1. Introducción
El taoísmo, junto con el budismo y la religión patriarcal, constituyen los tres pilares principales en lo que se refiere a creencias religiosas en China. Su importancia ha sido valorada tanto por los eruditos chinos como por los investigadores extranjeros. El ilustre escritor Lu Xun expuso lo siguiente: “la raíz de China consiste totalmente en el taoísmo” (Xun, 2005, p. 365). De igual modo, el sinólogo holandés Kristofer Schipper consideró que la tradición cultural del taoísmo es un “acervo génico de la cultura china que ha contribuido bastante a la civilización humana” (Xun, 2005, p. 8).
En castellano moderno, el taoísmo alude a la doctrina religiosa y filosófica fundada por Lao Zi (Real Academia Española [RAE], 2014). Sin embargo, la relación entre el taoísmo filosófico (denominado en la tradición china como 道家; dào jiā, en pinyin) y el religioso (道教 o dào jiào) sigue siendo una cuestión abierta a la discusión. Filólogos como Feng Youlan contrastaron las dos doctrinas y estimaron que la primera aboga por la convivencia armoniosa entre el ser vivo y la Naturaleza, mientras que la segunda insiste en conquistar la Naturaleza y lograr la eternidad individual (Youlan, 2014, p. 3). Por otro lado, Joachim Bouvet (uno de los primeros jesuitas que viajaron a China e intentaron hallar el cristianismo en los libros clásicos chinos) declaró encontrar la Trinidad en Dao Te Jing (道德经),3 libro clásico atribuido a Lao Zi, y que el taoísmo religioso menoscabó la doctrina filosófica de éste (Zhang, 2020, p. 22). No obstante, estas dos doctrinas se relacionan estrechamente a lo largo de la historia y ambas son una ideología combinada de índole religiosa y filosófica que consagra el Tao como la máxima categoría. Por lo tanto, el taoísmo debe abarcar las ideologías filosóficas de Lao Zi y las de sus seguidores (como Zhuang zi & Lie zi), así como las creencias religiosas que determinan ritos, recetas alquímicas, talismanes, personajes, lugares sagrados taoístas, etcétera.
En comparación con el confucianismo y el budismo, el taoísmo fue la doctrina menos apreciada por los jesuitas que fueron llegando al Imperio chino desde el siglo XV, puesto que consideraban que los taoístas eran unos farsantes y que dicha confesión no era más que superchería. Bajo su influencia, incluso pensadores ilustrados tales como Montesquieu y Voltaire estimaron que el clan fundado por Lao Zi había causado muchos problemas a lo largo de la historia de China (Zhang, 2020, p. 26). Sin embargo, los figuristas4 no tardaron en encontrar la sabiduría eterna en los clásicos taoístas y consideraron que el Tao era, simplemente, un tratamiento distinto para dirigirse a Dios. A partir de aquel momento, los sabios occidentales empezaron a tomar en serio la larga tradición taoísta e intentaron comprenderla, poniéndola en el marco histórico y político específico de China.
En este artículo, nuestro objetivo es presentar y hacer una estadística de los libros taoístas traducidos al español, los cuales dividimos en dos categorías (los libros filosóficos y los religiosos), dependiendo de su índole y de las notables diferencias en cuanto a la cantidad y calidad de sus versiones al castellano, con el objetivo de esbozar el panorama de la historia de la traducción de los libros taoístas chinos al español. Todo ello puede servir como punto de partida para una investigación sobre la transmisión de tal doctrina y la traducción de libros de dicha temática en el mundo hispánico.
2. Libros taoístas traducidos en el mundo hispánico
La traducción moderna de los clásicos taoístas a los idiomas occidentales se remonta al siglo XIX (Yu, 2020, p. 6). En 1816, el sinólogo francés Jean-Pierre Abel-Rémusat publicó Le libre des recompenses et des peines (太上感应篇) que se vertió del idioma manchú al francés. Asimismo, uno de sus discípulos (de nombre Stanislas Aignan Julien) trasladó en 1842 la primera versión completa de Dao Te Jing también a la lengua gala. En la segunda mitad del XIX, los investigadores occidentales ampliaron su campo de investigación y, a partir del siglo XX, la mayoría de los importantes sinólogos del Occidente han sido artífices de traslaciones de obras taoístas y el fruto de su investigación ha sido objeto de estudio en generaciones posteriores. Aparte de las numerosas versiones existentes de Dao Te Jing y Zhuang zi (庄子), se vertió una amplia colección de libros taoístas que presentan, entre otros, rituales, biografías de inmortales, medicina, métodos y ejercicios de orden fisiológico y espiritual, y cosmología de la cultura taoísta.
No obstante, en el mundo hispánico ya se pueden encontrar varias citaciones de libros sobre esta creencia en las obras de traducción de los misioneros del siglo XVI y el XVII. A modo de ejemplo destacamos Beng Sim Po Cam (1590), de Juan Cobo y Tratados Historicos, Politicos, Ethicos y Religiosos de la Monarchia de China (1676), del dominico Domingo Fernández Navarrete. Sin embargo, la primera traducción moderna de obras taoístas se debe al orientalista Augustin Bazán y Caravante, quien vertió en 1870 (del francés al español) el Tao Te Jing (Costantini, 2022, p. 952). En la segunda mitad del siglo XX se publicaron otras versiones indirectas del mencionado libro en los países hispanohablantes como, por ejemplo, en Bolivia (1940), Argentina (1951), España (1961) y en México (1963). Fue Carmelo Elorduy, jesuita y sinólogo español, quien se dedicó primero a la traslación e investigación sistemática del taoísmo y vertió directamente del chino a su lengua materna las obras más representativas de este pensamiento, como son La gnosis taoísta del Tao Te Ching (1961) y Chuangtzu (1967). Otro sinólogo y tibetólogo, Iñaki Preciado Idoeta, tradujo Lie Zi. El libro de la perfecta vacuidad (1987), Los cuatro libros del Emperador amarillo (2010), además de El libro de Tao (1987) y Zhuang Zi (1996).
Desde el siglo XXI existen cada vez más sinólogos y académicos que se dedican a la investigación de esta doctrina y a la traslación de sus obras. Se pueden encontrar versiones en español de diferentes libros, como pueden ser El secreto de la flor de oro (太乙金华宗旨), Hua Hu Ching: 81 meditaciones taoístas (化胡经), Las enseñanzas internas del taoísmo (悟真篇), Tratado de Fisiología y alquimia taoísta (卫生生理学明指), etc. Estas obras contienen tanto la ideología filosófica taoísta de tolerancia, igualdad y convivencia armoniosa, como el espíritu científico del taoísmo religioso, los cuales no sólo forman parte del tesoro de la civilización china, sino también encierran valores universales que pueden contribuir en la promoción de diálogo entre naciones en conflicto y en la construcción de una visión cósmica desde la que veamos el mundo como un hogar común.
2.1. La traducción de Dao De Jing y Zhuang zi
Según el erudito Chen Guying, las diferentes tendencias del taoísmo filosófico se pueden agrupar en tres escuelas (Lao Zi, Zhuang Zi y Huang-Lao), a pesar de que las tres se enfocan primordialmente en la gobernanza de país y en la cultivación del individuo per se (Guyin, 2012, p. 4). El ideario filosófico de las dos primeras se materializó por medio de sus creadores o por sus seguidores, quienes publicaron múltiples versiones. Curiosamente, es digno de mención que como autor de éstas siempre aparece el nombre de su creador o su pseudónimo (Lao Zi o Zhuang Zi). Fue más tarde, en la dinastía Tang, cuando se consagraron los libros taoístas filosóficos y se les pusieron como títulos los nombres de Dao De Jing y Nan Hua Jing, en los cuales Jing significa libro clásico, mientras que Dao De y Nan Hua se refieren respectivamente a los pseudónimos taoístas sagrados de los dos filósofos, Lao Zi y Zhuang Zi.
En cuanto a Dao De Jing, el filósofo alemán Friedrich Nietzsche argumentó que el libro parecía una fuente inagotable llena de tesoros y, de igual modo, el sinólogo inglés, Lionel Giles, lo denominó como si fuera una enana blanca (en referencia al remanente estelar que genera una estrella) en el mundo de libros filosóficos por su intensidad y brillantez (Xin, 2019, p. 134). Se trata del texto más traducido en el mundo después de la Biblia, probablemente, debido a que permite múltiples interpretaciones desde diferentes perspectivas debido a la falta de una conexión lógica evidente en su marco teórico, a su expresión concisa y a su estilo alegórico. Usando como ejemplo el significado del carácter Tao (道), el concepto más esencial del taoísmo, el monje budista Xuanzang (602-664) insistió en que se debía verter como Mārga (que significa camino en sánscrito), al recibir el encargo del emperador Taizong (599-649, segundo emperador de la dinastía Tang) de traducir el libro de Lao Zi al sánscrito para sus vecinos de la India. Ello inició un debate con el renombrado taoísta Cheng Xuanying (608-669), quien creía que el Tao coincidía con el concepto de Bodhi (que significa iluminación en pali y en sánscrito). Los misioneros que entraron en contacto con China en los siglos XVI y XVII trasladaron Tao como God, tratando de integrar este escrito filosófico chino al marco del cristianismo. Los traductores posteriores lo vertieron como Logos, Nature, Way-making, sendero, etc., creando conceptos alrededor del Tao de diferentes estilos según la ideología propia del autor de la traslación (naturalismo, feminismo, anarquismo, oscurantismo, etcétera).
Hasta el año 2017 se pueden encontrar más de 95 versiones de Tao De Jing en el mundo hispánico (Tadd, 2019, p. 14). Según Zhang, la historia de la traducción de este libro en la lengua de Cervantes se puede dividir en tres etapas: la inicial, antes de los años setenta del siglo XX; la de crecimiento, posterior a los años setenta; y la de florecimiento en el siglo XXI (Zhang, 2020, p. 73). De acuerdo con estos datos, desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta la década de los setenta hay en total seis versiones en español de esta obra. Este aumento leve (en comparación con las primeras cuatro décadas del siglo XX) se podría deber a la tendencia de la búsqueda de la sabiduría oriental en el continente europeo tras las dos conflagraciones mundiales. Fueron los literatos y los intelectuales quienes más se adhirieron a esta tendencia, entre quienes cabe destacar al escritor español Cristóbal Serra Simó y al profesor y filósofo argentino Adolfo P. Carpio.
A pesar de que la mayoría de las traducciones de Dao De Jing en este periodo son indirectas, algunas alcanzaron una gran difusión y se reeditaron repetidamente, como fue el caso de El libro del sendero y la línea recta, del poeta uruguayo Edmundo Montagne, que se publicó en 1916 y se reeditó (por término medio) una vez cada 10 años a lo largo del siglo pasado. Utilizó la versión en francés del sinólogo Alexandre Ular (1876-1919) como referencia y trasladó Tao como sendero y De como línea recta. A pesar de que el camino es uno de los significados básicos del Tao, éste consiste en el concepto más esencial en la ideología de Lao Zi y se refiere no sólo a los materiales que constituyen a todas las creaturas, sino también a la ley de la Naturaleza, al origen cósmico y al ente que regula a todos los seres.
La primera traducción directa del chino al español fue obra del jesuita Carmelo Elorduy en 1961. Vivió muchos años en China e inició su carrera de traductor a edad avanzada. Aparte de los libros taoístas, vertió al español también Libro de los Cambios (易经) en 1983, Moti (墨子) en 1987 y Romancero chino (诗经) en 1984. Obtuvo en 1986 el Premio Nacional de Traducción por sus aportaciones especiales en la traslación de la poesía china. Realizó la de Dao De Jing cuando se encontraba en España, sin poder consultar las abundantes críticas de los autores chinos. Por ello, tuvo que interpretar la obra según su propio juicio, con base en la versión que tenía en su poder. La carencia de referencias se puede comprobar con nitidez en la traducción del capítulo 25. A modo de ejemplo, tradujo la oración “故道大,天大,地大,人亦大” como “Grande es el Tao, grande el Cielo, grande la Tierra y grande el Monarca”. El carácter “人” se refiere a la gente común y difiere según distintas versiones del libro Dao De Jing. Según Xi, son quienes quieren alabar al emperador los que cambian arbitrariamente el carácter “人” a “王”, que significa monarca (Guyin, 2017, p. 172). A causa de dicha ambigüedad, los eruditos chinos ya han llegado a la determinación de que se debe emplear “人” en lugar de “王”, al considerar que Lao Zi respetaba más la existencia del ser humano que el orden patriarcal terrenal.
Elorduy dedicó la mitad del libro al análisis de los conceptos principales y a la comparación de éstos con la tradición filosófica occidental. Consideró el Tao como el Dios-cósmico de los filósofos atenienses o el Logosde los estoicos por su índole innominada. Sin embargo, en su versión hay deficiencias tanto en la comprensión de las palabras como en la interpretación de las ideas. En particular, tradujo el Tao como “El” con mayúscula inicial en los capítulos 16 y 62. Igualmente, hace alusión al Dios de la cultura cristiana, ausente en el texto original. Asimismo, adoptó una estrategia de traducción excesivamente literal. A modo de ejemplo, vertió “万物” como “diez mil seres”, lo cual, en realidad, es un número ambiguo que se refiere a todos los seres en general.
Texto original:
万物并作,吾以观其复。夫物芸芸,各复归其根。
Texto traducido: A los diez mil seres hechos todos a una por El, los vemos volver a El. Los seres pululan y luego cada uno vuelve a su raíz (Zi, 1961).
Aparte de la gran obra de Lao Zi, el padre Elorduy tradujo asimismo el escrito de Zhuang Zi y, junto con la traslación de Tao De Jing, se publicaron en el recopilatorio titulado Lao Tse/ Chuang Tzu. Dos grandes maestros del taoísmo, en 1983. Éste conservó el contenido del anterior libro taoísta y añadió un largo capítulo (“Sesenta y cuatro conceptos de la ideología taoísta de Lao Tse y Chuang Tzu”) al final, en donde describió los conceptos fundamentales de estos dos grandes filósofos, sin olvidarse de compararlos con la tradición occidental.
A partir de los años setenta aparecieron cada vez más versiones de Tao De Jing debido, probablemente, a un contacto más frecuente después de la reanudación de relaciones diplomáticas entre China y España en 1973. También cabe resaltar el descubrimiento (durante una excavación) de una versión antigua de Tao De Jing en la tumba Mawangdui de la dinastía Han (202 a. C-220 d. C.). De igual modo, destaca la traslación del sinólogo y tibetólogo Iñaki Preciado Idoeta. Dicho autor trabajó como traductor de chino en la Embajada Española en Pekín (1973-1976) y empezó a verter los libros taoístas de regreso a España. Obtuvo el Premio de Traducción Fray Luis de León por su versión de Tao De Jing: Los libros del Tao. En este trabajo llevó a cabo una presentación detallada sobre los nuevos descubrimientos arqueológicos en Mawangdui, las distintas versiones existentes, el contexto histórico del autor y las traslaciones ya publicadas, además de tratar de los orígenes de la filosofía china, sus conceptos fundamentales, su moral y el pensamiento político del taoísmo.
Preciado era consciente de las divergencias existentes en las distintas versiones de la obra. Por tanto, consultó los comentarios de varios críticos importantes procedentes de diferentes dinastías de China y los incluyó en notas a pie de página. Consideró que se puede interpretar el libro desde distintas perspectivas como, por ejemplo, desde la del marxismo en lo que se refiere a la ideología social de Lao Zi. El fundador del taoísmo representaría a los campesinos de la comuna e intentaría lograr el igualitarismo. El traductor también reflexionó sobre los significados contemporáneos de dicha obra en cuanto al respeto a la ley de la Naturaleza, el rechazo al servicio a la economía y el anhelo por la paz en la ideología de Lao Zi. En comparación con otras traslaciones, seleccionó la denominada versión de seda (帛书版), puesto que fue ejecutada sobre láminas de dicha fibra natural; es decir, se trata de la hallada en la excavación de la tumba de Mawangdui, empleada como texto origen, la cual no sólo difiere de la versión más popular en el orden de capítulos, sino también en caracteres y frases. Asimismo, utilizó el sistema de transcripción pinyin para marcar los conceptos particulares del taoísmo.
Texto original:
道,可道也,非恒道也;名,可名也,非恒名也。无名,万物之始也;有名,万物之母也。
Texto traducido:
El dao que puede expresarse,
no es el dao permanente.
El nombre que puede nombrarse,
No es el nombre permanente.
Lo que no tiene nombre (wu ming),
es principio de todos los seres (Zi, 2006).
Posteriormente, Preciado publicó Zhuang Zi: Maestro Chuang Tsé en 1996. En la primera parte del texto hizo una breve presentación sobre la filosofía china y el pensamiento taoísta. Describió el relativismo radical en el pensamiento de Zhuang Zi y su búsqueda de la plena libertad personal por medio de la abstinencia mental. De igual modo, detalló la dificultad de la traducción frente a un texto profuso en relatos alegóricos y apológicos.
En los años noventa del siglo pasado, la publicación de Dao De Jing en español se multiplicó notablemente, impulsada tanto por el interés creciente por el taoísmo en otros países europeos (como en Inglaterra, Francia y Alemania), como por el desarrollo de la nueva sinología en España. Sinólogos como José Ramón Álvarez y Anne-Héléne Suárez tradujeron esta obra directamente del chino al español. La versión de Ramón Álvarez, publicada en 1995, es un texto paralelo, carece de notas a pie de página y su lectura es muy amena. En la introducción, el traductor presentó al autor y dio a conocer los diversos comentarios de los eruditos chinos sobre dicho escrito al lector hispanohablante. Además, Álvarez detalla los tres temas fundamentales del libro: los que tratan del jefe o gobernante, los que hablan del gobierno en general y los que presentan normas generales de conducta y acción, el Tao y la metafísica del Tao. Asimismo, efectuó un análisis sobre la naturaleza del libro, considerando que la obra contiene pensamientos filosóficos, éticos, políticos, pero es más que nada una “crítica de todo sistema positivo” (Zi, 1995, p. 11).
Por otro lado, la sinóloga Anne-Héléne Suárez trasladó del chino al español colecciones de poesía de la dinastía Tang, además de sus obras teológicas de mayor renombre, tales como Analectas (1997) y Dao de jing (1998). Dicha autora también divulgó los frutos de la investigación de sinólogos franceses al mundo hispanohablante, como fueron los de Romain Graziani y François Jullien. Suárez obtuvo el Premio Nacional de la Obra de un Traductor en 2021 por sus aportaciones en el campo de la traducción, tanto del chino como del francés al español. Inicialmente, vertió el título de la obra de Lao Zi como Libro del curso y de la virtud (2011); no obstante, en ediciones posteriores quedó modificado como Dao de Jing. Ésta consideró que, a pesar de que el Tao contiene un caleidoscopio de significados en chino, trasladó el encabezamiento al español como curso por su dinamismo, en contraste con lo estático de su otro significado, la vía. Debido a sus anteriores estudios sobre poemas antiguos chinos, en su versión prestó más atención a la musicalidad y los aspectos ideográficos de la obra.
A partir del siglo XX comienza a aumentar el número de traductores de Tao Te Jing que busca una suerte de inspiración vital. Verbi gratia, destacar la versión de Alfonso Colodrón, que trasladó del inglés Tao Te King al alcance de todos: El libro del equilibrio (2002), o la de Pedro Bayona, titulada Las enseñanzas de Lao Tsé: El Tao Té King para la vida moderna (2005). Al mismo tiempo, los eruditos chinos también tomaron parte en esta suerte de competición. En 1994, con el apoyo del Gobierno, se inició el proyecto de publicación de la “Biblioteca de clásicos chinos”. Se eligieron, entre los literatos chinos, 110 libros clásicos para verterlos a otros idiomas, con el objetivo de difundir la cultura china al exterior. En 2009, la editorial china Prensa de Enseñanza e Investigación de Lenguas Extranjeras convocó a tres traductores chinos para que se encargaran de trasladar Tao Te Jing al español. Aparte de la traducción per se, la colección también publica el texto original en chino clásico, al igual que su traducción al chino moderno realizado por Chen Guying (2012).
Por otro lado, sinólogos como Séan Golden y Gabriel García-Noblejas también publicaron versiones referenciales de las obras taoístas. García-Noblejas estuvo cinco años trabajando y viviendo en China. En la actualidad, asume las labores de profesor de traducción chino-español y de literatura china en la Universidad de Granada y es autor de versiones de múltiples libros chinos, de temática variada (cuentos fantásticos chinos, poemarios, manuales de traducción chino-español, novelas, etcétera). Publicó en Alianza Editorial Tao Te Ching en 2017 y, dos años más tarde, Chuang Tsé con la misma editorial. García-Noblejas presta mucha atención al formato poemático del texto original y utiliza los conceptos equivalentes en la cultura meta para verter los originales chinos. Por ejemplo, la palabra “天地” significa literalmente el cielo y la tierra. En la mente de los antiguos chinos, el primer concepto es redondo, mientras que el segundo es cuadrado. El autor emplea estos dos caracteres juntos para referirse a todo el mundo, pero con una imagen almacenada y ya utilizada en la antigua China. Por ello, el traductor traslada la palabra como universo, que encaja mejor en el conocimiento de los lectores hispanohablantes modernos sobre lo que quiere expresar el autor original.
Texto original: 无,名天地之始;有,名万物之母。
Texto traducido: Con “lo inexistente” queremos dar nombre
al principio del universo
con “lo existente” queremos dar nombre
a la madre de los seres y la cosa (Zi, 2017).
En su versión de Zhuang zi, éste extrajo 88 relatos o parábolas del texto original para ilustrar los conocimientos fundamentales del taoísmo a través de la boca de los animales y la gente común, como pueden ser carniceros, leñadores o carpinteros. Añadió una larga presentación sobre el origen, el desarrollo y la estructura del taoísmo y comparó éste con Dao Te Jing, además de concluir los temas principales de ambos. Con su traducción, el sarcasmo y la ironía característica de Zhuang Zi saltan a la vista a los lectores.
Texto original:
北海若曰:“井蛙不可以语于海者,拘于虚也;夏虫不可以语于冰者,笃于时也;曲士不可以语于道者,束于教也。今尔出于崖涘,观于大海,乃知尔丑,尔将可与语大理矣。”
Texto traducido:
A la rana que vive en una charca no se le puede hablar del mar, ahí, siempre en su barrizal. Ni a los insectos propios del verano se les puede hablar del hielo, por la corta vida que tienen. Ni al letrado enrevesado se le puede hablar del Tao, por estar siempre enredado en sus creencias.
Cuando hayas dejado tus orillas atrás, cuando hayas contemplado el vasto mar, cuando hayas reconocido tus propias redes, entonces te hablaré del Tao (Zi, 2017).
Aparte de las versiones de Zhuang zi anteriormente mencionadas, escritores ilustres como Cristóbal Serra y Octavio Paz también trasladaron esta obra al español. Octavio Paz vertió fragmentos del texto del inglés y del francés, los publicó en 1957 en “México en la cultura” (el suplemento literario de Novedades) y más tarde los recopiló en el libro Chuang Tze (2017). Los dividió en tres secciones: la que trata de la lógica y de la dialéctica, en la que se muestra el método de redurtio ad absurdum del poeta-filósofo; la que se refiere a la moral, donde el autor se ríe de los moralistas representados por Confucio; y la última, que describe al hombre perfecto. Se trata, en realidad, de fragmentos que se extraen de los 33 capítulos del libro original. A pesar de que no es una traducción ni directa ni completa, se transmite adecuadamente el lenguaje poético y el estilo irónico y humorístico del autor chino a los lectores hispanohablantes.
Texto original:
昔者庄周梦为胡蝶,栩栩然胡蝶也,自喻适志与,不知周也。俄然觉,则蘧蘧然周也。不知周之梦为胡蝶与,胡蝶之梦为周与?周与胡蝶,则必有分矣。此之谓物化。
Texto traducido:
Soñé que era una mariposa. Volaba en el jardín de rama en rama. Sólo tenía conciencia de mi existencia de mariposa y no la tenía de mi personalidad de hombre. Desperté. Y ahora no sé si soñaba que era una mariposa o si soy una mariposa que sueña que es Chuang-Tzu (Zi, 2017).
2.2. La traducción de otros libros taoístas
Respecto a otros textos traducidos en el mundo hispanohablante, destaca el Secreto de la flor de oro (太乙金华宗旨), que tiene más de cuatro versiones en español, publicadas a finales del pasado siglo y a comienzos del actual. La obra original se considera como uno de los clásicos taoístas, cuya publicación se remonta a principios de la dinastía Qing (1636-1912). Su autor fue un taoísta anónimo que declaró que fue el propio Lü Dongbin (quien tiene el honor de ser el fundador de la alquimia interior del taoísmo y el más conocido de los “ocho inmortales”5 según la creencia del pueblo), quien le dio el libro gracias a un rito similar al que se lleva a cabo por medio del tablero güija.
El autor creyó que, al nacer, el Animus (魂) y el Anima (魄) se separan. El primero es más puro, por eso se eleva y llega a la altura de entre las cejas, mientras que el segundo es más revuelto y se convierte en el corazón de carne y sangre. El Anima se mueve con facilidad por el deseo y las emociones; de esta manera, se reduce la vitalidad que guarda. El texto enseña a los creyentes cómo controlar el Anima y retenerla hasta que se recupere la vitalidad que ha perdido el Animus. No se consideró una obra de importancia trascendente en los círculos de intelectuales y practicantes taoístas en China, hasta que fue traducido por Richard Wilhem en 1929. Este sinólogo alemán contó con la participación del psicólogo Carl Gustav Jung, que se encargó de escribir el prefacio de la obra.
En 1899, cuando contaba con 26 años, Richard Wilhem (misionero protestante) llegó a China. Dos años más tarde, fundó la escuela Deutsch-Chinesisches Seminar, institución desde la que se volcó al estudio de la cultura china. En 1910 empezó a colaborar con la editorial Diederichs Verlag para publicar una serie de traducciones de obras filosóficas y religiosas chinas. Cuando terminó su trabajo y envió el borrador a su amigo Jung, éste se alegró y, gracias a la claridad conceptual con la que había vertido Wilhelm los arcanos de dicha doctrina, declaró haber encontrado por fin el fundamento de su teoría desde la sabiduría oriental (Fang, 2015, p. 121). Jung consideró que el texto es un documento que trata del procesamiento psicológico en términos taoístas. Debido a que el carácter Tao (道) está compuesto por un signo de cabeza (首) y un trazo del verbo ir (辶), la cabeza podría indicar la conciencia y el carácter significaría ser consciente (Lü, 1996, p. 31). Según el psicólogo, la Flor de Oro (tal y como aparece en el título del libro) es un símbolo de Mandala, un círculo mágico que es “por un lado la expresión primitiva de lo inconsciente y, por otro, una idea que corresponde al más alto presentimiento que le sea dado a la conciencia” (Lü, 1996, p. 38).
La traducción de Wilhem y la crítica desde la perspectiva psicológica de Jung convirtieron este libro taoísta en un material de investigación de obligada lectura. Se ha trasladado a otros idiomas e incluso se ha vuelto a traducir al chino en no menos de cinco ocasiones. Sin embargo, Thomas Cleary publicó en 1991 una versión vertida directamente del chino al inglés y es bastante diferente de la de Wilhem. Éste sostenía que adolece de muchos malentendidos gramaticales y que la incorrecta traducción de los términos y de los conceptos en el trabajo de Wilhem provocó una comprensión errónea por parte de éste y de Jung (Cleary, 1993, p. 134). En el mundo hispanohablante sólo existe una versión de él vertida al español; el resto se realizó por medio de la de Wilhem o mediante la obra en francés de Pierre Grison, que también empleó como base la de Wilhem, sustentada por los comentarios de André Préau. En lugar de elegir una traslación más fiel al texto original, los traductores/editores prefirieron la versión con más interpretación individualizada y filtrada, con una lente occidentalizada, lo que refleja que el interés en su publicación no se debe a la transmisión de la cultura auténtica china, sino al valor académico del trabajo de Wilhem y Jung.
Entre otras traducciones taoístas en español, cabe mencionar la del sinólogo Iñaki Preciado Idoeta (que hemos mencionado anteriormente) y la de Alfonso Colodrón. El primero no sólo trasladó la obra de los dos grandes maestros taoístas, sino también publicó para los lectores hispanohablantes Lie Zi: El libro de la perfecta vacuidad (1987) y Los cuatro libros del Emperador Amarillo: Huangdi sijing (2010). El autor del primero es Lie Zi, no tan conocido como Lao Zi o Zhuang Zi en Occidente, pero no menos importante para el desarrollo del taoísmo. Su trabajo fue diseminado por el mundo occidental gracias a los misioneros jesuitas mediante su nombre latinizado, Licius. Idoeta utilizó tres textos como referencia: dos versiones en chino y una de Léon Wieger. Misionero jesuita y sinólogo francés que vivió en China durante la mayor parte de su vida adulta, Wieger se dedicó a la investigación del Canon taoísta6 y publicó dos volúmenes sobre el taoísmo en 1911 y 1913.
En el texto de Idoeta se presentaron al autor chino y su obra, el desarrollo general sobre el pensamiento taoísta, el concepto del Tao y del hombre, y la filosofía de la vida taoísta. Empleó el pinyin para marcar los nombres propios y los conceptos fundamentales del taoísmo, siguiendo el mismo estilo utilizado en otros de sus trabajos. Asimismo, añadió una larga lista de notas que explican los culturemas, los ideogramas, las alusiones intertextuales, el contexto histórico, la leyenda, etc. La persistencia del traductor en difundir el taoísmo a los lectores de habla hispánica y su interés por el mismo es notable. Muchas de sus versiones sobre el taoísmo han sido las únicas referencias que han tenido los lectores hispanohablantes.
En cuanto a Alfonso Colodrón, también se trata de un traductor fructífero en lo que respecta al taoísmo, pese a que siempre acude al inglés como lengua intermediaria. La dedicación de este escritor, traductor y terapeuta granadino a esta doctrina debería (al menos, parcialmente) atribuírsele a que es hijo de un catedrático de lengua y literatura y a que su madre es china, además de a un interés personal en su desarrollo espiritual. Aparte de verter el Tao Te Ching (1993), El secreto de la flor de oro (1995) y Lie Tse: Una guía taoísta sobre el arte de vivir (2005), también puso a disposición de los lectores de habla hispana Wen-tze, La compresión de los misterios del Tao (1994), Hua Hu Ching: 81 meditaciones taoístas (1995) y Tratado de Lao Tse sobre la respuesta del Tao (1996). Todos estos libros taoístas se publicaron en una misma editorial (Edaf), que se enfoca en la edición de libros de humanidades, salud y psicología.
Pese a ser una obra importante del taoísmo, los eruditos chinos aducen (en términos generales) que la obra original de Wen-tze es falsa. El otro texto, el Hua Hu Ching: 81 meditaciones taoístas, se considera una creación imaginaria elaborada por los taoístas, en la que Siddhartha Guatama era la reencarnación de Lao Zi. Éste llamaría la atención de los investigadores occidentales por la posibilidad de encontrar en él el testimonio que refuta que el budismo y el taoísmo comparten el mismo origen. Por otro lado, el Tratado de Lao Tse sobre la respuesta del Tao (太上感应篇) circuló por todos los estamentos sociales a partir de la dinastía Song (960-1279) y obtuvo una gran popularidad hasta principios del siglo XX. El texto no es muy extenso, pero refleja la tendencia de la mezcla de las tres religiones de China. Enseña a la gente a actuar con benevolencia a través de poemas, teatro, dibujos, discursos, etcétera.
Otro libro esencial del taoísmo que se ha dado a conocer en todo el mundo es Las enseñanzas internas del taoísmo (悟真篇,2004). Fue escrito por Chang Po-Tuan (984-1082), uno de los grandes maestros de la alquimia interior del taoísmo. Enseña a la gente los métodos, los procesos, los resultados y las advertencias a tener en cuenta en la práctica de la alquimia en forma de poemas de diversa métrica. Se tradujo al español por Fernando Mora mediante la versión en inglés, The Inner Teachings of Taoism (2001), de Thomas Cleary. Como ya hemos puntualizado con anterioridad, se trata de uno de los sinólogos más influyentes en el ámbito de investigación del budismo y taoísmo en Estados Unidos. Ha trasladado más de 21 libros taoístas desde la década de los ochenta del pasado siglo y algunos de sus trabajos han sido seleccionados para ser publicados en español a manos de Alfonso Colodrón y (en este caso) Fernando Mora, cuyo interés se centra en las distintas tradiciones espirituales. La traslación contiene, también, los versos originales, que destacan por la profusión de símbolos alquímicos y las explicaciones detalladas de Liu Yiming (1734-1821), un taoísta ilustre de la corriente Longmeng.7 Esta información adicional incluida en el libro sirve de llave para abrir la puerta del mundo mítico y oscuro de las prácticas específicas del taoísmo.
En el mundo hispánico existen obras taoístas más recientes, como Los secretos del Yoga taoísta: Alquimia e inmortalidad (性命法诀明指, 2000) y Tratado de alquimia y medicina taoísta (卫生生理学明指, 2020). Ambos textos se publicaron en 1933 y su autor es el maestro taoísta Zhao Bicheng (1860-1942). Es famoso por difundir sus conocimientos en un lenguaje más asequible al público en general y por no hacer distinciones entre sus discípulos. Además, no sólo absorbe el Zen y el confucianismo, sino también hace uso de la anatomía empleada en Occidente para explicar la alquimia taoísta. La primera obra suya fue trasladada por Charles Luk al inglés en los años setenta de la centuria pasada, desconociéndose su traductor al español. La segunda fue vertida por primera vez a una lengua occidental por la sinóloga francesa Catherine Despeux en 1979 y difundida en el mundo hispano por Francisco F. Villalba, maestro budista Zen. En la contraportada, dice el editor de la primera versión que “en lugar de transcribirlos literalmente, los hemos vertido en un lenguaje lo más sencillo posible” (2020); de esta manera, se presenta ante los lectores del habla española una explicación más comprensible y clara sobre las técnicas psicofisiológicas taoístas.
3. Conclusión
La traducción de libros taoístas al castellano es una actividad con una larga historia, que estuvo durante un breve periodo de tiempo a la vanguardia (en comparación con la traslación a otras lenguas occidentales) gracias a los esfuerzos de los misioneros jesuitas. Sin embargo, son los investigadores de Francia, Alemania, Inglaterra y (posteriormente) los de Estados Unidos quienes toman el relevo. La investigación sobre el taoísmo, que se basa en la versión de libros y materiales taoístas en estos países, ya se había transmitido por generaciones de estudiosos y había alcanzado cierta profundidad, en virtud de la cantidad de traslaciones y por el gran volumen de investigaciones emprendidas sobre distintos temas y corrientes del taoísmo. Además, se le dio prioridad a la colaboración de investigadores de diferentes países. Por ejemplo, el sinólogo sueco Kristofer Schipper propuso en 1976 el “Proyecto de Canon taoísta” y, junto con otros expertos, fundó en París, Wurzburgo y Roma dos grupos de investigación cuyo propósito era estudiar sistemáticamente todos los clásicos taoístas en el Canon. Gracias a su trabajo, publicaron con la editorial University of Chicago tres volúmenes de The Taoist Canon en 2004.
En cambio, en el mundo hispánico el enfoque se limita a unos libros más canónicos, tales como Dao De Jing y Zhuang Zi; el resto son traslaciones puntuales que se llevan a cabo debido al interés por explorar la espiritualidad por parte de los traductores o, en otros casos, se debe a una influencia del mercado editorial en otros países occidentales. En definitiva, los libros taoístas publicados en el mundo hispano son escasos en relación con la abundancia de los elaborados en distintas épocas a lo largo de la historia de China. Asimismo, la mayoría de las versiones son indirectas; ello tiene como consecuencia la ausencia de referencias directas y de una comprensión modificada por la ideología de un tercero. Por el contrario, los sinólogos hispánicos sí que son conscientes de la importancia de la tradición taoísta y han realizado traslaciones de relevancia con interpretaciones originales, pero, aun así, son investigaciones aisladas, donde no se aprecia un interés por continuar la traducción de estudios taoístas al castellano.
No obstante, sinólogos como José Ramón Álvarez y Manuel Ollé continúan renovando el catálogo con nuevas versiones de Dao De Jing y de otros textos clásicos taoístas. De igual modo, investigadores como Filippo Costantini y Gabriel Terol Rojo han publicado artículos sobre el taoísmo desde diferentes enfoques y han estrechado las colaboraciones intercontinentales, no en el ámbito de la traducción, sino también en el de la investigación, ofreciendo, de esta manera, a los lectores hispanos un panorama cada vez más completo del taoísmo.