Fuente, Coahuila, México, a 25° 30’ N, 102° 11’ O, y 1 505 de altitud; el clima es seco semiárido, con temperaturas promedio de 14 a 18 °C, precipitación promedio anual de 366 mm; los vientos dominantes son del este durante el ciclo de producción (INIFAP, 2015).
Para el estudio se delimitaron dos superficies de 5.2 ha (204 m en la dirección E-O, por 256 m dirección N-S) de diferente textura de suelo y distinta porosidad. Las plantas están alineadas en la dirección norte-sur, a 1.5 m entre plantas y 2.5 m entre hileras, en una densidad de 2 620 plantas/ha. El riego en ambas secciones del viñedo se aplica por goteo diariamente (2 h), que para el gasto del emisor (2.1 LPH) y el ancho de mojado (40 cm) correspondió a una lámina de 7 mm. La altura máxima de plantas (etapa de floración) fue de 2 m. Cada superficie recibió el mismo manejo agronómico (riego, poda, fertilización y control fitosanitario) de acuerdo con las normas establecidas por la Vinícola San Lorenzo.
Características físicas y químicas del suelo del área de estudio
Las características físicas y químicas del suelo se obtuvieron del promedio de cinco muestras de la parte central de cada superficie. Las propiedades químicas determinadas fueron pH, CE, contenido de nitrógeno, fósforo, potasio y carbonatos totales. Las propiedades físicas fueron contenido de materia orgánica, arcilla, limo, arena, densidad aparente del suelo y densidad de partículas. La densidad aparente se determinó por el método del cilindro, utilizando una barrena de corazones, mientras que la densidad de partículas se obtuvo con el método del picnómetro. La porosidad del suelo (η) se estableció con los valores de densidad aparente (ρb) y densidad de partículas (ρs), con la siguiente relación:
Mediciones e instrumentación
Las variaciones del contenido de agua en el suelo en cada sección (mayor y menor porosidad) del viñedo se determinaron colocando dos sondas TDR: una en el perfil de 0 a 30 cm y la otra de 30 a 60 cm de profundidad del suelo en cada sección del viñedo. Las sondas de cada viñedo se conectaron a un datalogger CR1000 (Campbell Sci. Inc., Logan, Utah, EE.UU), para un registro continuo de datos cada 30 minutos a través del ciclo de producción. La diferencia estadística en contenido de humedad en las dos secciones se evaluó con la prueba no paramétrica de Wilcoxon (α ≤ 0.05).
Para determinar la eficiencia intrínseca del uso del agua de cada viñedo (mayor y menor porosidad), se obtuvo el flujo de calor sensible (H), calor latente (LE) y flujo de bióxido de carbono (FCO2) entre el viñedo y la atmósfera, instalando un sistema Eddy (con los sensores correspondientes) en la parte media del extremo oeste de cada viñedo. Las ecuaciones correspondientes de los flujos mencionados (Ham & Heilman, 2003) son:
Donde las unidades de H y LE son W
m-2 y las de
La velocidad vertical del viento y la temperatura sónica se midieron con un
anemómetro sónico tridimensional (CSI-CSAT3, Campbell, Scientific, Inc., Logan,
Utah, EUA); para obtener ρwv y
El anemómetro sónico tridimensional se orientó hacia el este, para que el viento tuviera por lo menos 200 m de contacto con la superficie vegetal en la dirección este-oeste y 125 m en la dirección norte-sur, antes del contacto con los sensores. Los vientos provenientes del oeste (que impactaban en la parte posterior del 3-D Sonic anemómetro) no se consideraron en las determinaciones de los flujos. La frecuencia de operación de los sensores fue 10 Hz y los flujos se obtuvieron en promedio de 30 min; los datos se almacenaron en el módulo de memoria de un datalogger CR1000 (Campbell, Scientific, Inc., Logan, Utah, EUA).
Para evaluar la precisión de las mediciones de los flujos se determinó el balance de energía sobre la superficie vegetal (Kim & Verma, 1990; Zermeño-González, 2007; Pardo, Sánchez, Pérez, & García, 2015) con la siguiente relación:
Donde Rn es la radiación neta; H y LE ya fueron definidos, y G es el flujo de calor en la superficie del suelo. Las unidades de todas las variables son W m-2. La Rn se midió con un radiómetro neto (modelo LITE, Keep and Zonen, Inc., Delft, Holanda), colocado a 1 m sobre el dosel de cada viñedo. El flujo de calor en la superficie del suelo (G) se obtuvo midiendo el flujo de calor a 0.08 m bajo la superficie del suelo al punto medio de una hilera de plantas y al centro de un pasillo de cada viñedo, con un transductor de calor (modelo HFT3, Campbell Scientific, Inc., Logan, Utah, EUA), y sumando los cambios de temperatura del suelo sobre cada transductor (Kustas, Prueger, Hatfield, Ramalingam, & Hipps, 2000). El flujo de calor sensible (H) y latente (LE) se corrigieron por efecto de diferencia de densidad entre las masas de aire ascendentes y descendentes (Webb, Pearman, & Leuning, 1980). El flujo de CO2 se corrigió con el mismo factor (Ham & Heilman, 2003).
El intercambio neto de bióxido de carbono (NEE) entre el dosel de cada viñedo y la atmósfera (mmol CO2 m-2 s-1) se obtuvo con la siguiente relación (Martens et al., 2004):
Donde
La eficiencia intrínseca del uso del agua de cada plantación fue la relación entre la asimilación neta de bióxido de carbono (NEE) y la tasa de evapotranspiración (Tasa_ET):
Para comparar la productividad del agua de los viñedos en las diferentes etapas de desarrollo, se determinó la productividad marginal del agua del ecosistema, que se definió como el incremento en la tasa de asimilación de bióxido de carbono por cada mol adicional de agua evapotranspirada a una preestablecida tasa de evapotranspiración.
Resultados y discusión
Propiedades químicas y físicas del suelo de los viñedos
Las propiedades físicas del suelo en ambas plantaciones (mayor y menor porosidad) muestran un pH moderadamente alcalino, un bajo contenido de carbonatos muy similar. El suelo del viñedo con menor porosidad tuvo 2.5% más potasio que el suelo con mayor porosidad (cuadro 1). Con relación a las propiedades físicas, se observó un contenido medio de materia orgánica del suelo en ambas superficies. El viñedo con mayor porosidad tuvo 25.82% más de contenido de poros y la densidad aparente fue 14.29% mayor, esto debido a un mayor contenido de arcilla (cuadro 2). La densidad de partículas fue muy similar en ambos viñedos.
Suelo | pH |
CE (ds/dm) |
Nitrógeno (%) |
Fósforo (kg/ha) |
Potasio (kg/ha) |
Carbonatos totales (%) |
Mayor porosidad | 8.57 | 1.01 | 0.10 | 67.32 | 524.7 | 43.67 |
Menor porosidad | 8.28 | 0.98 | 0.10 | 60.21 | 537.30 | 41.0 |
Contenido de agua en el suelo
Las diferencias en la porosidad del suelo tuvieron un marcado efecto en el contenido de agua a través de las diferentes etapas de desarrollo del cultivo. Las variaciones fueron muy marcadas en el perfil de 0 a 30 cm, mientras que en el de 30 a 60 cm no se notaron. Las plantas en el viñedo de mayor porosidad tuvieron mayor disponibilidad de agua durante todo el ciclo de crecimiento (figura 1), observándose también una menor variabilidad del contenido de humedad (promedios de media hora). Estudios previos han reportado que la capacidad de retención de agua del suelo está relacionada de manera directa con el conetnido y tamaño de los poros (Tune & Shanin, 2015), y que la porosidad del suelo es función del contenido de arcilla (Szymański, Skiba, Wojtuń, & Drewnik, 2015). En el cuadro 2 se muestra que la porosidad se asocia con un mayor contenido de arcilla y una menor densidad aparente del suelo.
El contenido volumétrico promedio de agua en el suelo durante el ciclo de producción (mayo-agosto) fue mayor (Wilcoxon α ≤ 0.05) en la plantación de mayor porosidad (cuadro 3). En promedio, el contenido de agua en el suelo en el viñedo de mayor porosidad fue de 37.48% y en el de menor porosidad de 29.73%, lo que representó una diferencia de 26.07%. Una mayor disponibilidad de agua en el suelo para las plantas puede resultar en una tasa de transpiración y asimilación de bióxido de carbono más alta (Tagesson et al., 2015). Estudios hechos en un cultivo de maíz y girasol por Béziat et al. (2013) reportaron tasas diarias de ET de hasta 5.1 y 5.6 mm, respectivamente, debido a una mayor capacidad de retención de agua del suelo por un alto contenido de arcilla. Para un bosque de P. contorta, Mitchell, Emanuel y McGlynn (2015) reportaron una tasa baja de ET (1.27 mm) para condiciones de sequía, y que dicha tasa aumenta en forma proporcional con el contenido de agua en el suelo. En un cultivo de vid (Vitis vinifera L.) en clima seco, la tasa de ET fue de 3.7 mm d-1 en periodos de baja humedad y de hasta 4.8 mm d-1 en periodos de baja humedad y de hasta 4.8 mm d-1 para alto contenido de agua en el suelo (Atroosh, Mikred, & Moustafa, 2013). También, Zhou, Zhou y Jia (2009) observaron que en un cultivo de carrizo (Phragmites australis), la humedad del suelo determinó la máxima tasa de fotosíntesis y de asimilación de bióxido de carbono. Para un bosque de eucalipto (Eucalyptus delegatensis), Keith, van Gorsel, Jacobsen y Cleugh (2012) encontraron que bajos contenidos de humedad del suelo del ecosistema afectan la tasa de fotosíntesis, así como en la vid; Flexas et al. (2010) observaron que la fotosíntesis es afectada por el cierre estomático debido a una baja humedad del suelo y que por lo común ocurre en las regiones vinícolas semiáridas.
Mes |
Suelo de mayor
porosidad Θv% |
Suelo de menor
porosidad Θv% |
Mayo | 37.8a | 30.7b |
Junio | 37.3a | 30.1b |
Julio | 37.2a | 29.1b |
Agosto | 37.6a | 29.0b |
Nota: medias con diferente letra (a, b) entre las columnas son estadísticamente diferentes (Wilcoxon 0.05).
Una tasa mayor de evapotranspiración y asimilación de bióxido de carbono, por una mayor disponibilidad de agua en el suelo, pueden afectar la eficiencia intrínseca del uso del agua del viñedo y la productividad marginal del agua.
Eficiencia intrínseca del uso del agua
La eficiencia intrínseca del uso del agua (EFi) de un ecosistema vegetal se puede definir como la relación entre la tasa de asimilación neta de bióxido de carbono (NEE) y la tasa de evapotranspiración (ET) ocurriendo de forma simultánea (Zermeño-Gonzalez et al., 2012; Ago et al., 2014). En la figura 2 se muestra que esta relación corresponde a una parábola decreciente, cuando el NEE se grafica con valores negativos (indicando que el flujo de CO2 es hacia el dosel). Estudios previos ya han mostrado tal relación (Li et al., 2015; Yan et al., 2015), dicha tendencia también implica que el NEE se incrementa (valores más negativos) a medida que la ET aumenta. Esto se debe a que a mayor apertura de los estomas, el flujo de vapor de agua desde las hojas hacia la atmósfera y el de bióxido de carbono de la atmósfera hacia las hojas aumenta (Gowik & Westhoff, 2011; Evans, 2013). Nótese que en el viñedo con mayor disponibilidad de agua en el suelo (por mayor porosidad), la asimilación neta de bióxido de carbono (NEE) fue mayor (valores más negativos), de igual forma que la tasa de evapotranspiración (escala mayor del eje x de las gráficas de la figura 2). Estudios previos también han reportado incrementos de la tasa de ET y de NEE con mayor contenido de agua en el suelo. Por ejemplo, Yan et al. (2015), en un pastizal, encontraron que el NEE alcanza su tasa máxima cuando el ecosistema presenta valores altos de humedad en el suelo; mientras que Rutledge et al. (2014) observaron que durante la primavera (suelo con mayor humedad), la asimilación de bióxido de carbono del pasto Lolium perenne fue de 40 a 100% mayor que durante los periodos de sequía. Se puede advertir también que el flujo de vapor de agua del dosel a la atmósfera es de una escala de mil mayor que el flujo de bióxido de carbono de la atmósfera al dosel; esto se debe al mayor peso molecular del CO2, y que la resistencia interna de las hojas al flujo de CO2 es mayor que la resistencia a la salida de vapor de agua (Jones, 1992; Nobel, 2009). Esto resulta en valores muy pequeños de la eficiencia intrínseca del uso del agua por los ecosistemas vegetales (Flexas et al., 2010; Gomes-Soares, Pereira-Tognella, Cuevas, & Medina, 2015).
La tasa mayor de NEE y ET se observó en las etapas vegetativa y de floración (fases de mayor desarrollo foliar) en ambos viñedos (figura 2). Otros estudios en diferentes tipos de vegetación y en otros viñedos también han reportado tasas mayores de flujos de vapor de agua y bióxido de carbono en las etapas vegetativas y de floración (Li et al., 2015; Zhang et al., 2014).
Debido a que la relación entre NEE y la tasa de ET es no lineal para evaluar la EFi, que es la relación entre ambas (NEE/ET), es necesario definir una tasa de ET. Para los resultados de este estudio (figura 2) y para analizar la EFi en las diferentes etapas de desarrollo, en cada viñedo (de mayor y menor porosidad), se estableció una tasa de ET de 6 mmol m-2 s-1. En los valores del cuadro 4 se muestra que la EFi fue muy similar en la etapa vegetativa y de floración en ambos viñedos, y que en la etapa de fructificación se tuvo una notable reducción, más notable en el viñedo con mayor porosidad (cuadro 4). Esto probablemente ocurrió porque las hojas jóvenes en las etapas tempranas tienen mayor capacidad de asimilación de bióxido de carbono por un mayor contenido de pigmentos de clorofila (Yamori & von Caemmerer, 2009; Raines, 2011), y que las hojas adultas tuvieron menor fijación de CO2 por una reducción del contenido de pigmentos de clorofila (Shimoda, Murayama, Mo, & Oikawa, 2009; Zhou et al., 2009; Keith et al., 2012). La mayor disponibilidad de agua en el suelo por una mayor porosidad no se reflejó en una EFi más alta debido a que al aumentar la tasa de asimilación de CO2 también se incrementa la tasa de transpiración (Shimoda et al., 2009; Strilesky & Humphreys, 2012).
Etapa de desarrollo |
Mayor
porosidad (μmol CO2/mmol H2O) |
Menor
porosidad (μmol CO2/mmol H2O) |
Vegetativa | -1.036 | -0.948 |
Floración | -0.961 | -1.009 |
Fructificación | -0.693 | -0.967 |
La productividad marginal del agua (PMA) de los viñedos a través de las etapas de desarrollo de las plantas se evaluó derivando las funciones de NEE contra la ET, que se muestran en la figura 2. En la figura 3 se observa que para una tasa de ET mayor de 4 mmol m-2 s-1, la PMA fue mayor (valores más negativos) en el viñedo de mayor disponibilidad de agua en el suelo (por mayor porosidad) en las tres etapas de desarrollo. Por ejemplo, para la misma tasa de ET de 6 mmol m-2 s-1 que se usó para determinar la eficiencia intrínseca del uso del agua, la PMA fue mayor en las plantas del viñedo con mayor contenido de agua en el suelo (mayor porosidad) en las tres etapas de desarrollo (figura 3). La PMA fue mayor en la etapa vegetativa (hojas más jóvenes) en ambos viñedos; en el de mayor porosidad fue -1.408 mmol CO2 mmol-1 H2O y -1.126 mmol CO2 mmol-1 H2O en el de menor porosidad, que correspondió a una diferencia de 31.44%. En promedio, para las tres etapas de desarrollo, la PMA del agua de las plantas del viñedo con mayor porosidad (contenido más alto de agua en el suelo) fue 24.64% mayor. Estudios desarrollados por Rogiers y Clarke (2013) también identificaron que en un cultivo de vid cv Shiraz, la eficiencia del uso del agua en la etapa vegetativa fue mayor bajo condiciones de más contenido de agua en el suelo. De igual forma, Pagay (2016) menciona que en un estudio en vid cv Tempranillo, donde evaluaron riego deficitario, la eficiencia del uso del agua fue mayor bajo condiciones de riego óptimo, que la observada en condiciones de riego limitado.
Sin embargo, para valores bajos de la tasa de ET (menor de 4 mmol m-2 s-1), la PMA fue mayor en el viñedo de menor disponibilidad de agua en el suelo, esto se debe a que el cierre parcial de los estomas por una menor disponibilidad de agua en el suelo tiene un mayor impacto en la reducción del flujo de vapor de agua desde el interior de las hojas hacia la atmósfera que en la circulación del bióxido de carbono de la atmósfera hacia el interior de las hojas debido a una mayor resistencia estomática al flujo del CO2 que al flujo del vapor de agua (Jones, 1992; Nobel, 2009), resultando en un valor mayor de la PMA.
Conclusiones
El viñedo con mayor porosidad tuvo una mayor disponibilidad de agua en el suelo durante el ciclo de crecimiento, que resultó en una mayor tasa de evapotranspiración y de asimilación de bióxido de carbono, pero que no tuvo efecto en la eficiencia intrínseca del uso del agua (EFi). Sin embargo, la productividad marginal del agua para la misma tasa de evapotranspiración a la que se determinó la EFi fue mayor en el viñedo con mayor porosidad a través de las diferentes etapas de desarrollo de las plantas.