Introducción
El consumo de alcohol es uno de los problemas de salud pública más importantes de nuestro tiempo en todo el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS), lo señala como un importante factor de riesgo de enfermedades hepáticas, cardiovasculares, diversos tipos de cáncer, anemia, enfermedades de transmisión sexual, funcionamiento sexual, y además es la primera causa de traumatismos por lesión, depresión, trastornos neuropsiquiátricos y malnutrición. Los datos señalan que unos 2,300 millones de personas en el mundo son bebedores y además que el uso nocivo de alcohol es responsable de 3 millones de muertes (el 5.3%) al año en el mundo1.
La adolescencia es una etapa especialmente susceptible en el consumo de sustancias2; la búsqueda de la autonomía e identidad personal, necesidad de experimentar sensaciones nuevas, la importancia del grupo de iguales, entre otros; son motivos que parecen orientar a los jóvenes hacia ellas3. Lucena4 señala además que las transformaciones socio- políticas, económicas y culturales han producido cambios en el consumo de sustancias como el alcohol entre los jóvenes, consolidando conductas de tolerancia y normalización de la ingesta y los efectos asociados. El consumo excesivo de alcohol en los jóvenes está asociado a un mayor riesgo de problemas de salud mental, sociales o de comportamiento. Este consumo predice la violencia física, tanto para el infractor como para la víctima3; y está asociado con el déficit de memoria y el desarrollo anormal de la materia gris del cerebro5. Además, el consumo de alcohol está considerado como factor de riesgo relacionado al consumo de otras sustancias nocivas actuando como sustancia puente6 pudiendo activar el consumo de marihuana o cocaína7.
La OMS, en el informe Global status report on alcohol and health (2018) señala que más de una cuarta parte de los jóvenes de entre 15 y 19 años son bebedores, lo cual supone 155 millones de adolescentes. Además, Europa presenta mayores tasas de consumo (43.8%) seguido de América (38.2%) y del Pacífico Occidental (37.9%). El consumo episódico intensivo de alcohol (episodios de embriaguez), es más bajo entre los adolescentes de entre 15 a 19 años con respecto a la población total, aunque en la etapa que le sigue (20-24 años) este tipo de consumo es mayor que en el total de la población.
La edad de inicio en el consumo de alcohol varía mucho a nivel internacional, situándose entre los 11 y los 15 años dependiendo de los países. En España el 30.1% de los jóvenes que han probado el alcohol, lo ha hecho a los 13 años o incluso antes8.
Los datos internacionales del estudio Health Behaviour in School-aged Children9 realizado con 227,441 adolescentes, señalan que la prevalencia en el consumo de alcohol de los últimos 30 días es del 20% de los encuestados, además es superior entre los chicos (20% chicos y 18% chicas). Un 15 % de los participantes en el estudio, ha experimentado episodios de embriaguez en los últimos 15 días, lo que supone uno de cada 7 jóvenes, encontrando diferencias según el sexo, ya que fueron más frecuentes los episodios de embriaguez entre los chicos que entre las chicas9.
En España, los datos del estudio HBSC de 2018, muestran que de los 40,49% adolescentes encuestados el 16.9% consumen alcohol todos los meses y un 7.6% señala consumirlo todas las semanas. El consumo semanal es mayor entre los chicos y esta diferencia se va incrementando con la edad. En cuanto a los episodios de embriaguez, el 10.4% señala haberlos vivido en el último mes, siendo muy similares los datos en ambos sexos; aunque es un porcentaje que aumenta con la edad en ambos sexos por igual8.
La práctica de actividad física (AF), junto con la alimentación, supone un importante condicionante de la salud de las personas. En la adolescencia, está considerada como un factor de protección frente a conductas de riesgo y parece ser un indicador de un estilo de vida saludable, por su asociación a otros hábitos beneficiosos10,11,12. La práctica regular de AF aporta múltiples beneficios psicológicos13 como el control del estrés y la mejora del estado de ánimo, y además es clave para el desarrollo de aspectos psicosociales como el autoconcepto y las relaciones interpersonales14, aspectos que conllevan a un menor riesgo de padecer enfermedades de carácter psicofísico15 y relacionadas con la depresión16.
La OMS realizó una serie de recomendaciones en cuanto a práctica de AF17 distinguiendo entre Actividad Física de Moderada a Vigorosa (AFMV) y Actividad Física Vigorosa (AFV). En la primera, la persona se siente activa, por ejemplo, cuando acude caminando al trabajo o al colegio, sube escaleras o practica alguna AF de intensidad moderada o vigorosa y específicamente para el grupo de edad infantil y adolescente, considera imprescindible activarse al menos 60 minutos todos los días de la semana. Para el mismo autor, la AFV es aquella que hace que pierdas el aliento llegando a sudar y se recomienda practicar en este grupo de edad al menos 4 días por semana18.
Los datos del estudio HBSC Internacional, indican que aproximadamente la mitad de los niños (49%) y un tercio de las niñas (35%) realizó AFV en tiempo libre cuatro días por semana o más. Se trata de un hábito mejor realizado por los chicos y que empeora con la edad en ambos sexos9.
En España, los datos del estudio HBSC señalan que tan solo siguen con las recomendaciones de la OMS (al menos 4 días de AFMV a la semana) el 34.7% de los adolescentes (45% chicos y 24.5% chicas), y que la practican una vez al mes y menos de una vez al mes o nunca un 19.3 % de los adolescentes. También se encuentran diferencias significativas según el sexo, siendo los chicos los que más la practican y según la edad, disminuyendo en ambos sexos la frecuencia de AFV a medida que van haciéndose mayores8.
A pesar de que los beneficios de llevar una vida activa son numerosos y suficientemente conocidos, un elevado porcentaje de adolescentes no sigue la recomendación diaria de 60 minutos de AFMV que establece la OMS (WHO, 2010) tal y como confirman diversas investigaciones19,20,21. En este sentido, por ejemplo, en el contexto español, un estudio reciente realizado en Castilla la Mancha, mostró que el 73% de los adolescentes no practica AFMV de forma habitual22.
También, diversos estudios han evidenciado que la práctica de AF es un factor de protección, frente al consumo de drogas y más concretamente frente al consumo de alcohol23,24,25,26,27, aunque otros muestran que la práctica de AF en la adolescencia no es un factor protector, ya que el consumo de alcohol en los jóvenes que practican AF es igual o superior28,29,30.
Este estudio plantea como objetivos describir los niveles de práctica de AF y consumo de alcohol en adolescentes escolarizados en 1º y 4º de Educación Secundaria de la ciudad de Salamanca, así como establecer posibles relaciones entre ambos teniendo en cuenta el sexo de los encuestados. Las hipótesis planteadas son, por una parte, que los adolescentes con mejores hábitos de AF semanal presentan hábitos más saludables en el consumo de alcohol. Y por otra, que los chicos practican AF de forma más frecuente que las chicas y presentan un mayor consumo de alcohol que ellas.
Materiales y método
Se presenta un estudio de tipo descriptivo transversal. La selección de la muestra se llevó a cabo en la ciudad de Salamanca. El muestreo fue aleatorio polietápico estratificado por conglomerados, donde se tuvieron en cuenta las zonas de salud establecidas por la Junta de Castilla y León, y las zonas de acción social que establece el Excmo. Ayuntamiento de la ciudad. Quedaron representados todos los barrios y como condición, se determinó que en cada zona al menos hubiera dos centros (uno de carácter público y otro concertado).
Se contó con la aprobación de los centros y el consentimiento de los padres o tutores legales de los escolares. Se les informó del tipo de estudio a realizar, garantizando la participación voluntaria. Los alumnos que tomaron parte de esta investigación no recibieron compensación económica o académica alguna. Del mismo modo, se garantizó el anonimato y la confidencialidad tanto de los participantes como de los datos emitidos por ellos, además de la imposibilidad de identificación del cuestionario una vez realizado. La encuesta fue administrada en el horario habitual de clase durante la hora destinada a tutoría. Cuatro entrevistadores entrenados por el investigador principal fueron los encargados de pasar los cuestionarios.
Este estudio cumplió con los criterios éticos establecidos por la Declaración de Helsinki en su revisión de 2013 para los estudios de estas características, respetando la ley de protección de datos de carácter personal de la Ley Orgánica 15/1999 y acomodado a la legislación vigente española en materia de investigación con seres humanos en el Real Decreto 561/1993.
La muestra estuvo compuesta por un total de 656 estudiantes de 4º de ESO (44.5% chicos y 55.5 % chicas), con una media de edad de 16.1 años (SD = 0.74), pertenecientes a 16 centros de Educación Secundaria Obligatoria públicos y concertados.
Para recoger la información se utilizó como instrumento un cuestionario que contemplaba información sobre datos sociodemográficos, actividad física y consumo de alcohol:
Datos sociodemográficos. Se recogió información sobre la edad y el sexo de los encuestados.
Actividad física. Para estudiar el nivel de práctica de AF se empleó el cuestionario del Estudio HBSC (2014). Por una parte, se cuestionaba a los estudiantes por la frecuencia con que practican AF Vigorosa con la pregunta: “Fuera del horario escolar, ¿Con qué frecuencia realizas alguna actividad física en tu tiempo libre que haga que llegues a sudar o te falte el aliento? Siendo las respuestas posibles: todos los días, de 4 a 6 veces por semana, de 2 a 3 veces por semana, una vez a la semana, dos veces al mes, menos de una vez al mes y nunca. Por otra parte, se cuestionaba por el número de horas semanales de AF de Moderada a Vigorosa (AFMV) con la pregunta: Fuera del horario escolar: ¿Cuántas horas a la semana sueles realizar alguna actividad física que haga que llegues a sudar o te falte el aliento durante tu tiempo libre? Siendo las respuestas: Ninguna, media hora aproximadamente, 1 hora aproximadamente, de 2 a 3 horas aproximadamente, de 4 a 6 horas aproximadamente y 7 horas o más.
Consumo de alcohol. En cuanto al consumo de alcohol, se utilizaron diferentes escalas del Estudio HBSC (2014). En primer lugar, se cuestionó a los estudiantes si habían probado el alcohol con la pregunta: ¿Has probado alguna vez alguna bebida alcohólica? (algo más que un sorbito o un trago). Siendo las respuestas posibles sí o no. Se cuestiona también a los que lo han consumido si han llegado alguna vez a emborracharse con la pregunta: ¿Alguna vez has bebido tanto alcohol que te has llegado a emborrachar? Cuyas respuestas posibles eran: No, nunca; sí, una vez; sí, 2-3 veces; sí,4-10 veces; sí más de 10 veces. También se pregunta a los encuestados sobre la edad de inicio en el consumo de alcohol y del primer episodio de embriaguez con las preguntas: ¿A qué edad comenzaste a consumir alcohol? y ¿A qué edad te emborrachaste por primera vez? Por otra parte, se consulta la frecuencia con que consumen los distintos tipos de bebidas con la pregunta: Actualmente, ¿con qué frecuencia bebes algo de alcohol, como, por ejemplo, cerveza, vino, licores solos o combinados, combinados ya hechos y cualquier otra bebida con alcohol? Cuenta incluso aquellas veces en que solo bebes una pequeña cantidad. Siendo las opciones de respuesta en cada caso: Todos los días; todas las semanas; todos los meses; rara vez y nunca. También se cuestionó a los adolescentes sobre el consumo de alcohol en los últimos 30 días con las preguntas: ¿En cuántas ocasiones (si existe alguna) has bebido alcohol en los últimos 30 días? y ¿En cuántas ocasiones (si existe alguna) te has emborrachado en los últimos 30 días? Siendo las opciones de respuesta: Nunca; 1-2 veces; 3-5 veces; 6-9 veces; 10-19 veces; 20-39 veces y 40 veces o más.
El análisis de los datos se realizó con el paquete estadístico SPSS versión 25.0. Para el estudio estadístico, se utilizó análisis descriptivo, para el estudio de diferencias según sexo se empleó el estadístico Eta o Chi-cuadrado dependiendo del tipo de variables, y para el estudio de las relaciones entre variables, se usó el índice de correlación de Spearman.
Resultados
Práctica de actividad física
En cuanto a la práctica de AF semanal durante el tiempo libre (Tabla 1), el 27.3% de los adolescentes encuestados la practican de forma muy frecuente (entre 4 y 7 días a la semana) y el 33.7% la practican de forma frecuente (2-3 días a la semana). Un 14.5% señala realizarla una vez por semana, y el resto (24.6%) no practica AF semanal sino alguna vez de modo mensual o nunca. Se encuentran diferencias significativas con el coeficiente de correlación eta (η = 0.352; p < 0.001) de tal forma que los chicos realizan más AF que las chicas, así el porcentaje de chicos que realiza AF alguna vez al mes o nunca es de 11.3% y el de chicas de un 35.5%.
Frecuencia de AF | Chico % | Chica % | |
Todos los días | 19 | 5,8 | |
De 4 a 6 veces por semana | 23 | 9,7 | |
De 2 o 3 veces por semana | 36,5 | 31,6 | |
Una vez a la semana | 9,9 | 18,0 | |
Dos veces al mes | 5,0 | 12,5 | |
Menos de una vez al mes | 3,5 | 12,5 | |
Nunca | 2,8 | 10,0 |
Fuente: elaboración propia
El número de horas semanales que los adolescentes encuestados practican AF se refleja en la Tabla 2. El porcentaje de encuestados que nunca practica AF o la hace un máximo de 1 hora semanal es del 49.60%. Los adolescentes que lo practican entre 2 y 3 días por semana varían según el sexo de forma significativa y el porcentaje de adolescentes que hace entre 4 y 7 horas o más a la semana es de un 22%.
Chico % | Chica% | |
---|---|---|
7 horas ó más | 16,70 | 4,20 |
De 4 a 6 horas aproximadamente | 16,00 | 9,50 |
De 2 a 3 horas aproximadamente | 36,90 | 21,70 |
1 hora aproximadamente | 17,00 | 27,30 |
Media hora aproximadamente | 7,80 | 17,80 |
Ninguna | 5,70 | 19,50 |
Fuente: elaboración propia
Se observan diferencias significativas en el número de horas semanales de AF según el sexo (η = 350; p < 0.001) de tal forma que los chicos practican la misma más horas semanales que las chicas.
Consumo de alcohol
El 82.5% de los adolescentes encuestados manifiesta haber probado el alcohol y no se encuentran diferencias significativas en esto según el sexo (chicos 82.5% y chicas 81.9%; χ2(1) = 0.014; p= 0.905).
La edad de inicio en el consumo que más se repite son los 13 años y no hay diferencias significativas en esta edad según el sexo (U = 47718; z = -0.673; p = 0.501). En cuanto a la edad del primer episodio de embriaguez más frecuente son los 14 años y tampoco existen diferencias significativas según el sexo (U = 48631; z = -0.343; p = 0.732) (ver Tabla 3).
Consumo de alcohol | Embriaguez | |||
---|---|---|---|---|
Edad de inicio | Chico % | Chica% | Chico % | Chica% |
11 o menos | 1.5. | 4.5 | 0.4 | 1.1 |
12 | 14.9 | 15.6 | 2.9 | 3.1 |
13 | 24.4 | 18.7 | 8.7 | 7.5 |
14 | 21.8 | 26.0 | 17.1 | 17.0 |
15 | 14.2 | 15.9 | 13.5 | 17.3 |
16 | 4.0 | 1.7 | 5.5 | 4..2 |
17 | 0.4 | 0.6 | 1.5 | 1.1 |
18 | 0 | 0 | 0.4 | 0 |
nunca | 18.9 | 17.0 | 50.2 | 48.7 |
Fuente: elaboración propia
En cuanto a la frecuencia en el consumo de alcohol (Tabla 4), el 48.1% lo consume rara vez o nunca, mientras el 51.8% lo consume con frecuencia mensual, semanal o diaria. La Tabla 4 muestra diferencias significativas según el sexo, de modo que los chicos lo consumen de forma más frecuente que las chicas (η = 0.069; p < 0.001).
Chico % | Chica % | Total | |
Todos los días | 3,8 | 0,3 | 1,8% |
Todas las semanas | 27,4 | 19,5 | 23,0% |
Todos los meses | 21,6 | 31,3 | 27,0% |
Rara vez | 25,3 | 28,0 | 26,8% |
Nunca | 21,9 | 20,9 | 21,3% |
Fuente: elaboración propia
En cuanto al tipo de bebidas alcohólicas ingeridas, los porcentajes más elevados de consumo se encuentran en el de licores solos o con refresco realizado por el 14.7% de los adolescentes de forma semanal y por el 27.2% todos los meses. Le sigue el consumo de cerveza, realizado por el 10.5% todas las semanas o de forma mensual por el 9.6% de los encuestados. Según el sexo, se encuentran diferencias significativas en el consumo de cerveza (p<0.001) y no en el de licores, el vino, los combinados preparados u otras bebidas, siendo los chicos los que más la consumen (Tabla 5).
Cerveza | Vino | Licores solos o combinados | Combinados ya preparados | Otras | ||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Chico | Chica | Chico | Chica | Chico | Chica | Chico | Chica | Chico | Chica | |
Todos los días | 2,7% | 0,3% | 1,0% | 0,3% | 1,0% | 0,3% | 1,4% | 0,3% | 1,7% | 0,6% |
Todas las semanas | 14,7% | 7,1% | 5,5% | 3,3% | 17,1% | 12,7% | 8,9% | 5,8% | 10,6% | 8,9% |
Todos los meses | 11,3% | 8,2% | 5,5% | 8,0% | 25,0% | 28,9% | 11,0% | 11,0% | 16,1% | 20,3% |
Rara vez | 31,2% | 23,1% | 30,2% | 26,9% | 25,0% | 32,5% | 27,1% | 28,5% | 31,5% | 32,8% |
Nunca | 40,1% | 61,3% | 57,7% | 61,5% | 31,8% | 25,6% | 51,7% | 54,4% | 40,1% | 37,5% |
U Mann-Witney | 40543 | 50517 | 52693 | 50400 | 51555 | |||||
z | -5.700 | -.962 | -.131 | -1.123 | -.364 | |||||
p | < .001 | .336 | .896 | .261 | .716 |
Fuente: elaboración propia
Para estudiar las posibles correlaciones entre la práctica de AF y el consumo de alcohol de los adolescentes, se llevó a cabo la prueba de correlaciones de Spearman (Tabla 6). El análisis de los datos permite comprobar que no hay correlaciones significativas entre la práctica de AF y el consumo de alcohol en este estudio. Independientemente de la frecuencia o las horas de AF o del sexo de los encuestados, no muestran correlación con las variables estudiadas sobre el consumo de alcohol.
Frecuencia semanal de AF | Horas semanales de AF | |||
---|---|---|---|---|
Chico | Chica | Chico | Chica | |
¿Has probado alguna vez alguna bebida alcohólica | -.027 | -.051 | -.001 | -.023 |
Actualmente. ¿con qué frecuencia bebes algo de cerveza? | -.036 | -.029 | .021 | .046 |
Actualmente. ¿con qué frecuencia bebes algo de vino? | .023 | .014 | -.001 | -.034 |
Actualmente. ¿con qué frecuencia bebes algo de licores tomados solos o combinados con refresco | -.051 | -.017 | -.012 | -.059 |
Actualmente. ¿con qué frecuencia bebes algo de combinados que se compran ya hechos en botellas o latas individuales (por ejemplo, Smirnoff Ice, etc.) | -.056 | -.048 | .099 | -.005 |
Actualmente. ¿con qué frecuencia bebes cualquier otra bebida que contenga alcohol? | -.073 | -.016 | .083 | .006 |
Máxima frecuencia de consumo de alcohol independientemente del tipo de bebida alcohólica consumida | -.042 | -.029 | .045 | -.014 |
¿Alguna vez has bebido tanto alcohol que te has llegado a emborrachar? | -.015 | -.003 | -.103 | -.004 |
¿Cuántas veces has bebido alcohol (algo más que probarlo o darle un trago) en los últimos 30 días? | .064 | .037 | -.081 | .017 |
¿Cuántas veces te has emborrachado en los últimos 30 días? | -.017 | -.024 | -.032 | .042 |
Fuente: elaboración propia
Discusión
Partiendo del objetivo de esta investigación, conocer la práctica de AF y el consumo de alcohol de los adolescentes salmantinos y las posibles relaciones entre estos dos hábitos teniendo en cuenta el sexo de los encuestados, los resultados obtenidos en cuanto a la práctica de AF muestran en consonancia con otras investigaciones20,21,31, que un alto porcentaje de adolescentes no realiza AF de forma habitual, siguiendo tan solo el 27.3% de los adolescentes encuestados las recomendaciones de práctica de AF que marca la OMS17 para este grupo de edad. Los hallazgos encontrados coinciden con los resultados mostrados en los estudios HBSC Internacional9 y Nacional8, en donde se concluye que no alcanza al 50% el porcentaje de jóvenes que cumple las recomendaciones de realización de AFMV al menos 4 días por semana. Cabe señalar que el porcentaje de chicas que no cumple las recomendaciones es superior al de los chicos, aunque en nuestra investigación las diferencias son aún más señaladas. Así, tan solo el 15.5% de ellas cumplen las recomendaciones, mientras a nivel internacional y nacional este porcentaje es del 35% y del 24.5% respectivamente. Parece oportuno, por tanto, promover programas que favorezcan la práctica de AF fuera del centro escolar, especialmente entre las chicas.
Respecto a los hábitos de consumo de alcohol, los resultados muestran también similitud con los datos internacionales y nacionales8,9, siendo el 51.8% el porcentaje de jóvenes que lo consume con frecuencia mensual, semanal o diaria. La edad de inicio en el consumo que más repite son los 13 años y la primera experiencia de embriaguez se sitúa en torno a los 14-15 años. Este dato es relevante teniendo en cuenta que, a edades tempranas, el consumo de altas cantidades de alcohol en periodos cortos de tiempo, aumenta el efecto adverso de la sustancia siendo los niños y adolescentes más vulnerables al daño cerebral que un adulto32. Además, algunos estudios transversales encontraron asociación entre la edad de la primera ingesta de alcohol y el comportamiento de bebida posterior33,34.
La lucha contra el consumo frecuente de alcohol es hoy en día un objetivo de la agenda 2030 para el desarrollo sostenible, en la que se recoge la necesidad de fortalecer su prevención y tratamiento1. Es importante en este sentido trabajar en la prevención y reducción de los episodios de atracón (la ingesta de cantidades elevadas en poco tiempo). Para ello, es necesario conocer en mayor profundidad los efectos del consumo de alcohol en los jóvenes, ya que no se vienen realizando suficientes estudios sistemáticos al respecto, aunque sí en adultos32.
En cuanto al análisis de las posibles conexiones entre AF y consumo de alcohol, diversas investigaciones han mostrado que la práctica habitual de AF podría actuar como un protector frente al consumo de alcohol23,25,26 no obstante, Bedendo y Noto28 asociaron la práctica de AF a una mayor prevalencia del consumo de alcohol.
El estudio realizado no ha mostrado la relación entre los dos hábitos tal y como se había planteado en la hipótesis, que estimaba que la AF podría ser un factor de protección frente al consumo de alcohol. Los datos encontrados evidencian que los adolescentes pueden practicar AFV y consumir alcohol de forma habitual, pues estos actos podrían suceder en distintos momentos del día y la semana y por tanto no serían incompatibles. En este sentido, es posible entender este efecto a partir de Schmidt et al.35 quienes ponen de manifiesto que la relación entre la práctica de AF y un menor consumo de alcohol, se entiende no tanto desde el efecto protector del deporte por sí mismo, sino desde otros aspectos motivacionales asociados al mismo, que sí podrían actuar con un verdadero efecto protector (el compromiso adquirido con la práctica deportiva, el valor del rendimiento deportivo o la orientación a la tarea).
La segunda hipótesis establecida sobre las diferencias en estos hábitos según el sexo, se cumple en este estudio. Por una parte, los chicos realizan AF de forma más frecuente que las chicas, de forma similar a lo mostrado en estudios nacionales como el de Moreno et al.8. Pero es necesario considerar también, en consonancia con Sevil et al.36, las barreras temporales y contextuales, que ocasionalmente han de superar las chicas para la práctica de AF, como por ejemplo el desagrado por practicar AF en determinados contextos no motivadores37. Por otro lado, tal y como se había planteado, los chicos consumen más alcohol que las chicas al igual que en los estudios HBSC internacional y nacional8,9. No hay grandes diferencias en las bebidas consumidas según el sexo, salvo en el caso de la cerveza, más consumida por ellos también.
Cabe concluir que la etapa adolescente es clave en la adopción de conductas y estilos de vida, puesto que en ella se adquieren innumerables valores y hábitos saludables que nos acompañan en la vida adulta38,39,40. Por ello, las instituciones educativas defienden la importancia de proteger del consumo y abuso del alcohol en la adolescencia ofreciendo alternativas de ocio y tiempo libre saludable para los jóvenes. La práctica de actividades físico-deportivas y recreativas suponen una herramienta poderosa, que favorece la adquisición de hábitos de bienestar y salud personal en esta etapa, con lo que creemos conveniente continuar promoviendo el desarrollo de alternativas de ocio saludable nocturno que ofrezcan a los jóvenes otras posibilidades de diversión durante los fines de semana. Además, conviene insistir en el desarrollo de un modelo de educación física en la educación secundaria, que active la práctica de AF agradable y positiva para todos, chicos y chicas, en el tiempo escolar, de tal forma que implícitamente, se favorezcan hábitos de práctica deportiva en la vida extraescolar, personal de los adolescentes, motivando más que desalentando. Además, es fundamental promover la práctica de AF ofreciendo diferentes alternativas en el tiempo escolar como la realización de actividades más dinámicas en los recreos o en los descansos entre clases, así como proponer tareas que impliquen la movilidad corporal en el tiempo libre (coreografías, prácticas deportivas, competiciones intra e intercentros, o la implantación de la milla diaria, etc).
Pero el esfuerzo por promocionar la práctica de AF y deportiva y prevenir el consumo frecuente y abusivo de alcohol en la adolescencia, ha de tener un carácter global, en donde a niveles de comunidad, familiar, federaciones deportivas y escuela, medios de comunicación, redes sociales, se actúe en conjunto. Desde el ámbito escolar se puede llegar a la familia y buscar cauces de comunicación y colaboración. A nivel federativo promover el compromiso del deporte frente al consumo de alcohol y sustancias nocivas.
Finalmente, este estudio presenta como limitación el carácter transversal del mismo. Podría plantearse como mejora para estudios posteriores, la inclusión de otras variables de interés en el estudio de la práctica de AF como la motivación por el deporte, las relaciones con iguales o la participación en actividades organizadas y su relación con el consumo de alcohol.
Conclusiones
La mayoría de los adolescentes encuestados no cumple con las recomendaciones de actividad física que establece la Organización Mundial de la Salud para este grupo de edad. El sexo, según la evidencia científica, parece ser un factor relevante en este hábito, mostrando mejores niveles de actividad física los chicos frente a las chicas, pero, además, en este estudio el porcentaje de chicas que practican de forma regular actividad física se sitúa muy por debajo de otros estudios nacionales e internacionales. Resulta necesario por tanto promover la actividad física entre las chicas adolescentes en la ciudad de Salamanca, tratando de indagar en los obstáculos y necesidades de este grupo de población para responder de manera eficaz a esta situación.
Por otro lado, en este trabajo no se cumple la hipótesis establecida de que la práctica de actividad física correlaciona con el consumo de alcohol, siendo un factor de protección del mismo. Los resultados han mostrado que ambos hábitos pueden compaginarse por suceder en distintos momentos del día y no se correlacionan. A pesar de practicar actividad física de manera frecuente, un joven puede ser consumidor habitual de alcohol, lo cual nos hace considerar, en este sentido, que es preciso potenciar otros factores de la práctica de actividad física y el deporte que han demostrado ser protectores ante conductas de riesgo como el compromiso adquirido con el mismo o la orientación a la tarea. Además, se considera especialmente relevante aprovechar las sinergias para intervenir de manera global en este sentido desde todos los ámbitos (comunitario, familiar, escolar, deportivo, redes sociales, medios de comunicación, etc.).