Introducción
El presente trabajo se enmarca en una investigación en curso donde analizamos los aspectos cosmovisionales y rituales de la Llave Mariana como parte de un repertorio de espiritualidades alternativas que podríamos ubicar dentro de la corriente de la Nueva Era (Carozzi, 1993; Frigerio, 2013; Semán y Viotti, 2015). Esta corriente puede entenderse como una matriz de sentido basada en principios holísticos que establecen conexiones y analogías entre el sí mismo (self en inglés) y el cosmos bajo la inspiración utópica de modificar el mundo y sus relaciones (De la Torre y Gutiérrez, 2013).
El circuito de la Nueva Era en Argentina desarrolla prácticas y sistemas de conocimiento de corte espiritual que apuntan a generar experiencias promotoras del bienestar en sus participantes. Puede tratarse de talleres grupales, seminarios de corta duración o consultas individuales, que en algunos casos se orientan a la recuperación del equilibrio emocional, psíquico y físico, o que están destinados a profundizar en el conocimiento de sí mismo.
Estas prácticas se encuentran más extendidas en las capas medias de los grandes centros urbanos, aunque están cobrando una creciente importancia en los sectores populares de estas urbes. Sus practicantes tienen amplia circulación alrededor de espacios que proponen formas alternativas de cuidar y mantener el cuerpo saludable y maneras no hegemónicas de lidiar con la enfermedad, el dolor y el malestar emocional (por medio de terapias alternativas y distintas formas de meditación). Este conjunto de elementos, junto con los tópicos clave de la interpretación energética del universo y la búsqueda del retorno a estadios ancestrales de supuesta armonía entre el hombre y la naturaleza, configuran el panorama de las prácticas y creencias de la Nueva Era en Argentina.
A continuación, se explicarán las particularidades que poseen las etnografías en el ciberespacio y la forma en la que estas son una vía posible -y significativa- de tratar los fenómenos espirituales y religiosos. Posteriormente se presenta una breve explicación de la génesis, las características cosmovisionales y la estructura morfológica de la Llave Mariana: qué subdivisiones existen y a qué criterios o eventos responden. También se detallan los primeros contactos virtuales con los cuales nos acercamos al grupo con el fin de explicar su forma de habitar el ciberespacio, sus mecanismos de interacción, difusión y características que adquieren los rituales en este medio.
Aproximación teórica y metodológica a la etnografía del ciberespacio
De acuerdo con la antropóloga Martínez Ojeda (2006), la implementación de la comunicación mediada por computadora (CMC) ha configurado nuevos mapas culturales donde las interpretaciones de los procesos simbólicos que hacen la subjetividad e intersubjetividad humana han sido modificados. Este proceso de cambio, que ha sido sintetizado por la autora con el concepto de Homo digitalis, refiere a la existencia de nuevas formas de interacción y vínculo entre personas que han tenido como consecuencia la emergencia de comunidades virtuales.
Es por esto que el interés etnográfico en estos contextos pasa por el acercamiento hacia lo que los sujetos hacen cuando están conectados y a las relaciones sociales que construyen a partir de estas acciones. A su vez, atiende la forma en la que se actualizan las representaciones y construcciones de sentidos a partir de los medios provistos por las nuevas tecnologías que funcionan a través de internet.
El mundo virtual es un nuevo horizonte en el que las personas viven, intercambian y generan relaciones, que si bien son de una naturaleza particular no pueden ser interpretadas como superficiales o de poco impacto real per se. Lo que se advierte en esta investigación de campo es una lógica de continuidad y complementariedad entre los vínculos, acciones y emociones que se ponen en juego en estas instancias diferenciales. En función de esto resulta de utilidad tomar la premisa de Citro y Puglisi (2015) para entender a los sujetos como múltiples redes intersubjetivas que se desarrollan en cuerpos presentes y virtuales.
Debido a que las nuevas tecnologías también son herramientas de comunicación y nuevas arenas en las que se emplaza el mundo social, la metodología que se aplica es combinada, móvil y conectiva (Dyke, 2013), con el fin de que haya un tránsito y un análisis de estos escenarios sin ponderar -a priori- unos sobre otros. Parte de las propuestas para el estudio de lo que acontece en el medio virtual es la netnografía (Kozinets, 2010), se trata del método etnográfico volcado al estudio del ciberespacio y de las redes que se desarrollan en internet. La netnografía se presenta como una técnica de investigación en la que el objeto de estudio es la vida social de la red y el campo de estudio son las comunidades virtuales.
El método etnográfico virtual resulta adecuado para nuestro estudio ya que atiende a aquello que ocurre en las relaciones entre contextos físicos y virtuales, así como a la construcción y desarrollo de relaciones mediadas por la tecnología (Ruiz y Aguirre, 2015). Las interacciones entre el sujeto y el entorno virtual merecen un análisis cuidadoso, pues existen particularidades y diferencias en las prácticas desarrolladas en los dos tipos de plataformas que aquí se revisan (Facebook y WhatsApp).
Este tipo de estudios debe ser acompañado con el empleo de herramientas y métodos de comparación de datos (Hutchings, 2011; Murthy, 2008), además de tomar como insumo de conocimiento aquello que acontece también en la dimensión física. Para este análisis es importante retomar la perspectiva de Campos García (2002), quien indica que las comunidades virtuales (junto a los productos simbólicos que de ellas emergen) no se desarrollan de manera autónoma ni aislada, sino que se inscriben en cartografías políticas y culturales de la realidad social.
Para hablar acerca de nuestra área de investigación, es decir, del uso de tecnologías en medios religiosos o espirituales, Campbell (2005) ha señalado que internet ha sufrido un “proceso de espiritualización” a partir de ser concebida como una tecnología o un espacio adecuado para el compromiso religioso, lo que abre la posibilidad para los usuarios de incluir actividades virtuales en el ritmo de sus vidas espirituales.
Asimismo, el concepto de ciberreligiosidad ha sido empleado por María Papenfuss (2019) desde el punto de vista de la comunicación y la cultura de la información; ella señala que la virtualización de la religión ha provocado que los individuos tengan acceso a una mayor gama de religiones, con lo cual su panorama religioso global se extiende y se habilita la coexistencia de una variedad de puntos de vista religiosos (y sus heterodoxias) marcados por la fluidez doctrinal. Como veremos en nuestro caso de análisis, la dinámica mencionada por Papenfuss tiene como consecuencia la reconfiguración permanente del horizonte de creencias y el ensanchamiento de las posibilidades sincréticas entre cosmologías, saberes religiosos y espirituales.
En el marco de las netnografías religiosas y espirituales existen trabajos relevantes que han aportado ideas originales a este debate. En primer lugar, el trabajo de Renée de la Torre y Lizette Campechano (2013), quienes han tratado el caso de la danza conchera como culto que refuerza el sentido de la neomexicanidad, al articular influencias de la ancestralidad indígena azteca y una amplia utilización de páginas web conectadas en red.
En seguida, dentro del contexto brasileño, encontramos el trabajo de Alberto Calil Junior (2008), quien analiza la existencia del “mundo espírita virtual” y las posibles metodologías que se adecuan a su estudio. También destaca la confluencia simbólica del movimiento espírita y su cosmología (acostumbrado al diálogo con entidades materialmente ausentes concebidas en un mundo desterritorializado) con el espacio virtual. Por último, distintas comunidades budistas en Argentina han sido analizadas en relación con el uso de las tecnologías que mediatizan sus rituales y sus procesos de aprendizaje (Carini, 2009; Carini y Gracia, 2016).
Génesis y morfología de la Llave Mariana
La siguiente cronología y descripción del movimiento fue realizada a partir de la elaboración de un mapeo de la información disponible en distintos sitios web, así como también a partir de entrevistas y observaciones llevadas a cabo con sus instructores y practicantes.
La Llave Mariana surgió en Buenos Aires, en el año 2002, a partir de una revelación ocurrida en el seno de un grupo de practicantes de Reiki2 que realizaron un pedido a los cielos para avanzar en su camino de aprendizaje energético y espiritual.
Verónica, una de las practicantes, recibió un símbolo y una serie de mensajes divinos en forma de revelación. Estos son considerados obra de la madre María (nombre que se le da a la Virgen María en los mensajes del grupo) y poseen un carácter profético. También se cree que otorgan a la humanidad una serie de conocimientos esenciales para sobrellevar las dificultades del mundo contemporáneo y comenzar ciertas transformaciones energéticas, con el objetivo de generar un cambio planetario a través del amor y la elevación de la conciencia.
El aprendizaje de la Llave Mariana implica una instancia de iniciación en la que se transmiten los puntos centrales de su técnica y se llevan a cabo dos rituales de suma importancia: la potenciación de chakras de los aprendices y una meditación armonizadora. Como veremos más adelante, depende del grupo que se observe, esta iniciación tendrá un formato, extensión y modalidad diferente, la cual puede durar entre dos y catorce horas. Las diferencias mencionadas no se reducen a decisiones de índole organizativa, sino que implican profundas discusiones doctrinales sobre la forma adecuada de llevar a cabo estos procedimientos que han tenido como consecuencia fragmentaciones y hostilidades, esto da origen a la existencia de tres grupos diferenciados: el grupo originario (que también designaremos como grupo uno), el transicional (grupo dos) y el virtual (el de más reciente formación que también llamaremos grupo tres).
Respecto al grupo originario, este presenta una apropiación más estricta de los mensajes y lineamientos sugeridos por los mensajes canalizados a través de Verónica, así como mayor resistencia a las innovaciones. En él se rechaza el uso de internet como medio de interacción espiritual para esta disciplina. La existencia de los grupos dos y tres puede plantearse como una suerte de continuo en el que progresivamente se toma distancia de esa doctrina inicial y se presenta mayor apertura al diálogo con otras disciplinas afines y a la introducción de tecnologías virtuales como medios para la difusión, la enseñanza y la práctica de los rituales de la Llave Mariana.
Al principio, el grupo originario proponía la división de la enseñanza en nueve niveles energéticos. El primer nivel se dictó en forma presencial, mientras que los niveles subsiguientes se desarrollaron a distancia, aunque podían entregar en físico por correo electrónico los cuadernillos con los mensajes revelados correspondientes a cada nivel y las instrucciones precisas, con el fin de que cada nuevo iniciado sea capaz de realizar ciertas técnicas energéticas para elevar su nivel de consciencia y de la frecuencia vibracional.
Conforme esta dinámica de dictado de los cursos se consolidó, surgió la idea, por parte de algunos de sus miembros, de imponer una prueba para dictaminar si los nuevos practicantes se encontraban habilitados para avanzar hacia niveles superiores de la enseñanza. Este dispositivo se denominó diagnóstico energético y se basó en la supuesta habilidad de algunos integrantes del grupo de percibir la potencia de chakras con los que contaban los aprendices. También se estableció que únicamente los practicantes que formaban parte del grupo en el que se originó la Llave Mariana serían habilitados como sus instructores.
Si bien la modalidad del diagnóstico energético fue instalada en el grupo, apareció su primera gran fractura. Los instructores que rechazaron el dispositivo por considerarlo una alteración al mensaje y a los lineamientos originales de la enseñanza, comenzaron su propio camino y criticaron fuertemente al grupo que abandonaron. Lo consideraron como una desvirtuación de la Llave Mariana (cuya característica central era la supuesta ausencia de autoridades o personas elegidas) e impugnaron a sus propulsores como “falsos maestros”. En virtud de esto, promovieron su enseñanza al autodefinirse como los verdaderos portadores de este mensaje divino por ser quienes respetaban su espíritu altruista y abierto.
Durante el trabajo de campo observamos que las actividades del grupo original se sostienen gracias al trabajo de instructoras que continúan en contacto con Verónica y que hacen de la enseñanza y de la práctica de la Llave Mariana su actividad central. Prestan sus casas particulares para realizar iniciaciones cada fin de semana y entre semana también ofrecen acompañamiento a distintos practicantes que requieren atención o esclarecimiento de dudas; esta atención la dan a través del correo electrónico o por vía telefónica. Las iniciaciones en este grupo son atendidas únicamente en forma presencial y de manera colectiva; en ellas, dos instructoras dictan distintos tópicos de la enseñanza: ubicación de los chakras, desarrollo de los rituales y explicación del símbolo, entre otros.
Otras instructoras o aprendices avanzadas prestan apoyo logístico y energético durante estas reuniones, ya sea al recibir a los nuevos interesados o al preparar la mesa con comida e infusiones para los momentos de recreo. También se ocupan de armonizar el ambiente con la meditación y la realización de un particular ritual denominado conducción, del que hablaremos posteriormente.
En el primer cisma, ocurrido en 2003, se constituye el grupo que en nuestro trabajo llamaremos transicional o grupo dos. Este fue el primero que implementó las páginas web3 como medio privilegiado de difusión y contacto con nuevos practicantes. Sus iniciaciones suelen realizarse en la vivienda particular de algún interesado o en centros donde las salas son rentadas en forma eventual para esta clase de eventos. Además de realizar encuentros en la ciudad de Buenos Aires, este grupo también se presenta en barrios desfavorecidos semiurbanos, alejados de la capital y en pueblos del área rural de Buenos Aires. Destaca su presencia en las provincias de Mendoza, Córdoba, Salta y Santa Fe. También encuentra proyecciones (presencia de instructores y practicantes) en otros países de habla hispana como Uruguay, México (en Mérida y Guadalajara) y España.
Cuando estos dos grupos empiezan a operar en forma separada, la información disponible en internet sobre la Llave Mariana era escasa. La forma más usual de comunicación entre aprendices e instructores era a través de llamadas telefónicas; la difusión se daba de manera oral y el contacto de la primera iniciación se realizaba a través de mensajes de texto y correos electrónicos, especialmente a la hora de enviar los materiales escritos compilados para cada nivel. A partir de este momento la dimensión virtual comienza a tener mayor relevancia dentro de la difusión y el desarrollo del movimiento. Esto se debe a que los principales propulsores del grupo transicional implementan el uso de páginas web para promoverse; son explícitos respecto de la historia de la enseñanza y de sus divisiones. Caracterizados por una estructura laxa, donde la mayoría de sus miembros son también practicantes, instructores y usuarios de otras disciplinas energéticas lograron expandirse en forma significativa.
Otras de las diferencias que debemos reconocer entre el grupo originario y el transicional, es que en el primer caso se les pide a los practicantes que quieren avanzar en el camino de la Llave dedicarse con exclusividad a esta técnica y abandonar totalmente otras prácticas vinculadas al manejo de la energía, como pueden ser el Reiki, el Ho’oponopono4 o el Magnified healing.5 Por el contrario, en el grupo dos se promueve el tránsito por distintas técnicas, esta apertura se considera un rasgo central, así como también una virtud de la Llave Mariana.
En todas las iniciaciones donde pudimos participar junto a instructoras de este grupo se llevaron a cabo por una persona, en algunas ocasiones practicantes avanzadas participaron con el fin de prestar ayuda durante las reuniones. También suele pedirse “asistencia energética” a otros practicantes que, aunque no pueden estar presentes, colaboran con “armonizar la energía” durante el encuentro de los nuevos iniciados.
Luego de esta primera instancia, y como veremos más adelante, el seguimiento y el acompañamiento de los participantes se da a partir de la interacción en grupos de WhatsApp. En 2010 se registró la emergencia del último grupo que realizó las modificaciones sustanciales a la modalidad, estructura y contenido de la doctrina. Por tratarse del último gran cambio dentro de la historia y la morfología del movimiento, proponemos a este nuevo grupo (que denominamos virtual), como la última fracción de la que daremos cuenta.
Este grupo comienza a conformarse a partir de las iniciativas llevadas a cabo por un practicante iniciado en el grupo transicional en la provincia de Mendoza. El cambio que introdujo este practicante (Ariel), fue el de abrir una página6 y un grupo en Facebook, destinados a la difusión y práctica de la Llave Mariana y a inaugurar la posibilidad de realizar las iniciaciones en línea. En virtud de esto, él se define a sí mismo como “facilitador en línea de la Llave Mariana” y realiza quincenalmente iniciaciones en las que los interesados ingresan a una sala de videoconferencia donde se lleva a cabo la explicación de la técnica, la potenciación de chakras, la meditación y el esclarecimiento de dudas.
Asimismo, introduce en la enseñanza nuevos elementos provenientes de otros sistemas de conocimiento o disciplinas como es el caso de la “geometría sagrada7” o los saberes esotéricos sobre “Atlántida y Lemuria8”. La sorprendente laxitud que presenta el grupo se evidencia con la existencia de un particular grupo de Facebook dedicado a los “Canalizadores de la Llave Mariana”. En él, distintos miembros del grupo comparten diariamente mensajes que consideran enviados por la Virgen María y que ellos mismos han canalizado. Es notable que esta dinámica no pone en cuestión las bases o legitimidad de los mensajes recibidos por Verónica, sino que se interpretan como elementos que se le sobreañaden y, en alguna medida, enriquecen la doctrina original.
La apertura de este grupo virtual y su correspondiente separación del grupo transicional se explica, de acuerdo con Ariel, en función de que las instructoras que lo iniciaron vibraban en una energía vieja, por lo que era necesario recurrir a una serie de innovaciones tanto en el nivel de la doctrina como de las prácticas de la Llave Mariana para actualizarla. Las modificaciones dieron origen a este grupo que funciona de manera virtual: desde el primer contacto hasta las iniciaciones, el acompañamiento de los nuevos aprendices y los mensajes canalizados se transmiten a través de estas plataformas.
De acuerdo con este instructor, la razón que justifica las anteriores modificaciones se vincula con el carácter evolutivo de la energía mariana. Debido a que todo lo existente se considera en constante cambio y evolución, la energía también se encuentra sometida a cambios que debían, de alguna manera, plasmarse en la enseñanza doctrinal. En este contexto, la resistencia a los cambios por parte de otros miembros del movimiento es leída en términos de “apego a estructuras del pasado”. La idea de establecer la modalidad en línea tuvo como objetivo trascender el viejo paradigma que planteaba la necesidad de recurrir a alguien (un maestro) o a un lugar físico para vivir una transformación interior, un despertar.
En la actualidad, es posible afirmar que todos los grupos se encuentran en un momento de expansión; de forma mensual o quincenal realizan iniciaciones en distintos puntos del país donde participan entre diez y cincuenta personas. En el grupo virtual, recientemente se han sumado también encuentros presenciales a su dinámica de enseñanza y promoción, lo que le otorga aún más visibilidad y presencia dentro del universo espiritual.
Como primera reflexión en torno al desarrollo histórico y las disputas dentro del movimiento y su vinculación con la utilización de tecnologías virtuales, es posible adelantar que la promoción o el rechazo hacia estas modalidades se inscribe en un debate doctrinal más amplio atravesado por las innovaciones y la apertura en la Llave Mariana.
La apertura hacia la utilización de nuevas tecnologías como páginas o grupos de Facebook, en tanto medios para difundir la Llave Mariana y que llegue a la mayor cantidad de personas posible, pone en tensión la legitimidad de los grupos que históricamente llevaron a cabo la tarea de difusión y enseñanza de esta disciplina (de manera no virtual) y cuestiona las formas apropiadas de gestión del poder (tanto en un plano espiritual como organizativo) dentro del movimiento.
Algunos miembros del grupo cuestionan si, de acuerdo con esta doctrina, es posible realizar una iniciación a distancia cuyos resultados sean igual de eficaces que las iniciaciones que implican reuniones presenciales. En este punto, el grupo virtual se separa de los grupos originarios y transicionales por considerar que la energía de esta técnica posee un poder tal que es posible transmitirla de manera virtual y en un corto período (cuatro horas), en lugar de distribuirla en dos encuentros presenciales que suelen durar entre cuatro y cinco horas cada uno. Los miembros de los grupos anteriores sostienen, por el contrario, que las potenciaciones de chakras (en las que se realiza el envío inicial de energía mariana) deben realizarse, por ser la primera vez, obligatoriamente de manera presencial y que es justamente debido a su gran potencia que las iniciaciones deben hacerse divididas en dos días, ya que la recepción súbita de esta energía podría acarrear descompensaciones o malestar en los iniciados.
Otra problemática relacionada con la implementación de las plataformas virtuales se desarrolla en torno a quienes se consideran instructores o facilitadores9 de la Llave Mariana, por dedicarse a su difusión y enseñanza. Esto también está atravesado por la forma en la que se promueve o evita la proliferación de nuevos instructores y grupos de manera exponencial. En este sentido, podríamos pensar en las formas en las que se gestiona o regula el carisma propio de los líderes y la manera en la que la dimensión virtual (con la masificación que implica) ponen en jaque el control sobre la emergencia no solo de nuevos líderes sino de nuevos canalizadores.
Cabe señalar que la negociación en torno a la autoridad religiosa suele ser un tópico recurrente dentro de los estudios que se abocan a la religión digital (Campbell, 2013; Dawson y Cowan, 2013). Al ver la forma en la que opera esta negociación en nuestro caso de estudio es posible afirmar que existen varias figuras que han logrado convertirse en líderes a partir del reconocimiento obtenido por su papel como administradores o creadores de espacios virtuales de interacción para practicantes espirituales. En este punto es evidente el rol transformador que ha tenido la incorporación de internet para la Llave Mariana al promover nuevas vías de emergencia y consolidación de líderes capaces de cuestionar o poner en tensión las viejas formas de autoridad existentes en el movimiento.
Netnografía del uso de Facebook y los rituales en línea de la Llave Mariana
Nuestro primer acercamiento a la Llave Mariana se dio a partir de la exploración de algunos sitios web donde se hospedaba información general sobre la enseñanza. Esta información se profundizó por medio de una página en Facebook creada por el facilitador principal, del que luego sería establecido en este análisis como grupo virtual. A partir de este contacto se inició el trabajo de reconstrucción de la historia y escisiones del movimiento; de manera progresiva se lograron establecer distintos contactos con sus integrantes.
El trabajo inicial consistió en revisar el contenido de la página de Facebook promovido por Ariel, su creador, y uno de sus administradores. Los materiales que circulaban en este espacio incluían consejos, calendarios, imágenes didácticas para aprender a manejar la energía de la Llave Mariana e información sobre otras disciplinas afines. En este universo que resultaba, en un principio, inescrutable, había una publicación que anunciaba una iniciación como la del siguiente texto:
ERES MUY BIENVENID@ A LAS INICIACIONES EN LÍNEA DE ESTA ENSEÑANZA. Enseñanza UNIVERSAL para TODOS, sin distinción de raza, condición social ni religión, teniendo de base el AMOR como lenguaje universal que nos unifica. No es necesario inscribirse, tan solo estar presente a la hora indicada, y conectarte a nuestra sala de videconferencia.10
Más adelante invitaban a los miembros a ser parte de la Llave Mariana, a conocer sus rasgos principales, su utilidad y a ser potenciados con la “energía de la Llave”. La iniciación se encontraba prevista para la semana siguiente. En la mañana del sábado se realizaría de manera gratuita.
La primera imagen que se desplegaba en la página de Facebook era la figura de Ariel, quien saludaba desde su computadora y nos daba la bienvenida. Al costado de la imagen del video que se transmitía en vivo se abría una columna de chat donde aproximadamente diez personas comenzamos a intercambiar saludos.
En primer lugar, Ariel pidió a cada nuevo interesado en iniciarse, sus datos personales: nombre, apellido y fecha de nacimiento; aclaró que estos serían de importancia porque nos agregaría en las listas de ayuda.
El proceso de iniciación en línea llevó aproximadamente cuatro horas. Así, Ariel se explayó sobre la ubicación y el funcionamiento de los chakras. Luego describió la forma y el significado del símbolo de la Llave Mariana, también desarrolló la forma correcta de realizar tratamientos energéticos.
El símbolo religioso que identifica a la Llave Mariana tiene en la parte superior dos círculos en espejo que representan, de acuerdo con la explicación del instructor, los hemisferios izquierdo y derecho del cerebro en los que se ubican los chakras superiores (siete, seis y cinco). Estos elementos buscan significar las energías femenina y masculina unificadas y, en términos más generales, la unión de los opuestos (ver imagen 1).
La línea vertical que atraviesa el símbolo está basada en la columna vertebral humana, que tendrá como función unir la dimensión superior e inferior, el cielo y la tierra. En posición central dentro del triángulo (que refiere a la trinidad divina), se emplaza un círculo rodeado de ocho brazos a la manera de un sol; es el símbolo del arcángel Uriel, representante de la luz divina. Por último, el sector inferior simboliza la tierra y la presencia de los chakras inferiores o telúricos (nueve, dos y uno).
El instructor utilizó nuestro nombre y fecha de nacimiento como “coordenadas energéticas” para potenciar nuestros chakras a distancia. Durante este proceso, los aprendices solo tuvimos que estar receptivos y respirar con ritmo normal durante un minuto, a fin de recibir la energía. Antes de despedirnos, Ariel nos indicó que realizáramos una meditación por día hasta completar una cuarentena, que visualizáramos la primera pirámide para lograr instalarla energéticamente en nuestro interior.
Después de este encuentro virtual comenzamos a ser considerados como “practicantes iniciados” y nos incluyeron en un grupo de Facebook de carácter cerrado que cuenta con más de 17 000 miembros. En este espacio se comparten mensajes revelados y listas de ayuda en las que los distintos miembros realizan pedidos para que se les envíe energía a personas cercanas que se encuentran en situaciones difíciles de carácter emocional, físico o laboral.
Las listas de ayuda en las que los diferentes miembros del grupo registran el nombre, apellido y fecha de nacimiento de las personas a las que se debía enviar energía, se encontraban organizadas en distintas categorías, tituladas con construcciones lingüísticas muy peculiares: “envío de luz para expedientes”, “lista de tratamientos para el reino animal”, “lista para encontrar y pedir por desaparecidos”, entre otras.
No obstante, esta terminología no parecía resultar confusa para el resto de los cibernautas más habituados al universo de sentidos de la Nueva Era. Aquí el lenguaje compartido es una de las características que refuerza el sentido de pertenencia de los practicantes a esta comunidad debido a que suelen remarcar el hecho de sentirse comprendidos y como en casa, contrario a lo que les ocurre con su entorno inmediato (familia y amigos). En entrevistas e interacciones en el grupo de Facebook, han expresado la estigmatización que suelen experimentar al ser tratados como locos o raros, lo que los lleva a generar estrategias de ocultamiento de sus creencias y prácticas espirituales.
A partir de esta instancia virtual se empieza a popularizar el uso de términos como hermanitos de luz, hermanos marianos o familia de la Llave Mariana; se emplean significados que asientan ideas de comunidad en sus participantes. En este apartado se intentó evidenciar la forma que toman dos puntos clave de la netnografía de acuerdo con Kozinets (2010): se trata de la vida social de la red y la conformación de comunidades virtuales, en este caso en la plataforma virtual Facebook para la comunidad “hermanos marianos”.
Etnografía virtual de grupos de WhatsApp en la Llave Mariana
A medida que esta exploración del grupo virtual creció, nuestro interés aumentó hasta conocer la historia del movimiento, contactamos a través de un correo electrónico a una de las personas que había sido parte del primer cisma en el grupo originario y fundador del grupo transicional de la Llave Mariana: Damián. Cuando supo que había un interés por conocer la historia y las características del grupo, nos invitó a acercarnos a una iniciación presencial que se realizaría en Buenos Aires, poco tiempo después de ese intercambio. Nos incluyó junto al resto de los participantes en un grupo de WhatsApp titulado “Llave Mariana Barracas”.
Actualmente, somos parte de tres grupos en WhatsApp que fueron creados en similares circunstancias a partir de iniciaciones en las que participamos en las localidades suburbanas de Buenos Aires, González Catán y Morón. La posibilidad de interactuar en los grupos a través de este medio fue de gran valor para mantener un seguimiento constante de los pedidos de ayuda, las dudas y los diálogos informales. Asimismo, a través de estos se logró concertar entrevistas con algunos practicantes, luego de consultar con sus instructoras y administradoras la posibilidad de utilizar el contenido de los grupos como insumo para esta investigación.
Por lo general, el inicio de la actividad de un grupo de WhatsApp se da a través de un mensaje de bienvenida por parte de la instructora, además del envío de cierta información sobre la enseñanza. Un ejemplo de este tipo de información son los mensajes de audio con los cuales se explican distintas técnicas y elementos de esta cosmovisión. Los audios fueron enviados por una de las más antiguas instructoras del movimiento perteneciente al grupo transicional.
Tanto las instructoras que difunden los audios como los practicantes que los reciben, ven una ventaja en su utilización para la profundización de este conocimiento y su práctica en varios sentidos. Por un lado, suelen afirmar que la audición de estos mensajes les resulta más clara que la lectura de los cuadernillos que son demasiado extensos y de difícil comprensión; por otro lado, manifiestan que pueden hacer esta escucha durante la realización de tareas cotidianas. Durante nuestra entrevista, Alina, practicante en una iniciación en la localidad de González Catán, expresaba que suele oír los audios mientras cocina o limpia su casa. Estos datos ilustran los vínculos que se tejen entre contextos virtuales y físicos, aspecto que reviste gran importancia para las etnografías virtuales (Ruiz y Aguirre, 2015).
Los medios virtuales de difusión de la información coadyuvan a insertar el aprendizaje y la práctica de la Llave Mariana en las rutinas cotidianas (propias del contexto físico) al presentar una continuidad con el mundo secular y las tareas que podríamos pensar como alejadas de la espiritualidad.
Asimismo, el WhatsApp como medio de interacción privilegiado genera un efecto de instantaneidad entre pedidos y respuestas, lo que le otorga al grupo una dinámica particularmente vertiginosa, así como también se introducen y se debaten temas de actualidad generalmente tomados de los medios de comunicación. Los eventos pueden tratarse de temas como las inundaciones en el litoral argentino durante 2018 o el incendio de la catedral de Notre Dame de París, en abril de 2019. Este tipo de noticias generalmente son informadas por cualquiera de los practicantes por medio de imágenes que circulan en las redes sociales o de fotografías de la televisión que se comparten en los grupos.
Todos estos eventos catastróficos son leídos por los participantes en función de la matriz cosmológica del grupo; sus integrantes los identifican como señales malignas que atestiguan la presencia de “energías densas” en el mundo. Se considera que estas deben ser contrarrestadas por el grupo con el envío de “energía de María”, pedido que se realiza a través de mensajes escritos: “Enviamos energía al lugar del hecho”, “activamos la Llave Mariana para nuestra madre tierra”. A lo que el resto de los participantes responden con palabras de confirmación: “activo”, “activada” o simplemente con emoticones que simbolizan que están realizando un envío de energía mariana para este fin; generalmente se trata del dibujo de una llave, un corazón y manos en forma de plegaria.
En estas interacciones de gran complejidad podemos notar cómo se conjugan imágenes, audio y texto. La forma en que editan y divulgan marcan la dinámica de prácticas espirituales que reafirman emociones y representaciones colectivas como la devoción por la Virgen María o la concepción del planeta como un ser vivo y energético. Asimismo, modelan la idea de comunidad, en tanto suma de individuos orientados a un mismo fin, dentro del movimiento.
En todos los casos, los practicantes se iniciaron de manera presencial y los grupos de WhatsApp se conformaron a partir de estos encuentros con un número limitado de integrantes (alrededor de 20 personas). Debido a estas características se dan vínculos personales estrechos que en algunos casos pueden sostenerse de manera únicamente virtual, pero que presentan un gran nivel de exposición de la intimidad y de la contención emocional. De nuevo, se manifiesta un elemento ya mencionado como parte del análisis de la etnografía virtual: la existencia de múltiples vías de determinación entre contextos virtuales y físicos, que se dan forma e impactan mutuamente.
Lo secular y lo espiritual en los usos del tiempo en plataformas virtuales
El papel de la tecnología para este movimiento es el de un soporte que posibilita la coincidencia espacio-temporal, lo que habilita ciertos tipos de interacción y el desarrollo de nuevos modos de vincularse. De esta manera, dan forma a modos específicos de ser con los otros en línea y a nuevas formas de pensarse individual y colectivamente. Los usuarios de estas tecnologías son quienes informan en sus usos cierta identidad y sentido de pertenencia a una comunidad, de acuerdo con las herramientas tecnológicas a las cuales tienen acceso.
Del mismo modo que el ambiente físico produce ambientes particulares que sirven de escenario para la interacción, las plataformas que funcionan a través de internet generan espacios virtuales particulares que son decisivos para el tipo de interacción que ahí pueda ocurrir. Uno de los rasgos más destacables en este sentido es la accesibilidad permanente que permiten los grupos tanto de Facebook como de WhatsApp. A partir de esta posibilidad se promueve una constante alternancia entre la vida online y la vida offline, lo que genera continuidades entre ambos órdenes, pero a la vez se impulsa la tendencia a una conectividad creciente y casi permanente.
Al indagar de qué modo el uso de estas tecnologías se presentaba en las rutinas de los practicantes, las interacciones se daban a cualquier hora; los usuarios se inscribían dentro de una multiplicidad de contactos y actividades desarrolladas en internet. Si bien muchas de ellas se encontraban vinculadas al mundo espiritual y eran las que ocupaban la mayor parte del tiempo en el ciberespacio, no dejaban de insertarse dentro de una variedad de tareas de otra índole como la revisión de correos electrónicos laborales o el repaso de álbumes de fotos de eventos familiares en Facebook.
En este punto es interesante notar de qué manera las instancias de conexión con la Virgen María y la emisión y recepción de energías que se consideran de origen divino no se encuentran espacial ni temporalmente limitadas a ámbitos específicos de carácter sagrado o separadas de la existencia cotidiana, sino que dependen solo de procedimientos rituales que implican visualizaciones e intencionalidades que pueden activarse y desactivarse de manera instantánea a partir de procesos subjetivos e intersubjetivos.
Conclusiones
En este escenario resulta necesario pensar la fluidez del diálogo entre nuevas tecnologías que facilitan la existencia de interacciones y espacios virtuales, con antiguas “tecnologías del yo” (Foucault, 1995) de corte espiritual (como podría ser el caso de la meditación) que implican una dimensión no electrónica de la virtualidad y ponen en juego complejos ejercicios de imaginación.
En relación con este tema, Gustavo Ludueña (2012) entiende los procesos de invención e imaginación religiosa como predominantemente intersubjetivos e insiste en que estos se encuentran asociados a las prácticas de los sujetos creyentes y responden a una dinámica procesual. Asimismo, toma la noción de imaginación como un elemento imprescindible para la comprensión de los procesos de cambio religioso.
Si pensamos en las experiencias rituales y su diálogo con las plataformas virtuales, bajo esta perspectiva, una de las características que podemos advertir es que se da una descorporización de los sujetos al trastocar los límites físicos que impone el cuerpo (Citro y Puglisi, 2015; Vázquez, 2011); esto se debe a la existencia de dispositivos de la conciencia que “virtualizan” el cuerpo, el yo y la comunidad a partir de complejos procesos de imaginación.
Los sujetos que son parte de una meditación grupal conectados a una sala de videoconferencia o incluso emiten y reciben transmisiones de “energía divina y sanadora”, a través de pedidos que se intercambian por chats de WhatsApp, no solo cuentan con estos medios electrónicos a su disposición (lo que podría pensarse como la novedad o el mayor cambio dentro del fenómeno), sino que encuentran esta experiencia habilitada por las “tecnologías del yo” (Foucault, 1995) previas que operan en el nivel de la conciencia y las representaciones del cuerpo y la persona.
Los procesos de imaginación vinculados a las plataformas virtuales tienen efectos concretos en la forma que pueden tomar los rituales espirituales; por ejemplo, habilitan a estos sujetos para establecer una conexión espiritual que funciona en una sincronicidad de tiempos, aunque en espacios físicos distantes dan como resultado una telepresencia.11
Es necesario destacar la noción de cuerpo sutil, es decir, la representación emic12 del cuerpo, que indica que cada individuo posee un cuerpo energético que no encuentra su límite en la barrera de lo físico. Esta es una de las características que moviliza la fluidez del diálogo entre estas formas de experiencia ritual espiritual y las interacciones a través de programas o redes sociales que funcionan por medio de internet, lo que provoca una confluencia entre flujo energético y flujo de información en el ciberespacio.
En relación con los procesos de imaginación, es útil incorporar los aportes de Anderson (1993) para dar cuenta de la manera en la que los miembros de la Llave Mariana se piensan a sí mismos como una comunidad, y cómo esta forma de representación se encuentra atravesada por los modos de sociabilidad que suceden en los entornos virtuales.
Anderson establece que cualquier comunidad es imaginada porque a pesar de que sus participantes no tienen un conocimiento personal entre sí, poseen la imagen de su comunión en sus mentes. Esta representación que, según el autor, funciona como un “artefacto cultural” (Anderson, 1993, p. 21) puede ser imaginada a partir de distintos estilos; uno de ellos es la comunidad religiosa que se caracterizaba por la distinción creada a partir de una lengua sagrada.
En este sentido, y para abundar en estas nociones, es posible postular que los “hermanos marianos” con los que hemos trabajado es una comunidad espiritual que encuentra sus lazos a partir de un léxico en común y de una serie de prácticas espirituales difundidas y sostenidas en instancias de sociabilidad virtual. Estos elementos comunes habilitan a sus miembros a considerarse parte de una comunidad que vibra en una misma frecuencia y experimenta emociones similares relacionadas con la devoción y el amor (Gracia, 2018). Asimismo, promueve lazos sociales que generan sentimientos de contención emocional y acompañamiento entre sus integrantes.
La dimensión creativa también se revela en la idea de comunidad que se pone en juego dentro del grupo. La existencia de grupos de Facebook dedicados a la Llave Mariana que representan miles de miembros, tiene como consecuencia un efecto de expansión en la experiencia de comunidad vigente, lo que genera que el sentido de pertenencia para los practicantes ya no se dé exclusivamente en relación con el grupo original de iniciados con el que se comenzó este camino espiritual, sino que se extienda a una gran comunidad de hermanos marianos que resuenan en sincronía con la energía de la Virgen. Es así como se trama una red intersubjetiva sin límites espacio-temporales que persigue el fin conjunto de elevar el nivel de energía de la humanidad y el planeta.
En el caso de la Llave Mariana, el ciberespacio funciona como un lugar de encuentro entre practicantes espirituales por el que circulan de manera permanente; estos desarrollan formas de sociabilidad electrónica que poseen impacto en sus rutinas cotidianas, vínculos y emociones, y en los modos de pensarse a sí mismos como parte de una extensa comunidad que trabaja con el fin de lograr formas de conciencia más elevadas y una transformación cósmica.